Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Nuestro secreto - Cristalsif - 2

Capítulo 2

Ojos carmesí.


No tengo muy claro cómo fue que termine castigada de esta forma, como un día desafortunado pudo empeorar, fue cierto todo en cuanto le falte al respeto a nada más y nada menos que la directora del instituto, pero debo agregar que nadie se tomo el trabajo de presentarnos apropiadamente antes de que mi lapsus de estupidez me metiera en estas dificultades… aquí termine, pasando largas tardes con ella, en la grandiosa labor de ordenar archivos, mirar el correo, sellar los sobres y hasta llevarle un té…en fin, ahora podrían llamarme su secretaria. Sin embargo es extraño para mí el que aquello que en un principio me pareció indignante además de tortuoso, terminó por convertirse en una costumbre de mi diario vivir, una que por razones que no entiendo me hace falta en las tardes de mis fines de semana y no es que me guste trabajar gratuitamente… no soy tan altruista, hoy solo sé que un accidente cambio mi perspectiva, porque desde entonces esos ojos carmesí comenzaron a parecerme interesantes.


Otra tarde más termino las clases y salgo casi a trote para verla… quiero decir para cumplir mi castigo. Quien me viera tan responsable…

-¡Aleth! ¿Espera quieres?- Esa es la voz de Yuki-chan. Me detengo y doy vuelta, llega a mi lado jadeante.

-¿Qué pasa?-

-No entiendo porque te aficiona tanto cumplir un castigo, nunca antes te vi correr así- Ella me miro con escrutinio. -Hace días que no te veo- Me sentí mal, pero mi plan de mantenerla lejos de mí sin armar sospechas era mejor, no quería que padre la usara para alguno de sus raros y truculentos negocios.

-Oh- Ahora con que iba a zafarme, o si. -Sabes que mis deberes además del castigo consumen mucho tiempo- Además estarás mejor sin mi Yuki.

-Me parece que últimamente me está evitando- Agachó su rostro y entonces no pude evitar sentirme culpable.

-No es cierto…- Perdóname Yuki pero es por tu bien y el de mi madre. -Además tú tienes una cita de negocios con tu padre… corre que vas tarde… y yo ya debería estar en la oficina de Asura-

-¿Asura? Ya tratas tan íntimamente a la directora-

-No tengo tiempo para estas tonterías… adiós Yuki- Salí corriendo a lo que daban mis piernas por los pasillos, escuche algún ¡Hey! de los transeúntes en el camino pero yo no me detuve, iba cinco minutos tarde. Di vuelta en el pasillo evitando golpear a alguien y al fin arribando a la oficina abrí la puerta. Sonreí allí estaba la directora sentada tomando una taza de té con la mirada perdida en el enorme ventanal de su oficina. Dios cada vez que la veo no evito pensar que es alguna clase de ángel, aun no defino la clase... ¿Arcángel o querubín?

-Zyden que gusto verte de nuevo- Ahhh esa sonrisa derrite a cualquiera. Luego cambio su expresión, dejo a un lado su te y camino hasta mí, casi instintivamente cerré la puerta. -¿No aprendes verdad?- Negó su cabeza con un hermoso reproche en su cara, cuando pensé que había hecho algo muy malo ella deslizo sus manos blancas hasta mi cuello, ella tan cerca y sus labios tan deseables que trague saliva, solo podía mirarla directo a los ojos carmesíes que me hechizaban de formas desconocidas. Ella acomodo mi corbata y pude sentir la suavidad de sus dedos rozar por error mi piel, deje de respirar.

-Soy mala con los nudos…- Desvié la mirada y di una paso atrás apenas me libero. Estos pensamientos con la directora eran imperdonables para mí… ¡Por favor! ella jamás me prestaría atención a mí y menos de la forma que yo quiero.

-Muy bien… ahora si estas presentable- Regresó a su posición y yo tome la mía en la mesa cercana. Ella se ocupo de su te y yo de la correspondencia vía Internet. No lo admitiría pero aun me temblaban las manos y me sentía nerviosa ante la observadora y penetrante mirada que me dirigía. ¿Son así todas las directoras? Capaces de desnudar el alma con apenas una mirada. No lo supe, pero las horas transcurrieron así hasta que… pasó el incidente.

¿Cómo pudo pasar? Todo comenzó de una forma tonta por una simple hoja de papel. Como cambio mi suerte con el accidente más ridículo que pueda tener lugar, me lastime con una de las hojas de papel del archivo. La herida curiosamente resulto ser más profunda de lo que supuse, un hilillo de sangre descendió por mi muñeca mientras observaba con extrañeza aquel líquido carmesí era desprendido desde mi dedo.

*Asura Tredyan*

Algo extraño acontecía con aquella joven, algo distinto tiene ella sobre el resto de la gente. No se trataba solo de su atractivo aspecto, de su profunda y melancólica mirada verde, de su piel pálida… algo aun más atrayente yacía en su arisco comportamiento, en todo su conjunto. Yo no puedo apartar la mirada de ella cuando cumple con su trabajo en mi oficina, las labores tan cotidianas como servirme un té o ayudarme con la correspondencia, hacen que luzca encantadora, así casi siempre con su ceño fruncido mientras secretamente procura hacer las cosas bien. Pasaron las semanas y note que, habitualmente no solía ser del tipo de persona cuyos castigos fueran tan duraderos, pero con ella de alguna forma quería alargar su permanencia.

Una tontería cambio por completo el tranquilo rumbo de las cosas, viernes en la tarde y ya había transcurrido más de un mes de castigo. Me acerque para informarle la determinación y vi con orgullo como ya estaba por culminar las labores de secretaria en menos de un hora, apenas y faltaban unos pocos archivos. -Muy bien hecho señorita Zyden…- Admití con una mirada crítica que ella había hecho un excelente trabajo, ni siquiera las secretarias más expertas me habían dado tan buenos resultados. Sonrió, su expresión dulce me deslumbro por completo… era la primera vez en semanas que la veía sonreír.

-Dado el ahínco con que ha realizado sus labores doy por terminado su castigo… a partir de la semana siguiente no tendrá que presentarse en mi oficina- En todo momento me repetí que era lo mejor, pero algo sentí amargo en cuanto su sonrisa se evaporo por completo.

-Entiendo…- La suya fue una respuesta seca. -Apenas termine me marcho directora Tredyan- Me dio la espalda rápidamente, tomo de forma brusca una de las hojas del archivo tal y como si el papel fuera una afilada daga, le causo un corte profundo, casi puedo jurar que salte sobre la mesa para ver que le ha pasado, no estoy segura… solo sé que ahora estoy frente a ella.

La mancha sanguinolenta en la hoja y las gotitas de sangre cayendo al suelo, me vi transportada al día en que la conocí. La sangre, ¿acaso ella estaba destinada a que fluya desde su interior?

Salía de mi auto en el estacionamiento improvisado, sería un día más desde mi llegada al instituto hace aproximadamente tres años mi padre murió en raras circunstancias y ahora yo debía hacerme cargo de los negocios de la familia. Pensando en mis planes para desenmascarar al asesino de mi padre camine con toda calma sabiendo que a esa hora todos los estudiantes deberían estar en las aulas, me alegraba la soledad de cierta manera siempre fue mi única amiga. Iba por allí perdida en mis pensamientos tanteando las posibilidades que mi edad, mi aspecto y mi fortuna me concedería para averiguar un tanto más sobre los hechos.

Repentinamente escuche el chirrido de llantas en el asfalto, tire el maletín con valiosos documentos a un lado y yo misma me lance al otro. El motociclista logro evadirme con agilidad impresionante, pero tal cosa le costó irse directamente contra el muro de la fuente, vi desde el suelo como se precipitó peligrosamente contra el agua, escuche el golpe seco, preocupada me levante lo más rápido que pude, pero me detuve en el acto cuando la persona que por la falda supe era una chica, se levanto de las apestosas aguas. No me agradaba la idea de imaginar el dolor que estaría sintiendo.

Todo me imagine, originalmente hacerle recibir atención médica, automáticamente mis manos buscaban en mi chaqueta el móvil y marcaban al servicio médico personalizado de la academia, luego pensaba en el castigo que le supondría la llegada tarde y lo arriesgado de usar una moto tan bestial como esa… pero pronto todos mis movimientos, incluso mi actividad neuronal ceso. -oye… ¿Estás bien?- Murmuré automáticamente llena de preocupación.

Se quito el casco murmurando una serie de cosas que no entendí, estaba más interesada en sus finas facciones, en sus ojos verdes casi grisáceos, su piel pálida de porcelana y esos mechones negros que goteaban por su cara. Sentí una punzada en el pecho cuando sus ojos reflejaron alguna clase de abandono… era una niña note, pero en sus ojos no había brillo, alegría… nada.

La sangre fluía por sus heridas pero ella no se quejaba en lo más mínimo, esa sensación de querer protegerla barrió con todo en mi interior, la vi palidecer, sus pupilas dilatarse y corrí antes de que cayera desmayada. Jamás sentí tal desesperación como cuando sus ojos se cerraron, cuando toda su fuerza se fue y me quede con su cuerpo en mis brazos. Llame al cuerpo de salud y mientras llegaban me quede mirándola casi hipnotizada, aun dormida su rostro parecía atormentado.

Era tan difícil solo mirarla, acaricie su rostro retirando uno a uno los mechones y entonces note que era aun más guapa de cerca, nariz respingada, mejillas nacaradas, cabello de ébano brillaban a la luz del sol y unos labios, delicados, rosáceos… perdí la noción del mundo, no supe en qué momento mi cara se había movido sobre la suya o cuando mis labios acariciaron los suyos.

-¡Asura!- Murmuró la voz de la joven doctora Freiya y mi mejor amiga de la infancia. Me di vuelta para verla con el espanto de haber sido descubierta, retire la mirada y me aparte de la chica sin soltarla hasta que llegaron los enfermeros con una camilla. Todo ese tiempo mi amiga me miró con suma extrañeza, pero sin reproche… yo sabía bien que no escaparía de sus preguntas después.

Llegamos a la enfermería y ni siquiera me ocupe del maletín, muy pronto los guaridas de seguridad llamaron al móvil informándome que mi portafolio había sido encontrado en el estacionamiento y sería trasladado a mi oficina. Sorprendida ante el hecho de haber dejado de lado mis prioridades por una joven estudiante me sentí preocupada. Evite mirar la sangre en la chica mientras Freiya limpiaba y vendaba sus heridas después de haber aplicado un fuerte anestésico, y no solo era la sangre la que evitaba ver, esa semi desnudez dada la poca cordura que yo conservaba en ese momento me hizo pensar que sería mala idea verla.

Pocos instantes después cuando Freiya iba a emprender mi interrogatorio una jovencita solicito con urgencia ver el estado en que se encontraba Aleth… esa fue la ocasión en la que pude conocer su nombre. Uno muy Hermoso…

Estaba por irme al ver como la chica acariciaba con vehemencia los cabellos de la joven inconsciente, algo en la escena me molestaba... cuando ella volvió a despertar, cuando volvió a caer en mis brazos… me sentí ofendida ante la confusión, me llamo con otro nombre. Después de interpelar palabras me di cuenta que se protegía en una burbuja de indiferencia, cortés pero reacia a cualquier cercanía. Finalmente me trató con suma indiferencia y una prepotencia que no sabía si la engalanaba más ante mis ojos o solo me enojaba más. Supe que a pesar de mi extraña predilección por la chica debía actuar con la autoridad investida sobre mí, después de todo… soy la Directora de la Academia Nadeshiko.

-0-0-0-

-Asura… ¿me dirás que ha pasado contigo?- Murmuró mi amiga una vez llegamos a la oficina y cerró con llave, me senté desalentada observando de forma perdida el portafolio.

-Ni yo misma lo sé-

-Agradece que cuando se movieron el árbol tapaba la vista desde los edificios estudiantiles… sabes lo que habría pasado si algún alumno te ve haciendo lo que…-

-¡Lo sé Freiya! No es algo de lo que este orgullosa-

-¡Asura dame una buena razón para que lo hallas puesto todo en riesgo!-

-Fue un impulso- No podía admitir ante ella la confusión que estaba viviendo. -Por favor la chica estaba guapa, desee probar sus labios y no paso nada más- Era en verdad cínico pero no tenía otro camino.

-Dios Asura desde cuando eres tan inconsciente- Murmuró con un dejo de alivio en su voz, para ella esto era un juego de la mujer casi omnipotente que soy.

-¿Desde siempre recuerdas?- Sonrisa de nuevo, cara de póker es lo que soy.

-Claro tu siempre tomando lo que quieres… pero no te pases, esa niña es hija de uno de los empresarios más ricos de este país-

-Así que una niña rica- Disimulé en una sonrisa falsa mi beneplácito.

-¿Solo quien tiene como pagar estudia aquí recuerdas?-

Asentí, con cierta falsedad incluso para mi amiga… porque no podía admitir que esa niña se había robado algo más que mi atención en ese momento, no estaba dispuesta a perder la cordura por una simple estudiante.

Volviendo a la realidad me encuentro con los ojos verde grisáceos de esta niña, casi parece no importarle el hecho de que se ha lastimado, permanece silenciosa mirándome, es todo tan lento… saco de mi bolsillo interno de mi cacheta una bandita, mientras mis labios yacen sobre su dedo presionando sutilmente, no sé a qué hora tome su dedo entre mis labios… siento el sabor metálico de su sangre, lo libero delicada y suavemente para poner la bandita. Parece que la tormenta ha pasado, pero solo hasta ese momento me doy cuenta que la razón por la que ella no se movía ni dejaba de mirarme es que, la tengo arrinconada contra el escritorio.

*Aleth Zyden*

No lo puedo creer, mi dedo entre sus suaves labios, mis piernas siendo rozadas por las suyas, tan escasa distancia dos veces en un día, quizás demasiada suerte, mucha más de la merezco… rayos mi corazón late como caballo desbocado, se me quiere salir. Carmesí, mirada carmesí que me condena de formas que su dueña jamás imaginaría, me he sometido a un castigo voluntariamente y ahora creciente es mi ira ante el hecho de que ya no tendré una simple excusa para verla.

Si lo sé, ella va a cortar este dulce contacto en cualquier momento y deberé aferrarme a la poca cordura que queda en mí para volver a la posición de alumna y mirarla desde lejos como otros tantos, agachó la cara, me duele ese solo pensamiento. Aleth… has sido tan torpe al enamorarte de la directora…

*Asura Tredyan*


Odio cuando sufre, cuando su divino rostro se muestra torturado ante mí. No puedo soportarlo, cada expresión de sufrimiento en su cara es como un condenado imán que me hace desear apartar de ella cualquier amargura que aprenda a su corazón. Ya no lo soporto, la tomo por la cintura y la presiono contra mí, la pongo sobre la mesa… sin dudarlo le doy el beso más tierno que haya prodigado jamás.
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5 comentarios:

  1. Que historia mas bella, me enganche de una, ya quisiera q sea mañana para la continuacion. Besitos cristalsif

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  2. Yo igual ya me enganche con esta historia q esta empesando con cosas bonitas y chidas de un amor de una estudiante y directota

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  3. Excelente! Eres una gran escritora

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  4. Increíble Cristalsif. Como siempre tu historia maravillosa. Esperando al próximo capítulo

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  5. Me encanta la historia, como siempre genial Cristalsif, que hermosa manera de relatar tienes, un abrazo

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