Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El raro diseño de la luna - Laura T.D - 23

23


Nora y Luna, abrazadas, se preparaban para pasar la noche tumbadas en una hamaca. Estaban en una playa, el sonido de las olas llenaba el silencio. Ambas (más explícitamente Nora que Luna) habían decidido ir hasta allá para cubrir con los maestros la historia de las vacaciones. Nora había visto esa mañana a sus duendes informáticos que ahora trabajaban a marchas forzadas en un hotel cercano a la ribera en la que ellas se hospedaban. Eran casi las tres de la mañana. Luna estaba acostada en completo silencio, mientras Nora intentaba conciliar el sueño, pero éste se le negaba. La escritora sentía el cuerpo cansado y la mente agotada, pero era incapaz de dormir. Al final, decidió encarar por fin aquello que le preocupaba.

Luna, necesito preguntarte algo”
“Dime”, se dispuso la galáctica.
“Estaba pensando… no importa lo que pase, al final te marcharás”
“Es correcto”
“Y el escenario ideal es que nadie te recuerde…”
“Así es”
“¿Qué pasará con el vínculo entre tú y Mar? Estarán condenándose a una existencia que nunca será plena”
Nora pudo ver que Luna observaba con intensidad algo dentro del manto oscuro que lo cubría todo, “las olas”, supuso la escritora.
“Mar continuará su vida como hasta ahora, eso es todo lo que importa. Si no me recuerda, quizá encuentre otra manera de sentirse completa”
“Luna, soy la persona menos apropiada para cuestionar esto, pero el mensaje que intenta difundir Mar es muy claro, ella desafía a los maestros para proteger el amor que existe entre ustedes, amor o vínculo, realmente ni siquiera entiendo ya la diferencia. Pero si es así, están engañándolos a todos, estamos llamando a renunciar a sus vínculos para protegernos todos los demás”
“Es correcto”
“Es una trampa”
“Los seres humanos no siempre hacen lo quieren hacer; tampoco los viajeros”
“¿Y eso está bien?”
“Estoy segura que cuando los viajeros conozcan la situación, intentarán proteger a sus humanos de la locura”
“No deja de ser injusto”
“La justicia es una construcción ideológica. Nada más”
“Lo lamento. Lamento que tengas que perder a Mar”
“¿Por qué lo lamentas?”
“Porque entiendo cuánto te lastima. Yo te he perdido, más de una vez, Luna”
“Sigo aquí, contigo”
“No. Estás aquí por Mar y entiendo y quiero ayudar… sólo pienso que es injusto que haya cosas que simplemente no pueden ser”
Nora sintió que Luna la rodeaba entre sus brazos. Su cuerpo reaccionó antes que su pensamiento y devolvió el gesto encarando a la viajera y besándola suavemente en los labios. Luna se dejó hacer durante un momento, después se separó de la escritora y viendo directamente a sus ojos (cosa que Nora solo supuso porque pues los humanos no pueden ver en la oscuridad), le dijo:
“Lamento también tu pérdida, Nora. Todo fue mi culpa. No debí…”
“Soy feliz con lo que puedo tener de ti. Ni siquiera siento culpa por Mar. ¿Te desilusiona mi egoísmo?”
“No”
“Entonces, ¿puedo pedirte un poco más?”
“No deberías. Solo voy a causarte más daño”
Pero a Nora realmente no le importaba. No le importaba su daño ni el de Mar, le importaba que Luna estaba en ese momento justo frente a ella y sus labios eran suaves y poco a poco la llevaron a pasar una noche tranquila.

***
Un dolor agudo en su pierna derecha despertó a Mar. Lo que le faltaba, a una noche de muy mal sueño se le sumaba un despertar acalambrado. Claro que estaba la esperanza del viajero con nombre de perro que se le había aparecido, pero es que era difícil sentirse optimista en un cuarto de hospital con tremendo dolor físico. Sin embargo, hubiera preferido mil calambres en lugar de ver a su papá perdido, todavía recostado en la cama. Después del episodio de reconocimiento del viajero con nombre de perro, su padre había vuelto a sumergirse en silencio. Mar se acercó hasta él, acarició su cabello y luego susurró un “buenos días” seguido de un beso en la coronilla. No sabía qué hacer ahora. Su madre no había llamado y ningún doctor había hecho acto de presencia. Mar optó por pasar el tiempo ordenando el cuarto (lo poco que podía) y cuando se hubo desecho del mínimo desorden, se le ocurrió que era una buena idea modificar la ubicación de las cosas conforme a la disposición de sus colores.
De esta manera, colocó la silla plegable para visitas de metal, junto al perchero del suero también de metal. Extendió las persianas color crema y frente a ellas colocó un pequeño jarrón vacío, que supuso estaba destinado a flores. En realidad no tenía muchas cosas con qué trabajar, pero por lo menos así pudo pasar unos quince minutos hasta que unos golpes llamaron a la puerta.
“Pase”, dijo Mar.
“Hola”
Su hermana la saludó suavemente. Mar se apresuró a abrazarla y el aroma familiar de perfume floral que detestaba, le pareció en ese momento la cosa más reconfortante del mundo.
“¿Cómo estás?”
“Intento estar lo mejor posible. No sé si lo estoy logrando”
“Papá se pondrá bien, Mar”
“¿Y si no lo hace?”
“Lo hará”
¿Por qué todos se obstinaban con la maldita seguridad de que todo estaría bien? Es decir, ¿acaso solo lo decían porque no podían decir otra cosa? Sí, era eso, entendió Mar.
“Ve a casa, descansa”
“Ahí está Hugo, no puedo estar cerca de él”
“Sí, mamá me contó que le afecta mucho incluso escuchar sobre ti. Pero allá están los niños, se mueren por verte”
“Deben estar enormes”
“Lo están. Lucía se parece mucho a ti”
“Siempre creí que debiste ponerle Mar”
“Para la próxima, te lo prometo”
Mar sonrió.Bien, sí había sido una buena idea que su hermana mayor apareciera.
“Ve a casa”
“Iré más tarde a ver a los niños. Pero creo que primero pasaré a otro lugar. Quiero despejarme un poco antes de entrar en modo ‘supertía’”
“Creo que es buena idea que te des una vuelta con Sara primero”
Mar giró los ojos, ¿es que en verdad había sido tan obvia toda la vida? No dijo nada más abrazó a su hermana, tomó sus cosas y evitó ver a su papá antes de salir de la habitación.
Caminó a paso firme hasta la casa de Sara. Ni siquiera sintió que el trayecto era largo. Tocó la puerta con seguridad. Finalmente, ese era el único otro lugar al que podía ir. Estaba la casa de su abuela, pero ella ya tendría bastante con lidiar la locura de su hijo.
Pero aparentemente tampoco ese era su lugar, pensó en automático, cuando Iván fue quien abrió la puerta. La verdad, Mar no sintió nada al verlo ahí, sólo un ligero fastidio por haber hecho todo el recorrido para nada. Ni siquiera saludó, dio media vuelta y comenzó a alejarse. Sin embargo, un brazo fuerte la detuvo.
“Oye. Cálmate. Solo vine a recoger mi traje. Sara no está, fue a traer su desayuno, creo. Me dijo que entrara, sacara lo que necesitaba y luego me fuera porque tenía prisa por ir a verte. Lamento lo de tu papá”
Mar volteó para ver a Iván, sin saber muy bien qué decir. No le molestaba su presencia, ni siquiera le importaba mucho; lo que sí le molestaba era supiera lo que había pasado con su papá, porque entonces eso significaba que Sara y él habían hablado sobre ella.
“Siempre lo supe, ¿sabes?”, dijo Iván.
“¿Qué cosa?”
“Que al final Sara te elegiría. Eso me volvía loco”
“Iván, llevamos como tres segundos hablando y ya vas a empezar… Sara no me eligió”
“¿No están juntas ahora?”
“En verdad no quiero tener esta conversación”
“¿Acaso no merezco una respuesta? Al final conseguiste quitarme a mi novia, lesbiana de mierda, ¿y no puedes contestar una maldita pregunta?”, Iván comenzaba a alterarse, más bien ya estaba bien alterado.
“Estas son exactamente el tipo de cosas por las que una mujer termina dejándote por otra”
Lanzó Mar, lo que provocó que a ella le lanzaran una bofetada. Mar se cubrió la mejilla con la palma de su mano. Curiosamente sintió algo de paz en el dolor punzante. Nunca le habían dado una bofetada, no de esa manera (una vez tuvo una novia a la que le gustaba el juego rudo, pero no tan fuerte) y vaya que dolía. Sintió un sabor metálico en la boca, pero no, no había sangre, lo cual hubiera dado un toque más dramático a la escena.
“¡Malditas desviadas enfermas!”, vociferó Iván, mientras pasaba a un lado de Mar para alejarse del sitio. Mar pensó en retirarse, pero la puerta estaba abierta y ciertamente, recordó, no tenía otro lugar al que ir.
Sara llegó unos minutos más tarde, con mucho jugo de naranja.
“Hola”, saludó Mar.
“¡Estás aquí! Justo iba a preparar algo para llevarte al hospital”
“Iván mencionó algo sobre eso”
“Mar, sólo vino a recoger unas cosas, no pienses que sigue viviendo aquí o algo como eso”
“Lo sé, él me lo dijo”
“¿Fue grosero?”
Sara la veía de frente. Si hubiera alguna marca en su rostro, ya la habría notado, pensó Mar. ¿Debía decirle? No. La violencia de Iván apestaba, pero no es como si ella fuera totalmente inocente. No diría nada.
“No. Se fue apenas aparecí en la puerta”
“Bien. ¿Cómo sigue tu papá?”
“Igual”
“¿Dormiste algo?”
“Muy poco”
“Ven a descansar”
Sara la tomó de la mano y la llevó hasta su habitación. El cuarto estaba diferente, Mar supuso que cuando alguien se va, las cosas suelen verse diferentes. Ahora solo leía la presencia de Sara por todos lados, sin rastro de la bestia con la que había pasado tanto tiempo.
“Nadie va a molestarte aquí”
“Sara, ¿puedo quedarme aquí mientras Hugo está en casa? Iré a ver a mi familia, pero no quiero estar todo el día y la noche metida ahí”, porque además todo aquello le recordaba a la galáctica que ahora estaba en una misión con matices suicidas.
“Quédate todo lo que quieras. Quédate para siempre”
“Sara… no exageres”
“No me culpes por intentarlo”
“No es el momento”
“No lo es. Ahora descansa y cuando despiertes vas a comer algo muy rico y luego irás a jugar, supertía, con tus sobrinos. Así te sentirás mejor y entenderás que las cosas se ponen peor antes de mejorar”
Mar no creía aquello, pero estaba tan cansada, que se dejó arrullar con la idea.

***
Los duendes informáticos (disculpen, pero esta ya es la manera de identificarlos) habían obtenido 18 respuestas que se articulaban a los parámetros de búsqueda. Habían enviado el mensaje de Mar, que ellos habían prometido solemnemente no leer (cosa en lo que había influenciado también cierta capacidad de control mental de cierta viajera sin tiempo ni espacio). Por otra parte, Luna había logrado contactar a 25 viajeros, de menor poder que ella. Al principio se habían asustado, se negaron rotundamente a cooperar, pero como Luna había asegurado, las emociones humanas los había invadido lo suficiente como para sentirse en la necesidad de proteger a sus vínculos humanos. Si contamos con que cada contacto en realidad incluía a su par, tenían 43 pares vículo-viajero. 86 seres que apoyarían su plan.
Había pasado una semana desde que iniciaron la búsqueda. Nora podía notar que la constitución física de Luna decaía hora con hora. La escritora supuso que mantenerse alejada de Mar, aunado a tener que bloquear constantemente la visión de los maestros para evitar que todo fuera descubierto, le estaba costando dolor físico a la viajera.  Luna tampoco había perdido contacto con los maestros, de hecho, esas sesiones de reporte eran la vía más segura para la búsqueda de otros viajeros (ya a que así aprovechaba las grietas espacio-temporales de su galaxia para moverse). Algunas noches se alejaba a algún punto de la playa y no regresaba sino hasta el amanecer. Al llegar, Luna solo movía la cabeza negativamente, “no, los maestros no creen que tú y yo compartamos un vínculo más fuerte”, seguido de “contacté uno más” o “encontré nada”. Luna no tenía que ser más específica que eso, Nora sabía cuál era ese vínculo más fuerte que el suyo.
Por momentos, mientras tomaba un descanso entre sus tareas de rastreo, Nora observaba a Luna, que siempre se mantenía en la misma habitación para bloquear las radiofrecuencias maestrales. ¿Era realmente posible que Mar estuviera vinculada más fuerte a Luna que ella? ¿Mar la amaba más? ¿Es que alguien podía amar más de lo que amaba ella? La escritora tenía que obligarse a continuar trabajando.
Las noches que Luna se quedaba junto a ella (quizá porque no tenía fuerzas para otra cosa), Nora tenía un poco más de paz. Pasaba el tiempo acurrucada contra el cuerpo de la viajera.
“Luna, ¿qué creen los maestros que hacemos todo el día, mientras los mantienes bloqueados?’’
“Copular”
“Vaya…”
“Es la única explicación que no requiere detalles. Ellos creen que te estimo lo suficiente para no querer que nuestros momentos de intimidad sean observados”
“Quisiera sentirte mía de nuevo”
“Nora, eso no es apropiado”
“¿Por Mar?”
“Por ti”
“No eres un ser humano, no actúes como su fueras uno bueno, Luna. Deseo estar contigo, lo deseo lo suficiente como para no importarme lo que suceda después, como siempre ha sido contigo”
“Nora…”
“Piénsalo. ¿De acuerdo? Piensa que estarías ayudándome, piensa que me lo debes, que oficialmente eres mi novia, que me agradeces el riesgo que corro por ti… piensa lo que quieras, pero hazlo. Considérame. ¿Puedes hacer eso?”
“Es correcto”
“Abrázame y no me sueltes por hoy, Luna, solo por hoy”
***
“Lucía, si no te comes toda la comida no vamos a ir por pastel, he dicho… y no me veas así. Tu mamá me dijo que si volvía a caer en tus redes me castigarían a mí”
La cara de falso enfurruñamiento de Mar hizo reír a su sobrina. Lucía, de cuatro años, era quien la había mantenido a flote durante las mañanas y tardes que pasaba en su casa. Hugo, quizá por alguna especie de energía magnética inversa, no se cruzaba por su camino, ni ella por el de él. Mar se aseguraba que no estuviera cerca cada vez que se movía de habitación. Además, nadie la llamaba por su nombre, hasta los pequeños habían sido instruidos para no llamarla a gritos por la casa. Era extraño, pero funcionaba.
Aunque claro, el ambiente era tenso, sobre todo cuando su mamá cedió por fin y trasladaron a su papá a una “casa de reposo”, que venía a ser una especie de manicomio con muchos jardines dentro de sus instalaciones. En su estado de salud no había cambios, ni para bien, ni para mal. Mar evitaba pensar en él porque cada vez que lo hacía, algo en su interior se devoraba un pedazo de su corazón. Sentía rabia, culpa y miedo a la vez y así no podía pensar en que todavía había una oportunidad. Por eso no lo había visitado. Quien no encontraba sosiego era Matilde, le habían recetado pastillas para tranquilizarla porque la habían visto parada por horas con cara al jardín, sumergida en un llanto silencioso. Mar temía también por su mamá, si seguía así, los maestros no tendrían que intervenir demasiado en su cabeza.
Su hermana se hacía cargo de todos, su esposo había regresado a su trabajo, pasados un par de días. Para no dar más molestias de las necesarias, resultó una excelente idea mudarse a la casa de Sara temporalmente, así, podía ayudar a su hermana con los niños tras de salir de la oficina e irse a un lugar tranquilo después, para pensar y llorar a gusto.
            La ansiedad de Mar, sin embargo, crecía día a día. No había tenido otra visita de algún viajero, no tenía noticias de Nora ni de Luna (había terminado por comprender que cualquier comunicación, incluso electrónica, suponía un riesgo), no tenía ni el más remoto control sobre lo que estaba pasando. Vivía con el terror latente de que en cualquier momento se llevaran a uno más de los suyos. Un pánico terrible la azotaba a veces mientras veía a sus sobrinos. No podía permitirse perder más.
Esa tarde hubo pastel y ella jugueteó con su porción sola en la cocina, porque Hugo estaba con la familia. Mar salió de la casa sin despedirse. Decidió caminar hasta la casa de Sara aunque fuera tarde. Estaba pensando en que el pastel de fresas era el favorito de su papá, cuando justo al pasar debajo de un farol, su paso se vio impedido por dos figuras.
Por fin, pensó Mar. Iban a terminar de una vez por todas con ella. Los maestros le sonreían. Mar no les tuvo miedo, eran extraños y repulsivos, pero Mar no podía hacer nada por evitar lo que fuera a ocurrir.
Cuando vio que uno de ellos levantaba un largo tubo metálico, muy delgado, cerró los ojos. Sintió una punta fría en su cuello, que ella misma había expuesto sin verse forzada y entonces sintió un dolor agudo recorrer todo su cuerpo, provocándole náuseas y vértigo. El dolor la invadió por completo, sus huesos parecían contraerse hasta aplanar los órganos de su pecho. Ya no podía respirar.No podía gritar aunque su cuerpo gritaba.No podía llorar, porque el ardor de su piel y de sus ojos parecía consumirla. En un punto solo deseó morir de una vez, rápido, que el dolor terminara. Sintió su cabeza rebotar contra el piso antes de que la oscuridad lo reinara todo.
Cuando recuperó la consciencia, Sara estaba sentada frente a ella, observándola. El reflejo del televisor apagado le mostró que ella estaba también sentada en uno de los sillones de Sara.
“¿Mar?”
            Mar sabía que la estaban llamando, quería responder pero simplemente las palabras no alcanzaban a formarse totalmente en su cabeza y mucho menos podía emitirlas.
            Sara se acercó a ella.
            “Tus ojos vuelven a verse normales. Me asustaste mucho. ¿Tuviste un episodio como los de tu mamá? ¿Quieres ir al médico? ¿Llamo a alguien?”
            Mar quería moverse de ese sillón, pero no podía ordenárselo a sus piernas ni brazos.
            “Mar, escucha. Concéntrate en mi voz. Dime quién soy”
            Era Sara. Lo sabía.
            “Sara”
            “Bien, ¿ves?, vas a estar bien”
            Mar comenzó a mover la cabeza y por fin pudo llevarse una mano a su cuello para revisar torpemente si estaba herida. Sentía una pequeñísima inflamación justo donde recordaba haber sentido la punzada. 
            “Sara. Aquí. ¿Có…mo?”
            “Con tus pies, Mar. Llegaste hasta aquí caminando. Llamaste a la puerta, lo que me pareció curioso porque traes llaves. Te abrí. Entraste y te dirigiste a ese sillón. Ahí has estado las últimas dos horas”
            Mar no lo recordaba. Pero ser consciente de no recordarlo era cosa buena, ¿cierto? No estaba anulada. La tranquilidad de esa idea (supongo) pareció relajar su cuerpo y tras cierto titubeo se puso de pie.
            “Agua”
            “¿Quieres que te traiga agua?”
            “Yo… voy”
            Mar podía recordar las palabras y también podía decirlas.
            Bebió el agua que se sirvió, de un solo trago. Estaba sedienta, mucho. Casi como la vez que despertó del rayo. No, no casi, justo como esa vez.
            “Mar, ¿qué pasa?”, Sara estaba genuinamente preocupada, se acercó a Mar  y comenzó a acariciar su cabello. Así descubrió que estaba pegajoso; una sustancia oscura había empapado algunos mechones y ahora, seca, se confundía entre el color castaño. Era sangre. Sara dio un respingo.
            “¡Sangre, Mar! ¿Qué fue lo que ocurrió?”
            Mar se palpó la cabeza y se descubrió un chichón doloroso.
            “Creo que resbalé y pegué contra la banqueta. No es nada, la hemorragia ya paró, ni siquiera me habría dado cuenta del golpe si no fuera por ti”
            “Mar, esto no fue un episodio como los de tu mamá. ¿Por qué no me dices de una buena vez qué es lo que está pasando?”
            “No puedo”
            Mar efectivamente no podía contarle a Sara toda la historia, significaría ponerla aún más en peligro. Si los maestros habían decidido anularla, pero por alguna razón se frenaron o no fueron capaces, sin duda estarían tramando algo mucho peor que enloquecerla.
            “¿Todavía no confías en mí? Sé que no he sido la mejor amiga, ni la mejor enamorada, ni la mejor en nada, pero estoy contigo y lo estaré siempre”
            “No se trata de eso, Sara. No tiene nada que ver qué tan buena o mala hayas sido para mí, se trata de mantenerte a salvo, de no dejar que nada te ocurra”
            “No tienes que protegerme. Quizá si me dices lo que pasa, podamos cuidarnos mutuamente”
            “No. Y basta ya con todo eso. Me duele la cabeza.”
            “Vamos a una clínica, creo que el golpe fue mucho más fuerte de lo que piensas”
            “No más hospitales, por favor. Estoy tan cansada…”, y lo estaba.Sus piernas y brazos le pesaban, y el esfuerzo de hablar de corrido la tenía completamente exhausta.
            Sara entendió que esa noche no obtendría ningún tipo de explicación. Mar se dejó conducir por ella, ya en silencio, hasta el cuarto de baño. Sara la desnudó con suavidad y la introdujo a la ducha. Mar sintió un gran alivio al entrar en contacto con las gotas tibias que bajaron por su cuerpo, dejando un rastro de agua sucia en los azulejos. Sara se introdujo con ella; le lavó el cabello hasta que el agua fue completamente clara. Después lavó su cuerpo y luego lo secó. Sara la ayudó a ponerse ropa limpia y luego la llevó hasta la cama.
            “Gracias”, dijo Mar. Sara no había dejado de verla con preocupación.
            “Será mejor que te deje descansar bien. Voy a estar afuera”
            “No tienes que hacerlo. Quédate conmigo”
            Sara no chistó. Apagó la luz de la habitación y se acostó junto a Mar. Sin tocarla le deseó buenas noches y se acomodó en la orilla izquierda de la cama, en verdad no quería perturbar en nada el descanso de la diseñadora.
            Mar abrió los ojos en algún punto de la madrugada (ya se estaba acostumbrando a los despertares abruptos).
            “No debiste venir”, susurró.
            “Debí venir antes”
            Mar notó algo raro en la voz de Luna, así que cuidadosamente se incorporó de la cama, cuidando de no mover demasiado el colchón para no despertar a Sara. Se acercó a Luna para observarla de cerca.
            “Ven, aquí no puedo verte bien”. Mar condujo a la viajera fuera de la habitación hasta la pequeña cocineta del departamento. Ahí con suficiente luz pudo escudriñar el rostro de Luna.
            “Marciana, estás hecha un desastre”, dijo con tristeza Mar, acariciando el rostro de la galáctica.
            “Tú tampoco luces muy bien”, dijo Luna, colocando una de sus manos sobre la que Mar tenía en su mejilla.
            “Pareces una hoja de papel. Supongo que eso significa que me extrañas y necesitas, de manera literal”, Mar aventuró una sonrisa mientras se acercaba a Luna y se fundían en un abrazo. “Marciana, esto se siente tan bien. Sentirte se siente tan bien”
            “Intenté resistir todo lo posible, pero mi cuerpo se debilitó tanto que tuve que regresar hacia ti”
            “No lo tomes a mal, marciana, pero qué bueno que te debilitaste”
            Luna soltó una risita, una de esas que solo tenía para Mar, y Mar lo sabía.
            El abrazo se dio por concluido con el sonido de una puerta cerrándose. Mar y Luna se separaron anticipando la presencia de Sara quien las observaba desde la puerta de su habitación.
            “Interesante horario de visita”, dijo Sara, pero su voz no sonaba ni la mitad de lo sarcástica que podría esperarse. En verdad lucía acongojada por la presencia de Luna.
            “Me disculpo por la irrupción a tu vivienda, Sara”, dijo Luna.
            Mar entendió entonces lo grave que se había tornado la debilidad de Luna. La galáctica no había sido capaz de controlar el sueño de Sara, ni de tomar otras medidas. Mar se preguntaba si había bloqueado su visita de la mirada de los grandes maestros. A lo largo de las semanas separadas, Mar intentó varias veces ponerse en contacto mental con Luna, pero no había surtido efecto, lo cual atribuía a la presencia de Nora y su maldita ansia constante de quererse vincular con Luna. Sin embargo, no había pensado en la posibilidad de que Luna en verdad sufriera físicamente tanto como para perder sus capacidades.
            “¿Nora sabe que estás aquí?”, continuo Sara.
            “No. Me era imperativo hablar con Mar. Fui a su casa, pero no la encontré, su hermana me dijo que estaba aquí”
            “¿Despertaste a mi hermana en plena madrugada?”
            “Es correcto, no había otra manera de localizarte. Utilicé mucha energía para el viaje, no fui capaz de más. Me disculpo por la descortesía de mi llegada, Sara, pero necesitaba sentirme cerca de Mar”
             “¡Pues qué bien!”, dijo Sara alzando y dejando caer los brazos. “Supongo que pueden aprovechar el reencuentro para que Mar te cuente por todo lo que ha pasado. ¿Sabes, Luna? Creo que ella también te necesitó de manera urgente un par de veces, pero bueno, tu luna de miel era más importante, supongo”
            “Nada es más importante que Mar”
            “¿Tienes idea de por qué está aquí y no en casa?”
            Luna, por primera vez, no tenía una respuesta. Miró hacia Mar, quien mantenía los ojos fijos en el suelo y luego vio a Sara que la desafiaba a decir cualquier cosa.
            “Hugo está en su casa y aprovechaste la situación para acercarte a ella y…”
            “¿En verdad estás insinuando que me aproveché de la situación? Mar, en cuanto terminen su asunto, que se vaya. No me importa si es de madrugada, Luna no es bienvenida”, dijo Sara con seguridad. Se acercó hasta Mar, ignorando a Luna, la tomó de las manos y añadió, “…después, regresa a la cama, necesitas descansar. Ella puede recuperar sus energías del viaje con Nora”
            Dicho esto, Sara regresó a su cuarto.
            Mar y Luna guardaron silencio. Mar sabía que Luna estaba en la misión para salvar al mundo y no se había enterado de lo que había ocurrido con su papá y mucho menos del intento de ataque que había sufrido esa tarde, y Mar de ninguna manera le recriminaría su ausencia en condiciones tan absurdas. Luna estaba en donde debía estar, haciendo lo que debía hacer.
            “¿Qué ha ocurrido, Mar?”, preguntó Luna.
            “Luna, tus energías deben estar enfocadas en hacer lo que debes. Eso podría solucionar y frenarlo todo. Eso es lo importante; no quiero que te preocupes por cosas menores que pueden solucionarse con lo que pretendemos lograr”
            “¿Qué son esas cosas menores, Mar? Aún estoy débil, aún no puedo verlo”. Mar notó la ansiedad creciendo en el rostro de Luna.
            “En serio, marciana, es mejor que regreses ya a hacer lo que hacías y no me refiero a dormir junto a la intensa Nora, es más, ojalá pudieras evitar dormir con ella todos los días…”
            Mar frenó lo que estaba diciendo al sentir que Luna se acercaba y besaba su mentón. Al separarse, Luna tenía los ojos llenos de lágrimas sin verter. Pero Mar se dio cuenta de que no eran lágrimas de tristeza, era furia contenida. El rostro de la galáctica estaba congelado en una mueca que Mar no había visto y le asustó.
            “Luna…recuerda que nos observan y estás débil… ten cuidado con lo que digas o hagas”
            “Voy a hacer que se extingan. Que se conviertan en polvo”
            “Marciana, calma”
            “Tu papá está anulado y se atrevieron a tocarte. Voy a encontrar la manera de…”
            “¡Luna!”, dijo Mar con fuerza. “Sabíamos que esto podía pasar, era el riesgo. Mira, no lograron hacerme nada, el dolor se terminó y volví. Estoy bien. Ustedes deben seguir buscando, yo cumpliré con aguantar. ¿Está bien?  Papá también se pondrá bien… ¿Cuántos llevamos?”
            “Iban a anularte, Mar. Iban a hacerlo…”
            “Pero no lo lograron… Luna, controla los sentimientos humanos negativos, ¿cuántos llevamos, marciana?”
            “92 parejas”
            “Necesitamos muchas más”
            De pronto, Luna cambió su semblante y preguntó:
            “Mar, ¿cómo los detuviste?”
            “No lo sé. Yo sólo me desmayé”
            “Mar”, comenzó a decir Luna con seriedad,“…es posible que sí tengamos una oportunidad”
            “¿Hasta ahora lo crees?”
            Los ojos de Luna brillaron. Después, la galáctica se acercó a Mar y besó sus labios profundamente. Mar devolvió el beso.
            “¿Ya tienes fuerza para bloquear de su vista esto?”, alcanzó a preguntar Mar con el poco aliento que quedó en sus pulmones después de haber sentido el contacto de Luna.
            “Sí. Y esto también”, Luna volvió a besarla.
            “Creí que estabas furiosa y preocupada”, dijo Mar sintiendo en ella misma fluir la energía de la vinculación.
            “Mar, no pudieron anularte, eres justo lo que temían que fueras, o peor. Debo ir a verlos y comprobarlo, pero creo que pudiste haberlos debilitado lo suficiente para llevar a cabo tu plan”
            “¿Cómo pude haberlos yo debilitado?”
            “No lo sé. Pero si nuestro vínculo antecede a todo tiempo y espacio, quizá también anteceda y sea superior en el orden universal, a mí y a ellos”
            “Tomás me visitó y dijo que tú y él eran tan poderosos como ellos”
            “Potencialmente nos convertiríamos en maestros, sí”
            “Eso nos da más oportunidades de romperles la cara, ¿cierto?”
            “Es correcto. Debo irme y acelerar la búsqueda de viajeros y vínculos”
            “Vete ya”
            Mar besó la frente de Luna, como despedida. El vínculo estaba restablecido.
            “¿Te cuestionas sobre Sara?”, preguntó Luna, abriendo los ojos después de que los labios de Mar se alejaron de su sien.
            “¿Qué viste, marciana?”
            “La vi acompañándote, desnudándote. La vi durmiendo contigo y vi que te sentías segura con ella”
            “Luna… Sara me ha acompañado y yo la amo. Pero tú eres mi Luna y yo soy tu Mar”
            “Si yo no hubiera existido, podrías estar con ella y nadie correría peligro… eso es lo que sientes”
            “Luna, ¿olvidas que yo también me he vuelto experta en la vinculación? Yo también vi la culpa que sientes por no amar a Nora. Que tu corporalidad humana diseñada para la experimentación, está contemplando seriamente tener sexo con ella nuevamente. Vi que admiras su amor, que de cierta manera te atrae y por eso tienes una extraña conexión con ella… pero este no es el momento de tener celos, ni de pretender que la vida terrestre no tiene complicaciones emocionales contradictorias. Vete ya y haz lo que debes y no te preocupes por Sara. Aunque pasara el resto de mi vida junto a ella, aunque la besara durante diez décadas, a ella o a cualquiera, dentro de mí sé que cuando no esté más contigo y aunque no te recuerde, me voy a sentir sola. Tu vínculo es el mío, ¿recuerdas?”
            “Siempre voy a recordarlo”
            “Ojalá no lo hicieras, mi amor. Ojalá pudieras viajar por tus dimensiones también sin recordarme…”, Mar lo decía en serio; deseaba que si la historia de amor debía acabarse, que se acabara para las dos por completo. “… vete ya, marciana. Por favor”
            “Hasta pronto, Mar”
            “Una cosa… si lo haces, si te acuestas con Nora como te lo pidió, no pienses en mí, por favor. Si los maestros están debilitados, quizás podría verlo y…”
            “Mar…, hasta pronto”
            “Cuídate, marciana”
            Luna se desvaneció mientras caminaba a la sala de estar en penumbras.
            Mar tomó fuerzas, sabía que Sara la estaría esperando. Y tuvo razón. Tan solo con abrir la puerta del cuarto pudo notar a Sara medio acostada, medio sentada, observando el lugar por el que Mar se asomaba.
            “¿Se fue?”
            “Sí, claro. Luna no quería molestarte”
            “No hables por ella, Mar. Lamento que haya tenido que irse a la mitad de la madrugada, pero no la soportaba aquí”
            “Está bien, no le pasará nada”
            “¿Entonces ella y Nora están de vuelta?”
            “No. Se marchan nuevamente a primera hora”
            “¿No le dijiste lo que ha pasado?”
            “Sí y también le dije que no hay mucho que pueda hacer así que debía volver a  su retiro del amor”
            “¿Por qué le dijiste eso?”
            “Porque es cierto”
            “Pero estar lejos de ella te lastima”
            “Sara…”
            “Es cierto. La única persona que has necesitado estos días, es a Luna. Todos los demás somos simples suplentes”
            “Ya, Sara, no te pongas dramática”
            “¿Por qué sigues negando que…?”
            “¡Sara, por favor! Tengo cosas más importantes que atender que tus crisis de celos. ¿Por qué no simplemente estás de acuerdo con lo que te digo? ¡Luna, Luna, Luna!, deja de echarle la culpa de todo. Ella y yo no vamos a tener la gran historia de amor que te imaginas. Si no soportas esta situación, bien, te quiero al margen de todo. Pero por favor, entiende que necesito dejar de preocuparme por argumentos rosas. Mi papá enloqueció, Hugo me borró de su mente y mi mamá solo deambula por la casa, lo que menos quiero es explicarte qué pasa con Luna.”
            Wao. Hasta la misma Mar estaba sorprendida por su seguridad al separar sus preocupaciones y la situación con Luna. Aunque Sara técnicamente no culpaba a Luna “de todo”, Mar se había sentido bien al decirlo, proyecciones, claro, proyecciones. Sara no se movió de su lugar en la cama, tampoco respondió algo a Mar, simplemente se cubrió con su sábana hasta el cuello y se recargó sobre su costado derecho, dándole la espalda. Mar suspiró. ¿Qué no la insensible había siempre sido Sara? Bien, ahora ella debía disculparse porque no debió hablar en un tono tan alto a su mejoramigacuasinoviaamanteloquesea.
            Mar sacudió su cabello con ambas manos, que luego pasó por su rosto. Se aseguró que las luces de todo el departamento estuvieran apagadas y se tumbó junto a Sara. La cercanía de otra persona en el lecho la llamó y se acurrucó junto a ella abrazándola por la cintura.
            “Discúlpame… todo lo que está pasando me rebasa”
            “Lo sé. Pero estoy aquí y parece que no lo notas”
            “Sé que estás conmigo, es sólo que estoy cansada. A veces quisiera que todo volviera a ser como antes”
            “Si todo fuera como antes, sería Iván quien me susurrara al oído esta noche y no tú. Yo no quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero que tú vuelvas a serlo”
            Touché, pensó Mar. Y como no podía ni sabía cómo dar otra respuesta a Sara, optó por besarla en el hombro más próximo. Pero no debió hacerlo, porque Sara reaccionó al contacto volteándose hacia ella y besando sus labios, su cuello. “¡Basta!”, escuchó la diseñadora en su cabeza, sin estar segura de que fuera su voz o la de Luna. Pero no hizo caso al llamado, respondió los besos, no escabulló las caricias y dejó que el aroma de Sara inundara sus sentidos. Sin embargo, fue Sara quien paró en seco lo que estaba a punto de ocurrir.
            “Estás pensando en ella”
            Mar no respondió.
            “Duérmete Mar”
            “Sara…”
            “Cállate. No te atrevas a decirme que la amas, o algo por el estilo. Tienes muchas otras cosas más importantes en qué pensar, tienes razón en todo, pero soy yo la que está contigo. Sé que tarde o temprano lo entenderás. Duérmete”
            Mar obedeció, de nuevo le dolía la cabeza y sentía una necesidad terrible de fumar. No se dio cuenta en qué momento se fue quedando dormida.

***
            Mar se acercó a su mamá avisando con pasos fuertes que se aproximaba, no quería asustarla. Matilde tomó aire y lo soltó fuerte, en señal de que su hija podía acercarse; estaba pintando en la cocina, viendo al jardín. Mar pudo entrever en el boceto la silueta de un hombre y el marco de la ventana. Bien, su madre estaba encontrando un espacio para expresar su pena, pintura simbólica era mucho mejor que deambular sin sentido por las habitaciones.
            “¿Te gusta?”, preguntó Matilde. Era la primera vez que su mamá le hablaba directamente en varios días.
            “Sí”
            “Sé que estás preocupada por mí, no tienes que hacerlo, Mar”
            “Es un poco imposible que no me preocupe, mamá”
            “Lo sé, pero no es algo que puedas controlar. Ven, ayúdame”
            Mar no estaba segura en cómo colaborar en el trabajo de Matilde, sin embargo, se acercó a tomar un pincel cubierto de pintura gris y comenzó a trazar unas líneas sobre lo que se convertiría en la ventana.
            “Tienes talento, cariño. Siempre lo has tenido, desde que eras pequeña supe que serías una artista”
            “Mamá, solo estoy siguiendo tu boceto con el color que ya habías seleccionado”
            “No dejes de pintar. Hace mucho que no veo algo nuevo tuyo”
            “No he tenido tiempo. Han sucedido tantas cosas que lo último en lo que puedo pensar es en ponerme creativa”
            “Pues encuentra tiempo. No hay nada mejor que esto para poder respirar”
            “¿Te sientes mejor?”
            “No. Pero me esfuerzo por tranquilizarme. Tu hermana y tú también sufren y me necesitan, debo encontrar la manera de volver a ustedes, y así entre las tres, enfrentar las cosas”
            Mar agachó la cabeza y continuó con el trazo.
            “¿Cómo te va con Sara?”
            Mar no estaba segura sobre qué responder, sus relaciones con mujeres no era algo que su mamá aceptara totalmente.
            “Sara es una buena amiga. Me deja pasar las noches en su casa, así mantenemos a Hugo tranquilo”
            “Entiendo… pero te preguntaba si ella y tú están juntas ahora”
            “¿Juntas? Siempre hemos estado juntas, mamá, somos amigas desde que tenemos quince años”
            “Mar, una cosa es que esté deprimida y otra cosa que no me dé cuenta de lo que ocurre con mis hijas… ¿Son novias?”
            Vaya con la pregunta directa.
            “No”
            “¿Sigue con Iván?”
            “No. Ellos terminaron hace unas semanas”
            “¿No te le has lanzado?”
            “Mamá, en serio esto está convirtiéndose en un momento madre-hija incómodo”
            Matilde dejó el pincel que tenía en la mano para encarar a su hija. Acomodó dos mechones de cabello rebelde de la cabeza de Mar y continuó:
            “Mar, a estas alturas puedes hablar claramente conmigo. ¿Sara y tú tienen una relación más que amistosa?”
            “No, mamá, ya te dije que no”
            “Tú has estado enamorada de ella desde hace mucho tiempo. Ella también siente algo por ti, las mamás sabemos ese tipo de cosas”
            Mar suspiró y tomó asiento en uno de los taburetes de la barra para desayunos.
            “Eso ya fue, mamá. Yo ya no quiero estar con Sara de esa manera. La quiero como mi mejor amiga. Fueron muchos años de esperarla, ¿sabes?, supongo que ya me había cansado de esperar cuando por fin tuvimos la oportunidad de intentar algo”
            “¿Te gusta alguien más?”
            “No”
            Matilde sonrió dulcemente viendo a su hija.
            “Mi niña transparente. Siempre ha sido muy fácil saber si estás triste, contenta, preocupada… Cuando naciste y te tuve entre mis brazos, estabas tan tranquila. No llorabas. Te acurrucaste en mi pecho como abrazando el mundo que no entendías pero aceptabas”
            “Sí, soy una pasiva conforme”
            “No, cariño, eres capaz de observarlo y entenderlo todo. Entiendes mucho más que nosotros, te sorprendes más, puedes pensar en muchas otras posibilidades cuando nosotros solo vemos una. ¿Puedo saber quién es la otra posibilidad de convertirse en mi nuera?”
            “Mamá, no hay nadie más. Ahora solo pienso en papá, tú…” En toda la humanidad, pensó Mar, abrumándose sólo con el pensamiento.
            “Bueno, quien sea, me alegro de su existencia. Sara no es la persona con la que me gustaría verte”
            Mar arqueó una ceja y se sacudió el cabello. Se levantó y caminó hasta el refrigerador. Sirvió dos vasos de limonada fría, tomó uno para ella y otro se lo llevó a Matilde.
            “Gracias”, dijo Matilde, tomando un sorbo del líquido. “¿No vas a preguntarme por qué?”
            “¿Por qué, qué?”
            “Por qué creo que Sara no es la indicada para ti”
            “¿Porque es mujer?”
            “No necesariamente, cariño. Sino porque Sara te atrapa. Siempre pone sus necesidades antes que las tuyas. Sé que nunca dices qué es lo que quieres, siempre pareces dispuesta a disfrutar lo que te ofrezcan aun cuando no sea lo que tú deseas, y Sara parece aprovecharlo. No digo que sea una mala persona y te lastime a propósito, pero creo que te imagino con alguien que te impulse a vivir todas esas posibilidades que puedes ver. Mi hermosa Mar, infinita, llena de vida, quiero verte con una compañera, no con una novia solamente”
            Mar sintió escozor en sus ojos, probablemente las pinturas que estaba usando su mamá tenían demasiado líquido para diluir, esa cosas a veces irritaban como jugo de cebolla.
            “Papá es tu compañero”
            “Sí. Y casi olvido que mi compañero camina junto a mí, pero también camina solo”
            “Pero te sientes incompleta”
            “No. Un compañero es alguien completo que camina contigo, siendo completa. Se me había olvidado, pero empiezo a recordar. Mar, no dejes de pintar. Tu papá también volverá”
            “Sí, volverá”
            Mar sentía algo caliente en su pecho y unas ganas enormes de abrazar a la mujer que le había dado la vida y ahora le daba fuerzas, sin querer. O sí.
            “¿Luna también resultó homosexual?”
            La pregunta la tomó por sorpresa. Matilde no esperó a la respuesta de su hija para continuar.
            “Me pregunto si ese rasgo es genético… a lo mejor la familia de tu papá lo trae en el ADN”
            Mar pensó que aquello era más cercano a lo que siempre decía su mamá sobre el tema de su sexualidad, y no pudo estar más contenta con eso… su mamá estaba regresando.
            “Mar, Luna no es una prima cercana”
            “Mamá, no vayas por ahí, por favor no”, dijo Mar alarmada, Matilde sonrió a su lienzo y continuó trabajando sin decir nada más a su hija.
            Mar estuvo junto a su mamá una media hora, en silencio. Por momentos parecía que Matilde regresaría a su estado de ausencia, pero pronto se recobraba y cada vez que lo hacía, notó Mar, cambiaba el color en el pincel.
            “Voy a ver a los niños”, dijo Mar después de un rato.
            “Tu hermana se puede arreglar con ellos. Ve a pasear al museo, o al parque o al centro, ve”
            “Pero quiero estar con ustedes”
            “No. Ve y busca la manera de ponerte creativa y desahogarte. Soy tu madre y vives todavía en esta casa, así que harás lo que te diga. Necesitas tiempo para ti, créeme”, Matilde acompañó la orden con un beso en la frente para su hija. Mar sonrió. Quizá su mamá tenía razón.
            Mar caminó hasta el centro de la ciudad. Decidió visitar su galería de arte urbano favorita. La exposición de la artista que utilizaba collage y muchos colores, continuaba. Mar recordó que la mañana del rayo había visto esa misma composición de colores. Pensó que la mezcla loca exhibida se parecía al caos del universo. Sonrió viendo los cuadros, después del caos visual ocurrió el caos espacial mediante un relámpago y pum, todo lo demás. Al principio, el caos… había leído y escuchado innumerables veces. No creía que la frase alguna vez hubiera sido pensada para enmarcar su encuentro con una viajera del espacio y tiempo de la cual se había enamorado. No, definitivamente no había sido escrita para eso.
            “¿Me regalas un cigarro?”
            La voz de la desconocida la sacó de sus pensamientos herejes.
            “Claro, y te acompaño, también quiero fumar”
            Fuera del recinto, Mar tendió a la mujer su cajetilla, luego tomó uno para ella y lo encendió dando una fuerte calada.
            “¿No te acuerdas de mí, cierto?”
            Mar levantó de inmediato la vista hacia la mujer. Era mayor que ella, de unos treinta años, llevaba el cabello hasta los hombros, recogido por un lado. Frunció el entrecejo por el esfuerzo de recordarla, también se llevó una mano al cuello. No, no la recordaba.
            “Tranquila, no entres en pánico”, apuntó la mujer con una sonrisa, “no soy alguien con quien amaneciste y nunca volviste a llamar”
            Mar sonrió con más nerviosismo que alivio, ¿era en serio? ¿Era sarcasmo?
            “En serio, quita la cara de susto. Te he vendido entradas a éste lugar cada semana, durante tres años”
            “¡Cierto!”, ahora Mar sí sentía alivio.“¿También trabajas los domingos?”
            “Bueno… debo trabajar duro para pagar las cuentas del local. No es como que sea un gran negocio el arte urbano de jóvenes artistas desconocidos”
            “¡Eres la dueña!”
            “No precisamente. El banco es el dueño, pero estoy trabajando para que en unos siete años puedas llamarme así”
            “Este lugar es muy bueno, las expos siempre son muy buenas…”
            “No es cierto… no siempre son muy buenas… pero todos deben tener una oportunidad, ¿cierto?”
            “Eso creo. La que tienes montada en la sala dos sí es muy buena, ya lleva rato ahí”
            “Ventajas de ser la casi dueña”
            Así que ella es la artista, pensó Mar y quiso comentarle lo que había pensado sobre el caos, pero decidió hacerlo después, si había mundo, claro. Dijo en cambio:
            “Me gusta tu trabajo”
            “Me alegro. ¿Tú qué haces? Eres artista, ¿cierto? Te he visto por ahí con un cuaderno de dibujo”
            “Soy diseñadora gráfica, trabajo en un empresa a unas cuadras de aquí, en el edificio grande de ventanas”
            “He pasado por ahí algunas veces. Pero aparte de eso, ¿haces trabajo creativo individual?”
            “Algo”
            “Si algún día te sientes con ganas de mostrarlo, avísame. Sabes dónde encontrarme. Tienes cara de estar esperando el fin del mundo, las personas así suelen dar buenas sorpresas con su arte. Me dio gusto conocerte. Nos vemos pronto”
            La dueña de la galería dejó caer la colilla en el suelo y la aplastó contra su zapato. Luego la recogió y la aventó a un bote de basura cercano para después volver a su trabajo.
            Mar pensó que sería muy bueno dejar de esperar el fin del mundo para volver a dibujar y luego exponer y evitar que personas como la dueña de la galería se convirtieran en seres sin consciencia.
***
            Nora tomaba pequeños sorbos de su tercera taza de té esa mañana. En total, los informáticos habían avisado a 78 contactos. Luna había reportado 89 viajeros. 334 seres, de 396.
            “Es suficiente”, declaró Luna.
            Nora casi tira la taza que sostenía cerca de sus labios al escuchar la declaración de la viajera.
            “Luna, ¿estás segura? En una semana más podríamos contactarlos a todos”
            “Los maestros están debilitados. Es el momento justo para actuar si queremos tener una oportunidad”
            “Bien. Entonces… chicos, eso es todo”
            Dijo Nora a los jóvenes ojerosos que sin saberlo habían cooperado activamente con salvar a la humanidad. Si es que lograban salvarla.
            “Dejen lo que están haciendo”, ordenó Luna. Los informáticos dejaron de inmediato de teclear, apagaron los equipos de cómputo. “Vayan a casa”.
            “El pago prometido ya fue transferido a sus cuentas”, dijo Nora.
            “El pago fue por un proyecto para una corporación privada. Nora y yoseremos totalmente borradas de sus mentes. No dirán detalles a nadie porque han firmado un acuerdo de confidencialidad. Vayan y vivan felices”, finalizó Luna. Los tres jóvenes tomaron sus cosas y sin despedirse, partieron.
            “Tu control mental sobre las personas es intimidante”, dijo Nora una vez que el último informático cerró la puerta de la pequeña oficina en la que habían trabajado.
            “Intimidante es tu capacidad para resistirte a él, Nora”
            “Entonces… ¿qué sigue?”
            “Debes volver con Mar. Dile que el trabajo está hecho y que en un par de días deberá estar lista. Después, ve a tu casa, Nora,con tu familia. Si las cosas no salen bien, deseo que estés rodeada de las personas a las que amas”
            “Yo deseo estar junto a ti”
            “Esta vez no. Ve a casa”
            “¿Es una orden?”
            “Es una petición. Eres un ser humano importante. Haré lo necesario para protegerte, pero si te quedas a mi lado, solo estorbarás. Eres una interferencia para mi vínculo con Mar y ahora mismo, no puedo permitir ninguna”
            Eso había dolido, Nora no esperaba tanta franqueza, aunque, estando las cosas de esa manera, no había mucha cabida a sutilezas. No tuvo otra opción más que la de asentir.
            “¿Esta será la última vez que nos veamos?”, preguntó la escritora, segura de que el final se acercaba.
            “No. Volveré a verte para decir adiós”                                 
            “Estaré esperando”
            Luna se adelantó hacia ella,  tomó su rostro entre sus manos y besó sus labios con dulzura. Nora sonrió; después, tomó la pequeña maleta con su ropa, cogió su computadora y se fue rumbo a la estación de transportes. Le quedaba una larga jornada hasta la ciudad de Mar.
            Era curioso, el día que había ido en busca de Luna también lo había pasado viendo su reflejo en la ventanilla de un autobús. Esa vez llevaba a cuestas la esperanza de encontrar a quien le había obsesionado durante toda la vida. Ahora, sin embargo, lo que viajaba con ella era su desesperanza. Si ella hubiera estado en el lugar de Mar, se habría ido con Luna, sin dudarlo. Nora pensó que probablemente por eso no estaba en el lugar de Mar. Bien, cumpliría su función y luego buscaría a su hermano y lo llevaría al observatorio; sí, pasaría el final del mundo que incluía a Luna, viendo las estrellas.


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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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9 comentarios:

  1. Espero que Luna y Mar puedan vencer a los maestros con su amor porque yo creo que lo que debilita a los maestros es la fuerza del amor que une a Luna y a Mar espero que Mar y luna se queden juntas es una historia. Muy linda que ellas tienen se tendrían que quedar juntas gracias por esta historia Laura se agradece una historia tambien escrita
    Un saludo desde Chile

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  2. Bueno al parecer la historia se esta a cavando pero muy interesante se aserca la bataya final entre malcianos e huma-siano. Nada espero que al fina luna quede junata MAR. MI MAR

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  3. Bueno al parecer la historia se esta a cavando pero muy interesante se aserca la bataya final entre malcianos e huma-siano. Nada espero que al fina luna quede junata MAR. MI MAR

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  4. Gracias Laura me encanta tu historia.
    Jjaxxel gracias por darnos el privilegio de disfrutar tan bellas historias, gracias por tu tiempo.
    Gracias a todas y cada una de las escritoras por compartir sus historias

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  5. Me enganche tarde a la historia o.O jaja .... Pero como esta bastante avanzada en capítulos es una delicia poder disfrutarla una tras otra sin larga agonía y me llevo la grata sorpresa de que es bastante original . Gracias a la autora por compartir saludos.

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  6. Q bonita y original historia, y q especiales los sentimientos entre Mar y Luna, me encantan!! Gracias una vez mas x la continuidad Laura y tu talento!! Carmen.

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  7. Dios que rolloooo... Luna y mar lo resolveran, Mar al parecer es mas fuerte de lo que pensaban los maestros... Laura tu historia es hermosa y genial...

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  8. Hola yo también me enganché tarde a tu historia pero ahora no puedo dejar de leerla. Pero sabes yo se que todas quieren que mar y luna terminen juntas pero creo que nora a tenido que ver mucho en la historia. Espero que al final de la historia nora tenga un final feliz y si es con luna que mejor no te olvides de ella... saludos desde México

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  9. Hola a todas!!!

    Casi llegamos al final. De hecho, muy, muy, casi. Así que aprovecho para agradecerles su tiempo. Estoy muy contenta por sus comentarios y me pongo a su disposición en: 0.la.belle.indifference@gmail.com
    Un abrazo a todas.
    Un abrazo a la super administradora.

    Laura T.D.

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