Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 25)



- No quiero dejarte pero no sé cómo hacer para tenerte!!! – Movió la cabeza porque ahora que había empezado sabía que no tendría final… Una a una, caerían las dudas y los miedos y muy simplemente haría una exposición de sus razones y muy posiblemente ganaría… Tenía mucho más cabeza que corazón – No sé cuanto quiero tenerte… Y creo que eso no es justo para ti… – susurró mientras se escondía en su cuello – Y creo que mereces algo distinto… – Se abrazó a ella buscando un poco de paz y fuerza…
Agradecida de sentir, estaba en el punto en el cual el dolor y la felicidad daban igual, sentía, había sentido mucho más en unos meses de lo que había sentido en la vida y eso se lo debía. Le reconocería eternamente que le había conquistado, que había hecho convergente el paralelo de la piel y la emoción y que lo único que dolía realmente era no poder llegar a un “acuerdo”. Había una gran diferencia entre una relación y un puñado de noches – Alguien mejor… Alguien que pueda decirte correctamente lo que provocas… – Besó el cuello y se desprendió de sus brazos con un gran suspiro


Reunió la fuerza para levantar la mirada y la halló perdida, con una lágrima negra en la mitad de la mejilla y con una expresión que no sabía lo que significaba. Acostumbrada a verla tensionada, iracunda y despidiendo por los ojos toda la tormenta que llevaba en el alma pero ahora no había nada, todo estaba detenido, los labios de mar, quebrados e indecisos, estaban a medio abrir y debatiéndose entre lo que tenían pensado decir.

- ¿Jennifer? – Emma, preguntó con miedo, por lo próximo

Escuchó su nombre y ni siquiera pudo cerrar los ojos ante la sensación que le invadía. No podía mirarla, no podía hablarla ni menos pelear con altura. Caminó como un autómata hacia el sillón, se sentó, tomó nuevamente la copa y clavó los ojos en el fuego. Y por primera vez comenzó a pensar… Realmente a pensar… 

¿Cuál amor? Fue la primera pregunta. El amor estaba fallando, si no podía respirar, si no podía convencerse ni a ella misma, si estaba muriendo y ni siquiera podía llorar… Emma le había golpeado demasiado fuerte esta vez, le había traspasado como un rayo, como uno de esos rayos a los que tanto les temía, y se había clavado profundo en la conciencia, por más irónico que sonara, la declaración era una cuchillada. Y el dolor en el alma de a poco le robaba la fe, le retenía la perseverancia y le dormía el impulso que siempre la manejaba a la hora de expresarse… No podía mantenerse en pie y simplemente mirar como todo se derrumbaba… Le había enamorado, le había marcado y técnicamente la había puesto de rodillas…    

¿Qué tenían? La segunda pregunta. No más que un terremoto en el cuerpo, el entendimiento de terceros y una represión del deseo por miedo a dejar de amar… Parecía que mientras más le deseaba menos le quería… Y Emma estaba en lo cierto, era un error amarse de esa manera y este era el precio por no medir las consecuencias… Por querer romper todas las reglas y por olvidar que nadie se escapa de la ronda del reloj. ¿Cómo se recuperaba lo que nunca habían tenido? Quemaba la idea de saber que no quedaba mucho por hacer, que ya no había más opciones ni atajos milagrosos… Bebió de su copa y esta vez costó, como nunca, tragar

La miró, estaba de pie al lado de la chimenea, firme y dispuesta a encarar cualquier cosa que viniera, menos una relación con ella…  Quizás debía frenar, dejar de doler y salir de esa incondicionalidad que no les había dejado más que oscuridad, unas flores a medio marchitar y una espera sin final. Una tormenta y un sol que no quiere despertar… O quizás debía seguir abofeteándola hasta dejarle bien en claro que estaba hasta la coronilla de tantas idas y vueltas, de tanto “pero” y de este juego infantil.

Pero Emma estaba destrozada, todo lo que guardaba estaba fuera y halló razón a las palabras de su madre, el corazón ciertamente la delataba… ¿Alguien mejor? ¿Quién?, era mezquino por parte de Emma decir aquello y más aún sabiendo que no le dejaba demostrarle todo lo que llevaba por dentro, que no dejaba entregarse ni en cuerpo ni en alma. Se detuvo en su torso desnudo y en ese sostén negro, no era simplemente la única mujer que había deseado, era la única persona que deseaba ¿Cómo debía explicarle a sus manos que muy posiblemente no volvería a tocarlo?

Le había fallado, cerró los ojos con la verdad y esa lágrima por fin comenzó a rodar…  Tembló entre la culpa y el frío… Porque en vez de acompañarla se había encargado de perseguirle como cazador a su presa, había hecho de esto un infierno… le había hecho vivir un infierno entre el revuelto de amantes, sexo y arrogancia. ¿Cuántas fantasías le había robado haciéndole pensar con qué idiota estaría haciendo el amor? Había envuelto con fuego lo que supuestamente debía ser ilusión, con carne lo que debía ser sentimiento y había mojado con sudor lo que podría haber sido un sueño, un maravilloso sueño…

Y Emma le había llevado flores a pesar de que había pasado por alto todas las veces que pidió espacio, tiempo y comprensión… Era su primera vez… Era la primera vez que amaba, lo notaba en la desesperación, en los arrebatos y en la agitación, que alguna vez pensó que eran histeria y simple gusto por lo mórbido del juego… Había estado ciega intentando tenerle… Soportó el llanto y levantó la mano, indicándole a Emma que no aproximara. Que todo le había entregado y que de la manera más amarga e irreal no completaba ni la mitad… Nunca una alegría… ¿En dónde estaba cada vez que Emma le necesitó? Ahora se hacían entendibles todas las murallas que Emma había puesto entre ellas.

- Lo siento…  – Agachó la cabeza derrotada sabiendo que del amor al odio hay un paso nada más – Lo siento Emma…  

- ¿Por qué te disculpas? – La pregunta de Emma la tomó por sorpresa e hizo que la mirara nuevamente, estaba dispuesta a hablar

- Yo… – intentó acomodar bien sus ideas quizás no podía hacerle feliz pero si podía serle sincera – Yo no entendí que tú no eres igual a mí, lo que quiero decir es que… – suspiró, esto era echarse más tierra encima pero ya daba todo igual. Por una vez debía pagar bien – Como buena egoísta he pensado sólo en mí… desde el principio… Emma – Un momento para recordar todo lo que había vivido y experimentado por ella – hice lo que a mí me pareció correcto y necesario sin contemplar lo que tú querías. No era necesario llevarte a mi casa, no era necesario meterme en tu casa… y mucho menos en tu cama… Supongo que tú también mereces a alguien mejor…       

- Eso fue mi culpa… – se acercó un paso para dar la cara – Yo te besé en tu casa y después salí corriendo como una despavorida – Levantó sus manos recreando aquel momento de inmadurez y vergüenza, se encogió de hombros sabiendo que no era la mejor forma de terminar un beso.     

- Descalza… – aportó el resto de la información – Aparte de tus zapatos, te dejaste el teléfono y el reloj pulsera todo el fin de semana en casa – No pudo evitar sonreír entre las lágrimas, eso había sido una maldita locura – Dios!!! Debiste hincarte todas las piedras que estaban en el camino

- ¡Dolió muchísimo! – hizo un movimiento con sus pies, como si recordará patente la molestia - Pero como buen cobarde sabía que lo mejor era escapar de ti… – Cerró la boca al instante y puso su mejor cara de circunstancia, eso había estado demás

- No pasa nada… – Sonrió y secó todas las lágrimas, costaba escucharlo pero qué más podía hacer, aquella era su verdad. Volvió a beber y se quedó mirando el juego que hacían sus dedos en la copa. Lo pensó un minuto en silencio y comprendió que un amor con dolor era igual a no tener nada. Sí, le había dicho que la amaba y lo que seguía se le hacía fácil de adivinar, un futuro del cual no formaría parte
– Supongo que no puedo hacerte cambiar de idea, es más, nunca me propuse eso… Me gusta como piensas a pesar de que tu pensamiento sea mi peor enemigo – Llegó justo a mirarla para ese glorioso parpadeó que utilizaba a la perfección, aquella pequeña señal que le indicaba que comprendía de lo que estaba hablando – Y creo que está demás que te diga lo que quiero… – bajó la cabeza y sonrió con amargura, aceptaba callada pero sólo por respeto. Ella al contrario de Emma, prefería seguir sin importar lo que pasase en el futuro

- ¿Qué es lo que quieres Jennifer? – preguntó, pasado un tiempo, cuando ya se había cansado de presuponer. Por primera vez estaban hablando y sabía que lo mejor era decírselo todo  

- ¿En serio? – Preguntó, la morena, alucinada ¿Es que a caso necesitaba más para darse cuenta? ¿No alcanzó con presentarse en frente de la familia? ¿O era que simplemente Emma también necesitaba algo a cambio?

- En serio… – Emma asintió con la cabeza y le incitó a que hablase

- Pues… – Movió sus manos enérgicamente contra su pantalón – Quiero que te decidas… – Eso no era todo, quería decir ciento de cosas, de pronto se le ocurrían montañas de momentos junto a ella y en primera instancia responderle a sus palabras de amor pero como siempre, lo opuesto, Emma la venía como un castigo y ella veía a Emma como lo mejor que podía pasarle en la vida. Y todavía albergaba alguna ínfima esperanza de que pudiera ser distinto… – Ya sabes, que me digas: sí o… o no – Intentó sonar madura pero esto le sonaba a tremenda pendejada y en la vida lo había hecho tal proposición, jamás lo había necesitado – Y bueno, si me dices que sí… te invitaré a cenar o al cine o a pasear – sonrió algo nerviosa – Y si me dices que no… – No sabía cómo seguir, esta era la parte difícil así que a tragar  –… no… no lo intentaré más… ¡Prometo dejarte en paz!… Y desearé que seas feliz!!! – Pasó sus manos por su pelo y no lo había notado pero el enojo en la voz había aumentado en las últimas frases

- Pero… – Emma se mordió los labios y decidió escuchar que era lo que había detrás de aquella irritación – No me parece que me desees la felicidad… – Dijo risueña al reconocer el tono, llevó la mano a su boca para cubrir la sonrisa

- ¡Pues no! – dijo sin pensar. Estaba llena de amargura, no podía pensarle con nadie más –  Desearé que te pase todo lo contrario, lo siento – se señaló indicando que no podía evitar sentirse terriblemente mal y abrió los ojos anunciando la verborrea – Desearé que me extrañes… – se levantó de un salto, había perdido toda calma y comenzó su caminata neurótica – Que no le encuentres sentido a la vida… Y que te arrepientas a cada segundo por dejarme ir…  Y que vuelvas arrastrándote suplicando por volver… y que me confieses que todas las personas con las cuales estuviste después de mi no pudieron llenarte… – soltó todo el aire de golpe y levantó el dedo para recalcar – Y obvio, que yo ya te haya superado… y que tus suplicas no me afecten ni un poco…      

- ¡Por Dios! – Emma no podía creer lo que había escuchado y estaba con la boca abierta de par en par – ¡¡¡Eso es horrible Jennifer!!! – Esperaba alguna chiquilinada, algún disparate que le robara la sonrisa pero esto, esto era demasiado… 

- Lo siento – Se acercó rogando con las manos, se había ido al carajo con los deseos – Pero no puedo desearte cosas más bonitas… No, cuando estas a punto de apartarme y de decidirlo todo tú sola – le señaló con el dedo índice 

- ¿Perdón? – respondió indignada – Aquí la egoísta eres tú no yo. Y más después de lo que acabas de decirme… Así que ni te atrevas a señalarme – Caminó en dirección a la ropa y cometió el grave error de darle la espalda – Estoy intentando hablar contigo, Jennifer, y llegar a un acuerdo… Y tú solo estas deseando que no pueda olvidarte…

- ¡No! Estás intentando dejarme… – terminó por gritar –  Encima convenciéndome de que no eres la persona indicada para mí – llegó a la cúspide del enojo y comenzó con la burla y la voz chillona – ¿Alguien mejor? ¿Alguien que pueda decirte correctamente lo que provocas? Una mierda Emma!!! Esa es mi puta decisión y me la estás quitando – Volvió a apuntarla una vez más – Y sólo estoy deseando que regreses…

 - ¡Ja! Que regrese hecha pedazos después de fracaso y el vació… ¡¡¡Muy maduro Srta. Hartmann!!! – Sacudió innecesariamente la camiseta que iba a colocarse – Es mucho más fácil pensar que yo te robo opciones a admitir que es lo que te mereces…

- ¿Lo que me merezco? – ¿Qué demonios significaba aquello? se preguntó interiormente   
- Ben, el imbécil que me rompió el labio y tu esposo – Sacó la cabeza por el cuello de la prenda y se acercó con los tres dedos levantados, uno por persona, uno por mes – ¿Sabes quien quedó en medio? ¡Yo! – Se señaló – La persona más cerrada y anticuada de este planeta… Y si estas esperando que acepte tu inmadurez y promiscuidad te digo que pierdes el maldito tiempo…     

- ¡¡¡Es mi pasado!!! ¡¡¡Demonios!!! – se golpeó las palmas contra los muslos, no era posible que fuera tan obstinada y prejuiciosa – ¿Tú también tienes uno, no? Todos tienen un pasado… 

- ¡¡¡Claro que sí!!! – levantó los brazos ante la obviedad –  ¿Pero está en donde debe estar, sabes?  Atrás y en el olvido – se estaba sulfurando entera y las mejillas comenzaban a encenderse – No intentando firmar unos malditos papeles de divorcio con un futuro ex marido que hospedo en mi casa y al cual le plancho las camisas   

- Fue un favor, ¡¡¡él muy idiota no sabe hacer nada!!! Es un niño adinerado, Emma… ¿Emma? – La llamó pero estaba de nuevo dándole la espalda y haciendo malabares para quitarse el sostén húmedo sin tener que quitarse la camiseta

- Me importa un bledo lo que tu niño adinerado sepa hacer o no…    

- ¡¡¡Que ciega que fui!!! ¡¡¡Estás celosa!!! – sonrió mientras le sentenciaba levantando una ceja. Algo de pronto le daba confianza y es que lo celos a Emma le sentaban genial, la volvían completamente humana – Por Dios… ¡¡¡Te mueres de celos!!! – amplió la sonrisa al máximo eso significaba que la quería solo para ella     

- ¿Celos? ¿Cómo es posible que seas tan presumida??? – Preguntó a medida que negaba con la cabeza – No sé en qué demonios estaba pensando cuando decidí que podíamos hablar… No podemos… Nunca podremos…  – y comenzaba a desabotonar sus pantalones    

- Te delatas y me das la posibilidad para presumir – no pudo evitar mirar lo pegados que estaban esos pantalones a sus muslos y como la ocasión de quitárselos se le había escapado como agua entre los dedos – Y podemos hablar de lo que quieras… Emma…

- ¿Sí??? – Preguntó incrédula  

- Sí… – se posicionó en frente de ella y esta vez no pidió permiso al apartar sus manos y terminar de desabotonar ella misma el pantalón. No estaba siendo consecuente y Emma estaba vigilando bien de cerca su viaje a la introspección – Y si nada me quieres decir deja que yo hable por ti – Rasgó suavemente con sus uñas la tela por el lateral. ¿Cómo era que la piel no valía de nada? Dejó su cuerpo y fue directo a los ojos – Pareciera que el destino nunca nos juntó, no me acostumbro, sabes? Se siente como si un día pudiera despertar y encontrar cada cosa en su lugar menos a mi – Llevó los dedos con cautela hasta sus labios – Es mucho más de lo que pedí, de lo que puedo soportar sin temblar – y lo tembloroso en los dedos era la mejor prueba que tenía – y aun así me quedaran ganas para seguir buscándote – La caricia se extendió hasta la mejilla – Me pregunté miles de veces si tenías corazón… Si eras algo más que una persona instruida… algo más que modales… – Sonrió al recordar lo que las primeras apariencias le habían llevado a deducir – Y no fue hasta el primer beso que comprendí la pasión que llevas oculta dentro – Mojó sus labios al sentir la sed, sabía que no podía saciarla, así que la tomó por el cuello para respirar de sus labios – Y no fue hasta que me llevaste a la cama que comprendí la ternura que tienes en las manos – Se apoyó en su frente y cerró los ojos al sentir las manos de Emma caer sobre su cintura – Jamás… – Nuevamente tenía el nudo en la garganta y las lágrimas empujando por salir – Jamás… nadie me hizo sentir así… Y yo he estado con mucha gente, Emma – Acarició el pelo de su nuca y esa fijación que de a poco se volvía en obsesión – He tenido muchos amantes y ninguno como tú… Hablo con fundamento y lógica… y tú amas a la lógica así que no puedes corregirme    

- Shhh… – Emma le abrazó con toda su alma. Era suficiente, no le era necesario oír nada más, al menos no esta noche – Shhh… – no estaba pidiendo silencio sino una pausa, no tenía una solución pero todas las cartas estaban sobre la mesa y necesitaba reordenar los pensamientos. Miró la lluvia caer mientras dejaba un beso en su cabeza y enredaba los dedos en sus rizos… una vez más volvían a firmarse la guerra en vez de la paz – No lo soporto más…

De pronto todo se movió, había dado dos pasos hacia atrás intentando lo imposible, como siempre, queriendo que el choque no fuera tan frontal ni fatal, y como, fracasando. Emma le besó haciendo bajar fuertemente lo que estaba en la garganta hacia el estomago, erizó su piel, la curvó entera y los brazos que por lo general iban al cuello esta vez se elevaban inquietos sin dirección, debatiéndose entre tocar y no tocar… Es que quedaban muchísimas cosas por hablar… Y lo olvidaba todo con un simple beso y con unas manos heladas que quemaban en su cuello…

Sabía que estaba gimoteando alguna negación así como también sabía que estaba abriendo su boca sólo para morder sus labios ¿Qué otra cosa podía hacer? Moría por ella, por dejar de perder el tiempo y por pertenecerle. La apretó contra ella deseando ser devorada, una y otra vez o las veces que Emma quisiera, solo era una invitación a sentir de a dos, a sentir calor, a sentir amor  y que el cuerpo develase lo que las palabras escondían y que la piel se llevase la razón que no entendía… Sólo una cosa le quedaba por decir a este amor que era pasión…

- El lunes me divorciaré así que tienes un día para inventarte alguna nueva excusa – Habló entre la reprimenda y la agitación. Y aprovechó aquella sonrisa de Emma y la falta de sus armas por el asombro para sentarla en el sillón – Porque estoy segura de que encontrarás alguna excusa para que sigamos perdiendo el tiempo – No había remordimiento en lo dicho, no esperaba menos ni tampoco merecía más… Se sentó a horcajadas sobre ella e iba directo a su boca

- ¿Qué pasa si la encuentro? – Ahora preguntaba por la paciencia sabía muy bien que todo tenía un límite y se sentía bastante cerca de rebalsarlo. Emma la detuvo por los hombros antes de comenzar con la locura y pasó a tocar la piedra que colgaba de su cuello

- Será que ya estamos condenadas – Soltó su colgante, esta noche no quería nada en medio de la piel y siguió por los anillos que llevaba en sus dedos

- ¿Condenadas? ¿A qué? – Preguntó con curiosidad, se le hacía extraño escuchar de su boca algo tan sumiso, tan resigno al antojo ajeno
- A la voluntad de tu padre… Jajaja – Rió espontáneamente – Sabes que me ha dicho? …”Prudencia Srta., prudencia”…. Jajaja

- ¿En serio? Jajaja – Se abrazó nuevamente a ella consciente de que una charla con su padre no sólo involucraba el comentario de la “prudencia”, llevaba una carga importantísima de madurez, intenciones y prosperidad – No preguntaré por tu respuesta… Jajaja – Pobre, ya había pasado por la situación más incómoda que alguien podía pasar. El suspiro al final de la risa traía una nueva calma…

- Se nota lo mucho que te quiere – Sentenció sin dejar de sonreír, Emma era de ese tipo de personas muy fácilmente queribles: dulces, atenta y colaboradora – Toda tu familia te adora… – Se bajó de encima y se sentó a su lado, podían seguir con la charla así que el sexo esta vez tendría que esperar como esperaba el sol para salir – Pero a tu madre le puedes…

- Ya… – Jenny no se privó de acomodarle el cabello detrás de la oreja. Durante toda la cena había notado la tensión entre madre e hija y Emma mutaba cada vez que pensaba en ella – Sabes? Tengo algunos pendientes con ella… – Emma paneó rápidamente el lugar y los recuerdos que evocaba y el atril era un lugar aterrador, allí estaban todas la horas que había pasado junto a ella – A ella no le agradó que dejara la casa siendo tan joven – Comenzó a quitarse los pantalones que estaban húmedos, una cosa era una gripe y otra una pulmonía      

- ¿Joven? – Intentó hacer un sólo número el rango de edades

-  18 años – Emma la miró sabiendo que era una locura y una cosa muy poco creíble a cerca de su persona, pero así había sido. Busco una silla en la cual dejar su pantalón para que se secase – Me fui a Japón

- ¿A Japón? – preguntó deslumbrada, eso era una enorme distancia, un continente distinto y un terrible mal augurio. Ya tenía una idea de que a Emma le gustaba correr lo que le sorprendía era lo lejos que era capaz de llegar – ¿Que hacías allí? – La pregunta llevaba camuflado el interés por el motivo que la había conducido

- Pues estaba empecinada con querer construir un suikinkutsu… la peor idea que puede tener en mi vida – Explicó a grandes rasgos

- ¿Un qué…? – No había entendido una mierda y reafirmaba la creencia que a veces Emma le hablaba en chino mandarín

- Un suikinkutsu es un ornamento para el jardín y a la vez un instrumento musical… Suena como una campanilla… – Fue a buscar la botella de vino – Y para aprender a construirlo necesitaba a un japonés… ¿Y donde hay muchos japoneses? En Japón – Se encogió de hombros, le sonrió y recargó su copa

- ¿Es que acaso no podías pedir un coche como tu hermano menor? – Preguntó con ironía

- Me lo hubieran dado antes de poder abrir la boca para pedirlo – Volvió al lado de la morena – El suikinkutsu era una excusa para salir de casa, una muy estúpida excusa que nadie creía y menos mi mamá – pensó un segundo, estaba por decirle algo que nunca le había dicho a nadie, quizás podía compartir con ella algunos de sus problemas – ¿Cómo le dices a tu madre violinista y a tu padre director de orquesta que estas aturdida de tanta música? Nunca fui buena para demandar… – agachó la cabeza porque sabía que estaría resulto si simplemente hubiera hablado en su momento, todos lo entenderían, no era cosa de otro mundo cansarse – No me malinterpretes adoro la música pero estaba teniendo otros tipos de problemas y necesitaba meditarlos en silencio – Una mano se apoyaba en su rodilla como nuestra de empatía – Y cuando volví mi madre… mi madre… ella… ella…

- Tenía el invernadero y todas sus plantas, no? – Fácilmente entendió la metáfora y como todo el querer estaba agarrado de cosas muy pequeñas y el trastorno que sufrían al intentar ser buena madre y buena hija. Igual, desde la experiencia propia, le resultaba heroico la falta de palabras, la comprensión tácita y el depósito de fe. Comenzó a proyectar en ellas y a deducir que debía mirar en lo pequeño porque si no jamás encontraría nada que le alentara a seguir adelante…            

- Sí… – agarró la mano la mano de la morena y enredó sus dedos en ella.

En silencio, Jenny descubrió que una caricia valía mucho más que el “te amo”, que un secreto era una permanencia y que estar sentadas las dos, en un sillón, era compañía. Estas cosas, estallaban cada pensamiento “romántico” que alojaba así que ya podía ir descartando las grandes proezas y regalos para hacer que se enamorase de ella sino peleaba en el día a día estaba perdida y la perdería. Emma era pura cotidianidad, sinceridad y menudencia llevada a lo extraordinario.

- Le caerás pésimo a mi madre… – Dijo Jenny pensando en la simpleza de Emma y el ostentosidad de la Sra. Hartmann. El único novio que había aceptado fue su esposo y sólo porque descendía de una familia más adinerada que la de ellos

- ¿Cómo???

- ¿Qué??? – Eso había salido en voz alta, perfecto!!! Más cosas en contra

- ¿Por qué iba a caerle mal a tu madre?

- Mi madre… – ¡Oh Dios! ¿y ahora que le decía? ¿Qué su madre era una perra adinerada sin corazón?– Ella es algo superficial… – eso sonaba bastante liviano

- ¿Cómo que algo? – Preguntó, entrecerrando los ojos, desconfiada

- Bueno… Está bien… Ella es del todo superficial – admitió al fin – Ya sabes, fiestas de etiqueta, donaciones a agrupaciones no gubernamentales, la ópera, el champagne y el té en el club de bridge…

- Ah… – dijo con alivio – Es igualita a ti, bueno, mejor dicho, tú eres igual a ella

- ¡No! No somos iguales – No quería que Emma se quedase con aquella imagen. Era ostentosa pero su madre llegaba al extremo – Yo no hago donaciones

- ¡Tacaña! – La acusó de pronto – Deberías aprender un poco de tu madre y donar a los carenciados – Comenzó a bromear y sabía que la morena caería

- ¿Cómo? – Se soltó de la mano de Emma – ¿Es que acaso no sabes que esas donaciones son una hipocresía?

- Además de tener la intención de querer comprar una parcela en el cielo – Sabía de qué clase de persona adinerada estaban hablando, la madre de Jenny era muy parecida a todos aquellos que dejaban dinero en su cuenta bancaria – pensando que hacen un bien a la sociedad… Pero eso no te exime a ti de ser tacaña… Rica, caprichosa, inmadura y tacaña… Tienes unas cualidades preciosas Jennifer… Jajaja – Rió porque la morena inflaba los cachetes ante el enojo

- ¡¡¡No soy tacaña!!! – Dijo completamente crispada –

- Igual, sabes que me ganaré a tu madre de todos modos, ¿no? – Emma levantó el índice con la idea

- No creo que con ella puedas… es insoportable

- Pude contigo puedo con todo – Dijo con aires de suficiencia – Además, personas de mi tipo somos la debilidad de las personas extrovertidas y fanfarronas, ¿no? – se reclinó sobre ella haciéndola retroceder

- ¿Personas de tu tipo? – Preguntó sonriendo nerviosamente. Sí, estaba en lo cierto, el conjunto le había conquistado, las palabras por más copas que fuesen la habían enamorado, la forma de tocar la extraviaba y los buenos modales la reconfortaban. Algo de más o algo de menos hubieran dejado todo en un polvo de una noche, quizás dos noches, pero no más que eso       

- Ya lo hablamos de esto Jennifer… Estábamos al lado de tu coche – cesó la sonrisa y la seriedad clavó la mirada en sus labios – Somos opuestas eso es una certeza – Terminó que acomodarse entre sus piernas – Tú lo supiste de inmediato – Dijo mientras mordía sus labios al sentir el placer del roce

- ¿Qué supe de inmediato? – Sintió el peso y las manos automáticamente se fueron debajo de la camiseta, a la piel de su espalda
- Que no podíamos ser amigas… – Contempló su cuerpo entero, quedaba perfecto debajo del suyo – Que no son para nosotras los términos medios – desde el muslo subió hasta su trasero con la mano abierta

- Y… – La excitación se presentaba sin pedir permiso y pensó en clavar las uñas en la carne pero no quiso agigantar ese efímero roce que Emma provocaba – ¿Y cuál es tu lógica para eso???

- La física… – Comenzó a masajear su pecho sobre la ropa

- ¿La física?... Mmm… – Estaba repitiendo como un loro, los sentidos estaban centrado en lo que Emma estaba haciendo con sus manos – Después me lo explicas…

- De acuerdo – alcanzó a responder antes de anclarse a la boca de la morena.

Se preguntó cómo era posible… Cómo era que podía estar así… Y cómo era que no estaba pidiendo a voces terminar con el martirio. Algo no estaba bien, se conocía, no era tonta y lo notaba, algo estaba pasando con su cuerpo, estaba vacilante, como que en un momento ardía y al otro era hielo. Emma la había dejado en sostén y ella sólo le había llenado de besos por todos lados, bueno en las partes que estaban descubiertas porque no se había atrevido a quitar su camiseta… Y Emma como siempre jugaba el límite que se le trazaba

- Espera, espera, espera – Jenny frenó el beso

- Lo siento – Emma agachó la cabeza avergonzada

- ¿Qué pasa? – Le preguntó como si la rubia tuviera la respuesta

- Es que estoy muy a gusto besándote – Había pasado más de una hora, quizás la morena pensaba que estaba siendo torturada – Y quizás, a lo mejor tú, piensas – No supo bien que decir… Sólo explicó los motivos de su boca  

- ¿Estás excitada?

- ¡Sí! ¡Claro que sí – ¿Por qué le preguntaba aquello? – Eres hermosa… – acarició azorado de su mejilla pero ese azul volvía a estar intranquilo

- No sé qué me pasa… – Miró la expresión de consternación de Emma, no podía dejarle así – Creo que no puedo tener relaciones sexuales contigo…

- Ah… – Emma asintió con la cabeza. Estaba descolocada por completo – No pasa nada, siempre podemos dormir, creo que será lo mejor – Trató de no hacer un mundo de aquello

- ¡¡¡No Emma!!! – Jenny le golpeaba el hombro para que la mirase – Emma… Emma… es que no consigo excitarme – le susurró lo que creía que podía estarle pasando

- Oh… – Eso la dejó K.O. No excitar era terrible y más con alguien como Jenny que de seguro consideraba al sexo como algo esencial – Será mejor que vayamos a dormir, no? – Quiso levantarse del sillón

- No espera! – Jenny la devolvía a su lugar – No estás entendiendo… Es que… es que… no sé qué está pasando quizás este enfermando… lo siento nunca me había pasado antes – Y Emma tuvo el placer de realmente verla avergonzada, aquellos ojos altaneros se escondían de su mirada                                                                                           

- ¡Hey! – le levantó el mentón para que la mirara – No pasa nada…

- ¿Cómo puedes decir eso? – Abrió los ojos en exceso, el asunto era importante – Nunca en la vida he fallado y menos con alguien que realmente deseo… Me río de los hombres que fallan… y tú… y tú te quedarás caliente…     

- Y sí… – se encogió de hombros – Y a cualquiera le puede pasar – Explicó tranquila, nunca se enojaría por algo tan insignificante

- No a mi… Esto es vergonzoso – Cruzó los brazos sobre su pecho

- Has pasado por muchísimas cosas esta noche – intentó tranquilizarla – quizás la noche se te ha hecho eterna y estas cansada…

- No es eso… – Pasó las manos por su pelo tampoco sabía cómo explicarse – Podemos simplemente dormir?

- Sí… – le entregó su mejor sonrisa – claro que podemos – Hizo el intento nuevamente de levantarse

- ¿A dónde vas? – Jenny volvía sujetarla

- A preparar la cama…

- No quiero ir a la cama… Quiero que durmamos aquí y abrazadas

- Está bien – le correspondió a todo lo que pedía trayendo la manta que estaba en los pies para cubrirse hasta los hombros. Se abrazó a ella y como cada noche que dormía a su lado, dejó un beso en la nunca que no era más que un: “Buenas noches”

Volvió a pasar como por decima vez por delante de la puerta y todavía no hallaba el coraje para abrirla. La cabeza carburaba a más no poder entre lo que fue y lo que será, hoy era lunes y el tiempo para pensar se había agotado y ahora, como buen cobarde, estaba muerta de miedo. Se recargó en la pared y cerró los ojos, el domingo había despertado sola en el sillón y sin estar enferma. Deseo estar enferma, sería la mejor de las excusas para postergarlo todo…

- Vamos Emma… – Intentó darse aliento – Es sólo un poco de ayuda…. Vamos – Un último suspiró, un escalofrío y abrió la puerta sin golpear… 

Estaba asombrada, había quedado con su juego de manos a mi mitad y la miraba por encima de sus gafas. Emma agachó su cabeza cuando vio pasar ese atisbo de sonrisa por su rostro.

- Lo siento… – había sido una pésima idea venir aquí – No sabía que estabas ocupada – Emma ya desandaba sus pasos con todas las ganas de escapar

- No estoy ocupada Dra. – la llamó moviendo la mano – Pase, por favor

- ¿Y qué hay de mi? – Un hombre calvo que estaba sentado en un sillón de pronto reclamaba

- Terminamos por hoy – le sonrió mientras le indicaba que se levantara y que ella lo escoltaría hasta la salida

- Pero… ¿Pero si recién empezamos?

- Esto es una urgencia – le comentó en confidencia – y  además tú vienes dos veces por semana. Que tengas buen día – técnicamente le echo del cuarto a empujones – Bueno, toma asiento, por favor – tendió su mano indicando la silla en frente su escritorio

- ¿Puedes hacer eso con tus pacientes? – no le había parecido nada profesional el trato que le había dado a ese hombre

- Sólo si apareces tú – respondió mientras se sentaba

- Podía haber esperado o podría haber vuelto en otro momento

- ¡No! – Le sonrió cálidamente – Tú no vuelves

El momento se tensó tocando la nota de una cuerda… era un pésima idea se repetía constantemente. Pero ya estaba aquí, frente a ella y ya había pasado mucha agua bajo que el puente. Era una gran profesional de eso no tenía ni una duda

- ¿Qué te trae por aquí Emma??? – Y no dudó en levantar su ceja  

- Bueno… – Llevó las manos a los bolsillos de su bata intentando esconder el nerviosismo – Dentro de 5 horas debo recoger un perro… que debo nombrar porque eso es lo que hace la gente común y cuando pienso en un nombre sólo me salen unas combinaciones de horribles de letras y números… algo así como CX500 y después pienso… ¿Cómo voy a llamarlo? ¿Qué pensarán los niños en el parque cuando se acerquen a acariciarlo?

- ¿Así que un perro te trae por aquí? – Apuntó algo en su libreta

- No es solo eso – instintivamente resbaló en la silla haciéndose pequeña – Una chica… Bueno… una mujer – no pudo evitar sonreír – Una posibilidad enorme de quedarme con ella para toda la vida – suspiró, ya estaba, ya lo había largado todo… o eso parecía

- ¿Entonces te trae una mujer? – volvió a anotar algo en la libretita

- Supongo que sí – Asintió con la cabeza

- Te derivaré a un colega que es un excelente profesional – comenzó a buscar alguna tarjeta entre sus cosas – Estará encantado de ayudarte
- ¿No puedes atenderme tú? – preguntó inocentemente

- ¡No! – Sonrió disculpándose – Eso no sería profesional…
- Ya… – dobló la cabeza, su sueño de comodidad moría aquí, le psiquiatra de la empresa no le atendería

- Emma… – cruzó sus manos sobre la mesa – De los tres años que llevo aquí, he entregado cada uno de tus reportes negativos… Según mi criterio no estás acta, psíquicamente, para este trabajo… y sin embargo aquí estás… Arriba deben adorarte… – la señaló y posó sus ojos en lo impoluto de su bata

- Siento no haber asistido a las revisiones… – Dijo mientras agarraba la tarjeta que se entregaba

- Siento no poder a ayudarte…                                                                                                                                             
                                

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2 comentarios:

  1. holaaa.. disculpa la pregunta...

    ase tiempo baje el libro de fisica,quimica y piel tienes 339 hojas,y la pregunta es esta es la misma? continuasion? o k no entiendo,

    disculpa las molestias y me ignoransia.
    y muchas gracias x tu trabajo esta padrisimoo..

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    Respuestas
    1. Hola No recuerdo hasta que capitulo hay en la 1ra parte y hasta que la segunda. x eso aca estan todos los capitulos. y mas que no estan ni en la primera ni en la segunda

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