Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Chica nueva en la ciudad - Samy - 2

            Al llegar a casa, tomé una ducha y me fui directamente a cama. Estaba destrozada, no podía con mi cuerpo de lo agotada que estaba. Me dormí poco después de tumbarme en la cama.
Al día siguiente, no me preocupe de la hora porque sabía que abriría Mike.
Eran aproximadamente las 09.30 de la mañana, cuando decidí ponerme ropa cómoda, mi Ipod con mis canciones favoritas y decidí ir a correr un rato.
Aproximadamente una hora después de estar corriendo, me decanté por tomarme un descanso; un merecido descanso.
Fui a comprar un refresco a un quiosco cerca de una plaza; a unos 350 m. del restaurante. Me traía muchos recuerdos esa plaza, fue donde comencé con mi ex y también donde dí la relación por finalizada cuando la vi con se ex novio, poniéndome los cuernos.
Compré la bebida y cuando me di la vuelta, choqué con alguien.
Parte del refresco se había derramado por mi ropa, pero; cuando iba a pedir disculpas recibí una bofetada en mi mejilla izquierda, la cual me hizo tambalear.
- ¿Pero que diablos...? - pero la desconocida me interrumpió.
- Me has derramado todo mi café por encima y en una hora tengo una reunión. ¿Se puede saber a que carajo andas güey?
Ese acento se me hacía muy conocido y cuando alcé la vista para disculparme y cerciorarme de quien era realmente, pero al mismo tiempo para llamarle la atención por la bofetada; me di cuenta de que era ella.
Unos segundos de silencio después, ella preguntó un tanto temerosa:
- ¿Srita. Salvatore? - dijo un poco angustiada.
Me incorporé como pude, puesto que su bofetada me había hecho perder el equilibrio.
- Si soy yo... ¿que diablos...? - al verla mejor pude atisvar en su mirada preocupación, arrepentimiento y vergüenza.
Me miró fijamente y apartó la mirada; estaba muy avergonzada.
- Lo siento, siento haberla golpeado... Fue un error mio, no... quería.... - pero no la dejé terminar.
- ¿Srita. Cortez? - exclamé un tanto sorprendida - no te preocupes... estoy bien, pero para la próxima no pegues tan fuerte, ¿de acuerdo? casi me tumbas - comenté mientras me frotaba la mejilla e intentaba quitarle hierro al asunto.
- Lo siento, no lo sabía... lo siento de verdad... - casi susurrando con la mirada clavada en el suelo.
Me ardía la mejilla, pero no le quise dar importancia al verla tan avergonzada como estaba.
La miré y su cara era de espanto.
- ¿Que pasa? ¿Tengo algo en la cara? - comenté intentando sonreír.
Sólo vi que rompía a llorar y se iba corriendo.
Me volví a tocar la cara y en ese momento noté un liquido caliente caer por mi labio.
Tenía un corte en el labio, que fuerza tenía esa chica.
Me enfadé un poco, pero la rabia se disipó de mi mente cuando pensé en lo mal que se encontraría ella en estos momentos.
Le pedí un pañuelo de papel al hombre del quiosco, me lo dio sin problemas y me fui directa al restaurante.
Una vez allí, me metí en la cocina y cogí un poco de hielo envuelto en un trapo y me lo puse sobre el labio.
Al principio me ardía, pero era lo más normal del mundo; ya se me pasaría. Aunque yo sólo quería escuchar una disculpa de Candela y hablar con ella para que se quedara más tranquila.
De golpe entra en la cocina alguien y me sorprendí.
- ¿Que demonios te ha pasado? Has vuelto a romper corazones y te han dado una buena zurra por ello, ¿no es así? - preguntó en tono de burla mi gran amigo Kyle.
Lo miré asombrada y me reí como pude.
- No es lo que tú piensas, me he tropezado con alguien, en principio desconocido y al final se dio el caso que la conocí ayer, aquí en el restaurante y me abofeteó sin darse cuenta de quien era. Luego  me pidió perdón y se fue corriendo y llorando. - expliqué quitando el poco hielo que quedaba en el trapo y lo dejaba en el fregadero.
Kyle me miró asustado y sorprendido al mismo tiempo.
Decidí preparar dos cafés, nos sentamos en una mesa y le conté todo lo sucedido el día anterior.
- Pues... ¿que vas hacer ahora amiga? Tendrás que hablar con ella, ¿no crees? - comentó a la vez que le daba un sorbo al café.
- Quizás si, no se... un error lo tiene cualquiera, ¿no? - pregunté inocente.
Kyle me miró y tiró de mi apellido, a sabiendas de que no me gustaba.
- ¿Crees que se puede ir de rositas, habiendo golpeado a la futura heredera de las bodegas Chateau? - riendo sarcásticamente.
Me reí como pude y me despedí de Kyle.
Al llegar a la puerta del restaurante, me di la vuelta y me dirigí a mi amigo del alma.
- No sabe quien soy, ni de que familia vengo y preferiría que siga así, ¿entendido? - le advertí guiñandole un ojo para no parecer tan dura. - No quiero mas amistades por lo que tengo o por ser hija de quien soy, sino por como yo soy realmente - terminé diciendo a la vez que salía cabizbaja del restaurante.
Puse rumbo a casa para ducharme y cambiarme. No sabía que hacer, o a lo mejor si...
Cuando llegué a casa, me duché de inmediato. Me cambié lo mas rápido posible y me fui directamente a las oficinas donde trabajaba Candela.
Paré en una cafetería y compre dos cafés con leche y dos azucarillos para cada café.
Al entrar, pregunté en recepción donde trabajaba la Srita Cortez, Candela Cortez.
- 4º planta, puerta 3 - contestó muy amablemente la chica de recepción. - ¿quiere que le mande algún recado de que sube? - preguntó mientras me indicaba donde se encontraban los ascensores.
- No hace falta, ya voy yo direcatmente. Muchas gracias. - contesté mientras le regalaba una de mis mejores sonrisas.
Me encamine a los ascensores y me metí en uno de ellos.
Pulsé la tecla número 4 y esperé unos segundos, que me parecieron eternos.
Al llegar a la 4º planta, salí del ascensor mirando a ambos lados en busca de Candela.
Al no verla por ningún lado, pregunté por ella en recepción.
- Disculpe, ¿podría decirme donde encontrar a la Srita. Cortez?- pregunté amablemente.
- En ese momento está reunida, ¿quiere que le de algún recado? - cogiendo boli y papel.
- No, esperaré... sólo era para invitarla a un café. - confesé tristemente.
- Bueno, en realidad no esta reunida; sólo está descansando porque dijo que no se encontraba bien. Además, su reunión se ha aplazado hasta mañana al mediodía - me explicó la chica de recepción muy simpática.
- Entonces, ¿puede decirme donde encontrarla?
- 3º puerta a la derecha, su nombre está en la puerta, vaya. - respondió a la vez que me seguía con la mirada y se mordía el labio.
Segundos después estaba enfrente a su puerta, nerviosa y temblando.
(Tranquila, no va a pasar nada. Hablareis, todo se arreglará y no tendrás que recibir más bofetadas. jajaja) dije para mis adentros.
TOC TOC TOC...
Nadie contestaba, aunque se oía ruido dentro del despacho.
TOC TOC TOC...
Volví a petar y está vez contestaron.
- Adelante, pase. - sonó una voz desganada al otro lado.
Abrí y me encogí en forma de burla.
- ¿Me pegarás otra vez? No me gusta que me peguen, ¿sabes? - dije con el ceño fruncido pero en tono de broma.
Al verme, era como si hubiese visto un fantasma... quedó petrificada y no dijo ni pió hasta que me coloqué frente a ella.
- ¿Te ha comido la lengua el gato? Hablame... - exclamé mientras la miraba atónita y nerviosa.
Segundos después Candela reaccionó.
- Disculpame, eras la última persona que esperaba encontrar hoy. Más bien, no te esperaba encontrar hoy, para nada. - contestó mirando mi labio.
- Sólo he venido a traerte un café, supongo que ya habrás almorzado, así que nada más. Me retiro y te dejo con tus cosas, que andarás muy liada. - comenté  mientras posaba el café en la mesa y me levantaba lentamente.
Me miró fijamente y se sonrojó de nuevo.
- Lo siento, de verdad que lo siento.
- No pasa nada, en peores he estado. - respondí sonriendole.
- ¿Eso te lo he hecho yo? - observando mi labio inferior y tapándose la boca con sus manos en señal de asombro.
- Por Dios bendito, de veras que lo siento... como podré compensartelo... dímelo y lo haré... - exclamó preocupada.
- Tranquila. ¿Esto? - señalándome el labio - No te preocupes, no ha sido nada; un pequeño daño colateral - regalándole la mejor de mis sonrisas.
Se levantó de su silla, se acercó a mí y me inspeccionó la herida.
- Gracias a Dios es superficial, pero de verdad que lo siento. - volvió a repetir.
La miré atónita, estaba realmente avergonzada y dolida por lo que había hecho. Y realmente no pude contenerme y le propuse algo que ni siquiera tenía planeado.
- ¿Tienes algo que hacer de ahora hasta la noche? - observandola con los ojos entrecerrados, mirándola con misterio.
- Pues, mi reunión se ha cancelado... así que no... no tengo nada que hacer hoy, ¿por? - preguntó.
- Bueno, pues como cobro de esto... - dije señalando mi labio - te invito a almorzar y si cuadra; a pasar toda la tarde conmigo, prometo hacer de guía turística, ¿te apetece? - comenté mientras le guiñaba un ojo.
Me miró, sonrió y recogió sus cosas.
- Pero antes debo pasar por casa a dejar mis cosas y me gustaría cambiarme - mientras se señalaba de arriba a abajo.
- Por mi sin fallo. - terminé diciendo mientras salía de su despacho con Candela de ganchete.
Al pasar por recepción, le dí mi café a la chica maja de la entrada.
- Que lo disfrutes - guiñandole un ojo.
Nos metimos en el ascensor y bajamos.
Una vez en la calle, nos dirigimos a mi coche que estaba dos calles más allá de la oficina de Candela.
Fuimos directas a su casa.
Al llegar, decidí esperar en el coche.
- ¿No vienes? - preguntó curiosa.
- Te esperaré aquí, por lo que pueda pasar. - respondí sacándole la lengua.
- Insisto en que entres, es lo menos que puedo hacer para enmendar lo que he hecho. - dijo sonrojándose y mirando al suelo.
Entramos en su casa, ella sirvió dos cafés y dejó sus cosas en el comedor. Justo después, se fue directamente a la ducha, se cambió de ropa (más cómoda) y volvió a junto mía.
- ¿Lista? - pregunté.
Ella asintió con la cabeza. Durante la mayor parte del día, estuve ejerciendo de guía turística personal. Hasta que una llamada me sacó de esos momentos tan agradables y divertidos que estaba con ella.
- ¿Si? - contesté - Ok, pues ahora mismo no puedo, pero tú decides; me fío de ti. Mañana abriré yo. Un beso, chao. - respondí antes de guardar el móvil.
- ¿Tienes que irte? - preguntó algo decepcionada.
- No, para nada. Ya se encarga Mike. ¿Por donde íbamos? - pregunté un poco perdida.
- Tengo hambre, ¿podemos ir a comer algo? - preguntó con una cara de niña buena y haciendo pucheros.
¿Quién puede decirle que no? Es una tremenda mujer, pero no porque me haya golpeado; sino porque: es una tremenda mujer, dulce pero con carácter (y vaya carácter), bella y aparentemente frágil; pero en el fondo es fuerte y decidida.
Nadie me había hecho sentir tan bien en años como ella en unas horas.
- Si, porque no... - contesté mientras le indicaba el camino de un restaurante buenísimo.
Ya en el restaurante, esperé a que pidiera ella y luego pedí yo.
- ¿Que va a ser de beber? - dijo el joven tomando nota.
- Un Chateau tinto, por favor. - respondió Candela sorprendiéndome una vez más, ésta para bien.
Pasó el día maravillosamente y en parte no quería que acabara, al menos no por ahora.
La llevé a pasear por la playa de Sorrento. Una de las playas mejor valoradas de toda Italia.
- ¿Que te pasa? - pregunté.
- Nada, es que es surrealista todo lo que hoy me ha sucedido... - contestó mientras se colocaba un mechón de cabello detrás de la oreja con delicadeza. Ese gesto me dejó aún más embobada mirándola.
- ¿Por? A que te refieres. - pregunté algo curiosa mientras me volvía a colocar a su lado para seguir caminando.
Sonríe timidamente y me sigue hablando, esa voz tan sensual, tan dulce y aterciopelada que me hace estremecer cada vez que la escucho. No era normal lo que me estaba pasando, pero decidí no pensar y disfrutar de ese momento, de su compañía y nada más.
- Te conozco ayer, eres súper agradable conmigo, ¿y cómo te lo pago? partiéndote el labio... - mira al suelo avergonzada. - Y para colmo, me vienes a buscar al trabajo, me traes un café riquísimo, te ofreces de guía turística... - hace un parón en su charla y continúa - Y para rematarla, me traes a este lugar... el cual, uno de mis sueños era venir a él y pasear al atardecer por la orilla de esta playa. - terminó diciendo mientras me miraba fijamente.
- Es un placer ayudarte a cumplir uno de tus sueños. - dije sonriendo aunque un poco sonrojada.
Se acerca a mi, cada vez más cerca, estira su brazo, me besa tiernamente en la mejilla y me abraza cálidamente.
- Gracias, sólo puedo decir eso... muchas gracias Bella. - con voz entrecortada y agachando su cabeza en mi cuello.
Me volví de mantequilla en ese momento en ese momento, me derretía al tenerla entre mis brazos.
¿Que me pasaba? No era normal en mi ese comportamiento. Estaba como poseída... o más bien, abstraída por su aroma, su calidez, su ternura...
Noté al rozar su piel, como un escalofrío recorría toda mi piel y estoy segura que ella también lo notó, porque se separó poco después, un tono nerviosa.
Seguimos caminando y decidí que era hora de llevarla a casa. Ella al día siguiente tenía un reunión importante y yo tendría que abrir el restaurante. Las dos encestábamos descansar.
La llevé a casa, cuando bajó del coche... se cercioró de no dejarse nada en el coche como la última vez, me miró me sonrió y salió del coche.
Durante unos segundos quedé apoyada con la cabeza en el respaldo de mi asiento, respirando hondo para notar el aroma de Candela. La puerta del copíloto se abrió y era Candela, abrí los ojos al momento y me quedé mirándola, completamente embobada.
Ella me miró, cogió aire y se acercó a mí. Me dio dos besos, uno en cada mejilla y segundos después; notaba como sus labios estaban pegados a los míos.
Mis ojos se abrieron como platos ante la sorpresa del comportamiento de Candela. No supe que decir, sólo sonreír y ponerme completamente colorada.
- Lo siento de nuevo... y gracias. - remató antes de mirarme fijamente a los ojos e irse a su casa.
Esperé a que entrara y me fui a mi casa. Cuando llegué decidí echarme en cama, rápidamente había cogido ya el sueño. Soñaba con ella, su piel, sus labios, su aroma, su sabor ... con toda ella en si.
Tenía ganas de verla otra vez, pero al mismo tiempo también tenía miedo.
No sabría si mi corazón respondería a otro golpe emocional... ¿se podría llamar amor a lo que estaba brotando dentro de mí?
Me dije a mí misma:
"Correr es malo, ve con calma..." Y así lo haría.

Ahora, sólo me interesaba seguir soñando con Candela, mi dulce y hermosa Candela.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Samy - Derechos Reservados
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1 comentario:

  1. Y donde están los siguientes capítulos por favor sigue publicando que me gusto mucho tu historia

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