AMOR…
La esplendorosa brillantez del día le
acaricio la piel del rostro, no quería abrir los ojos, un agotamiento delicioso
le inundaba, deseaba permanecer así, inmóvil, arrullada por el sonido del mar,
las gaviotas y el zumbido rítmico de las aspas del ventilador chocando contra
el aire al girar.
- ¡Zoe!
– exclamo - ¡Zoe! – repitió poniéndose en pie.
Al
no obtener respuesta bajó de prisa las escalerillas, la estancia estaba vacía y
en completo silencio igual que la cocina, abrió con sigilo la puerta del baño
después de haber llamado solo para comprobar que en efecto Zoe tampoco estaba
ahí.
Se encamino hacia la terraza en busca de algo
que le indicara la razón de su ausencia; sobre la mesita encontró un sobre
tamaño carta abierto, ligeramente fuera de éste se percibía un puñado de
fotografías, escudriño la playa hasta donde su vista alcanzaba en busca de Zoe
sin éxito, se acomodo en una de las mecedoras, sintiéndose extraña, desde que
llego era la primera vez que se encontraba sola. Volvió su vista de nuevo hacia
el sobre, lo tomo impulsada por la necesidad humana de curiosear, la primera
fotografía reflejaba la imagen de una chica de piel bronceada y largos cabellos
castaños que caían sobre su espalda, no se le veía el rostro, pero se adivinaba
por el resto de su anatomía que se trataba de una mujer atractiva; la siguiente
fotografía era de la misma mujer, pero esta vez vestía diferente, estaba de
perfil, y se podía apreciar ligeramente parte de su nariz, barbilla y labios,
como lo pensó inicialmente era una chica guapa, - ¿será la novia de Zoe? – se
preguntó, las fotografías que siguieron a las dos primeras eran muy parecidas,
mostrando a la misma chica con distintos atuendos, en diferentes posturas,
situaciones y lugares, todas ellas apenas dejaban adivinar sus facciones,
definitivamente se trataba de alguien cercano a Zoe puesto que las fotografías fueron tomadas en
Puerto Ángel, Huatulco y Puerto Escondido – reconocía los paisajes vinculados a
estos lugares en cada una de las fotografías- cuando llegó a la última
fotografía sintió un choque de electricidad, ésta mostraba a la chica de cuerpo
entero, con los ojos verdes mirando a la nada, el cabello levantado por el
viento, sin gota de maquillaje, y se veía hermosa, su corazón empezó a latir
con fuerza cuando identifico esos rasgos, las fotografías fueron a dar al
suelo, Paula respiraba con agitación paralizada por unos segundos, cuando por
fin reacciono, tomo de nuevo la última fotografía, detallándola, reconociéndola.
– ¡No puede ser! – casi gritó, corrió hacia el baño, una vez dentro lo recorrió
con la mirada sin encontrar lo que buscaba, salió corriendo escaleras arriba al
otro baño, tampoco ahí había; de nuevo en la estancia escudriño a detalle el
lugar, entonces se dio cuenta de que no había espejos, es fácil entender por
qué no se había percatado antes de la falta de estos, no tenía la costumbre de
mirarse en ellos, la imagen que estos le devolvían no le resultaba agradable;
pero ahora necesitaba uno con urgencia - ¿Dónde estaba Zoe? ¿por qué salió sin
decirle nada? ¿De qué se trataba esto? – sintió rabia, se sintió burlada, salió
de nuevo hacia la terraza y vio a Zoe acercarse con lentitud, su desesperación
aumento con cada segundo, cuando por fin la tuvo frente a ella, con la voz
entrecortada por la ira acumulada pregunto-
- ¿Qué
es esto? – extendiéndole la fotografía – está manipulada, ¿por qué? ¿con que
fin? – en la mirada de Zoe se reflejaba la calma y profundidad características
en ella, sus labios dibujaron una sonrisa dulce que de golpe envolvieron a
Paula disminuyendo su rabia y medio tranquilizándola.
- Ven
– dijo indicándole que la siguiera, una vez dentro en la estancia, Zoe levanto
la superficie de la mesa de ratán y extrajo de esta un espejo de medio cuerpo,
lo puso frente a Paula – la foto no está trucada, eres tú Paula, eres tú.
Paula extendió una de sus manos hacia el
espejo posando la yema de sus dedos en la fría superficie, esta no se
desvaneció como absurdamente pensó ocurriría, sintió ganas de llorar, de reír,
completamente confundida, sorprendida, asustada.
- ¿Cómo?...
¿cómo puede ser esto posible?, Zoe ¿cómo es que me veo así?, ¿estoy soñando?
- No,
no estás soñando, esta siempre has sido tú, lo que cambió es la manera en que
te miras a ti misma.
- No
estaba ciega Zoe, yo no me veía así.
- Había
muchas cosas que te impedían ver tu belleza…
- ¡Pero
es que soy otra!
- No
voy a contradecirte en eso, porque si eres otra Paula, físicamente los cambios
fueron muy sutiles.
- ¡¿sutiles?!
- Sí,
por supuesto, ya no usas gafas, tu cabello libre y natural, las ropas ligeras,
no hay mas… el verdadero cambio es interno, y es el importante.
- ¿Las
fotos?
- Son
parte del proceso – Paula calló por varios segundos, llena de emoción, de
fuerza, luego miro a Zoe con aire infantil.
- ¿De
verdad soy así de bonita? – un cosquilleo recorrió el pecho de Zoe ante la
expresión y la pregunta de Paula.
- Eres
bellísima – respondió con énfasis, sin poder contener el impulso de su mano
dirigiéndose hacia la mejilla sonrojada
de Paula – creo que estamos listas para una noche de parranda, ¿qué te parece?
- Me
parece… ¡genial!
- Ahora…
¿comemos?, mira lo que nos ha hecho Otilia.
- Tamales,
muero del hambre.
Una vez terminaron de comer, hacer un
poco de sobremesa y limpiar la cocina, Paula tomo el primer turno para
ducharse, Zoe salió a la terraza, sentándose en los escalones de madera se
dispuso a contemplar el mar; a pesar de todo las cosas estaban saliendo bien,
todo marchaba según lo estructurado, su trabajo por lo general le provocaba
satisfacción, pero en este caso los sentimientos eran encontrados, estaba
realmente feliz por el avance emocional de Paula, era mucho más del esperado en
estos dos meses, pero el freno que tenía que poner a sus propias emociones le
provocaba una sensación indefinible cada vez más intensa. Sabía que la
dificultad sería cada vez mayor, ahora mismo venia una encrucijada, se había
llegado el momento de que Paula definiera su verdadera orientación sexual, esta
noche, estaba segura, se le presentaría la oportunidad de comparar, quizá no
sería suficiente para una definición determinante, pero si para el
cuestionamiento; la imagen de Paula con un hombre se dibujo en su mente con una rapidez lacerante,
lo deshecho con fiereza, a pesar de que si esto ocurría hacia posible un
escape, una salida para sus propios miedos, temía enfrentarse a sus deseos, a
que no le alcanzaran las fuerzas para controlarse, pero también deseaba que
Paula escogiera ese camino, uno que le daría la oportunidad de tocarla y
sentirla suya, así quedara en solo una fantasía.
Los sonidos provocados por Paula
saliendo de la ducha la sacaron de sus pensamientos, se dirigió hacia el
interior del bungaló y la observo envuelta en una bata, su mirada era
diferente, el brillo de sus ojos se asemejaban a dos esmeraldas.
- Tengo
algo para ti – le dijo, sin dejar de observarla, recargada sobre la barra de la
cocina.
- ¿Qué
es? – la voz de Paula adquirió un matiz cantarín, juguetón, igual la postura de
su cuerpo, con los pies en punta y la ligereza de su cuerpo recién estrenado.
- Sube,
te lo llevare antes de ducharme.
Aun recargada en la barra, la siguió con
la mirada hasta que se perdió detrás del último escalón en que fue
visible, entonces fue en busca del
atuendo que tenía preparado para este día.
- ¿Te
gusta? – preguntó mostrándole un vestido precioso, de una tonalidad verde
aceituna, cuya tela evidentemente caía sobre el contorno del cuerpo sin
aprisionarlo del todo.
- Es
bellísimo, ¿pero es para mí?... ¿tú crees que me veré bien en ese vestido?
- Te
ves hermosa con cualquier cosa- Paula sonrió y tomo la prenda asintiendo.
- Me
ducho, nos peinamos, nos maquillamos, y nos vamos.
- ¿Maquillaje?
- Si,
somos bellas, pero nunca está de más una ayudadita a la naturaleza, – dijo
haciéndole un guiño- además tienes que aprender a hacerlo, veras que es más
simple de lo que imaginas.
En la bahía de Chahué, a lo largo de la
playa se encuentran varias opciones de diversión nocturna, Zoe ha estado antes
en ellos, decidió como la mejor opción “la mina”. El mejor lugar para el
propósito de esta salida era la barra, Paula atrajo de inmediato la atención de
varios chicos, ella no se percato, pero Zoe si, desde ese momento estableció un
lenguaje corporal sobre protector, analizando las opciones, Paula ajena por
completo a esto estaba absorta por la música y el ambiente.
- ¿Qué
les sirvo chicas? – pregunto sonriente un chico tras la barra.
- Una
pacifico para mí – solicitó Zoe-
- Mmm
tequila… si, tequila para mí.
- ¿Has
visto la cantidad de miradas que atrajiste?
- No
juegues Zoe.
- No
juego, mira – dijo señalando a dos chicos que miraban a Paula con insistencia y
que evidentemente discutían la manera de acercarse.
- Te
miran a ti-
- No,
te miran a ti, están discutiendo cual de los dos se te acerca.
Para ese momento Zoe ya había detectado al
candidato ideal para el objetivo, y sin ganas y con la sensación de malestar
agudo en su pecho, abrió la posibilidad para que se acercara, sabiendo que éste
sujeto no lo dudaría un momento, y así fue.
- Pero
se les adelantaron – agrego mirando al chico moreno, alto, de facciones
varoniles acercarse a paso firme.
- Hola,
soy Rodrigo – extendió su mano en dirección a Paula,
- Hola
– dijo con timidez.
- ¿Cómo
te llamas?
- Paula,
soy Paula.
- Oye
Paula, ¿bailas conmigo?
- Pero…
es que yo, vengo acompañada.
- Ve
a bailar Paula, hemos venido a divertirnos. – Zoe forzó una sonrisa, y con un
ligero toque en la espalda impulso a Paula a avanzar hacia la pista.
La mirada de Paula era de incertidumbre,
y es que en verdad no entendía nada, ¿no se suponía que…? bueno en realidad no
puede suponer nada, se puso en manos de Zoe sin saber a ciencia cierta que iba
a pasar, pero ahora eso ya no le importaba, porque lo que sea que estuviera
pasando, funcionaba, era otra persona, por primera vez en su vida se
consideraba bonita, – se ruborizo ante este pensamiento- y por lo menos este
día se sentía feliz, sin embargo de algún modo en ese momento se sintió
decepcionada, se dio cuenta de que albergaba la esperanza de que algo pasara
con Zoe, si, todavía la hacía sentir incomoda el hecho de que le había pagado,
pero su nueva seguridad le proporciono la audacia para admitir que la deseaba,
quería la fantasía completa, como se lo dio a entender su tía, o quizá la
malinterpreto y nunca se trató de contacto físico.
Rodrigo
resulto muy agradable y divertido, también un tanto atrevido, o quizá es lo
normal, como podía saberlo Paula no estando acostumbrada a ese tipo de
contacto, era la primera vez que un hombre se le acercaba demostrándole que se
sentía atraído por ella. En principio se sintió intimidada, pero poco a poco
fue relajándose, en el transcurso de la noche se empezó a sentir cómoda, a
partir de ahí la sensación cambio paulatinamente y se asusto, una confusión se
apodero de ella instantáneamente cuando se percato de que la compañía de
Rodrigo le agradaba mucho, por un momento tuvo el impulso de salir huyendo y
buscó con la mirada a Zoe, la encontró en compañía de una chica, sus rostros
estaban muy cerca y se hablaban al oído, si bien la música era fuerte, no era
para tanto, -ella no tenia que acercarse tanto a Rodrigo para escucharlo- pensó
enfadada- entonces tomó la decisión de dejarse llevar por la sensación que la
estaba envolviendo con este chico.
Zoe la miró partir de la mano del moreno
acuerpado, había imaginado lo que sentiría en ese momento pero la realidad fue
mucho peor, la sensación de ahogo en el pecho fue tan intensa que le resultaba
doloroso, no pudo evitar observar cada movimiento, tenso primero, meditabundo,
titubeante, relajado, disfrutándolo; no lo podía soportar, cuando una chica se
acerco a ella con evidente intención de ligue, en el afán de evadirse de sus
sentimientos rompió otra regla y se dispuso al flirteo con la muchacha
excusándose en el hecho de que no pasaría de ahí. No obstante aquello no
funcionó, porque su mirada y su atención seguían puestas en Paula, pero en un
segundo de distracción la perdió de vista, entonces la invadió una sensación de
vértigo, necesitaba aire, necesitaba salir de ahí, se despidió de la chica abruptamente
sin darle oportunidad de nada y salió de prisa, una vez fuera aspiro
profundamente tratando de recuperar su ritmo cardiaco. Se acomodo en una
pequeña banca frente al local, esperando, temiendo lo peor, pero quizá lo peor
era lo mejor.
Rodrigo invitó a Paula a sentarse y
tomar algo, pensó en dar aviso a Zoe, pero con molestia decidió que ésta estaba
bastante entretenida como para percatarse de su ausencia. Después de una copa
Rodrigo le dijo abiertamente que le gustaba mucho, se acercó a ella con
intención de besarla, en principio se quedo estática, pero al sentir los labios
del chico sobre los suyos su cuerpo entero se aflojó con una extraña sensación
de alivio, y es que no sintió nada, incluso intento responder el beso, pero aun
así siguió sin experimentar nada, nunca se cuestiono su sexualidad, ni durante
su relación con Claudia, era otra de las tantas cosas en su vida que
simplemente la sobrepasaron, por eso, esta nada ante el contacto con Rodrigo le
produjo una enorme satisfacción, lo tenía claro.
- ¡No
me gustan los hombres! – pensó, pero al mismo tiempo escucho su voz fuerte y
claro diciéndolo.
- ¡Perdona!-
exclamo Rodrigo completamente sorprendido.
- ¡Lo siento!, lo pensé en voz alta – Rodrigo la
miro fijamente y luego soltó una sonora carcajada.
- ¡No
puedo creerlo! salva un poco mi ego y dime que no lo acabas de decidir ahora
que te besé – la mirada de Paula se asemejaba a la de un niño pillado en una
travesura - ¡Nooo!,- ¡¿en serio?!
- Bueno… no exactamente, es decir… es que antes
solo había estado con una chica, es la primera vez que beso a un hombre, y
simplemente lo confirmé.
- ¡Bueno
eso lastima menos mi vanidad! – rió con ganas de nuevo y esta vez Paula lo
acompaño divertida por la situación.
Después de un buen rato charlando con él,
pensó que había pasado demasiado tiempo sin ubicar a Zoe y decidió buscarla, se
despidió de Rodrigo, quien también vivía en la ciudad de México, así que
intercambiaron teléfonos y se despidieron con la promesa de volverse a ver una
vez estuvieran ambos en el DF.
Después de recorrer varias veces el
sitio, Paula decidió salir y ver si todavía se encontraba el coche, entre preocupada y enojada, sintiéndose
abandonada.
Fuera del lugar sentada en una banca,
mirando hacia la playa encontró a Zoe, como siempre ante su presencia cualquier
sentimiento negativo desaparecía, se acerco a ella con sigilo.
- ¿Te
aburrías dentro? – preguntó Paula tomando asiento frente a ella.
- Me
ahogaba, ¿y tú? que haces aquí, me parecía que te divertías – Zoe intentó imprimirle
suavidad a su voz en un intento de disfrazar la rabia que sentía al decirlo –
¿Por qué abandonaste al chico?
- Porque
es hombre – la tomo de la mano antes de ponerse de pie y halarla con
delicadeza.
Antes de regresar a Mazunte caminaron
por la bahía; Paula hablaba y como siempre Zoe escuchaba, le contaba
alegremente su recién descubierta homosexualidad.
- Sí
lo sé, suena absurdo, después de que estuve con Claudia, incluso la ame, pero
la verdad antes nunca analicé si era o no homosexual, simplemente me deje
llevar por lo que sentía…
- Espera,
¿qué dijiste? – Zoe paró en seco interrumpiéndola.
- Que
es absurdo que a estas alturas me venga a dar cuenta de que soy lesbiana,
después…
- No,
eso no, ¿te diste cuenta de lo que dijiste sobre Claudia?
Paula se quedo pensativa un instante,
analizando las cosas, se dio cuenta de que tenía mucho tiempo sin pensar en
Claudia, los primeros días, le dolía recordarla, pero no podía sacarla de su
mente, le dolía hablar sobre su relación con ella, pero hablar sobre esto era
una necesidad irrefrenable, lloró muchas veces en sus charlas con Zoe
remembrando lo vivido, volviendo a romperse en cada ocasión; pero ahora mismo
no podía recordar cuanto tiempo había pasado desde que pensó en ella con pesar,
desde que la mencionó por última vez, desde cuándo no la nombraba, recordó el
instante en que vino a su mente durante el beso con Rodrigo, ocurrió como una
mera circunstancia, no solo no experimento el acostumbrado dolor vinculado a
ella, no sintió nada, y hace unos instantes, espontáneamente dijo…
- La
amé… la amé, en pasado, Zoe ¿en verdad ya no la amo?
- Esa
respuesta solo la tienes tú.
- Es
que lo creía imposible, vine buscando paz, tranquilidad, resignarme a vivir el
resto de mis días sin ella, pero ahora cuando viene a mi mente no experimento
nada, es solo un recuerdo. – Zoe sonrió.
- Puede
ser que ya la olvidaste, o simplemente que ahora te amas a ti por sobre todo,
creo que la respuesta surgirá una vez estés en tu entorno, cuando la veas
sabrás, claro que sea cual sea, podrás enfrentarte a esa situación sintiéndote
entera y dueña de ti.
Una vez llegaron a la cabaña, sin
necesidad de decir nada Paula se encamino hacia la terraza y se colocó en los
escalones, Zoe le dio alcance unos minutos después, se instalo a su lado y le
entrego una cerveza, en silencio observaron el amanecer, Paula inclino su
cabeza sobre el hombro de Zoe, quién no quiso reprimir el impulso de abrazarla.
En cuanto el Sol abandono por completo el mar y el cielo volvió a adueñarse de
él, Paula se puso de pie y tomo de la mano a Zoe.
- Vamos
a la cama – la voz de Paula era sugestiva, pero Zoe intento obviarlo y la
siguió.
- Descansa
– murmuro Zoe una vez en la estancia.
Pero Paula no respondió, sin soltarla la
guio hacia las escalerillas.
Cuando estuvieron arriba una frente a la
otra, a Paula la asalto su timidez, incitando con esto los deseos reprimidos
por tanto tiempo de Zoe.
Sus manos temblorosas asieron el rostro
cabizbajo de Paula, se miraron fijamente por un instante que pareció inacabable,
Zoe se acerco con lentitud, aplazando el placer que suponía sentir esos labios,
se deleito en el cruce cálido de sus alientos, luego apenas un roce sutil,
tenue, que le hizo hervir la piel, las bocas se unieron en un beso que paso de
suave a urgente como si el mundo fuese a acabarse después de éste, ambas
querían detener el tiempo, las manos de Zoe resbalaron hacia el cuello de
Paula, recorriendo su pecho, hasta adueñarse de su cintura, posesivamente,
Paula respondió colgándose de su cuello, fundidas en una sola entidad, después
de varios minutos, se dejaron caer sobre la cama, ninguna supo cómo fue que se
despojaron de las ropas que las cubrían hasta quedar completamente desnudas,
sus bocas seguían unidas, escudriñando con labios y lenguas los secretos de la
otra, acariciándose piel con piel, pausando solo para tomar fuerzas y respirar,
tocándose, descubriéndose, hundiéndose en la profundidad de las sensaciones del
contacto de sus cuerpos, ambas deseaban mas pero ninguna quería finalizar ese
beso, deseaban hacerlo infinito, no pararon hasta que agotadas, con los labios
húmedos e hinchados, brazos y piernas entrelazadas se quedaron dormidas.
Zoe despertó unas horas después, tenía a
Paula en sus brazos, no se atrevió a moverse, la miro en silencio, dibujándola
en su memoria, quería llevarse con ella esa imagen y eternizarla, todo en ella
le gustaba, su cara, su boca, su cabello, el contorno de su cuello, su aroma.
Se acerco mas a ella, hundiendo su
rostro en el hueco de su cuello, llenándose de su olor, quiso poseerla, hacerla
suya, probar el sabor de su piel; con la punta de la lengua se deslizó desde el
cuello al esternón, haciendo dibujos sobre la piel de los senos, estomago,
vientre, se deleitó escuchando un gemido gutural de Paula, que abrió de par en
par las puertas invitándola a adueñarse de su intimidad más profunda, y Zoe
agradecida por esa bienvenida, olisqueo, palpo, y reconoció cada pliegue del
sexo que se le ofrecía, su lengua saboreo los labios vaginales, se internó
entre ellos recorriéndolos exhaustivamente en armonía con los movimientos
cadenciosos de la pelvis de Paula, aprisionando el clítoris con sus labios una
vez descubierto e hinchado, Zoe se perdió entre las temblorosas piernas de
Paula, hundiéndose entre ellas, insaciable, no era la especialista, no era un personaje,
no estaba con una cliente, no se trataba de una mujer con problemas, era
simplemente ella, Zoe, haciéndole el amor a Paula, y en ese momento no le
importo lo que aquello podía significar para ellas después, lo único que
importaba en ese instante era la vibración del cuerpo que tenía en sus brazos,
las eufonías de placer, la humedad pegajosa de sus cuerpos, el olor a sexo, el
orgasmo que sobrevino y le baño el rostro dejándole el olor dulzón de los jugos
vaginales; el abrazo suave, laxo en que sus cuerpos exangües se fundieron hasta
quedarse dormidas.
Al abrir los ojos una sensación de
placidez invadió a Paula, exhalo un gran suspiro llenando de aire sus pulmones,
como queriendo absorber mas de esa energía que desde el día anterior la movía,
sentirse segura y dueña de sí le provocaba una emoción difícil de describir,
nunca antes pensó que esto sería posible, más aún ni siquiera imaginó lo que
sería experimentarlo, vivirlo. El cuerpo desnudo de Zoe descansaba plácidamente
a su lado, los recuerdos se agolparon en su mente, no pudo evitar sonreír y
sonrojarse a la vez; fue tan maravilloso –pensó- increíble, irreal y a la vez
tan genuino, -¡una fantasía hecha realidad! – pensó casi eufórica, este pensamiento
sin embargo la trajo de golpe a la realidad. De eso se trataba todo esto, una
fantasía curativa, un sueño que la llevaría al autodescubrimiento, lo que pasó
entre ellas no era algo verdadero, no, Zoe era un ser excepcional, pero no
había posibilidad alguna de que fuera una constante en su vida, las reglas
estuvieron claras desde el principio. Volvió a sonreír pero esta vez fue mas
una mueca de tristeza que se permitió solo unos segundos, ésta era la
experiencia más enriquecedora de su vida, había logrado tanto emocional y
mentalmente con ella, por primera vez en su vida se sentía verdaderamente feliz
y cómoda en su piel; decidió en ese
instante que no quería aferrarse a una utopía de nueva cuenta, no quería retroceder
pretendiendo algo que a plena conciencia no era para ella, se debía a sí misma
el proteger esa recién lograda integridad emocional y también se lo debía a esa
chica maravillosa que exudaba ese algo difícil de definir aun dormida, después
de mirarle por varios minutos decidió abandonar la cama con la plena convicción
de vivir el resto de esta fantasía para luego desprenderse de esta mujer,
volver a su mundo y vivir una nueva realidad; con la brisa marina rozándole la
piel recordó su primer día ahí, sintió pena por última vez por la otra Paula y
le dio la bienvenida a la nueva.
- Te
sentirás orgullosa de mi Zoe, cuando te diga que me siento libre y fuerte para
regresar a vivir mi vida y enfrentar mis demonios. – lanzó a la nada con voz
firme.
El corazón le galopaba al ritmo de su
respiración entrecortada, corría con desesperación, con el ansia de ponerle fin
a su ofuscación, y es que su debate mental resultaba inútil e infructuoso, la misma Paula ya había puesto, sin ser
consciente de ello claro, limites a los sentimientos que la llevaban a ese
constante altercado entre estos y su ética; para que seguir torturándose, se
preguntaba, pero como evitarlo, tantos años dedicada a guiar a mujeres hacia el
discernimiento de sus emociones y ahora ella se encontraba atrapada en la
necedad de las suyas. Desde aquel día todo su ser le gritaba que mandara al
demonio a la profesional y diera paso a la mujer: esa tarde cuando despertó y
se encontró a solas en la cama revuelta después de haber hecho el amor por
primera vez en su vida a una mujer de aquella manera, su mente se convirtió en
un ring donde se inicio una lucha a muerte entre el amor y su deber
profesional; el amor gano casi instantáneamente – que daño puede hacer el amor
cuando es sincero, completo, integro – se cuestionó, aunque más que un cuestionamiento
era la justificación necesaria para permitirse amar a Paula, conquistarla,
vivir con ella su propia historia, embriagada todavía de las caricias, los
aromas y sabores, el amor venció. Pero todo se desvaneció con la misma rapidez,
incluso antes de que Paula pronunciara palabra alguna, su mirada, su
expresión serena y la sonrisa que sus
labios dibujaron le revelaron a Zoe que este caso estaba por concluirse
exitosamente, esa conclusión que tantas otras veces la lleno de orgullo ahora
tenía un sabor agridulce; lo cierto es que también se sintió feliz por Paula,
la amaba; y ahora lo más trascendental no era la cuestión profesional, ni sus
sentimientos, ni su satisfacción, lo más importante era Paula.
- ¿Dónde
has ido?- pregunto sonriéndole.
- He
ido a despedirme de alguien- respondió sentándose frente a ella y acariciándole
la mejilla.
- ¿Cómo
ha ido?
- Con
una pizca de nostalgia y un último abrazo… se ha marchado Zoe, ahora solo queda
esta Paula.
- ¿Cómo
te sientes? – Paula suspiró antes de responder, meditabunda por unos segundos.
- Libre,
tranquila, fuerte, con miedo todavía, pero consciente de que puedo enfrentar lo
que sea… quizá con un dejo de tristeza, son muchos años siendo esa otra Paula,
saber que se ha ido del todo me pone un poquito melancólica. Pero sobre todo
Zoe, me siento profundamente agradecida contigo.
- ¿Conmigo?
- Si,
gracias a ti me descubrí, me di cuenta
de que me quiero por sobre todo, ahora sé que ser feliz depende en su mayoría
de mi, cuento conmigo… gracias por hacerme sentir, eres la persona más
maravillosa que he conocido y jamás conoceré – Zoe se desplomaba internamente,
palabras lindas que se volvían dardos envenenados dirigidos justo hacia sus
deseos- se que no debería decir esto – continuo diciendo Paula- pero me
entristece que no podamos ser amigas después de esto, me harás mucha falta.
Zoe se obligó a sacar a la fría psiquiatra
y mirándola con calidez le dijo.
- Paula,
no te hare falta, cuando regreses a tu vida te darás cuenta de que no me
necesitas mas y solo seré un recuerdo agradable.
- Eso
es imposible, por supuesto que serás más que un recuerdo, me resulta difícil la
idea de no volver a saber de ti – calló por un instante, cabizbaja, luego
volvió a mirarle sonriendo- Pero creo que es suficiente de añoranzas
anticipadas, tengo hambre, ¿tú no?
El amor perdió por knockout, pero el
amor es necio y la disputa interna de revelar sus sentimientos antes de la
despedida continuaba, la razón la impulsaba ahora a correr hasta desfallecer,
en un intento de agotar su lado impulsivo, ese que le susurraba argumentos de
esperanza; su cuerpo se derrumbo sobre la arena, agotada, no por el esfuerzo
físico, éste era irrisible en comparación con el autocontrol al que estaba
sometida; solo faltaba un día, solo un día para anotarse otro éxito, solo un
día para que Paula volviera a su vida, a Claudia, solo un día para vivir sin
ella… solo un día más.
- Luces
agotada Zoe – La voz suave de Paula la volvió a la realidad.
- ¿Qué
te hace pensar eso? – respondió aun con los ojos cerrados tirada sobre la
arena.
- Porque
ya son muchos días en los que no corres mar adentro en cuanto terminamos de
correr, además…
- ¿El
qué?- dijo volviéndose hacia ella.
- Nada…
debo ser yo, me cuesta todavía hacerme a la idea de estar sin ti, a veces
pienso que mi fuerza radica en ti, en lo que me haces sentir.
- ¿Qué
te hago sentir? - ¡joder no debí haber dicho eso! pensó, pero era tarde.
- Me
haces sentir, segura, tranquila.
-“Bueno
tú preguntaste Zoe, ahora comete esa, en la falta llevas la penitencia”- Tu
tranquilidad viene de tu interior lo mismo que la fuerza que te da seguridad, tienes
el control de tus decisiones.
También Paula mantenía una lucha
interna, por primera vez estaba tomando decisiones conscientes, analizadas,
había pasado por tanto en el poco tiempo que llevaba junto a Zoe, encontró
dentro de ella capacidades inimaginables antes de este proceso, por eso mismo
ahora, a pesar de la atracción que sentía por Zoe era capaz de frenarse; sabía
desde un principio – aún cuando en ese entonces no tenia expectativas al
respecto- que Zoe solo sería un sueño,
una vivencia fugaz que le ayudaría, y vaya que la ayudo, sin embargo
esta noche quería, deseaba traspasar el límite impuesto inicialmente por un
frío reglamento y luego por ella misma desde el día que estuvieron juntas. A
partir de ese día se dio un sutil cambio, en apariencia seguían siendo lo que
hasta entonces habían sido, ¿amigas?, si había un poco de eso, pero no era
exactamente una relación de amistad, la realidad es que la relación era
indefinible, ahora mismo seguía siéndolo, a pesar de que se besaban espontáneamente,
a veces picoretes y en otras ocasiones
se abandonaban en besos profundos a los que resultaba difícil renunciar,
por lo menos para ella, suponía que Zoe
solo estaba haciendo su trabajo; no es que se sintiera insegura o incapaz de
serle atractiva, una de las cosas más importantes que le ocurrió en estos meses
era eso, se sentía bonita – así se fuera al infierno por vanidosa- pensaba, se sentía atractiva; pero
precisamente por eso sabía que Zoe era una profesional y actuaba como tal, y
eso incluía hacerla sentir deseada por ella y era excelente en eso, como dijo
su tía “un sueño hecho realidad”, la fantasía se torno tan real que Paula casi
podía sentir que Zoe la amaba y si bien se permitía disfrutarlo tenía el
suficiente buen juicio para no permitirse alucinar; sin embargo, mañana se
marcharía, nunca más volvería a verla, escuchar su voz, sentir esa sensación que le proporcionaba su sola
presencia, besarla, sus caricias; y sintió un dolor muy grande, diferente a
cualquiera experimentado antes; mañana la fantasía se esfumaría completamente,
Zoe dejaría de existir para convertirse en alguien más, en otro lugar, con otra
mujer, se esfumaría quedando en nada, eso era lo que le dolía, cuando pensara
en ella estaría pensando en nadie y no, no estaba dispuesta a eso, no sin decir
nada, no sin intentarlo, tomo la decisión de trasgredir todas las reglas, las
de la especialista y las suyas, esa
noche enfrentaría a Zoe, y le diría.
- ¿Quiero
saber cuántas son? ¿cómo te llamas? ¿de qué país eres? ¿dónde vives? – lanzó
sin pausa, sin respirar, atropelladamente, rompiendo el silencio de minutos que
ambas tenían sentadas lado a lado en la arena frente al mar, viendo como todas
las tardes la puesta del sol. A pesar de
la sorpresa, Zoe no se volvió a mirarla y sin inflexión en su voz hablo.
- No
entendí – pero Paula interrumpió anticipándose sin escuchar siquiera lo que
supuso resistencia de Zoe.
- Sé que se supone que no debo preguntar, que
eso quedó establecido desde el principio, pero no me parece justo, tú sabes
todo de mí, cuando me recuerdes sabrás que estarás pensando en alguien real;
bueno tampoco es que vayas a pensar mucho en mi, seguro eres una persona muy
ocupada, que tonta, claro que eres una persona muy ocupada, con una vida
extrema y extraordinaria; pero yo si pensare en ti, yo si te recordare, y no
solo por lo que has hecho por mí, también porque quiero, quiero pensar en ti,
preguntarme donde estarás, imaginarte en tu país, tu ciudad, en tu espacio,
aunque no te vuelva a ver, prometo no buscarte, lo prometo - salvo esto último
que adquirió un matiz suave casi de niña, lo otro lo dijo de corrido, las
palabras se le desbordaban, Zoe se estremeció ante el caudal de estas-.
“-¿No pensare en ti?, ¿no pensare en ti?,
pensare en ti todos los días, las veinticuatro horas, los mil cuatrocientos
cuarenta minutos, los ochenta y seis mil cuatrocientos segundos del día y podre
imaginarte en tu entorno, con la gente que amas, feliz; y me dolerá imaginarlo
y me dolerá aun mas que me duela el creerte feliz, porque quiero que seas
feliz….”
- Zoe,
dime algo… por favor – la voz quebrada de Paula la obligó a salir de sus
pensamientos.
- Mi
nombre es Zoe Elise Lever, nací en Connecticut, Estados Unidos; en Greenwich,
para ser más exacta y vivo en Brooklyn, en la ciudad de Nueva York; con
respecto a tú primer pregunta no la entendí, - se volvió a mirarla con la
calidez de siempre, pero esta vez pudo notar un matiz de tristeza – ¿a qué te
refieres cuando preguntas cuantas somos? – Paula medito antes de responder, no
quería involucrar a su tía.
- La
persona que me hablo de la especialista, de ti, me…
- Te
dio una descripción diferente y un nombre distinto.
- Sí,
eso, y al encontrarme contigo me he preguntado si son varias o…
- No
– la interrumpió Zoe para alivio de Paula, que ya estaba sintiendo que aquello
no era una buena idea después de todo – soy solo yo, pero no te puedo dar más
detalles sobre esto Paula, no es que no quiera, no debo, no está bien,
¿comprendes?; hay razones de peso para evitar las preguntas personales y todas
son por ti, por las mujeres que acuden a mí, para su bienestar, no es
conveniente que se involucren conmigo emocionalmente.
- ¡Demasiado
tarde Zoe! - exclamo interrumpiéndola- porque yo me he involucrado contigo ya,
pero no te preocupes, que no me hará daño, simplemente formaras parte de mi
vida siempre, te recordare con mucho cariño hasta el fin de mis días – dicho
esto la abrazo con infinita ternura, pero no pudo percibir el estremecimiento
de Zoe ante las primeras palabras y la pena que vino después del “no te
preocupes” – no te hare más preguntas, solo deseaba llevarme algo real de este
sueño.
Y es que cariño se le tiene a un coche,
al gato, a los lentes de sol; todo un
éxito, Paula había aflorado como una mujer determinada, consciente de sí misma,
con temple, Zoe estaba satisfecha, feliz por ella, pero no podía evitar el
sabor agridulce de este logro.
Pasaron unas horas más frente al mar, en
silencio, como aquel primer día, pero el sentimiento en ambas era muy distinto
al de aquel entonces, para Zoe, analítica y racional hasta hace unos meses,
ahora estaba cierta en que había cosas y situaciones que no podía controlar, que te elegían sin razón de
ser, sin explicación lógica, nunca creyó en el destino, sin embargo este la
abofeteo demostrándole que no tenía todas las respuestas. Paula en cambio,
siempre aceptó su destino y éste siempre vislumbro un futuro gris, a veces más
oscuro, a veces menos sucio, pero gris al fin, y ahora su vida era un lienzo en
blanco en el que deseaba colorear, quería regresar a su vida, a su entorno,
deseaba hacerlo, volver a ver a Dani, a su tía, a sus amigas, y también a
Claudia, aun cuando esto último la inquietaba estaba determinada a enfrentar a
sus demonios, algo en su interior le decía que saldría airosa de aquello; solo
algo empañaba el equilibrio logrado y la sensación de ser dueña de su vida,
Zoe, no podía explicar la sensación, y era absurdo porque simplemente dolía,
ahogaba, sofocaba el pensar que no la volvería a ver, a tocar, a escuchar su
respiración, su voz, quizá lo que no podía explicar era el porqué de eso, o no
quería hacerlo; era una carga que no estaba dispuesta a llevar en su equipaje,
se lo debía a sí misma y a la propia Zoe.
- ¿Te
veré otra vez Zoe? o…
Zoe no respondió, había decidido no
prolongar más el dolor, además no era necesario, así que contrario a su
costumbre, una despedida especial no se llevaría a cabo en este caso, mañana
sería la última vez que se verían. Se puso de pie y le extendió la mano, y así
con las manos entrelazadas en reminiscencia de aquel primer día caminaron hacia
la habitación.
Estaba oscuro, silencioso, Zoe se acerco
con lentitud hasta que sus rostros estuvieron muy juntos, cerro lo ojos y
suspiró, sus manos acariciaban los brazos y espalda de Paula ligeramente,
frente con frente, la boca de Paula busco la suya sin premura, lánguidamente,
sin urgencia, con la misma lentitud sus lenguas se abrieron paso hasta
encontrarse, Paula desnudó con la misma parsimonia a Zoe, acariciado cada trozo
de piel libre, humedeciéndolo, la tendió sobre la cama y la miro queriendo llevarse esa imagen
grabada en su mente, Zoe continuaba con los ojos cerrados, su respiración era
profunda y a la luz de la luna sus facciones eran aun más perfectas, algo se
apodero de Paula en aquel instante y de pronto, como si la vida le fuera en
ello beso cada milímetro de su rostro, frente, parpados, mejillas, nariz, boca,
barbilla; labios y lengua continuaron su recorrido hasta el hueco de su cuello,
esternón, lamiendo, acariciando,
apoderándose de los rosados pezones que se le ofrecían, Zoe gemía,
dejándose hacer, entregándose completamente a su merced, Paula bajó con
suavidad hasta su vientre, ingles, entre pierna, muslos, pies, la saboreo
entera, antes de probarla por primera vez, antes de hundirse en sus secretos,
antes de hacerla suya; Zoe la recibo abierta, dispuesta, mojada, ansiosa;
temblorosa ante la sensación que le producía la lengua que resbalaba sin pudor
hurgando su intimidad, palpándola,
estremecida ante las caricias que le propagaban los hábiles dedos que
acariciaban muslos vientre y senos, sobrecogida por la sacudida que experimentó
ante la penetración de éstos, Paula la estaba haciendo suya y no importaba,
quería ser suya, ya era suya. Entregada
al placer, a la emoción, sobrevino un delicioso espasmo acompañado de una
humedad que le roció el rostro a Paula, y de otra que resbalo sobre las
mejillas y cuello de Zoe. Se quedaron así mucho tiempo, Paula entre las piernas
de Zoe, recostada en su vientre, Zoe sin fuerzas para detener el raudal que
emanaba de sus ojos, ambas perdidas en sus pensamientos hasta que agotadas se
durmieron.
La luz del día las sorprendió abrazadas,
con las piernas entrelazadas, la primera en decidirse a abrir los ojos fue Zoe,
ambas llevaban ya un rato despiertas, pero no querían volver a la realidad; sin
embargo las dos suponían que la otra seguía durmiendo, Zoe agradeció el poder
contemplar a Paula con esa liberta durante esos minutos, su expresión placida
resaltaba esa belleza sencilla y etérea en la que quedo atrapada nada más verla
en una fotografía, y ahora la miraba anhelando llevarse esa imagen impresa en
su mente y hubiera podido permanecer así una eternidad, pero el tiempo es cruel
y la hora de la despedida estaba al acecho.
El Platón de frutas, las hamacas
meciéndose al ritmo suave del viento, el suave oleaje, los aromas, Paula estaba
decidida a llevarse a detalle ese momento en su memoria, como si de ese lugar
emanara su fuerza, su fé en sí misma, al volverse se encontró con la mirada de
Zoe acariciándola, eso sentía siempre que la miraba fijamente, como si la
estuviera acariciado, cobijándola. Pensó en mil manera de echar en su equipaje
esas sensaciones, hacer un collar de ellas y colgárselas al cuello, llevarlas
consigo siempre; pero no se podía, en pocos minutos estaría por su cuenta, se
sabía capaz de ello, sin embargo algo dentro de ella, su alma, su corazón, su
espíritu, se sentía como una mesa de tres patas, bien forjada, fuerte, capaz de
sostenerse, pero extraña. Caminó hasta quedar muy cerca y le abrazo con fuerza,
suspirando.
- Llegó
el momento… ¡por Dios! qué difícil es esto, como quisiera llevarte conmigo –
Zoe sonrió antes de decir algo como preámbulo al esfuerzo sobrehumano que hacía
por imprimirle calma a su voz.
- ¿No
te parece que llevas ya suficiente sobre equipaje? – trató de bromear señalando
las varias maletas apiladas en la sala.
- Llegué
con lo puesto, llena de dolor, de miedos, de pena y vergüenza de mi misma y me
marcho cargada de cosas lindas, de fortaleza… me has dado tanto Zoe, no sé como
agradecerte…
Al ver la mirada anegada de Paula Zoe no
se pudo contener y la abrazo de manera posesiva, con urgencia, suspiró.
- Eres
tan hermosa, tan extraordinaria, única, poco hice, salvo acompañarte y ser
testigo de tu revelación… Paula… Yo – la soltó solo lo suficiente para mirarla
a los ojos – me…
- Niñas
ya estoy aquí… voy subiendo las petacas – completo Pedro con timidez al
percatarse de que interrumpió algo.
- …
Si, si, Pedro… gracias - ¡Dios! ¿qué estuve a punto de hacer?, pensó.
- Zoe
que me ibas a decir.
- ¿Qué?
… oh sí, que estoy muy satisfecha Paula, que deseo que seas feliz, que vivas
plenamente y que el mundo es tuyo.
El rostro de Paula dibujo una expresión
decepcionada y una media sonrisa, puso distancia entre sus cuerpos y suspiró.
- Llego
el momento entonces, ¿entonces no vas al aeropuerto?
- No,
así debe ser, es lo mejor…
- Bueno
– tomándola con ambas manos del rostro unió sus labios a los de Zoe en un beso
húmedo y tierno – adiós dueña de mis sueños, te recordare siempre.
Se perdió tras la puerta. Zoe se quedo
inmóvil, sintiéndose sin fuerzas, respirando profundamente, cuando escuchó el
motor del auto encenderse y luego emprender la carrera sobrevino un derrumbe en
su interior.
- Adiós
mi amor, adiós.
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autor.

Noooo porqueeeee si se aman zoe por Dios ya deja la frialdad y ese pensamiento de que tienes que hacer tu trabajo te enamoraste perdidamente le tienes que decir que se quede contigo no nos hagas estos porfa escritora quiero a zoe y paula juntas felicidades muy buena historiaaa Rosana de ARGENTINA
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