Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Reinos - Enamorándome del cielo azul - Júpiter Asterix - 3

Capítulo 3


La luna estaba en todo su esplendor, hacía frío tanto que me acomode más cerca de la noble por algún motivo me calentaba mejor que las colchas, tener a mi lado a esta mujer, era todo lo que una doncella no debería ni siquiera pensar, que dirían mis padres si se enterasen del trato tan íntimo que estoy dando en este momento.


De todas las suertes, surgió que tenía ir al baño, tendría que despertarla y se veía agotada “es una pena incomodarla”, apenas pude moverme entre sus brazos, estaba tan sujeta por esta mujer. Me detuve recordando que tenía el cuerpo más bonito que jamás pensé podría existir, a pesar de estar tan sujeta a ella solo había signo de que estaba cuidándome.

Su cuerpo, pensé ahora que la tenía tan cerca, no contenía más que músculos tal como cualquier caballero tendría, su color de piel curtido por los rayos directos del sol, su cabello a pesar de tenerlo seriamente corto hasta por debajo de los hombros,era de un color entre rojizo oscuroy casi negro contrastando el color de sus pestañas más rojiza, sus labios tan bien formados y su nariz tan perfecta, toda ella lo era, sin embargo me apremiaba mi situación,puse mis labios cerca de su oído para hacerla que me soltara.

-Suéltame, déjame ir.

-No!

-Vamos, déjame, que tengo que ir.

-No, por favor, no.
El cuerpo a mi lado empezó a temblar, sentí que mi cuello se llenaba de lágrimas quecaian directamente a mi, me estrujaba cada vez más fuerte a ella, no podía soportar más, mis brazos dolian.


-Solo soy yo,suéltame.Lo dije tratando de decirlo tranquilamente, aunque no me asustaba,podía ser peligroso.

-Yo, … lo siento, no quise. “La he lastimado, porque acepté se quedará a mi lado, no debí dejar… soy una idiota”.

Saliendo por debajo de su cuerpo, corrí hacia el cuarto de baño,cuando regresé,la encontré sentada en la cama con las manos en la cara. Lentamente me puse de pie frente a ella, empecé acariciarle su cabello atrayéndola a un abrazo, sin embargo, se resistía, me arrodillé y seguí abrasándole.

-Estamos bien, nada paso. Susurre tratando de tranquilizarla, sabía bien que, al regresar, los soldados tenían problemas, se comportaban distintos, pero con amor podrían volver a ser la personas que eran o parecerse mucho.

-Te lastime, verdad.Me veía con ojos llenos de temor.

-No, porque piensas eso. Mantuve mis caricias en sus brazos o donde pudiera, quería consolarla de alguna manera.

-Corriste de mí lado, soy incapaz de estar con alguien sin lastimar, lo siento tanto. Se alejo del abrazo escondiendo su cara entre sus manos.

-Mírame, vamos mírame. “Como puede ser tan perfecta aun en ese estado”, aparte suavemente las manos, tomando su cara con las mías,segura de que estábamos compartiendo más allá de cariño de hermanas, esto es más íntimo. “Debería odiar esto que siento”. -Eres muy bella.Sonreí tan abiertamente como pude. - créeme no corrí por alejarme, solo quería ir al cuarto de baño, tome mucha agua al parecer, nunca me alejaría de ti, menos de esa forma.

-Mira tus brazos, deberías irte, no le incomodara a la reina que aparezcas.

-No me iré.

Camino hacia la antesala como un soldado, mientras se culpaba de ser tan inconsciente por permanecer tanto tiempo en mi compañía. Se notaba que estaba cada vez más irracional “no me iré, menos ahora que me necesitas”.

Cada vez que alguna hablaba lo hacía alzando más la vos, mientras se movía alejándose, la seguía para contestarle, quedando ya en el centro de la habitación, aundándome la espalda.

-He dicho que te vayas con la reina, aquí no eres requerida.

Camine hasta tocarle la mano derecha, queriendo el calor de su cuerpo, no importaba el frio que el viento arrastraba o lo helado del piso, solo quería que me dejara de hacer a un lado, cual fuese la razón.

-Requerida, quien crees que soy. Susurre con vos temblorosa, suspire conteniendo las lágrimas que empezaba a formar “bonito, realmente bonito, ahora soy una de esas mujeres”.



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Antes de contestar, la puerta lateral de la recamara se abrió, ante ellas, estaba la Reina en su camisón de dormir celeste, con el cabello alborotado y ojos cansados, se puso delante de las dos y gruño.- ¿Qué está pasando aquí?

La joven,corrió a los brazos del soldado, la cual fue recibida sin ningún reparo, dándole la espalda a la reina para resguardarla de ser vista desnuda.-Por qué entras, sin pedir permiso.

-No me vengas con esas, porque el escándalo.Apenas termino de gruñirlo dicho, se quitaba un mechón de pelo, la reina se dio cuenta de la situación. Ambas estaban desnudas y ahora muy juntas, una sonrisa sonsa y burlona salió sin querer ocultar, vio directo a los ojos del soldado que por la forma en que tenía el cuello girado,sin dudar iba doler luego.

-No se te ocurra verla.

-Que estás diciendo, crees que puedes decirme que hacer.

-No cederé esta vez, entiendes.

-Ceder, de que me hablas, Idiota.

-No la veas, no volveré a decirlo. Grito,aferrando a la mujer en sus brazos.

La Reina la vio por un largo momento, tratando de entender lo que acababa de escuchar, porque diría semejante cosa, seguro eran celos por verla desnuda.Paso riéndose por donde estaban las mujeres, agarro la colcha de la cama y se la puso encima a la joven tapándola por completo, luego las abrazo a las dos, le dio un beso a la joven mujer en la cabeza.
-Disculpa pequeña,puedes dejar a esta idiota y regresar con nosotras a mi aposento, si deseas.

-No soy idiota, deja de decirme así. Grito.

La risa de la reina era más fuerte ahora, entendía perfectamente que estaba sucediendo antes de entrometerse, era una tonta por no haberlo pensado antes, pero el ruido al otro lado de la puerta tenía nerviosa a la pelirroja, así, que si no intervenía le preocupaba que fuese alguna salir herida,era mejor asegurarse y evitar un problema mayor.

Le costó que la pelirroja se quedara atrás y le permitiera manejar lo que estuviera pasando, dando su palabra que haría pagar por el actuar de su subdito si era necesario, aun así, le inquieto ver el comportamiento nuevamente con la pequeña, pero era mejor dejar para después ese tema.

-Reina, siento haberte despertado, solo estábamos discutiendo cierto tema, no nos dimos cuenta que levantábamos la vos. Hablo la joven sin levantar la mirada aún acurrucada en el pecho.

-Entiendo, si esta idiota te hace alguna cosa indebida,me avisas para patearle ese flaco trasero.

-De verdad ¿estás bien?regresa conmigo y con la Reina. La pelirroja estaba cerca de las mujeres abrasadas, a la espera de la respuesta.

-Agradezco a las dos, pero estoy bien, ella no ha hecho nada en mí contra, solo estamos aclarando un malentendido, ahora les pido que vayan a descansar, es tarde.

-Buenas noches entonces, estaré cerca si necesitas alguna cosa. Dijo la pelirroja esperando a la Reina para retirarse, aunque continuaba mirando con enojo lo que sucedía.

-Está bien pequeña, solo me avisas. Se acercó al oídode su soldado susurrando.– Es bonita verdad.

-Es mejor que te comportes.

La Reina miraba a los ojos,sabía que tenía ganas de darle un golpe, algo que conocía muy bien, en época anterior había sucedido, al menos por lo que veía,por el momento no pensaba soltar a la pequeña.

Se río de la cara enojada, beso a la pequeña en la cabeza que aún estaba acurrucada en los brazos, al separarse le dio una nalgada fuerte y sonora al soldado, apurando el paso para alejarse de ellas,la pelirrojagrito por el jalón asombrada, pero corrió a la par de la Reyna mientras huía.

-Hay, eso dolió.

-Compórtate entonces. Grito la Reina dando un portazo al salir de la Habitación.

Aún abrasadas esperaron que la puerta fuera clausurada, pero ambas sabían que sin llave por si ameritaba abrirse. El soldado se sobo la nalgada mientras pensaba que era lo que la había hecho reaccionar de esa manera, debía dejar de pensar de esa forma, ella no iba a querer estar a su lado, tan segura de eso, suspiro con pesar.

-Podemos ir a la cama, hace mucho frío aquí. Susurro la joven.

-Deberías vestirte e irte con ellas.

La joven levanto su mirada sin apartarse. -He dicho que me quedo, ahora regresemos a la cama que tengo frió y no quiero enfermarme por una tontería como esta.

Se dirigió a la cama sonriente,siguiendo a la joven que se apuraba quejándose por el frío, se acomodaron de forma que la cabeza del soldado estaba apoyada en su hombro, ninguna decía nada, solo los cuerpos rozando y entrelazando las piernas, entrando casi en contacto de las partes íntimas.

-Estoy en el cielo.

-Entonces tu cielo es mi cielo. Contesto la joven mientras acariciaba el cabello.

Si no tenía cuidado pronto tendría problemas, uno del que no podría recuperarse, sentir el baile de ese joven corazón, hizo que surgiera un sentimiento tan olvidado que note pequeñas lagrimas saliendo sin permiso. -No quiero dormirme, puedo lastimarte. “Porque digo lo que pienso”.


-Calla, no vas a lastimarme, lo sé. 
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