Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 12)


Llegó agitada a la puerta del restaurante después de correr las tres calles de distancia a las cuales estaba de su trabajo. Había optado por enviar a Lara a su casa, dormida tampoco era de mucha ayuda. El trabajo era demasiado para uno solo y el ayudante que había requerido llegó con dos horas de demora, cuando se dio cuenta llevaba media hora de retrazo. Cambiarse de ropa hubiera tomado otro tiempo más y sino quería llegar a la hora del postre, mejor asistir tal cual estaba. Odiaba la impuntualidad…


- Buenos días – dijo una rubia que vestía una falda y una blusa con el escote más pronunciado que Emma había visto en su vida, la hostess – ¿En que puedo ayudarla? – Y no pudo evitar mirar el aspecto fabril y laboral que Emma traía, un pequeño vistazo y una encantadora sonrisa

- Reserva… a nombre de… – pidió un segundo con el dedo índice mientras sacaba su móvil del bolso y chequeaba un mensaje – Jennifer Hartmann…

- Por aquí – Extendió su mano y comenzó a guiarla con un andar de lo más sensual. Emma hubiera deseado que aquella mujer le resultara un poco atractiva para poder clavar sus sentidos en sus abultadas nalgas, en vez de percibir las miradas de todos los presentes en el restaurante – La Srta. Hartmann y acompañante la esperan… – estaban a cuatro pasos de la mesa y podía verla sonriéndole a aquel hombre cincuentón

- Gracias… – respondió mientras se encaminaba

- De nada – susurró mientras se giraba ella a mirar el trasero de Emma

- Siento la demora… – Jenny le miró al instante y abrió su boca en una sonrisa

- Wow… Profesora… Müller – La miraba de pies a cabeza… En un acto reflejo se humedeció los labios, no recordaba advertirla tan sexi y eso que compartía la cama con ella desde hacía dos noches, era imposible no mirarla y también era la única persona que conocía a la cual “desentonar con todo”, le sentaba de maravilla… aquel pantalón  holgado de trabajo color arena y aquella camiseta blanca cubierta por el abrigo de hilo fino negro, contrastaban entre tanto saco y corbata…La sorpresa de verla era totalmente falsa, tenía un ojo pegado a la puerta desde que se había sentado en su mesa y estaba a la espera –… Si hubiera sabido que tenía combate por la tarde la dejaba en su cama descansando… – Lo insinuador fue espontáneo y el gusto de encontrarse con ella enorme

- Mucho gusto… –Escuchó cuando se desenganchó de aquellos ojos brillantes. De repente tenía una mano grande y velluda en frente y un camarero sosteniendo su silla por detrás para asistirla al tomar asiento.

- Encantada – Algo en el apretón le dio la impresión de que hablaba con un confianzudo, el cabello cano indicando su edad y los anillos de oro en sus dedos, la ostentación. – Puedo sola… igualmente gracias – le respondió amablemente al camarero que esperaba para ayudarla

- A mi no me molesta… Sé que algunos músicos son bastantes bohemios. No me importa – señaló vagamente con la mano vestimenta que tenía y le sonrió – Aquí estamos para hacer negocios no en un cita romántica… No es así Jenny???

- ¡¡¡Claro!!! – y bebió un pequeño sorbo de su copa de champaña guiñándole un ojo a Emma, quien reprimió la sonrisa apretando los labios y sin poder ocultar el rozado en las mejillas.

- ¿De qué material es? –el Sr. preguntó, devolviéndolas a la realidad y posando sus dedos más encima de la piel que de las piedras en el brazalete de la morena… 

- Tanzanita – respondieron las dos juntas al instante, sólo que Emma no le sonreía ni le regalaba la mirada.

- Es bastante rara, dado a que sólo se consigue en Tanzania – la rubia intentó aplacar aquella pequeña molestia en la garganta, escupiendo conocimientos – Poca dureza, en comparación con otras, lo que hace dificultoso el engarce, está muy a la moda…     

- Bohemios e inteligentes… jajaja – Soltó la carcajada a medida que rozaba disimuladamente la piel bronceada de su antebrazo bajo la mirada de Jenny, que cuando intentó buscar un contacto visual con Emma, ésta miraba hacia la resplandeciente vajilla – Bodo debe estar encantado de tenerte en su academia… – Si era un halago no se estaba enterando, el tono y en la presuposición le hacía tensar la mandíbula, sin embargo sonrió forzadamente.   

- La chica del contrato es alumna de la profesora Müller, por esa razón la he invitado – Explicó el falso motivo de su presencia, era  necesario teniendo en cuenta que la negociación anterior la había llevado a cabo sola  – Ella está muy feliz de ver a sus alumnos progresar… – Sonreía en exceso, casi convirtiéndolo en burla, y traspasaba los limites de contacto, estaba conquistándolo y llevándole hacía donde lo necesitaba, a sus pies… La comida se ponía prometedora, se le hizo sumamente fácil olvidar los problemas de trabajo, ahora sólo importaba verla hilvanar los hilos, colocar la trampa estratégicamente y capturar la presa… una nuestra perfecta de sus artes de mujer y la primera pieza para el futuro manual de manejo…         

- Pensé que era alumna de Bodo… – le comentó a Jenny mientras Emma decidía mirarlo todo desde la lejanía, las indicaciones de Bodo eran bastantes claras… vigilancia 

- Hace semanas que la profesora Müller es la titular de la clase de canto – lo sacó de su error

- ¿Así que eres profesora de canto? – preguntó mientras le hacía una seña al joven camarero para que se acercara
- Así es…

- ¿Qué deseas de beber? – El camarero ya estaba al lado y a la orden

- Una copa de torrontés… estaría bien – Y le regaló una sonrisa al muchacho

- Enseguida Srta. – Contagiosa, pensó Jenny, a ella también le entraban ganas de sonreír igual que al mesero pero extrañamente algo la mantenía en calma. Lo tácito del encuentro y la seguridad al golpear su puerta… abriría, gozarían y sudarían juntas, sólo pensó que todavía no necesitaba de su sonrisa para acariciar la felicidad… estaba a “salvo”

- Mi primera mujer bebía lo mismo – la frase se clavó en los oídos de las dos haciendo que lo miraran al instante – Por eso la deje… jajaja – rió solo de su pésimo chiste     
- ¿Cómo? – preguntó Emma contrariada y no entendiendo su razonamiento. Reprochó con su mirada lo inmaduro e irrespetuoso del comentario

- ¿La dejaste por un vino? ¡¡¡Qué locura!!! – preguntó anonadada y sin dejar de sonreírle 

- Por favor no me malinterpreten – sorbió de su copa y Emma notó el color granate llegando a marrón de su bebida – No fue por un vino… fue, más bien, por el tinto y el blanco – las dos se miraron sabiendo que lo próximo que vendría sería difícil de escuchar – por el cansancio y el desvelo – Jenny bajó la mirada y en cambio, Emma decidió estudiarle, se mantenía escéptica a semejante cambio – por el hogar y el trabajo. ¿Me entienden?

- Por supuesto… –  La respuesta inmediata de la morena mostrando su empatía. Aquel hombre que parecía rebosar de hormonas y petulancia, de pronto intentaba querer contener los recuerdos en su puño. La expresión confiada se transformaba en añoranza y sus dedos dibujaron sobre el mantel blanco una línea hacia el pasado…

- Ella era lo mejor de mi vida… – dijo mirando al horizonte y dentro de él mismo – pero nos movíamos en direcciones opuestas y sin darnos cuenta, estábamos lejos… tan lejos, que una noche llegué a casa y no reconocí nada de lo que allí había… ni a mi cama, ni a mi mujer ni a mí mismo, me perdí o la perdí… yo que sé – Jenny volvió la mirada a Emma, y tan fuera de lugar, pensó en ellas, conciente de que había que encontrarse para perderse, de la atracción que las acercaba era la misma que las separaba, del opuesto y equivalente de una concordancia que jamás vendría sino era lo que tenía que ser… se preguntó: ¿Qué sería? ¿Y si al final del camino habría una casa, una cama y una mujer? Los ojos miel se mostraron asustados y dubitativos por un momento; y no se contuvo al desafiarlos con la mirada en alto. Si el miedo era mutuo y en vez de una casa se encontrarían con el “desierto”, quería dejar bien en claro, que el dolor por más indómito que fuera valdría la pena… pondría todas sus fuerzas en hacer que valga la pena… –  Tú me recuerdas a ella – rompió, la voz, cada uno de sus pensamientos

- ¿Sí? – trató de sonar sorprendida a pesar de que tenía ganas de pegarle un mazazo en la cabeza por entrometido

- Sí, era bailarina al igual que tú – Y cuando buscó su mirada de nuevo era tarde, estaba gacha mirando el juego nervioso que hacían sus blancos dedos con la servilleta… Sonrió, siempre lograba escaparse como el agua entre los dedos

- No me digas… – y trató de concentrarse completamente en él

- Sí pero basta… – Emma, llamó la atención de los dos con un suspiro de alivio, odiaba esa maldita manía de la gente de traer el sentimentalismo en los momentos menos propicios, al dolor había que sentirlo para comprenderlo, cualquier palabra de ánimo sería poca y por mera cordialidad… Pensó que quizás todo era táctica y muestra de sensibilidad o quizás el Sr. de camisa floreada entendía de negocios lo que ella entendía de ciertos programas de TV, nada – tampoco debemos hacerlo una reunión para suicidas… ja

La carcajada retumbando en sus oídos y el perfume varonil del camarero, al dejarle la carta, no hicieron más que enrarecer la situación… Le veía tocarle, sonreírle y algún que otro guiño de ojo… parecía tener con él la complicidad que entre ellas no existía. Las conversaciones giraban, a un y otro lado, durante el almuerzo y ella apenas había abierto la boca a pesar de los esfuerzos del empresario musical por integrarla. Algo no estaba bien…

Se centró en ella y en su manera de actuar coqueta, estaba coqueteando con él y él era un mar de hormonas excitado por ella. Daba vergüenza ver como el estrógeno lo manejaba tal cual marioneta…
Se preguntó si ella se vería igual de patética que aquel hombre, si estaba el exceso de baba y estupidez en su boca cuando le hablaba, si sonreía tan descaradamente ante cualquier contacto. ¡¡¡De seguro lucía peor que él!!! Se encogió en su silla, haciendo propia la vergüenza ajena y llevando toda la sangre a sus mejillas.

- Háblame de la chica – El final parecía acercarse y eso la hizo sentarse bien en su silla. Jenny le indicó que respondiera  con un movimiento de cabeza, fue lo que mejor consideró más acercado dado a que era su alumna

- Tiene gran potencial – dijo sin dudar – en interpretación y composición. Llegará a ser un gran profesional… – sonrió, no era lo mejor que su clase pero la veía superarse en el día a día

- ¿Cómo es su cuerpo? – Preguntó con la boca llena de postre y dejando ver un pedazo de tiramisú a medio masticar

- ¿Cómo? – Emma preguntó, con una mezcla de repugnancia y odio que no sabía de donde nacía, quizás del revuelto en el estómago durante todo el almuerzo 

- Es de tez pálida, cabello pelirrojo intenso – puso énfasis en sus palabras y un toque cariñoso en su hombro – Normal, ni flaca ni gorda… una persona muy simpática…  ¿No lo cree, profesora Müller? – Emma no creía lo que escuchaba… estaban hablando sobre alguien como si estuvieran ofreciendo pescado a la venta y gritaran: ¡fresco, fresco el pescado!

- ¿Qué hay acerca de sus conocimientos musicales y de lo que es capaz de brindarle a su discográfica? – Miró con reproche hacia los dos – ¿¿¿de su voz??? – Jenny cerró los ojos ante la reprenda, quizás Emma no lo entendía pero al Sr. que estaba entre ellas poco, y casi nada, le interesan los conocimientos de Sophie.

- La eficacia es importante al igual que su imagen – separó el platillo del postre a un costado y le vio tocar su barriga indicando que estaba satisfecho 

- Luce como una persona… – sentenció imaginando que apretaba con sus manos aquel cuello gordo – capacitada para el trabajo… Eso es lo que debería importar – apoyó su dedo índice sobre la mesa dejando en claro que su postura era la correcta

- Lo que importa queda a mi criterio, al fin y al cabo, yo soy el contratante – se levantó de su silla y Jenny pensó que todo estaba perdido, las palabras de Emma habían sido duras y como mínimo le había tratado de superficial – Querida, me disculpas un momento? – Le habló a la morena que no despegaba sus ojos de él. Los pensamientos acerca de Bodo gritándole lo inepta que era y ser el hazmerreír de la academia por no conseguir el objetivo, pesaban demasiado – Permiso – Una mirada casi helada para la rubia que tampoco trató de ser cortés, tan sólo bajó su mirada

- ¿Qué demonios crees que estás haciendo? – Preguntó llevándose la mano a la boca para que la grosería no llegara a los oídos de los curiosos – Lo único que tenemos que hacer es conseguir el contrato para Sophie… ¿¿¿Y te pones a hacer estas clases de preguntas??? – se quedó con la boca abierta y esperando una disculpa

- Si he preguntado es porque el futuro de mi alumna me preocupa… – Media verdad porque no era ni momento ni lugar para pensar y ponerle nombre a lo que apretaba en su garganta

- Debería preocuparte no atacarle sin sentido – Bebió hasta el fondo la copa de champaña que estaba en la mesa

- ¿Sin sentido? – levantó sus manos y dobló sus labios en una mueca de tristeza, dando a entender que ella comprendía lo opuesto – Lo que no ha tenido sentido es lo que ha pasado durante todo el almuerzo – Jenny cruzó sus brazos y levantó una ceja advirtiendo el cuidado en las palabras – Tres horas de almuerzo por un contrato para que pregunte: ¿Cómo es su cuerpo?... No voy a sonreírle su estúpida gracia, no voy a hacer lo mismo que tú… – fue su tajante argumento

- ¿Para que demonios piensas que me enviaron aquí? – preguntó apretando los dientes y haciendo brillar sus ojos de rabia

- No lo sé – contestó bajando la mirada. Si la respuesta era positiva su enojo estaría fuera de lugar y evidente ante aquellos ojos azules

- Para sonreírle y para obtener esa porquería de papel firmada – Verla asentir con la cabeza había bajado las revoluciones – Mira… puede que tú seas amiga de Bodo y puede que tú puedas hacer lo que quieras… ¡Espera! – Le pidió que la dejara continuar al ver que estaba a punto de abrir su boca para defenderse – Yo no estoy en tu misma condición… Deberías escuchar los mensajes de tu contestador… – sonrió con amargura

- Lo siento

- No pasa nada… – Vio como se acercaba a ellas – Ahí viene, tan sólo finjamos un poco más, firmamos y acabamos con esto de una vez

- No voy a fingir… lo siento – Jenny la miró estupefacta, estaban hablando de su trabajo ¿Qué demonios pasaba? Quiso asustarla con la mirada pero Emma de pronto estaba de pie y esperando como un soldado a que Edwin volviera – No habrá trato… – dijo sin dejarlo ocupar su lugar

- ¿Cómo? – y no hizo más que mirar a la morena esperando un explicación pero la susodicha no supo más que agarrase la cabeza, todo estaba perdido… El trabajo de un mes, cada una de sus simuladas sonrisas, la fuerza invertida en no gritar cada vez que aquel idiota contaba sus malísimos chistes y el empeño por poner la mejores caras ante los pequeños toques…  

- Si lo que busca es una modelo creo que se ha equivocado de academia – contestó tranquila intentando no empeorar las cosas, Jennifer estaba al borde del colapso y hasta había cesado de mirarla preocupada – Considero que mi alumna merece algo mejor, de todas formas, la academia le agradece su proposición…

- Bodo se encargará de ti – dijo de manera despectiva – ¡No tienes ni idea de lo que estás haciendo! – Ahora el grito de amenaza y los ojos de cada uno de los presentes guiados hasta su mesa – No eres tan inteligente al fin y al cabo – habló bajo mientras se sentaba

- Encantada de conocerle – Y sin más, abandonó la mesa y el restaurante

Los dos se quedaron en silencio por un momento, en el cual Jenny pensaba ¿Qué era lo que había pasado en la mesa?  ¿Cómo habían llegado hasta este punto? ¿Y por qué no notó el cambio? Revivía, unas tras otras, las palabras y no encontraba el detonante ¿Qué haría? ¿Quebrarle el cuello o simplemente dejarlo estar? Suspiró fuertemente llena de bronca e incomprensión… tampoco podía enojarse, ella ya había puesto a tambalear el trabajo de Emma por cuestiones personales… Supuso que tendría que manejarlo de la misma manera que Emma lo había hecho…

- ¿Querida? – El Sr. apretó su mano

- Lo siento mucho… se suponía que esto debía ser de otra manera – Trató de justificar el comportamiento de su compañera de trabajo– No sé qué ha pasado…

- Es fácil saber lo que pasará – acotó convencidísimo – La despedirán… Bodo la…
- Eso no ocurrirá – le cotó al instante – Bodo es como su hermano… – sonrió amargamente – Aunque no lo creas… – dijo mientras se ponía de pie – me lo merezco… Adiós.


- ¿Cuántas veces debo decirte que el equipo que quiero debe ser Yamaha? – Escuchó, a través de la puerta, como Bodo gritaba. No era buen momento para traerle malas noticias. Trataba de secar el sudor de sus manos en su pantalón, su característica caminata nerviosa no la tranquilizaba ni siquiera le permitía inventarse algo digno que decir, estaba realmente nerviosa.  

- Son más costosos  

- Me importa un bledo el dinero que cuesten quiero lo mejor para los alumnos

- De acuerdo 

Esperó, pegada a la puerta, hasta que la conversación que sostenía con Ben volviera a sus términos normales para poder hacer su entrada triunfal o, mejor dicho, para marchar al matadero. Recordó lo que había pensado de camino a la academia, no iba a delatarla porque sabía que si lo hacía era peor, las medidas a tomar serían peores… tan sólo, las acusarían de pocos profesionales, les sancionarían y de seguro alguna de las dos debería dejar su puesto, las reglas del establecimiento eran claras… muy claras… 
Cuando no pudo escuchar nada más, tomó un gran suspiro, apoyó la mano en el picaporte y “que sea lo que Dios quiera”, pensó…

- Espera… – una mano se apoyó en su hombro e hizo que se girara

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó con desagrado dado a que el enojo hablaba por ella

- Me responsabilizo – sus ojos pedían disculpas pero esta vez no era suficiente. Pedir perdón sin explicarse no le valía de nada, necesitó más y el silencio no la acompañó. Jennifer no dejaba de mirarla herida y traicionada

- ¿Otra vez te excusarás de tu lado irracional? – preguntó irónica y dejando en claro que ella no encontraba ninguna explicación coherente a lo que había sucedido

- De mis actos… profesora Hartmann… de mis actos más racionales – y esta vez ocultó, bajo la tranquilidad, la vergüenza

- Espera – Jenny le impidió el paso – ¿Qué ha pasado antes? – la tomaba por el brazo y apretaba inconscientemente – ¿Por qué lo has hecho??? – Juró, en silencio, que si está vez no lograba hablar no caería más… sólo dispuesta a boyar en su propio mar de pavura, a que fueran sus dedos los que tapen el sol… cansada de saltar con los ojos cerrados… 

-Yo hablaré primero… – Miró a aquella mano que quemaba y pidió que la dejara actuar pero más se hundían los dedos en la carne y más el azul se llenaban de impotencia, conocía aquella mirada demandadora y conocía la rebelión que escondía detrás de la negación… ¿Pero cómo se le explicaba al deseo la necesidad del castigo? – Lo lamento… – Sin tocar la puerta ni nada, entró en el despacho con total decisión.

Voltearon la cabeza al instante, no eran de su agrado tales intromisiones pero Ben las miraba sonriendo, y volvía la mirada a Bodo levantando sus cejas e informando que los esfuerzos no habían sido en vano.  Jenny no le agradaba ni lo haría jamás en su vida, pero si era lo que Emma había elegido ¿Qué podía hacer él al respecto? ¿Sacrificar los años de amistad? Quizás Emma podía cambiarla, hacerle ser “alguien mejor”, menos arrogante, menos atrevida, más humano…

- Cuéntenme sobre la victoria… ¿Fue cómo robarle un caramelo a un niño, no? – Se levantó eufórico y desajustó el nudo de su corbata – Esto merece una pequeña celebración – salió detrás de su escritorio rumbo a la mesilla que contenía las bebidas

- No… – Pero él haciendo oídos sordos continuó con su tarea

- Si no quieres… esta bien, pero deja que nosotros festejemos – La miraba de reojo y sonriendo mientras llenaba los vasos de whiskey. Sólo acertó a pensar en ella como una de las cosas más importantes de su vida, un tesoro de honestidad y compañerismo, verdadera amistad 

- No Bodo, no fue – Una vez más intentó explicar que no había nada para celebrar

- Emmaaaa… relájate de una vez – se acercó hasta ellas con los vasos – ya todo está terminado – y alcanzó el primer vaso a Jenny la cual negó con su cabeza. El pobre idiota no estaba queriendo escuchar y cuando al final escuche tendría ganas de lanzarle el vaso por la cabeza – Tú también? Bueno… No importa, esta noche saldremos a tomarnos una copa y a divertimos…

- ¡¡¡No Bodo!!! – Apretó su antebrazo interrumpiendo sus pensamientos de fiesta – No hay trato con Edwin – Se lo dijo tranquila y sosteniendo la mirada durante el tiempo que le tomo reaccionar

- ¡Ja! – Apoyó las bebidas en el escritorio y se quedó un momento de espaldas a ellas – Si es una broma, te digo que no tiene nada de gracia – Volvió a mirarlas sonriendo de incredibilidad… Apoyó las manos en su cintura y miró los rostros de todos, hasta vio como Ben indagaba a Jenny y esta asentía con la cabeza.

- No es bro…

- Te dije – frenó con la mano en alto las palabras de Emma – que lo único que tenías que hacer era sonreír!!! – Jenny cerró los puños y agachó la cabeza pensando en como soportar estoicamente la sarta de insultos que vendrían

- No ha sido ella – Dijo alto haciendo pequeña la voz de Bodo – Ha sido mi culpa…

- ¿¿¿Qué??? – Preguntó incrédulo y mirando otra vez los rostros de todos y uno particular, el de ella. Y tenía aquella postura que pocas veces sacaba a relucir, esa pose recta, rígida y rebelde que decía: “No importa cuantos latigazos me pegues seguiré pensando lo mismo”

- Ha sido mi culpa, la profesora Hartmann ha hecho su trabajo de maravilla – Ben y Jenny la miraban con la boca abierta, aquellas palabras dejaban libre de culpas a la morena…

- ¿La defiendes? – Preguntó mientras las miraba a las dos de pies a cabeza – ¿Cómo se supone que debo saber que lo que dices es cierto? Tú te acuestas con ella… – Emma se tensó entera, era una horrible falta de respeto lo que estaba escuchando
- Creo que eso no viene al caso… – Ben se mostró una vez más conciliador, no había enojo ni jerarquía en este mundo que justificara tal acusación. Escuchó atento lo que se decía e intento volver a lo que era primordial

- Cuéntame lo que pasó… – Se paró en frente de la rubia con careta de director y de persona profesional

- Bueno lo que sucedió fue…

- Déjenos – le interrumpió una vez más – a solas, por favor – sólo tenía ojos para ella y para lo que se avecinaba, aquellos dos no eran dignos, según él, de presenciar aquel acto

- Claro – Ben se levantó como un rayo y la estaba de camino a la salida cuando notó que algo le faltaba. Se giró para llamarla y ella seguía en la misma posición, al lado de Emma y sin ninguna intención de moverse. Sonrió, desde la distancia se podía notar como la rubia había capturado el atrevimiento de su amiga, quien miraba desafiante a Bodo.  Recordó las tendencias suicidas de la morena y se acercó a ella – Jenny… – Susurró a su oído y la agarró por el codo –…vamos – y así y a paso lento terminan por salir definitivamente, no sin hacer resonar la puerta contra el marco.

- ¡¡¡Ahhh!!! – Tiró un puñetazo al aire – ¡¡¡Qué estúpido que es por el amor de Dios!!! ¿Cómo es posible que ese imbécil sea el director?
– le preguntó con rechazo

- Alguien que yo sé no aceptó el puesto – le dio una buena razón

- ¿Para qué lo quiero? ¡¡¡Es una mierda de puesto!!!

- Claro – comentó mientras caminaban por el pasillo – Y a ti se te haría muy difícil regañar a la profesora Müller – comentó con una sonrisa de oreja a oreja

- Tú también eres estúpido… – pero sonrió abiertamente mientras mordía sus labios

- ¿Te tiene loca, no? – Preguntó mientras la codeaba – ¿Me preguntó qué tendrá la profesora Müller? Hace que los que se enfrentan con ella pierdan la cabeza… hasta Bodo – frenó sus pasos – jamás le había visto tan enojado

- ¿Qué crees que pasará? – No entendía porque de pronto algo oprimía su garganta

- No lo sé… ¿Estas asustada?– era fácil saber cuando lo estaba miraba hacía todos lados temblando la vista

- No lo sé – dio un gran suspiro y siguió con la marcha

- Te ha salvado el culo

- ¡Sip!

- Deberías agradecérselo

- ¿Tú crees? – preguntó, como siempre, no tan convencida de lo que ella pudiera hacer y con la duda de que si sería del agrado de Emma

- Una cena romántica no estaría nada mal – dijo levantando sus cejas de manera insinuadora

- ¡Calla! – Le empujó, obligando a caminar delante de ella, al menos, hasta que pudiera borrar esa estúpida sonrisa de su rostro           


- Más te conviene que tengas una muy buena excusa sino… – trajo desde la mesilla, el vaso de whiskey que a él le correspondía y lo colocó en fila con los otros dos en frente de su sillón, sobre el escritorio. Emma le seguí con la mirada y esperó con paciencia hasta que tomase asiento

- No tengo excusa – él cerró los ojos, de esta no saldría bien librada, la Junta esperaba noticias a cerca de los nuevos contratos con aquellas discográfica ¿Qué haría?

- ¿Sabes? Con esto sólo le estas dando la razón al Sr. Bergmann – dijo con tristeza – Ahora tendrá el motivo perfecto para…

- No me interesa el Sr. Bergmann!!! – Gritó en seco – ¡Ni lo que piense hacer después de esto! – Se pasó las manos por el pelo e intentó buscar algo de calma – Aquel contrato era lo peor que podía conseguirse para Sophie….

- ¿Cómo puedes decir eso? ¡Es un contrato con un discográfica que esta muy bien en el mercado! – La mano cayó abierta sobre la madera

- Con un jefe que la tendría sirviendo cafés a sus estrellas – El líquido del primer vaso pasó en seco cuando entendió, al fin, que por mucho que hablasen cada uno tenía su idea y no desistirían de ella – ¿Eso es lo que quieres para tus alumnos?

- Así se empieza, en puestos pequeños hasta que alcancen la cima

- No mientas, por favor…– Negó enérgicamente con su cabeza –…No a mí… Tú sabes que eso raras veces ocurre

- No todos tienen tu talento ni la posibilidad de hacer lo que se le antoje – Abrió la boca porque le estaba insultando, tratándola de superada y de despreocupada frente a la búsqueda de trabajo – A algunos sólo les queda jugar la carta de la belleza – volvió a golpear la mesa

- Me da pena, que tú y otros, sólo puedan encontrar belleza en la superficie – pegó directo al corazón, mientras cruzaba las piernas y se sentaba cómodamente, hiriendo al significado de una vida entregada a lo que más amaba. Bodo la miró con recelo, tan perfecto se podía ser para tener razón una y otra vez???

- Deberé sancionarte… – Bebió otra copa, más leña al fuego en su garganta y más distancia a la convergencia de ideales. Su mejor profesora, y amiga, a pesar de estar en lo cierto había desobedecido una orden – Mentiría si te digo que creía que esto jamás pasaría – sonrió – lo intuí desde el momento que escuché tu voz después de años. Por esa razón te ofrecí lo mejor que tenía…

- Ahora… – lo miró firmemente –…Debes ofrecerme a todos y cada uno de mis alumnos

- ¿Y qué piensa hacer con ellos, Profesora Müller? – Tomó un bolígrafo entre sus dedos…

- Ofrecerles lo mejor que tengo… – se cruzó de brazos – ¿No es esa la verdadera razón de mi contratación? – Bodo puso su mejor cara de sorpresa con una mixtura de desagrado. No debía ser de esta manera, el debía estar a su lado ayudando no en frente tirando bombas – Treinta alumnos, menos Caro y Luzi, veintiocho… Conseguiré 28 contratos en lugares, los cuales te puedo asegurar, no se interesarán por si son lindos o feos… serán aceptados por sus cualidades musicales…

- ¿Y después? ¿Te vas al África a alimentar a los niños desnutridos? – Se burló de lo simple que dibujaba sus propósitos

- Después… – se mordió la lengua no tratando de entrar en su juego – ¡Me largo de este maldito lugar! ¡¡¡Mi contrato es por un año y quiero que te quede en claro que ni por todo el dinero en este mundo lo renuevo!!! – Trató, en vano de contener la bronca – Y quizás vaya al África o al Polo Norte, todo sea por estar lejos de la mierda que han dejado en esta academia el Sr. Bergmann Y la Srta. Vogel

- ¡No te lo permito!!! – Gritó pegando un salto de su sillón

- ¿Qué no me permites? – preguntó provocadora

- Que hables así… de ella… – Fue bajando el tono al notarse delatado por el mismo

- Y después la poco profesional soy yo – Se levantó de su silla y giró para salir del lugar. Esta conversación no ameritaba tenerla en un despacho, no quedaba por decir nada con respecto al trabajo

- Un mes de suspensión sin goce de sueldo – Tiró el veneno en una sola mordida, olvidando el profesionalismo y la amistad

- ¿Cuánto por mi comentario de la Srta. Vogel? – preguntó de espalda a él y ya pegada a la puerta. Esperó pero el no pronunciaba palabra, no diría la verdad – Voy a avisarle a mi clase – estaba a punto de salir…

- De tu clase me encargo yo… – cerró los ojos porque no podía contenerse ni cerrar la boca, tal vez no hubiera retorno después de semejante pelea pero no podía dejar de defenderla.

- De acuerdo – salió tranquila del despacho

- ¡¡¡Mierda!!! – Revoleó unos papeles por el lugar y se bebió la ultima copa – Mierda… 


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