Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Reinos - Enamorándome del cielo azul - Júpiter Asterix - 1


Capítulo 1

Era aún de día, no podía arriesgarme, tendría que acercarme lentamente mientras llega la noche pensé resuelta a no dejarme ver, dirigí mi corcel cercano al bosque, aunque al hacerlo me rezagara más.Sentía por el paso de mi corcel y su desaliento que en cualquier momento haría más larga mi llegada, mire el castillo y pensé “Al menos los habitantes están a salvo, ella también”.


Mientras obligaba a mi cuerpo permanecer alerta,admiraba como el castillo se presentaba ostentoso, desde esta distancia llegaría al menos por la noche. Los muros que tanto me enorgullecía estaban inmutable ante los inviernos que estuve lejos, sonreí pensando que nunca desaparecería, no mientras respirara.

El tiempo pasaba y mi cuerpo exhausto pronto hizo de mí, un bulto, inerte, ya no sabía si lograría llegar, los recuerdos tristes de ese lugar me atormentaban y con ellos mi temor a ver a la persona por la que había escapado, suspire tratando de apartar esos pensamientos, no era el momento de lloriquear.

Deje cada parte de mi armadura como migas de pan tiradas por donde pasaba, mire hacia arriba y me pregunte eran esos pájaros reales:- ¡Vuelan por mi carne, inmundos carroñeros!, grite.

Esos seres despreciables me perseguían nuevamente o simplemente los imagine, no podía saber que era lo que mis ojos veían en realidad, imploré por todo lo sagrado llegar completa, no fuese que uno de esos pájaros me quitase un pedazo de mi carne.- ¡No podrán acercarse a mí, antes muerta!


Una risa temblorosa sonó de mis labios, porque me empeñaba a continuar, era mejor dejar que acabara todo este suplicio de una vez, pero no podía dejar que alguien más diera la noticia.

Lo efímero de la vida, pensé en ese momento, tanto que tenía a disposición, sobre todo oro, sin embargo, de que sirve cuando en estos momentos ni siquiera podría morir como una persona querida, con una familia y asegurando que el nombre de la casa continuara inmutable ante el tiempo como el castillo mismo.

De pronto todo volvió a mí, tan rápido que sentí como los gritos, las flechas y la sangre que corría por todo mi cuerpo, me produjo arcadas, mi cuerpo temblaba de ver cada una de las caras que quedaron atrás y ser la única sobreviviente, mi corcel cayo y desperté de mi letargo.

Me arrodillé rápidamente frente a él, acompañándole en los últimos suspiros,me despedí dándole las gracias,empecé a caminar entre los rayos ponientes del sol, con solo mi espalda y mi daga, no tenia idea de cuanto tiempo habia pasado pero sonreí al acercarme por fin, mientras me dirigía a la entrada secreta del castillo un guardia se dirigió a mí:

- ¡Dime, quien eres!

- ¡Soldado, desconoces a quien te formó!

- ¡Quien me formó, me daría palos, si después de esa respuesta aún respiras! Grito el soldado.

- ¡Bien dicho!, entonces escucha.

Apenas dije el nombre, todas las flechas fueron prudentemente colocadas fuera de mi cuerpo,esperé apenas manteniéndome en pie mientras que uno de ellos se dirigía para comprobar.

- ¿Qué ha pasado?... ¡Bajen las armas y ayúdenme a llevarla dentro!

-Llévame directo a ver a la Reina. Qué nadie más sepa de mí.

El soldado que por el momento no venía a mí el nombre,me guió,noté que estábamos en el pasillo que pocos conocían del castillo. Confusa de tanto pensar como reaccionaria con la noticia deje que me guiara, seguramente mi cabeza rodaría, pero era mi deber, no dejaría que alguien le dijera.

Note a los guardias reales fuera de la habitación preparados para cualquier resolución, me sentí orgullosa de haber sido quien preparase la escolta real, fieles súbditos que darían la vida sin dudarlo.

Un apagado “adelante” se escuchó y me fue abierta la puerta.Entre al aposento de mi señora, sin levantar la vista, ya mi cuerpo no me respondía cuantos días habrían pasado, ni siquiera podía saber que tan tarde era, todo me daba igual.

- ¿Ya has vuelto?, ¿porque vienes tan tarde?

-Disculpa mi señora, es importante.

- Entonces acércate.

Mis pasos eran lentos, mi estomago empezó a revolverse, como podría suceder si ya había asegurado de tener comida dentro.Pase la entre sala para dirigirme a mi señora, era un espacio que conocía bien, el olor que emanaba me hacía revivir muchas noches que pase junto a ella.Salude poniendo mi rodilla al suelo con el puño al lado de mi corazón, siempre a su servicio.



- ¿Qué pasa?, dímelo ya.

-Hace unos días, mientra revisamos los bosques altos, fuimos atacados.

- ¿Cuantos perdimos?

-Todos los que me acompañaban.

Una vos susurro algo,estaba acompañada, como no advertí antes “será ella” levanté la mirada y junto a la Reina estaban dos mujeres de hermosa apariencia, las cuales se aferraban a un brazo de mi señora, que estaba sentada con su vestido de dormir.

- ¿Cuéntame?Exigió alzando la vos, cambiando tan rápidamente en modo monarca, como me ponía furiosa cuando hablaba de esa forma conmigo.

-Mi señora, el carruaje en el que era transportado la princesa Leonora fue interceptado, no he podido dar con ella.Era el momento decisivo para ver como reaccionaria conmigo, estaría a salvo o enviada a tortura no importaba mucho, como explicar mi frustración ante ese suceso.

-Yporque no fui inmediatamente comunicada.

En un segundo la tenia de pie frente a mí, levante la mirada nuevamente y mire a las dos mujeres aún aferradas a cada brazo de mi señora, porque hasta ahora las veía, no parecían ser habitantes del Castillo. Más intrigada aún, porque ellas tenían potestad de estar presente cuando era un tema delicado. Dirigí nuevamente la mirada a mi señora.

-Estuve desde hace días recorriendo todo el lugar, con mis guardias, no pensé en nada más desde ese momento solo que dar con ella, pero no logré encontrarla.

-Revisaste todo el bosque, porque no la encontraste.

Grito hacia mí, de pronto con una de sus manos hizo mi cabeza hacia atrás agarrando mi cabello. Una de las mujeres, llego a su lado y le susurro algo, porque ellas se metían en los asuntos que no tenían derecho. Se volvió ante la mujer pelirroja, sonriéndole, me soltó y grito nuevamente ante mi mirada:

-Alguien tiene que pagar por esto, es Leonora de la que hablamos. 

Era algo con lo que contaba que pasaría, saque mi daga y la puse frente a mi garganta. -He deshonrado tu confianza nuevamente, haz lo justo entonces.

Las tres mujeres se volvieron a mí, ninguna decía nada, un gran silencio invadió el dormitorio, solo me importaba hasta ese momento la resolución que daría.

Una de ellas dijo en vos alta “eso no es necesario”, la otra mujer confirmo la primera diciendo “será un desperdicio si lo haces”. Mi señora las vio a cada una de ellas, sonriendo a la pelirroja le dio un beso en la mejía y le contesto tan cariñosamente que me habría gustado escuchar las palabras. Luego se volvió a mí, tomo la daga con una mano, con la otra tomo de mi brazo y me jalo a su lado en un abraso.

-Crees que dudo de ti, necesito decirte acaso cuanto te quiero, aclararte que te extraño muchísimo.

-No sigas, es de Leonora de lo que hablaremos… Todo fue tan rápido, aun no sé qué paso.

Mis lagrimas corrían y no podía detenerlas, respondí al abraso, mientras sentía su calor. No tenía más duda que el amor que sentía por ella, nunca otro lo igualaría, pero también sabía que ella podría exiliarme nuevamente con solo enojarse.

-Idiota, agradezco a los dioses que estas completa delante de mí.

-Gracias a mis hombres, dos murieron mientras nos retirábamos y los últimos dos más cercanos me abrazaron para protegerme cuando caímos en el derrumbe.

-Entonces les agradeceré a sus familiares por haberte salvado,si alguna cosa te pasará sufriría eternamente, deberías saberlo.La Reina recorrían mi cuerpo que sostenía con su mano tratando de creer que era verdad.

-Uf!, que horrible hueles. La risa de ella sonaba tan alta que tranquilizaba los temores que cargaba continuamente.

 - Ya tienes una idea de tu olor luego de una semana en el bosque.

-Tonta, ¿Herida?

- No creo!

Agarro con una mano el mentón, paso sus manos nuevamente por mi cuerpo asegurándose que lo que decía era cierto mis ojos le darían la respuesta, al terminar me estrecho nuevamente en sus brazos, quedando de esa forma por un buen tiempo,se aseguró que la viera a los ojos ahora rojo.

-A qué has venido.

Escuchar la pregunta, resurgió en mi la rabia y temor, sobre todo, que había pasado con ella, donde estaba, porque estaban estas mujeres con ella, pero no iba a hablar de eso, no podría mantenerme serena.-He regresado para llevar más hombres y traer conmigo a la princesa Leonora. Me apresuré a contestarle.

-Eres tan terca, tienes tanto tiempo fuera, te quedaras en el dormitorio azul, descansa, mañana en la noche cenaras con nosotras y hablaremos.

-Va a requerir asistencia por las heridas.Dijo la mujer de ojos azules con colores tan vivos y pacíficos como parte del cielo mismo.

-Ve con ella y asístela. Dijo la pelirroja.

-Si. Contesto la mujer.

- ¡Mi Reina, puedo regresar a la búsqueda mañana mismo!

- ¡Harás lo que he dicho!, Recuerda quien soy, ahora ve.

-Como disponga, mi Reina.

La mujer de ojos azules, tomo mi mano y se dirigió a la habitación, hasta ese momento sentí que mi cuerpo realmente estaba estropeado, costaba mantenerme de pie.

Sonreí dando la razón mi olor dejaba mucho que desear, mi ropa ahora inservible, lo que era un viaje de rutina, se había convertido en horas de lucha de muerte, la mayoría de mis mejores hombres habían perecido. Me tocaba un arduo camino hacer otros guardias, siempre dispuesto a mis órdenes y fieles a la Reina.

Mientras recorría el ancho pasillo calculaba, cuantos hombres tendría que usar para hacer una mejor búsqueda en el bosque. Petrificada frente a la puerta del dormitorio, cruzo por mi mente una idea, porque no había pensado en eso, una vil persona se prestó para dar información del recorrido, investigaría personalmente quienes estaban detrás de esta traición y con qué propósito, sobre todo me encargaría de arrebatarle la vida del culpable.

-Vamos a entrar. Dijo la mujer a la par.

Miré su mano y luego la mía, no sabía que color eran las mías, tan sucia de lodo y sangre. Ni siquiera pensé en limpiar al menos eso para entrar a ver a la Reina. Solté mi mano, no era digna de estar cerca de ninguna persona siendo tan inútil.

-No tienes por qué asistirme o hacerme compañía, solo dormiré.

-Me quedaría más tranquila si te asisto, además la reina dispuso.

-Si! Se me olvidaba lo terca que es.Ambas sonreímos sabiendo lo cierto que era decirlo.

Hasta ese momento advertí su hermoso vestido, de color verde, tenía una piel tan reluciente llena de vida, seguramente era una mujer de buena casa o solo se había dispuesto a crecer para estar a disposición de la reina.

Ella cerró la puerta detrás de mí, vi la cama grande que me atraía como el dulce a las moscas, me dirigía contenta al fin de llegar, pero la joven mujer me jalo hacia el cuarto de baño, suspiré siguiéndola, al llegar se puso frente a mi viéndome con ternura.

-Te quitaré la ropa para que entres en la tina.

-Tienes una bonita sonrisa. Apenas terminé de decirlo, supe que no solo lo había pensado y me inmovilicé.

-Gracias, ahora levanta los brazos y te ayudo a sacar tu ropa. Seguía sonriéndome sin apartar la mirada.

-No!...lo siento (tartamudeé) no quise levantar la vos, solo no quiero..., estoy sucia.

Baje nuevamente la mirada a mis manos, estas manos que hace poco solo eran usadas para tomar la vida de cualquiera que se interpusiese en mi camino, lo mereciera o no.Habían sido utilizadas solo para destruir, ¿será que nunca tendría lugar una vida simple? como las que había escuchado de los guardias cuando regresaban de visitar a sus familias, no de hecho estas manos nunca sabrían cómo cuidar vidas.

- Déjame asistirte, por favor.


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