Capítulo 2
Ojos carmesí.
No tengo muy claro cómo fue que termine castigada de esta
forma, como un día desafortunado pudo empeorar, fue cierto todo en cuanto le
falte al respeto a nada más y nada menos que la directora del instituto, pero
debo agregar que nadie se tomo el trabajo de presentarnos apropiadamente antes
de que mi lapsus de estupidez me metiera en estas dificultades… aquí termine,
pasando largas tardes con ella, en la grandiosa labor de ordenar archivos, mirar
el correo, sellar los sobres y hasta llevarle un té…en fin, ahora podrían
llamarme su secretaria. Sin embargo es extraño para mí el que aquello que en un
principio me pareció indignante además de tortuoso, terminó por convertirse en
una costumbre de mi diario vivir, una que por razones que no entiendo me hace
falta en las tardes de mis fines de semana y no es que me guste trabajar
gratuitamente… no soy tan altruista, hoy solo sé que un accidente cambio mi
perspectiva, porque desde entonces esos ojos carmesí comenzaron a parecerme
interesantes.
Otra tarde más termino las clases y salgo casi a trote para
verla… quiero decir para cumplir mi castigo. Quien me viera tan responsable…
-¡Aleth! ¿Espera quieres?- Esa es la voz de Yuki-chan. Me
detengo y doy vuelta, llega a mi lado jadeante.
-¿Qué pasa?-
-No entiendo porque te aficiona tanto cumplir un castigo,
nunca antes te vi correr así- Ella me miro con escrutinio. -Hace días que no te
veo- Me sentí mal, pero mi plan de mantenerla lejos de mí sin armar sospechas
era mejor, no quería que padre la usara para alguno de sus raros y truculentos
negocios.
-Oh- Ahora con que iba a zafarme, o si. -Sabes que mis
deberes además del castigo consumen mucho tiempo- Además estarás mejor sin mi
Yuki.
-Me parece que últimamente me está evitando- Agachó su
rostro y entonces no pude evitar sentirme culpable.
-No es cierto…- Perdóname Yuki pero es por tu bien y el de
mi madre. -Además tú tienes una cita de negocios con tu padre… corre que vas
tarde… y yo ya debería estar en la oficina de Asura-
-¿Asura? Ya tratas tan íntimamente a la directora-
-No tengo tiempo para estas tonterías… adiós Yuki- Salí
corriendo a lo que daban mis piernas por los pasillos, escuche algún ¡Hey! de
los transeúntes en el camino pero yo no me detuve, iba cinco minutos tarde. Di
vuelta en el pasillo evitando golpear a alguien y al fin arribando a la oficina
abrí la puerta. Sonreí allí estaba la directora sentada tomando una taza de té
con la mirada perdida en el enorme ventanal de su oficina. Dios cada vez que la
veo no evito pensar que es alguna clase de ángel, aun no defino la clase...
¿Arcángel o querubín?
-Zyden que gusto verte de nuevo- Ahhh esa sonrisa derrite a
cualquiera. Luego cambio su expresión, dejo a un lado su te y camino hasta mí,
casi instintivamente cerré la puerta. -¿No aprendes verdad?- Negó su cabeza con
un hermoso reproche en su cara, cuando pensé que había hecho algo muy malo ella
deslizo sus manos blancas hasta mi cuello, ella tan cerca y sus labios tan
deseables que trague saliva, solo podía mirarla directo a los ojos carmesíes
que me hechizaban de formas desconocidas. Ella acomodo mi corbata y pude sentir
la suavidad de sus dedos rozar por error mi piel, deje de respirar.
-Soy mala con los nudos…- Desvié la mirada y di una paso atrás
apenas me libero. Estos pensamientos con la directora eran imperdonables para
mí… ¡Por favor! ella jamás me prestaría atención a mí y menos de la forma que
yo quiero.
-Muy bien… ahora si estas presentable- Regresó a su
posición y yo tome la mía en la mesa cercana. Ella se ocupo de su te y yo de la
correspondencia vía Internet. No lo admitiría pero aun me temblaban las manos y
me sentía nerviosa ante la observadora y penetrante mirada que me dirigía. ¿Son
así todas las directoras? Capaces de desnudar el alma con apenas una mirada. No
lo supe, pero las horas transcurrieron así hasta que… pasó el incidente.
¿Cómo pudo pasar? Todo comenzó de una forma tonta por una
simple hoja de papel. Como cambio mi suerte con el accidente más ridículo que
pueda tener lugar, me lastime con una de las hojas de papel del archivo. La
herida curiosamente resulto ser más profunda de lo que supuse, un hilillo de
sangre descendió por mi muñeca mientras observaba con extrañeza aquel líquido
carmesí era desprendido desde mi dedo.
*Asura Tredyan*
Algo extraño acontecía con aquella joven, algo distinto
tiene ella sobre el resto de la gente. No se trataba solo de su atractivo
aspecto, de su profunda y melancólica mirada verde, de su piel pálida… algo aun
más atrayente yacía en su arisco comportamiento, en todo su conjunto. Yo no
puedo apartar la mirada de ella cuando cumple con su trabajo en mi oficina, las
labores tan cotidianas como servirme un té o ayudarme con la correspondencia,
hacen que luzca encantadora, así casi siempre con su ceño fruncido mientras
secretamente procura hacer las cosas bien. Pasaron las semanas y note que,
habitualmente no solía ser del tipo de persona cuyos castigos fueran tan
duraderos, pero con ella de alguna forma quería alargar su permanencia.
Una tontería cambio por completo el tranquilo rumbo de las
cosas, viernes en la tarde y ya había transcurrido más de un mes de castigo. Me
acerque para informarle la determinación y vi con orgullo como ya estaba por
culminar las labores de secretaria en menos de un hora, apenas y faltaban unos
pocos archivos. -Muy bien hecho señorita Zyden…- Admití con una mirada crítica
que ella había hecho un excelente trabajo, ni siquiera las secretarias más
expertas me habían dado tan buenos resultados. Sonrió, su expresión dulce me
deslumbro por completo… era la primera vez en semanas que la veía sonreír.
-Dado el ahínco con que ha realizado sus labores doy por
terminado su castigo… a partir de la semana siguiente no tendrá que presentarse
en mi oficina- En todo momento me repetí que era lo mejor, pero algo sentí
amargo en cuanto su sonrisa se evaporo por completo.
-Entiendo…- La suya fue una respuesta seca. -Apenas termine
me marcho directora Tredyan- Me dio la espalda rápidamente, tomo de forma
brusca una de las hojas del archivo tal y como si el papel fuera una afilada
daga, le causo un corte profundo, casi puedo jurar que salte sobre la mesa para
ver que le ha pasado, no estoy segura… solo sé que ahora estoy frente a ella.
La mancha sanguinolenta en la hoja y las gotitas de sangre
cayendo al suelo, me vi transportada al día en que la conocí. La sangre, ¿acaso
ella estaba destinada a que fluya desde su interior?
Salía de mi auto
en el estacionamiento improvisado, sería un día más desde mi llegada al
instituto hace aproximadamente tres años mi padre murió en raras circunstancias
y ahora yo debía hacerme cargo de los negocios de la familia. Pensando en mis
planes para desenmascarar al asesino de mi padre camine con toda calma sabiendo
que a esa hora todos los estudiantes deberían estar en las aulas, me alegraba
la soledad de cierta manera siempre fue mi única amiga. Iba por allí perdida en
mis pensamientos tanteando las posibilidades que mi edad, mi aspecto y mi
fortuna me concedería para averiguar un tanto más sobre los hechos.
Repentinamente
escuche el chirrido de llantas en el asfalto, tire el maletín con valiosos
documentos a un lado y yo misma me lance al otro. El motociclista logro
evadirme con agilidad impresionante, pero tal cosa le costó irse directamente
contra el muro de la fuente, vi desde el suelo como se precipitó peligrosamente
contra el agua, escuche el golpe seco, preocupada me levante lo más rápido que
pude, pero me detuve en el acto cuando la persona que por la falda supe era una
chica, se levanto de las apestosas aguas. No me agradaba la idea de imaginar el
dolor que estaría sintiendo.
Todo me imagine,
originalmente hacerle recibir atención médica, automáticamente mis manos
buscaban en mi chaqueta el móvil y marcaban al servicio médico personalizado de
la academia, luego pensaba en el castigo que le supondría la llegada tarde y lo
arriesgado de usar una moto tan bestial como esa… pero pronto todos mis
movimientos, incluso mi actividad neuronal ceso. -oye… ¿Estás bien?- Murmuré
automáticamente llena de preocupación.
Se quito el casco
murmurando una serie de cosas que no entendí, estaba más interesada en sus
finas facciones, en sus ojos verdes casi grisáceos, su piel pálida de porcelana
y esos mechones negros que goteaban por su cara. Sentí una punzada en el pecho
cuando sus ojos reflejaron alguna clase de abandono… era una niña note, pero en
sus ojos no había brillo, alegría… nada.
La sangre fluía
por sus heridas pero ella no se quejaba en lo más mínimo, esa sensación de
querer protegerla barrió con todo en mi interior, la vi palidecer, sus pupilas
dilatarse y corrí antes de que cayera desmayada. Jamás sentí tal desesperación
como cuando sus ojos se cerraron, cuando toda su fuerza se fue y me quede con
su cuerpo en mis brazos. Llame al cuerpo de salud y mientras llegaban me quede
mirándola casi hipnotizada, aun dormida su rostro parecía atormentado.
Era tan difícil
solo mirarla, acaricie su rostro retirando uno a uno los mechones y entonces
note que era aun más guapa de cerca, nariz respingada, mejillas nacaradas,
cabello de ébano brillaban a la luz del sol y unos labios, delicados, rosáceos…
perdí la noción del mundo, no supe en qué momento mi cara se había movido sobre
la suya o cuando mis labios acariciaron los suyos.
-¡Asura!- Murmuró
la voz de la joven doctora Freiya y mi mejor amiga de la infancia. Me di vuelta
para verla con el espanto de haber sido descubierta, retire la mirada y me
aparte de la chica sin soltarla hasta que llegaron los enfermeros con una
camilla. Todo ese tiempo mi amiga me miró con suma extrañeza, pero sin
reproche… yo sabía bien que no escaparía de sus preguntas después.
Llegamos a la
enfermería y ni siquiera me ocupe del maletín, muy pronto los guaridas de
seguridad llamaron al móvil informándome que mi portafolio había sido
encontrado en el estacionamiento y sería trasladado a mi oficina. Sorprendida
ante el hecho de haber dejado de lado mis prioridades por una joven estudiante
me sentí preocupada. Evite mirar la sangre en la chica mientras Freiya limpiaba
y vendaba sus heridas después de haber aplicado un fuerte anestésico, y no solo
era la sangre la que evitaba ver, esa semi desnudez dada la poca cordura que yo
conservaba en ese momento me hizo pensar que sería mala idea verla.
Pocos instantes
después cuando Freiya iba a emprender mi interrogatorio una jovencita solicito
con urgencia ver el estado en que se encontraba Aleth… esa fue la ocasión en la
que pude conocer su nombre. Uno muy Hermoso…
Estaba por irme al
ver como la chica acariciaba con vehemencia los cabellos de la joven inconsciente,
algo en la escena me molestaba... cuando ella volvió a despertar, cuando volvió
a caer en mis brazos… me sentí ofendida ante la confusión, me llamo con otro
nombre. Después de interpelar palabras me di cuenta que se protegía en una
burbuja de indiferencia, cortés pero reacia a cualquier cercanía. Finalmente me
trató con suma indiferencia y una prepotencia que no sabía si la engalanaba más
ante mis ojos o solo me enojaba más. Supe que a pesar de mi extraña
predilección por la chica debía actuar con la autoridad investida sobre mí,
después de todo… soy la Directora de la Academia Nadeshiko.
-0-0-0-
-Asura… ¿me dirás
que ha pasado contigo?- Murmuró mi amiga una vez llegamos a la oficina y cerró
con llave, me senté desalentada observando de forma perdida el portafolio.
-Ni yo misma lo
sé-
-Agradece que
cuando se movieron el árbol tapaba la vista desde los edificios estudiantiles…
sabes lo que habría pasado si algún alumno te ve haciendo lo que…-
-¡Lo sé Freiya! No
es algo de lo que este orgullosa-
-¡Asura dame una
buena razón para que lo hallas puesto todo en riesgo!-
-Fue un impulso-
No podía admitir ante ella la confusión que estaba viviendo. -Por favor la
chica estaba guapa, desee probar sus labios y no paso nada más- Era en verdad
cínico pero no tenía otro camino.
-Dios Asura desde
cuando eres tan inconsciente- Murmuró con un dejo de alivio en su voz, para
ella esto era un juego de la mujer casi omnipotente que soy.
-¿Desde siempre
recuerdas?- Sonrisa de nuevo, cara de póker es lo que soy.
-Claro tu siempre
tomando lo que quieres… pero no te pases, esa niña es hija de uno de los
empresarios más ricos de este país-
-Así que una niña
rica- Disimulé en una sonrisa falsa mi beneplácito.
-¿Solo quien tiene
como pagar estudia aquí recuerdas?-
Asentí, con cierta
falsedad incluso para mi amiga… porque no podía admitir que esa niña se había
robado algo más que mi atención en ese momento, no estaba dispuesta a perder la
cordura por una simple estudiante.
Volviendo a la realidad me encuentro con los ojos verde
grisáceos de esta niña, casi parece no importarle el hecho de que se ha
lastimado, permanece silenciosa mirándome, es todo tan lento… saco de mi
bolsillo interno de mi cacheta una bandita, mientras mis labios yacen sobre su
dedo presionando sutilmente, no sé a qué hora tome su dedo entre mis labios…
siento el sabor metálico de su sangre, lo libero delicada y suavemente para
poner la bandita. Parece que la tormenta ha pasado, pero solo hasta ese momento
me doy cuenta que la razón por la que ella no se movía ni dejaba de mirarme es
que, la tengo arrinconada contra el escritorio.
*Aleth Zyden*
No lo puedo creer, mi dedo entre sus suaves labios, mis
piernas siendo rozadas por las suyas, tan escasa distancia dos veces en un día,
quizás demasiada suerte, mucha más de la merezco… rayos mi corazón late como
caballo desbocado, se me quiere salir. Carmesí, mirada carmesí que me condena
de formas que su dueña jamás imaginaría, me he sometido a un castigo
voluntariamente y ahora creciente es mi ira ante el hecho de que ya no tendré
una simple excusa para verla.
Si lo sé, ella va a cortar este dulce contacto en cualquier
momento y deberé aferrarme a la poca cordura que queda en mí para volver a la
posición de alumna y mirarla desde lejos como otros tantos, agachó la cara, me
duele ese solo pensamiento. Aleth… has sido tan torpe al enamorarte de la
directora…
*Asura Tredyan*
Odio cuando sufre, cuando su divino rostro se muestra
torturado ante mí. No puedo soportarlo, cada expresión de sufrimiento en su
cara es como un condenado imán que me hace desear apartar de ella cualquier
amargura que aprenda a su corazón. Ya no lo soporto, la tomo por la cintura y
la presiono contra mí, la pongo sobre la mesa… sin dudarlo le doy el beso más
tierno que haya prodigado jamás.
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Que historia mas bella, me enganche de una, ya quisiera q sea mañana para la continuacion. Besitos cristalsif
ResponderEliminarYo igual ya me enganche con esta historia q esta empesando con cosas bonitas y chidas de un amor de una estudiante y directota
ResponderEliminarExcelente! Eres una gran escritora
ResponderEliminarIncreíble Cristalsif. Como siempre tu historia maravillosa. Esperando al próximo capítulo
ResponderEliminarMe encanta la historia, como siempre genial Cristalsif, que hermosa manera de relatar tienes, un abrazo
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