Gypsy - Xiion - 26

Capítulo 26

Paula veía como la morena se alejaba tranquilamente con sus hermanos hacia el coche mientras ella procesaba toda la información. Sus piernas le comenzaron a temblar hasta que le fallaron y la hicieron caer de rodillas. Sus lágrimas no paraban de salir, no se podía levantar, ni siquiera se podía mover. No tenía fuerzas para nada. Minutos después logró moverse y sentarse. Estaba completamente trastocada, no comprendía nada. Sacó su teléfono del bolsillo y llamó a Macarena.

-       Dime preciosa- contestó Macarena.

-       Maca…-logró decir, pero le contaba horrores hablar, se notaba que estaba llorando- ¿puedes ir a por mi?

-       Cariño, ¿Qué te pasa?- le dijo ya con tono preocupado- ¿Dónde estas?

-       Estoy…cerca de la casa de Marina…en un parque…no me encuentro bien para volver, ¿puedes venir?- Macarena notaba en la voz de su amiga que estaba como ida.

-       Cariño, por favor mándame tu ubicación y en menos de diez minutos estoy allí.

-       No tardes, por favor- le colgó.

Macarena ya estaba saliendo con su madre en el coche cuando Paula le envió su ubicación y en menos de diez minutos ya estaba allí.

La imagen le rompió el corazón a Macarena. Su amiga, la que la había apoyado tanto a lo largo de su vida y que la había ayudado a salir adelante estaba tirada en mi mitad de un parque llorando.

Se acercó rápidamente hacía a ella.

-       Cariño, ¿qué te ha pasado?

-       Se va a casar- balbuceó la rubia.

-       ¿Qué?

-       Marina…se va a casar, ha venido para decírmelo y se ha ido.

-       ¡¿Qué?!¡Eso es imposible!

-       No…es cierto.

-       Pero debe de haber sido obligada por sus padres o algo Paula, se notaba a leguas que te quería.

-       No, Maca…todo ha terminado. ¿Nos podemos ir ya para tu casa?

Macarena no quiso insistir más.

-       Corazón, ¿no quieres que te llevemos a casa?-le preguntó María.

-       No…si no os importa… prefiero ir a la vuestra.

-       Claro que no, sabes que también es tu casa.

Macarena y María, levantaron a la rubia del suelo y María la abrazó y la metió en el coche. María emprendió rumbo de vuelta con Paula mientras que Macarena fue en la moto de la rubia.

Al llegar fueron directas a la habitación de Macarena y la rubia les contó todo lo que había pasado entre llantos, que fueron acompañados por las lágrimas de Macarena que no podía verla sufrir de esa manera. La rubia se desahogó hasta que se quedó dormida.

Marina, al llegar a casa después de la cita, entró directamente en su cuarto dando un portazo. Cuando ya se encontraba en la tranquilidad de su habitación rompió en llanto, ya no eran simples lágrimas, eran gemidos de dolor. Su corazón estaba hecho polvo y cada partícula de él dolía con gran intensidad. Cayó de rodillas agarrándose el pecho, el dolor era incomparable. La imagen de Paula cayendo de rodillas por el dolor no dejaba de repetirse en su cabeza. Minutos después su hermano Rafael tocó a la puerta, pero su hermana no le respondió, aún así él entró y se encontró con su hermana en el suelo llorando desconsoladamente. Se sentó en el suelo a su lado y la abrazó. Marina al notarlo se aferró a su cuello.

-       La he destrozado- le dijo entre llantos- no se merecía esto.

-       Tú tampoco Marina- la consolaba y le acariciaba el pelo.

-       Yo si…yo he tenido la culpa de todo, yo he sido la que se ha enamorado de una mujer y la que ha incumplido todas las normas.

-       Marina esas costumbres son prehistóricas y tú solo querías ser feliz.

-       Rafa…si hubiera perdido la virginidad con ella, ¿qué hubiese pesado conmigo y con ella?

-       Na bueno- suspiró Rafael- siento decirte que tu situación a sio la mejor solución que podrías haber tenio.

Los hermanos se quedaron callados unos minutos mientras Marina intentaba tranquilizarse.

-       ¿Sabes? A mí me pasó algo parecío.

-       ¿Qué?- se irguió Marina  para mirar a su hermano.

-       Cuando yo tenía tu edad más o menos, yo…me enamoré de una paya, se llamaba Clara y era delgá y tenía una larga melena rubia. Parece que tenemos gustos parecios- hizo que su hermana le esbozara una leve sonrisa- era preciosa…

-       ¿Y qué pasó?

-       A diferencia de ti, yo no fui completamente correspondío. Nos conocimos en una fiesta y nos gustamos…empezamos a conocernos y a vernos…pero sus amigas comenzaron a decirle que cómo iba a salir con un gitano… que seguro que robaba o que trapicheaba con drogas y al final ella les hizo caso…yo encontré trabajo y le quise demostrar que no era na de lo que decían sus amigas y volvimos a vernos un par de veces mas hasta que…Jesús se enteró.

-       Ya sabía yo que ese gilipollas andaba cerca- refunfuñó Marina.

-       La verdad, le costó menos que esta vez…el último día que quedamos, me encontró con ella en un parque, solo estábamos sentaos hablando y él se acercó con sus amigos y ya sabes… intimidó a Clara y la hizo pensar lo peor de mi, como si yo fuese uno de ellos… y no volví a saber de ella…es de la única persona que de verdad he estado enamorao aunque ya es sólo un recuerdo- a Rafael le cayó una lágrima que intentó ocultar limpiándosela rápidamente, pero la morena la vio y se abrazó fuertemente a su hermano de nuevo.

-       No sabes lo que odio a ese desgraciado.

-       Es tu hermano- lo intentó defender Rafael.

-       No se como puedes defenderlo Rafa, tienes la ceja cosida por su culpa además de todas las cosas que ha hecho y ¿aún así lo defiendes?

-       No puedo hacer otra cosa Marina…es mi hermano mayor.

-       Pues para mí ya no es nada.

Se quedaron un rato más abrazados en silencio.

-       Los papas no están, han ido a hablar con los padres del Paco… así puedes salir a comer conmigo si quieres.

Los dos hermanos pasaron la hora de la comida juntos hasta que llegaron sus padres. En ese momento Marina volvió a la soledad de su habitación.

Macarena, a la hora de la comida, despertó a Paula acariciándole la cara. Paula abrió los ojos lentamente, los tenía completamente rojos.

-       Hola preciosa- le dijo Macarena con una leve sonrisa- te he traído algo para comer.

-       No tengo hambre- dijo mirando hacía la nada.

-       Lo podías hacer por mí-se tumbó a su lado boca abajo para poder mirarla-¿sabes que he traído tu cacharro yo sola hasta casa? Yo que nunca quería montarme contigo y mira…eso se merece un premio.

-       Sabes como chantajearme eh- le esbozó una pequeña sonrisa.

-       Si…-le acariciaba la cara- me mata verte así preciosa…eres la mujer mas maravillosa que jamás he conocido- se acercó hasta que apoyó su frente en la de la rubia con los ojos cerrados- no sabes las veces que he deseado que nos quisiésemos de otra forma…de la forma en la que la amas, todo para nosotras habría sido mas fácil- besó los labios-pero eso no se puede elegir- se separó un poco para mirarse a los ojos. Las lágrimas volvían a salir de los ojos de Macarena.

-       Sabes que aunque no nos queramos de esa manera… yo te voy a querer más que a nadie en el mundo- Se abrazaron con fuerza.

-       Dime por favor que no vas a hacer lo que has dicho que vas a hacer- le suplicó Macarena.

-       Ya está decidido.

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