Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 26)



- Bueno… mi amor… firma y todo se habrá acabado entre nosotros – Le entregó la carpeta y aquel bolígrafo forrado en oro. Jennifer no pudo hacer más que mirarle en silencio e intentar entender de qué manera se había convertido en extraños. Y lo vio al instante, los dos eran demasiados inmaduros, ella para quedarse y él para dejarle ir…


- Perdóname… Te destrocé la vida – Dijo algo que debería haber dicho en el momento que la había encontrado en su cama matrimonial con su mejor amigo, ¡¡¡que mala decisión por dios!!! – Realmente… lo siento.
- Yo también te destrocé la vida… – Bebió un poco de su café – Te alejé de tu casa, de tu gente, del trabajo y de los hombres londinenses que tanto te gustaban – Sonrió penoso mientras cubría la mano de la morena – Sólo porque no puede ver que nuestro se acababa…  
- No creas que siempre te mentí – apretó su mano para reforzar lo que decía – Fui idiota, yo debería haber – cerró la boca, no valía de nada volver sobre el pasado – Fuiste muchísimas cosas para mí…
- Pero no el hombre de tu vida Jenny – se encogió de hombros – Y eso dolió, cariño   
- No sabes… – ladeó un poco su cabeza y se apoyó sobre la mesa para quedar cerca – No imaginas… las veces que me pregunté si entendías que jamás en la vida intenté burlarme de ti – sostuvo la mirada llorosa – Nunca quise hacerte sufrir…
- Quien te conoce sabe cómo eres Jenny… No puedes evitar lo que eres y para hacerte más interesante, tienes unos “huevos” enormes… – Sonrió abiertamente y decidió responder con su verdad – Pero no te imaginas… lo que es vivir con el terror de perder lo que más quieres… – De a poco se soltaba de su mano – ¿Cuántas cosas has perdido en la vida?
- Ninguna – Agachó la cabeza – Por suerte… – Contestó negando pero tenía una leve sensación que no llegaba a terror pero que le había hecho correr, mentir y engañar y sabía que era capaz de mucho más, era capaz de cualquier cosa con tal de tener lo que quería                          
- Si algún día el destino te traiciona quizás comprendas porque estuve ciego tanto años – Esa era su explicación a un divorcio que llegaba años retrasado y Jenny asintió entendiendo y terminó por darle la razón a las palabras que Emma había empuñado en aquel baño: Perdonar, olvidar y creer eran las acciones mas difíciles  – Hay que tener fuerza para romper todas las amarras y tú tejes como nadie querida – Agachó la cabeza sintiendo la redención después del exorcismo – Firma y deja de meterme los cuernos de una puta vez… Jajaja – Sonrió y le dio su espacio para que pudiera firmar tranquila. Se quedó mirando todo lo que les rodeaba. Los colores, lo más vistoso del lugar,  eran una aberración al buen gusto pero el aroma a café era magnifico. La gente y las charlas eran alegres y distintas de lo sobrio de la compañía de ballet pero le hacían recordar algo que se le estaba pasando por alto, algo que ponía significado a los colores y le daba fuerza – No estoy tan solo… Me enamoré Jenny! – Escupió
- ¡¡¡Vaya!!! – sonrió llena de alegría. Y le fue imposible no recordarla, tampoco estaba tan sola y los dientes apretaron la lengua guardando el secreto. Faltaba lo más importante, enamorarla… – ¡¡¡Eso es genial!!! – Tomó sus manos con fuerzas – ¿Quién es la afortunada?  
- Un ser viviente maravilloso – agachó la mirada avergonzado
- ¿Es un hombre??? – preguntó al escuchar la dualidad
- ¡No! – Negó con la cabeza enérgicamente – No me has dejado tan destrozado gracias a dios
- Lo siento… – Intentó disculparse nuevamente, estaba completamente mal de la cabeza si comenzaba a maquinar homosexualidad por todos lados – Lo siento… – Sonrió y pensó si debía hablar sobre ella en vez de Emma, él siempre le había comprendido – Estoy… estoy
- ¡Estas??? – le sonrió intentando convencerla de decir aquello que no salía de su boca    
- Lamento interrumpir… – los dos miraron hacia la voz – ¡Profesora Hartmann? ¡Podría platicar con un usted un momento?
- Claro… – Se le hizo extraño que el director de orquesta le solicitara, no sabía ni cuál era su nombre pero sabía que él trabajaba en esta academia mucho antes de su llegada – dame un segundo…

Asintió con su cabeza y lo primero fue mirar la hora, estaba retrasado y debía tomar un vuelo con rumbo regreso a casa. La carpeta de la libertad, la metió en un maletín que llevaba, y dejó un billete en la mesa, el café corría por su cuenta. Miró de nuevo el lugar, muy a lo Jennifer, bien en composé con toda su locura y vorágine… Y la vio atravesar la puerta de entrada, no lo esperaba pero había pensado en ella, le había hecho pasar un momento agradable y pensó en retribuirla… Jenny hablaba animadamente así que pensó que no notoria su ausencia

- Debes preparar a dos de tus alumnos – Bodo le explicaba mientras caminaban – a los dos mejores
- Mmm – sopesó un poco sus ideas ya con algunos nombres en mente – ¿A mis dos mejores cantantes? ¿O a mis dos mejores cantantes líricos?
- Pues… ahora que me lo preguntas… No lo sé en realidad – vio como Emma le miraba algo reprochadora – Se me pasó por alto, Emita querida
- Pregunta – respondió comprensiva – Y me das la orden como dios manda
- ¡¡¡Oye!!! ¡¡¡Oye!!! – sonó un poco lejano
- El proyecto no es mío – es excusó de su falta de información
- Es un gran proyecto – sonrió alegre, la verdad era que estaba alucinada con la idea y la música ganaba la guerra que libraba por dentro – Deberías estar un poco más involucrado como director de esta institución… Jajaja – sonrió
- La fiesta ocupa todo mi tiempo… hacer todos los ajustes es un puto dolor de cabeza, todo debe estar perfecto
- Es imposible que la fiesta sea más importante que esto – Frenó sus pasos – ¿Desde cuándo la recreación es más importante que la educación?      
- ¡¡¡Rubia!!! ¡¡¡Rubia!!! – Bodo la tomó por el hombro, después de ver como un hombre avanzaba a paso apurado en dirección a ellos – Hola… – tenía puesta una sonrisa de oreja a oreja
- ¡Hola! – La mirada de Bodo le preguntaba y este ¿quién es? Era una extrañeza verlo por aquí y sin la compañía de Jennifer – ¿Cómo estás? – No solía preguntar por los estados de nadie pero sentía una empatía con él que era inexplicable
- Genial… – acomodó la corbata a su camisa, intentando recomponerse de su mini-carrera – Tengo algo para ti… – Sonrió, abrió su maletín y comenzó a buscar – Es que lo había colocado por aquí… – Bodo lo miraba con mucha desconfianza, como si fuera a sacar un arma de allí adentro y es que ese maletín era un desastre, había visto algo parecido a una rasuradora – No por aquí… Aquí esta – Sacó algo envuelto en papel de regalos
- Oh… No puedo aceptarlo – Emma rechazó lo que se le ofrecía, aquel hombre era el esposo de Jennifer y ya estaba a paso del límite de demencia permitida – No puedo… – E instintivamente dio un paso atrás   
- Por favor… – Volvió a insistir casi colocándole el presente en la mano. Y ahora Bodo y esa maldita mirada de piedad que decía: tómalo por dios y corta el sufrimiento de este pobre mundano.
- Gracias – sonrió algo forzada. Esto no estaba bien le gritaba la consciencia  
- Es lo menos… – instantáneamente sus mejillas estaban ruborizadas – Pensé que nunca en mi vida diría esto pero… Me encantaron las flores… Jajaja – Rascó su cabeza. Bodo tuvo el placer de ver  como los dos estaban idiotamente ruborizados
- Gracias – Esto era una de esas cosas raras de la vida. Le daban un obsequio por dejar las flores en la mano equivocada, la vida reciclaba de la forma más irreal y dolorosa, ella simplemente había deseado no verle nunca más en su vida, es más, había desasado su inexistencia. De todos y cada unos de los hombres en la vida de Jennifer sabía que estaba en frente del más importante   
- Darrell… –Alargó su mano a modo de saludo
- Emma – Respondió tarde ya cuando estaba saludándose con Bodo
- Un placer, Emma – Sonreía y buscaba algo en el bolsillo de su camisa – Por si algún día pasas por Londres – Le entregó una tarjeta – No dudes en llamarme… Como mínimo una cena por lo hermoso de las flores – Emma no respondió, pensaba mientras leía la tarjeta, en lo surrealista que era todo – Debo irme… sólo quería entregarte esto… Encantando de verte, nuevamente, Emma – volvió a tomar su mano
- Igualmente y gracias
      
- ¿De dónde le conoces??? – Dijo Bodo cuando retomaron el curso hacia el piso de arriba
- Es el esposo de la profesora Hartmann – Dijo mientras apretaba el regalo intentando descubrir lo que había detrás del papel. Percibía la forma rectangular y las suposiciones eran infinitas
- Ah… Así que este es el pobre tipo – Echó un vistazo hacia atrás, mirándolo caminar y compadeciéndose por él         
- Espera – Lo tomó por el brazo – ¿Tú sabías que Jennifer estaba casada?   
- Sí, Emma – dijo con total tranquilidad – En la ficha personal, en el casillero que dice estado civil, tiene una tilde en el que pone casado – Sonreía porque era obvio que él sabía que Jenny estaba casada, él sabía los estados civiles de todas y cada una de las personas que estaban en la academia, aparte muchos otros datos personales, era lo bueno de ser director
- ¿Por qué no me lo dijiste? – Había algo en la omisión que no tenía sentido
- Porque no lo consideré importante – continuó caminando
- Demonios!!! – Volvió a tomarle por el brazo – Sabías que me estaba acostando con ella – dijo entre dientes para que ningún curioso oyera – Si me lo hubieras dicho hubiera frenado…   
- No hubieras frenado! Sólo hubieras estado celosa antes de tiempo – La señaló sonriente y rodeó sus hombros – ¿Te cayó como una patada en el culo lo del marido, no? – Preguntó a su oído
- Oh dios… En la vida me había sentido tan como la mierda – Terminó por confesarle toda la agonía
- Bienvenida al mundo de las sensaciones, Emmita… Jajaja. Igual – de pronto cambió el tono – Te cae bien el cornudo…
- ¿Qué te hace pensar eso??? – Preguntó con curiosidad – Y no le digas cornudo, por favor
- Cornudo es y no lo niegues. Y te has presentado con tu nombre de pila y sólo quitas tu apellido cuando alguien te cae bien, cuando sientes confianza – se encogió de hombros, era así
- Yo hago eso? – se señaló extrañada de que su amigo la conociera mejor que ella misma
- Sí – asistió, rotundo, con la cabeza – Muéstrame que te regaló      
- Sí… – dijo mientras rompía la envoltura. Y le extrañó encontrarse con un estuche hermoso, el papel sólo era una cubierta para lo costoso, rápido recordó que era adinerado ¿De qué clase? se preguntó y se respondió que era de aquellos que no llamaban la atención. Abrió lentamente el estuche…     
- ¡¡Oh Dios!!! ¿Eso es? ¿Eso es?... ¿Eso es un consolador? – La verdad es que la forma fálica de lo que Emma tenía en su mano y todo el tema del lesbianismo poco dejaba a la imaginación
- Noooo!!! – Río de la enorme ignorancia de su amigo – Es un caleidoscopio – Realmente era bello y antiguo, debía haber costado lo suyo – Más precisamente un tomoscopio
- Oh Perdona… Ahora que me lo dices le encuentro forma… Jajaja – Lo sacó de la mano de Emma y fue de mirar por uno de los extremos del artilugio – ¿Qué clase de persona regala este juguetito? Una infantil – se respondió solo
- O… una persona que tiene la capacidad de ver la realidad de millones de formas – Siguió caminando – Eso es una virtud… – Bodo rápido llegó a su lado, volvió a abrazarla y a dar tres golpes en su cabeza – ¡¡¡Ayyy!!! – Se quejó ante el dolor
- Te lo mereces – Le respondió apenas le llegó la mirada enojada de Emma – No puedes hacer de un juguete una perspectiva distinta y de un infantil una persona poco prejuiciosa – le señaló la sien y esa filosofía que siempre estaba aplicada en cada pensamiento – Y sólo porque no puedes hablar bien del ex de tu amante… Debes odiarle con todo lo que tienes – Se señaló la zona abdominal indicando las entrañas – Eso hacen la personas comunes – Asintió con la cabeza y terminó negando ¿Personas comunes? No era el caso de su amiga – Vamos… que no sé ni para que te lo digo… tú no tienes arreglo… – Siguieron escalera arriba

- ¿Dónde estabas? – Jenny preguntó cuando lo tuvo lo suficientemente cerca
- Con Emma – Respondió sonriente
- Ah… bueno… ¿Qué??? – Preguntó estúpida cuando cayó en la cuenta – Qué hacías con ella? – Estaba histérica de pronto y dispuesta a patearle en las pelotas en caso de haberle contado algo que jugara en su contra  
- Le di un regalo que le compré en una tienda que estaba debajo del hotel… Sabes que las flores me encantan… las pondré en un libro – Comenzó a caminar hacia la salida y Jenny salió detrás de él
- ¿Un regalo??? No deberías haber hecho eso Darrell… Emma es… es… es – No podía decir ni mi amiga, ni mi novia, ni mi amante ¿Qué demonios era?
- La persona más agradable que he conocido en este país… Si no estuviera enamorado me lo pensaría detenidamente…. Mmm, tomaría clase de lo que sea que enseñe… Jajaja – Jenny quedó estúpida una vez más ¿Qué demonios pasaba con todos? ¿Qué demonios les pasaba a todos con Emma? – Tiene una sonrisa espectacular la chica…
- La tiene – le aseguró sonriendo – ¿Darrell?
- ¿Si? – le miró sonriente porque a partir de la puerta continuaría sólo
- Estoy enamorada de ella… – arrugó sus labios pero era lo mejor
- Oh!!! OoooH!!! Ooooh!!! – se rascaba la cabeza y parpadeaba intentando hacerse una idea de esta Jenny que era lesbiana, imposible, los hombres le encantaban. La miró de pies a cabeza y por fuera todo estaba en su lugar, estaba radiante y hermosa igual que siempre y tuvo que mirarla a los ojos y su azul estaba más azul que nunca,  orgulloso y dispuesto a pelear – Terminarás por infartar a tu madre… Jajaja – Reía a carcajada limpia    
 - Mi madre me tiene sin cuidado – le restó importancia con un movimiento de manos – Solo quiero que lo escuches de mi boca porque la gente comenzará a hablar
- ¿De qué??? – Preguntó totalmente perdido  
- De mí, de mi sexualidad y de nuestro matrimonio – Pidió perdón con su mirada, a él lo condenarían por mal esposo y sería el culpable directo de su “desviación”
- Puf! No me interesa lo que piensen las Sras. Del club de Bridge – Se abrazó fuerte a ella – Parece una buena chica Emma – dijo para después dejar un beso en su mejilla
- Y lo es… – sonrió – Tiene una sonrisa espectacular
- Ahora entiendo porque me sacaste a patadas de tu casa… Jajaja… Si me lo hubieras dicho me iba por mi cuenta cariño… jajaja. Me voy o perderé mi vuelo – Le dio un beso más
- Nos vemos… 
- ¿Jenny? – se giró para ver esos ojos que algún día había amado, aquellos que eran iguales y distintos – Entiendes lo que debes hacer, no? – se acercó nuevamente a ella – Seria un crimen contra la humanidad apagar una sonrisa tan espectacular – acarició su mejilla – Sé que puedes hacerlo mejor – comenzó a caminar y frenó una vez más pero sin voltearse – En realidad, lo deseo cariño    
- Lo intentaré – susurró       


- Silencio, chicos… – El salón estaba repleto, adoraba a sus alumnos y la correspondencia que ellos le devolvían, un simple mensaje de texto y tenía a los mejores bailarines a su entera disposición en menos de una hora – Bueno… Supongo que se preguntarán para que los cite…
- Y sí, la verdad es que sí – Unos de los presentes respondió                    
- ¿Ustedes saben que son los mejores, no? – Esto era simplemente el precalentamiento… tenía que hacer que se sintiesen los mejores sin importar si lo eran o no. Los triunfos de ellos como bailarines eran sus triunfos como profesora, así giraba la rueda – Si están aquí es porque lo son – Dijo sin más preámbulos y el rubor ya comenzaba a aparecer en las mejillas de los más vergonzosos – Al menos, porque así lo considero yo… – Un guiño de ojo. Eso era, para la platea masculina, una buena subida de adrenalina era el estimulo perfecto
- Awww – La clase respondía a la adulación
- ¿Saben qué? – Se quedó de pie al lado de la barra – El Director de orquestas Stein Anschutz me ha pedido que…
- ¿Quién??? – Se escuchó que alguien preguntaba por el fondo
- No te culpo… bonito – Sonrió ampliamente – Yo tampoco tenía noción de su existencia hasta hoy. Pero bueno… – una palmada y a encarrilarse hacia lo importante – Él junto a otros profesores, también pertenecientes al área de música clásica de la academia, están trabajando en un proyecto un tanto interesante… Música popular interpretada por instrumentos puramente usados en la música clásica…
- ¿A qué se refiere con música popular? – Preguntó una alumna que llevaba calza y zapatillas de danza, muy posiblemente poco sabría del concepto – ¿No sería música folklórica, en todo caso? – Jenny sonrió el asunto era todo un dilema y deseó que Emma estuviera aquí para ayudar un poco, de seguro podría decir algo potente que no dejaría lugar a dudas
- ¡¡¡Por dios!!! Como si no tuviéramos suficiente con la clase de canto – reconoció la irritante voz al instante y caminó entre sus alumnos hasta quedar cara a cara con ella. Esa maldita petulancia la tenía harta y le rogó a dios que se atragantase con la goma de mascar para que por una vez en la vida cerrara la boca porque estaba segura que de allí no saldría nada inteligente
- Caro… Explícanos a todos lo que es la música popular – No supo porque tenía que hacerle quedar en ridículo, no supo porque tenía que pelear ni imponerse
- ¿Por qué? – Insolente, ni siquiera podía responder con educación pensó Jenny
- Obviamente porque aquí todos somos bailarines – los señaló a todos y ellos asintieron con la cabeza dándole la razón – Y porque tú asistes a la clase de canto en donde te enseñan estas cosas… Edúcanos, por favor… – cruzó los brazos sobre su pecho a la espera y le clavó la mirada más aterradora que poseía. Caro la miró echando fuego por los ojos pero no hablaba – ¿Luzi?
- En realidad es algo muy simple – Se corrigió decir aquello era dejar en peor situación a su compañera de clase – No tan simple… es sólo que los nuevos músicos, es decir, los músicos jóvenes  consideran el concepto de música popular más acertado que el concepto de música folklórica a la hora definir la música electa por la sociedad
- Y qué es la música popular? – Jenny preguntó por la parte que era importante para ellos, sus bailarines solo necesitaban saber que era lo que debían bailar
- Es cualquier género musical o fusión de ellos, o el nacimiento de uno  que la sociedad haya elegido como respuesta de su necesidad y  puede que la música folklórica forme parte o no, la única consigna válida es la retroalimentación con la sociedad y un impacto en la tendencia… Vestimenta, hábitos y hasta la creación de nuevos pasos de bailes, en el caso de que la música sea considerada bailable…
- Dudo que haya música que no se pueda bailar – Alguien agitaba el sentimiento y la morena sonrió orgullosa, de eso trataba, de no encontrar el imposible.     
- No hagas que yo misma ponga a tambalear tu “permiso” – susurró al oído de Caro – estudia y déjate de pavadas!
- No ha podido la otra… no podrás tú – Miró con suficiencia lo bien cuidado de sus uñas – Y eso que la otra es la amante del director
- ¿Qué dices??? – Gritó cortando todo el murmuro de la sala – ¡¡¡Fuera de mi clase!!! – señaló con el dedo a la salida, las manos tenía que cumplir alguna maldita función o le apretaría el cuello hasta el desmayo. Hervía mientras miraba su espalda y lo gato barato del movimiento de ese enorme trasero – Y ve a la clase de canto y hasta que no estés en la mismas condiciones que tus compañeros no volverás… Has agotado mi paciencia – Un buen portazo era la respuesta de Caro – Muchas gracias Luzi y perdón por lo de recién –  Sonrió, Bergmann se le echaría encima, era su predilecta. Otra vez estaba jugando con fuego… – Simple chicos… Nos encontraremos con múltiples estilos de danza y no quiero que nadie piense que no podemos realizarlas a la perfección sólo porque bailamos ballet – los alumnos aplaudían – Deberemos darlo todo y quizás un poco más… Porque la puesta en escena es nuestra…  porque han confiando en mi para yo realice las coreografías y yo confió plenamente en Uds. para que las ejecuten… porque son los mejores.
- Jajaja… – la clase entera reía. Muchos ya eran conocedores de lo que las palabras significaban, no podía haber errores, su profesora no toleraría uno. La Profesora Hartmann quizás era una de las más exigentes, pero soportar eso significaba esto, estar entre los mejores.
- No quiero ni un solo roce con los de danza latina – Le advirtió a un grupito en particular – Una sola queja que escuche y se irán golpeando la puerta igual que Caro, me entienden?
- Entendido – Respondieron asintiendo con la cabeza 
- No quiero que se diga que mis alumnos son unos brutos… Y mucho menos que mancillen el estilo de esta danza. O aprenden a pelear con altura o simplemente no peleen…
- ¿Cómo pretende que me quede callado cuando me gritan puto? – no era primera vez que escuchaba aquello, la mayoría de sus alumnos varones eran el centro de burlas homofóbicas
- Te sientes más macho diciéndole a golpes que no lo eres? – la pregunta del millón – Pues no lo eres y muy posiblemente estés alimentando todas sus fantasías con tan enojo – Se encogió de hombros – Yo me preguntaría: ¿Si no es gay  porque está tan perseguido?
- Intentaré ignorarlos – dijo al fin
- Intenta recordar su nombre para que me lo digas la próxima vez que ocurra y deja que yo me encargue de él antes que lo hagan tus puños. ¿Entendido?
- Sí…                
-¿Quizás le excita lo ceñido de tus calzas, no lo has pensado??? – Preguntó picara y con motivo de distensión
- Jajaja – Todos volvieron a reír instantáneamente
- Un día y medio de descanso – Le sonrió a todos y sus pies estaba en tercera posición – El miércoles comenzamos los ensayos… Buena tarde a todos – Y le puso fin, antes de tiempo, a su clase   

Llegaba más de media hora repitiendo los mismos tres pasos y se le dio por mirarse en el espejo, como siempre el sudor bañaba su cuerpo, se estaba forzando. El pie todavía molestaba y el sudor era de soportar dolor más que de esfuerzo. Respiró profundó, estaba lista, desde la misma posición comenzó el giro, y en la vuelta 30, frenó – Mierda… Maldita niña!!! – Se quedó bailando entre si lo que le enojaba más era como había tratado a Emma o eran los problemas que le traería con Estefan – Mocosa de mierda!!! – Tomó una gran bocanada e intentó la calma

- Profesora Hartmann – Jennifer ni siquiera tuvo la necesidad de voltear y sonrió porque ese tono profesional, tan a lugar, lo reconocería aun en medio del estallido de una bomba. La localizó en el espejo, rígida y en su faceta más profesional. La morena comprendió que debía jugar y como siempre a esconderse, a esconder lo que sentían, aquello que las unía y las separaba, lo mismo que hacía a su estomago encogerse…
- Profesora Müller… – le dio la cara y no vaciló al imprimir provocación levantando una ceja. Y Emma soltaba una sonrisa mientras negaba con la cabeza – ¿En qué puedo serle útil? – Sonrió descaradamente
- La Srta. Eichkamp ha vuelto a mi clase diciendo que usted le ha apartado, sin motivo, de la clase de baile – avanzó tres pasos haciendo que la morena se acercara también a ella
- ¿Eso dijo? – Se acercó todo lo que podía despertando el nerviosismo en Emma – ¿Le cree profesora Müller? – preguntó a su oído              

Imaginó lo que no debía y lo primero que pensó fue en cerrar la puerta, en poner bajo llave la fantasía. Mordió sus propios labios sutilmente e intentó avanzar hacia la puerta pero Emma la sostenía por el brazo, aquella mano estaba helada, demasiado helada para el calor que tenía en la piel… Extrañamente le gustaba, tenía la fuerza precisa y el tacto seguro, aquello era perfecto, Emma sabía perfectamente como tocarla

- Creo que es peligroso – señaló con la cabeza la puerta
- Creo que estaremos más seguras – sonrió, le hacía gracia verla tan “acosada” y como de a poco se iba desbaratando. Acarició su mano y terminó por apretarla – Caro no es alumna común… – Eso pareció suficiente para convencerle
- ¿Qué ha pasado con ella??? – Preguntó Emma
- Me ha colmado la paciencia – Jenny le indicó con la mano que le siguiera – Y eso no es cosa fácil – Entraron en una pequeña sala algo así como un pequeño living o sala de espera, bastante simple, un sillón y una taquilla para la ropa pero con una hermosa vista al jardín de la academia
- Dicen que eres una de las profesoras más pacientes con sus alumnos – comentó mientras observaba todo lo que se encontraba en el terreno de Jenny – Y que los mejores bailarines salen de su clase….   
- Estoy segura de que dicen peores cosas acerca de mi – La morena se despojó de su blusa y comenzó a secar el sudor de sus brazos con una toalla. Llevó la mirada hacia ella cuando la escuchó reír – ¿Qué más dicen??? – le importaba un cuerno lo que dijeran de ella pero ahora importaba lo que a Emma le causaba la sonrisa         
- Mi salón no tiene de esto – Evadió y movió la cortina para ver por el vidrio, no quería mirar el torso de Jenny, no al menos en ese lugar – y después dicen que la Srta. Eichkamp es la predilecta en esta academia – bromeó un poco para salir de la incómoda situación  
- ¡Ja! ¿Se supone que por ser bailarina debo pasar mis horas laborales de pie?
- No, supongo que no – Se sentó a esperar que Jenny terminara de cambiarse – La Srta. Eichkamp entró a mi salón llorando… Montó un buen espectáculo… Tuve que dar por terminada mi clase y encima escuchar durante 10 minutos la razón de su estado   
- ¿Llorando??? – Rió, estaba en verdaderos problemas – Vaya que es teatrera la niña, no ha sido para tanto – Y ella estaba simplemente minimizándolo todo – Y lo siento… – saltaba a la vista que Emma no era buena “consoladora” al menos no con los adolescentes – la próxima vez la enviaré a casa…     
- No creo que haya una próxima vez – respondió con una sonrisa, llevó las manos a sus bolsillos y se cruzó de piernas – No sé qué piensas hacer al respecto pero por mi parte sólo quiero decirte que la alumna ha perdido su permiso
- ¿Por qué? – la pregunta dibujó un carmesí en las mejillas de Emma
- Pues… Pues… pues – perdía profesionalismo con el tartamudeo – Considero, desde mi condición de profesora – se señaló llevando la mano a su pecho – Que mis clases son más necesarias que las tuyas… Le recomendaré una tutoría
- Considero lo mismo… ¿Y Luzi? – Se sentó en una pequeña mesa quedando al frente y bien cerquita de Emma
- ¡No! – Negó con la cabeza – la Srta. Beschenko ha mantenido su nota, es mi mejor alumna – admitió al fin – responsable y colaboradora con sus compañeros.
- Entiendo… no debes decirme más – De pronto se hizo un silencio, un tanto incomodo. Se estaban mirando y sonriendo, un tanto estúpido quizás – Sólo dime que no estás intentando salvarme el culo… – Sonrió nerviosamente mientras llegaba a sus rodillas con sus manos   
- Jajaja… ¿Qué te hace pensar eso? – Intentaba no sonreír tan idiotamente y llevaba su mano a la boca por si no lograba conseguirlo 
- Que tú le quites el permiso me exonera automáticamente de mi falta de profesionalismo
- ¿No has sido profesional? – preguntó levantando la ceja y moviendo la cabeza indicando que aquello estaba mal de su parte  
- No lo he sido – se encogió de hombros no sintiendo ningún tipo de culpa – Me he excedido con ella…  Y la culpa es mía, hace rato debería haber cortado ese rollo pseudo-amistoso que le permite dirigirse hacia mí como su hablara con su hermana…   
-  Pues no… – negó con la cabeza – No intento salvarte el culo – la sonrisa de la morena, se apagó de a poco y entonces se acercó para susurrarle al oído – Sería poco profesional de mi parte profesora Hartmann

Fue fácil tomarla por el cuello y la alegría vino con la falta de resistencia, no tuvo que apurar nada, tan solo cerrar los ojos cuando los labios de Emma llegaron hasta sus comisuras, mitad besó el aire y se estremeció, entera, al sentir el aliento en su mejilla. Paradójicamente así se quedaron, las dos eran conocedoras que un movimiento cualquiera tentaría al destino de la manera más sensual y era demasiado o suficiente con unos labios rodando por la mejilla…

- Me estás protegiendo… – afirmó mientras miraba a los ojos, hoy mas verdes, de Emma. Le gustó que no se inmutara, que no le ganara el nerviosismo ni la intención de desmentir – Te envió Bodo? – El director era la aguja que reventaría su burbuja, aquel mundo en el cual Emma la cuidaba, las resguardaba a las dos del encuadre peligroso y clandestino en el cual trabajaban.
- Alguna vez recibí su ayuda profesora – Pasó el pulgar por sus labios – Y no suelo olvidar los favores que recibo
- Casi te despiden por mi culpa – le recordó porque no hallaba equidad, razón ni equilibrio en lo que Emma estaba haciendo. Simplemente no le debía nada y esto era echarse la culpa a ella misma – conseguí 15 firmas para presentar una queja formal en frente de la Junta, y eso sin contar  que me robe tu contrato del despacho de Bodo – pasó sus labios suavemente por encima de los de Emma preguntándose cómo era posible que en un comienzo le hubiera deseado tanto mal – Casi muero de bronca al ver tus haberes mensuales  
- Lamento decirlo pero eso es lo que valen mis servicios – dejó un beso detrás de su oreja y aprovechó para susurrar – Pero tú y yo sabemos que mis haberes no eran el problema… No al menos para ti… – Jenny asintió lentamente con la cabeza, eso era cierto – ¿Qué era profesora? – Recordó el comienzo que parecía tan lejano y aquella primera impresión que ahora parecía tan equivocada, aquel tiempo en donde Emma era la profesora Müller y en donde la cordialidad e inteligencia eran una amenaza…

Volvió a mirarla y sólo sonreía, no esperaba respuesta y aún así siguió escarbando en la memoria… Se preguntó si no lo había sabido desde siempre, si no lo había sentido desde el primer momento y si sacarla de en medio no era más que negarse a lo que le pasaba o si simplemente había seguido las órdenes de Bergmann al pie de la letra… Ahora sí estaba en verdaderos problemas… Emma era su enemigo en el trabajo y no sólo la de ella sino también de cada uno de los profesores que apoyaban las ideas de Stefan

Jamás hablaban de lo profesional, sus campos no se cruzaban en ningún punto, a excepción de Caro y Luzi. Y hoy era Caro, mañana serían las irregularidades en los contratos y pasado mañana serían las ideas de la “desaparecida” Srta. Vogel. Deseó que no fuera como era, que cobardía que tenía en lo personal estuviera también en lo laboral pero ya le había visto en acción, librando batalla y defendiendo sus intereses y era buena… Pero Bergmann era un empresario y todos, Emma incluida, eran sus empleados

Ben apareció en su cabeza, él y su historia con Bea, y la idea de saber que la disyuntiva constante por la academia había pisado, como pie a insecto, lo que tenían. Se preguntó con que le había convencido Bodo para que aceptara el puesto, que la motiva a cargarse a la espalda los problemas ajenos o si simplemente todavía mantenía intacto su idealismo… sacudió la cabeza, no había necesidad de pensar tanto, por ahora todo estaba en calma…                    

- Hola… – Jennifer optó por un beso inocente en los labios
- Hola… – se alejó de ella volviendo apoyar la espalda en el sillón – ¿Desayunaste con mi madre el domingo?
- Lo siento… la mujer me tiene fascinada… Y tú dormías muy plácidamente – Sonrió al recordarla – Me regaló algunas plantas y toallas… Creo que le he caído bien
- Pues sí – sonrió, las toallas eran señal inequívoca de la aprobación de su madre, el único problema era que jamás cesarían le haría llenar muebles con ellas, una de las manías más marcadas de su madre – Te dije que le caerías bien – acarició su mejilla
- ¿Y a la hija? ¿Le caigo bien? – preguntó mientras besaba su palma
- Sabes que sí – le echó una ojeada a la hora en su reloj pulsera – Debo irme…
-  De acuerdo – soltó su mano y se puso de pie, estaba bastante bien para ser la primer visita
- Debo recoger el perro de la veterinaria – Dejó un beso en su boca – y pensar un nombre para él durante el camino
- Todavía no lo has decidido? – hurgó un segundo en su cabeza y ya tenía como 20 nombres perrunos bastantes aceptables
- Nop – hizo una mueca de tristeza – Ojala que pueda darle de comer porque sino esta perdido el pobre perrito– Se agarró el entrecejo agobiada
- Jajaja… Seguro que podrás – Aprovechó para besar su boca por última vez. Unos cuantos besos para refrenar el anhelo y la dejó en libertad – ¿nos vemos después?
- ¡Claro! – estaba a punto de salir
- ¿Emma? – algo de pronto se le pasó por la mente 
- ¿Mmm? – Se giró antes de abrir la puerta
- ¿Quieres que te lleve? – preguntó inocentemente  

- Bueno, la verdad es que estoy bastante contento con su recuperación, es un cachorro adorable – El veterinario volvió a sonreírle por tercera vez consecutiva – Ha sido muy valiente…  
- Parece un perro de calle – si vivía en la calle muy seguramente supiera cómo defenderse del mundo. Jenny sonrió, una vez más a Emma se le pasaban por alto todas las dobles intenciones, era imposible ser tan ingenuo – ¿Su pata? – A Emma solo le volvía al pensamiento la fractura expuesta
- Enyesada… – le informó – pero en menos de un mes ya estará bien, los huesos están en pleno crecimiento y no es necesario una placa ni nada, soldará solo – comenzó a rellenar unos papeles – Lo hemos vacunado y desparasitado…
- Perfecto! – La primera sonrisa por parte de la rubia, el can estaba en el mejor estado posible – Necesito… – sacó un papel mal doblado de su bolsillo – comida y una cama… tienes de eso, ¿no? – preguntó de pronto 
- ¿Cómo? – la sonrisa se le escapaba por todos lados al veterinario y Jenny aguantó la risa. Seguro que aquel muchacho había tejido alguna fantasía y Emma se lo estaba poniendo en bandeja, mas servido no podía estar el chiste. El veterinario sacudió su cabeza y dejó de reír – Sí – contestó amablemente – tenemos de eso…
- ¡Perfecto! – Respondió ajena a todo – lo compraré…
- No has tenido perros anteriormente, ¿no?
- No… es mi primer can – le comentó
- En ese caso… – hurgó en sus estanterías – necesitarás también tazones para la comida y para el agua – volvió a sonreírle, aquello de can le hizo gracia
- Muchas gracias – la verdad era es que ni había pensado en que servirle la comida al animal – también lo compraré
- Comida… – posó la bolsa en el mostrador – y la cama – Volvía con un cojín enormemente acolchonado – Esta servirá para los primeros meses…
- ¿Los primeros meses? – preguntó extrañada   
- Sí… El perro crecerá y deberás cambiarla… eso sino la destroza antes – dijo cálidamente, pensando en lo hermosos que son los perros – Es un Landseer
- ¿Un qué??? – no había escuchado aquello en su vida
- Es la raza del perro… Tienen unos 65 cm de altura como mínimo – Colocó su mano para Emma se figurase cual sería su estatura
- Perfecto… – dijo esta vez no tan convencida y ya pensando en el desastre que haría en su casa – ¿Y cómo máximo?  
- 80 cm – elevó un poco mas su mano – Iré por él para que veas tu cachorro de cuatro meses – Desapareció detrás de una puerta

- Vamos… Emma – sacudió un poco su hombro mientras sonreía – No es el fin del mundo – intentó animarla un poco
- Lo sé – sonrió – ¡¡¡Es una bestia!!! – dijo horrorizaba – ¿80 cm??? Con lo pequeño y mono que es ahora. No me hago a la idea del mega perro – Se quedó mirando a la puerta por la que supuestamente debía aparecer su nuevo inquilino   
- Jajaja… Todos los cachorros son bonitos – Sobó un poco más enérgicamente su hombro
- Aquí está… – El perro pasó directamente a los pies de la rubia, algo torpe entre el yeso y lo quedaba de sedante. Emma se colocó de cuclillas para acariciarlo…
- Hola amigo… ¿Qué tal esa pata? – observó un poco el yeso y la rotó internamente para ver cómo estaba. No aullido ni nada, un buen trabajo por parte del veterinario – Muchísimas gracias… – lo tomó por el cuello y, camuflando una caricia, miró directo a sus ojos negros. Escuchaba a lo lejos como Jennifer hablaba con el veterinario mientras se perdía en el brillo. Era una “asesina” de plantas, según su madre, así que con el perro debía hacerlo un poco mejor y sólo rogó por no olvidar alimentarlo. Una cinta de cuero negro se apareció, un collar…
- Es mi regalo para tu amigo – Dijo, la morena, mientras terminaba de colocárselo al perro – No te importa, ¿no?
- ¡No! – Negó enérgicamente con la cabeza – pero ya que tienes tanto dinero bien podrías también comprarle la correa… Ja – No perdió el tiempo para bromear una vez más
- Pasaré por alto que me estás diciendo tacaña – Levantó el dedo – pero sólo por no dejarte mal parada en frente de tu amigo – señaló el perro y le guiñó un ojo – Y una correa por favor – pidió antes de que el veterinario empaquetara todo
- Esa es Jennifer – Le habló a los ojos asustados del perro – Dicen que muerde, bueno, eso fue lo que me dijeron a mi cuando la conocí – hundió los dedos en lo espeso del pelaje – Y es cierto, así que cuidado con ella… Vamos amigo!!!

Detuvo el coche, en el garaje de su casa, justo en frente de Mercedes Benz ¿Para qué demonios tenía dos coches? ¿Para ocupar todo el garaje? ¿Para juntar polvo? ¿Para recordarse que era una persona adinerada? Uno para viajes cortos y otro para salir de la cuidad ¿Cada cuanto salía de la cuidad? Casi nunca. Masajeó un poco su cuello y sonrió, había estado bien, Emma había estado bien y el beso de despedida también. Tomó su bolso y bajó del coche.

El mismo recorrido de cada día y por cada lugar que cruzaba en la casa era una luz encendida… Directo a la heladera, hoy no tenía ganas de champaña a pesar de que había muchas razones por las cuales celebrar así que agarró una botella de agua… Caminó hasta el contestador que titilaba y apretó el botón

- Mañana al final del día te quiero en mi oficina… – Bebió bastante agua y al instante pensó en una ducha, necesitaba relajarse y ahuyentar al demonio de Stefan que no la dejaba en paz ni siquiera en su propia casa. Entró al baño y dejó correr el agua caliente mientras se desvestía… Se notó extraña una vez más y se quedó quieta… ¿Qué demonios pasaba? Notó las nauseas subir por la garganta y llegó al retrete por casualidad… Evacuó lo que llevaba en el estómago y en el alma y no podía dejar de hacer fuerza y de soltar lágrimas…

En dolor en el estómago era insoportable y sosteniéndose el vientre llegó hasta el lavabo. El agua fría no surtía ningún efecto y rápido volvió el retrete para vomitar. Tomó la primera toalla que encontró, se tapó la boca con ella y fue en busca de su teléfono. Pasaba los contactos de la agenda, en busca de un solo nombre, necesitaba ir al hospital… algo no estaba bien…

- Ben… – pulsó la tecla para llamar y el timbre sonó en ese preciso instante. Miró la puerta de entrada y su cuerpo sólo cubierto por la ropa interior y las nauseas la condujeron esta vez hasta la fregadero de la cocina. Sonó por segunda vez el timbre y sólo rogó por Ben mientras abría el grifo, realmente sentía que se estaba muriendo y la toalla en la boca la acompañó a abrir la puerta

- ¿E - Emma???
- ¡Oye! – Emma no reparó ni en su cuerpo, ni en su cara, ni en sus ojos… Estaba demasiado angustiada con su “pequeño” problema – Me he olvidado el perro en el coche, Por dios!!! – gritó desesperada. Las nauseas atacaron nuevamente a la morena y lo único que pensó fue en no vomitarle encima, quedaba mucho camino por recorrer antes de poder hacer eso… Le empujó a un costado y alcanzó un cantero de jardín cercano – ¡¡¡Dios!!! – A Emma le tomó un parpadeo llegar a su espalda para fregarla y alejar el pelo de su rostro
- ¿Qué le estás haciendo a la Sra.? – Preguntó un niño que estaba pasando su coche de juguete por la acera    
- No seas entrometido – fue la cruel respuesta de Emma – Vete a jugar a tu casa niñito…  Vamos adentro… – Parecía que ese estomago no tenía nada más adentro, solo quedaba el reflujo y la sensación nauseabunda
- Lo siento… – Las manos de Emma acariciaban sus hombros – No me estoy sintiendo bien…
- Shhh – La rubia pidió silencio no había porqué disculparse, la tumbó en el sillón y cubrió sus piernas con su abrigo que era lo que tenía más a mano
- Estoy bien… – Intentó levantarse pero el retorcijón la tumbó nuevamente – ¡¡¡No!!! No, no estoy bien – llevó la mano nuevamente a su vientre
- ¿El abdomen? ¿Te duele el abdomen? – preguntó mientras caminaba intentando orientarse hacia la cocina, poco recordaba de la casa. Cuando sintió la brisa de la corrida de Jennifer hasta lo que supuso que sería el baño. No había alcanzado ni a cerrar la puerta  así que entrar le fue fácil, se colocó de rodillas a su lado y algo llamó su atención, el olor del vómito era extraño… demasiado fuerte – Ven aquí… – La sentó en el filo de la bañadera y comenzó a observarla detenidamente…
- ¿No irás a decirme lo hermosa que soy??? – Sólo la miraba de aquella manera justo antes de decirlo – No después de verme…
- ¡Nop! – Sonrió y llevó la mano a su frente. Tenía fiebre y bastante alta – Solo quiero mirarte un poco para recordar como luces de hermosa cuando estas enferma – Fue en búsqueda de otra toalla para secar su frente – ¿tienes frío???
- Sí…
- De acuerdo – Optó por sacarle lo poco de ropa que le quedaba
- Emma… Emma… no sé si estoy en condiciones – Dijo al sentirse libre del sostén – No sé si puedo
- Podrás… – susurró sin hacerle demasiado caso a las palabras – Entra en la ducha por favor… – Jenny como un autómata hizo lo que se indicaba
- Esta fría – se quejó y estaba a punto de abrir más el grifo del agua caliente
- Está bien – Emma detuvo su mano – Es la temperatura correcta… Saldré un segundo y enseguida vuelvo   

Entró al garaje y lo primero que hizo fue mirar por la ventanilla trasera del coche de Jenny, allí estaba el perro y gracias a dios seguía dormido. Sacó el teléfono de su bolsillo mientras caminaba de vuelta al baño…
- ¿No me digas que también estas intoxicada hermanita??? – la respuesta le abrió los ojos al instante, eran los síntomas claro de una intoxicación por alimentos – ¿Han llegado 20 personas al hospital con ese cuadro y a que no adivinas de donde eran?
- De la academia – respondió a la obviedad mientras se certificaba de que la morena estuviera bien mientras se duchaba – No estoy intoxicada…
- Me alegro hermanita… Una gripe y una intoxicación son una pésima combinación…
- Tampoco tengo gripe – fue a la heladera y sacó dos botellas de agua, mejor que estuviesen en estado natural – ¿Cual es el tratamiento? – Ojeaba todo lo que estaba allí dentro, necesitaba alimentarle e hidratarle     
- Acabas de decirme que no estabas intoxicada
- No es para mí… Es para Jenny…
- En ese caso dame la dirección y paso por allí
- Gracias      

- Hey – lo primero que vio fue el camino de agua desde la ducha al inodoro, había vuelto a vomitar – ¿Cómo te sientes?
- Mal… No soporto las nauseas – contestó de mala gana
- ¿Quieres ir al hospital?
- No, sólo quiero dormir… Tengo mucho sueño y creo que ya no tengo nada que vomitar
- Ven… – Emma le esperaba con un enorme toalla y sonrisa
- Gracias…  ¿Y el perro? – No olvidaba que Emma estaba para buscar el olvidado perro. Menos mal que lo recordó si no hubiera estado en el coche hasta mañana por la mañana
- En el mismo lugar en donde lo dejé… Después lo bajaré, duerme muy tranquilo el “pequeño”
- Pobre perro…

Llevaba un buen tiempo viéndola dormir boca abajo y quejarse de los dolores, se había destapado completamente y como no podía ser de otra manera el babydoll solo cubría la parte superior de sus glúteos… No sabía qué hacer, si despertarle o aplicar la famosa “técnica indolora”, en cualquiera de los casos recibiría dolor a cambio de un bien y mañana se lo agradecería… Golpeó el frasco con los dedos y cargó la jeringa… Rapidez y ninguna sutileza eran la clave

- ¡¡¡Aya!!! – Justo vio cuando Emma sacaba una enorme aguja de su nalga – Pero que mierda haces ¿Em??? – No pudo terminar de gritar que las nauseas volvieron atacar
- Aquí – Mano de Emma dirigía su cabeza hacia una palangana – Ya está… – Limpiaba su boca – El último vomito – dijo sonriendo – Duerme tranquila… – Volvió sonreír y la tapó hasta los hombros

Quiso hablar un poco acerca de lo que le inyectaba en el culo pero los ojos se le cerraron solos. Sintió el beso en la coronilla y sus pasos al abandonar la habitación. Se preguntó si se quedaría, había lugar en la casa para ella y para su “amigo” solo tenía que decir que sí a la invitación. El puño se aferró con la última fuerza tenía a la almohada y las palabras jamás salieron de su boca.

Se levantó de golpe, estaba sudada y recién salida de una pesadilla que no recordaba… Miró el reloj de la mesilla de noche que marcaba las tres y lo seco de la garganta marcaba la sed, las luces estaban apagadas y el silencio era total. El ruido le hizo subir los pies nuevamente a la cama, había golpeado el balde, tragó saliva y se sintió aliviada al ver qué pasaba por la garganta como era debido… No más nauseas

Llegó hasta la mesada de la cocina y vio las botellas de bebida deportiva, ella no compraba de eso así que de seguro Emma las había comprado. Cargó el vaso y miró hacia la oscuridad, ¡¡¡casi le había vomitado encima!!! Muy elegante ¡¡¡Jenny!!! Muy sensual bonita!!! Se reprendía mentalmente mientras bebía. Se sobó la nalga, realmente no dolía sólo había sido la impresión y un pinchazo por no vomitar era un trato de lo más justo…

- Emma… – Susurró a la nada y recargó el vaso – la puta madre!!! – saltó sobre sus pies al sentir como algo la rozaba – ¡Hey! – Los latidos del corazón volvían a la normalidad al ver que era el perro de Emma y no un roedor gigante – Me asustaste amiguito… – se agachó acariciarlo y posó sus ojos en el sofá. Y la sonrisa se le amplia a ver aquella punta de zapato que sobresalía por un costado, se había quedado a dormir en casa…

Tenía en el pecho una Cosmopolitan, en su casa no había otra cosa para leer, abierta en un artículo que se titulaba: “¿Cómo combatir efectivamente el acné?” ¿Para qué demonios leía aquello? No tenía ni una mínima marca en la cara, la piel era suave y delicada. Era perfecta hasta dormida, respiraba pausado, tenía el rostro totalmente relajado y el flequillo cayendo irregularmente. No aspiró a tocarla, sabía que apenas le percibiera despertaría y necesitaba mirarla un poco más.

La guardaría en el corazón, hoy lo era todo, y por ella se estaba volviendo medio estúpida. Pero faltaba la confesión más grande: no respondía ni siquiera a los llamados de Ben, no importaban las fiestas ni los excesos y que se vaya al diablo el mundo entero y repetiría los vómitos sólo por tenerle así: tranquila en un sillón, sin el trabajo, sin el miedo y sin fingir. La boca le tembló y los puños se cerraron… Cómo no iba a quererle si le atrapa de tanta compresión, si le hacía temblar con un toque, si simplemente era la persona con la que había soñado todo este tiempo…

Daría cualquier cosa por volver atrás sólo para volverle a encontrar, para volver a empezar y para nunca terminar. Lo estaba perdiendo todo y lo más doloroso era la cordura, se estaba volviendo loca intentando descifrar la clave para hacerle feliz. Y le seguía la obstinación, no quería nada más, a nadie más, no otra historia de amor… sólo ésta y que la vida pasara en el intento, morir intentando era mejor que morir fingiendo.                  

- Quédate… sólo te pido que te quedes por aquí… con eso es suficiente para mí – cerró los ojos porque era en vano hablarle cuando no escuchaba y cuando ni ella misma entendía bien lo que quería decir. Estaba conducida por la mezcla entre terror y la insuficiencia, siempre estaba la opción de fracasar. Suspiró y sacudió la cabeza, debía aprender a quitarse el miedo…

- ¿Cómo te sientes? – No había abierto los ojos pero esa caricia podía ser de una sola persona – ¿Jenny? – insistió al ver que no respondía
- Bien… – sonrió cálidamente –  Gracias por cuidarme… Vamos a la cama… – ordenó al verla desperezarse y aquella mano que apretaba su hombro – el sillón es bastante incómodo – le ofreció una mano y con la otra levantó el cojín del perro – Vamos amigo… – silbó un poco y el perro ya corría aparatosamente detrás de ellas
- ¿Cómo? ¿Por qué te hace caso? – Largó un buen bostezo
- No lo sé… – miró en cuál de las esquinas podía dormir y eligió la mas despoblada y allí dejó el cojín – Muerde mi silla del siglo XVIII y me la pagas – le advirtió a Emma
- No lo hará… Todavía esta medio dopado – lo miró caminar en dirección al cojín pero su vida acabó a medio camino, quedó tirado en la alfombra haciendo un parpadeo lento – No lo hará… – le habló al aire porque Jenny estaba en el baño – Ja! – se rió de su idiotez

Estaba parada en frente de la cama y con un  gran conflicto: esto ya lo había vivido tal cual. Apretó los labios por la “paramnesia” y de pronto el corazón se le agitaba y no luchó por cambiar nada. También opto por repetir. Con los nervios haciendo temblar sus manos caminó hacia el borde derecho de la cama, se sentó y lo primero fueron sus zapatos, el teléfono a la mesilla y el reloj pulsera por último – No debes salir corriendo y menos sin los zapatos – se susurró suave y secó sus manos en el vaquero

Escuchó la puerta del baño abrirse y en unos segundos más tenía un precioso par de piernas frente sus ojos, subió de a poco, debía mirarla entera y cerciorarse de que era la misma persona de aquella noche y sí…  Así que solo quedaba sonreír como idiota… y aquí cambia el curso de las cosas, Jenny no dudó al momento de desabotonar su pantalón y menos al quitárselo. Y dibujó una línea curva con su dedo sobre lo blanco de su muslo

Y ahora era el momento de lo inevitable, y las manos de Emma comenzaron de la rodilla hacia el norte contorneando las líneas de los músculos hasta que alcanzó la seda y allí, en el límite, clavó los pulgares porque no sabía si seguir era lo correcto. Miró a sus ojos, quizás preguntando o disculpándose y Jenny respondía a ambas cosas con una sonrisa sensual.
- Te gusta? – preguntó cuando el dedo delimitó la ropa interior por la línea de la ingle
- Sí – respondió ya dejándose llevar por la piel
- ¿Acentúa mis aires de señora??? – levantó su ceja poniéndola a prueba
- También… – Asintió con la cabeza y ya con la vista clavada en lo que sus manos estaban haciendo
- Quítamelo – susurró a su oído antes de perderla y de perderse
- ¿Estás segura?
- Lo estoy…  Lo que me has clavado en la culo me ha dejado como nueva.



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