Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Chica nueva en la ciudad - Samy - 1

Era una tarde de invierno lluviosa, poco faltaba para cerrar el negocio e irme a casa a descansar, cuando le dije a mi empleado Mike que podía irse; que hoy cerraría yo. En su rostro se dibujó una sonrisa de oreja a oreja, asintió con la cabeza, dejó el delantal negro encima de la barra y se fue, rápido como una bala.
Al menos 15 minutos antes de cerrar, me puse a recoger todo y calentarme algo para cenar.
No me apetecía llegar a casa y ponerme a cocinar, estaba realmente cansada.
Sonó mi móvil, lo miré y era un whatsapp de mi amigo Kyle.
whatsapp: "Hey nena, ¿estas libre hoy? Hazmelo saber, sino; quedamos para almorzar mañana. vale? kiss!!"
Sonreí, Kyle era un encanto. Hacía sólo 3 años que lo conocía, pero ya era como un hermano para mí. Me puse a responderle:
whatsapp: "Lo siento amor, estoy realmente cansada y aún no he cerrado. Mañana almorzamos juntos. Prometido!! kiss"
Guardé mi móvil en el bolsillo y comencé a recoger las sillas sobre las mesas. Comenzó a llover y me dí de cuenta de que no había traído paraguas, me empaparía de camino al coche, que desastre soy.
A los pocos minutos apareció una joven, bella, muy bella mujer en la puerta del restaurante.
La miré, estaba empapada, miró al interior como intentando ver si había alguien, al no ver a nadie (ya que yo estaba en el fondo del local con casi todo apagado), se cruzó de brazos y se quedó mirando a la calle, con la espalda apoyada en la puerta de mi restaurante.
Me quedé por unos segundos mirándola fijamente y de improviso empezaron a caer relámpagos y sonar truenos.
Me asusté, si lo admito; a mis 23 añitos tenía pocos miedos y entre ellos, a los que más miedo le tenía eran a las tormentas y a la oscuridad. Se me estremeció el cuerpo y poco a poco me acerqué a la puerta de la calle.
Seguí observando como llovía y a esa bella mujer.
Cuando unos ruidos me sorprendieron y me quitaron de mi estado de embobamiento para con ella.
Era un hombre fuerte, de unos 40 años aproximadamente, borracho perdido mientras que golpeaba todo a su paso (farolas, papeleras, bancos, etc...) Al ver que se acercaba a la puerta del restaurante, vi que la mujer estaba en la entrada se había quedado inmóvil, sin pensarlo dos veces; abrí la puerta y tiré de ella hacia dentro.
Una vez estábamos dentro, cerré la puerta con llave y corrí las cortinas que estaban en la puerta. Cuando me piré, vi que la mujer estaba mirando hacia mi, atónita y sorprendida. La miré y sonreí timidamente.
- Está empapado. ¿me permites? - pregunté mientras le indicaba que me diera el abrigo para colgarlo.
Me volvió a mirar, esta vez con cara de sorprendida, sólo me cedió el abrigo y miró al suelo.
Me dirigí al final del restaurante,  cerca de la cocina y le indique que me siguiera. Colgué su abrigo y me puse tras la barra a preparar dos cafés. Le ofrecí asiento y aceptó.
- Gracias... - dijo entrecortada, aún parecía sorprendida.
- ¿Porque? No puedo ver como alguien pasa frío y se empapa, si puedo hacer algo al respecto...
- Si, por eso y por lo del hombre que se acercaba... - comentó agachando la mirada.
La miré por el rabillo del ojo y pude ver que titiritaba de frío.
- No es nada, tampoco podía dejar que te pasara algo, ¿no crees? - mientras le servía el café.
Miró el café, me miró y sonrió timidamente. Fui a por una de muchas chaquetas que me suelo dejar aquí de vez en cuando, se la puse por encima de los hombros y se estremeció un poco, pero rápidamente se encogió de hombros como si ya estuviera entrando en calor.
- No eres de aquí, ¿verdad? - pregunté bebiendo café. - No es seguro andar por la calle a estas horas y sola...
Terminó de darle un sorbo al café y contestó timidamente:
- No, no soy de aquí. No me di cuenta de la hora que era hasta que salí de la oficina. - acariciando el borde de la taza con la llena de sus dedos.
La miré embobada. Ella se dio cuenta y sonrió. Yo me sonrojé y seguí tomando café.
- Así que trabajas aquí, ¿no? - preguntó con un poco más de confianza.
- En realidad, soy la dueña de este humilde restaurante - dije guiñandole un ojo. (A sabiendas que humilde era, pero también sabiendo que era el más famoso de la ciudad)
- Ah, disculpa. ¿Y no mandas cerrar a tus empleados?
La observé, clavé mi mirada en sus ojos; pero no pude aguantarla más de 5 segundos.
- Me gusta estar a la par con mis empleados, para mi son como compañeros. Además, me gusta el trabajo de campo, aunque estoy un poco cansada de todo, ayudar en el restaurante, llevar las cuentas, los pedidos, hacerme cargo de los sueldos y todo eso... nunca se me dieron bien las matemáticas - dije sonriendo - realmente esta no es mi vocación, es herencia familiar - terminé diciendo mientras un recuerdo de mi madre se colaba en mi mente.
Me ojeó como esperando una continuación, pero no la hubo.
- Perdón, que modales los mios... me llamo Candela, Candela Cortez. - exclamó extendiendo la mano por encima de la barra.
- Encantada Candela Cortez, yo soy Bella, Bella Chi... - respondí carraspeando a punto de meter la pata - Bella Salvatore. - terminé mientras sonreía.
- Bonito nombre Bella... ¿de donde viene? - preguntó mientras sus manos volvían a coger el café.
- De origen Italiano, a mi padre le encantaba ese nombre, viene de Bellatrix. - contesté y me puse a recoger las tazas de café.
- Debes de estar hambrienta Srita. Cortez, la invito a cenar conmigo, si acepta. - grité desde la cocina mientras quitaba algo para dos personas.
- No quiero molestar, pero  mientras que busco el teléfono de la parada de taxis, no estaría mal. - dijo siguiendome a la cocina mientras se reía.
- Faltaría más, así no cenaré sola y aprovecharé el rissotto que nos ha sobrado, ¿le molesta que sean sobras? - la miré con una ceja levantada.
Rompió a reír con una risa contagiosa.
- Tratame de tú, debo de tener tu misma edad, llámame Candela, solo. - dijo mientras me ayudaba a llevar unos platos a una mesa cercana.
Terminé de calentar el rissotto y lo llevé a la mesa.
- ¿Vino? - pregunté dirigiéndome a por una botella.
- Si, ¿tinto? - encogiendose de hombros.
- ¿Lees el pensamiento? - riendo - estaba pensando en coger tinto, es el que más me gusta.
Volví a la mesa y cenamos tranquilamente mientras charlábamos.
- ¿A que te dedicas? - pregunté.
- Soy abogada, me acaban de trasladar a un bufete que hay 3 cuadras mas allá. - dijo con un acento extranjero bastante marcado.
La miré un poco sorprendida y ella bajo la mirada, un poco colorada.
- No eres de aquí, a ver si adivino... ¿Venezuela tal vez? - bebiendo de mi copa.
- Frío, frío... - contestóimitando mi gesto y bebiendo.
- Ya se, ¿México? - volví a preguntar. Sen sonrojó.
- Acertaste, soy de México. De Veracruz para ser más exactos. - sirviéndose otra copa de vino.
Seguimos charlando así durante un largo tiempo. Cuando me quise dar cuenta eran las 12.20 de la noche, ¡¡era tardisimo!!
- Bueno, recogeré esto y te ayudaré a llegar a una parada... aunque siendo la hora que es, no creo que haya ninguno. A estas horas en esta parte de la ciudad, no suele haber muchos. - repliqué recogiendo los platos caminando hacia la cocina.
Metí todo en el lavavajillas y las copas en el fregadero de la barra, apagué las luces y la invité a que me acompañara a la salida. Cerré la verja y caminé hacia mi coche, que se encontraba a la vuelta de la esquina.
Los truenos y relámpagos ya habían cesado, pero la lluvia continuaba, mas débil pero seguía lloviendo.
- Si no hay taxis, tampoco autobuses. ¿no? - preguntó mientras entraba en el coche.
- No lo siento, pero... de todos modos puedo acercarte si quieres. Seguro que me queda cerca... sea cual sea la dirección. - dije sonriendo y arrancando el coche.
- ¿Segura? Creo que ya has hecho bastante por mi, no quiero ser mas molestia, además debes de estar cansadísima. - comentó abrochandome el cinturón.
- Vivo a las afueras, así que me da igual para que lado ir. - respondí esperando que me diera la dirección.
- De acuerdo, a la calle Roberto Claros.
- Ok, enseguida llegamos. - dije mientras me ponía rumbo a su casa.
20 minutos después llegamos a destino, se despidió de mí con un beso en la mejilla y prometiendo volver por el restaurante. Asentí con la cabeza y cuando iba a salir del coche, le cayeron unos papeles dentro de el.
Ella sin darse cuenta, cerró la puerta y se fue dirección al portal de su piso. Salí corriendo del coche y la alcancé antes de que pudiera entrar en el portal.
- Candela, se te ha caído esto. Me supongo que te harán falta. - apunté mientras extendía mi mano con sus papeles en ella. Me miró y sonrió agradecida.
- Muchísimas gracias, ¿cuantas te debo ya? - preguntó.
- Bueno, será mejor que me vaya, hasta la próxima. Un placer.

- Igualmente, tranquila ya te pasaré el importe de las que me debes. - dije mientras me dirigía al coche. Esperé a que entrara en el portal y puse rumbo a mi casa.
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3 comentarios:

  1. Me gusto mucho,espero proximo capitulo pronto y largooooooooooooooooo jajajajajajaj

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  2. Muy buena historia ....sigue así

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  3. Me gusto mucho y siguente capítulo espero :)

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