23
Nora y Luna, abrazadas,
se preparaban para pasar la noche tumbadas en una hamaca. Estaban en una playa,
el sonido de las olas llenaba el silencio. Ambas (más explícitamente Nora que
Luna) habían decidido ir hasta allá para cubrir con los maestros la historia de
las vacaciones. Nora había visto esa mañana a sus duendes informáticos que ahora
trabajaban a marchas forzadas en un hotel cercano a la ribera en la que ellas
se hospedaban. Eran casi las tres de la mañana. Luna estaba acostada en
completo silencio, mientras Nora intentaba conciliar el sueño, pero éste se le
negaba. La escritora sentía el cuerpo cansado y la mente agotada, pero era
incapaz de dormir. Al final, decidió encarar por fin aquello que le preocupaba.
“Luna,
necesito preguntarte algo”
“Dime”, se dispuso la
galáctica.
“Estaba pensando… no
importa lo que pase, al final te marcharás”
“Es correcto”
“Y el escenario ideal
es que nadie te recuerde…”
“Así es”
“¿Qué pasará con el
vínculo entre tú y Mar? Estarán condenándose a una existencia que nunca será
plena”
Nora pudo ver que Luna
observaba con intensidad algo dentro del manto oscuro que lo cubría todo, “las
olas”, supuso la escritora.
“Mar continuará su vida
como hasta ahora, eso es todo lo que importa. Si no me recuerda, quizá
encuentre otra manera de sentirse completa”
“Luna, soy la persona
menos apropiada para cuestionar esto, pero el mensaje que intenta difundir Mar
es muy claro, ella desafía a los maestros para proteger el amor que existe
entre ustedes, amor o vínculo, realmente ni siquiera entiendo ya la diferencia.
Pero si es así, están engañándolos a todos, estamos llamando a renunciar a sus vínculos
para protegernos todos los demás”
“Es correcto”
“Es una trampa”
“Los seres humanos no
siempre hacen lo quieren hacer; tampoco los viajeros”
“¿Y eso está bien?”
“Estoy segura que
cuando los viajeros conozcan la situación, intentarán proteger a sus humanos de
la locura”
“No deja de ser
injusto”
“La justicia es una
construcción ideológica. Nada más”
“Lo lamento. Lamento
que tengas que perder a Mar”
“¿Por qué lo lamentas?”
“Porque entiendo cuánto
te lastima. Yo te he perdido, más de una vez, Luna”
“Sigo aquí, contigo”
“No. Estás aquí por Mar
y entiendo y quiero ayudar… sólo pienso que es injusto que haya cosas que
simplemente no pueden ser”
Nora sintió que Luna la
rodeaba entre sus brazos. Su cuerpo reaccionó antes que su pensamiento y
devolvió el gesto encarando a la viajera y besándola suavemente en los labios.
Luna se dejó hacer durante un momento, después se separó de la escritora y
viendo directamente a sus ojos (cosa que Nora solo supuso porque pues los
humanos no pueden ver en la oscuridad), le dijo:
“Lamento también tu
pérdida, Nora. Todo fue mi culpa. No debí…”
“Soy feliz con lo que
puedo tener de ti. Ni siquiera siento culpa por Mar. ¿Te desilusiona mi
egoísmo?”
“No”
“Entonces, ¿puedo
pedirte un poco más?”
“No deberías. Solo voy
a causarte más daño”
Pero a Nora realmente
no le importaba. No le importaba su daño ni el de Mar, le importaba que Luna
estaba en ese momento justo frente a ella y sus labios eran suaves y poco a
poco la llevaron a pasar una noche tranquila.
***
Un dolor agudo en su
pierna derecha despertó a Mar. Lo que le faltaba, a una noche de muy mal sueño
se le sumaba un despertar acalambrado. Claro que estaba la esperanza del
viajero con nombre de perro que se le había aparecido, pero es que era difícil
sentirse optimista en un cuarto de hospital con tremendo dolor físico. Sin
embargo, hubiera preferido mil calambres en lugar de ver a su papá perdido,
todavía recostado en la cama. Después del episodio de reconocimiento del
viajero con nombre de perro, su padre había vuelto a sumergirse en silencio.
Mar se acercó hasta él, acarició su cabello y luego susurró un “buenos días”
seguido de un beso en la coronilla. No sabía qué hacer ahora. Su madre no había
llamado y ningún doctor había hecho acto de presencia. Mar optó por pasar el
tiempo ordenando el cuarto (lo poco que podía) y cuando se hubo desecho del
mínimo desorden, se le ocurrió que era una buena idea modificar la ubicación de
las cosas conforme a la disposición de sus colores.
De esta manera, colocó
la silla plegable para visitas de metal, junto al perchero del suero también de
metal. Extendió las persianas color crema y frente a ellas colocó un pequeño
jarrón vacío, que supuso estaba destinado a flores. En realidad no tenía muchas
cosas con qué trabajar, pero por lo menos así pudo pasar unos quince minutos
hasta que unos golpes llamaron a la puerta.
“Pase”, dijo Mar.
“Hola”
Su hermana la saludó
suavemente. Mar se apresuró a abrazarla y el aroma familiar de perfume floral
que detestaba, le pareció en ese momento la cosa más reconfortante del mundo.
“¿Cómo estás?”
“Intento estar lo mejor
posible. No sé si lo estoy logrando”
“Papá se pondrá bien,
Mar”
“¿Y si no lo hace?”
“Lo hará”
¿Por qué todos se
obstinaban con la maldita seguridad de que todo estaría bien? Es decir, ¿acaso
solo lo decían porque no podían decir otra cosa? Sí, era eso, entendió Mar.
“Ve a casa, descansa”
“Ahí está Hugo, no
puedo estar cerca de él”
“Sí, mamá me contó que
le afecta mucho incluso escuchar sobre ti. Pero allá están los niños, se mueren
por verte”
“Deben estar enormes”
“Lo están. Lucía se
parece mucho a ti”
“Siempre creí que
debiste ponerle Mar”
“Para la próxima, te lo
prometo”
Mar sonrió.Bien, sí
había sido una buena idea que su hermana mayor apareciera.
“Ve a casa”
“Iré más tarde a ver a
los niños. Pero creo que primero pasaré a otro lugar. Quiero despejarme un poco
antes de entrar en modo ‘supertía’”
“Creo que es buena idea
que te des una vuelta con Sara primero”
Mar giró los ojos, ¿es
que en verdad había sido tan obvia toda la vida? No dijo nada más abrazó a su
hermana, tomó sus cosas y evitó ver a su papá antes de salir de la habitación.
Caminó a paso firme
hasta la casa de Sara. Ni siquiera sintió que el trayecto era largo. Tocó la
puerta con seguridad. Finalmente, ese era el único otro lugar al que podía ir.
Estaba la casa de su abuela, pero ella ya tendría bastante con lidiar la locura
de su hijo.
Pero aparentemente tampoco
ese era su lugar, pensó en automático, cuando Iván fue quien abrió la puerta.
La verdad, Mar no sintió nada al verlo ahí, sólo un ligero fastidio por haber
hecho todo el recorrido para nada. Ni siquiera saludó, dio media vuelta y
comenzó a alejarse. Sin embargo, un brazo fuerte la detuvo.
“Oye. Cálmate. Solo
vine a recoger mi traje. Sara no está, fue a traer su desayuno, creo. Me dijo
que entrara, sacara lo que necesitaba y luego me fuera porque tenía prisa por
ir a verte. Lamento lo de tu papá”
Mar volteó para ver a
Iván, sin saber muy bien qué decir. No le molestaba su presencia, ni siquiera
le importaba mucho; lo que sí le molestaba era supiera lo que había pasado con
su papá, porque entonces eso significaba que Sara y él habían hablado sobre
ella.
“Siempre lo supe,
¿sabes?”, dijo Iván.
“¿Qué cosa?”
“Que al final Sara te
elegiría. Eso me volvía loco”
“Iván, llevamos como
tres segundos hablando y ya vas a empezar… Sara no me eligió”
“¿No están juntas
ahora?”
“En verdad no quiero
tener esta conversación”
“¿Acaso no merezco una
respuesta? Al final conseguiste quitarme a mi novia, lesbiana de mierda, ¿y no
puedes contestar una maldita pregunta?”, Iván comenzaba a alterarse, más bien
ya estaba bien alterado.
“Estas son exactamente
el tipo de cosas por las que una mujer termina dejándote por otra”
Lanzó Mar, lo que
provocó que a ella le lanzaran una bofetada. Mar se cubrió la mejilla con la
palma de su mano. Curiosamente sintió algo de paz en el dolor punzante. Nunca
le habían dado una bofetada, no de esa manera (una vez tuvo una novia a la que
le gustaba el juego rudo, pero no tan fuerte) y vaya que dolía. Sintió un sabor
metálico en la boca, pero no, no había sangre, lo cual hubiera dado un toque
más dramático a la escena.
“¡Malditas desviadas
enfermas!”, vociferó Iván, mientras pasaba a un lado de Mar para alejarse del
sitio. Mar pensó en retirarse, pero la puerta estaba abierta y ciertamente,
recordó, no tenía otro lugar al que ir.
Sara llegó unos minutos
más tarde, con mucho jugo de naranja.
“Hola”, saludó Mar.
“¡Estás aquí! Justo iba
a preparar algo para llevarte al hospital”
“Iván mencionó algo
sobre eso”
“Mar, sólo vino a
recoger unas cosas, no pienses que sigue viviendo aquí o algo como eso”
“Lo sé, él me lo dijo”
“¿Fue grosero?”
Sara la veía de frente.
Si hubiera alguna marca en su rostro, ya la habría notado, pensó Mar. ¿Debía
decirle? No. La violencia de Iván apestaba, pero no es como si ella fuera
totalmente inocente. No diría nada.
“No. Se fue apenas
aparecí en la puerta”
“Bien. ¿Cómo sigue tu
papá?”
“Igual”
“¿Dormiste algo?”
“Muy poco”
“Ven a descansar”
Sara la tomó de la mano
y la llevó hasta su habitación. El cuarto estaba diferente, Mar supuso que
cuando alguien se va, las cosas suelen verse diferentes. Ahora solo leía la
presencia de Sara por todos lados, sin rastro de la bestia con la que había
pasado tanto tiempo.
“Nadie va a molestarte
aquí”
“Sara, ¿puedo quedarme
aquí mientras Hugo está en casa? Iré a ver a mi familia, pero no quiero estar
todo el día y la noche metida ahí”, porque además todo aquello le recordaba a
la galáctica que ahora estaba en una misión con matices suicidas.
“Quédate todo lo que
quieras. Quédate para siempre”
“Sara… no exageres”
“No me culpes por
intentarlo”
“No es el momento”
“No lo es. Ahora
descansa y cuando despiertes vas a comer algo muy rico y luego irás a jugar,
supertía, con tus sobrinos. Así te sentirás mejor y entenderás que las cosas se
ponen peor antes de mejorar”
Mar no creía aquello,
pero estaba tan cansada, que se dejó arrullar con la idea.
***
Los duendes
informáticos (disculpen, pero esta ya es la manera de identificarlos) habían
obtenido 18 respuestas que se articulaban a los parámetros de búsqueda. Habían
enviado el mensaje de Mar, que ellos habían prometido solemnemente no leer
(cosa en lo que había influenciado también cierta capacidad de control mental
de cierta viajera sin tiempo ni espacio). Por otra parte, Luna había logrado contactar
a 25 viajeros, de menor poder que ella. Al principio se habían asustado, se
negaron rotundamente a cooperar, pero como Luna había asegurado, las emociones
humanas los había invadido lo suficiente como para sentirse en la necesidad de
proteger a sus vínculos humanos. Si contamos con que cada contacto en realidad
incluía a su par, tenían 43 pares vículo-viajero. 86 seres que apoyarían su
plan.
Había pasado una semana
desde que iniciaron la búsqueda. Nora podía notar que la constitución física de
Luna decaía hora con hora. La escritora supuso que mantenerse alejada de Mar,
aunado a tener que bloquear constantemente la visión de los maestros para
evitar que todo fuera descubierto, le estaba costando dolor físico a la
viajera. Luna tampoco había perdido
contacto con los maestros, de hecho, esas sesiones de reporte eran la vía más
segura para la búsqueda de otros viajeros (ya a que así aprovechaba las grietas
espacio-temporales de su galaxia para moverse). Algunas noches se alejaba a
algún punto de la playa y no regresaba sino hasta el amanecer. Al llegar, Luna
solo movía la cabeza negativamente, “no, los maestros no creen que tú y yo
compartamos un vínculo más fuerte”, seguido de “contacté uno más” o “encontré
nada”. Luna no tenía que ser más específica que eso, Nora sabía cuál era ese
vínculo más fuerte que el suyo.
Por momentos, mientras
tomaba un descanso entre sus tareas de rastreo, Nora observaba a Luna, que
siempre se mantenía en la misma habitación para bloquear las radiofrecuencias
maestrales. ¿Era realmente posible que Mar estuviera vinculada más fuerte a
Luna que ella? ¿Mar la amaba más? ¿Es que alguien podía amar más de lo que
amaba ella? La escritora tenía que obligarse a continuar trabajando.
Las noches que Luna se
quedaba junto a ella (quizá porque no tenía fuerzas para otra cosa), Nora tenía
un poco más de paz. Pasaba el tiempo acurrucada contra el cuerpo de la viajera.
“Luna, ¿qué creen los
maestros que hacemos todo el día, mientras los mantienes bloqueados?’’
“Copular”
“Vaya…”
“Es la única
explicación que no requiere detalles. Ellos creen que te estimo lo suficiente
para no querer que nuestros momentos de intimidad sean observados”
“Quisiera sentirte mía
de nuevo”
“Nora, eso no es
apropiado”
“¿Por Mar?”
“Por ti”
“No eres un ser humano,
no actúes como su fueras uno bueno, Luna. Deseo estar contigo, lo deseo lo
suficiente como para no importarme lo que suceda después, como siempre ha sido
contigo”
“Nora…”
“Piénsalo. ¿De acuerdo?
Piensa que estarías ayudándome, piensa que me lo debes, que oficialmente eres
mi novia, que me agradeces el riesgo que corro por ti… piensa lo que quieras,
pero hazlo. Considérame. ¿Puedes hacer eso?”
“Es correcto”
“Abrázame y no me
sueltes por hoy, Luna, solo por hoy”
***
“Lucía, si no te comes
toda la comida no vamos a ir por pastel, he dicho… y no me veas así. Tu mamá me
dijo que si volvía a caer en tus redes me castigarían a mí”
La cara de falso
enfurruñamiento de Mar hizo reír a su sobrina. Lucía, de cuatro años, era quien
la había mantenido a flote durante las mañanas y tardes que pasaba en su casa. Hugo,
quizá por alguna especie de energía magnética inversa, no se cruzaba por su
camino, ni ella por el de él. Mar se aseguraba que no estuviera cerca cada vez
que se movía de habitación. Además, nadie la llamaba por su nombre, hasta los
pequeños habían sido instruidos para no llamarla a gritos por la casa. Era
extraño, pero funcionaba.
Aunque claro, el ambiente
era tenso, sobre todo cuando su mamá cedió por fin y trasladaron a su papá a
una “casa de reposo”, que venía a ser una especie de manicomio con muchos
jardines dentro de sus instalaciones. En su estado de salud no había cambios,
ni para bien, ni para mal. Mar evitaba pensar en él porque cada vez que lo
hacía, algo en su interior se devoraba un pedazo de su corazón. Sentía rabia,
culpa y miedo a la vez y así no podía pensar en que todavía había una
oportunidad. Por eso no lo había visitado. Quien no encontraba sosiego era
Matilde, le habían recetado pastillas para tranquilizarla porque la habían
visto parada por horas con cara al jardín, sumergida en un llanto silencioso.
Mar temía también por su mamá, si seguía así, los maestros no tendrían que
intervenir demasiado en su cabeza.
Su hermana se hacía
cargo de todos, su esposo había regresado a su trabajo, pasados un par de días.
Para no dar más molestias de las necesarias, resultó una excelente idea mudarse
a la casa de Sara temporalmente, así, podía ayudar a su
hermana con los niños tras de salir de la oficina e irse a un lugar tranquilo
después, para pensar y llorar a gusto.
La
ansiedad de Mar, sin embargo, crecía día a día. No había tenido otra visita de
algún viajero, no tenía noticias de Nora ni de Luna (había terminado por
comprender que cualquier comunicación, incluso electrónica, suponía un riesgo),
no tenía ni el más remoto control sobre lo que estaba pasando. Vivía con el
terror latente de que en cualquier momento se llevaran a uno más de los suyos.
Un pánico terrible la azotaba a veces mientras veía a sus sobrinos. No podía
permitirse perder más.
Esa tarde hubo pastel y
ella jugueteó con su porción sola en la cocina, porque Hugo estaba con la
familia. Mar salió de la casa sin despedirse. Decidió caminar hasta la casa de
Sara aunque fuera tarde. Estaba pensando en que el pastel de fresas era el
favorito de su papá, cuando justo al pasar debajo de un farol, su paso se vio
impedido por dos figuras.
Por fin, pensó Mar.
Iban a terminar de una vez por todas con ella. Los maestros le sonreían. Mar no
les tuvo miedo, eran extraños y repulsivos, pero Mar no podía hacer nada por
evitar lo que fuera a ocurrir.
Cuando vio que uno de
ellos levantaba un largo tubo metálico, muy delgado, cerró los ojos. Sintió una
punta fría en su cuello, que ella misma había expuesto sin verse forzada y
entonces sintió un dolor agudo recorrer todo su cuerpo, provocándole náuseas y
vértigo. El dolor la invadió por completo, sus huesos parecían contraerse hasta
aplanar los órganos de su pecho. Ya no podía respirar.No podía gritar aunque su
cuerpo gritaba.No podía llorar, porque el ardor de su piel y de sus ojos
parecía consumirla. En un punto solo deseó morir de una vez, rápido, que el
dolor terminara. Sintió su cabeza rebotar contra el piso antes de que la
oscuridad lo reinara todo.
Cuando recuperó la
consciencia, Sara estaba sentada frente a ella, observándola. El reflejo del
televisor apagado le mostró que ella estaba también sentada en uno de los
sillones de Sara.
“¿Mar?”
Mar
sabía que la estaban llamando, quería responder pero simplemente las palabras
no alcanzaban a formarse totalmente en su cabeza y mucho menos podía emitirlas.
Sara
se acercó a ella.
“Tus
ojos vuelven a verse normales. Me asustaste mucho. ¿Tuviste un episodio como
los de tu mamá? ¿Quieres ir al médico? ¿Llamo a alguien?”
Mar
quería moverse de ese sillón, pero no podía ordenárselo a sus piernas ni
brazos.
“Mar,
escucha. Concéntrate en mi voz. Dime quién soy”
Era
Sara. Lo sabía.
“Sara”
“Bien,
¿ves?, vas a estar bien”
Mar
comenzó a mover la cabeza y por fin pudo llevarse una mano a su cuello para
revisar torpemente si estaba herida. Sentía una pequeñísima inflamación justo
donde recordaba haber sentido la punzada.
“Sara.
Aquí. ¿Có…mo?”
“Con
tus pies, Mar. Llegaste hasta aquí caminando. Llamaste a la puerta, lo que me
pareció curioso porque traes llaves. Te abrí. Entraste y te dirigiste a ese
sillón. Ahí has estado las últimas dos horas”
Mar
no lo recordaba. Pero ser consciente de no recordarlo era cosa buena, ¿cierto?
No estaba anulada. La tranquilidad de esa idea (supongo) pareció relajar su
cuerpo y tras cierto titubeo se puso de pie.
“Agua”
“¿Quieres
que te traiga agua?”
“Yo…
voy”
Mar
podía recordar las palabras y también podía decirlas.
Bebió
el agua que se sirvió, de un solo trago. Estaba sedienta, mucho. Casi como la
vez que despertó del rayo. No, no casi, justo como esa vez.
“Mar,
¿qué pasa?”, Sara estaba genuinamente preocupada, se acercó a Mar y comenzó a acariciar su cabello. Así
descubrió que estaba pegajoso; una sustancia oscura había empapado algunos
mechones y ahora, seca, se confundía entre el color castaño. Era sangre. Sara
dio un respingo.
“¡Sangre,
Mar! ¿Qué fue lo que ocurrió?”
Mar
se palpó la cabeza y se descubrió un chichón doloroso.
“Creo
que resbalé y pegué contra la banqueta. No es nada, la hemorragia ya paró, ni
siquiera me habría dado cuenta del golpe si no fuera por ti”
“Mar,
esto no fue un episodio como los de tu mamá. ¿Por qué no me dices de una buena
vez qué es lo que está pasando?”
“No
puedo”
Mar
efectivamente no podía contarle a Sara toda la historia, significaría ponerla
aún más en peligro. Si los maestros habían decidido anularla, pero por alguna
razón se frenaron o no fueron capaces, sin duda estarían tramando algo mucho
peor que enloquecerla.
“¿Todavía
no confías en mí? Sé que no he sido la mejor amiga, ni la mejor enamorada, ni
la mejor en nada, pero estoy contigo y lo estaré siempre”
“No
se trata de eso, Sara. No tiene nada que ver qué tan buena o mala hayas sido
para mí, se trata de mantenerte a salvo, de no dejar que nada te ocurra”
“No
tienes que protegerme. Quizá si me dices lo que pasa, podamos cuidarnos
mutuamente”
“No.
Y basta ya con todo eso. Me duele la cabeza.”
“Vamos
a una clínica, creo que el golpe fue mucho más fuerte de lo que piensas”
“No
más hospitales, por favor. Estoy tan cansada…”, y lo estaba.Sus piernas y
brazos le pesaban, y el esfuerzo de hablar de corrido la tenía completamente
exhausta.
Sara
entendió que esa noche no obtendría ningún tipo de explicación. Mar se dejó
conducir por ella, ya en silencio, hasta el cuarto de baño. Sara la desnudó con
suavidad y la introdujo a la ducha. Mar sintió un gran alivio al entrar en
contacto con las gotas tibias que bajaron por su cuerpo, dejando un rastro de
agua sucia en los azulejos. Sara se introdujo con ella; le lavó el cabello
hasta que el agua fue completamente clara. Después lavó su cuerpo y luego lo
secó. Sara la ayudó a ponerse ropa limpia y luego la llevó hasta la cama.
“Gracias”,
dijo Mar. Sara no había dejado de verla con preocupación.
“Será
mejor que te deje descansar bien. Voy a estar afuera”
“No
tienes que hacerlo. Quédate conmigo”
Sara
no chistó. Apagó la luz de la habitación y se acostó junto a Mar. Sin tocarla
le deseó buenas noches y se acomodó en la orilla izquierda de la cama, en
verdad no quería perturbar en nada el descanso de la diseñadora.
Mar
abrió los ojos en algún punto de la madrugada (ya se estaba acostumbrando a los
despertares abruptos).
“No
debiste venir”, susurró.
“Debí
venir antes”
Mar
notó algo raro en la voz de Luna, así que cuidadosamente se incorporó de la cama,
cuidando de no mover demasiado el colchón para no despertar a Sara. Se acercó a
Luna para observarla de cerca.
“Ven,
aquí no puedo verte bien”. Mar condujo a la viajera fuera de la habitación
hasta la pequeña cocineta del departamento. Ahí con suficiente luz pudo
escudriñar el rostro de Luna.
“Marciana,
estás hecha un desastre”, dijo con tristeza Mar, acariciando el rostro de la
galáctica.
“Tú
tampoco luces muy bien”, dijo Luna, colocando una de sus manos sobre la que Mar
tenía en su mejilla.
“Pareces
una hoja de papel. Supongo que eso significa que me extrañas y necesitas, de
manera literal”, Mar aventuró una sonrisa mientras se acercaba a Luna y se
fundían en un abrazo. “Marciana, esto se siente tan bien. Sentirte se siente
tan bien”
“Intenté
resistir todo lo posible, pero mi cuerpo se debilitó tanto que tuve que
regresar hacia ti”
“No
lo tomes a mal, marciana, pero qué bueno que te debilitaste”
Luna
soltó una risita, una de esas que solo tenía para Mar, y Mar lo sabía.
El
abrazo se dio por concluido con el sonido de una puerta cerrándose. Mar y Luna
se separaron anticipando la presencia de Sara quien las observaba desde la
puerta de su habitación.
“Interesante
horario de visita”, dijo Sara, pero su voz no sonaba ni la mitad de lo
sarcástica que podría esperarse. En verdad lucía acongojada por la presencia de
Luna.
“Me
disculpo por la irrupción a tu vivienda, Sara”, dijo Luna.
Mar
entendió entonces lo grave que se había tornado la debilidad de Luna. La
galáctica no había sido capaz de controlar el sueño de Sara, ni de tomar otras
medidas. Mar se preguntaba si había bloqueado su visita de la mirada de los
grandes maestros. A lo largo de las semanas separadas, Mar intentó varias veces
ponerse en contacto mental con Luna, pero no había surtido efecto, lo cual
atribuía a la presencia de Nora y su maldita ansia constante de quererse
vincular con Luna. Sin embargo, no había pensado en la posibilidad de que Luna
en verdad sufriera físicamente tanto como para perder sus capacidades.
“¿Nora
sabe que estás aquí?”, continuo Sara.
“No.
Me era imperativo hablar con Mar. Fui a su casa, pero no la encontré, su
hermana me dijo que estaba aquí”
“¿Despertaste
a mi hermana en plena madrugada?”
“Es
correcto, no había otra manera de localizarte. Utilicé mucha energía para el
viaje, no fui capaz de más. Me disculpo por la descortesía de mi llegada, Sara,
pero necesitaba sentirme cerca de Mar”
“¡Pues qué bien!”, dijo Sara alzando y dejando
caer los brazos. “Supongo que pueden aprovechar el reencuentro para que Mar te
cuente por todo lo que ha pasado. ¿Sabes, Luna? Creo que ella también te
necesitó de manera urgente un par de veces, pero bueno, tu luna de miel era más
importante, supongo”
“Nada
es más importante que Mar”
“¿Tienes
idea de por qué está aquí y no en casa?”
Luna,
por primera vez, no tenía una respuesta. Miró hacia Mar, quien mantenía los
ojos fijos en el suelo y luego vio a Sara que la desafiaba a decir cualquier
cosa.
“Hugo
está en su casa y aprovechaste la situación para acercarte a ella y…”
“¿En
verdad estás insinuando que me aproveché de la situación? Mar, en cuanto
terminen su asunto, que se vaya. No me importa si es de madrugada, Luna no es
bienvenida”, dijo Sara con seguridad. Se acercó hasta Mar, ignorando a Luna, la
tomó de las manos y añadió, “…después, regresa a la cama, necesitas descansar.
Ella puede recuperar sus energías del viaje con Nora”
Dicho
esto, Sara regresó a su cuarto.
Mar
y Luna guardaron silencio. Mar sabía que Luna estaba en la misión para salvar
al mundo y no se había enterado de lo que había ocurrido con su papá y mucho
menos del intento de ataque que había sufrido esa tarde, y Mar de ninguna
manera le recriminaría su ausencia en condiciones tan absurdas. Luna estaba en
donde debía estar, haciendo lo que debía hacer.
“¿Qué
ha ocurrido, Mar?”, preguntó Luna.
“Luna,
tus energías deben estar enfocadas en hacer lo que debes. Eso podría solucionar
y frenarlo todo. Eso es lo importante; no quiero que te preocupes por cosas
menores que pueden solucionarse con lo que pretendemos lograr”
“¿Qué
son esas cosas menores, Mar? Aún estoy débil, aún no puedo verlo”. Mar notó la
ansiedad creciendo en el rostro de Luna.
“En
serio, marciana, es mejor que regreses ya a hacer lo que hacías y no me refiero
a dormir junto a la intensa Nora, es más, ojalá pudieras evitar dormir con ella
todos los días…”
Mar
frenó lo que estaba diciendo al sentir que Luna se acercaba y besaba su mentón.
Al separarse, Luna tenía los ojos llenos de lágrimas sin verter. Pero Mar se
dio cuenta de que no eran lágrimas de tristeza, era furia contenida. El rostro
de la galáctica estaba congelado en una mueca que Mar no había visto y le
asustó.
“Luna…recuerda
que nos observan y estás débil… ten cuidado con lo que digas o hagas”
“Voy
a hacer que se extingan. Que se conviertan en polvo”
“Marciana,
calma”
“Tu
papá está anulado y se atrevieron a tocarte. Voy a encontrar la manera de…”
“¡Luna!”,
dijo Mar con fuerza. “Sabíamos que esto podía pasar, era el riesgo. Mira, no
lograron hacerme nada, el dolor se terminó y volví. Estoy bien. Ustedes deben
seguir buscando, yo cumpliré con aguantar. ¿Está bien? Papá también se pondrá bien… ¿Cuántos
llevamos?”
“Iban
a anularte, Mar. Iban a hacerlo…”
“Pero
no lo lograron… Luna, controla los sentimientos humanos negativos, ¿cuántos
llevamos, marciana?”
“92
parejas”
“Necesitamos
muchas más”
De
pronto, Luna cambió su semblante y preguntó:
“Mar,
¿cómo los detuviste?”
“No
lo sé. Yo sólo me desmayé”
“Mar”,
comenzó a decir Luna con seriedad,“…es posible que sí tengamos una oportunidad”
“¿Hasta
ahora lo crees?”
Los
ojos de Luna brillaron. Después, la galáctica se acercó a Mar y besó sus labios
profundamente. Mar devolvió el beso.
“¿Ya
tienes fuerza para bloquear de su vista esto?”, alcanzó a preguntar Mar con el
poco aliento que quedó en sus pulmones después de haber sentido el contacto de
Luna.
“Sí.
Y esto también”, Luna volvió a besarla.
“Creí
que estabas furiosa y preocupada”, dijo Mar sintiendo en ella misma fluir la
energía de la vinculación.
“Mar,
no pudieron anularte, eres justo lo que temían que fueras, o peor. Debo ir a
verlos y comprobarlo, pero creo que pudiste haberlos debilitado lo suficiente
para llevar a cabo tu plan”
“¿Cómo
pude haberlos yo debilitado?”
“No
lo sé. Pero si nuestro vínculo antecede a todo tiempo y espacio, quizá también
anteceda y sea superior en el orden universal, a mí y a ellos”
“Tomás
me visitó y dijo que tú y él eran tan poderosos como ellos”
“Potencialmente
nos convertiríamos en maestros, sí”
“Eso
nos da más oportunidades de romperles la cara, ¿cierto?”
“Es
correcto. Debo irme y acelerar la búsqueda de viajeros y vínculos”
“Vete
ya”
Mar
besó la frente de Luna, como despedida. El vínculo estaba restablecido.
“¿Te
cuestionas sobre Sara?”, preguntó Luna, abriendo los ojos después de que los
labios de Mar se alejaron de su sien.
“¿Qué
viste, marciana?”
“La
vi acompañándote, desnudándote. La vi durmiendo contigo y vi que te sentías
segura con ella”
“Luna…
Sara me ha acompañado y yo la amo. Pero tú eres mi Luna y yo soy tu Mar”
“Si
yo no hubiera existido, podrías estar con ella y nadie correría peligro… eso es
lo que sientes”
“Luna,
¿olvidas que yo también me he vuelto experta en la vinculación? Yo también vi
la culpa que sientes por no amar a Nora. Que tu corporalidad humana diseñada para
la experimentación, está contemplando seriamente tener sexo con ella
nuevamente. Vi que admiras su amor, que de cierta manera te atrae y por eso
tienes una extraña conexión con ella… pero este no es el momento de tener
celos, ni de pretender que la vida terrestre no tiene complicaciones
emocionales contradictorias. Vete ya y haz lo que debes y no te preocupes por
Sara. Aunque pasara el resto de mi vida junto a ella, aunque la besara durante
diez décadas, a ella o a cualquiera, dentro de mí sé que cuando no esté más
contigo y aunque no te recuerde, me voy a sentir sola. Tu vínculo es el mío,
¿recuerdas?”
“Siempre
voy a recordarlo”
“Ojalá
no lo hicieras, mi amor. Ojalá pudieras viajar por tus dimensiones también sin
recordarme…”, Mar lo decía en serio; deseaba que si la historia de amor debía
acabarse, que se acabara para las dos por completo. “… vete ya, marciana. Por
favor”
“Hasta
pronto, Mar”
“Una
cosa… si lo haces, si te acuestas con Nora como te lo pidió, no pienses en mí,
por favor. Si los maestros están debilitados, quizás podría verlo y…”
“Mar…,
hasta pronto”
“Cuídate,
marciana”
Luna
se desvaneció mientras caminaba a la sala de estar en penumbras.
Mar
tomó fuerzas, sabía que Sara la estaría esperando. Y tuvo razón. Tan solo con
abrir la puerta del cuarto pudo notar a Sara medio acostada, medio sentada,
observando el lugar por el que Mar se asomaba.
“¿Se
fue?”
“Sí,
claro. Luna no quería molestarte”
“No
hables por ella, Mar. Lamento que haya tenido que irse a la mitad de la
madrugada, pero no la soportaba aquí”
“Está
bien, no le pasará nada”
“¿Entonces
ella y Nora están de vuelta?”
“No.
Se marchan nuevamente a primera hora”
“¿No
le dijiste lo que ha pasado?”
“Sí
y también le dije que no hay mucho que pueda hacer así que debía volver a su retiro del amor”
“¿Por
qué le dijiste eso?”
“Porque
es cierto”
“Pero
estar lejos de ella te lastima”
“Sara…”
“Es
cierto. La única persona que has necesitado estos días, es a Luna. Todos los
demás somos simples suplentes”
“Ya,
Sara, no te pongas dramática”
“¿Por
qué sigues negando que…?”
“¡Sara,
por favor! Tengo cosas más importantes que atender que tus crisis de celos.
¿Por qué no simplemente estás de acuerdo con lo que te digo? ¡Luna, Luna,
Luna!, deja de echarle la culpa de todo. Ella y yo no vamos a tener la gran
historia de amor que te imaginas. Si no soportas esta situación, bien, te
quiero al margen de todo. Pero por favor, entiende que necesito dejar de
preocuparme por argumentos rosas. Mi papá enloqueció, Hugo me borró de su mente
y mi mamá solo deambula por la casa, lo que menos quiero es explicarte qué pasa
con Luna.”
Wao.
Hasta la misma Mar estaba sorprendida por su seguridad al separar sus
preocupaciones y la situación con Luna. Aunque Sara técnicamente no culpaba a
Luna “de todo”, Mar se había sentido bien al decirlo, proyecciones, claro,
proyecciones. Sara no se movió de su lugar en la cama, tampoco respondió algo a
Mar, simplemente se cubrió con su sábana hasta el cuello y se recargó sobre su
costado derecho, dándole la espalda. Mar suspiró. ¿Qué no la insensible había
siempre sido Sara? Bien, ahora ella debía disculparse porque no debió hablar en
un tono tan alto a su mejoramigacuasinoviaamanteloquesea.
Mar
sacudió su cabello con ambas manos, que luego pasó por su rosto. Se aseguró que
las luces de todo el departamento estuvieran apagadas y se tumbó junto a Sara.
La cercanía de otra persona en el lecho la llamó y se acurrucó junto a ella
abrazándola por la cintura.
“Discúlpame…
todo lo que está pasando me rebasa”
“Lo
sé. Pero estoy aquí y parece que no lo notas”
“Sé
que estás conmigo, es sólo que estoy cansada. A veces quisiera que todo
volviera a ser como antes”
“Si
todo fuera como antes, sería Iván quien me susurrara al oído esta noche y no
tú. Yo no quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero que tú vuelvas a
serlo”
Touché,
pensó Mar. Y como no podía ni sabía cómo dar otra respuesta a Sara, optó por
besarla en el hombro más próximo. Pero no debió hacerlo, porque Sara reaccionó
al contacto volteándose hacia ella y besando sus labios, su cuello. “¡Basta!”,
escuchó la diseñadora en su cabeza, sin estar segura de que fuera su voz o la
de Luna. Pero no hizo caso al llamado, respondió los besos, no escabulló las
caricias y dejó que el aroma de Sara inundara sus sentidos. Sin embargo, fue
Sara quien paró en seco lo que estaba a punto de ocurrir.
“Estás
pensando en ella”
Mar
no respondió.
“Duérmete
Mar”
“Sara…”
“Cállate.
No te atrevas a decirme que la amas, o algo por el estilo. Tienes muchas otras
cosas más importantes en qué pensar, tienes razón en todo, pero soy yo la que
está contigo. Sé que tarde o temprano lo entenderás. Duérmete”
Mar
obedeció, de nuevo le dolía la cabeza y sentía una necesidad terrible de fumar.
No se dio cuenta en qué momento se fue quedando dormida.
***
Mar
se acercó a su mamá avisando con pasos fuertes que se aproximaba, no quería
asustarla. Matilde tomó aire y lo soltó fuerte, en señal de que su hija podía
acercarse; estaba pintando en la cocina, viendo al jardín. Mar pudo entrever en
el boceto la silueta de un hombre y el marco de la ventana. Bien, su madre
estaba encontrando un espacio para expresar su pena, pintura simbólica era
mucho mejor que deambular sin sentido por las habitaciones.
“¿Te
gusta?”, preguntó Matilde. Era la primera vez que su mamá le hablaba
directamente en varios días.
“Sí”
“Sé
que estás preocupada por mí, no tienes que hacerlo, Mar”
“Es
un poco imposible que no me preocupe, mamá”
“Lo
sé, pero no es algo que puedas controlar. Ven, ayúdame”
Mar
no estaba segura en cómo colaborar en el trabajo de Matilde, sin embargo, se
acercó a tomar un pincel cubierto de pintura gris y comenzó a trazar unas
líneas sobre lo que se convertiría en la ventana.
“Tienes
talento, cariño. Siempre lo has tenido, desde que eras pequeña supe que serías
una artista”
“Mamá,
solo estoy siguiendo tu boceto con el color que ya habías seleccionado”
“No
dejes de pintar. Hace mucho que no veo algo nuevo tuyo”
“No
he tenido tiempo. Han sucedido tantas cosas que lo último en lo que puedo
pensar es en ponerme creativa”
“Pues
encuentra tiempo. No hay nada mejor que esto para poder respirar”
“¿Te
sientes mejor?”
“No.
Pero me esfuerzo por tranquilizarme. Tu hermana y tú también sufren y me
necesitan, debo encontrar la manera de volver a ustedes, y así entre las tres,
enfrentar las cosas”
Mar
agachó la cabeza y continuó con el trazo.
“¿Cómo
te va con Sara?”
Mar
no estaba segura sobre qué responder, sus relaciones con mujeres no era algo
que su mamá aceptara totalmente.
“Sara
es una buena amiga. Me deja pasar las noches en su casa, así mantenemos a Hugo
tranquilo”
“Entiendo…
pero te preguntaba si ella y tú están juntas ahora”
“¿Juntas?
Siempre hemos estado juntas, mamá, somos amigas desde que tenemos quince años”
“Mar,
una cosa es que esté deprimida y otra cosa que no me dé cuenta de lo que ocurre
con mis hijas… ¿Son novias?”
Vaya
con la pregunta directa.
“No”
“¿Sigue
con Iván?”
“No.
Ellos terminaron hace unas semanas”
“¿No
te le has lanzado?”
“Mamá,
en serio esto está convirtiéndose en un momento madre-hija incómodo”
Matilde
dejó el pincel que tenía en la mano para encarar a su hija. Acomodó dos
mechones de cabello rebelde de la cabeza de Mar y continuó:
“Mar,
a estas alturas puedes hablar claramente conmigo. ¿Sara y tú tienen una
relación más que amistosa?”
“No,
mamá, ya te dije que no”
“Tú
has estado enamorada de ella desde hace mucho tiempo. Ella también siente algo
por ti, las mamás sabemos ese tipo de cosas”
Mar
suspiró y tomó asiento en uno de los taburetes de la barra para desayunos.
“Eso
ya fue, mamá. Yo ya no quiero estar con Sara de esa manera. La quiero como mi
mejor amiga. Fueron muchos años de esperarla, ¿sabes?, supongo que ya me había
cansado de esperar cuando por fin tuvimos la oportunidad de intentar algo”
“¿Te
gusta alguien más?”
“No”
Matilde
sonrió dulcemente viendo a su hija.
“Mi
niña transparente. Siempre ha sido muy fácil saber si estás triste, contenta,
preocupada… Cuando naciste y te tuve entre mis brazos, estabas tan tranquila.
No llorabas. Te acurrucaste en mi pecho como abrazando el mundo que no
entendías pero aceptabas”
“Sí,
soy una pasiva conforme”
“No,
cariño, eres capaz de observarlo y entenderlo todo. Entiendes mucho más que
nosotros, te sorprendes más, puedes pensar en muchas otras posibilidades cuando
nosotros solo vemos una. ¿Puedo saber quién es la otra posibilidad de
convertirse en mi nuera?”
“Mamá,
no hay nadie más. Ahora solo pienso en papá, tú…” En toda la humanidad, pensó
Mar, abrumándose sólo con el pensamiento.
“Bueno,
quien sea, me alegro de su existencia. Sara no es la persona con la que me
gustaría verte”
Mar
arqueó una ceja y se sacudió el cabello. Se levantó y caminó hasta el
refrigerador. Sirvió dos vasos de limonada fría, tomó uno para ella y otro se
lo llevó a Matilde.
“Gracias”,
dijo Matilde, tomando un sorbo del líquido. “¿No vas a preguntarme por qué?”
“¿Por
qué, qué?”
“Por
qué creo que Sara no es la indicada para ti”
“¿Porque
es mujer?”
“No
necesariamente, cariño. Sino porque Sara te atrapa. Siempre pone sus
necesidades antes que las tuyas. Sé que nunca dices qué es lo que quieres,
siempre pareces dispuesta a disfrutar lo que te ofrezcan aun cuando no sea lo
que tú deseas, y Sara parece aprovecharlo. No digo que sea una mala persona y
te lastime a propósito, pero creo que te imagino con alguien que te impulse a
vivir todas esas posibilidades que puedes ver. Mi hermosa Mar, infinita, llena
de vida, quiero verte con una compañera, no con una novia solamente”
Mar
sintió escozor en sus ojos, probablemente las pinturas que estaba usando su
mamá tenían demasiado líquido para diluir, esa cosas a veces irritaban como
jugo de cebolla.
“Papá
es tu compañero”
“Sí.
Y casi olvido que mi compañero camina junto a mí, pero también camina solo”
“Pero
te sientes incompleta”
“No.
Un compañero es alguien completo que camina contigo, siendo completa. Se me
había olvidado, pero empiezo a recordar. Mar, no dejes de pintar. Tu papá
también volverá”
“Sí,
volverá”
Mar
sentía algo caliente en su pecho y unas ganas enormes de abrazar a la mujer que
le había dado la vida y ahora le daba fuerzas, sin querer. O sí.
“¿Luna
también resultó homosexual?”
La
pregunta la tomó por sorpresa. Matilde no esperó a la respuesta de su hija para
continuar.
“Me
pregunto si ese rasgo es genético… a lo mejor la familia de tu papá lo trae en
el ADN”
Mar
pensó que aquello era más cercano a lo que siempre decía su mamá sobre el tema
de su sexualidad, y no pudo estar más contenta con eso… su mamá estaba
regresando.
“Mar,
Luna no es una prima cercana”
“Mamá,
no vayas por ahí, por favor no”, dijo Mar alarmada, Matilde sonrió a su lienzo
y continuó trabajando sin decir nada más a su hija.
Mar
estuvo junto a su mamá una media hora, en silencio. Por momentos parecía que
Matilde regresaría a su estado de ausencia, pero pronto se recobraba y cada vez
que lo hacía, notó Mar, cambiaba el color en el pincel.
“Voy
a ver a los niños”, dijo Mar después de un rato.
“Tu
hermana se puede arreglar con ellos. Ve a pasear al museo, o al parque o al
centro, ve”
“Pero
quiero estar con ustedes”
“No.
Ve y busca la manera de ponerte creativa y desahogarte. Soy tu madre y vives
todavía en esta casa, así que harás lo que te diga. Necesitas tiempo para ti,
créeme”, Matilde acompañó la orden con un beso en la frente para su hija. Mar
sonrió. Quizá su mamá tenía razón.
Mar
caminó hasta el centro de la ciudad. Decidió visitar su galería de arte urbano
favorita. La exposición de la artista que utilizaba collage y muchos colores,
continuaba. Mar recordó que la mañana del rayo había visto esa misma composición
de colores. Pensó que la mezcla loca exhibida se parecía al caos del universo.
Sonrió viendo los cuadros, después del caos visual ocurrió el caos espacial
mediante un relámpago y pum, todo lo demás. Al principio, el caos… había leído
y escuchado innumerables veces. No creía que la frase alguna vez hubiera sido
pensada para enmarcar su encuentro con una viajera del espacio y tiempo de la
cual se había enamorado. No, definitivamente no había sido escrita para eso.
“¿Me
regalas un cigarro?”
La
voz de la desconocida la sacó de sus pensamientos herejes.
“Claro,
y te acompaño, también quiero fumar”
Fuera
del recinto, Mar tendió a la mujer su cajetilla, luego tomó uno para ella y lo
encendió dando una fuerte calada.
“¿No
te acuerdas de mí, cierto?”
Mar
levantó de inmediato la vista hacia la mujer. Era mayor que ella, de unos
treinta años, llevaba el cabello hasta los hombros, recogido por un lado.
Frunció el entrecejo por el esfuerzo de recordarla, también se llevó una mano
al cuello. No, no la recordaba.
“Tranquila,
no entres en pánico”, apuntó la mujer con una sonrisa, “no soy alguien con
quien amaneciste y nunca volviste a llamar”
Mar
sonrió con más nerviosismo que alivio, ¿era en serio? ¿Era sarcasmo?
“En
serio, quita la cara de susto. Te he vendido entradas a éste lugar cada semana,
durante tres años”
“¡Cierto!”,
ahora Mar sí sentía alivio.“¿También trabajas los domingos?”
“Bueno…
debo trabajar duro para pagar las cuentas del local. No es como que sea un gran
negocio el arte urbano de jóvenes artistas desconocidos”
“¡Eres
la dueña!”
“No
precisamente. El banco es el dueño, pero estoy trabajando para que en unos
siete años puedas llamarme así”
“Este
lugar es muy bueno, las expos siempre son muy buenas…”
“No
es cierto… no siempre son muy buenas… pero todos deben tener una oportunidad,
¿cierto?”
“Eso
creo. La que tienes montada en la sala dos sí es muy buena, ya lleva rato ahí”
“Ventajas
de ser la casi dueña”
Así
que ella es la artista, pensó Mar y quiso comentarle lo que había pensado sobre
el caos, pero decidió hacerlo después, si había mundo, claro. Dijo en cambio:
“Me
gusta tu trabajo”
“Me
alegro. ¿Tú qué haces? Eres artista, ¿cierto? Te he visto por ahí con un
cuaderno de dibujo”
“Soy
diseñadora gráfica, trabajo en un empresa a unas cuadras de aquí, en el
edificio grande de ventanas”
“He
pasado por ahí algunas veces. Pero aparte de eso, ¿haces trabajo creativo
individual?”
“Algo”
“Si
algún día te sientes con ganas de mostrarlo, avísame. Sabes dónde encontrarme.
Tienes cara de estar esperando el fin del mundo, las personas así suelen dar
buenas sorpresas con su arte. Me dio gusto conocerte. Nos vemos pronto”
La
dueña de la galería dejó caer la colilla en el suelo y la aplastó contra su
zapato. Luego la recogió y la aventó a un bote de basura cercano para después
volver a su trabajo.
Mar
pensó que sería muy bueno dejar de esperar el fin del mundo para volver a
dibujar y luego exponer y evitar que personas como la dueña de la galería se
convirtieran en seres sin consciencia.
***
Nora
tomaba pequeños sorbos de su tercera taza de té esa mañana. En total, los
informáticos habían avisado a 78 contactos. Luna había reportado 89 viajeros.
334 seres, de 396.
“Es
suficiente”, declaró Luna.
Nora
casi tira la taza que sostenía cerca de sus labios al escuchar la declaración
de la viajera.
“Luna,
¿estás segura? En una semana más podríamos contactarlos a todos”
“Los
maestros están debilitados. Es el momento justo para actuar si queremos tener
una oportunidad”
“Bien.
Entonces… chicos, eso es todo”
Dijo
Nora a los jóvenes ojerosos que sin saberlo habían cooperado activamente con
salvar a la humanidad. Si es que lograban salvarla.
“Dejen
lo que están haciendo”, ordenó Luna. Los informáticos dejaron de inmediato de
teclear, apagaron los equipos de cómputo. “Vayan a casa”.
“El
pago prometido ya fue transferido a sus cuentas”, dijo Nora.
“El
pago fue por un proyecto para una corporación privada. Nora y yoseremos
totalmente borradas de sus mentes. No dirán detalles a nadie porque han firmado
un acuerdo de confidencialidad. Vayan y vivan felices”, finalizó Luna. Los tres
jóvenes tomaron sus cosas y sin despedirse, partieron.
“Tu
control mental sobre las personas es intimidante”, dijo Nora una vez que el
último informático cerró la puerta de la pequeña oficina en la que habían
trabajado.
“Intimidante
es tu capacidad para resistirte a él, Nora”
“Entonces…
¿qué sigue?”
“Debes
volver con Mar. Dile que el trabajo está hecho y que en un par de días deberá
estar lista. Después, ve a tu casa, Nora,con tu familia. Si las cosas no salen
bien, deseo que estés rodeada de las personas a las que amas”
“Yo
deseo estar junto a ti”
“Esta
vez no. Ve a casa”
“¿Es
una orden?”
“Es
una petición. Eres un ser humano importante. Haré lo necesario para protegerte,
pero si te quedas a mi lado, solo estorbarás. Eres una interferencia para mi
vínculo con Mar y ahora mismo, no puedo permitir ninguna”
Eso
había dolido, Nora no esperaba tanta franqueza, aunque, estando las cosas de
esa manera, no había mucha cabida a sutilezas. No tuvo otra opción más que la
de asentir.
“¿Esta
será la última vez que nos veamos?”, preguntó la escritora, segura de que el
final se acercaba.
“No.
Volveré a verte para decir adiós”
“Estaré
esperando”
Luna
se adelantó hacia ella, tomó su rostro
entre sus manos y besó sus labios con dulzura. Nora sonrió; después, tomó la
pequeña maleta con su ropa, cogió su computadora y se fue rumbo a la estación
de transportes. Le quedaba una larga jornada hasta la ciudad de Mar.
Era
curioso, el día que había ido en busca de Luna también lo había pasado viendo
su reflejo en la ventanilla de un autobús. Esa vez llevaba a cuestas la
esperanza de encontrar a quien le había obsesionado durante toda la vida. Ahora,
sin embargo, lo que viajaba con ella era su desesperanza. Si ella hubiera
estado en el lugar de Mar, se habría ido con Luna, sin dudarlo. Nora pensó que
probablemente por eso no estaba en el lugar de Mar. Bien, cumpliría su función
y luego buscaría a su hermano y lo llevaría al observatorio; sí, pasaría el
final del mundo que incluía a Luna, viendo las estrellas.
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Espero que Luna y Mar puedan vencer a los maestros con su amor porque yo creo que lo que debilita a los maestros es la fuerza del amor que une a Luna y a Mar espero que Mar y luna se queden juntas es una historia. Muy linda que ellas tienen se tendrían que quedar juntas gracias por esta historia Laura se agradece una historia tambien escrita
ResponderEliminarUn saludo desde Chile
Bueno al parecer la historia se esta a cavando pero muy interesante se aserca la bataya final entre malcianos e huma-siano. Nada espero que al fina luna quede junata MAR. MI MAR
ResponderEliminarBueno al parecer la historia se esta a cavando pero muy interesante se aserca la bataya final entre malcianos e huma-siano. Nada espero que al fina luna quede junata MAR. MI MAR
ResponderEliminarGracias Laura me encanta tu historia.
ResponderEliminarJjaxxel gracias por darnos el privilegio de disfrutar tan bellas historias, gracias por tu tiempo.
Gracias a todas y cada una de las escritoras por compartir sus historias
Me enganche tarde a la historia o.O jaja .... Pero como esta bastante avanzada en capítulos es una delicia poder disfrutarla una tras otra sin larga agonía y me llevo la grata sorpresa de que es bastante original . Gracias a la autora por compartir saludos.
ResponderEliminarQ bonita y original historia, y q especiales los sentimientos entre Mar y Luna, me encantan!! Gracias una vez mas x la continuidad Laura y tu talento!! Carmen.
ResponderEliminarDios que rolloooo... Luna y mar lo resolveran, Mar al parecer es mas fuerte de lo que pensaban los maestros... Laura tu historia es hermosa y genial...
ResponderEliminarHola yo también me enganché tarde a tu historia pero ahora no puedo dejar de leerla. Pero sabes yo se que todas quieren que mar y luna terminen juntas pero creo que nora a tenido que ver mucho en la historia. Espero que al final de la historia nora tenga un final feliz y si es con luna que mejor no te olvides de ella... saludos desde México
ResponderEliminarHola a todas!!!
ResponderEliminarCasi llegamos al final. De hecho, muy, muy, casi. Así que aprovecho para agradecerles su tiempo. Estoy muy contenta por sus comentarios y me pongo a su disposición en: 0.la.belle.indifference@gmail.com
Un abrazo a todas.
Un abrazo a la super administradora.
Laura T.D.