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Física, Química y Piel - Fanfic Jemma - Memo (Parte 11)


¿Qué clase de pregunta era aquella? Una de lo más normal, una de respuesta rápida, la necesaria para continuar con esta locura… Pensó simplemente que quizás no estaba haciéndolo bien, que las atenciones y los cuidados ya no eran utilizados para mostrar importancia. Renegó, por primera vez, de su infancia y adolescencia, de las horas que dedicaba a su instrucción musical y de ese mundo imaginario que había creado entre un atril, ella y su instrumento…
¿Qué podría responderle a semejante mujer para no decepcionarla?  ¿Cantarle un “si” en todas las escalas musicales existentes? Patético…
Atrapó esos dedos que rondaban por su cuello y encima de su moretón. De seguro, pensaba algo que no era 
-¿Jenny? – susurró 

- ¿Huh? – estaba absorta en sus pensamientos y en poner un rostro y cuerpo a la competencia, las combinaciones no tenían fin y no lograba sacar nada en claro.

- Mi violín no tiene almohadilla – fue su estúpida respuesta 

- ¿Qué? – tenía su cabeza preparada para un “sí” o un “no” y ¿Emma le hablaba sobre su violín?

- Que mi violín no tiene almohadilla porque es viejo – rogó a cada unos de los dioses porque Jenny pudiera entender lo que necesitaba decirle…

- ¿Quieres comprarte una? – Dijo para no sonar desinteresada ni maleducada 

- No… – apretó su mano para hacerle entender de que esto era importante – me siento incómoda con ella pero… pero… – Jenny la miraba a la espera, mientras se preguntaba ¿cómo podía gustarle alguien que se interesaba solamente por su violín? Creyó, por segunda vez, en aquello del castigo, estaba perdida  – … el paño no es suficiente y hace daño – cerró su boca al instante, sin más fuerza para las grandes confesiones

- Hace daño… – repitió lo último, que fue lo que consideró interesante 

– ¡Oh! – Lo entendió al fin y Emma le sonrió – Y yo que pensaba… – se frenó antes de que sus palabras trajeran más preguntas aún. No funcionaba de esta manera, no al menos para ellas, debía arriesgarse e ir viendo sobre la marcha que es lo que sucedía, a pesar de que el riesgo de enamorase era enorme y daba pavor – No es nada… ¿Dormimos? – giró la conversación

- Claro – Dejó el libro sobre la mesa de noche – ¿Necesitas…? – y se quedó callada al ver el cuerpo desnudo de Jenny al final de la cama y con la salida de baño entre sus manos – creo… – tragó saliva – …que no necesitas nada – dijo sin poder despegar sus ojos de tan perfecta anatomía

- ¿No te importa que duerma desnuda? – preguntó pícara al ver la cara de afectada que tenía Emma. Sólo negó con la cabeza mientras apoyaba la espalda en el respaldo de la cama.  

Quizás era lo único que le encontraba de similitud con los hombres, su gusto por los cuerpos femeninos, con ellos sólo bastaba con gatear un poco por la cama y los tendría a sus pies, rendidos…  pero con Emma… nada era lo que debía ser. Cuando la realidad la tocó, la parte seductora se fue dejándola pequeña y más desnuda que nunca. Aquellos ojos encantadores, la miraban ávidamente y sin reparos, hubiera sido más viable afrontarse a la lascivia y al deseo, pero no había ni una pizca de eso en ellos, creía que la estudiaba o la espiaba mirándola de pies a cabeza.

Le vio atrapar la tela de su fino pantalón en su puño y un lento parpadeo – ¿No tienes frío? Podrías resfriarte – y abrió las mantas invitándola a ocupar el espacio vacío en la cama. 

Sosteniendo la mirada, hizo lo que se le indicaba, no se atrevería a nada más, no bajo el calor que esos ojos emanaban. Emma la abrigó con las mantas y luego ella se introdujo debajo.

De pronto, había un abismo entre medio de ellas dos en la cama, aquel palmo de distancia se hacía infinito de tanto silencio y sólo el sonido del roce entre las sábanas lo cortaba y lo volvía a unir. No la escuchaba respirar y se moría ante la idea de que se contuviera por ella, para ella y con ella… pero la incertidumbre llovía de a gotas con cada secreto, hablar no era fácil pero el sexo sí ¿Qué era lo que la trasformaba? ¿Qué convertía a la niña en mujer?

- Quiero que te desnudes… – Demandó a medida que el deseo por conocerla volvía a humedecer el interior de sus muslos. Sin decir palabra, salió de la cama dispuesta a quitarse la ropa. Agachó la cabeza y tomó su blusa por la espalda, Jenny sonrió, se la estaba quitando de la manera más masculina posible y sabía porque, pues era la forma más rápida, había visto a docenas de hombres desesperados por tenerla – Lento… – y frenó dejando ver su ombligo. Jenny necesitaba saber que era lo que le conducía al desquicio cada vez que estaba entre sus brazos. No había timidez, sólo el deje de la femineidad en la habilidad de sus manos, aquellas eran quienes la desvestían y quienes la llenaban…

Se quedó quieta con el torso desnudo dejándole contemplar tranquila… El blanco de su piel, sus clavículas, sus pechos, su tripa… Estaba de pie junto a la cama demostrando que no había nada mágico en su cuerpo más que las ganas que le nacían cuando estaba con ella. Clavó sus pulgares debajo de la línea que dibujaba su panza y tiró de su pantalón pijama hacía abajo, ahora dejando expuesta su ropa interior. Un triángulo de tela que cubría el pubis pero permitía adorar sus generosas piernas en todo su esplendor. Detuvo su mirada en los muslos y en su sexo sólo para notar como la fantasía le hervía la sangre.

Tiró de la simple tela de algodón dejando ver su vello púbico y reconociendo en el azul brillante de los ojos la satisfacción – Emma – susurró Jenny mientras se preguntaba: ¿Por qué deseaba tanto darle placer? No sabía devolver, era egoísta por naturaleza y lo único que le importaba era su bienestar. Quizás el haber comprobado que Emma la complacía complemente dejaba girando la moneda. Y en vez, de agradecer no se le ocurrió más que acrecentar su egoísmo al proponerse satisfacerla para marcarla y para quedarse en ella siempre.   

- Ven – la urgencia y la desesperación florecían por cada uno de los poros de su piel. Como un rayo la entrega se le antojaba dulce al igual que cada caricia que había recibido con anterioridad, volvía a desear su mismo sexo y  dispuesta a hacerse de su antojo, se hallaba valiente para hacer sentir. En cuanto entró en la cama no hizo más que lanzarse a su boca, quería el rojo en sus labios y la respiración entrecortada. Le mordió porque algo se apretaba en su estómago a medida que pasaba su mano por el costado. 

Buscando castigar y provocar se colocó en horcajadas encima de ella y como una inmensa ola de mar parecía arrastrar a Emma, haciéndola encogerse ante el tacto y refrenarlo clavando sus dedos en los muslos de la morena. Resistía al igual que guardaba cualquier gemido en el fondo de su garganta, llevó las manos por encima su cabeza con fuerza y decesión – Déjame caer… – Emma al instante desistió de oponerse y relajó el cuerpo sin importar lo que Jennifer quisiera hacer, de seguro tendría sabor a gloria. Agarró nuevamente sus muslos pero esta vez para encajarla bien sobre su sexo, si el final era la muerte que viniera dulcemente era su deseo.

Trató de mirar su rostro para confirmarle que estaba lista pero Jenny miraba sólo hacía abajo mientras exhalaba y hacía fuerza contra ella, tres balanceos y estaba sobre su boca y enlazando sus manos. Presa, disfrutó de la sensación de roce de sus lenguas, de aquella caricia que bajaba por sus brazos despertando el sentido y del rastro de saliva ardiente que iba desde su mandíbula hasta el lóbulo de su oreja… Y la excitante oscilación no se detenía… Escuchó un gimoteo apenas audible y las manos estaban sobre sus pechos; y aquel pulgar inquietando su pezón.

Bajó dando pequeños besos a cada unos de sus lunares, por el su cuello hasta llegar a su hombro, la piel era extremadamente suave y deliciosa, el mejor de los refugios. – Me encantas y me enloqueces – Emma cerró los ojos ante las palabras y el calor de su boca que bajaba en línea recta desde su pecho hacia su estómago, enredó los dedos en el cabello castaño y  apretó tratando de controlarse. Volvió a su boca y a apretar, la excitación la hacía temblar pero el roce de sus pezones contra los de Emma sólo llamaba a una parte que era desconocía para ella, aquella que le hacía querer arañar, morder y desgarrar…

Frenó, frenó porque aquella sensación le hacía peder el control y las manos de Emma subiendo por su vientre no ayudaban. La miró a los ojos y se preguntó ¿Por qué tanto placer dolía? ¿Por qué se paralizaba en este momento? La quería… la quería para ella y el miedo se hinchaba en su garganta a medida que el deseo se derramaba por su sexo. Un momento en el cual Emma parecía comprender lo que pasaba y lo que sentía… Llevó sus manos a las caderas de Jenny y la ubicó en sus muslos, cerca de sus rodillas, a medida que abría sus piernas. Algo magnético, algo inexplicable, hacía que la morena bajara la vista hasta el centro de la mujer que estaba debajo de ella.

Maldijo en silencio a Dios, al destino o a cualquier cosa que tirara de los hilos de la vida… No debía ser así, Emma era quien debía clamar por ella no al revés. Las manos temblaban mientras se acercaban a los blancos muslos, el exceso de saliva la obligaba a entreabrir su boca y el miedo le hizo clavar los dedos en la carne. Sintió un apretón en sus manos y los ojos brillantes de Emma la esperaban, como así también sus labios rojos y el pecho agitado… Emma se incorporó para besarla con pasión, para abrazarla con todas sus fuerzas, para tratar de ahuyentar cada esquirla de miedo que enturbiaba el azul del claro cielo.

Cuando la notó sumisa entre la carne y la falta de aire, ella misma llevó la mano de la morena hasta su sexo, evidenciando la mortalidad y lo ordinario. – Oh Dios… – rogó Jenny, cuando la sensación que bañaba sus dedos comenzaba a inundarla por entero –… Dios… – y volvía desesperada a su boca mientras masajeaba. ¿Cómo era posible que de tanto hielo devuelva fuego? Emma se recostó nuevamente dejándose a entera disposición de esta nueva locura… Inconscientemente, abrió más sus piernas mientras se aferraba a la almohada.

El calor y la humedad la llevaron a introducirse con facilidad en ella, vio como cerraba los ojos y humedecía sus labios con la lengua, sólo supo jadear a medida que recostaba la piel por sobre la piel y labio sobre labio y con su mano libre la tomó por la nuca para que no se despegase de ella. Obtuvo una gran bocanada de aire cuando empujó más hacía adentro y más quería obtener, y así comenzó a penetrarla. Se movía encima de ella mientras mordía su labio inferior y pensaba en lo candente que era la danza, tanto así que creía diminuta la perfección de su Ballet. Apuraba a medida que el roce del muslo la llevaba a ella misma hacía el orgasmo. 

El rozado de las mejillas se notaba cada vez más, la respiración cada vez más agitada y aún seguía con los puños apretados en la almohada, dejó su boca y bajó al cuello mientras se posicionaba mejor, quería sentirla temblar y explotar entre sus brazos. Aumentó el ritmo y con ello llamó a un jadeo incesante que iba acompañado del sonido de la fricción, jamás había escuchado nada más excitante que tal combinación… sin darse cuenta estaba llegando al clímax en el muslo de Emma y moviendo más intensamente los dedos, un sonido extrañó salió de la boca de Emma y de pronto todo era tensión, hasta Jenny misma… 

Se estrujaba contra ella adoptando formas que jamás pensó que sería capaz de lograr, todo sea por la necesidad de fundirse, de ahogarse y volver a respirar… Volvió a apretar con la ilusión de poder detener el tiempo esta vez – Por favor… – susurró entre sus propios gemidos deseando que aquel momento no termine jamás. Un brazo en su espalda la obligaba a caer sobre el pecho, a relajarse y acariciar los costados a medida que estiraba las piernas. Miró hacía arriba y ella seguía con los ojos cerrados, los labios húmedos y la respiración agitada.

Subió a besarla porque pensar en lo que acaba de pasar volvía a doler en la entrepierna y volvía a excitarla… y esta vez, ella buscó encajarse sobre el sexo de Emma y comenzar con un movimiento casi imperceptible. Emma abrió los ojos cuando la boca de Jenny la abandonaba y comenzaba a bajar hasta su pecho, a tientas llevó las manos sobre los muslos de la morena y comenzó a moverse con ella. Se incorporó para besar lo moreno del cuello y la garganta mientras apretaba moviendo sus caderas buscando cada vez más roce y más goce…

Los movimientos subían paulatinamente de velocidad e intensidad y aquel beso ardiente comenzaba a dejarlas sin aire, rompiendo en suaves gemidos la morena se estancaba en su oreja y sus uñas volvían a clavarse en la blanca espalda. Comenzó a sentir como se derramaba encima de ella, mojando el vello y la piel haciendo que la desesperación por poseerla se clavara como aguja en la boca del estómago. Giró y la apoyó contra el colchón el un rápido movimiento, la sonrisa perversa se transformaba en quejido a medida que con sus dedos apretaba su clítoris y comenzaba a separar sus labios.

Sin dejar de estimular se posicionaba entre sus piernas para estar encima de la carne latente y poco a poco, bajo la atenta mirada de Jenny, llevaba su sexo hacia allí… el calor llegó con el líquido, el gemido de la morena con el contacto y el suspiro con el peso del cuerpo de Emma encima suyo. Y lo demás, vino a la fuerza… el empuje, el enredo de piernas, las mordidas en el cuello y cada una de las líneas rozadas que se marcaban en la piel… 
No podía evitar abrir las piernas y agarrarse fuertemente a sus nalgas, cada estocada le hacía gemir y perder el aire. – E…E… Em-ma – Trató de avisar que estaba llegando y la respuesta vino instantánea en rapidez de movimiento, en sudor bañando los cuerpos, en un arqueo involuntario y en el jadeo animal. Emma se agarró de su muslo y aprovechó el arqueó para pasar el otro brazo por su espalda, se balanceó fuertemente sobre ella hasta que convulsionó y la sintió convulsionarse. Apretó los ojos mientras percibía los últimos coletazos del éxtasis y dibujaba con su boca un círculo saliva en el hombro de Jenny.

- Emma… – Aún agitada, la morena pasaba las manos por su pelo – Emma… – Le miedo de perderla azotaba una vez más 

- ¿Estás bien? – preguntó la rubia mientras se acostaba a su lado

- Sí… – respondió con una tímida sonrisa – estoy bien…
- Yo también… – no pudieron evitar sonreír juntas, quizás todo entre ellas era un desastre pero el sexo… el sexo era simplemente fantástico, pensó, en aquello que algunos llaman “Piel”, mientras resbalaba sobre su cuerpo y apoyaba la cabeza en su pecho…



Entró corriendo al trabajo, por un momento pensó que le arrancaban la piel a medida que se levantaba de su cama, nunca le había costado tanto levantarse, quizás porque no solía tener tan buena compañía pero los sueños no duraban demasiado y el móvil sonó antes que su despertador. Problemas, siempre llamaban antes que las obligaciones y eran los únicos que no tenían horarios… 

- ¿Qué pasó? – Le preguntó a Lara que estaba dormida sobre una silla en frente al ordenador – Dime que ha pasado algo… – Pensó en Jennifer y que la había dejado abandonada en su cama, en que no se había animado a despertarla y había optado por salir como un ladrón de su propia casa, no sin dejar un juego de llaves sobre la mesa.

- ¡Sí Jefa! – pero tan sólo buscó una mejor posición y se volvió dormir.

- ¿Hace cuánto estás aquí? – la zarandeó por el hombro vigorosamente – ¿Lara?

- Desde ayer por la mañana – Y se echó nuevamente sobre el teclado. 

- ¿Le has avisado a tu made? – No era más que una niña haciendo cosas de mayores 

- Sip – levantó su dedo – Soy una persona responsable… – Emma la observaba detenidamente, más que responsable era una persona llena de aspiraciones y que tenía por meta cumplirlas. Pero tan sólo tenía 19 años ¿No debía estar con sus amigos bebiendo hasta perder la conciencia?

- ¿Qué ha dicho ella? – Pensó en que si alguna vez tenía hijos, jamás los dejaría pasar por esta situación

- Qué soy la mejor de sus hijas – dijo digna y orgullosa

- Ve a refrescarte un poco el rostro – le ordenó, si no tomaba el rol que le correspondía no le haría caso – En 15 minutos te quiero de vuelta y con ropa de faena… ¡¡¡Vamos!!! Quiero terminar con esto de una vez – El estómago se le encogió ante la idea de querer volver a casa lo más rápido posible.

Se plantó en frente del problema y trató de llamar a la parte resolutiva de su cerebro dejando de lado el embobamiento… hacía días que fallaba pero… ¿cómo era posible si la máquina era nueva? La había revisado tres veces pero algo se le pasaba por alto. Volvió a desmontar la carcasa y meterse detrás de ella, verificando cables, juntas y el motor…

- Emma… Terminarás por romperla – Se quedó en frente del aparato y colocó las manos en los bolsillos de su costoso traje.

- Si no hubieras comprado esta porquería… Podría estar haciendo cosas mejores como dormir, que falta me hace… – Ni siquiera hizo esfuerzo por saludarlo. Siempre que le veía se preguntaba ¿Cómo era posible mentirse tanto a uno mismo?

- La empresa está haciendo unos recortes – explicó tranquilo

- ¿Recortes? ¿Y así piensas ahorrar dinero? – le repugnaba la facilidad que tenía para olvidar las cosas y lo peor de todo, la facilidad de olvidarse de donde venía y quién era – ¿Comprando maquinaria obsoleta? Sabes que no harás más que perder dinero…

- Nadie tocara tu investigación mientras yo esté aquí – y ahí estaba esa seguridad totalmente falsa, no se necesitaban, pero él insistía en crear algún tipo raro de simbiosis. No era más que una cuestión de dinero y el subir escalafones para su vida empresarial… algo que a Emma le importaba muy poco…

- No te daré mis patentes… Ni a ti ni a la empresa – lo miró decidida 

- Si nos vendieras alguna – se acercó a ella – tendrías dinero, de sobra, para ejecutar todo lo que tienes en esa bonita cabecita – y le tocó la frente con el dedo índice – en vez de conformarte con la mediocridad 

- La empresa está haciendo recortes… no creo que se puedan permitir comprar nada – se sonrió y volvió a su trabajo

- No seas necia… es una gran oferta – trató de seducirla, una vez más

- La tendré en cuenta – gritó al encender el motor del compresor

- ¡No vas a cambiar nunca! – él le sonrió. Escuchó atenta la frase porque no formaba parte de la puja para la compra y venta – Eres así desde que tenías 19 años… Tan leal a tus principios que…

- No – le interrumpió – No… hables de lealtad porque tú no eres igual a mi… tú eres un empresario… No entiendes de lealtad, compras, vendes, vistes trajes. Y yo… – arrugó sus labios arrepintiéndose de tan hirientes palabras – Vamos a dejarlo aquí…  – se pasó la mano por el pelo y se fue al ordenador.

- Tengo que corregirme – dijo mientras la miraba desde la distancia – has cambiado… – Se ganó su atención y la mirada más penetrante y escrutiñadora – Eres… has potenciado lo que eras. Debes sentirte muy orgullosa…

- Mejor eso… a sentir lo que sientes tú – dijo mientras tecleaba a gran velocidad

- Claro… – Se miró los zapatos sabiendo que hoy sería imposible hablar con ella, la encontraba altanera y a la defensiva. Siempre le había gustado lo dulce que era pero cuando estaba en desacuerdo con algo, hablaba flechas de caramelo y el blanco era “herir”, no fallaba, tenía demasiada inteligencia como para gastar fuerza inútilmente en tensar el arco sin saber si podría alcanzar la presa. Se preguntaba como había sido que la había perdido…

- Dennis… – no dejaba de mirar la pantalla y de teclear – Quiero el traspaso de Lara a planta permanente 

- ¿Te dije que la empresa está haciendo recortes? – levantó sus brazos y miró hacía arriba como preguntándole a Dios si ella escuchaba algo de lo que él decía. 

- ¿Te dije que eres un explotador? – e imitó su gesto irónica – Estoy dispuesta a denunciarte si es necesario, ¡es una niña! – dejó el ordenador y se paró en frente de él

- Tú a su edad…

- No me interesa – y otra vez, volvía a imponerse – pero me aseguraré de hacer un gran hueco en el piso parquet justo en donde tienes tu cómodo sillón – le amenazó, le sonrió y volvió al ordenador

- Ja… – soltó una carcajada – Si Lara se quedó fue porque quiso y las horas serán pagas al 200% y 400% yo no creo que se puede hablar de explotación…

- Quiero creer que aún conservas algo de inteligencia… – Sabía que con eso bastaría para hacerle ver la realidad

Él la miró nuevamente y recordó lo que le tenía enamorado, esa fuerza que ella no creía tener y su pelo. ¿Quién había dejado a quien? Ah… recordó los años en el extranjero y lo cambiada que había vuelto de cada uno de sus viajes, lo delgada y lo perfeccionada… cegada por conocer; y él por el dinero y con muchísimas ansias de poder. Olvidando que “quien tiene la información tiene el poder”, no pudo evitar convertirse en un simple empresario y Emma en una “inadaptada social” con muchísimo poder. Pieza clave para su empresa pero ella parecía no notarlo, sólo necesitaba para ser feliz ver en concreto lo que ideaba…

Tecleaba y tecleaba… y él sólo le miraba, tenía órdenes de “arriba” de mantenerla contenta pero ella jamás pedía nada, parecía no necesitar nada… ni a él, ni el dinero, ni el reconocimiento. Bastaba con una estudiante trastornada y un montón de lata oxidada colocada en un rincón… ¿Cómo hacía para conformarse con tan poco?…Esa no era la pregunta y volvió a reformular… ¿Qué la colmaba tanto?

- Ya soy persona – Lara entraba con dos tazas de café y una sonrisa radiante – Es mi décimo… Jefecito, pero no se preocupe no agarraré el vicio – Emma ya estaba sonriendo y Dennis, sin poder evitarlo, también…

- No es bueno para la salud, beber en demasía… – Emma le aconsejó – café, ni alcohol… – pensó una vez más en ella – ni bebidas energizantes… bueno, supongo me entiendes – sino frenaba comenzaría por las explicaciones desde los motivos psicológicos ingesta, siguiendo por los trastornos fisiológicos, hasta la excreción de la noxa…      

- Síííí… Todo lo rico hace mal al organismo… – simplificó a grandes rasgos – …pero es lo único que me mantiene despierta – pasó a dejar las tazas sobre la mesada.

- Lara… – Cruzó la última mirada con Emma y se dirigió a ella – Escucha… 

- ¿Me despedirán? – Golpeó la mesada con el puño cerrado mientras con la otra mano agarraba su cabeza – escuché que la empresa no esta bien – le miró a Dennis casi rogando – pero yo sólo soy una simple becaria y mi sueldo es mínimo…

- Lara… – Emma intentó hacer que escuchara

- Ahora tendré que ir con los del Ejército – Miró a Emma – Y sabes que ropa de camuflaje no es lo mío – Ahora pasó a hablarle a Dennis – Una vez vestía un pantalón de…

- Lara – Dennis le indicó que frenará con su mano – Sólo quiero decirte que ha partir de este momento formas parte de la empresa

- Yo ya soy parte de la empresa – los miró a los dos –… trabajo aquí – se encogió de hombros. 

- Formas parte de la plantilla permanente… Felicitaciones – dijo pausadamente no queriendo dejar lugar a dudas

- ¿Qué? – susurró bajito no entrado en conciencia de lo que se le decía. Este puesto lo deseaba desde que había comenzado su pasantía pero sabía que había gente que tenía más experiencia en la materia y por ende muchas más posibilidades de conseguirlo – No lo puedo creer – llevó la mano a su boca para esconder esa sonrisa que se le formaba 

- Créelo – dijo él – la empresa se encargará de que termines tus estudios y pagará la matriculación. El lunes pasa por mi despacho a dejar tus papeles con mi secretaria – Y salió de la misma manera en que había entrado, silencioso.

- Maldito… – murmuró Emma al ver que había conseguido tan sólo una parte, sobre la máquina no había dicho nada – Ay!!! – de pronto, un abrazo le llegaba por la espalda.

- ¿Puedes creerlo? – chilló tan fuerte en su oído que casi le rompe el tímpano. Apretaba cada vez más fuerte a Emma  mientras la balanceaba. – ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! – y comenzó a dar pequeños brincos, llevando a la rubia en su festejo eufórico, un apretón más fuerte y un beso en su cabeza y por fin la liberó. – No puede ser… – se agarró la cabeza y miraba alucinada toda la habitación… Emma tuvo un recuerdo de su primer “gran logro”, ella no había saltado ni abrazo a su jefe sin su consentimiento pero recordaba perfectamente la sensación de pertenencia sobre lo material, era imposible no mirarlo con nuevos ojos, antes sólo existía la esperanza de obtenerlo y ahora la esperanza de no estropearlo todo… “de caber en el zapato”… cada logro, a partir de ese momento, se convertía también en una gran responsabilidad…  

- Mis felicitaciones – dijo mientras le sonreía y volvía a colocarse en frente al ordenador

- Todavía no caigo – le contestó – cuando entre en conciencia de lo agradeceré

- De acuerdo – y comenzó a teclear una vez más 

- ¿No le habrás obligado a que me diera el puesto, no? – preguntó acercándose a ella y cruzando los brazos ante la indignación

- ¿Qué te hace pensar eso? – No la miraba intuyendo que su próxima contestación sería una gran mentira

- No sé… Quizás porque cuando llegué estaban los dos aquí… y no hablando sino callados como quien recién termina de tener una gran discusión – se encogió los hombros – A ver dime…

- ¿Has deducido todo eso por qué cuando entraste nos vistes callados? – la miró como diciendo a mi me parece que “imaginas demasiado”

- ¡No! – La miró a los ojos – lo he deducido por que me han dado un puesto que decenas de personas desean…

- Será – Sonrió orgullosa de no equivocarse con respecto a la inteligencia de la niña – que realmente te lo mereces…

El silencio reinó en el lugar un momento, sabía que lo que estaba haciendo Lara era evaluar todas las opciones… y hasta que no lograra tensionar cada unas de las cuerdas, que ataban los cabos, con racionalidad, no esbozaría otra palabra

- Soy una genio en potencia – dijo con aire de suficiencia – por eso me han dado el puesto – y se apoyaba despreocupada sobre la mesada

- Genio en potencia debemos arreglar esa cosa – señaló a la máquina – si quieres salir en algún momento de aquí – y se acercó a al problema dispuesta a ponerse manos a la obra
- ¿Puedes mandarme de esta manera ahora que soy de planta permanente? – preguntó cuando llegó a su lado 

- Soldador electrónico – Demandó – No has hecho más que echarte más cadenas encima… 

- Toma – le pasó la herramienta – ¿Y si pido que me reubiquen? 

- Un gran error… – se ubicó mejor para trabajar –…porque en ese caso recibirías órdenes de personas sexagenarias y te puedo asegurar que son más intransigentes que yo…

- Era una sugerencia – dijo en tono de disculpas – sólo quiero ver todo el abanico de posibilidades 

- Es tu derecho y ahora debes decidir. Pásame un paño… ésta mierda pierde aceite 

- Aquí… – alcanzó lo que se pedía – ¡Qué decisión más difícil! – resopló haciéndose la que se lo pensaba seriamente – ¿La rubia loca o los viejitos decrépitos?

- Hey – salió sólo para mirarla – no estoy loca 

- Noooo… Si todo lo que haces es de lo más normal… Eres la única persona que conozco que almuerza leyendo un libro

- Me gusta la lectura – se defendió 

- ¿Lees mientras conduces? 

- No, eso sería una imprudencia 

- ¿Prefieres leer a hablar con otras personas? – rebatió rápidamente 

- Sí – contestó al instante 

- ¿Ves? – Se encogió de hombros – no eres una persona normal… 


El tibio sol comenzaba a alcanzar sus ojos, estiró todo su cuerpo, como era habitual, pero esta vez esperando chocarse con ella en algún lado de la cama. Abrió los ojos definitivamente al ver que no estaba, también como era habitual, se sintió enfadada, esperaba poder despertar junto a ella después de tan maravillosa noche y se asustó de sus propios pensamientos. Mientras se sentaba en la cama y abrazaba sus rodillas se preguntaba ¿Qué era lo que le pasaba con Emma?

Estuvo varios minutos en la misma posición machacándose la cabeza con preguntas pero tan sólo abrían enormes huecos a lo poco que sabía sobre ella… ¿No hubiera sido más fácil pedirle una cita he irse conociendo poco a poco? ¿Hubiera tenido el valor para hacerlo? ¿Hubiera llagado a tal punto si realmente la conocía?... Le gustaba el halo de misterio que la cubría, de alguna manera enfermiza le incitaba a más. Era buen amante, de eso no cabía duda, quizás el mejor de los amantes que pudiera desear, no preguntaba, no exigía y siempre parecía estar predispuesta a sus caprichos sexuales…

Pensó en que quizás sería bueno conservarla así, en este punto, el camino ya estaba recorrido y no se veían grandes nubes a lo lejos. Podrían acostarse cada vez que lo quisieran, sin pasar por lo tedioso del sentimentalismo, se veía fácil, algo así como lo de Ben pero sin la amistad y con mucho más deseo, sin arrepentimientos por las mañanas y con unos buenos desayunos… Podría funcionar… 

- ¿A quién quieres engañar? – suspiró fuertemente derrotada. No podría tener una relación de ese tipo por más que se lo propusiera, si cada copa que tomaba de más sólo le hacía salir corriendo hasta su casa a suplicar que la besase. – ¿Por qué? – no lograba descifrar que era lo que la movilizaba, y sabía no era eso del misterio, era algo más… algo como el atrevimiento y la recompensa, la trasformación, la autenticidad, el ardor, el placer, el dulce en los besos, la preocupación, la suavidad, los silencios… – Basta… – se obligó a dejar de pensar y se levantó de la cama con rumbo a la cocina.

Cuando llegó, después de haberse vestido, encontró el desayuno sobre la mesa y una nota, al lado un manojo de llaves. Reconoció el papel al instante y se acercó a él con una sonrisa en los labios.

-…Lo que dejaste en mi casa después de salir corriendo como una despavorida… – Leyó lo que ella misma había escrito en el papel la mañana anterior –…Lo que dejaste en mi casa después de… – y allí terminaba la nota – ¿Después de qué? ¿Qué me he dejado? – se preguntó extrañada y miró las llaves pensado en que posiblemente fueran las suyas y lo vio, su pendiente y en acto reflejo llevó la mano a su oreja – ¡¡¡Oh!!! – Sorprendentemente no había notado su ausencia y eso que era su pendiente preferido. – No puedes ni escribirlo… Profesora Müller – pasó los dedos por sus labios recordando el sabor de su piel

Ring…Ring… Ring. El sonido el teléfono la sacó de su ensañamiento. Se acercó, como un rayo, a la mesilla en la cual se encontraba y se paró en frente de él, tal vez era Emma quien llamaba y con la duda de levantar el tubo o no, saltó el contestador – Emma Müller, por favor deje su mensaje – sonrió al escuchar lo formal y escueto de la grabación – Piiii – Soy Bodo, hoy se cierra un contrato y quiero que estés presente, voy a reservar mesa en el restaurante que esta cerca de tu trabajo. Esto entra en tu contrato así que no quiero quejas… Bueno, Jenny está a cargo pero ya sabes no me fío de ella, por favor mantenla vigilada – Piii. Jenny estaba con la boca abierta, el muy desgraciado como siempre estaba interfiriendo en su trabajo…

De nuevo el sonido del teléfono deja sus cavilaciones a la mitad y otra vez el contestador – Mira no es que haga de casamentero… Si quieres mi opinión para mi es una rica caprichosa que no tiene ni puta idea de lo quiere… Que sólo se divierte contigo porque es lo único que sabe hacer y si te lo digo es porque la he visto jugar con otros… pero esto… esto es trabajo y te agradecería que lo hicieras bien… Jenny se quedó un segundo pensando – Maldito boícoteador… ¿No podías decirle peores cosas acerca de mí? – Preguntó gritando con rabia al aparato como si Bodo pudiera oírla – ¿Qué sabrás tú acerca de lo que quiero? ¡Ahh! – golpeó sus piernas con las manos
Y una tercera vez el teléfono volvió a sonar, Jenny estaba dispuesta levantar el tubo si se trataba de Bodo para decirle un par de cosas ofensivas, el contestador – Emma… Soy tu madre – el enojo desapareció al instante – He intentado en el móvil pero lo tienes apagado… sólo quiero saber que día estarás en casa así te dejo la comida, que de seguro comes porquerías en la calle… Ah! y tu padre dice que le vengas a visitar… Adiós cariño – La madre… eso si no se lo esperaba. 

Se sentó en la mesa y se dispuso a desayunar tranquila, ya se encargaría de Bodo después de cerrar el trato, lo único bueno de la mañana era que podría almorzar con Emma y quizás aprovechar para tener una pequeña charla…                            


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