Capítulo
21
Zafiro
...Soy idiota,
me doy la media vuelta. Cuando estoy a punto de marcharme a la salida una voz
me detiene.
-Ara... no
esperaba tal muestra de cobardía- Ese acento tan familiar y desconocido al
mismo tiempo me paraliza.
-“¿Cobardía?”-
Rechino entre dientes, antes de darme la vuelta para encararla. -¿Quién
dem..?.- Se quedan mudas las palabras en mi garganta. Esos ojos hechos de
sangre líquida, ¿Por qué me miran de ese modo?
-Parece que a
alguien le comieron la lengua los ratones- Sonríe juguetonamente la chica a la
que estuve devorando con la mirada y sin ningún reparo. Algo tan impropio de
mí, pero es que tiene una sonrisa taaann hermosa... ¿Estoy tonta o qué? ¡Acaba
de insultarme!
Di algo cerebro,
¿No ves que se están burlando de ti? -¿Bailas?- ¿Qué? ¿Eso era lo mejor en el
repertorio cerebro tonto? Siento que la lengua me pesa toneladas, no entiendo
que me pasa, estoy tan nerviosa y me arde la cara.
-Como seguramente
notaste, si... estoy en capacidad de ello- Esta tan tranquila y divertida a
pesar de la incómoda situación o ¿Soy solo yo la que se siente incómoda?
-Que mal tino
tienes para pedirle a alguien que baile contigo, si ya veo que la del problema
para ligar eres tú, no el resto de la gente- Niega socarronamente con la
cabeza, una mujer pelinegra de ojos ámbar y piel broncínea, era la que estaba
bailando con ella y además ¡Esa cara la recuerdo yo de algún lado!
-Túuuuuu- La señalo
con dedo acusador. -La aprovechada que no aprendió nunca lo que significa el
espacio personal y por si fuera poco...- Mi voz se estanca contra una muralla,
la insulsa de Ámbar me tapa la boca con sus manos, y las que muerdo a falta de
otro medio para respirar tras algunos instantes sin aire.
-¡¿Estás loca?!- Se
sujeta la mano lastimada, ¡Que dramática! Yo no le he hecho sangre. Pero bueno,
esa castaña de figura prodigiosa nos mira conteniendo la risa.
-¡Me estabas
ahogando! ¿Cuál es tu problema? Primero andas robando besos a la gente y
¿Después intentas ahogarlas?- No sé qué cosa en mis palabras airadas, detuvo la
risa disimulada elegantemente en la mano de aquella hermosa castaña. Esos ojos
rubí, vagaron primero sobre mí y después sobre la otra infausta mujer. ¡Rayos!
Va a matarnos y mira que a mí no me da miedo nadie, pero... esa mirada asesina
me ha dejado pálida y estática en mi sitio.
-Ara... Ahn es más
atrevida de lo que yo recordaba- Siseó suavemente entre sus labios. ¿Ahn? ¡Espera!
¿Entonces si tienen algo? Tengo una sensación espinosa otra vez a la altura del
pecho. Desvío la mirada a un lado cerca de la mesa donde estaba y Azula ya se
había ido. Ahora si estoy en problemas.
-No me dejó otra
opción Rubí- Comienza a sudar la de ojos ámbar, tomándome por los hombros y
poniéndome en medio cual escudo.
Me suelto
rápidamente, notando que nuestra peculiar conversación ha formado corrillo en
la pista de baile ¡Viejas chismosas! -Si tienen problemas conyugales a mí no me
metan en esto señoritas- No puedo evitar un tono de voz dolido antes de
apresurar el paso a la salida. Con la cara que traigo está claro que la joven
de la puerta no duda en abrírmela ni un instante. Realmente no quiero volver
nunca más al 'Dragón Rojo' -¡Al diablo el mundo, la memoria y
todo!- Refunfuño cuando ya voy saliendo del callejón.
Una mano me sujeta
obligándome a girar con violencia y en cuanto vuelvo a sentir esos ojos carmín
sobre a mí, desecho la idea de propinarle un golpe. Me he quedado con la boca
abierta de nuevo, cayendo probablemente es el influjo de ese fino rostro...
lle...lleno de lujuria. Sus brazos me arrinconan contra la pared y sus labios
buscan los míos con ansiedad, la siento intrusa en mi boca y su lengua danza
con la mía. No puedo resistirme, me aferro a su cabello y profundizo la
caricia, sabe tan terriblemente bien. Bebo de ella, de su boca, de su cuerpo
contra el mío... como si fuera un oasis en el desierto y una acuciante
necesidad de más, se queda prendada en mi boca cuando ella se separa un
instante de mí. Mas solo el hilo de saliva que hace puente entre nosotras dos,
se delata testigo de aquel momento sublime. Pronto y en mal momento recuerdo mi
razón para salir de allí y mi cara delata mi contrarío.
-Esto no va a
gustarle a SU novia- Me separo jadeando, incapaz de tolerar el brillo intenso
en esas gemas rojas. Me limpio la boca con la manga de mi chaqueta, negando en
toda lógica lo que está pasándome con ella.
-Ara, me parece que
Kruger-san ha confundido la situación. Ahn no es mi novia, solo una amiga de
tiempos pasados- Aun me acorrala contra la pared, pegándose más a mí, y yo
tristemente incapaz de coordinar algún movimiento que la aleje. -Debería ser yo
quien pregunte por su acompañante, se fue bastante ofendida-
-Ignoro... como
sabe mi nombre y yo no tengo porque darle explicaciones de mi vida privada-
Escondo la cara lo mejor que puedo, es un vano amago por 'esquivar' su
cercanía, lo cierto es que no estoy en condiciones de mirarla.
-Eso es un tanto
cruel, ya que yo me he explicado- Su voz en mi cuello expuesto a razón de mi
rara postura y sus brazos adheridos a mi cintura torturándome de deleite, la
hacen bastante sugestiva. A otra ya la hubiera mandado al diablo, pero ella
tiene ese raro poder de hacerme desear más de lo que debería. Muerdo mis labios
intentando contenerme, quien me iba a decir que una extraña me provocaría
tantas emociones. -Pero, está bien... yo no voy a preguntarle a Kruger-san lo
que no desea responder- Una corriente eléctrica se desliza por toda mi espalda,
mi cuerpo, concluyendo en mi centro de placer. No es otro el origen de mi mal
que esos labios carnosos surcando la piel expuesta en mi cuello.
-Nat...- Digo para
mi vergüenza.
-Ara, yo no me
llamo de ese modo- Ríe divertida y su aliento logra estremecerme nuevamente.
-Es... mi nombre,
me han llamado de muchas formas pero todas empiezan por esa abreviación. El
último que recuerdo es Natsuki- Aunque no lo siento propio, en el fondo me
pertenece... pero no voy a decirle mi apelativo de batalla, Zafiro... si
supiera que soy una asesina a sueldo correría. -Por favor no digas... mi
apellido- No sé porque me molesta que lo haga, pero requiero que diga mi nombre
como si el alma y la vida se me fueran en ello.
-Muy bien...
entonces mi Nat..su..ki- Silabea casi cantarina el nombre y esto incendia más
mis deseos, también y raramente, hace que mi corazón lata más rápido. -¿Desea
que vayamos a otro sitio? Me niego a compartir una vista tan agradable con
otras personas-
¿A qué se refiere?
Basta bajar la mirada para notar que sus manos se han abierto paso entre mi
chaleco y mi camisilla, están a ¡Nada! De tirarme el sostén. Azorada reacciono
retirando sus manos de su objetivo, por todos los cielos esta mujer es... es...
¿Una profesional en esto? -Deje las manos donde pueda verlas... señoritaa...-
¡Rayos! Yo no sé su nombre.
-Shizuru... Viola-
Me responde con ternura, mientras una pequeña lágrima surca su mejilla
delatando el sincero pesar que de algún modo le he causado. Es mucha la
egolatría Zafiro ¿Por qué lloraría ella por ti?
Sin embargo aquí
estoy, pidiendo perdón sin saber la razón -Yo... yo lo lamento- Así mismo, mis
labios en un casto beso secan el llanto que surcó su rostro. -“No llores...
me duele”- No me atrevo a decirlo.
-Mi Natsuki no
tiene la culpa de nada- Cambia tan pronto su expresión por una sonrisa, que mi
interior lo agradece. Siento un deja vú, pero ¿Realmente conocí a esta mujer?
Ahora que si preguntara ¿Nos conocemos de antes? Va a sonar a frase de galán
barato.
Por otro lado...
(suspiro) Mi nombre se oye tan bonito en su voz. -Yo tampoco quiero compartir a
Shizuru con otras personas- No sé porque lo he dicho, salió tan natural.
Tomo su mano, y
caminamos presurosamente hasta mi vehículo, hay cosas que tienen que pasar
entre dos personas y solicitan lugares más íntimos. Ella sube al asiento del
copiloto de mi Ferrari plateado sin preguntar, no sé porque no le asusta la
idea de irse a parajes desconocidos con una persona que no ha hecho mérito
alguno para ganar su confianza. Me enfada la sola idea de que esto que hace
conmigo, sea cosa de una noche o peor aún, cosa de varias noches. ¿Pero quién
soy yo para recriminarle algo? He accedido con voluntad blanda ante su
presencia, y también me he negado a responder su única pregunta, es cruel de mi
parte. Pero sí afirmara que la que se ha marchado es mi novia, quizás hubiese
venido después un desprecio de su parte y algo por dentro me dice que no podría
soportarlo.
Enciendo el auto y
las llantas comienzan a quemar contra el asfalto, error de principiante, mis
nervios me delatan... salimos disparadas por las calles, pues necesito un lugar
a solas para en mis anhelos conocer el sabor de su piel. Su mano en cambio se
deposita cálida en la mía, sobre la palanca de cambios y al mirarla de soslayo,
me doy cuenta que toda su atención es mía. Giro en la transversal, nos
dirigimos a la zona de hoteles más prestigiosos de la ciudad, realmente no
tendría el descaro de llevarla a cualquier motel de mala muerte.
-Tienes unos ojos
muy hermosos- No entiendo porque lo dice, son fríos como el hielo,
antinaturales... parecieran realmente congelados, incluso malditos.
Hoy he superado mi
marca, estamos ya a menos de una calle. -Alguien cuyos ojos están hechos de
rubí, no debería mentir para quedar bien con una perfecta desconocida, eso no
interesa ¿verdad?-
-Detén el auto-
Estoica en su voz y su expresión, que otra palabra podría usar para referir el
desplante que le he hecho. Detengo el auto, quizás es mejor de este modo. No
puedo garantizar que la deje ir después.
Abre la puerta y se
baja mientras yo estrecho las manos contra el volante. -“Soy idiota, de eso
cabe duda”- Darme golpes contra el volante no parece tan mala idea.
-Ara, ¿Acaso
Natsuki se ha arrepentido?- Sujeta la puerta entre sus delicadas manos y al
mirarla a los ojos, estos contrarían por mucho la serenidad de su expresión.
-Dije que te detuvieras porque estabas tan distraída que ibas a pasarte- Le
explica a mi poco cuerdo cerebro la realidad.
-Señorita... ¿Desea
que estacione su auto?- En efecto, al lado de mi puerta el Ballet me extiende
la mano para pedir las llaves y yo seguramente tengo una cara de... en fin.
Tras recuperar la
compostura, bajo del auto, entrego las llaves y camino de la mano de Shizuru al
interior del Hotel, este no era el que tenía pensado pero cumple los rigores
que busco, 5 estrellas. Pasamos por la recepción, de pie mientras esperamos las
llaves del cuarto. Siento una penetrante mirada gris sobre mí, le encaro con el
ceño fruncido, pero ese hombre alto y de cabellos marrones en cambio me sonríe.
Esto me desconcierta profundamente, levanta la mano y Shizuru devuelve el
ademán. Así que el gerente del sitio conoce a Viola-san, ¿Acaso es su costumbre
venir seguido aquí? Y lo que es peor... acompañada.
Entramos al
ascensor... En cuanto se cierran las puertas. -¿Algo molesta a mi Natsuki?- ¿Es
que tiene un manual de expresiones mías?
-No tendría
porque...- No tengo porque darle más valor a esto, después de todo nos
encontramos en el 'Dragón rojo' y estamos aquí para hacer esto y aquello
específicamente. No puedo creer que me preste para esto, pero es mejor sentir
un instante ¿No es así? Después de todo, las restantes horas de los días solo
puedo vivir con enojo.
-Ara, ¿Acaso le ha
molestado la familiaridad de Reito-san?- Sus dedos sobre mi barbilla, me
obligaron a verla.
-¿Quién?- Ese
nombre me suena de algo. -¡Claro que no!- No puedo estar sintiendo celos, pero
duele porque ella va a olvidarme cuando la luz despunte en las montañas y luego
reemplazarme con alguien más.
-Los ojos de mi
Natsuki dicen lo contrario- Bajan en caricias sus pálidas manos, abre la
chaqueta y se detienen sus dedos en mi clavícula expuesta. Otra vez ese influjo
que mata y me condena a suplicar que no se detenga. No quiero más preguntas, la
atraigo por la cintura para acallar en sus labios posibles conjeturas. Me
responde con tal deseo, con esa sed que nos está consumiendo desde que nuestras
miradas se cruzaron.
-No temas...
siempre estaré junto a ti...- Sonreía mientras acariciaba sus mejillas claras y
sus ojos sangría me miraban con un delirio dulce. Sus labios carmín tan
cerca... -Aun si es solo como un leal amigo, mi querida Kiyohime- Mordía mis
labios sabiendo una mentira tacita en ellos, quería tanto más con la joven
doncella, que impropio de mi parte, retiré la cara notando un tenue ardor en
ella.
Entre fogosos besos
se abrieron las puertas del ascensor a la suite privada, incapaz de tolerar la
posibilidad de apartar su contacto del mío, levanto sus caderas en mis manos y
sus piernas me apresan, prodigándome un contacto divino. Que terrible tortura
me parece la tela entre nosotras, pero eso tendrá una pronta solución. Nos
deslizamos sin hacer caso del sitio, somos como ladrones en medio de la
oscuridad, tomando un poco del fruto prohibido, robando mucho más de lo
permitido y yo estoy perdiendo el corazón en este instante infinito. Nuestras
lenguas batallan buscando someter a la otra, pero no es así como yo quiero que
sea, lo dejo ser pero con más dulzura. Buscamos en esta noche, algo más de esa
piel adictiva... yo también quiero encontrarme a mí misma y solo en ti podría
hacerlo ¿No es así Shizuru?
-Nataru miente
muy mal- Escuché un susurro en mi oído, estaba tan cerca y no sabría ella lo
peligroso que es eso en mi presencia. -Yo no quiero un amigo...-
-¿Acaso Kiyohime
desprecia mi compañía? Ya lo imaginaba, soy indigno de tal honor- Ahogué un
nudo en la garganta, un dolor intenso comenzaba a destrozarme por dentro, todos
esos miedos se hacían realidad.
Dando tumbos en
aquella oscura habitación, me pierdo un par de veces extraña en un lugar que no
conozco. Llegamos por algún milagro divino a la cama, su cuerpo de diosa reposa
en el lecho y el mío sobre ella en una invitación natural. Sus dedos se enredan
en mis cabellos y mis manos presionan su cintura. Pero el pecho se comprime
negando la posibilidad de hacerla mía de forma tan solo carnal o de ser solo un
juguete de una noche. Junto mi frente a la suya, deteniendo la danza erótica de
nuestros cuerpos y se paralizan sus ágiles intentos por dejarme desnuda. A fin
de cuentas la chaqueta quedó tirada en la sala, la camisa en la puerta, el
cinturón a un lado de la cama y los zapatos, no sé dónde.
-¿Natsuki?- Me mira
preocupada, no me he dado cuenta en qué momento se me han escapado las
lágrimas.
-Dime... que no soy
una más, ¿Si?- ¿Es esa mi voz? Es apenas un hilo casi inaudible. Escondo la
cabeza en su cuello. -Jamás haría una locura así con alguien... acaso tú ¿Si?-
Pregunto con tono torturado mientras la abrazo con un terror inmenso. -No sé
qué está pasándome-
-Ara, ¿No sabe mi
Natsuki que yo solo cometo locuras por ella?- Me busca en mi escondrijo, allí
oculta en su cuello. Me da la vuelta para sentarse en mi regazo y un ardor
pudoroso me da una vista privilegiada de su torso, apenas cubierto por un
sensual encaje vinotinto. -Si tan solo... me recordaras... sabrías que eres la
única para mí-
-¿Recordarte?- Una
aguja se clava en mi cabeza, mientras me esmero por buscar ese rostro en alguna
parte de mí. Pero esto solo agrava mi dolor. -¿Por qué no puedo recordar?- Me
sujeto con fuerza la cabeza, contorsionando mi cuerpo con sufrimiento, están
taladrándome por dentro y ese terrible pitido me taladra los oídos.
-Nataru se
equivoca, los sentimientos que le guardo distan tanto de ello, como para
conceder tal solicitud.... mi corazón no soportaría estar tan cerca sin poder
tenerle- La miraba sin entender, pero sus manos sobre aquella fina Yukata de
noche, me desconcertaron. Pasó los finos dedos por su hombro retirando la
prenda y con ella dejando al desnudo sus hombros, así como el camino glorioso a
la entrada de sus pechos. Fue un instante cautivador, digno de contemplar
reteniendo la respiración, tragué saliva intentando por todo medio volver la
mirada a otro lado. -Espero pueda disculparme...- De soslayo noté como cubría
con sus manos aquella pudorosa desnudez, avergonzada, rechazada incluso y por
ello maldije mi estupidez. -Ahora seguramente Nataru tendrá una mala percepción
de mí-
Negué vehemente
con la cabeza a riesgo de desnucarme. -No... no diga eso por piedad Kiyohime-
Desde la postura de flor de loto, me moví a una de rodillas para sujetar sus
manos y llevarlas a mi pecho. -Es solo que... yo... yo estoy enamorado de
Kiyohime, pero ella ya conoce mi secreto... entonces mis tórridos sentimientos
no podrían ser correspondidos por una criatura tan bella- La miré con la más
profunda sinceridad que hallara en mi interior. -...no podría ser bendecida por
los dioses, no cuando han puesto sobre mis hombros semejante peso y yo... yo no
podría...- Su radiante sonrisa atrajo de vuelta el alma a mi cuerpo, apagando
mi angustia con tan poco.
-Yo... también
amo a Nataru y el que sea mujer... mmm... solo lo hace más... divertido
fufufu-Se burlaba de mí, pero resultaba infinitamente más grato el prodigioso
sonido de sus risas que la angustia previa ante la posibilidad de mi rechazo.
-¡Oi!- Enrojecí.
-Me ha resultado muy difícil tolerar la presencia de Kiyohime y ver cuantos
nobles le dedican miradas indecorosas ¿Por qué no pueden contenerse por lo
menos?- Reclamaba como un niño pequeño al que otro pretende arrebatarle su
objeto más preciado.
-Ara, ahora
resulta que Nataru-SAMA también olvida las exageradas atenciones que le brindan
las damas de la servidumbre ¿O las miradas lascivas de aquellas doncellas
mientras entrena?- Se enfurruñó mientras yo no daba crédito a lo que escuchaban
mis oídos, pero Kiyohime ya me daba la espalda.
-¿En serio?
Pensaba que era porque soy el menor de todos- Dije inocentemente, acercándome
para abrazarla por la espalda. -¿Acaso no sabe mi amada princesa que solo sobre
ellas están puestos estos ojos de hielo?-
-Entonces...
entonces... quiero una prueba de tus sentimientos- Se ovillaba aún más en su
postura, negándome toda vista de ella.
-Haré cualquier
cosa que pidas- Sonreí de contento, pues al fin recuperaba esa mirada escarlata
sobre mí. -Subiré a la montaña para traer la flor de fuego, enfrentaré a muerte
a todos tus pretendientes y solicitaré tu mano a Shouji Viola, ofreciendo la
dote que corresponda... daría todo lo que tengo y soy por ti-
-Eso es muy
dulce viniendo de parte de mi Nataru- Se sonrojó, sabiendo que yo hablaba
seriamente, la quiero conmigo el resto de nuestras vidas y haré lo que haga
falta para eso. Pero de sus prodigiosos labios y sus rosáceas mejillas, de sus
ojos y todo su cuerpo mano una frase que no esperaba. -Quiero... quiero que
seamos una- Escondió su rostro en mi pecho, sujetándose apenada de mi ropa en
una abrazo posesivo.
Me mordí los
labios, si supiera ella como ardo en deseos de amarla y conocer hasta el más
recóndito confín de su cuerpo. Pero si hiciera tal cosa yo... yo la deshonraría
y si alguien lo supiera no solo mi vida estaría en riesgo. -Temo perjudicar tu
honor... deshonrarte me sería imperdonable- La abracé con fuerza. -Deja que
pida tu mano, deja que pueda hacerte mi esposa ante todos y después...-
-¿No cree Nataru
que ya arriesgo demasiado al verle a escondidas? Por favor- Suplicó temerosa.
No tuve otra
remedio que suspirar para luego dar un beso a sus cabellos castaños, esos hilos
preciosos siempre impregnados de aroma a rosa y jazmines. -Te daría la vida
misma porque no me queda ya corazón para entregar, lo tomaste el día que nos
conocimos... entonces, mi cuerpo es todo tuyo Kiyohime- Con las manos sobre sus
hombros retiré completamente la Yukata y entonces la atraje hacía mí,
prodigando en sus labios un beso en principio tímido, pues para mí... también
era el primero.
Su belleza era
la obra más maravillosa que mis ojos hubieran contemplado jamás, a la vista su
piel siempre cuidada se antojaba dulce y mis besos lo confirmaban en su cuello,
después su hombro izquierdo. En el que noté una figura roja, un Dragón hecho
del mismo color que los ojos de mi amada Kiyohime, era una figura aterradora
que manchaba su piel, pero al acariciarlo era tan suave como el pétalo de una
rosa. Por un instante tuve la impresión de ser observada por los ojos violeta
de la criatura, pero ello es imposible. Volví a besarla, mi mente me jugaba tan
solo una mala pasada. Nuestros ojos se cerraron como símbolo de entrega, mientras
labio a labio en una mordida a presión tanteábamos con inexperiencia el sabor
de la otra. Sus manos desataron las cintas de mi ropa, así como el vendaje en
mi pecho, ambas nos recostamos sobre el lecho humilde de mi morada en la casa
Viola. Me sentí observada, la vergüenza y la desnudez van muy de la mano e
impulsivamente me cubrí el pecho con las manos... nadie, ni siquiera yo misma
he contemplado mi cuerpo y esto me abochornaba en demasía.
-Ara, quien me
diría que Nataru ocultara una marca tan salvaje en su cuerpo... 'muy varonil'
fufufu- Su tono de voz lascivo me enrojecía más, sus ojos curiosos se posaban
sobre el símbolo de un gran lobo dibujado en el lado derecho de mi espalda, el
hocico muerde en mi hombro y las 2 colas se cruzan en mi cintura, es la marca
familiar. -Parece que ignora también la obra maravillosa que es su desnudez-
Retiré lentamente mis manos con la ayuda de las suyas. -Nataru es muy hermosa,
parece haber sido esculpida con un cincel- Sus dedos recorrieron el dibujo
mientras me abrazaba, lamía mi cuello y sus manos acariciaban mi pecho a la vez
que daba un pequeño mimo de sus labios a mi hombro, justo en el hocico de mi
marca. A lo lejos escuchamos el aullido de un lobo, nos miramos a los ojos con
una sonrisa extraña. ¿Casualidad no es así?
-Te amo... nunca
lo olvides, porque yo no lo haré- Acaricié su mejilla, antes se posar una
sábana sobre nuestros cuerpos, no planeaba compartir tan gloriosa vista con los
lánguidos rayos que se colaban por la ventana con vista al jardín... allí donde
la luna llena adornaba el cielo.
-Siempre
juntas... este será el hilo que nos una- Guio mi mano sobre su intimidad
húmeda, dándome la idea de acariciar aquel montículo de dicha y placer,
mientras mi boca saboreaba los frutos maduros en su pecho... tras contemplar en
mis labios su pecho y surcar su vientre, para llegar a un sitio sacro en su
cuerpo y marcarla una eternidad como mía.
-Calma Natsuki...
no te esfuerces- Sus manos sobre las mías y al abrir los ojos, aquellas escenas
eróticas de otra época se apagaban con el brillo preocupado del rubí. Igual
color de una mirada amorosa, el mismo marco castaño de hondas hechiceras, tan
perfecto en un rostro esculpido por las deidades.
-¿Ki... Kiyohime?-
Pronuncio ese nombre inconfundible, tan presente en mi alma que sabría
asfixiarme si no le diera salida desde mi garganta.
-Ya veo... no eres
mi Natsuki... eres Nataru Blan- Se baja de mi regazo para tomar asiento en el
lecho, es tanto su desencanto. -¿Dónde estás Natsuki?- Se pregunta llevándose
las manos a la cabeza. De qué habla, soy yo esa persona... o eso creo.
Gateo sobre la cama
para llegar a su espalda y en ella se ausenta el Dragón de mis sueños
despierta, sin embargo... yo si tengo esa figura de lobo dibujada en la piel
¿Quién soy entonces? Eso no es importante, no ahora que ella sufre.
-Shizuru...- Suplico su nombre, pero se niega a verme. No me queda más opción
que abrazarla y apoyar la frente en su espalda. -No... puedo recordarte y eso
me lastima, no sé porque tengo sueños con Kiyohime Viola, sueño despierta y son
más reales mientras estas junto a mí. Lo único que tengo claro... es que sin
conocerte mi corazón te recuerda, ardí en celos pensando que esa tal Ahn estaba
contigo. Solo estoy completa teniéndote cerca... es tan extraño, porque me siento
sola la mayor parte del tiempo y ese vacío insoportable solo se ha apagado en
el momento en que te vi... por favor... no me des tu indiferencia- Ya tengo una
cara de perrito bajo la lluvia y sin siquiera una mirada suya.
-Ciertamente a
Nataru Blan no le caigo demasiado en gracia- Se vuelve para mirarme. -Pero tus
ojos...- Ya veo, después de todo no le gustaban.
-¿Ves?... no son
bonitos- Los oculto en mi cabello muy avergonzada ¡No debí dejarme los lentes
en el bar! ¡¡Arggg!!
Me levanta la cara
por la barbilla, para que la mire... aunque yo estoy deseando esconderme bajo
la cama, tal vez no sería mal sitio. -No es eso, es solo que me gustaba tanto
el color esmeralda habitual de mi Natsuki, que este tono zafiro igualmente
bello se disputa el primer lugar- Su dulzura me enternece y apacigua, aun con
todo me arde la cara y bien, no entiendo a qué se refiere, las personas solo
tienen un color de ojos... supongo que es una metáfora muy compleja para mi
entendimiento. -Ara, ¿no será que mi Natsuki me está evadiendo para no hacer
esto y aquello?-
-Shi...¡Shizuru!-
Que forma tiene de cambiarme el tema y ¡Avergonzarme al mismo tiempo!
-No se me puede
culpar por adorar las variadas expresiones de un lindo rostro como el tuyo- Es
tan tibio su contacto que cierro los ojos para disfrutarlo, sus dedos están
hechos para ser suaves como la seda. Siento la miel de su boca buscar la mía y
me doy cuenta que ya no quiero pensar más.
Nos deslizamos
nuevamente hacía la cama, en cuanto su deseable anatomía se acopla con la mía
un largo suspiro escapa de mí. Mis manos con propia voluntad recorren su
espalda, su cintura de guitarra y a besos palpo aquella piel de porcelana. Un
rítmico y lento movimiento se hace natural entre nuestros cuerpos, es como
danzar sobre las pulcras sabanas, como flotar sobre alguna nube. Me atrapa una
vez más con su boca, sus labios presionan los míos y muerden juguetonamente,
para soltarlos y dejarme un poco con las ganas. Solo entonces me doy cuenta que
ha aprovechado la oportunidad para retirar mi sostén, me muerdo los labios al
notar su intensión en cuanto con toda la sensualidad que brota de ella,
humedece sus dedos divertida. Hondos suspiros y es necesario relamer mis labios
para apaciguar la necesidad de los suyos. Sujeto sus caderas con fuerza en
cuanto su dedo pulgar e índice toman entre ellos mi pezón erguido, este que
delata todo el placer que ella me provoca y enarco la espalda un instante en
cuanto su boca se ocupa del otro pecho.
Un creciente
cosquilleo en la entrepierna incrementa la humedad naciente, mientras una de
mis manos palpa la firmeza de su deseada nalga y la otra da un gentil masaje a
uno de sus prominentes pechos. Vano es mi esmero por ocultar mi gemidos en las
mordidas de mis labios y los suyos retumban en el interior de su boca ocupada
con mi seno. Caigo y cedo a cada una de sus caricias, dulce tortura venida de
las manos de una diosa. Es eléctrico cuando sus dientes rozan en la cima de mi
aureola y ya mi cadera se mueve buscando con desespero encontrar la suya. La
succión de su boca en mi turgente pecho y la mano maestra que presiona
cuidadosa mi pezón está volviéndome loca.
Que hambriento
estaba de afecto mi cuerpo, no cualquier tipo o persona, me doy cuenta que solo
con ella puedo sentirme dichosa, pero es ocasión de que responda como es
debido. La alejo de su entretenimiento y un mohín mudo de queja en su rostro
sonrosado me estremece. Pero antes de toda replica me veo reflejada en sus ojos
anhelantes y sin reservas le prodigo un beso febril... apasionado. Le doy
vuelta en medio de nuestros intrincados movimientos, porque nuestras piernas se
enredan y nuestras caderas se encuentran todavía sobre la estorbosa tela.
Decido entonces bajar con caricias llenas de adoración por su torso, no sin
detenerme un prolongado momento en los pechos turgentes de la mujer que amo.
¿Qué sería esto si no amor? Lo grita el corazón que jamás olvida y que exige
mucha más cercanía con mi Shizuru.
Viajo plagando su
vientre de besos, mientras mis dedos acarician inmisericorde sobre los suaves y
sensuales muslos, la falda cae y me aseguro yo de retirar mis pantalones, así
como la ropa interior de ambas. Ante mí se abre una inmensidad rebosante de
néctar, un aroma dulzón que genera más corrientes de ansiedad y urgencia. Al
levantar la vista sobre ella, es que al fin puedo contemplar la creación
perfecta, develar la desnudez de esta deidad castaña, cuya piel broncínea se
perla en pequeñas gotas de sudor y esto es más de lo que podría haber soñado
alguna vez.
Sin resistir la
tentación abro con mis dedos los tiernos labios de tan íntimo lugar y con mi
lengua tintineo en derredor del botón hinchado de placer. Un hondo gemido llena
la habitación, veo como Shizuru tira la cabeza hacía atrás y se aferra a las
sabanas con las manos. ¡Quiero pasar cada noche así junto a ella! Me centro en
darle placer acelerando poco a poco el ritmo de los ágiles movimientos de mi
lengua y mi nombre, al fin emerge de las profundidades mi bella castaña. Se
hincha mi corazón y el palpito retumba en mis oídos. Sin descuidos me esmero
por complacerla un tanto más y con el labio inferior comienzo a moverme en la
entrada de mi diosa. Su cuerpo tiembla y yo con ella sabiéndome más húmeda y
excitada al paso de cada uno de sus sonidos. Pero el culmen de aquella tonada,
abruma en mis oídos cuando me arriesgo a sentirla por dentro y mis dedos se ven
envueltos por sus fuertes músculos, así como sus tibios fluidos, todo ello sin
detener... mis labios sobre aquel botón del placer femenino.
-Nat...- Gime dulcemente... -Nat..su..ki... qui...quiero... que lleguemos... juntas- Sus manos que antes
acariciaban mis cabellos, ahora me llevan a su lado y al abrazarla la
completitud de su piel nívea me envuelve, es entonces que me doy cuenta que
nacimos para estar juntas, tal molde no podría encajar mejor, no está hecho
para nadie más. -y quiero verte cuando eso pase- Dice tan segura de sí que solo
aumenta mi necesidad de ella.
Toma asiento en la
cama y con rapidez, hace que nuestras piernas se crucen... su derecha sobre la
mía y mi derecha sobre su pierna izquierda. En cuanto se aferra a mí como lo
haría naufrago a la tierra, nuestras intimas humedades se acarician en un roce
sublime que me roba un gemido sonoro de placer y sorpresa. -¡Shi...zuru!- El
trémulo sonido de su nombre en mi voz, mi barbilla en su hombro y mis dedos
aferrándose a su espalda.
-Ara... esto es
nuevo para mí Natsuki- Podría jurar que sonríe en este momento y yo agradezco
que no vea mi cara completamente sonrojada. La verdad es que no recuerdo haber
hecho nada similar y ahora mismo no estoy para pensar en ello. Mi cuerpo se
adhiere al suyo y nuestros centros de placer se frotan avivados por el elixir
de esta lujuria interminable.
Nos apartamos solo
un poco, para besarnos y acelerar el ritmo de nuestra unión. Cada milésima de
segundo que mi cuerpo hace el ademán de separarse de ella, siento frío, pero en
cuanto vuelvo fundirme en sus mieles con un envite profundo, la calma regresa
aunada a otra ola de éxtasis... cada vez más creciente. Respiramos el aliento
de la otra y me pierdo en sus ojos con una profundidad hipnotizante, ya no hay
nada más en el mundo que ella. Puedo sentir las corrientes incrementar por mi
columna obligándome a arquear la espalda y aun el incesante movimiento de
nuestras cadera que se funden en una sola, como nuestras almas mismas. También
contemplo el respingo de sus redondos pechos, que se mueven en un rebote
sublime y rozan casi intencionadamente con los míos.
Es en el preciso
instante en que sus labios se aferran a los míos y mi mano se posa en su
barbilla para acariciarla con mi pulgar, que el último y más intenso contacto
es profundizado por ambas, genera una descarga total que atraviesa todo mi
cuerpo. Tiemblo junto a ella, vibramos hasta los huesos sacudidas de forma
abrumadora. Shizuru me abraza, alargando con ese tierno contacto el clímax, la
locura en extremo, el paraíso en la tierra y para mí toda la astrología del
cielo, pues no siento o veo a otra cosa que ella.... mi Shizuru Viola, mi
universo, mi éxtasis... lo único de lo que sé, no podría desprenderme.
Jadeamos con las
frentes unidas y nuestros húmedos cabellos entremezclados, la profunda mirada
que pareciera un poso carmín, brilla de una manera inusual en sus ojos.
Entonces intento decir aquello que me ahoga por dentro y nace en mi mente,
mucho más hondo en mi pecho también. -Te... te.... amo Shizuru-
-Yo también te
amo... Nat..suki- Me dice sin más, no hay titubeos en su voz, mucho menos duda
en su interior, porque las puertas de su alma me son abiertas con tal libertad
que abruma los sentidos. Doy un beso a su hombro y después a sus labios con una
evidente sonrisa en mis labios.
Nos deslizamos
sobre la cama, allí su cabeza se acuna en mi pecho y mis brazos. Pero en cuanto
he tocado su hombro izquierdo, algo arde entre mis dedos. Sin embargo el agotamiento
y el vodka bebido esta noche me hacen pasar por alto tal detalle. Así al fin me
abandono al mundo de los sueños y aquella mujer con la que he gozado de las
mieles inimaginables del amor sincero, me dedica un última sonrisa que se ve
borrosa entre mis instantes más cercanos a la inconsciencia.
“Cuando
cumpla mi promesa, entonces lo oculto estará a la vista de todos... le volverás
a ver Kiyohime y cuando confiese sin reservas lo que hoy te ha sido negado, una
luz intensa en el cielo dará paso a un nuevo mundo... pero no podrás escapar
del irremediable destino que hoy te niegas a aceptar ¿Estas dispuesta a todo
ello, solo por tener un instante más para contemplarle?” Nagi.
“Nada es
más importante que ella para mí, el mundo no me importa... de cualquier modo,
está destinado a sucumbir” Kiyohime.
“Jajajaja...
que egoísta de tu parte. Pero tendrás que vagar en pena, hasta el instante en
que puedas verla de nuevo, después de todo... fue tu ira la causante de todo
esto” Nagi.
“Esperaré
pacientemente ese momento, es un justo precio... por lo que he hecho.”
Kiyohime.
.
.
.
En cuanto el sueño
alcanzó a mi Natsuki, exhausta por el bello momento que compartimos, me aparté
dolorosamente de su cuerpo, sentía como si la piel me quemara, pero no solo eso
era extraño en mi cuerpo... podía percibirlo de un modo diferente, más
completo. Caminé zigzagueando hasta el cuarto de baño, buscando alguna toalla
que pudiera empapar en agua para aliviar el extraño dolor que estaba sintiendo.
Pero en cuanto vi mi cuerpo desnudo en el espejo, emergió un calor culposo en
mi rostro por las marcas de mi amor en él, que después se tornó en una
expresión confusa al notar unas líneas sangría en mi hombro con la forma de una
criatura que era a todas luces, un Dragón rojo.
-¿Qué... qué es
esto?- En cuanto puse mis dedos sobre él, los ojos violeta el mitológico ser se
movieron y una flama intensa, poco a poco se fue despegando de mi piel.
Aterrada como estaba me vi rodeada por una criatura hecha completamente de
fuego, que serpenteaba en derredor de mí. -¿Ki...Kiyohime?- Pregunté
esperanzada a la única que podría darme alguna respuesta al respecto. El
reflejo cambió en aquel espejo, teniendo ahora movilidad propia y además una
copia de mi rostro se mostraba dolido y angustiado.
-Lo siento
Shizuru...- ¿Desde cuándo mi otro yo se disculpa
conmigo? Esto no es buena señal.
-¿Por qué te
disculpas?- Por favor, además de este extraño ser en llamas rodeándome sin
quemarme, no puede haber nada peor.
-El pasado
tiene mucho peso, más del que quisiera admitir... aunque intenté por todos los
medios impedir lo que hoy ha ocurrido, Natsuki Kuga y mucho menos tú pueden
desligarse de su propio legado... he notado la marca del lobo en su cuerpo y la
tuya al fin se muestra... El espíritu del lobo de hielo en la familia Blan...- Ocultó sus ojos rubí en la cabellera castaña de la que gozamos ambas. -El
espíritu del Dragón de fuego, para la familia Viola-
-Eso no me dice
nada- Me abstuve de gritar enojada, solo por no despertar a mi Natsuki.
-Jamás debí
permitir que ambas volvieran a unirse... no así, no ahora...- Tensaba la mandíbula.
-¿Estás diciéndome
que hacer el amor con mi Natsuki ha sido un error?- No puedo creer que ella me
diga estas cosas. Si era la fan número uno del eslogan 'Natsuki y Shizuru juntas
por siempre'.
-De ningún
modo ha sido algo natural... Natsuki no es la misma persona, mi Nataru se
desvanece con cada segundo que pasa, como si su voz no me alcanzara...
entiéndeme Shizuru- Su voz se comprimió de dolor
al igual que su rostro.
-¡Eso no se puede
fingir! No puedo entenderte porque jamás me dices que está pasando- No podrían
ser falsas las miradas que me dio y mucho menos la forma cariñosa pero a la vez
pasional con la que me tocó.
-No es seguro
Shizuru, pero realmente no debes perderla de vista... por favor no la pierdas
de vista- Añadió con pesar, pero esto solo me
llenó de aquel terror indescriptible que sentí al perderla. ¡No pasará dos
veces! Me di la media vuelta y en cuanto di un paso, el gran Dragón de fuego
volvió a yacer solo como un raro tatuaje en mi piel.
Una vez en el
cuarto, mi alma retornó a mi cuerpo, allí reposaba mi amada tranquilamente
dormida, aunque con una expresión de abandono en la cara. -Ara, parece que
hasta en sueños me extraña- Me dije a mi misma con una sonrisa llena de
satisfacción.
-“Ten
cuidado...”- Aun así advirtió Kiyohime.
-“¡VETE!”- Respondí enfadada en mi mente, si era otra cruel venganza con la cual
desquitarse... esta vez se ha pasado dos tantos.
Caminé
sigilosamente de vuelta con mi Natsuki, el dolor se había evaporado sin dejar
más que el recuerdo, uno brumoso que un dulce sueño dejaría en el olvido y que
mejor sueño que el que se comparte con la persona que más se ama en el mundo. -“No
perderla de vista... créeme que no lo haré, no está en mis planes dejarla ir
tan fácilmente”- Busqué mi bolso en el cuarto que ciertamente estaba tirado
en una recóndita esquina... Ara, las cosas que una tiene que hacer. Tomé una
caja negra en la que Suichiro me brindó algo de la tecnología de Garderobe y
que me ha sido de mucha utilidad con Tomoe. Es una pena usar semejantes métodos
con Natsuki pero... es mejor prever.
Tomé uno de los
pequeños rastreadores, casi de dos milímetros y completamente plano, además de
translucido. ¿Dónde sería bueno ponérselo a mi Natsuki? No en la piel, con el
primer baño se caería; en su móvil... y ¿Si lo deja abandonado en casa? Algo
que no se quite más que para la ducha y nunca deje olvidado. ¡El anillo de
rubí! Con él dispositivo en mano me cubrí con la sabana de la cama matrimonial,
en cuanto recuperé calor, me abracé a Natsuki con más tranquilidad y deslicé
tranquilamente los dedos hasta su mano izquierda, en la que aquel Dragón de oro
blanco se posaba. Con cautela aun mayor adherí el pequeño transmisor satelital,
directamente comunicado con mi móvil y una vez estuve segura de haberlo puesto
bien, procedí a dormir con el tranquilizante sonido de los latidos del corazón
de mi Natsuki. Ahhhh... lo que es al fin dormir tranquila.
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Uyyy ke capítulo de verdad te pasastes. Estamos pronto a descubrir el misterio de Nataru y Kiyohime, también de los slave. Espero ke en una pronta batalla no se te ocurra matar alguna de las otome
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