CAPITULO 5
Sylvie estaba decidida a que nada empañara nuestra felicidad y yo no me
podía sentir más enamorada ni más agradecida a la vida. En la serie, cuatro
semanas después, hicieron que su personaje tomara la decisión de abandonar el
equipo, la montaron en un avión y el último plano de Sylvie se rodó en una
avioneta alejándose de los otros “travellers”. Lejos de entristecerse, le vio
el lado bueno rápidamente. Al tener menos trabajo, podría atender más al rodaje
de la película y tendría más tiempo para buscar una casa nueva para nosotras. A
mí me daba mucha rabia, porque justo hacía poco que una cadena norteamericana y
varias europeas habían comprado los derechos de emisión de la serie, lo cual
era una plataforma inmejorable para los actores y actrices que trabajaban en
ella. Sylvie me decía que no me preocupara, que
su personaje aparecía en dos temporadas y media y que ella tendría
también su escaparate por mucho que les pesara a los productores.
Y así fue. La serie tuvo mucho éxito en Estados Unidos y pronto empezaron
a requerir a los actores para entrevistas en diferentes programas. Siempre
echaban en falta a Sylvie. Los responsables de la serie iban dando excusas,
pero eso no hizo más que despertar la curiosidad y el cariño de los
espectadores, que no entendían por qué una de las protagonistas más queridas y
más ponderadas por la crítica no aparecía con el resto de sus compañeros.
Proliferaron los foros de internet que reclamaban su presencia y se comenzaron
a manejar diversas conjeturas sobre su ausencia
que empezaron a enturbiar la
promoción de la serie. Se extendió el rumor de que el personaje de Sylvie
desaparecía mediada la tercera temporada y empezaron entre el público las
sugerencias de boicot si eso se confirmaba.
Todo se convirtió en un auténtico polvorín que Sylvie y yo observábamos
entre divertidas e incrédulas. Ella, que es muy prudente, nunca se pronunció y
siempre que algún periodista se ponía en contacto con ella, lo remitía a la
productora de la serie. Esta, viendo peligrar el negocio, reconvino hacer
volver a la serie a Sylvie, a cambio de que ella participase en la promoción de
todas las temporadas de la serie por
tierras norteamericanas. Eso costó una renegociación del contrato por la que
Sylvie pasaba a tener unas inmejorables condiciones de trabajo y un sueldo más
que sustancioso. Voló a USA para seguir la rueda de entrevistas con el
resto de los compañeros, puso cara de que no había podido estar en la primera
parte de la promoción porque estaba rodando una película ( qué lista mi chica,
aprovechando el tirón de su personaje
para dar a conocer su nuevo trabajo) y aseguró que estaría en la cuarta
temporada de la serie (que, por cierto, sería la última para todos) con lo cual los ánimos de todos se templaron.
Fue estupendamente acogida por sus compañeros de reparto (quienes se
habían indignado bastante por la forma y el motivo por el que decidieron que mi novia dejara la serie) y
aprovechó la ocasión para invitarlos a todos a nuestra inminente boda, para la
que apenas faltaban ya tres meses. Mientras ella estaba fuera yo aprovechaba
para trabajar todos los días que podía y acumulaba horas de guardia que me
permitieran cogerme un par de semanas libres antes de la boda y atender a los
últimos detalles de los preparativos. Nunca había estado tan nerviosa, tan
excitada, tan feliz.
Sylvie: Todavía no me has dicho cómo vas a ir vestida a la boda
Yo: Claro, porque si te lo cuento, ¿dónde estará la sorpresa? Quiero esperarte en el
altar y no perderme ni un detalle de tu vestido. Y quiero que mientras camines
hacia mí, no te pierdas ni un detalle del mío
Sylvie: ¡Ah! ¿Entonces vas a llevar vestido y no traje?
Yo: ¡Por supuesto que voy a llevar vestido!
Sylvie: ¿Estás segura?
Yo: Por supuesto. ¿Y tú? ¿No tienes ninguna duda?
Sylvie: ¿Duda? ¿Por qué iba a tener dudas?¿Hablamos del vestido o estamos
hablando de otras cosas?
Yo: No sé, Sylvie. A lo mejor cuando
te imaginabas tu boda te imaginabas otra cosa
Sylvie: Lo único que una se puede imaginar del día de su boda es casarse con
una persona a la que quiera por encima de todo y de todos y sentirse a su vez
querida por encima de todo y de todos
Yo: Esas, sin duda, somos nosotras. ¿Estás nerviosa?
Sylvie: Eso sí. Estoy muy nerviosa. Quiero que todo sea perfecto
Yo: Y lo será. Incluido el viaje
posterior
Sylvie: No piensas decirme dónde vamos de luna de miel, ¿verdad?
Yo: No. Ese será mi regalo especial para ti
Apenas faltaban dos meses para la boda. Notaba a Sylvie más nerviosa de
lo habitual. Desde hacía un par de días volvía taciturna a casa y yo me decía
que era el estrés acumulado por los nervios y por nuestro inminente enlace, sin
embargo, en el fondo de mi corazón, sabía que había algo más, aunque ella no me
lo contara. Aquel día llegó a casa y dijo la fatídica frase: “Tenemos que hablar”. Tremendamente
nerviosa, la seguí al sofá, esperándome casi lo peor.
Yo: ¿Qué pasa? ¿Algo va mal?
Sylvie: Me temo que sí
Yo: ¿Cuál es el problema? ¿Por qué estás tan nerviosa estos últimos días?
Sylvie: Parece ser que mi ex novio Nicholas ha concedido una extensa
entrevista a una revista en la que, por lo que me han dicho, no solo desvela
nuestra relación, sino que carga contra ti. Parece ser que te achaca haberme
separado de él en un momento en el que yo estaba especialmente vulnerable
emocionalmente y te acusa poco menos que de tenerme abducida. Dice palabras muy
feas sobre ti. Y no he tenido forma de pararlo. Lo siento, lo siento mucho
(Comenzó a sollozar)
Yo: No te voy a negar que no me hace ni pizca de gracia que eso esté
pasando, pero lo siento especialmente por ti, por lo que pueda afectarte en tu
trabajo en el futuro y sobre todo por lo que te está afectando personalmente en
el presente. Ven, nollores más. Ese imbécil no se lo merece (La atraje hacia mi cuerpo y la abracé). Hubiera preferido mil veces que solo
estuvieras disfrutando de nuestro próximo enlace, mirando folletos de muebles
conmigo para decidir cómo vamos a amueblar nuestra nueva casa. Lo demás, me da
igual
Sylvie: Pero la gente puede pensar que tú…
Yo: No puedo controlar lo que piense
la gente, pero sé dos cosas, que toda esa sarta de memeces no va a hacer
cambiar su opinión sobre mí a la gente que me importa y que pase lo que pase y
pese a quien pese no hay nada en la vida que quiera hacer más que estar contigo
y ningún idiota vomitando insensateces va a cambiarlo
Sylvie: Pero debiéramos dar nosotras una entrevista para contestar y defenderte
Yo: Lo mejor es no entrar en su juego, sino quedaremos atrapadas en su tela
de araña de dimes y diretes. Lo mejor es que sigamos nuestra vida con
normalidad
Sylvie: Pero te van a acosar hasta que hables
Yo: No te preocupes. Pasará. Si no entramos en el juego se aburrirán
Sylvie: Lo siento, mi amor. Lo siento
Yo: No ha sido culpa tuya. Tranquila. Te quiero
Sylvie: ¿Qué vamos a hacer?
Yo: Pues tú darte una ducha y relajarte un poco. Y yo coger mi bolsa de
deporte y acercarme al gimnasio. Los miércoles, ya sabes que voy a mis clases
de Krav Magà. Y creo que hoy me van a venir mejor que nunca (La besé en los
labios). No dejemos que ese estúpido
altere nuestra vida, por favor. En una hora estaré de vuelta en casa, ¿te
parece bien?
Sylvie: Tienes razón, mi amor
Cogí mi bolsa de deporte y me acerqué al gimnasio que había en nuestra
manzana. Hacía mucho tiempo que iba al mismo gym con Amy. Mi amiga se había empeñado en que tomáramos clases de
defensa personal, así que todos los miércoles desde hacía un año, en lugar de
hacer spinning, como el resto de los
días, iba a las sesiones de Krav Magà y debía confesar que me gustaban y me
desfogaban más de lo que quería reconocer.
Procuré ahuyentar todos los fantasmas de mi cabeza y ni siquiera Amy
notó que me pasara algo raro. No quería que Sylvie se preocupara y si yo no era
capaz de sobreponerme a mi propia frustración por lo sucedido, ¿cómo iba la pobre Sylvie a relajarse? Así las cosas,
derribé a un par de contrarios, paré media docena de ataques y volví a casa sudada
pero tranquila. Esa noche no hablamos más de ello, pero al día siguiente cuando
me levanté de la cama Sylvie estaba en la cocina, con la revista sobre la mesa,
llorando y repitiendo como una letanía “lo
siento, lo siento”. Le retiré la revista de las manos, la senté sobre mis
piernas y la abracé, hasta que su cuerpo dejó de agitarse.
Yo: No podemos permitir que ese estúpido abra una brecha en nuestra
felicidad, mi amor
Sylvie: Pero es que todo lo que dice son majaderías. No sé a qué viene todo
eso ahora
Yo: La gente busca sus cinco minutos de fama sin importarle a quién pise y
el daño que haga
Sylvie: Pero no tienen ningún derecho a mentir
Yo: Claro que no, pero debes aprender que el mundo también está sembrado de
malas personas
Sylvie: ¿Pero qué le hemos hecho nosotras?
Yo: Nada, pero probablemente será un cúmulo de cosas lo que le haya
obligado a comportarse tan mezquinamente
Sylvie: ¿Pero qué?
Yo: Qué se yo. El dinero. El orgullo herido porque lo abandonaste por una
mujer. Vete a saber
Sylvie: ¡Pero es tan injusto!
Yo: Lo injusto sería que un estúpido nos amargara la vida. Así que vístete,
ponte guapísima y no le dejes ver que esto te ha afectado de ninguna forma
Sylvie: Tienes razón. El mayor desprecio es no hacer aprecio. Así que, ¡que le
den!
Yo: Esa es mi chica. Escucha, para que tu vida no sea un agobio continuo,
quizás sea mejor que te quedes unos días en casa de Michael hasta que todo este
revuelo pase. No quiero que te hagan más daño
Sylvie: ¿Y esconderme? ¿Y esconderte? ¡Ni hablar! No pienso ocultar que te
quiero, que vivo contigo. ¡Nos vamos a casar en dos meses!
Yo: Nunca nos hemos ocultado, nunca nos hemos escondido y no vamos a empezar a hacerlo
ahora. Pero es mejor no alimentar toda
esta absurda bola
Sylvie: Pero no quiero. Quiero estar contigo
Yo: Y estás conmigo. Pero vamos a usar la cabeza. Es muy probable que estos
días tengas a unos cuantos periodistas detrás de ti incomodándote. Y yo, los
próximos tres días tengo guardia y vas a estar sola en casa. Estás muy alterada
y no creo que te convenga estar sola. Instálate con Michael. Así estarás
acompañada. Yo hoy salgo de trabajar a las seis de la tarde, pero tengo que
volver otra vez a las doce de la noche. No quiero que estés sola.
Sylvie: Vale, pero solo si vienes a cenar esta noche con nosotros
Yo: Lo haré. Voy a llamar a Michael y preguntarle qué le parece (En
un momento llamé a mi amigo y sin tener que explicarle prácticamente nada dijo
que sí. Me comentó que esa noche organizaría una pequeña cena en casa y que
Sylvie podía quedarse cuánto quisiera) Ya
está, cariño. Esta tarde te acercaré a su casa una bolsa con tu ropa y tus
cosas de aseo. ¿Te parece bien?
Sylvie: Pues no mucho, pero si tú consideras que es mejor así lo haré, Pero que
conste que solo lo hago por agradarte a ti. No me gusta esconderme.
Terminamos de desayunar y se dirigió al set de rodaje. En cuanto oí
cerrarse la puerta de mi apartamento, me abalancé sobre la revista y leí el
reportaje. Pintaba a Sylvie como una pobre chica sin personalidad y a mí como
una lesbiana maquiavélica que se había aprovechado del momento de debilidad de
Sylvie al perder a su madre, para enredarla, confundirla y aprovecharse de ella,
de su fama y de su dinero. En fin, tenía que quitármelo de la cabeza, porque,
en verdad, no quería que el demenciado de Nicholas nos amargara la vida. Así
que me preparé y me fui a trabajar como si fuera un día más en mi vida. En la
planta del hospital, el reportaje de la revista era la comidilla, pero la gente
que me conocía lo utilizaba para hacerme bromas y quitarle así hierro al
asunto. Afortunadamente, nadie creía una palabra de lo publicado y hasta nos reimos un buen rato cuando una de mis compañeras al retirar su café de la máquina cuando
yo estaba cerca, gritó guiñándome un ojo “¡cuidado,
que no saque su poción lesbianizante, poneros a salvo…!” Así las cosas, se
me fue pasando el enfado e incluso acabé el día de bastante buen talante.
Cuando a la tarde me retiraba a mi casa, al ir a salir por la puerta principal
del hospital, como cada día, Joshua, uno de los guardias de seguridad se me
acercó cariacontecido.
Joshua: Doctora Lekue, será mejor que hoy no salga por la puerta principal. Es
preferible que utilice la salida posterior
Yo: ¿Qué pasa, Joshua?
Joshua: Hay unos cuantos periodistas ahí afuera y me temo que después de la
cantidad de estupideces que ha publicado hoy una revista sobre usted, la están
esperando para asediarla a preguntas
Yo: Pues no me pienso esconder. No he hecho nada malo y no van a conseguir
que me escurra por la puerta de atrás como si tuviera algo de lo que
avergonzarme. Pienso salir por la puerta principal, como cada día
Joshua: Por lo menos deje que la acompañe hasta el parking
Yo: Te lo agradezco, pero estoy segura de que puedo llegar yo sola. Gracias
por tu preocupación, Josh
Tragué saliva y franqueé la puerta. Media docena de periodistas se
aproximaron corriendo hacia mí, blandiendo sus micrófonos, sus grabadoras, sus
cámaras, asediándome a preguntas. Por una décima de segundo, se me pasó por la
cabeza echar a correr y no parar hasta llegar a mi coche y creo que eso era lo
que estaban esperando que hiciera, porque cuando me paré ante ellos aparentando
la mayor calma que podía, ellos también se quedaron quietos y desconcertados
por unos segundos.
Periodistas: ¿Está usted con la señorita Tissot? ¿Es cierto que se aprovechó de la
muerte de su madre para seducirla? ¿Es verdad que impidió al señor Nicholas
Flynn verla?¿ Es cierto que administra usted los bienes de la señorita Tissot? ¿Va
a contestar las declaraciones de…? (No paraban de ametrallarme con sus
preguntas, cada una más hiriente que la anterior. Decidí dejar que expulsaran
toda la porquería que quisieran por la boca y cuando acabaron de escupir
estupideces, respiré hondo y hablé)
Yo: Soy cardióloga en este hospital. Mi trabajo es velar por la salud y la
seguridad de mis pacientes y cuando tengo el corazón de alguno en la mano, no
creo que su preocupación sea con quién me acueste o me deje de acostar, sino
que esté centrada en mi trabajo y lo haga lo mejor que pueda. Eso querrían
ustedes también si alguna vez tienen la desgracia de acabar en mi
quirófano. No voy a hablar de mi vida
personal con ustedes, espero que comprendan que yo no me dedico al espectáculo,
sino a la medicina. Hagamos pues cada uno nuestro trabajo lo mejor que podamos.
Aunque en el caso de alguno de ustedes, déjenme decirles que harían bien en
contrastar opiniones, revisar fechas… Les agradezco su atención y les doy las
gracias por anticipado por respetar mi decisión
Increiblemente el bullicio cesó, se apartaron y me dejaron pasar.
Desfilé entre ellos, les despedí con un “muchas
gracias” y pude llegar a mi coche sin más molestias.
Sylvie pasó por una situación similar en su trabajo, que solventó
atendiendo amablemente a la prensa pero sin hacer ningún tipo de declaración ni
afirmando ni desmintiendo. Le preguntaron mil veces si era lesbiana, si vivía
con una mujer. Se limitó a contestar que estaba en una situación tanto personal
como profesional muy estable y feliz, que nunca había hablado con la prensa ni
concedido una exclusiva para airear su situación personal, cualquiera que fuera
y así no consiguieron arrancarle ni una palabra sobre su vida sentimental, como
habíamos acordado hacer. Yo estaba convencida de que si no entrábamos en
confrontación ni en un cruce de declaraciones absurdas con el impresentable de
Nicholas, el interés mediático pronto se pasaría y podríamos continuar con
nuestra vida y nuestros proyectos.
Sylvie se dirigió directa desde su trabajo a casa de Michael (seguida
por unas cuantas agencias de prensa, que se parapetaron en su portal). Yo acudí
a la noche, con mi prima Kaitlyn y mi amiga Amy y allí encontramos además a
Emma, Ian y Dereck. La sobremesa se convirtió en un acalorado debate sobre cómo
debíamos actuar. Sylvie defendía encendidamente la postura de que no debíamos
ocultarnos y debíamos pregonar nuestro amor a los cuatro vientos, yo defendía
menos acaloradamente la postura de que debíamos ser discretas e intentar
continuar con nuestra vida sin mucho más drama, mi prima Kaitlyn reclamaba que
contratáramos los servicios de un abogado y denunciáramos a Nicholas, Michael defendía
que debíamos contratacar a través de los medios…en fin, tantas opiniones como
personas. Eran las 11 y media y yo tenía guardia en el hospital media hora
después.
Yo: ¿Estás bien, amor?
Sylvie: Estoy bien. Pero no sé cómo disculparme contigo por lo que te estoy
haciendo pasar
Yo: Te quiero, Sylvie. Y mientras tú me quieras a mí también, podremos
enfrentarnos al mundo entero si hace falta
Sylvie: Te quiero muchísimo. Y ahora, aún más si cabe. No he oído un solo
reproche de tus labios. Estás siendo tremendamente generosa
Yo: ¿Pero qué iba a reprocharte a ti, cariño?
Sylvie: No lo sé. Nada y todo. Si no fuera por mí, no te verías envuelta en
esta situación tan comprometida para ti
Yo: No. El único culpable es Nicholas. Pero ni siquiera estoy enfadada con
él. Solo es un pobre diablo. No siento ni siquiera rencor. Solo pena por él.
Tengo que marcharme, mi vida (La besé). Ya
verás cómo las aguas vuelven a su cauce
Sylvie: Dentro de tres días y haya pasado lo que haya pasado, cuando termines
tus guardias, volveré a casa contigo
Yo: Pero…
Sylvie: No hay pero que valga. Volveremos juntas a casa . ( Me besó). Ya te extraño…
Amy me llevó en su coche al hospital
y al ver de nuevo a los periodistas parapetados se ofreció a acompañarme hasta
la puerta. Decliné amablemente su invitación aunque le agradecí el gesto. De
nuevo los periodistas me rodearon y tras atenderlos de nuevo, pero sin decir ni
una sola palabra de Sylvie, de Nicholas o del artículo, traspasé las puertas
del hospital, agradecida ante la
posibilidad de tres agotadoras jornadas de trabajo por delante que me
mantendrían ocupada y lejos de ese bullicio. A las 12 en punto estaba ya en mi
puesto en la sala de Urgencias donde me tocaba trabajar esa noche y en menos de
diez minutos estábamos atendiendo un accidente de tráfico en el que
desgraciadamente un fragmento del hierro
de la carrocería había traspasado el pecho del conductor del vehículo quedando
alojado a escasos milímetros de la aorta. Me esperaban unas cuantas horas de
quirófano con todos mis sentidos enfocados en la lesión que tenía delante y en
la vida del chaval que dependía de la suerte y de la pericia y el acierto de
mis manos.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Despistada - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Aquí llegan las complicaciones, deberían de hacer su vida normal demostrando q les importa una mierdas todo, y el payaso ese q está resentido darle una patada en el culo
ResponderEliminarMe encanta como avanza la historia
Bicos e saudos
M.S (galicia)
Hola despistada. Muy buen capitulo, logras que nos perdamos en la historia y en lo que van viviendo ambas protagonistas. Claro que quiero saber de que actriz se trata, es mas ya estoy pensando cual puede ser..dame alguna pista jaja. En cuanto a lo dulce me encanta , soy loca por el dulce de leche asi que... Te dejo un saludo. Vero
ResponderEliminarVamos con la primera pista. La actriz es como la protagonista, rubia, estilizada y de habla francesa (es que me la imagino hablándome en francés al oido... y no puedo con mi vida).
EliminarSi te gusta el dulce, ya verás que vas a coger un empacho en el próximo capítulo.
Un abrazo, Vero
Wuaoooo sabia que el ex novio trataria de vengarse Despistada adiviné tu sorpresa
ResponderEliminarEse ex es un ####????? Espero que con esta prueba que están pasando el amor se reafirmé mas lo bueno que ambas se están dando apoyo después del numerito del ex solo falta que en su trabajo Sylvie sea respetada tal como es Despistada contigo me tengo que preparar para cada sorpresa aver aquien tendrá que intervenir en el quirófano Amaia no será al ex porque ahí si que seria sorpresaaa jajajaja
Despistada un gran abrazo desde aquí Curicó Chile
La palabra ex, cuando vuelve a aparecer en tu vida casi siempre llega con la etiqueta de "problemas a la vista".Pero mi Sylvie es muy valiente.
EliminarLo de que interviniera al ex en el quirófano no se me había ocurrido, pero hubiera estado bien, la verdad.
Un abrazo.
Me enamere de sylvie la.ree ama son bellas.las dos cada y ese estupido infeliz no lo soporto cada vez mejor el capitulo besos mi hermosa escritora muchos besos Rosana Argentina
ResponderEliminarBesos para tí tambien Rosana. Sylvie es un amor... pero muy impulsiva. Alguna sorpresita nos espera con ella. Pero qué es la vida sin un poco de drama. Como decís por allí ( ya me corregirás, que seguro que lo escribo mal) "si la querés la tenés que bancar"
EliminarUn abrazo y gracias por comentar
....Uy bendito se vino con todo el dramón... a ver como siguen afrontando tanta presión... como personaje me encanta Sylvie.... yo creo que para este melodrama tocaría aplicar un dicho muy popular de mi país: pa'las que sea y como sea.... atenta al próximo episodio.... ah y como siempre saludos cordiales desde Colombia para ti Despistada!!!!
ResponderEliminarYa te digo, yo también con Sylvie, como dice un dicho de por aquí "Contigo, al fin del mundo". Gracias por comentar. Un abrazo
EliminarMe encantan esas mujeres fuwrtea y decididas... Despistada el rumbo que lleva esta historia conquista... Mil gracias por escribir
ResponderEliminarMil gracias a ti por leer mi historia. E infinitamente agradecida por comentarla. Me encanta leer lo que os parece, lo que os mueve...
EliminarUn abrazo
El Nicholas Flynn esta ardido,sangrando por la herida el hombre que habla mal de una mujer no sirve para nada...Sylvie es una excelente actriz aclamada por su publico...la trajeron con una cantidad sustancial de dinero y mejores condiciones.El talante de la Dra.Lekue me gusta pq cuida y calma a Sylvie.Ahora sera ver si puede poner todos sus sentidos en esa cirugia tan y tan delicada...Pq se necesita la pericia y ser certera con sus manos...
ResponderEliminarEstas mujeres tienen clase,son cultas,finas.hablan de forma elegante a la prensa a mi me encantan.Las mujeres que hablan Frances o tienen el acento,se puede sentir una sensualidad impresionate pq te enamoras.
Un saludo muy cordial
Estoy contigo. No hay nada más cantarín, evocador y excitante que alguien te hable en susurros al oído en francés. es que solo de pensarlo me pongo enferma. Qué calor.
EliminarUn abrazo y gracias por comentar
me encanta como se va desarrollando la historia tanto con la doctoro como con nuestra querida actriz.. Despistada me encantan todas tus historias eres Grande.
ResponderEliminarA mi me encanta que tú estés al otro lado disfrutándola. Creo que tú eres de mi club. Blanditas y dulcecitas. Un saludo, Nallely
EliminarDrama!!! :D justamente andaba necesitando un poquito de eso en mi día. Saludos.
ResponderEliminarJaja. No sé si va a haber tanto como para saciarte. A lo mejor, mi querida amiga, se va a quedar solo en melodrama...Un abrazo
Eliminar