Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

La especialista - Yada - 4

CAPITULO IV
AMOR…
     La esplendorosa brillantez del día le acaricio la piel del rostro, no quería abrir los ojos, un agotamiento delicioso le inundaba, deseaba permanecer así, inmóvil, arrullada por el sonido del mar, las gaviotas y el zumbido rítmico de las aspas del ventilador chocando contra el aire al girar.
    Un repentino sobresalto la impulso a ponerse en pie.
-      ¡Zoe! – exclamo - ¡Zoe! – repitió poniéndose en pie.
Al no obtener respuesta bajó de prisa las escalerillas, la estancia estaba vacía y en completo silencio igual que la cocina, abrió con sigilo la puerta del baño después de haber llamado solo para comprobar que en efecto Zoe tampoco estaba ahí.
 Se encamino hacia la terraza en busca de algo que le indicara la razón de su ausencia; sobre la mesita encontró un sobre tamaño carta abierto, ligeramente fuera de éste se percibía un puñado de fotografías, escudriño la playa hasta donde su vista alcanzaba en busca de Zoe sin éxito, se acomodo en una de las mecedoras, sintiéndose extraña, desde que llego era la primera vez que se encontraba sola. Volvió su vista de nuevo hacia el sobre, lo tomo impulsada por la necesidad humana de curiosear, la primera fotografía reflejaba la imagen de una chica de piel bronceada y largos cabellos castaños que caían sobre su espalda, no se le veía el rostro, pero se adivinaba por el resto de su anatomía que se trataba de una mujer atractiva; la siguiente fotografía era de la misma mujer, pero esta vez vestía diferente, estaba de perfil, y se podía apreciar ligeramente parte de su nariz, barbilla y labios, como lo pensó inicialmente era una chica guapa, - ¿será la novia de Zoe? – se preguntó, las fotografías que siguieron a las dos primeras eran muy parecidas, mostrando a la misma chica con distintos atuendos, en diferentes posturas, situaciones y lugares, todas ellas apenas dejaban adivinar sus facciones, definitivamente se trataba de alguien cercano a Zoe  puesto que las fotografías fueron tomadas en Puerto Ángel, Huatulco y Puerto Escondido – reconocía los paisajes vinculados a estos lugares en cada una de las fotografías- cuando llegó a la última fotografía sintió un choque de electricidad, ésta mostraba a la chica de cuerpo entero, con los ojos verdes mirando a la nada, el cabello levantado por el viento, sin gota de maquillaje, y se veía hermosa, su corazón empezó a latir con fuerza cuando identifico esos rasgos, las fotografías fueron a dar al suelo, Paula respiraba con agitación paralizada por unos segundos, cuando por fin reacciono, tomo de nuevo la última fotografía, detallándola, reconociéndola. – ¡No puede ser! – casi gritó, corrió hacia el baño, una vez dentro lo recorrió con la mirada sin encontrar lo que buscaba, salió corriendo escaleras arriba al otro baño, tampoco ahí había; de nuevo en la estancia escudriño a detalle el lugar, entonces se dio cuenta de que no había espejos, es fácil entender por qué no se había percatado antes de la falta de estos, no tenía la costumbre de mirarse en ellos, la imagen que estos le devolvían no le resultaba agradable; pero ahora necesitaba uno con urgencia - ¿Dónde estaba Zoe? ¿por qué salió sin decirle nada? ¿De qué se trataba esto? – sintió rabia, se sintió burlada, salió de nuevo hacia la terraza y vio a Zoe acercarse con lentitud, su desesperación aumento con cada segundo, cuando por fin la tuvo frente a ella, con la voz entrecortada por la ira acumulada pregunto-
-      ¿Qué es esto? – extendiéndole la fotografía – está manipulada, ¿por qué? ¿con que fin? – en la mirada de Zoe se reflejaba la calma y profundidad características en ella, sus labios dibujaron una sonrisa dulce que de golpe envolvieron a Paula disminuyendo su rabia y medio tranquilizándola.
-      Ven – dijo indicándole que la siguiera, una vez dentro en la estancia, Zoe levanto la superficie de la mesa de ratán y extrajo de esta un espejo de medio cuerpo, lo puso frente a Paula – la foto no está trucada, eres tú Paula, eres tú.
       Paula extendió una de sus manos hacia el espejo posando la yema de sus dedos en la fría superficie, esta no se desvaneció como absurdamente pensó ocurriría, sintió ganas de llorar, de reír, completamente confundida, sorprendida, asustada.
-      ¿Cómo?... ¿cómo puede ser esto posible?, Zoe ¿cómo es que me veo así?, ¿estoy soñando?
-      No, no estás soñando, esta siempre has sido tú, lo que cambió es la manera en que te miras a ti misma.
-      No estaba ciega Zoe, yo no me veía así.
-      Había muchas cosas que te impedían ver tu belleza…
-      ¡Pero es que soy otra!
-      No voy a contradecirte en eso, porque si eres otra Paula, físicamente los cambios fueron muy sutiles.
-      ¡¿sutiles?!
-      Sí, por supuesto, ya no usas gafas, tu cabello libre y natural, las ropas ligeras, no hay mas… el verdadero cambio es interno, y es el importante.
-      ¿Las fotos?
-      Son parte del proceso – Paula calló por varios segundos, llena de emoción, de fuerza, luego miro a Zoe con aire infantil.
-      ¿De verdad soy así de bonita? – un cosquilleo recorrió el pecho de Zoe ante la expresión y la pregunta de Paula.
-      Eres bellísima – respondió con énfasis, sin poder contener el impulso de su mano dirigiéndose hacia la mejilla  sonrojada de Paula – creo que estamos listas para una noche de parranda, ¿qué te parece?
-      Me parece… ¡genial!
-      Ahora… ¿comemos?, mira lo que nos ha hecho Otilia.
-      Tamales, muero del hambre.

       Una vez terminaron de comer, hacer un poco de sobremesa y limpiar la cocina, Paula tomo el primer turno para ducharse, Zoe salió a la terraza, sentándose en los escalones de madera se dispuso a contemplar el mar; a pesar de todo las cosas estaban saliendo bien, todo marchaba según lo estructurado, su trabajo por lo general le provocaba satisfacción, pero en este caso los sentimientos eran encontrados, estaba realmente feliz por el avance emocional de Paula, era mucho más del esperado en estos dos meses, pero el freno que tenía que poner a sus propias emociones le provocaba una sensación indefinible cada vez más intensa. Sabía que la dificultad sería cada vez mayor, ahora mismo venia una encrucijada, se había llegado el momento de que Paula definiera su verdadera orientación sexual, esta noche, estaba segura, se le presentaría la oportunidad de comparar, quizá no sería suficiente para una definición determinante, pero si para el cuestionamiento; la imagen de Paula con un hombre se  dibujo en su mente con una rapidez lacerante, lo deshecho con fiereza, a pesar de que si esto ocurría hacia posible un escape, una salida para sus propios miedos, temía enfrentarse a sus deseos, a que no le alcanzaran las fuerzas para controlarse, pero también deseaba que Paula escogiera ese camino, uno que le daría la oportunidad de tocarla y sentirla suya, así quedara en solo una fantasía.
       Los sonidos provocados por Paula saliendo de la ducha la sacaron de sus pensamientos, se dirigió hacia el interior del bungaló y la observo envuelta en una bata, su mirada era diferente, el brillo de sus ojos se asemejaban a dos esmeraldas.
-      Tengo algo para ti – le dijo, sin dejar de observarla, recargada sobre la barra de la cocina.
-      ¿Qué es? – la voz de Paula adquirió un matiz cantarín, juguetón, igual la postura de su cuerpo, con los pies en punta y la ligereza de su cuerpo recién estrenado.
-      Sube, te lo llevare antes de ducharme.
       Aun recargada en la barra, la siguió con la mirada hasta que se perdió detrás del último escalón en que fue visible,  entonces fue en busca del atuendo que tenía preparado para este día.
-      ¿Te gusta? – preguntó mostrándole un vestido precioso, de una tonalidad verde aceituna, cuya tela evidentemente caía sobre el contorno del cuerpo sin aprisionarlo del todo.
-      Es bellísimo, ¿pero es para mí?... ¿tú crees que me veré bien en ese vestido?
-      Te ves hermosa con cualquier cosa- Paula sonrió y tomo la prenda asintiendo.
-      Me ducho, nos peinamos, nos maquillamos, y nos vamos.
-      ¿Maquillaje?
-      Si, somos bellas, pero nunca está de más una ayudadita a la naturaleza, – dijo haciéndole un guiño- además tienes que aprender a hacerlo, veras que es más simple de lo que imaginas.
       En la bahía de Chahué, a lo largo de la playa se encuentran varias opciones de diversión nocturna, Zoe ha estado antes en ellos, decidió como la mejor opción “la mina”. El mejor lugar para el propósito de esta salida era la barra, Paula atrajo de inmediato la atención de varios chicos, ella no se percato, pero Zoe si, desde ese momento estableció un lenguaje corporal sobre protector, analizando las opciones, Paula ajena por completo a esto estaba absorta por la música y el ambiente.
-      ¿Qué les sirvo chicas? – pregunto sonriente un chico tras la barra.
-      Una pacifico para mí – solicitó Zoe-
-      Mmm tequila… si, tequila para mí.
-      ¿Has visto la cantidad de miradas que atrajiste?
-      No juegues Zoe.
-      No juego, mira – dijo señalando a dos chicos que miraban a Paula con insistencia y que evidentemente discutían la manera de acercarse.
-      Te miran a ti-
-      No, te miran a ti, están discutiendo cual de los dos se te acerca.
     Para ese momento Zoe ya había detectado al candidato ideal para el objetivo, y sin ganas y con la sensación de malestar agudo en su pecho, abrió la posibilidad para que se acercara, sabiendo que éste sujeto no lo dudaría un momento, y así fue.
-      Pero se les adelantaron – agrego mirando al chico moreno, alto, de facciones varoniles acercarse a paso firme.
-      Hola, soy Rodrigo – extendió su mano en dirección a Paula,
-      Hola – dijo con timidez.
-      ¿Cómo te llamas?
-      Paula, soy Paula.
-      Oye Paula, ¿bailas conmigo?
-      Pero… es que yo, vengo acompañada.
-      Ve a bailar Paula, hemos venido a divertirnos. – Zoe forzó una sonrisa, y con un ligero toque en la espalda impulso a Paula a avanzar hacia la pista.
       La mirada de Paula era de incertidumbre, y es que en verdad no entendía nada, ¿no se suponía que…? bueno en realidad no puede suponer nada, se puso en manos de Zoe sin saber a ciencia cierta que iba a pasar, pero ahora eso ya no le importaba, porque lo que sea que estuviera pasando, funcionaba, era otra persona, por primera vez en su vida se consideraba bonita, – se ruborizo ante este pensamiento- y por lo menos este día se sentía feliz, sin embargo de algún modo en ese momento se sintió decepcionada, se dio cuenta de que albergaba la esperanza de que algo pasara con Zoe, si, todavía la hacía sentir incomoda el hecho de que le había pagado, pero su nueva seguridad le proporciono la audacia para admitir que la deseaba, quería la fantasía completa, como se lo dio a entender su tía, o quizá la malinterpreto y nunca se trató de contacto físico.
       Rodrigo resulto muy agradable y divertido, también un tanto atrevido, o quizá es lo normal, como podía saberlo Paula no estando acostumbrada a ese tipo de contacto, era la primera vez que un hombre se le acercaba demostrándole que se sentía atraído por ella. En principio se sintió intimidada, pero poco a poco fue relajándose, en el transcurso de la noche se empezó a sentir cómoda, a partir de ahí la sensación cambio paulatinamente y se asusto, una confusión se apodero de ella instantáneamente cuando se percato de que la compañía de Rodrigo le agradaba mucho, por un momento tuvo el impulso de salir huyendo y buscó con la mirada a Zoe, la encontró en compañía de una chica, sus rostros estaban muy cerca y se hablaban al oído, si bien la música era fuerte, no era para tanto, -ella no tenia que acercarse tanto a Rodrigo para escucharlo- pensó enfadada- entonces tomó la decisión de dejarse llevar por la sensación que la estaba envolviendo con este chico.

       Zoe la miró partir de la mano del moreno acuerpado, había imaginado lo que sentiría en ese momento pero la realidad fue mucho peor, la sensación de ahogo en el pecho fue tan intensa que le resultaba doloroso, no pudo evitar observar cada movimiento, tenso primero, meditabundo, titubeante, relajado, disfrutándolo; no lo podía soportar, cuando una chica se acerco a ella con evidente intención de ligue, en el afán de evadirse de sus sentimientos rompió otra regla y se dispuso al flirteo con la muchacha excusándose en el hecho de que no pasaría de ahí. No obstante aquello no funcionó, porque su mirada y su atención seguían puestas en Paula, pero en un segundo de distracción la perdió de vista, entonces la invadió una sensación de vértigo, necesitaba aire, necesitaba salir de ahí, se despidió de la chica abruptamente sin darle oportunidad de nada y salió de prisa, una vez fuera aspiro profundamente tratando de recuperar su ritmo cardiaco. Se acomodo en una pequeña banca frente al local, esperando, temiendo lo peor, pero quizá lo peor era lo mejor.

       Rodrigo invitó a Paula a sentarse y tomar algo, pensó en dar aviso a Zoe, pero con molestia decidió que ésta estaba bastante entretenida como para percatarse de su ausencia. Después de una copa Rodrigo le dijo abiertamente que le gustaba mucho, se acercó a ella con intención de besarla, en principio se quedo estática, pero al sentir los labios del chico sobre los suyos su cuerpo entero se aflojó con una extraña sensación de alivio, y es que no sintió nada, incluso intento responder el beso, pero aun así siguió sin experimentar nada, nunca se cuestiono su sexualidad, ni durante su relación con Claudia, era otra de las tantas cosas en su vida que simplemente la sobrepasaron, por eso, esta nada ante el contacto con Rodrigo le produjo una enorme satisfacción, lo tenía claro.
-      ¡No me gustan los hombres! – pensó, pero al mismo tiempo escucho su voz fuerte y claro diciéndolo.
-      ¡Perdona!- exclamo Rodrigo completamente sorprendido.
-       ¡Lo siento!, lo pensé en voz alta – Rodrigo la miro fijamente y luego soltó una sonora carcajada.
-      ¡No puedo creerlo! salva un poco mi ego y dime que no lo acabas de decidir ahora que te besé – la mirada de Paula se asemejaba a la de un niño pillado en una travesura - ¡Nooo!,-  ¡¿en serio?!
-       Bueno… no exactamente, es decir… es que antes solo había estado con una chica, es la primera vez que beso a un hombre, y simplemente lo confirmé.
-      ¡Bueno eso lastima menos mi vanidad! – rió con ganas de nuevo y esta vez Paula lo acompaño divertida por la situación.
       Después de un buen rato charlando con él, pensó que había pasado demasiado tiempo sin ubicar a Zoe y decidió buscarla, se despidió de Rodrigo, quien también vivía en la ciudad de México, así que intercambiaron teléfonos y se despidieron con la promesa de volverse a ver una vez estuvieran ambos en el DF.
       Después de recorrer varias veces el sitio, Paula decidió salir y ver si todavía se encontraba el coche,  entre preocupada y enojada, sintiéndose abandonada.
       Fuera del lugar sentada en una banca, mirando hacia la playa encontró a Zoe, como siempre ante su presencia cualquier sentimiento negativo desaparecía, se acerco a ella con sigilo.
-      ¿Te aburrías dentro? – preguntó Paula tomando asiento frente a ella.
-      Me ahogaba, ¿y tú? que haces aquí, me parecía que te divertías – Zoe intentó imprimirle suavidad a su voz en un intento de disfrazar la rabia que sentía al decirlo – ¿Por qué abandonaste al chico?
-      Porque es hombre – la tomo de la mano antes de ponerse de pie y halarla con delicadeza.
       Antes de regresar a Mazunte caminaron por la bahía; Paula hablaba y como siempre Zoe escuchaba, le contaba alegremente su recién descubierta homosexualidad.
-      Sí lo sé, suena absurdo, después de que estuve con Claudia, incluso la ame, pero la verdad antes nunca analicé si era o no homosexual, simplemente me deje llevar por lo que sentía…
-      Espera, ¿qué dijiste? – Zoe paró en seco interrumpiéndola.
-      Que es absurdo que a estas alturas me venga a dar cuenta de que soy lesbiana, después…
-      No, eso no, ¿te diste cuenta de lo que dijiste sobre Claudia?
       Paula se quedo pensativa un instante, analizando las cosas, se dio cuenta de que tenía mucho tiempo sin pensar en Claudia, los primeros días, le dolía recordarla, pero no podía sacarla de su mente, le dolía hablar sobre su relación con ella, pero hablar sobre esto era una necesidad irrefrenable, lloró muchas veces en sus charlas con Zoe remembrando lo vivido, volviendo a romperse en cada ocasión; pero ahora mismo no podía recordar cuanto tiempo había pasado desde que pensó en ella con pesar, desde que la mencionó por última vez, desde cuándo no la nombraba, recordó el instante en que vino a su mente durante el beso con Rodrigo, ocurrió como una mera circunstancia, no solo no experimento el acostumbrado dolor vinculado a ella, no sintió nada, y hace unos instantes, espontáneamente dijo…
-      La amé… la amé, en pasado, Zoe ¿en verdad ya no la amo?
-      Esa respuesta solo la tienes tú.
-      Es que lo creía imposible, vine buscando paz, tranquilidad, resignarme a vivir el resto de mis días sin ella, pero ahora cuando viene a mi mente no experimento nada, es solo un recuerdo. – Zoe sonrió.
-      Puede ser que ya la olvidaste, o simplemente que ahora te amas a ti por sobre todo, creo que la respuesta surgirá una vez estés en tu entorno, cuando la veas sabrás, claro que sea cual sea, podrás enfrentarte a esa situación sintiéndote entera y dueña de ti.
       Una vez llegaron a la cabaña, sin necesidad de decir nada Paula se encamino hacia la terraza y se colocó en los escalones, Zoe le dio alcance unos minutos después, se instalo a su lado y le entrego una cerveza, en silencio observaron el amanecer, Paula inclino su cabeza sobre el hombro de Zoe, quién no quiso reprimir el impulso de abrazarla. En cuanto el Sol abandono por completo el mar y el cielo volvió a adueñarse de él, Paula se puso de pie y tomo de la mano a Zoe.
-      Vamos a la cama – la voz de Paula era sugestiva, pero Zoe intento obviarlo y la siguió.
-      Descansa – murmuro Zoe una vez en la estancia.
       Pero Paula no respondió, sin soltarla la guio hacia las escalerillas.
       Cuando estuvieron arriba una frente a la otra, a Paula la asalto su timidez, incitando con esto los deseos reprimidos por tanto tiempo de Zoe.
       Sus manos temblorosas asieron el rostro cabizbajo de Paula, se miraron fijamente por un instante que pareció inacabable, Zoe se acerco con lentitud, aplazando el placer que suponía sentir esos labios, se deleito en el cruce cálido de sus alientos, luego apenas un roce sutil, tenue, que le hizo hervir la piel, las bocas se unieron en un beso que paso de suave a urgente como si el mundo fuese a acabarse después de éste, ambas querían detener el tiempo, las manos de Zoe resbalaron hacia el cuello de Paula, recorriendo su pecho, hasta adueñarse de su cintura, posesivamente, Paula respondió colgándose de su cuello, fundidas en una sola entidad, después de varios minutos, se dejaron caer sobre la cama, ninguna supo cómo fue que se despojaron de las ropas que las cubrían hasta quedar completamente desnudas, sus bocas seguían unidas, escudriñando con labios y lenguas los secretos de la otra, acariciándose piel con piel, pausando solo para tomar fuerzas y respirar, tocándose, descubriéndose, hundiéndose en la profundidad de las sensaciones del contacto de sus cuerpos, ambas deseaban mas pero ninguna quería finalizar ese beso, deseaban hacerlo infinito, no pararon hasta que agotadas, con los labios húmedos e hinchados, brazos y piernas entrelazadas se quedaron dormidas.
       Zoe despertó unas horas después, tenía a Paula en sus brazos, no se atrevió a moverse, la miro en silencio, dibujándola en su memoria, quería llevarse con ella esa imagen y eternizarla, todo en ella le gustaba, su cara, su boca, su cabello, el contorno de su cuello, su aroma.
       Se acerco mas a ella, hundiendo su rostro en el hueco de su cuello, llenándose de su olor, quiso poseerla, hacerla suya, probar el sabor de su piel; con la punta de la lengua se deslizó desde el cuello al esternón, haciendo dibujos sobre la piel de los senos, estomago, vientre, se deleitó escuchando un gemido gutural de Paula, que abrió de par en par las puertas invitándola a adueñarse de su intimidad más profunda, y Zoe agradecida por esa bienvenida, olisqueo, palpo, y reconoció cada pliegue del sexo que se le ofrecía, su lengua saboreo los labios vaginales, se internó entre ellos recorriéndolos exhaustivamente en armonía con los movimientos cadenciosos de la pelvis de Paula, aprisionando el clítoris con sus labios una vez descubierto e hinchado, Zoe se perdió entre las temblorosas piernas de Paula, hundiéndose entre ellas,  insaciable,  no era la especialista, no era un personaje, no estaba con una cliente, no se trataba de una mujer con problemas, era simplemente ella, Zoe, haciéndole el amor a Paula, y en ese momento no le importo lo que aquello podía significar para ellas después, lo único que importaba en ese instante era la vibración del cuerpo que tenía en sus brazos, las eufonías de placer, la humedad pegajosa de sus cuerpos, el olor a sexo, el orgasmo que sobrevino y le baño el rostro dejándole el olor dulzón de los jugos vaginales; el abrazo suave, laxo en que sus cuerpos exangües se fundieron hasta quedarse dormidas. 

       Al abrir los ojos una sensación de placidez invadió a Paula, exhalo un gran suspiro llenando de aire sus pulmones, como queriendo absorber mas de esa energía que desde el día anterior la movía, sentirse segura y dueña de sí le provocaba una emoción difícil de describir, nunca antes pensó que esto sería posible, más aún ni siquiera imaginó lo que sería experimentarlo, vivirlo. El cuerpo desnudo de Zoe descansaba plácidamente a su lado, los recuerdos se agolparon en su mente, no pudo evitar sonreír y sonrojarse a la vez; fue tan maravilloso –pensó- increíble, irreal y a la vez tan genuino, -¡una fantasía hecha realidad! – pensó casi eufórica, este pensamiento sin embargo la trajo de golpe a la realidad. De eso se trataba todo esto, una fantasía curativa, un sueño que la llevaría al autodescubrimiento, lo que pasó entre ellas no era algo verdadero, no, Zoe era un ser excepcional, pero no había posibilidad alguna de que fuera una constante en su vida, las reglas estuvieron claras desde el principio. Volvió a sonreír pero esta vez fue mas una mueca de tristeza que se permitió solo unos segundos, ésta era la experiencia más enriquecedora de su vida, había logrado tanto emocional y mentalmente con ella, por primera vez en su vida se sentía verdaderamente feliz y cómoda  en su piel; decidió en ese instante que no quería aferrarse a una utopía de nueva cuenta, no quería retroceder pretendiendo algo que a plena conciencia no era para ella, se debía a sí misma el proteger esa recién lograda integridad emocional y también se lo debía a esa chica maravillosa que exudaba ese algo difícil de definir aun dormida, después de mirarle por varios minutos decidió abandonar la cama con la plena convicción de vivir el resto de esta fantasía para luego desprenderse de esta mujer, volver a su mundo y vivir una nueva realidad; con la brisa marina rozándole la piel recordó su primer día ahí, sintió pena por última vez por la otra Paula y le dio la bienvenida a la nueva.
-      Te sentirás orgullosa de mi Zoe, cuando te diga que me siento libre y fuerte para regresar a vivir mi vida y enfrentar mis demonios. – lanzó a la nada con voz firme.

       El corazón le galopaba al ritmo de su respiración entrecortada, corría con desesperación, con el ansia de ponerle fin a su ofuscación, y es que su debate mental resultaba inútil e infructuoso,  la misma Paula ya había puesto, sin ser consciente de ello claro, limites a los sentimientos que la llevaban a ese constante altercado entre estos y su ética; para que seguir torturándose, se preguntaba, pero como evitarlo, tantos años dedicada a guiar a mujeres hacia el discernimiento de sus emociones y ahora ella se encontraba atrapada en la necedad de las suyas. Desde aquel día todo su ser le gritaba que mandara al demonio a la profesional y diera paso a la mujer: esa tarde cuando despertó y se encontró a solas en la cama revuelta después de haber hecho el amor por primera vez en su vida a una mujer de aquella manera, su mente se convirtió en un ring donde se inicio una lucha a muerte entre el amor y su deber profesional; el amor gano casi instantáneamente – que daño puede hacer el amor cuando es sincero, completo, integro – se cuestionó, aunque más que un cuestionamiento era la justificación necesaria para permitirse amar a Paula, conquistarla, vivir con ella su propia historia, embriagada todavía de las caricias, los aromas y sabores, el amor venció. Pero todo se desvaneció con la misma rapidez, incluso antes de que Paula pronunciara palabra alguna, su mirada, su expresión  serena y la sonrisa que sus labios dibujaron le revelaron a Zoe que este caso estaba por concluirse exitosamente, esa conclusión que tantas otras veces la lleno de orgullo ahora tenía un sabor agridulce; lo cierto es que también se sintió feliz por Paula, la amaba; y ahora lo más trascendental no era la cuestión profesional, ni sus sentimientos, ni su satisfacción, lo más importante era Paula.  
-      ¿Dónde has ido?- pregunto sonriéndole.
-      He ido a despedirme de alguien- respondió sentándose frente a ella y acariciándole la mejilla.
-      ¿Cómo ha ido?
-      Con una pizca de nostalgia y un último abrazo… se ha marchado Zoe, ahora solo queda esta Paula.
-      ¿Cómo te sientes? – Paula suspiró antes de responder, meditabunda por unos segundos.
-      Libre, tranquila, fuerte, con miedo todavía, pero consciente de que puedo enfrentar lo que sea… quizá con un dejo de tristeza, son muchos años siendo esa otra Paula, saber que se ha ido del todo me pone un poquito melancólica. Pero sobre todo Zoe, me siento profundamente agradecida contigo.
-      ¿Conmigo?
-      Si, gracias a ti me descubrí,  me di cuenta de que me quiero por sobre todo, ahora sé que ser feliz depende en su mayoría de mi, cuento conmigo… gracias por hacerme sentir, eres la persona más maravillosa que he conocido y jamás conoceré – Zoe se desplomaba internamente, palabras lindas que se volvían dardos envenenados dirigidos justo hacia sus deseos- se que no debería decir esto – continuo diciendo Paula- pero me entristece que no podamos ser amigas después de esto, me harás mucha falta.
       Zoe se obligó a sacar a la fría psiquiatra y mirándola con calidez le dijo.
-      Paula, no te hare falta, cuando regreses a tu vida te darás cuenta de que no me necesitas mas y solo seré un recuerdo agradable.
-      Eso es imposible, por supuesto que serás más que un recuerdo, me resulta difícil la idea de no volver a saber de ti – calló por un instante, cabizbaja, luego volvió a mirarle sonriendo- Pero creo que es suficiente de añoranzas anticipadas, tengo hambre, ¿tú no?

       El amor perdió por knockout, pero el amor es necio y la disputa interna de revelar sus sentimientos antes de la despedida continuaba, la razón la impulsaba ahora a correr hasta desfallecer, en un intento de agotar su lado impulsivo, ese que le susurraba argumentos de esperanza; su cuerpo se derrumbo sobre la arena, agotada, no por el esfuerzo físico, éste era irrisible en comparación con el autocontrol al que estaba sometida; solo faltaba un día, solo un día para anotarse otro éxito, solo un día para que Paula volviera a su vida, a Claudia, solo un día para vivir sin ella… solo un día más.

-      Luces agotada Zoe – La voz suave de Paula la volvió a la realidad.
-      ¿Qué te hace pensar eso? – respondió aun con los ojos cerrados tirada sobre la arena.
-      Porque ya son muchos días en los que no corres mar adentro en cuanto terminamos de correr, además…
-      ¿El qué?- dijo volviéndose hacia ella.
-      Nada… debo ser yo, me cuesta todavía hacerme a la idea de estar sin ti, a veces pienso que mi fuerza radica en ti, en lo que me haces sentir.
-      ¿Qué te hago sentir? - ¡joder no debí haber dicho eso! pensó, pero era tarde.
-      Me haces sentir, segura, tranquila.
-“Bueno tú preguntaste Zoe, ahora comete esa, en la falta llevas la penitencia”- Tu tranquilidad viene de tu interior lo mismo que la fuerza que te da seguridad, tienes el control de tus decisiones.

       También Paula mantenía una lucha interna, por primera vez estaba tomando decisiones conscientes, analizadas, había pasado por tanto en el poco tiempo que llevaba junto a Zoe, encontró dentro de ella capacidades inimaginables antes de este proceso, por eso mismo ahora, a pesar de la atracción que sentía por Zoe era capaz de frenarse; sabía desde un principio – aún cuando en ese entonces no tenia expectativas al respecto- que Zoe solo sería un sueño,  una vivencia fugaz que le ayudaría, y vaya que la ayudo, sin embargo esta noche quería, deseaba traspasar el límite impuesto inicialmente por un frío reglamento y luego por ella misma desde el día que estuvieron juntas. A partir de ese día se dio un sutil cambio, en apariencia seguían siendo lo que hasta entonces habían sido, ¿amigas?, si había un poco de eso, pero no era exactamente una relación de amistad, la realidad es que la relación era indefinible, ahora mismo seguía siéndolo, a pesar de que se besaban espontáneamente, a veces picoretes y en otras ocasiones  se abandonaban en besos profundos a los que resultaba difícil renunciar,  por lo menos para ella, suponía que Zoe solo estaba haciendo su trabajo; no es que se sintiera insegura o incapaz de serle atractiva, una de las cosas más importantes que le ocurrió en estos meses era eso, se sentía bonita – así se fuera al infierno por  vanidosa- pensaba, se sentía atractiva; pero precisamente por eso sabía que Zoe era una profesional y actuaba como tal, y eso incluía hacerla sentir deseada por ella y era excelente en eso, como dijo su tía “un sueño hecho realidad”, la fantasía se torno tan real que Paula casi podía sentir que Zoe la amaba y si bien se permitía disfrutarlo tenía el suficiente buen juicio para no permitirse alucinar; sin embargo, mañana se marcharía, nunca más volvería a verla, escuchar su voz, sentir  esa sensación que le proporcionaba su sola presencia, besarla, sus caricias; y sintió un dolor muy grande, diferente a cualquiera experimentado antes; mañana la fantasía se esfumaría completamente, Zoe dejaría de existir para convertirse en alguien más, en otro lugar, con otra mujer, se esfumaría quedando en nada, eso era lo que le dolía, cuando pensara en ella estaría pensando en nadie y no, no estaba dispuesta a eso, no sin decir nada, no sin intentarlo, tomo la decisión de trasgredir todas las reglas, las de la especialista y las suyas,  esa noche enfrentaría a Zoe,  y le diría.

-      ¿Quiero saber cuántas son? ¿cómo te llamas? ¿de qué país eres? ¿dónde vives? – lanzó sin pausa, sin respirar, atropelladamente, rompiendo el silencio de minutos que ambas tenían sentadas lado a lado en la arena frente al mar, viendo como todas las tardes la puesta del sol.  A pesar de la sorpresa, Zoe no se volvió a mirarla y sin inflexión en su voz hablo.
-      No entendí – pero Paula interrumpió anticipándose sin escuchar siquiera lo que supuso resistencia de Zoe.
-       Sé que se supone que no debo preguntar, que eso quedó establecido desde el principio, pero no me parece justo, tú sabes todo de mí, cuando me recuerdes sabrás que estarás pensando en alguien real; bueno tampoco es que vayas a pensar mucho en mi, seguro eres una persona muy ocupada, que tonta, claro que eres una persona muy ocupada, con una vida extrema y extraordinaria; pero yo si pensare en ti, yo si te recordare, y no solo por lo que has hecho por mí, también porque quiero, quiero pensar en ti, preguntarme donde estarás, imaginarte en tu país, tu ciudad, en tu espacio, aunque no te vuelva a ver, prometo no buscarte, lo prometo - salvo esto último que adquirió un matiz suave casi de niña, lo otro lo dijo de corrido, las palabras se le desbordaban, Zoe se estremeció ante el caudal de estas-.
    “-¿No pensare en ti?, ¿no pensare en ti?, pensare en ti todos los días, las veinticuatro horas, los mil cuatrocientos cuarenta minutos, los ochenta y seis mil cuatrocientos segundos del día y podre imaginarte en tu entorno, con la gente que amas, feliz; y me dolerá imaginarlo y me dolerá aun mas que me duela el creerte feliz, porque quiero que seas feliz….”
-      Zoe, dime algo… por favor – la voz quebrada de Paula la obligó a salir de sus pensamientos.
-      Mi nombre es Zoe Elise Lever, nací en Connecticut, Estados Unidos; en Greenwich, para ser más exacta y vivo en Brooklyn, en la ciudad de Nueva York; con respecto a tú primer pregunta no la entendí, - se volvió a mirarla con la calidez de siempre, pero esta vez pudo notar un matiz de tristeza – ¿a qué te refieres cuando preguntas cuantas somos? – Paula medito antes de responder, no quería involucrar a su tía.
-      La persona que me hablo de la especialista, de ti, me…
-      Te dio una descripción diferente y un nombre distinto.
-      Sí, eso, y al encontrarme contigo me he preguntado si son varias o…
-      No – la interrumpió Zoe para alivio de Paula, que ya estaba sintiendo que aquello no era una buena idea después de todo – soy solo yo, pero no te puedo dar más detalles sobre esto Paula, no es que no quiera, no debo, no está bien, ¿comprendes?; hay razones de peso para evitar las preguntas personales y todas son por ti, por las mujeres que acuden a mí, para su bienestar, no es conveniente que se involucren conmigo emocionalmente.
-      ¡Demasiado tarde Zoe! - exclamo interrumpiéndola- porque yo me he involucrado contigo ya, pero no te preocupes, que no me hará daño, simplemente formaras parte de mi vida siempre, te recordare con mucho cariño hasta el fin de mis días – dicho esto la abrazo con infinita ternura, pero no pudo percibir el estremecimiento de Zoe ante las primeras palabras y la pena que vino después del “no te preocupes” – no te hare más preguntas, solo deseaba llevarme algo real de este sueño.
       Y es que cariño se le tiene a un coche, al gato, a los lentes de sol;  todo un éxito, Paula había aflorado como una mujer determinada, consciente de sí misma, con temple, Zoe estaba satisfecha, feliz por ella, pero no podía evitar el sabor agridulce de este logro.
       Pasaron unas horas más frente al mar, en silencio, como aquel primer día, pero el sentimiento en ambas era muy distinto al de aquel entonces, para Zoe, analítica y racional hasta hace unos meses, ahora estaba cierta en que había cosas y situaciones que no  podía controlar, que te elegían sin razón de ser, sin explicación lógica, nunca creyó en el destino, sin embargo este la abofeteo demostrándole que no tenía todas las respuestas. Paula en cambio, siempre aceptó su destino y éste siempre vislumbro un futuro gris, a veces más oscuro, a veces menos sucio, pero gris al fin, y ahora su vida era un lienzo en blanco en el que deseaba colorear, quería regresar a su vida, a su entorno, deseaba hacerlo, volver a ver a Dani, a su tía, a sus amigas, y también a Claudia, aun cuando esto último la inquietaba estaba determinada a enfrentar a sus demonios, algo en su interior le decía que saldría airosa de aquello; solo algo empañaba el equilibrio logrado y la sensación de ser dueña de su vida, Zoe, no podía explicar la sensación, y era absurdo porque simplemente dolía, ahogaba, sofocaba el pensar que no la volvería a ver, a tocar, a escuchar su respiración, su voz, quizá lo que no podía explicar era el porqué de eso, o no quería hacerlo; era una carga que no estaba dispuesta a llevar en su equipaje, se lo debía a sí misma y a la propia Zoe.
-      ¿Te veré otra vez Zoe? o…
       Zoe no respondió, había decidido no prolongar más el dolor, además no era necesario, así que contrario a su costumbre, una despedida especial no se llevaría a cabo en este caso, mañana sería la última vez que se verían. Se puso de pie y le extendió la mano, y así con las manos entrelazadas en reminiscencia de aquel primer día caminaron hacia la habitación.
       Estaba oscuro, silencioso, Zoe se acerco con lentitud hasta que sus rostros estuvieron muy juntos, cerro lo ojos y suspiró, sus manos acariciaban los brazos y espalda de Paula ligeramente, frente con frente, la boca de Paula busco la suya sin premura, lánguidamente, sin urgencia, con la misma lentitud sus lenguas se abrieron paso hasta encontrarse, Paula desnudó con la misma parsimonia a Zoe, acariciado cada trozo de piel libre, humedeciéndolo, la tendió sobre la cama  y la miro queriendo llevarse esa imagen grabada en su mente, Zoe continuaba con los ojos cerrados, su respiración era profunda y a la luz de la luna sus facciones eran aun más perfectas, algo se apodero de Paula en aquel instante y de pronto, como si la vida le fuera en ello beso cada milímetro de su rostro, frente, parpados, mejillas, nariz, boca, barbilla; labios y lengua continuaron su recorrido hasta el hueco de su cuello, esternón, lamiendo, acariciando,  apoderándose de los rosados pezones que se le ofrecían, Zoe gemía, dejándose hacer, entregándose completamente a su merced, Paula bajó con suavidad hasta su vientre, ingles, entre pierna, muslos, pies, la saboreo entera, antes de probarla por primera vez, antes de hundirse en sus secretos, antes de hacerla suya; Zoe la recibo abierta, dispuesta, mojada, ansiosa; temblorosa ante la sensación que le producía la lengua que resbalaba sin pudor hurgando su intimidad, palpándola,  estremecida ante las caricias que le propagaban los hábiles dedos que acariciaban muslos vientre y senos, sobrecogida por la sacudida que experimentó ante la penetración de éstos, Paula la estaba haciendo suya y no importaba, quería ser suya, ya era suya.  Entregada al placer, a la emoción, sobrevino un delicioso espasmo acompañado de una humedad que le roció el rostro a Paula, y de otra que resbalo sobre las mejillas y cuello de Zoe. Se quedaron así mucho tiempo, Paula entre las piernas de Zoe, recostada en su vientre, Zoe sin fuerzas para detener el raudal que emanaba de sus ojos, ambas perdidas en sus pensamientos hasta que agotadas se durmieron.
       La luz del día las sorprendió abrazadas, con las piernas entrelazadas, la primera en decidirse a abrir los ojos fue Zoe, ambas llevaban ya un rato despiertas, pero no querían volver a la realidad; sin embargo las dos suponían que la otra seguía durmiendo, Zoe agradeció el poder contemplar a Paula con esa liberta durante esos minutos, su expresión placida resaltaba esa belleza sencilla y etérea en la que quedo atrapada nada más verla en una fotografía, y ahora la miraba anhelando llevarse esa imagen impresa en su mente y hubiera podido permanecer así una eternidad, pero el tiempo es cruel y la hora de la despedida estaba al acecho.

       El Platón de frutas, las hamacas meciéndose al ritmo suave del viento, el suave oleaje, los aromas, Paula estaba decidida a llevarse a detalle ese momento en su memoria, como si de ese lugar emanara su fuerza, su fé en sí misma, al volverse se encontró con la mirada de Zoe acariciándola, eso sentía siempre que la miraba fijamente, como si la estuviera acariciado, cobijándola. Pensó en mil manera de echar en su equipaje esas sensaciones, hacer un collar de ellas y colgárselas al cuello, llevarlas consigo siempre; pero no se podía, en pocos minutos estaría por su cuenta, se sabía capaz de ello, sin embargo algo dentro de ella, su alma, su corazón, su espíritu, se sentía como una mesa de tres patas, bien forjada, fuerte, capaz de sostenerse, pero extraña. Caminó hasta quedar muy cerca y le abrazo con fuerza, suspirando.
-      Llegó el momento… ¡por Dios! qué difícil es esto, como quisiera llevarte conmigo – Zoe sonrió antes de decir algo como preámbulo al esfuerzo sobrehumano que hacía por imprimirle calma a su voz.
-      ¿No te parece que llevas ya suficiente sobre equipaje? – trató de bromear señalando  las varias maletas apiladas en la sala.
-      Llegué con lo puesto, llena de dolor, de miedos, de pena y vergüenza de mi misma y me marcho cargada de cosas lindas, de fortaleza… me has dado tanto Zoe, no sé como agradecerte…
       Al ver la mirada anegada de Paula Zoe no se pudo contener y la abrazo de manera posesiva, con urgencia, suspiró.
-      Eres tan hermosa, tan extraordinaria, única, poco hice, salvo acompañarte y ser testigo de tu revelación… Paula… Yo – la soltó solo lo suficiente para mirarla a los ojos – me…
-      Niñas ya estoy aquí… voy subiendo las petacas – completo Pedro con timidez al percatarse de que interrumpió algo.
-      … Si, si, Pedro… gracias - ¡Dios! ¿qué estuve a punto de hacer?, pensó.
-      Zoe que me ibas a decir.
-      ¿Qué? … oh sí, que estoy muy satisfecha Paula, que deseo que seas feliz, que vivas plenamente y que el mundo es tuyo.
       El rostro de Paula dibujo una expresión decepcionada y una media sonrisa, puso distancia entre sus cuerpos y suspiró.
-      Llego el momento entonces, ¿entonces no vas al aeropuerto?
-      No, así debe ser, es lo mejor…
-      Bueno – tomándola con ambas manos del rostro unió sus labios a los de Zoe en un beso húmedo y tierno – adiós dueña de mis sueños, te recordare siempre.
       Se perdió tras la puerta. Zoe se quedo inmóvil, sintiéndose sin fuerzas, respirando profundamente, cuando escuchó el motor del auto encenderse y luego emprender la carrera sobrevino un derrumbe en su interior.
-      Adiós mi amor, adiós.

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1 comentario:

  1. Noooo porqueeeee si se aman zoe por Dios ya deja la frialdad y ese pensamiento de que tienes que hacer tu trabajo te enamoraste perdidamente le tienes que decir que se quede contigo no nos hagas estos porfa escritora quiero a zoe y paula juntas felicidades muy buena historiaaa Rosana de ARGENTINA

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