4.
Me había alejado un poco de mi amiga. No soportaba verla,
sentía cosas que no sabía hasta cuándo podría controlar, así que necesitaba
cierto tiempo para analizar un poco las cosas. Mientras, aguantábamos los
chismes, ya se había regado como plaga por el barrio que mi amiga y yo teníamos
una relación a escondidas y que nos habían descubierto. Me sorprendía en verdad
cómo a las personas les encantaba divulgar trivialidades falsas y agrandarlas
hasta más no poder sin importarles las consecuencias, sin tomar en cuenta la
vida de las personas sobre quienes chismean. Pero no podíamos hacer nada por el
momento y tal vez nunca lo podríamos hacer... A menos que una de las dos
tuviera de pronto un novio o se casara. Pero eso sería una tontería.
Por otro lado me había costado un montón alejarme de
ella. La extrañaba muchísimo y me moría de ganas de buscarla. Habían pasado dos
semanas ya. Lo peor era que a nadie se le había hecho extraño los rumores que
habían comenzado a correr según ellos porque lo veían venir al andar nosotras
calle arriba y calle abajo siempre juntas, hasta mi madre tuvo que soportar un
interrogatorio en el colmado del barrio, que por qué no me cuidó, que cómo se
le ocurrió dejarnos a mí y a mi amiga tanta libertad, que cuál era el ejemplo
que daba yo para mi hermana menor y un montón de tonterías más a las que mi
madre respondió con creces, ella no era una persona de mucha paciencia. Aunque
de todos modos me dio mi sermón en cuanto llegó a casa. Me dijo que cuándo
pensábamos resolver la situación mi amiga y yo, que no podíamos permitir tal
atropello mientras a mi padre nada lo inmutaba, había llegado al extremo de burlarse
de la situación y me costaba disimular cuando me decía que mi amiga era un buen
levante.
¿Cómo podríamos resolverlo? ¿Cómo defendernos de la
verdad? Y en tal caso ¿Que pasaría? Yo trataba de actuar normal ante la
situación pero sentía unas ansias tremendas cada vez que escuchaba que
pronunciaban su nombre. Daylis.
-Vanessa- una compañera de curso me sacó de mi
ensimismamiento.
Estaba de pie frente a mí, alcé la vista desde mi asiento
y la miré.
-¿Sí?- contesté parpadeando.
-¿Irás a la fiesta?
-¿Cuál fiesta?- pregunté totalmente perdida.
-¡La que hare en mi casa, tonta!- me dijo entre risas.
-Ha. Cierto. No lo sé, ya sabes cómo están las cosas
últimamente- le dije recordándole el asunto con Daylis –No quiero que te
incomoden, si voy, se la pasarán chismeando.
-¡Ay, por favor!- me dijo poniendo sus manos en mi
hombro- Deja de hacerle caso a todo lo que dicen, que hablen, si eso los hace
felices, sé tú feliz también- me soltó y se dirigió a su silla, no sin antes
voltearse y decir- Además, de todos modos no pasa nada entre ustedes ¿O sí?-
dijo con tono burlón y aires de chismosa. Se echó a reír y la secundé como toda
una hipócrita. La vi volver a su lugar y sentarse. Si supiera… Lo peor es que
seguro mi amiga estaría en esa fiesta porque aunque no estudiábamos en el mismo
liceo, sí vivíamos en el mismo barrio y con eso bastaba. Así que pensé que ya
estaba bueno de cobardía, de todos modos, Daylis, también la estaba pasando mal
al igual que yo. Tal vez no debí haberme alejado, yo no sé qué haría si un día
ella ya no quisiera estar conmigo. Bueno, estar, estar no… Pero… Dios, estoy
delirando. Necesitaba verla ya.
Al llegar la hora de receso la llamé. Me sentí nerviosa
por escuchar su voz, como si hubiera pasado un mes, le pedí perdón por actuar
como tonta, también quise decirle que la había extrañado pero no llegué tan
lejos, le comenté de la fiesta y justo me dijo que también la habían invitado
pero que no pensaba ir así que tuve que rogarle para convencerla, merecíamos
salir un poco y pasarlo bien, no podíamos permitir que nuestras vidas se
detuvieran solo por la gente chismosa.
-A mí no me preocupa la gente- me dijo- Sólo lo digo por
ti, no quiero que te sientas mal cuando estemos allá y estén cuchicheando.
-No, no te preocupes, que hablen todo lo que quieran… no
me importa- dije sin más, sólo quería verla.
-Bien, entonces, nos vemos allá.
-Claro. Hasta la noche.
En verdad me habría gustado que me dijera que nos
fuéramos juntas y tal vez debí pedírselo yo pero fui muy cobarde. Me sentía
cohibida por todo lo sucedido. Sin embargo al caer la noche algo dentro de mí
me tenía nerviosa, no sabía ni qué ponerme a pesar de que solo era una fiesta
como cualquier otra, éramos todos conocidos y no era el tipo de reunión donde
la vestimenta fuera algo con reglamentos incluidos. Pero no podía dejar de
sentir una emoción inexplicable, como si fuera a tener una cita con ella. Una
cita. Me reí mientras me veía en el espejo. Fui hasta la sala.
-Ho, me parece que vas poco casual- se burló mi padre.
-¿A qué hora vuelves?- me preguntó mi madre.
Esa era la diferencia entre ellos, mi padre solo sabía
burlarse de la vida mientras mi madre era una controladora empedernida, supongo
que por eso siempre fui tan rebelde, siempre he sentido la necesidad de ser
libre como un ave. A mi madre le agradaba bastante mi amiga porque era todo lo
contrario de mí, ella decía que me hacía bien tener a alguien que conociera
límites pero yo solo pensaba que las dos eran dos aburridas. Papá se burló que
me había arreglado demás y que seguro era para impresionar a Daylis, no paraba
con ese temita. Ellos sabían que mi amiga iría y que decidimos dejar de
preocuparnos por lo que diga la gente aunque mi madre insistía en que debíamos
hallar la forma de poner a todos en su puesto. Era toda una revolucionaria.
Mi hermana como era de esperarse por su edad, se limitó a
mandarle sus saludos a mi amiga pidiéndome que la llevara a casa después de la
fiesta. En verdad sería bastante gracioso que saliéramos juntas de la fiesta
directo a mí pasar la noche en mi casa… Y de pronto la idea de mi hermana no me
pareció tan mala. Al fin y al cabo ya se callarían por sí solos en cuanto una
de las dos consiguiera novio, cosa por la que yo no tenía ningún interés.
Bueno, que mi amiga se echara la soga al cuello si quería porque yo no estaba
en eso.
Al llegar a la fiesta entré y todo lleno, como siempre
fui un poco tarde. Si una fiesta era a las 7:00pm en verdad era como si dijeran
a las 9:00pm ya que una o dos horas era lo que se tomaba una fiesta en
parecerlo. Saludé a todo el que reconocí y al resto les pedí permiso para
pasar. Ya había visto a mi compañera del liceo pero no encontraba a Daylis.
Temía que se hubiera arrepentido pero enseguida pensé que me lo habría avisado.
Entonces la vi. Estaba preciosa. Me quedé muy quieta
mientras la miraba de lejos, no sé qué me pasó pero sentí de pronto que mi
corazón latía más fuerte de lo normal. Estaba hablando con alguien, no tenía
idea de quién era, nunca la había visto. De pronto Daylis volteó justo hacía
donde yo estaba y me miró, sonrió, parecía feliz de verme pero la chica que
estaba con ella le dijo algo entonces mi amiga la miró y luego esa misma chica
la abrazó. Fue un abrazo tan extraño, como si la conociera de toda la vida, al
despegarse se quedó con su alrededor de su cuello y seguía diciéndole cosas que
yo no podía escuchar por la música y el bullicio de la gente. Comencé a sentir
que algo se me rompía dentro como si tomaran mis intestinos, me los sacaran por
la boca y los amarraran a una piedra para lanzarlos muy, muy lejos. ¿Por qué se
tomaba esa confianza? ¿Por qué lo permitía ella? ¿Por qué me tenía eso que
molestar a mí? No entendía nada pero me parecía muy desagradable el exceso de
confianza de esa extraña y mi amiga parecía bastante cómoda, le sonreía como si
ya ni se acordara de que me había visto y entonces vi algo que provocó en mí
una sensación desconcertante. La chica en cuestión dijo algo y se mordió el
labio inferior, no eran ideas mías, yo misma había utilizado mis encantos en
mis tiempos de descarrilo pero nunca con una chica sino con los chicos,
entonces ¿Qué era eso? Parecía que la besaría o algo parecido y por lo que veía
no me equivocaba. Caminé hacia ellas y saludé.
-¡Hola!
Entonces la chica me miró como si yo estuviera bañada en
barro mientras mi amiga se giraba hacia mí liberándose del abrazo. Alguien
entre el gentío gritó: ¡Las lesbianas están aquí!
Todo mundo se giró hacia nosotras tres y la música se
detuvo. ¿De verdad era eso necesario? La gente podía llegar a ser tan
indeseable que no tengo palabras para expresar cómo me sentí.
Mi compañera de curso intervino y todo mundo volvió a lo
suyo. Y así el bullicio regresó. La desconocida no pareció molesta por nada
incluso parecía divertirle la situación, mi amiga me habló y tardé en darme
cuenta por estar mirando con desdén a la susodicha. En minutos ya estábamos
presentándonos, resultó que era una compañera del liceo donde estaba Daylis,
eran compañeras en un grupo de escritura y lectura del cual mi amiga ya me
había comentado, yo misma había leído varias de sus historias aunque nunca me
había hablado de su linda compañera lesbiana.
Me pregunté si era por eso que mi amiga se tomaba todo
nuestro asunto a la ligera cuando hablábamos del qué dirán. La amiguita de mi
amiga se llamaba Johana, un nombre muy neutro, todo lo contrario a ella que
estaba bien definida, era muy sociable y tomaba de todo, parecía una esponja.
Por más que deseé que se emborrachara y cayera tendida, mi deseo no se cumplió,
peor aún, le había cogido con mi amiga, se lanzaba a sus brazos a cada rato,
besos en la mejilla y caricias indecentes a las que mi amiga parecía
acostumbrada ya que por lo visto no le molestaban ni los comentarios y las
burlas que tenían los chicos. Para ese entonces ya estábamos todos sudorosos de
bailar y brincar. Bueno, yo en particular estaba bastante seca. Ni ganas de
bailar me habían dado porque aunque mi amiga no bailaba, Johana, se la había
llevado a la pista en un sinfín de ocasiones a través de los silbidos del
gentío, se pegaba a ella como si lo hubiera hecho millones de veces antes
mientras mi amiga reía divertidísima. Se le colocó de espaldas y con
movimientos bastante sugerentes fue bajando para luego subir nuevamente al
tiempo que la multitud enloquecía con el espectáculo, al llegar arriba una vez
más se dio la vuelta quedando ambas frente a frente. ¡Beso, beso, beso!
Gritaban una y otra vez.
Estaba ahí parada como una vela, sentí que el tiempo se
había detenido, dejé de ser consciente de todo ruido alrededor, sólo podía
verlas a ellas dos, muy cercas la una de la otra, cómo Johana acariciaba los
brazos de mi amiga con la yema de sus dedos subiendo y subiendo hasta sus
hombros, sonreía y miraba sus labios, llegó a su cuello, inclinó la cabeza al
tiempo que tomaba ya su rostro entre sus manos. Y Así perdí el control de mí.
-¡Suficiente!- grité mientras caminaba hacia ellas, tomé
de la mano a mi amiga que me miró absorta y sorprendida, tiré de ella y busqué
la salida.
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Oh oh creo que ese fue su limite, me parece muy bien que vaya y defienda lo suyo, ahora espero que se aclare un poco mas acerca de lo que siente.
ResponderEliminarOye trata de publicar mas seguido esta historia, esta muy interesante. Saludos :)
Me gusta mucho esta historia.
ResponderEliminarQue emocion volverte a leer hermosa historia espero el proximo capitulo
ResponderEliminarGracias x la continuación :)
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