Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 9)


Entró con una enorme sonrisa dibujada en la cara, se detuvo unos segundos para observarlo todo, y todo se veía distinto. Aquel instante de incertidumbre había terminado de la mejor manera posible, con Emma besando suavemente sus labios, llenando sus pulmones de vida y recostándose sobre su pecho mientras dibujaba figuras indefinidas alrededor de su ombligo y el golpe de calor en su mandíbula y cuello proveniente de una exhalación provocada por la relajación del cuerpo que más deseaba. Claro que todo se vería distinto!!! Porque a partir de aquel momento lo era. Lo recordó una vez y volvió a sonreír.


- ¡Jenny! – Bodo estaba sentado en una mesa levantando su mano y pidiendo que se acercara a él.

Al instante se tensó, tal vez, por culpa, por miedo o simplemente porque lo veía como al protector de la chica que había dormido plácidamente en sus brazos, sabía que si las cosas no salían bien por cualquier razón, él se encargaría de perseguirla y de castigarla. ¿A qué le temes? Se preguntó ¿Qué podría hacer Bodo al respecto? Se arrepintió al instante de cuestionarse… él si tenía peso esta vez, era su mejor amigo. La conocía desde pequeña y la adoraba, había visto con sus propios ojos la admiración que le tenía, de seguro procuraría su bien por encima de unas cuantas cosas. 

- ¿Qué pasa? – preguntó tratando de lucir lo más normal posible, imprimiendo fuerza a sus labios para que no se arqueasen en la más tonta de las sonrisa.
- Me hablado con Emma…Me lo ha contado… – Le dijo bajo imprimiendo importancia al asunto. Los ojos de Jenny se abrieron como platos, ya se lo imaginaba torciéndole el cuello o suspendiéndola de su puesto por semanas –… ¿Qué pasa? – Preguntó al ver la cara de susto de la morena – Dime que no le has hecho nada…
- Yo…– El miedo la sacudió entera, todavía flotaba en una nube y el temor por romperla era demasiado grande  – Yo…
- Dime – Bodo se levantó de su silla como un rayo y se puso en frente de ella – ¡¡¡que la caja está bien!!!
- ¿La caja? –  Preguntó totalmente perdida
- La caja de velocidades para el imbécil de Sebastian – Chilló histérico
- ¡Ahhhh!… la caja – sonrió nerviosa al darse cuenta de lo estúpida y perseguida que era.
- ¡¡¡Sí!!! La que buscaste anoche con Emma – Bodo trató de hacerla recordar 
- Sí… la caja – y sonrió aliviada – Está en el asiento trasero de mi coche. – Toma – le entregó las llaves – cuando quieras puedes sacarla de allí…
- ¡¡¡Gracias a Dios!!! – Pasó la mano por su pelo – Por un momento pensé… No tiene importancia – se guardó las palabras para él.
- Creo que deberías relajarte – apuntó sabiendo que muy posiblemente lo que pensara era que ella lo estropearía todo – se te ve… demasiado preocupado
- Y a ti – la miró de pies a cabeza mientras buscaba las palabras adecuadas – y a ti… demasiado tranquila y confiada.

Ese juego de palabras y miradas lo tenían desde el día que ella había ingresado en la academia, cuando él era un simple profesor de guitarra. Hablaban por cortesía e interés, hace algún tiempo atrás tuvieron una disputa, la primera y la última, la que los pondría en los flancos opuestos… Todo era unidad cuando se trataba del trabajo y guerra cuando era personal. Recordó el día que entró a su despacho, a exigir explicaciones sobre la contratación de la nueva profesora, la acusación y la amenaza… Él la haría pedazos si lastimaba a Emma…

- Adiós – dijo cuando salió de aquellos ojos celestes que la desafiaban.

Subió las escaleras volviendo a soñar y con la imagen en su mente de Emma cayendo vencida de sueño, de cómo sus párpados se cerraban de a poco y cómo se apretaba a ella con fuerza. De su mano deslizándose a través de su cabello dorado. Le encantaba su cabello, la caída estratégica del flequillo sobre sus ojos y ganas inmensas de acomodarlo, sin importar si realmente molestaba, sólo haciéndolo por tocar aquellas finas hebras. Sintió un escalofrío recorrerla y una punzada directo al estómago, tomó una gran bocanada de aire y rezó por no lucir tan imbécil en frente de sus alumnos y abrió la puerta.


Era hora de partir hacía el trabajo y sin embargo ya llevaba 20 minutos de pie mirando hacia la cama, observando el desorden de las sábanas, parecía más un ring de boxeo que cualquier otra cosa. Podía sentir el olor desde su posición, quizás ella misma lo llevaba encima, en la punta de su nariz o por su cuerpo, daba igual, lo sentía y sólo le ordenó a su cabeza que no se acostumbrara a él.

El despertar había sido algo confuso, la verdad era que la confusión comenzó cuando media dormida intentó abrazarla y no estaba, eso la llevó a despertar. Esperó en silencio algún momento pensando en que podría estar en cualquier otra parte de su casa, con el oído atento y los minutos corriendo, cada vez se convencía más de lo contrario, terminó por levantarse e ir a la cocina. Allí se encontró con algo que no esperaba… todo estaba colocado en su lugar, no quedaba rastro de su fallido desayuno a no ser por las tazas limpias sobre la mesada y lo único que evidenciaba el paso de Jennifer por ahí, eran una nota sobre la mesa y a su lado el bolso.

Aún parada en frente de la cama y con los ojos sin pestañar sobre ella, tocó con sus dedos su reloj pulsera y lo vio, brillaba debajo de la almohada. Casi con miedo se acercó hasta quedarse sentada en la cama, corrió la almohada lentamente y entendió que su mente no la engañaba, allí estaba. Tomó entre sus manos el pendiente, de seguro se había caído de su oreja entre tanto movimiento y excitación. Se ruborizó, todavía no lograba reconocerse entre los recuerdos, la pasión y el sudor, intentó no pensarlo más o perdería la cabeza. Consultó la hora en su reloj y echando una última ojeada a la cama, se levantó y salió de allí.


- Si no bajas esos hombros seguirás pareciendo una garza – recriminó a su único alumno en el salón, mientras lo miraba desde la barra
- Ja - Ja – Ja ¡¡¡Qué graciosa!!! – dijo soportando la respiración agotada y realizando una vez más el paso
- No pierdas la línea y levanta ese cuello – Gritó sabiendo que el énfasis por la perfección era muy fácil de perder.
- ¡No puedo! – Paró y se apoyó en sus rodillas tomando todo el aire que le era posible
- En el ballet no existe esa palabra – dijo mientras se acercaba a él, lo miró a los ojos – Si piensas eso jamás lo lograras… ¡¡¡Vamos, levanta y sigue!!! – Volvió a su cómoda posición, parada al lado de la barra.

Este niño tenía la destreza física para hacerlo pero obviamente carecía de la elegancia, parecía olvidar que las posturas en el Ballet lo eran todo y sin una buena terminación no llegaría a ningún lado.

- ¡¡¡Los brazos!!! – Señaló el fallo – Vamos que falta poco!!!

Tres intentos más y estaba rendido, y grand jeté sin salir correctamente. Lo veía jadear exhausto, miró las finas líneas de su cuerpo, la masa muscular perfecta y la cara de niño bonito, tenía todo para cerrar el negocio menos la actitud. El balance debía ser perfecto y cada movimiento representado como una ola de mar, con fuerza, elegancia y majestuosidad. Era un disciplina complicada y llevaba años de instrucción osar ejecutarla.

- Ha salido bastante bien – le dijo sonriendo y recordando que era profesora – dentro de poco saldrá perfecto!!!
- Eso espero por que me estoy muriendo!!! – se secaba las gotas de sudor con un toalla, estaba bastante agitado como si recién hubiera corrido un maratón
- No creo que sea para tanto – dijo tratando de alentarlo y dándole un pequeño golpe en su brazo
- No es consuelo si lo dice alguien como Ud. – rebatió rápidamente – ¿Cómo lo soportaba? – preguntó aún jadeante.
- No lo soporto – se encogió de hombros – simplemente es lo que me gusta hacer… Bailar – miró toda la habitación y eligió su mejor aseveración – Lo es todo para mi… 
- Es doloroso – insistió
- Es un precio que hay que pagar – le sonrió – ve a darte una ducha mañana lo intentaremos de nuevo

- Se puede – la cabeza de Ben se asomaba por el marco de la puerta 
- ¡¡¡Claro!!! Ya habíamos terminado
- Adiós – El bailarín salió del aula

Apenas cruzó la puerta percibió en el ambiente algo raro y a pesar de que Jenny le daba la espalda, sabía que algo pasaba… la vio apoyar su pie malo en la barra y elongar su tronco y brazos hacia delante y atrás, hasta llegar a apoyar las palmas de su mano en el piso y allí estaba ese rostro desconocido para él.

- Te has acostado con ella!!! – gritó apenas se dio cuenta. Haciendo que Jenny perdiera el equilibrio y la fuerza, y a consecuencia que cayera como un costal de harina sobre la madera – ¡Mierda! – se acercó para ayudarla a que se incorporase – ¡te has acostado con ella! – dijo una vez más al ver que se rehusaba a mirarle los ojos.
- ¿Qué dices? ¿Estas loco? – preguntó mientras caminaba hacia su botella de agua y volvía a darle la espalda
- ¡No estoy ciego! – Abrió la boca de par en par en un gesto exagerado – ¡Mírate! – la señaló vagamente – sino te conociera diría que…
- ¿Qué? – Y esa era la parte que todavía no había sopesado… el qué dirán… Se acercó hasta él con furia, este no era su problema ni su vida… y creía que era lo suficientemente mayor como para poder lidiar con sus propios problemas.
- Qué te han dado el polvo de tu vida!!! – la miró burlón, no importaba lo burdo del lenguaje sino el significado. Se acercó y corrió un mechón de su cara – Y no he sido yo, así que puedes contarme si quieres… – de la manera más retorcida se sentía feliz por su amiga.
- Tú… – ¿Qué era lo que diría? Nada. Él estaba en lo cierto y ella se empeñaba en guardar dentro de su pecho lo ocurrido, definitivamente mal, por algún lado se escapaba, la volteaba y la volvía a levantar.
- Yo no pinto nada – él le aseguró – Soy un pobre infeliz así que sólo tenme lástima – y esta vez rozó su mejilla
- Lo siento… – logró decir a medida que el mentón comenzaba a temblar por la fuerza para contener el llanto – lo siento… – y explotó en un mar que era una mezcla de angustia, felicidad y culpabilidad. No debía ser de esta manera ni en este tiempo, tendría que haber hablado antes, necesitaba hablarlo con alguien.
- Shhh – la abrazó lo más fuerte que pudo
- Lo siento… No sé que esta mal conmigo – se apretó buscando reconocer cualquier pedazo de piel que le perteneciera – No sé que me pasa… – olfateó la carne y la aborreció ¿Por qué…? ¿Por que estaba olvidando tan rápido? No hacía más de una semana atrás, la acción podía hacerla dormir en paz.
- Yo creo que lo sabes – susurró a su oído y llamó a más lágrimas – Ya no te doy calma… Pero puedo señalarte con el dedo quien si lo hace.

Se alejó de él porque no le reconocía y porque no se reconocía a ella misma pegada a él. ¿Qué pasaba? Las palabras le sonaban a insulto y ofensa… Trató de buscar en aquellos ojos negros lo que siempre encontraba, la compresión, el compañerismo y la amistad… 

- Ben… yo… – intentaría la más sincera de las disculpas
- ¡¡¡Hey!!! Tú, nada – se encogió de hombros – Esto nos hace más amigos todavía y sabías que podía pasar
- Oh… pero
- ¡¡¡Espera!!! – la frenó con la mano – Voy a buscar algo para que tomemos y hablamos más tranquilos

La pregunta movía la veleta en todas las direcciones… ¿Por qué él podía sumirlo con tanta naturalidad y ella luchaba constantemente contra el cambio? Preguntándose que cambiar para dejar de cambiar… la corrosión que le imprimía la felicidad, ansiaba verla, hablarle y temblar pero ¿Cómo debía actuar?

- Te digo que si no veo mejoría perderá el permiso, estoy en todo mi derecho - sentenció
- Sé que es lo que puedes hacer y hasta donde llegan mis facultades – se notaba que el tema para ella era importante – No sé quien tramitó ese contrato… – explicó una vez más
- Deberías anunciarle mi decisión, no me gustaría que un día llegue y meriende con una mala noticia
- ¿Ahora te importa? – La conversación no era muy clara
- No deja de ser una niña y mi alumna – lo miró mientras recogía sus cosas del escritorio – Y estoy segura de que no tiene nada de ver con las irregularidades
- ¿Y a quién apuntas?
- ¡Al Sr. Bergmann y la Sra. Vogel
- ¡Ella no tiene nada que ver con esto! – sabía que esa reacción no tardaría en llegar
- Dime cómo lo sabes – el silencio reinó en el pasillo, la lealtad que tenía Bodo para con ella parecía ser gigante y estar por encima de la de ellos mismos. – Esta bien… No preguntaré porque la defiendes tanto – y siguió caminando escalera abajo – pero ya sabes cual es mi punto de vista…

- Toma – Le entregó el posillo de café
- Gracias… – sonrió algo tímida 
- ¿Te encuentras mejor? – Preguntó mientras se sentaba en frente de ella – ya sabes… – se refería al llanto
- Sí, ha sido cosa del momento… nada alarmante – intentó sonar convencida de su propia mentira
- ¡¡¡Ah!!! – dijo antes de sorber
- ¿Crees que estoy loca? – le vio levantar las cejas por encima de la taza
- ¿Por qué te hayas acostado con una mujer? – No entendía bien a donde quería llegar
- No, por mi comportamiento – explicó – Sabes que no soy de esta manera…
- Creo… – lo pensó un segundo – que necesitas exteriorizar lo que estás viviendo, los cambios algunas veces son demasiado para uno solo
- ¿Crees que soy lesbiana? – atacó una vez más
- Por qué no te lo preguntas a ti misma – él no sabría la respuesta
- Porque me mentiría – lo susurró como si quisiera dejar a su conciencia sin escuchar 
- Entiendo – asintió con la cabeza
- ¡Oh Dios! – Se agarró la cabeza desesperada y aturdida – Quizás sólo estoy deslumbrada y puede que con el paso del tiempo… se acabe… como se han acabados todos…
- ¿Tus novios?
- Mis caprichos – corrigió
- Ahhh…– Eso del capricho era una mentira más grande que una casa, sólo una asimilación abstracta para lo desconocido y una ayuda para la aceptación propia – ¿Cómo es? –le preguntó para ahuyentar los demonios del alrededor y la comedera de cabeza
- ¿Cómo es qué? – si lo que pretendía era hablar sobre el sexo iba por mal camino preguntando a la primera
- ¿Cómo es ella?
- ¿Cuándo? – Quizás era más simple pero sería más complicado hablar sin comenzar a sonreír
- ¡Jennyyyy! – la apuró cansado de las evasivas 
- Dulce… – dijo después de un largo suspiro y no pudo evitarlo, sonreír – atenta – y cada vez más abierto sus labios – y respetuosa.
- Así que estás prendada de sus buenos modales – concluyó – los hombres a veces somos medios bestias…
- ¡No! No es sólo eso… Es… Es… Es su perfume, su voz y sus ojos… Tiene la mirada más transparente y franca que he visto en mi vida… – agachó la cabeza tratando de esconder el brillo de los ojos   
- Suena a… – Lo próximo muy posiblemente la irritaría así que iría con cautela
- ¿A qué? – siempre con el mentón en alto
- A qué te gusta mucho… a que realmente te gusta
- No lo sé… – dijo después de pensarlo – ...a mi me suena a que estoy mal de la cabeza – se señaló la sien y se acercó a la barra para mirarse en el espejo, buscándose, tratando de notar la diferencia…   

Consideró que su amiga estaba manejando la situación bastante bien, recordó sus tiempos de enamorado y la cantidad de idioteces que realizaba. La veía más decidida que confundida, rápidamente había descartado el sexo entre los dos, lo había desplazado de su cama por una sola noche con una mujer. Quizás era lesbiana y le había tomado 31 años notarlo, quizás era una mujer que gustaba de otra mujer, quizás Emma era su “persona indicada”. De cualquier manera él no se opondría a nada que la hiciera sonreír.

- Me extraña!!! – se acercó hasta ella y la miraba a través del reflejo – Estas haciendo un mundo de esto… tú eres resolutiva y más si se trata de tu vida
- Esta vez no estoy sola – le recordó – es fácil saltar al vacío solo… largarte, estrellarte y partirte en mil pedazos porque eres tú y es tu vida  ¿pero que pasa cuando hay alguien más?
- ¿Y qué piensa ella? – Encaró por la otra parte
- No lo sé – levantó los brazos – en realidad no he hablado nada de esto con ella… tan sólo… pasó y nada más…
- ¿Pero tú quieres repetir?
- Sí… – Era lastimoso aceptar la bajeza propia y la necesitad con la cabeza en alto – La cuestión es: ¿Qué quiere ella? Y no lo sé – sonrió amargamente
- ¿No se lo has preguntado?
- No es tan fácil – Se quejó
- ¡Jenny! Si no se lo has preguntado es por una cosa: le temes a su respuesta – se sonrió al ver la cara de niña de su amiga – al “NO”… a que te diga que sólo ha sido una noche y nada más…
- Quizás haya sido eso… un polvo y nada más. Y por un polvo no tengo poder para preguntarle nada a nadie – vio la tensión crecer en su cuerpo, era tan expresiva
- Mira, no la conozco demasiado pero salta a la vista que es de esas personas a las cuales les gusta que sean frontales, que le digan la verdad a la cara – explicó mejor – Yo creo que debes hablarlo con ella…
- ¡No me digas! Me planto en su casa y le digo: ¿Podemos tener relaciones? Verás, es que la otra vez la pase genial – levantó sus pulgares – y me gustaría repetir… Quizás otras poses y esas cosas
- No seas irónica, no es necesario
- No me es fácil, entiéndelo – Una vez más se quejó
- Por qué no empiezas por la verdad
- ¿Qué verdad?
- Que te acostabas conmigo y que a partir de ahora no lo harás porque quieres acostarte con ella
- ¿Tú estás loco? – Era demasiada verdad para decir
- Será mejor que salga de tu boca que de la de Bodo… ¿piensas que no lo hablará con él al igual que tú lo estas hablando conmigo?
- Tienes razón – contestó después de pensarlo – debo contárselo


- No creo que sea necesario…
La respiración se le cortó en el instante que aparecía una tercera voz… veía los ojos de Ben abrirse sorprendidos porque ya sabía de quien se trataba. Entre la parálisis y el miedo, cerró los ojos dejando correr el tiempo mientras se insultaba a sí misma. Bodo parecía un toro a punto de embestir, abriendo los hoyos de la nariz y mirándola fijamente pero Emma… Emma estaba al lado de él sin inmutarse, no mostrando ningún signo de enojo o importancia. Fría e inexpresiva al igual que el día que la conoció y lejos de lo ardiente de esta mañana.
- Ella lo sabe… recién acaba de enterarse junto a lo descarada que eres – dijo con repugnancia y apuntándola como a un criminal 
- ¡Bodo! – Emma apretó con fuerza su brazo devolviéndolo a su lugar e indicado con una mirada que parase sus insultos. Jenny los veía mirarse sin pestañar, era toda una discusión sin gritos ni palabras, ganada, como siempre, por la razón… un simple movimiento de cabeza y ella soltaba su brazo lentamente
- Bodo esto no nos compete – Ben trató de calmar las aguas – porque no dejamos que las chic…
- A mi no me compete pero tú, – lo señaló – ¡hijo de puta, estas metido como siempre en donde no debes!
- Basta… – Y esta vez sin tocarlo ni mirarlo, sólo subiendo un poco el tono, hizo que frenara – Lamentamos interrumpir su conversación sólo veníamos a traer estos papeles – se los quitó a Bodo de la mano, que estaba tan dedicado en mirarlos con rabia que parecía no poder hacer nada más – Yo, particularmente, quería preguntarte si mañana podrías tocar algunas escalas para mis alumnos…
- Eh… Eh – estaba perdido ¿Por qué no había reproches, malas caras, ni portazos?  – si claro… será un placer
- Gracias – le sonrió. Miró un instante los rostros de todos, ellos parecían tener mucho de que hablar – Adiós – salió de la sala dejando a los tres soportar lo pesado de la situación.

- ¿A dónde crees que vas? – Se interpuso en el camino de Jenny – ¿No crees que ya has hecho demasiado?
- No te metas – dijo pegada a su cuerpo pero sin hacer fuerza – No es asunto tuyo
- Jenny nos conocemos – se alejó de ella y se quedó mirándolos un instante – ¿Qué quieren? – Preguntó abiertamente – ¿Cuánto cuesta esto? – Ben se mantenía callado pero Jenny hervía de bronca. El imbécil preguntaba por “valor” pensando que todo era un juego, venganza o maldad – ¿Qué quieren a cambio?
- ¡NADA! – contestó fuera de sí.
- Entonces termina con esto y déjala en paz – apretó los dientes, era su amiga y por ella era capaz de cualquier cosa.
- Es en serio… – fue lo único que encontró para defenderse
- Contigo – la agarró del cuello y se acercó hasta su oído – nunca es en serio, así que no me mientas.

- Los estaba esperando… – Dijo Sebastian apenas los vio cruzar la puerta – Y veo que son rápidos cumplidores – dijo al ver a Ben y Bodo con la gran caja – ¡Lo conseguiste preciosa! – hizo el intento de querer acariciar su cara pero Emma golpeó su mano para que no le alcanzara 
- Está técnicamente nueva, si le das un buen uso durará mucho tiempo – trató de tranquilizarse
- Lo tendré en cuenta – se quedó algo paralizado ante la reacción de la mosquita muerta
- Nos vamos – dijo Bodo después de apoyarla sobre una mesa – qué la disfrutes
- Hey, Hey, Hey – los frenó – Esto no va a colocarse solo… alguien tiene que hacerlo
- Eso no era lo que habíamos acordado
- Eso es lo que quiero… yo cumplí mi parte y les salvé el culo… ahora le toca a Uds.
- ¡¡¡Maldito desgraciado!!!
- Está bien – se puso delante de Bodo que ya comenzaba a abalanzarse sobre el “retro” y cansada de tantas peleas por el día – Yo la colocaré
- ¿Puedes hacerlo preciosa?
- ¿Lo quieres o no? – preguntó con poca paciencia
- Sí – se reía en su cara
- Quiero estar sola – Demandó
- No creo que sea posible – puso cara de lástima – la muñeca tiene que venir a preparar a mis chicas y usará este salón
- No importa… me conformo con que tú y tus matones no me respiren en el oído mientras trabajo – la miró de pies a cabeza repudiando la osadía
- Esta bien – silbó y de pronto, 20 personas estaban detrás de él – estaremos al lado por si necesitas algo – Y todos salieron por la puerta. Sólo quedaban dentro 8 chicas que de seguro eran las alumnas de Jennifer.

- Aquí esta bien – Los chicos dejaron la caja apoyada sobre el piso al lado del Cadillac. Emma observaba todas las herramientas, parecían que eran suficientes para la tarea – sólo necesito a uno para que me ayude a cargarla – dijo mientras se sacaba su camisa y quedaba con una blusa blanca de tirantes
- Yo – Bodo al instante se ofreció
- Entonces, Yo buscaré a Jenny para que comience su trabajo

Ninguno de los dos contestó, Bodo demasiado enojado como para oír hablar de ella y Emma demasiado concentrada en el cambio de la caja de velocidades como para oír cualquier cosa. Estudiaba la manera de hacerlo lo más fácil y rápido posible, seleccionando cada llave, tornillo y tuerca y dejándolas a mano para su utilización.

- Es que no me lo ibas a contar nunca? – le preguntó decepcionado y sintiéndose traicionado
- No hay nada que contar – lo miró a los ojos azules
- Te revolcaste con Jenny y me dices que no hay nada que contar. No lo puedo creer – Pensó en la palabra “Revolcón”, que lejos que estaba de la realidad.
- No suelo decirte con quien paso la noche – respondió tranquila haciendo caso omiso al reclamo – ¿Por qué esta vez lo haría? – era su intimidad, por mas amigo que fuera no debía violarla
- Quizás porque es mi profesora – argumentó – ¡¡¡tu compañera, poco profesional y encima mujer!!! ¿Desde cuando eres lesbiana? ¿Por qué no me lo dijiste? – Se agarró la cabeza – Jenny es un arma de doble filo…
- ¿Qué significa eso? – No pudo evitar preguntar, importaba, por más que se lo negase, importaba
- ¿Sabes, la cantidad de personas con las que la he visto?- ¿No le estaba diciendo nada nuevo, Jennifer era hermosa y libre, teniendo la posibilidad, por qué no lo haría? – No podría decirte un número exacto pero todas eran especiales, con algo especial, con algo digno para amar… – Tampoco era algo nuevo, todos al fin y al cabo, buscaban lo mismo – ¿Y sabes, cuanto le han durado? Días y las más largas semanas – Terminó de expresarse con su típica cara de lo ves, es una locura
- Entonces no hay que preocuparse – se sonrió – se aburrirá de mí como de todos los demás
- Ja…– era tan inocente su amiga – No se aburrirá de ti, te exprimirá y te dejará tirada – la señaló – eso hará contigo
- Entiendo… lo resolveré – se metió dentro la capota del coche dando por finalizada la conversación
- ¿Estás segura de que podrás? – preguntó a sus espaldas
- No sé que quieres que te diga… – comenzó a sacar unos cables quemados
- ¡Qué lo dejarás! ¡Por el amor de Dios! ¿Tú escuchas cuando te hablo??? – estaba desesperado
- No se puede… – salió para decírselo en la cara –… dejar lo que no tienes – se encogió de hombros, era una realidad
- Se puede decir que no – rebatió y la dejó helada. No era más que piel, nervios y sudor cuando estaba con ella… y el placer alcanzaba para el dolor y el desconcierto. El “NO” no existía cuando no eres hombre ni mujer, cuando te haces preso de tus propios deseos ni cuando de ensordeces de los más dulces gemidos. Pensó en las personas con las que había estado y en todas las negativas que les había entregado… nadie como ella, gobernando lo muerto, iluminando lo escondido y aplacando la razón.
- Hay quienes pueden – ser redundante no era su estilo. Volvió a la capota sin decir nada más

- 1,2,3 – la música comenzó a sonar y la ejecución de la coreografía. Debía admitir que eran buenas bailarinas, algunas con más talento que varios de los de su clase. Muy buena química entre ellas, lo que hacía que llevasen el tiempo correcto – De vuelta desde el comienzo… 1, 2,3… – No podía evitar mirar con descaro hacia el lugar en el cual se encontraba, ahora algo comenzaba a tomar forma, lo que alguna vez no impactaba hacía mella en la conjugación entre imaginación y realidad. Era tentador verla allí, con su remera manchada de aceite tan distinto a verla tocar un violín o dar clases… Casi graciosos los resoplidos y el ceño fruncido cuando algo no salía bien
- La quemarás si sigues mirándola de esa manera – Ben susurró a su lado. Rápido le concedió una sonrisa picarona y se enfocó en su trabajo.
- Una vez más – ordenó con un aplauso. Y otra vez a mirar, pero esta vez notó como Bodo le decía algo y ella asentía con la cabeza, le vio a él caminar hacia la salida con su teléfono móvil en la mano. Cuando pasó por su lado no perdió la oportunidad que echarle una mirada de advertencia. – ¡Listo! ¡Es todo por hoy! – aplaudió una vez más.

- Bueno… – dijo cuando todas las chicas salieron del lugar – creo que mejor oportunidad que esta no tendrás – los dos la miraban – Es mecánica… Qué extraño!!!
- No… su hermano es mecánico creo que de allí sabe el oficio
- Ah… conociste a su hermano
- Cuando la acompañé a buscar esa caja de porquería
- Bueno – le palmeó la espalda – suerte – y se giró para marcharse
- Espera – le tomó por el brazo – ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo se hace?
- ¿Qué? – Con un movimiento de cabeza la señaló – Oh… tú dices cómo te acercas a ella
- Sí – le sonrió, estaba feliz de su ayuda
- Mira, lo que tienes que hacer es muy fácil… debes decirles piropos
- ¿Piropos? – No creía que a Emma le fueran a gustar los piropos
- Sí – asintió con la cabeza – Piropos, cosas así como: Te ves muy bella, ese color hace juegos con tus ojos y todo tipo de cosas bonitas
- ¿Tú crees? – preguntó no muy convencida
- Claro – afirmó – los piropos nunca están demás y a las mujeres le encantan, eso y las flores
- Está bien – tomó una gran inhalación e intentó contener los nervios
- No le digas cosas sexuales – le remarcó – lo estropeara todo… ya sabes cosas como: me encanta tu trasero – lo miró con la boca abierta – no veo la hora de echar un polvo contigo, si te agarrara te par…
- ¡¡¡Para, para, para!!! – le indicó con la mano – Eso es lo más ordinario del mundo…
- Eso es lo que pensamos los hombres – le tocó la cabeza – y tú no lo sabes porque eres mujer… pero con esto del lesbianismo pensé que a lo mejor…
- Vete… – era hacer que se largue o propinarme una patada en los testículos – Veré como le hago

Podía sentirla detrás de su espalda, aquel perfume era una de las cosas que jamás olvidaría. Ajustó un poco más la rosca mientras recordaba como se llenaba de él cuando dormía apoyada en su cuello… tenía que ser algo más, había sentido sus caricias y sabía que la estaba contemplando, debía ser más que una mañana. Se preguntó que hacía allí atrás sin esbozar palabras… juntar coraje, pensar que decir, mirarla o simplemente arrepentirse.

Sintió el calor de su manos apoyarse en su cadera por sobre la blusa, era tanto su fuego que no podía serle indiferente. Se puso rígida como un soldado mientras sacaba cada resto de aceite de sus manos y ahora su nuca, allí estaban su nariz y sus labios quemando la piel sin piedad, mientras las manos dibujaban su silueta.


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