Capitulo 12
ABIGAIL
Iba
hacia la facultad otro lunes mas solo que, a diferencia de otros días, hoy iba
en mi coche nuevo, la verdad es que no había pensado ir a trabajar en el, pero
justo hoy se me hizo tarde. Iba con una gran sonrisa, el día anterior había
sido genial, me lo pasé en grande y haber solucionado mis problemas con
Alejandra había sido la guinda del pastel.
Aparqué
y me fui para el despacho. Silvia estaba repasando la clase que daría dos horas
después y Antonio...Antonio ni siquiera había venido. Mi buen humor desapareció
al instante. El muy payaso tenía que dar la primera clase y aún no estaba aquí.
Esto es increíble…
-
¿Ha llamado Antonio?
-
No, tampoco ha pasado por aquí desde las
siete y media, que es cuando he llegado yo- resoplé cabreada.
-
Pues son casi las ocho y media, joder, llama
a conserjería y que llamen a su casa o a su móvil, no sé, donde sea, pero que
den con él- ella me hizo caso enseguida. Habló con uno de los conserjes y le
dijeron que en cuanto supieran algo que nos avisaban ya que él ni había venido
ni había dado señales en toda la mañana. Yo estaba furiosa. Sus clases eran
desastrosas, los chicos venían después de cada clase a preguntar miles de dudas
y yo casi que tenía que dar la clase en el despacho, venía tarde y ya para
colmo, no venía.
-
No dan con el Abi. Su móvil da apagado y en
su casa no contestan.
-
Mierda- cogí mi maletín y todo lo necesario
para dar la clase- son las ocho y media
ya. Voy a dar yo la clase. Puedes venir si quieres- ella asintió, recogió sus
cosas y me siguió.
Llegamos
a la clase y ya estaban todos los alumnos esperando. Cuando me monté en la tarima,
enseguida vi a Alejandra que, al verme, me sonrió y yo a ella. En ese momento
todo mi mal humor se desvaneció.
-
Bueno chicos, hoy daré la clase yo ya que
parece ser que Antonio tiene cagalera y no puede salir del baño- todos los
chicos comenzaron a reírse y entre ellos, Alejandra, joder tiene una sonrisa preciosa... ¡Concéntrate! Seguí con la lección
aunque había momentos en los que mis ojos no se separaban de la castaña... Abi estás perdida…
Llevaba
más de la mitad de la clase cuando un móvil sonó.
-
Chicos… ya sabéis que debéis silenciar
vuestros teléfonos- dije sin parar de escribir en la pizarra.
-
Perdón, profesora- me volví un poco, era el
de Alejandra.
Seguí
con mi lección. Cuando les hablaba a los chicos no pude evitar darme cuenta de
que a Alejandra no paraba de vibrarle el móvil y ella rechazaba la llamada para
seguir atendiendo a la clase. Minutos más tarde, estaba explicándoles unas
gráficas cuando pude notar, ya que la miraba casi todo el rato, que ella se
puso muy nerviosa. Llamó la atención de su compañera y le enseñó el mensaje la
cual también cambió su semblante. Su compañera le dijo que se fuera que no
pasaba nada que interrumpiera la clase y ella comenzó a recoger sus cosas muy
nerviosa y se levantó para irse llamando la atención de sus compañeros. Yo la
miré como preguntándole qué es lo que ocurría y ella me miró con cara de
absoluto terror y preocupación. Hizo que mi corazón se pusiera a mil por hora.
Algo iba mal. Salió de clase corriendo y yo intenté disimular y proseguir con
el resto de la clase. Me fue imposible centrarme, estaba muy pero que muy
preocupada. Aligeré un poco mis explicaciones y di por terminada la clase. Esperé
hasta que la mayoría de los alumnos se habían ido de la clase para acercarme
hasta su compañera y preguntarle que ocurría.
-
Carolina, puedo hablar contigo un momento- la
separé de las demás- ¿qué le ocurría a Alejandra?
-
Lo siento mucho si la ha interrumpido, pero
es que se tenía que ir- noté preocupación en su voz.
-
No pasa nada, Carolina, solo dime qué ha
pasado.
-
La han llamado varias veces desde un número
que no conocía y no lo ha querido coger para no molestar así que le han mandado
un mensaje…era la maestra de su hijo, él ha tenido un accidente y está en el
hospital- noté como me tambaleaba por unos segundos, el pánico se había
adueñado de mi cuerpo. Me agarré al marco de la puerta para no perder el
equilibrio y no caer redonda al suelo- ¿se encuentra bien profesora?
-
Si, si, no te preocupes- intenté mantener la
calma- ¿Sabes que le ha ocurrido y en
que hospital está?
-
No sé que ha pasado, solo sé que lo estaban trasladando
al hospital de San Jorge, el que está en el centro.
-
Si, sé cual es, gracias Carolina.
Me
acerqué a Silvia que me estaba esperando fuera de la clase mientras sacaba mi móvil.
-
Silvia me tengo que ir- marqué el número de
Santi y recé porque no estuviese dando clase.
-
¿Pasa algo?
-
Al hijo de Alejandra le ha pasado algo, está
en el hospital y tengo que ir. Te dejo al cargo de la asignatura, hoy darás
todas las clases que había programadas, las tuyas y las de Antonio si tienes
algún problema llámame al móvil- me
despedí de ella y me fui hacía al coche mientras intentaba contactar con Santi.
Gracias a dios la segunda llamada fue atendida. Le expliqué lo poco que sabía y
le pedí que ayudara a Silvia en todo lo que necesitara ya que estaba sola.
Colgué y me fui lo más rápido que pude hacia el hospital.
Al
llegar, aparqué el coche en el parking del hospital y me fui directa a una de
las recepciones para preguntar por él. Me indicaron que acababa de llegar, que
no las habían informado de qué había pasado y que sus familiares estaban
esperando en la segunda planta. Estaba aterrorizada, no podía imaginar que le había
ocurrido algo malo a mi pequeño porque, sí, a estas alturas el peque se había
alojado en lo más profundo de mi corazón y alejarme de él sería para mí como si
me arrancaran el corazón y lo rompieran en mil pedazos. Sentía que me moría si
le pasaba algo.
Nada
mas doblar el pasillo me encontré a Alejandra y a su madre llorando sentadas en
la sala de espera. Yo tenía unas ganas enormes de llorar, las piernas me
temblaban pero saqué fuerza de donde pude para no hacerlo. Ellas necesitaban
que yo estuviera ahí para apoyarlas. Alejandra alzó la vista al escucharme
llegar y corrió a mis brazos llorando para abrazarme. Abi no llores ella te necesita fuerte.
-
¿Qué ha ocurrido Alejandra?- la apreté mas
contra mi al ver que su llanto se intensificaba.
-
Iban andando por la calle camino del museo
cuando, cuando- su llanto era inconsolable- al pasar un paso de peatones un
conductor se saltó el semáforo y lo arrolló- me estaba temiendo lo peor pero tenía
que mantener la calma- un puto conductor que llegaba tarde al trabajo Abi- Mi tristeza
y preocupación se estaban mezclando con impotencia y furia. Dónde estaba la
profesora del pequeño y dónde estaba el desgraciado del conductor del coche, si lo tuviera delante lo mataba con mis
propias manos… La acerqué hacia donde estaba su madre, la senté y me abracé
a Victoria. Ella debía de estar tranquila ya que su corazón era más delicado.
-
¿Sabéis como se encuentra o algo?
-
No nos han dicho nada, llevamos aquí media
hora esperando. Venía inconsciente y tenían que hacerle algunas pruebas- la
abuela del pequeño estaba realmente nerviosa y temía por su salud.
-
Victoria, debes calmarte sino tu corazón se
resentirá- agarré sus manos con fuerza intentando calmarla- todo estará bien,
ya verás- ella me miró con sus ojos ya rojos de tanto llorar.
-
Dios te oiga, hija- la abracé otra vez.
-
Voy a buscar a alguien, no nos pueden tener
tanto tiempo aquí esperando- me levanté y fui hacia un grupo de enfermeras.
Ellas solo sabían que el pequeño había venido inconsciente y que le estaban
haciendo un TAC para saber si su cerebro se encontraba bien. Volví donde
estaban ellas- le están haciendo varias pruebas para saber si su cerebro esta
bien a causa del golpe- me senté al lado de Alejandra y pasé mi brazo tras ella
acercándola a mí- debemos de esperar y calmarnos- Decía mis palabras casi por
inercia ya que yo estaba luchando por no llorar.
Pasaron
más de veinte minutos cuando alguien apareció por el pasillo. Era una muchacha más
o menos de mi edad acompañada de un hombre más mayor que la consolaba. Se acercaban
a nosotras por lo que le pregunté a Alejandra quienes eran y me dijo que era la
maestra de Víctor y el director del colegio. De repente una oleada de rabia
inundó todo mi cuerpo.
-
Señorita Hidalgo- dijo el director- venimos a
ver como se encuentra Víctor- Alejandra iba a hablar pero mi rabia hizo que
explotara.
-
¿Dónde cojones estaba usted cuando ha
sucedido todo?- me dirigí hacia la maestra que no paraba de llorar.
-
¿Qué?- no se esperaba mi reacción.
-
Que si usted era quien estaba al cargo de
Víctor dígame como es posible que el niño pasara solo el paso de peatones, dónde
cojones estaba usted en ese momento- le alcé la voz.
-
Oiga quién se cree usted para hablarle así a
la maestra - intercedió el director.
-
Como al niño le pase algo, soy la que se va a
encargar de que su maestra no pueda dar clase en ningún colegio del país- le
dije esto gritándole y acercándome para encararlo, pero justo cuando me iba a
poner justo enfrente del director Alejandra se puso entre él y yo para intentar
calmarme.
-
Abi por favor, ella no tiene la culpa- se
abrazó a mi y hundió su cara en mi cuello- por favor, tranquilízate, ella no
tiene la culpa. Por favor, necesito que estés como antes, por favor- sus
suplicas y su contacto hicieron que me tranquilizara. Le aguanté la mirada al
director por unos segundos pero la presión de su cuerpo contra el mío me
desactivó por completo- el único que tiene culpa es el desgraciado que conducía
el coche.
-
Está bien- besé su mejilla- estamos todos un
poco alterados- miré al director.
-
Si… también veníamos para decirles que la policía
tiene en comisaría al desalmado que hizo esto y que pasaran en unas horas para
saber cómo está Víctor para así saber que cargos le imputan. Si nos disculpan
vamos a ir a que nos de el aire ya que la maestra no se encuentra muy bien y a
darle una tila para los nervios.
-
De nuevo lo siento- dijo la maestra entre
sollozos, después de mis gritos la muchacha se había puesto peor.
Nos
sentamos de nuevo a esperar al medico. Alejandra agarraba mi americana con
fuerza y se acurrucaba más contra mí y Victoria, al otro lado, sujetaba mi mano
libre mientras yo le acariciaba la suya con el pulgar. Esto se me estaba
haciendo especialmente duro. Me mataba verlas así y me mataba no saber que le
pasaba al pequeño. Era toda una tortura. Los minutos parecían horas y mi fuerza
se estaba acabando. Por fin, no sé después de cuanto tiempo, apareció uno de
los médicos y se acercó a nosotras. Nos levantamos las tres para ver que nos
decía rezando porque no fuera nada grave.
-
Hola soy el Doctor Lara, antes de anda tranquilícense,
su hijo esta fuera de peligro- suspiré aliviada- le hemos hecho varias pruebas
ya que los testigos nos dijeron que se había golpeado la cabeza y queríamos
asegurarnos de que su cerebro no se hubiese dañado. Y así es, su cerebro no se ha
hinchado ni ha sangrado, le haremos algunas pruebas mas pero antes tenemos que
operarle- al ver la cara de terror de las tres el médico prosiguió con sus
explicaciones rápidamente para no alargar la angustia- tiene un hueso roto en
el brazo, parece ser que es donde recibió el impacto del coche y tenemos que operarlo
para así asegurar que suelde bien y que no tenga problemas de movilidad ni nada
de eso en el futuro. Aparte de eso solo tiene un par de heridas que sanaran.
Pueden estar tranquilas.
-
Gracias doctor, cuando lo van a operar.
-
Dentro de unos minutos, están preparando el
quirófano.
-
¿Podemos verle?- dijo angustiada Alejandra.
-
Me temo que no, está ya preparado para la
operación, pero no se preocupe dentro de unas tres horas podrá quedarse con él
el tiempo que desee.
Me
sentí muy aliviada. Todo se había quedado en un “pequeño susto”. El doctor se
despidió de nosotras y nos volvimos a sentar. Solo cabía esperar que terminasen
con la operación. Ya estábamos mucho mas calmadas dentro de toda la angustia
que habíamos vivido momentos antes.
-
Voy a ir a la cafetería a por una tila ¿Queréis
algo?- nos dijo Victoria levantándose.
-
Voy yo Victoria, quédate aquí.
-
No, no, no estoy tan vieja como para que me
sirvan, además necesito un poco de aire fresco, quedaos aquí- le asentí y me
quedé en la misma postura que estaba: rodeando entre mis brazos a Alejandra. El
peligro había pasado pero su angustia aún no se había ido y necesita mi apoyo.
Nos
quedamos las dos solas en silencio. No era un silencio incómodo, como otras
veces, simplemente no teníamos mucho que decirnos. Yo intentaba calmarla
acariciando su brazo con mi mano y ella poco a poco se fue relajando.
-
Sabes…- me habló después de unos minutos-…
cuando me enteré que estaba embarazada… toda mi vida cambió. Mis amigas me dieron
de lado, dejé de ir a clase aunque aún no se me notaba y Felipe… intentó
convencerme de que abortara- mi cuerpo se tensó solo de pensarlo- todos los
días me repetía una y otra vez que era el mayor error de nuestras vidas y que
destrozaría mi vida si lo tenía. Me lo repitió tantas veces que al final yo
acepté…pero cuando fui a casa y les dije a mis padres mi decisión ellos…
-
¿Te obligaron a tenerlo?
-
No… ellos me dijeron desde el primer momento
que me apoyarían en la decisión que yo tuviera, pero cuando se lo dije mi padre
se levantó del sillón, buscó entre los libros de la estantería, sacó un álbum
de fotos y me lo tendió… yo lo cogí extrañada y comencé a mirarlo. Eran fotos mías
de cuando yo era un bebé y en esas fotos pude ver la felicidad de mis padres al
tenerme y entonces comprendí que esa felicidad también me la daría a mí Víctor…
y así fue… cada día me digo a mi misma que fui estúpida por haberlo dudado, por
haber cedido aunque sea un poco a las presiones de Felipe… Víctor es mi vida,
la única razón por la que me levanto cada mañana.
-
Tomaste la mejor decisión, has criado a un
niño fantástico que se hace querer… al que quiero como, como…- Alejandra levantó
su cabeza de mi hombro y me miró a los ojos ¿qué
vas a decir Abi? ¿Cómo si fuera tuyo? ¡Estás loca! Nos quedamos mirándonos
unos segundos hasta que Victoria llegó.
-
Os he traído un par de zumos- Alejandra apartó
la mirada rápidamente y yo la imité.
-
Gracias mamá.
Las
tres seguimos esperando. Mientras tanto, Silvia me llamó para saber por el niño
y para decirme que Antonio había aparecido pasadas las once de la mañana con
unas ojeras que, a su parecer, daban a entender que no había dormido a causa de
alguna borrachera y que al saber que él no daría ninguna clase ni siquiera
protestó y se fue a casa, esto está
pasando de castaño a oscuro… también me indicó que había notificado mi
ausencia a secretaria y había informado de mis pautas para las siguientes
clases además de que me preguntó si quería que me pidiese un día de asuntos
propios para el día de mañana, esta mujer
está en todo, yo acepté su propuesta y le indiqué que me ausentaría dos
días y que la dejaba al cargo de todo con la ayuda de Santi. Esos dos días los
emplearía en estar con ellas en todo lo que necesitaran y en preocuparme
exclusivamente de mi pequeño.
ALEJANDRA
Esa
mañana me había levantado especialmente feliz, llena de energía y, aunque me
cueste admitirlo, con unas ganas inmensas de ver a mi profesora. Desayuné con
mi madre y con mi hijo, mientras le convencíamos que debía ir al cole ya que
tendría mucho tiempo para disfrutar de todos sus juguetes nuevos y en especial
de su videoconsola. Me despedí de los dos con un sonoro beso y me fui a la
facultad. Me entristeció un poco no ver en el bus a Abi porque sabía que apenas
la podría ver aquella mañana ya que el inútil de Antonio nos daría la clase, si es que se puede llamar así lo que hace…
Mi sorpresa fue máxima cuando en vez de entrar por la puerta Antonio, entró
Abigail con su becaria y nos indicó que ella daría la clase. Hoy iba preciosa, era
imposible negarlo, llevaba una americana azul marino, una camisa azul claro y
unos pantalones pitillo beige acompañados, como siempre, de unos altos tacones.
Su pelo recogido en una cola alta y llevaba unas gafas de pasta marrones mas
grandes que las que acostumbraba a llevar normalmente, ¿cómo voy a atender a la clase con semejante espectáculo? No
despegaba mis ojos de ella, y podía notar que, en ocasiones, ella de mi tampoco
haciendo que me pusiera como un flan, pareces
una quinceañera Alejandra, ¡concéntrate! Para más INRI un número
desconocido no paraba de llamarme haciendo imposible que me enterase de la
clase de ese día. Intenté atender hasta que recibí un mensaje que cambió mi día
completamente. Mi hijo tuvo un accidente y lo estaban llevando al hospital.
Sentí que me moría en aquel instante. Me fui corriendo al hospital encontrándome
a mi madre envuelta en un mar de lágrimas, me temí lo peor y yo empecé a llorar
abrazada a ella. Ni siquiera pudimos verlo cuando llegó. Lo tenían dentro y no
nos dejaban verlo y yo estaba al borde de un ataque de nervios. Escuché unos
tacones y alcé mi mirada. Era Abigail. Sin pensarlo me fui directa a ella y me
abracé lo más fuerte que pude. Ella me estrechó entre sus brazos e intentó
calmarme haciéndome creer que ella estaba serena aunque yo podía notar como
ella temblaba. Sus brazos me reconfortaban y sus palabras lograron
tranquilizarme. Nos sentamos con mi madre y yo no la solté ni un momento.
Mientras
esperábamos, la maestra de Víctor llegó y fue en el único momento en el que Abi
perdió la compostura. Podía ver la rabia en su mirada y yo volví aponerme muy
nerviosa así que hice lo único que sabía que hasta ese momento me calmaba: me
abrace a ella. Ella también se calmó. Nos volvimos a sentar y esperamos a tener
noticias de mi hijo. La espera me mataba y me hacía pensar en lo peor, pero al
fin llegó el doctor con buenas noticias. Mi pequeño, dentro de lo malo que podía
haber ocurrido, había salido bien parado. Tan solo tenía un brazo roto y
algunas heridas. Tendríamos esperar unas horas hasta poder verlo.
Aunque
el susto ya se había pasado no me podía despegar de Abi, la necesitaba cerca de
mí para sentirme segura y ella, gracias a dios, no me puso ningún impedimento,
es más, de vez en cuando me apretaba contra ella y acariciaba mi brazo haciéndome
sentir mucho mejor… como nunca me había sentido… En un momento en el que nos
quedamos a solas nos quedamos mirándonos por unos segundos. Yo sentía unas
grana irrefrenables por besarla y, a la vez, mucho miedo por siquiera plantearme
hacerlo. Pero mi madre llegó y como un resorte saltamos y dejamos de mirarnos.
Gracias
a dios, la operación fue genial, nos explicó el medico que no había surgido
ningún contratiempo y que todo había salido según lo previsto. Me dejaron
entrar a verlo tan solo unos minutos ya que estaba aun anestesiado y me
indicaron que cuando lo subieran a planta, que sería en unas horas, podría
estar con él todo el tiempo hasta que le dieran el alta. Al verlo no pude
evitar llorar, estaba lleno de moratones, se le veían algunas vendas tapando las
heridas y su brazo derecho estaba escayolado por completo, mi pequeño, ¿qué te han hecho? Me acerqué, peiné su precioso pelo
castaño, besé su frente y salí para que mi madre pudiese entrar a verlo.
Al
salir me abracé a Abi, la necesitaba. Sus brazos me reconfortaban tanto como
los hacían los de mi padre cuando era pequeña. Era una sensación diferente pero
tan intensa que solo la podía comparar con esa. Ella no decía nada solo me
apretaba mas a ella y besaba mi cabeza.
Mi
madre salió minutos después y juntas volvimos a esperar hasta que por fin trasladaron
a mi pequeño a planta donde se recuperaría unos días. Él estaba dormido, nos
dijeron que le habían suministrado algunos calmantes para el dolor y que
dormiría hasta mañana. Yo pasaría la noche con él y mi madre se iría a casa
para descansar. La pobre había tenido un día horroroso, como yo, pero ella
debía cuidarse ya que su corazón no era muy fuerte. Eran las once de la noche
cuando logré convencerla para que fuese a descansar.
-
Yo te llevo, Victoria- le dijo Abi- tengo el
coche en el parking.
-
Gracias hija- le sonrió mi madre a Abi.
-
Nos vemos mañana- me despedí de mi madre y
las dos se fueron.
Me
senté de nuevo en el sofá que había al lado de la cama de mi pequeño y me dediqué
a mirarlo. Se veía tan tranquilo, cómo si no le hubiese ocurrido nada. Mi mente
no pudo evitar recordar el desayuno cuando nos pedía por favor que le dejásemos
quedarse en casa para disfrutar de sus juguetes, si hubiese cedido no se encontraría en esta cama… no pude evitar
volver a llorar. Tapé mi cara con mis manos para que mi llanto no se escuchara… todo era por mi culpa. No me di cuenta
en qué momento alguien entró en la habitación y sin mediar palabra me rodeó
entre sus brazos, ese perfume era ya inconfundible para mí, era Abigail.
Levanté la vista y la miré.
-
Shh no llores mas- limpió las lágrimas de mis
mejillas.
-
Es todo por mi culpa
-
¿Por qué dices eso?
-
Si lo hubiera consentido y lo hubiese dejado
que se quedara en casa disfrutando de sus juguetes no estaría aquí- mi llanto
volvió con mas fuerza y ella me apretó mas contra ella.
-
No digas eso, era imposible saber que eso
pasaría- Nos quedamos en silencio por unos minutos hasta que yo me calmé un
poco.
-
¿Por que has vuelto? Creía que te ibas a
casa, no es necesario que te quedes.
-
Me quedaré hasta que me eches- me sonrió- no
te voy a dejar sola, Alejandra- yo le sonreí. Sin decir nada se separó de mí y
se levantó. Volví a sentir esa necesidad de que volviera a abrazarme. Ella
buscó en el armario de la habitación una manta y un cojín. Se volvió a sentar y
puso el cojín en sus piernas- túmbate- yo obedecí sin decir nada y ella me tapó
con la manta- nos espera una larga noche y lo mejor es estar cómodas- y sin mas
comenzó a acariciarme el pelo. Yo me sentía en una nube, estaba tan a gusto que
noté como mis parpados me pesaban, intentaba abrirlos para así disfrutar del
momento pero ellos se cerraban solos llevándome a un profundo y reconfortante
sueño.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Xiion - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Pobre victor por suerte no fue a mayores y me encanta esa abi tan consoladora me enamoran las dos son hermosas excelente capitulo besos
ResponderEliminarEl apoyo q le está dando abi a Alejandra demuestra q está enamorada de ella
ResponderEliminarY no es por liar la cosa pero solo faltaría q el conductor fuera antonio
Estoy enganchada con esta historia me encanta
M.S (galicia)
¡Wowww!! Pobrecito niño por suerte no fue peor. Y que importante para Alejandra tener a su madre y mas consolador tener el apoyo de Abigail ahí en los momentos mas fuertes
ResponderEliminarAbigail ya esta perdidamente enamorada de Alejandra y Victor ya para es su hijito y hará todo por ganarse el amor de Alejandra sin saber que esta ya esta enamorada de ella creo que estos dias que se tomara Abigail para estar con Alejandra y Victor serán muy importante creo que antes que Victor se recupere tendrá dos mamas
Llegue a pensar que Antonio era el culpable.... Con este gesto Ale ya esta mas que enamorada
ResponderEliminar