En
otro lugar de la ciudad, Kyle se encontraba en el restaurante de Mike y Bella
tomando algo con un amigo.
<<Kyle>>
- Bueno, ¿y a que te dedicas? - pregunté.
- Soy psicólogo y en mis ratos libres me gusta salir a
pasear, ir de copar, el cine... en fin, desconectar de todo lo que voy
acumulando en el trabajo. - contestó el muchacho.
En ese mismo instante sonó mi móvil.
- ¿Me disculpas? Es urgente. - contesté separándome para
hablar más cómodo.
El muchacho asintió y siguió tomando su café.
- ¿Que pasa? - pregunté extrañado.
- Soy Bella, el susodicho está bien; pero tenemos que
hablar... te necesito.
- ¿Estás en el hospital? - pregunté preocupado.
- No. Nos vemos en mi casa en 15 minutos, ¿te parece?
- preguntó un tanto nerviosa.
- De acuerdo. Salgo para allá. - respondí antes de
colgar. Me acerqué al muchacho y me disculpé.
- Lo siento, me ha surgido algo muy importante que no
puede esperar. - le expliqué mientras le hacia un gesto a Mike de que me
apuntara los cafés en mi cuenta, a lo que Mike asintió sin problemas.
- Espero que no sea nada, nos vemos. - contestó el
muchacho tímidamente.
- En serio, déjale tu número a Mike y te llamaré. -
respondí antes de salir corriendo.
Cuando me disponía a salir por la puerta, alguien
tropezó conmigo... o yo con él.
- Discúlpame, no te había visto. - comenté.
- Perdóname tú a mi, también iba distraído. - dijo ese
chico.
Era moreno de ojos azules, un poco más alto que yo y
cuerpo ni muy musculado pero tampoco esquelético ni rechoncho. Era un cuerpo
bien formado, un bonito cuerpo 10; acompañado de una gran sonrisa.
Nos miramos por unos segundos eternos y me fui pitando
mientras el chico se acercaba a hablar con Mike sin quitarme la vista de encima.
Me monté en el coche y aceleré todo lo que pude para
llegar a tiempo a casa de Bella, pero aún así legué 10 minutos tarde.
<<Ya en casa de Bella>>
Corrió a la puerta principal y cogió aire para
reponerse de la pequeña carrera que había hecho desde el coche a la entrada.
- ¿Que sucede? Me tienes en ascuas. - dijo muy
preocupado.
- Ven siéntate. Debemos hablar, eres el único que
puede ayudarme. - dije sentándome en un sofá en la terraza.
Tomó asiento a mi lado, le serví una cerveza; le pegue
un trago a la mía y le comenté todo lo que había pasado con mi padre.
Casi una hora después, se fue al coche y volvió.
Sacó de un bolsito negro un apitillera y una caja de
cerillas.
- Lo necesito, es un caso extremo... y estoy seguro de
que tú también necesitas otro. - dijo acercándome la pitillera y ofreciéndome
la caja de cerillas.
- No lo dudes. - respondí cogiendo uno y encendiendolo
en el momento.
- Bueno, ¿que opinas? - dije soltando el humo - ¿como
crees que me puedes ayudar? - absorbiendo otra bocanada de humo del pitillo.
Chupó un par de caladas del cigarro y acto seguído se
dispuso a contestar.
- Pues no sé. Tendría que pensarlo bien para no meter
la pata y que no afecte para nada a nadie. - dijo muy seguro de sí mismo.
Yo sólo asentí.
Me encantaba, adoraba cuando se creía tan seguro de sí
mismo; porque conseguía todo lo que se propusiera. Y también conseguía que las
demás nos sintiésemos seguras.
Seguimos fumando y bebiendo hasta que ya era un poco
tarde.
Entramos dentro, comimos algo y me comentó así por
encima lo del psicólogo y lo del chico con el que se había tropezado en la
puerta del restaurante.
Me quedé boquiabierta cuando observé la cara de Kyle
al hablar de quel encontronazo con aquel muchacho.
Hacía tiempo que no lo veía tan emocionado, casi nunca
lo había visto tan entregado a explicarme una escena de apenas 10 o 15
segundos, tan repetidamente que se me estaba formando una espiral en la cabeza;
esa imagen.
- Me alegro, se te ve muy feliz. ¿Has acordado quedar
otro día con él? - pregunté ansiosa.
- Pues, la verdad no me dio tiempo ni de preguntarle
su número, ni siquiera su nombre. - dijo un tanto frustrado por el fallo de no
averiguar más sobre ese chico.
- No te preocupes, habrá más días que judías para
coincidir con él o para pedirle una cita; lo presiento, me lo da el cuerpo.
- Tienes razón. Cambiando de tema, yo me encargo de
Candela, tranquila; queda en buenas manos. - dijo a la vez que se frotaba las
manos con una sonrisa en la cara.
- Confíe en ti, mi padre no mataría a nadie, al menos
el de antes. Pero, mejor prevenir que lamentar. - respondí mirándolo y
abrazándolo. - Te quiero Kyle, Te adoro.
Salió por la puerta, se montó en el coche y se fue.
Yo me puse a terminar las dos próximas exposiciones.
Era un trabajo arduo y duro, pero; era algo que me ayudaba a desconectar en
momentos de tal estrés.
Kyle se encargaría de hablar con Candela y ... no sé
realmente lo que pensaba hacer o decir y eso me aterraba.
Fueron pasando los días y yo siempre intentaba no
quedar con Candela, por miedo a que le pudiera pasar algo.
Sólo la veía en su casa o en la mía y Kyle siempre
controlando que nadie la siguiera y que llegara a casa sana y salva sin que
ella se diera cuenta.
Pasamos así casi 2 semanas. Un día en su casa, me puse
un poco nerviosa al ver una invitación al evento de mi padre.
- ¿Que es esto? - dije cogiendo el papel y
enseñándoselo con cara de susto.
- ¿El que amor? - miró el papel y me sonrió. - me la
enviaron al trabajo, por si quería asistir. - me miró a la cara y se asustó. -
¿que pasa Bella?
- Nada, no pasa nada. Pero... en estas galas no te
envían la invitación por qi quieres ir, te la envían porque tienes algo que ver
con los organizadores o con los que van a asistir. - dije tragando saliva.
- Pues, no conozco a nadie que tenga algo que ver
con... - miró la invitación y leyó en alto. - Viñedos Chateau.
- ¿Vas a ir? - dije atónita.
Me miró un poco sorprendida y me regaló una sonrisa.
- Es para dos personas, pensaba en que fuéramos
juntas. - dijo agarrándome por la cintura.
- No puedo ir contigo, tengo cosas que hacer con mi
padre. - dije mirando para otro lado. - ¿Vas a ir? - pregunté de nuevo.
- ¿Porque tanta insistencia en saber si voy o no? -
dijo mirándome con las cejas alzadas. - Pero no puedo negar que tengo
curiosidad por saber quien es el o la heredero/a y ponerle cara a ese hombre
tan famoso e importante aquí en esta ciudad. - terminó diciendo mientras me
pegaba a ella y me abrazaba y besaba.
- Candela, creo que deberíamos hablar de algo.
Paró de besarme y me miraba, esta vez preocupada.
- Amor, en serio. ¿Que te pasa? Estás más rara que de
costumbre. - mirándome a los ojos.
- Sólo quiero decirte que te quiero, que te amo más
que a nada en el mundo. Y que todo este tiempo a tu lado ha sido maravilloso...
- pero me interrumpió.
- ¿Me estas... me estas dejando? - dijo con lágrimas
en los ojos.
- ¡NO! Mi vida, no... jamás podría, Cálmate, no podría
ni querría dejarte jamás. - dije abrazándola y besandole el cabello. - Sólo
estoy recordando todo lo que he pasado a tu lado. Y decirte que pase lo que
pase en un futuro, que te amo y lo haré siempre. - terminé diciendo para
besarla en la boca.
- Bellatrix Salvatore, ¿sabes el susto que me has
dado?Pensé que te perdía para siempre. - dijo clavando su mirada llena de
ternura y amor en la mía. - Te amo princesa, pase lo que pase.
A esa frase, sólo pude contestarle con un beso.
Comenzó en un beso tierno, un roce de nuestros labios
que poco a poco fue subiendo de temperatura. Cuando nos dimos cuenta, sus ojos
clavados en los míos, me transmitían amor, cariño; pero algo más, mucha lujuria
y deseo.
Eso aún me encendió más y me lancé a ella.
- Besame, como si el mundo se acabara después. - dij
con sus ojos oscuros y llenos de lujuria y pasión.
La abracé y la besé.
Mi lengua se adentró entre sus labios, como pidiendo
permiso para entrar en su boca.
Sus labios se abrieron y permitieron que nuestras
lenguas se encontraron en una danza de deseo y desenfreno sin fin.
Fuimos, sin darnos apenas cuenta; caminando hasta su
cuarto.
Al llegar, nos separamos y durante unos segundo la
observé.
Comencé a quitarle la ropa muy despacio y ella luego a
mí.
Una vez que estábamos las dos sin ropa, sólo en ropa
interior, la tumbé en cama y me puse sobre ella sin cargar todo mi peso en
ella.
Besé sus labios, pasé por su cuello; hasta llegar a
su pecho. Alcé la vista y la ví hermosa., más hermosa que nunca.
Coloqué mi muslo entre sus piernas e hice algo de
presión. Su boca se abrió soltando un pequeño gemido. Se mordió su labio
inferior y eso hizo que me derritiera.
La alcé un poco para desabrocharle el sujetador y
luego, ella por acto reflejo; desabrochó el mío.
Sentí necesidad de hacerla mía, infinitamente.
Comenzamos un juego de caricias y besos.
Era como una coreografía que sólo nuestros cuerpos
supieran bailar.
Nuestros cuerpo se compenetraban a la perfección,
encajaban como si sólo fuera uno. Eramos sólo una, no hacía falta más.
Noche desenfrenada de hacer el amor; ella a mí, yo a
ella, mutuamente nos entregamos en cuerpo y en alma.
Casi al salir el sol, nuestra danza nocturna dejó paso
al descanso y a la llegada del sol.
Cansadas, exhaustas e intentando recuperar el aliento;
nos quedamos dormidas.
Durante toda esa noche, no tuve miedo a separarme de
ella. No me había acordado para nada de lo hablado con mi padre, incluso había
desaparecido de mí esa sensación extraña que sentí cuando ví que Candela tenía una invitación a la gala de mi
padre.
En ese momento sólo sentía la felicidad de tenerla
entre mis brazos, desbordar por los poros de mi piel. Era lo único que me
importaba, ese momento, esa sensación de felicidad.
Todo lo demás ya se iría viendo... pronto, más pronto
que tarde.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Samy - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
No dejer de subi capitulo. Q se pone. Bien. Y no tardA tanto en subir
ResponderEliminarHola Samy, esta tomando una variedad de colores agridulces la historia, quedo a la espera del siguiente cap. :)
ResponderEliminar