Capítulo 3
La luna estaba en todo su
esplendor, hacía frío tanto que me acomode más cerca de la noble por algún
motivo me calentaba mejor que las colchas, tener a mi lado a esta mujer, era
todo lo que una doncella no debería ni siquiera pensar, que dirían mis padres
si se enterasen del trato tan íntimo que estoy dando en este momento.
De todas
las suertes, surgió que tenía ir al baño, tendría que despertarla y se veía
agotada “es una pena incomodarla”, apenas pude moverme entre sus brazos, estaba
tan sujeta por esta mujer. Me detuve recordando que tenía el cuerpo más bonito
que jamás pensé podría existir, a pesar de estar tan sujeta a ella solo había
signo de que estaba cuidándome.
Su cuerpo,
pensé ahora que la tenía tan cerca, no contenía más que músculos tal como
cualquier caballero tendría, su color de piel curtido por los rayos directos
del sol, su cabello a pesar de tenerlo seriamente corto hasta por debajo de los
hombros,era de un color entre rojizo oscuroy casi negro contrastando el color
de sus pestañas más rojiza, sus labios tan bien formados y su nariz tan
perfecta, toda ella lo era, sin embargo me apremiaba mi situación,puse mis
labios cerca de su oído para hacerla que me soltara.
-Suéltame, déjame ir.
-No!
-Vamos, déjame, que tengo que
ir.
-No, por favor, no.
El
cuerpo a mi lado empezó a temblar, sentí que mi cuello se llenaba de lágrimas
quecaian directamente a mi, me estrujaba cada vez más fuerte a ella, no podía
soportar más, mis brazos dolian.
-Solo soy yo,suéltame.Lo dije
tratando de decirlo tranquilamente, aunque no me asustaba,podía ser peligroso.
-Yo, … lo siento, no quise. “La
he lastimado, porque acepté se quedará a mi lado, no debí dejar… soy una idiota”.
Saliendo
por debajo de su cuerpo, corrí hacia el cuarto de baño,cuando regresé,la encontré
sentada en la cama con las manos en la cara. Lentamente me puse de pie frente a
ella, empecé acariciarle su cabello atrayéndola a un abrazo, sin embargo, se
resistía, me arrodillé y seguí abrasándole.
-Estamos bien, nada paso.
Susurre tratando de tranquilizarla, sabía bien que, al regresar, los soldados
tenían problemas, se comportaban distintos, pero con amor podrían volver a ser
la personas que eran o parecerse mucho.
-Te lastime, verdad.Me veía
con ojos llenos de temor.
-No, porque piensas eso.
Mantuve mis caricias en sus brazos o donde pudiera, quería consolarla de alguna
manera.
-Corriste de mí lado, soy
incapaz de estar con alguien sin lastimar, lo siento tanto. Se alejo del abrazo
escondiendo su cara entre sus manos.
-Mírame, vamos mírame. “Como
puede ser tan perfecta aun en ese estado”, aparte suavemente las manos, tomando
su cara con las mías,segura de que estábamos compartiendo más allá de cariño de
hermanas, esto es más íntimo. “Debería odiar esto que siento”. -Eres muy bella.Sonreí
tan abiertamente como pude. - créeme no corrí por alejarme, solo quería ir al
cuarto de baño, tome mucha agua al parecer, nunca me alejaría de ti, menos de
esa forma.
-Mira tus brazos, deberías
irte, no le incomodara a la reina que aparezcas.
-No me iré.
Camino
hacia la antesala como un soldado, mientras se culpaba de ser tan inconsciente por permanecer
tanto tiempo en mi compañía. Se notaba que estaba cada vez más irracional “no me
iré, menos ahora que me necesitas”.
Cada
vez que alguna hablaba lo hacía alzando más la vos, mientras se movía alejándose,
la seguía para contestarle, quedando ya en el centro de la habitación, aundándome
la espalda.
-He dicho que te vayas con la
reina, aquí no eres requerida.
Camine
hasta tocarle la mano derecha, queriendo el calor de su cuerpo, no importaba el
frio que el viento arrastraba o lo helado del piso, solo quería que me dejara
de hacer a un lado, cual fuese la razón.
-Requerida, quien crees que
soy. Susurre con vos temblorosa, suspire conteniendo las lágrimas que empezaba
a formar “bonito, realmente bonito, ahora soy una de esas mujeres”.
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Antes
de contestar, la puerta lateral de la recamara se abrió, ante ellas, estaba la
Reina en su camisón de dormir celeste, con el cabello alborotado y ojos
cansados, se puso delante de las dos y gruño.- ¿Qué está pasando aquí?
La
joven,corrió a los brazos del soldado, la cual fue recibida sin ningún reparo,
dándole la espalda a la reina para resguardarla de ser vista desnuda.-Por qué
entras, sin pedir permiso.
-No me vengas con esas,
porque el escándalo.Apenas termino de gruñirlo dicho, se quitaba un mechón de
pelo, la reina se dio cuenta de la situación. Ambas estaban desnudas y ahora muy
juntas, una sonrisa sonsa y burlona salió sin querer ocultar, vio directo a los
ojos del soldado que por la forma en que tenía el cuello girado,sin dudar iba
doler luego.
-No se te ocurra verla.
-Que estás diciendo, crees
que puedes decirme que hacer.
-No cederé esta vez,
entiendes.
-Ceder, de que me hablas,
Idiota.
-No la veas, no volveré a
decirlo. Grito,aferrando a la mujer en sus brazos.
La Reina
la vio por un largo momento, tratando de entender lo que acababa de escuchar, porque
diría semejante cosa, seguro eran celos por verla desnuda.Paso riéndose por
donde estaban las mujeres, agarro la colcha de la cama y se la puso encima a la
joven tapándola por completo, luego las abrazo a las dos, le dio un beso a la
joven mujer en la cabeza.
-Disculpa pequeña,puedes
dejar a esta idiota y regresar con nosotras a mi aposento, si deseas.
-No soy idiota, deja de
decirme así. Grito.
La
risa de la reina era más fuerte ahora, entendía perfectamente que estaba
sucediendo antes de entrometerse, era una tonta por no haberlo pensado antes,
pero el ruido al otro lado de la puerta tenía nerviosa a la pelirroja, así, que
si no intervenía le preocupaba que fuese alguna salir herida,era mejor
asegurarse y evitar un problema mayor.
Le
costó que la pelirroja se quedara atrás y le permitiera manejar lo que
estuviera pasando, dando su palabra que haría pagar por el actuar de su subdito
si era necesario, aun así, le inquieto ver el comportamiento nuevamente con la pequeña,
pero era mejor dejar para después ese tema.
-Reina, siento haberte
despertado, solo estábamos discutiendo cierto tema, no nos dimos cuenta que
levantábamos la vos. Hablo la joven sin levantar la mirada aún acurrucada en el
pecho.
-Entiendo, si esta idiota te
hace alguna cosa indebida,me avisas para patearle ese flaco trasero.
-De verdad ¿estás bien?regresa
conmigo y con la Reina. La pelirroja estaba cerca de las mujeres abrasadas, a
la espera de la respuesta.
-Agradezco a las dos, pero
estoy bien, ella no ha hecho nada en mí contra, solo estamos aclarando un
malentendido, ahora les pido que vayan a descansar, es tarde.
-Buenas noches entonces,
estaré cerca si necesitas alguna cosa. Dijo la pelirroja esperando a la Reina
para retirarse, aunque continuaba mirando con enojo lo que sucedía.
-Está bien pequeña, solo me
avisas. Se acercó al oídode su soldado susurrando.– Es bonita verdad.
-Es mejor que te comportes.
La
Reina miraba a los ojos,sabía que tenía ganas de darle un golpe, algo que
conocía muy bien, en época anterior había sucedido, al menos por lo que veía,por
el momento no pensaba soltar a la pequeña.
Se río
de la cara enojada, beso a la pequeña en la cabeza que aún estaba acurrucada en
los brazos, al separarse le dio una nalgada fuerte y sonora al soldado, apurando
el paso para alejarse de ellas,la pelirrojagrito por el jalón asombrada, pero corrió
a la par de la Reyna mientras huía.
-Hay, eso dolió.
-Compórtate entonces. Grito
la Reina dando un portazo al salir de la Habitación.
Aún
abrasadas esperaron que la puerta fuera clausurada, pero ambas sabían que sin
llave por si ameritaba abrirse. El soldado se sobo la nalgada mientras pensaba
que era lo que la había hecho reaccionar de esa manera, debía dejar de pensar
de esa forma, ella no iba a querer estar a su lado, tan segura de eso, suspiro con pesar.
-Podemos ir a la cama, hace mucho frío aquí. Susurro la joven.
-Deberías vestirte e irte con
ellas.
La
joven levanto su mirada sin apartarse. -He dicho que me quedo, ahora regresemos
a la cama que tengo frió y no quiero enfermarme por una tontería como esta.
Se
dirigió a la cama sonriente,siguiendo a la joven que se apuraba quejándose por
el frío, se acomodaron de forma que la cabeza del soldado estaba apoyada en su hombro,
ninguna decía nada, solo los cuerpos rozando y entrelazando las piernas,
entrando casi en contacto de las partes íntimas.
-Estoy en el cielo.
-Entonces tu cielo es mi
cielo. Contesto la joven mientras acariciaba el cabello.
Si no
tenía cuidado pronto tendría problemas, uno del que no podría recuperarse, sentir
el baile de ese joven corazón, hizo que surgiera un sentimiento tan olvidado
que note pequeñas lagrimas saliendo sin permiso. -No quiero dormirme, puedo
lastimarte. “Porque digo lo que pienso”.
-Calla, no vas a lastimarme,
lo sé.
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