Nos casábamos Estela y yo, estábamos en plena preparación del evento, era cansado, hacía dos días que no parábamos, que sí el local para celebrar, que sí la ropa, que sí las invitaciones, dos días y dos noches, porque estas las aprovechábamos, para tener algo de intimidad que estos locos días nos habían robado.
Estaba reventada. Estela estaba preciosa estos días tan atareados le daban un brillo diferente, irradiaba hermosura.
-Carolina, marcho para cambiarme, te espero en el juzgado ¿No me dejes plantada? ¡eh!
-No te preocupes cariño estaré, ni un tornado me separará de ti. Te quiero.
-Yo también adiós amor.
La despedí en el porche de la casa de mis padres, la besé con ternura y con la mirada la dejé marchar.
-Mamá subo a la habitación, llámame dentro de un rato
-Si no te preocupes, Carolina.
Abrí la puerta de la habitación era gracioso toda la vida me había molestado ese ruido que hacía pero nunca la arreglé , era un sonido como algo así ÑIÑIÑIÑIÑI, además era sonoro se sentía en toda la casa, cerré la puerta y me senté en la cama.
De pronto sonó el móvil ¡ring, ring! era un mensaje me acerqué para leer el mensaje: “Sol caliente, te espero. C/roca nº5”.
Me levanté y en diez minutos estaba frente de una puerta de roble negra, acerqué mi mano al timbre y pulsé con mi dedo, al segundo una mujer de unos treinta y pico con mechas, alguna cana que le hacían un poco interesante me dijo:
-Hola sol caliente, quiero lo de siempre, tú ya sabes.
Me senté en la cama cogí un libro de poesía con mi mano izquierda y comencé a leer, y con la derecha iba subiendo lentamente la falda de la chica, hasta llegar a su sexo y allí permaneció hasta que la lectura se hizo una mezcla con sus gemido, terminé, cogí los quinientos euros y salí de la casa. No podía creerlo esto no podía pasarme, dentro de unas horas me iba a casar con la mujer más hermosa ¿Qué me pasaba? Eso que había hecho no era amor, ni comparación de cuando Estela y yo nos fuimos a un cine, no para ver la película ¡Desde luego¡ sino a sentir nuestros cuerpos, aquello sí que fue amor, nuestras manos ávidas de deseo se encontraron en la oscuridad del cine su mano se acerco a mí y se perdió entre mi cuerpo e igualmente la mía se perdió en el suyo, aquello si fue amor, no lo que yo acababa de hacer.
¿Qué me estaba pasando? Llegué a casa y antes de terminar de ducharme sonó nuevamente el móvil: ¡ring, ring!: c/ almirante nº8 2ª 3ª.
No me lo podía creer pero allí estaba tocando el timbre, esta vez la chica era ya un poco mayor, me señaló una habitación, y allí me fui, encima de la cama había un traje de cuero, un antifaz, una fusta y unas esposas, sin darme cuenta estaba enfundada en ese traje, con la fusta en mano me vi azotando a la señora que tenía esposada a la cama. ¿Pero qué estaba haciendo? Yo que toda la vida había creído en la fidelidad, en el amor auténtico, que la promiscuidad me parecía aberrante, mi integridad ¿Dónde estaban mis principios? ¿Dónde todo lo que le había jurado a Estela? Toda la palabrería que le decía cuando las dos jadeantes de amor caíamos rendidas, cuando acariciaba su piel, cuando la miraba a la cara con el corazón en los ojos, no podía estar haciéndole esto, no se lo merecía, ella siempre me amó de una forma diferente, desmontaba mi seriedad con su ternura, mis enfados, mis malos humores con su amor desmedido y ¿Yo? ¿Cómo le estaba pagando? A cada azote que le daba a la señora, a cada golpe, sentía como se me rompía el corazón, estaba rota, el recuerdo de Estela me estaba quebrando el alma, esto no era normal.
Pensé, no puedo casarme con ella, no puedo decirle lo que acabo de hacer, a tan sólo dos horas de nuestro enlace, prefiero que me espere eternamente en el altar, que sepa realmente como soy, encontrará otro amor, pero yo no podré encontrar otra Estela.
Llegué a la habitación, no lo pensé, cogí las cuerdas de las cortinas y la colgué del ventilador de techo, hice un nudo y puse la cuerda alrededor de mi cuello, estaba decidido, morir por ella que vivir sin ella, me subí a la silla...
De pronto sentí a lo lejos un ruido ÑIÑIÑIÑIÑI unas voces…
- Carolina, Carolina -un zarandeo en mi hombro y la voz de mi madre me sacó de mi estado.
-Carolina que llegarás tarde, todavía tienes que ponerte los pantalones y el chaleco, date prisa que Estela te espera.
¡¡Oh Dios me había quedado dormida!! Besé a mi madre, me vestí, cogí los anillos y a mi madre de la mano y salimos de esa habitación cerrando la puerta ÑIÑIÑIÑIÑI .
Y mi madre me preguntó:
- ¿Estás bien cariño ?¿Has podido dormir?...
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Riba tenés magia, escribis con magia, no importa el tema, tenés un estilo propio, que se puede reconocer con sólo un párrafo...
ResponderEliminarGracias por compartir...
Un beso...
G. Arg.
Gracias a ti que siempe los lees. Un beso para vos.
EliminarSaludos G.Arg espero sigamos en contacto.
Riba.
la magia sigue y con cada relato mas absorta me kedo, ni de lejos me imaginé el final jajajajaja gracias por otro relato sublime,sigue asi.
ResponderEliminarNo podía dormir y me leído este relato, gracias Riba, tienes una sencillez y unas palabras que te atrapan.
ResponderEliminarmuy buena historia y escribes muy bien te felicito sigue escribiendo
ResponderEliminarun saludo desde México!
Jaja pense q tendria otro final pero este no me lo esperaba
ResponderEliminarLa verdad que si tenes el.talento de emocionarnos por fa segui besotes Ro ARGENTINA
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