Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El raro diseño de la luna - Laura T.D - 10-2

10-2

En aquella novela las olas se movían marcando el ritmo de la vida. Era envolvente. El estilo de la narración de repente abrumaba tanto que podías llegar a sentirte como movida también por un vals y si te descuidabas emocionalmente, podrías verte convertida en una náufraga o un trozo de coral perdido o un pez globo desinflado, flotando a la deriva. Más o menos así se sentía Mar esa noche. No podía dormir. Hacía tres días que ella y Sara habían llevado a Luna a su primera cacería de oportunidades de experimentación romántica. No habían vuelvo a hablar. Ni si quiera un mensaje. Se sentía peor que como aquella vez en la que habían discutido por alguna estúpida razón que ni recordaba con claridad. Esa vez no se hablaron dos días y fue un martirio. Pero esta vez se sentía peor, porque ni siquiera estaba segura del por qué se había cortado la comunicación. Quizá había hablado de más; claro, eso era. Por lo que a ella concernía, le había medio declarado (otra vez) su amor en esa mesa de bar. Pero no, tampoco había sido tanto. ¿O sí? Tal vez no había sido explícita, pero es que a veces no podía controlar su impetuosidad, a lo mejor había dicho eso de “lo importante que eres para mí” con demasiado fuego en la mirada. El pensamiento la avergonzó, primero porque pudo ser cierto y luego porque en una de sus recreaciones mentales del momento se imaginaba vestida como un Romeo ofreciéndole la luna a su amada, con tal de demostrarle su amor. No había sido para tanto. De seguro estaba exagerando.

“Como un Romeo ofreciendo la luna”. Luna era la culpable de todo aquello, con su necesidad de desnudar el mundo de las emociones humanas poco a poco estaba influyendo en ella para destapar sus propias emociones. No es que estuvieran tan, tan, tan ocultas. Pero era culpa de Luna que en ese momento pensara ser un pez globo desinflado. Salió de entre sus sábanas. Tenía que ir al baño. En la madrugada tendía a ponerse ansiosa. No era demasiado insomne, pero si algo la atormentaba lo primero en escaparse era la capacidad de sentir el sosiego de una reconfortante noche de sueño. De camino al cuarto de baño, se preguntó qué estaría haciendo la alienígena. Luna no necesitaba dormir, se lo había dicho la primera noche, entonces ¿qué estaría haciendo detrás de la puerta de la habitación de su hermana?
Sintiéndose como si tuviera seis años, Mar se olvidó de la urgencia de su vejiga y pego la oreja contra la puerta de la habitación en la que estaba Luna. Nada. Bueno no es como si esperara que Luna estuviera realizando algún ritual intergaláctico ruidoso, o bueno, sí, la verdad sí se imaginaba algo por el estilo, siempre se había preguntado dónde y cuándo Luna consultaba esas famosas bases de datos que tanto mencionaba. Tenía que ser en momentos como ese en el que supuestamente estaba sola. ¿Y entonces qué? ¿Aparecían controles con muchas luces y consolas con pantallas para ver una enorme enciclopedia de la humanidad? Debía, en verdad, debía dejar de ver tanta televisión.
Giró la perilla de la puerta lo más silenciosamente posible. Entreabrió la hoja y se asomó dentro de la habitación. Todo estaba oscuro, pero justo cuando comenzaba a cerrar de nuevo para regresar a atender sus necesidades fisiológicas, surgió un destello blanco en mitad de la habitación. Era como una bola de luz blanca, parecida a la que arroja un faro de coche, de esas realmente espectrales. La esfera luminosa flotaba y poco a poco se fue aplanando hasta convertirse en una especie de disco horizontal. Mar notó que la esfera perdía un poco de su brillo y adquiría varios colores y pudo ver entonces que mientras cambiaba de forma, se desintegraba, con todo y su luz. El disco se estaba formando por partículas de polvo, pensó Mar, recordando su más básica formación científica. A Mar se le figuró que se parecía a una de esas fotos de galaxias que había visto en algún momento. Había una pequeña galaxia en medio de la habitación de su hermana y era hermosa.
Mar se acercó al disco. Extendió su mano para tocar el polvo maravilloso, pero sólo encontró el vacío. El polvo luminoso la atravesaba, después de todo estaban hechos de luz. No se atrevió a intentar tocar el centro en el que parecía mantenerse el núcleo de la esfera, brillando con una luz blanca-amarillenta, mucho menos brillante que la del inicio, pero no por eso poco brillante. Era como una pequeña… ¡Luna! ¿Dónde estaba Luna? Mar dejó de poner atención a la cosa que flotaba en el cuarto y se esforzó para buscar a Luna ayudada por la luz de las partículas que apenas iluminaban una aureola cercana. Mar sintió que su corazón se aceleraba mucho cuando encontró a Luna del otro lado del disco. Estaba sentada en el suelo, con la espalda recargada en la cama de su hermana. Su cuerpo estaba inerte, mantenía los ojos abiertos y aún con la poca luz, Mar pudo ver que estaban completamente negros. Supuso que su piel estaba blanca y lechosa.
Mar estuvo a punto de correr hasta Luna atravesando el disco, pero algo en su interior se lo impidió. Haciendo uso de una paciencia que no sentía, nunca, puesto que nunca tenía demasiada paciencia, se pegó todo lo que pudo a la pared y se dirigió hasta la interplanetaria por el perímetro.
Seguramente estaba ocurriendo alguna cosa alienígena que no alcanzaba a comprender, solo por eso no agarraba y sacaba a Luna de ahí para llevarla a un médico o algo. Bueno, tenía que ser honesta, su primer impulso fue trincarse a sacudir a Luna porque de ninguna manera podía estar muerta, ¿o sí? No. Luna no estaba muerta, pareciera lo que pareciera, respirara o no. Mar tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no gritarle que despertara, después de todo, seguramente aquello era planeado y luego cómo explicaba a sus papás la galaxia, los ojos negros… aunque eso no importaba porque lo único que quería era que Luna estuviera bien. Debía pensar claramente.
Luna no es un ser humano,se repetía. Como a la trigésima vez que lo hacía, decidió sentarse junto a lo que debía ser el recipiente de Luna en su forma alien-humanoide. Curiosamente no sintió tanto desdén por esa caracterización. Aventuró su mano hacia una de las manos de la inerte, posó la yema de sus dedos sobre algunos de la alienígena, para notar que… contrario a lo que pensó, estaba calientita. Como cualquier ser humano dormido. Parecía un cadáver caliente. Mar tiritó por el pensamiento. ¿Qué haría? Tendría que salir por donde había entrado, seguro. Pero Luna se veía tan indefensa, tan expuesta, que a lo mejor podía hacerle compañía. Era su vinculada, después de todo.
Además así el insomnio tenía alguna utilidad. Bien, se quedaría un rato solamente. Recargó su espalda contra el colchón, como el cuerpo de Luna, y  por reflejo jaló una sábana de la cama de su hermana y se cubrió con ella. No había frío, pero ya se ha dicho antes que las colchas le daban una sensación de seguridad. Se sintió egoísta. Así que sin pensarlo dos veces (porque si lo hubiera hecho se habría dado cuenta de que era un poco ridículo) extendió la sábana para también cubrir el cuerpo de Luna.
Y ahí estaba en el cuarto de su hermana, con un cuerpo inerte debajo de una sábana, viendo una minigalaxia flotando en medio de la habitación. La vejiga olvidada.
Mar notó que de vez en cuando una partícula parecía moverse más rápido que las demás. Se dijo así misma que eran estrellas fugaces y bien podían serlo. Así que pensó en algunos deseos. Pensó en Sara, la deseó. Un beso o dos o tres, muchos, pero no debía gastar todas las estrellas en besos de Sara. Deseó talento. Deseó salud para su familia. Deseó helado. Deseó que Luna regresara sana y salva, porque después de todo, los seres humanos no comprendemos esas ausencias-presentes de cuerpos inertes y nos preocupamos.
Contando miniestrellas dentro de la habitación de Luna, se quedó dormida.
Mar se despertó cuando el sol le dio de lleno en la cara. Estaba en su cama. ¿Cómo había llegado a su cama? y ¿por qué estaba abierta su ventana? Era sábado, no tenía que despertar temprano. Notó la hora en su alarma; de acuerdo, no era temprano. Encontró la sábana con la que se había cubierto, perfectamente doblada, a un lado de su almohada. Entonces había sido Luna la que la había llevado a su cama. ¡Qué fuerte tenía que ser! Eso considerando que la hubiera llevado cargada, porque también pudo haber ejercido control telepático. Pero no, Mar empezaba a recordar tantito a Luna besándola en la barbilla mientras la depositaba en una superficie suave. Y eso debía ser verdad porque no había razón alguna para andar soñando con Luna y sus besos raros.
Mar decidió levantarse. Quiso detenerse y tocar la puerta del cuarto de su hermana, pero entonces su mamá llamó. Si quería desayunar entonces debía darse prisa porque en poco tiempo sería hora de comida. Como Mar no estaba dispuesta a desaprovechar desayunar, comer y cenar en casa después de una semana de comer mal en la cafetería de la no-tan-grande-empresa para la que trabajaba, optó por bajar. A lo mejor y Luna estaba abajo.
Pero no. No la vio en la sala con su mamá. Se asomó por la puerta de la cocina, pero no, no estaba peleándose con el jardín junto a su papá. Su desayuno estaba servido, comenzó a comer. Terminaría y luego sí subiría a llamar a la puerta.
“Mar, ¿sabes a dónde iba a ir Luna?”
La pregunta de su mamá enfrió los hotcakes en su boca.
“¿Luna salió?”
“Sí, desde temprano. Dijo que volvería antes de la puesta de sol. Esa muchacha tiene una forma muy peculiar de hablar…”
“¿Y no dijo para dónde iba?”
“Creí que tú lo sabrías. Como no se separa de ti…”
“No. No me dijo nada”
“Bueno, quizá ya hizo nuevos amigos. Tendremos que esperar a la puesta del sol, para enterarnos. Necesito que después me ayudes  a sacar la ropa de tu hermana que desocupé. Están en el cuarto de Luna, en unas bolsas. Tu papá las llevará a donar”
“Sí, mamá”
“Y lava tus platos”
“Sí, mamá”
¿A dónde se había ido?
Mar no terminó su desayuno, pero lavó los trastes para evitar el contratiempo que significaría no hacerlo y discutir por ello con su mamá. Después fue directo al cuarto de su hermana. ¿Que su madre había dejado la ropa dispuesta en bolsas? ¡Claro! solo que las había metido en ellas sin ningún orden y aquello parecía importante en ese momento. “Antes de la puesta del sol”. Tenía tiempo más que suficiente para sacar toda la ropa y organizarla por color o por nivel de uso o por talla (su hermana no era muy estable con el control de su peso).  Por color, pensó, siempre creativa. Y aquella actividad la sumergió en una espera con menos tensión.
El ruido de alguien llegando por la puerta principal de la casa la sacó de su ensimismamiento de ordenación. Casi tira un montón de color naranja al salir rápidamente del cuartoy asomarse por lo alto de la escalera. Pero no era Luna, era Sara. “Ahí vamos otra vez con Iván”, después de todo, ningún malentendido era más fuerte que la necesidad de desahogar los males de amor. Tuvo la intención de ir hasta la recién llegada y recibirla, pero su mamá se había adelantado y ya la enviaba al segundo piso para que se encontraran. Mar esperó. Sara apareció unos segundos después.
“Hola”, saludó Mar.
Sara no respondió verbalmente, pero su cuerpo se abalanzó hacia el de su amiga en un abrazo ansioso, fuerte, largo. Mar se sintió perturbada con el perfume de Sara y con la cercanía y se dejó hacer. El contacto terminó hasta que Sara quiso.
“Me da gusto que te de gusto verme”, aventuró Mar. “¿Qué es lo que pasa?”
“¿De qué?”
“¿Estás bien?”
“Ya veo. Tú crees que estoy mal y por eso vine a buscarte”
“Sí… ¿no es así?”
Sara sonrió de medio lado. Mar sintió que se derretía con esa sonrisa.
“¿Estás ocupada?”,preguntó Sara.
“Arreglo ropa para donación”
“Te ayudo y hablamos”
Pero no fue fácil empezar a hablar. Lo que fuera que Sara quisiera decir, era una de esas cosas que cuestan empezar. Ni siquiera la veía de frente, Sara parecía más interesada en la perfección del doblado de la ropa, que en la vida misma.
“Discúlpame por haberme ido así”, Sara soltó aquello sin previo aviso.
“Oye… por  lo menos dejaste la cuenta cubierta”, Mar habló de buen humor.
“Tuve que irme”
“¿Iván?”
“Así es… ¿qué otra cosa sería?”
“Eso te pasa por decirle que llevábamos a mi prima de cacería”
“¿Estás aconsejándome mentirle a mi novio?”
Mar optó por no contestar.
“Como sea”, continuó Sara, “no estuvo bien irme así”
“No pasa nada. Estaba con Luna y era temprano”
“¿Se quedaron mucho tiempo más? ¿Lograron conseguir algo?”
“Luna consiguió el número de una mujer rara y yo un regaño de mi mamá por llevar a mi prima a beber entre semana”
“¿Llegaron borrachas?”
“No. Pero a mi mamá le gustó creer esa historia. Creo que solo quería sacar su frustración cuando a Luna se le salió decirle el nombre del lugar al que fuimos”
Sara sonrió.
“Le hubieras dicho que yo también estuve ahí”
“Se lo dije, pero creo que no lo creyó del todo”
Mar sentía dos tipos de alivio. El primero por tener a Sara junto a ella, comportándose como si nada hubiera pasado. El segundo porque entonces o no había medio-declarado su amor o ya estaba olvidado. No quiso hablar de los tres días de ausencia, porque entonces el “tuve que irme” de Sara, provocado por algún asunto con su novio, no tenía sentido. Sobre todo porque habían muchos asuntos sobre Iván que no ameritaban incomunicación.
“¿Y Luna?”
“No tengo idea”
Mar notó que Sara contuvo una sonrisa.
“¿Salió con alguien?”
“En serio, no tengo idea. Cuando me desperté, ella ya no estaba”
“¿Estás preocupada? Tienes cara de que lo estás”
“Luna no conoce bien la ciudad y ya sabes que a veces es un poco rara con la gente y además… pues… se supone que no puede estar demasiado lejos de mí”
“¿Cómo?”
Mar se dio cuenta de que eso último iba a ser difícil de explicar.
“Por lo mismo… no conoce bien la ciudad”
“Ya veo. ¿Quieres ir al cine?”
“¿Hay algo bueno?”
“Está esa película donde sale esa rubia que querías ver…”
Mar sabía perfectamente sobre qué película y qué rubia hablaban.
“Mejor invítame un café dulce, con mucha crema”. Pensó Mar, seducida por la idea de cafeína. Y además tenían que ir hasta el centro, donde podía ver si cierta alienígena aparecía.           
“Anda, vamos”
Terminaron de meter la ropa, la última parte ordenada de manera menos minuciosa, y se fueron.
Sara había insistido en que comprara el tamaño más grande de café. Mar supuso que de esa manera seguía expiando la culpa por haberlas dejado en el bar. El café frío estaba delicioso pero no la iba a dejar dormir. Y Luna no se veía por ninguna parte. Intentaba que Sara no se diera cuenta de que en cada oportunidad echaba un vistazo a su alrededor para buscar a su prima postiza. ¿Dónde estaba? Eran las cinco de la tarde. El sol se ponía a eso de las 6:30, así que era probable que ya no se la topara. ¿Y si ya había regresado a casa? Envió un mensaje de texto a su mamá. La respuesta, “No ha llegado” parpadeó en la pantalla. Quizá después de todo debió haber aceptado ir al cine, probablemente así estaría con la cabeza distraída o quizá no, pero entonces no estaría batallando también para prestar atención a la conversación de Sara.
“Quizá tuvo una cita”
“Eso es lo más probable, pero me desconcierta que durante tanto tiempo y sin haberme dicho nada antes…”. Mar se dio cuenta que Sara le había sacado sus pensamientos suavemente.
“Sabía que estabas pensando en ella”
“Estoy preocupada”
“Lo sé, lo que no sé es por qué. Ya está grandecita, seguro que se sabe cuidar sola”
Y claro que Luna seguramente era capaz de cuidarse sola en éste y todos los mundos y tiempos, porque era un ser avanzado y todo eso, pero ¿y el vínculo? ¿No por eso de sentirla cerca se la pasaba besuqueándola a la menor oportunidad? ¿Los sábados no funcionaba el vínculo? O a lo mejor, no la necesitaba tanto como pensaba.
“Afortunadamente, me gusta estar contigo aunque estés con la cabeza en otro lado”, dijo Sara, medio suspirando.
“Me siento responsable por ella”
“Eso está bien, pero no te he visto a solas en días y creo que eso no pasaba desde el colegio. En lo particular y discúlpame por esto, pero creo que Luna hizo bien en dejarte tranquila un rato… en dejarnos tranquilas”
“Hablas de ella como si fuera una molestia para ti. Sé que es difícil de entender, pero ella no ha sido grosera contigo. Me acosa a mí, ¿a ti qué?”
Mar se había molestado. Es que Sara volvía a tomarse atribuciones que no venían al caso, sobre todo desde su posición, sobre todo con ella que nunca le había pedido nada.
“Tienes razón, no es mi asunto lo que sea que tengas con ella”
“Escúchame, no quise decir eso… estoy preocupada, eso es todo”
Regresaron a casa de Mar en silencio. Ya había oscurecido, pero Mar evitó acelerar el paso.  La noche era calurosa y despejada, se podían ver unas cuantas estrellas y la luna se dibujaba en cuarto menguante. Era una bonita noche.
Estaban a pocos metros de la entrada y Mar alcanzó a ver a Luna debajo de la luz mercurial que alumbraba la acera frente a su puerta. No estaba sola. Otra mujer joven estaba con ella y parecía decirle algo acaloradamente.
Mar se preguntó qué era lo que pasaba. Instintivamente volteó a ver a Sara.
“Ahí está la desaparecida y parece que la cita no le resultó tan bien”,dijo Sara y fue ella quien se apresuró al encuentro de la galáctica y compañía.
Al acercarse, Mar pudo escuchar lo que la otra mujer le decía a Luna.
“…no puedes simplemente decirme que te despides de mí. Yo te necesito y ni siquiera sé bien por qué. Pero tú viniste a mí cuando te llamé y eso significa que nuestro vínculo no está del todo roto”
¿Vínculo? Se preguntó Mar. La mujer desconocida parecía decir aquello con significado.Definitivamente, por muy hermosa que fuera Luna, no habría podido desatar el amor de una conquista de manera tan apasionada, tan rápido.
“Buenas noches”, saludó Mar.
Luna volteó a verla. Estaba pálida, parecía muy cansada, desolada. El cuerpo de Mar reaccionó ante esto mucho antes que su mente y se acercó a abrazar a Luna, como si con eso pudiera hacerla sentir mejor, sin importarle la presencia de la desconocida ni de Sara.
“¿Estás bien?”,dijo al oído de Luna.
Antes de que Luna pudiera contestar algo, si es que tenía intención de hacerlo, la voz de la extraña las separó del contacto.
“¿Es ella?”
Luna asintió con gravedad.
La desconocida hizo un esfuerzo para recomponerse. Pareció tomar aire, obligarse a relajar sus músculos y entonces habló con tranquilidad.
“Buenas noches. Discúlpame por venir hasta la puerta de tu casa. Creo que ella y tú deben aclarar algunas cosas y yo algunas otras”
“Sería bueno, sí”, intervino Sara.
La desconocida regaló a las tres una última mirada.
“De nuevo me disculpo por aparecerme así. Mi nombre es Nora, y seguramente nos veremos pronto. Buenas noches”
“Buenas noches”, se despidió Sara, únicamente y Nora se alejó.
Mar sintió cómo el cuerpo de Luna se volvía pesado junto al de ella y alcanzó a rodearla por la cintura antes de que se cayera al suelo. Sara también se apresuró a rodearla y juntas llevaron a la galáctica dentro de la casa.
Afortunadamente, los padres de Mar parecían no estar. Mar lo agradeció en silencio, luego suplicó a Sara que le ayudara a llevar a Luna a su habitación. No estaba inconsciente, pero parecía a punto.
“¿No deberíamos llevarla al doctor?”
“No. Creo que solo necesita recostarse. ¿O necesitas otra cosa, Luna?”
“No. Ya estoy contigo. Me siento mucho mejor”
Mar y Sara acomodaron a Luna en su cama. Mar vio cómo Luna cerraba los ojos y conociendo que la alienígena no necesitaba dormir, se alarmó más. Necesitaba que Sara se fuera para empezar a entender qué rayos había pasado. Sara entendió la aflicción de Mar, pero no se veía dispuesta a irse, tomó a Mar de la mano y la condujo fuera de la habitación.
“Luna necesita descansar”
No. Luna no necesitaba descansar. Luna necesitaba sentirla cerca y ahí estaba Sara retrasando todo el proceso de vinculación humano-alienígena, pero no había manera de explicárselo a su amiga.
“Sara, creo que será mejor que…”
“Ya sé que quieres que me vaya, pero esto que pasó no se ve nada bien y no quiero dejarte sola”
“Todo está bien, Luna tiene esta condición física… es un poco débil”
“Sé que me vas a decir que no pasa nada, que todo está bien, pero yo sé que pasa algo que no me has dicho y tiene que ver con Luna y esa mujer. Pero también sé que tú tampoco entiendes del todo las cosas, así que voy a dejar que aclares el asunto. Pero tendrás que contármelo y si es grave, tendrás que involucrarme, porque no pienso permitir que de ninguna manera salgas lastimada”
Y Sara había dicho aquello tan segura y tan en serio que Mar solo pudo asentir.
“Te quiero con toda el alma, Mar”, dijo Sara y besó rápidamente los labios de su amiga con una suavidad que Mar creyó tener siempre negada. Sara se fue. Mar escuchó cómo cerraba la puerta de su casa y entonces se dio la vuelta apresuradamente y entró corriendo a la habitación donde estaba Luna.
“Oye, ¿qué pasa? ¿Luna, estás bien?”
“Ven”
Mar se acercó hasta la galáctica. Se sentó sobre la cama en la que Luna estaba recostada.
“Ven”
Volvió a pedir Luna y Mar se recostó junto a ella. Luna se abrazó inmediatamente a su cuerpo. La alienígena despedía un calor reconfortante, pensó Mar.
“Necesito sentirte”
“Eso imaginé”
“Estuve lejos de ti mucho tiempo, mi cuerpo humano comenzaba a fallar. Dependo de ti para funcionar correctamente”
“Lo sé, por eso me pareció muy extraño que te fueras sin decirme nada… no es que necesites darme explicaciones, seguramente tenías asuntos de marcianos que atender, pero bueno, vives diciendo que soy tu vínculo en este mundo y me sigues a todas partes y entonces te vas sin avisar…”
“Tuve que hacerlo. Me llamó con tanta fuerza que tuve que encontrarme con ella. Olvidé lo impetuosos que pueden ser  los seres humanos”
“¿Nora?”
“Es correcto”
“¿Ella fue tu vínculo a este mundo?”

“No. Ella es mi creadora”
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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