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Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 10

¡Feliz 2020! Ojalá hayan podido disfrutar este fin de año, les deseo un gran nuevo año y mucha felicidad n_n
Les advierto que viene mucho drama


CAPÍTULO 10 CONFUSIONES

Natsuki abrió los ojos de golpe pero inmediatamente los volvió a cerrar sintiendo un leve dolor en su cabeza, respiró profundo tratando de relajar los músculos adoloridos, el cuello, la espalda, los brazos, era como si hubiera participado de una batalla la noche anterior, “y que batalla” le dijo su conciencia obligándola a abrir nuevamente sus verdes ojos recordando de golpe una de muchas escenas que se repetirían en su mente ese día, giró el rostro hacia el lado derecho encontrándose con la espalda desnuda de “su esposa”, ahora si en toda regla.

Se levantó muy lentamente esforzándose por no despertarla, se veía tranquila con los ojos cerrados, el cabello castaño desperdigado sobre la almohada y su respiración pausada, trago saliva al sentir los latidos acelerados en su pecho, dos palabras se repetían incesantemente en su cabeza “es mía, es mía”, levantó la sábana descubriendo su desnudez y no pudo evitar sonrojarse, despacio se fue moviendo hacia el lado izquierdo para llegar a la orilla de la cama, puso un pie sobre la alfombra, luego el otro, hacía frío esa mañana, pero no lo sintió, con la mirada ubico toda su ropa tirada en el suelo, recogió la camisa ya inservible pues estaba sin botones, el pantalón era lo único que se había salvado por lo que sin hacer mucho ruido se lo puso junto a la chaqueta y así, descalza, salió de la habitación.
Incapaz de darle la cara a la castaña dirigió sus pasos hacia la recamara que antes le pertenecía, cuando era solo Natsuki, allí encontraría que ponerse y podría tomarse un baño tibio, eso le daría el tiempo justo para pensar en la noche anterior, pero sobre todo para pensar en todo ese cúmulo de emociones que la estaban volviendo loca.  
Al despertar la de iris sangría tuvo unos momentos de contemplación que le permitieron entender una disyuntiva nefasta en sus circunstancias, la idea de otro cuerpo moviéndose tan deliciosamente sobre el suyo, de otras manos y labios recorriendo cada centímetro de su piel… se tornaba imposible y odiosa. Que terrible dilema había sido conocer a la persona indicada cuando la gloria de aquellos momentos compartidos, son el producto de las hábiles actuaciones de alguien que solo está de paso en aquella pantomima. Consciente de aquella circunstancia, Shizuru se abrazó a sí misma intentando mantener la compostura y retener el llanto de la nostalgia de lo que su entrega ahora significaba, minutos antes había sentido el tenue deslizar de Natsuki sobre la cama, sabía que huía, pero lo dejo ser, no sentía la suficiente fuerza para enfrentarla.
Pasados unos minutos decidió que lo mejor era tomar un baño, dentro de poco vendrían a buscarla para la hora del desayuno y debía prepararse.
Al terminar salió al pasillo donde una mucama ya la esperaba para llevarla hacia el comedor, camino en silencio hasta la estancia notando que “el” aún no se había presentado, saludo al rey Keinji con una inclinación de cabeza, un buenos días a su prima y otro a la Condesa Tokiha, ambas hablaban animadamente de los acontecimientos de ese día, tendrían que salir en carrozas hasta el poblado de Tateshina, donde se encontraba el monte en el que había sido otorgada la reliquia a la familia Kruger. 
―Buenos días― Una joven mujer de largos cabellos cobalto, se encontraba en la entrada del comedor, se abrigaba del frío con una capa de piel de lobo blanco cuyo broche exponía el escudo de armas de la familia real, llevaba puesta una camisa de lino blanco con ataduras cruzadas en el pecho, la prenda bordada en hilo azul y de aspecto holgado, se ajustaba al delicado talle de la atlética joven por motivo del peto de cuero marrón que hacía las veces de un corsé y sostén para el tejido interior debajo de la camisa. La doncella ostentaba un cinturón con las amarras adecuadas para sostener dos dagas a su espalda y un sable corto en su cadera, a la vez las cintas sostenían una falda de la misma tela que llegaba a lo alto de sus rodillas, donde coincidía con unas botas, y unos pantalones de arquero, apenas un exquisito collar de recia cadena y una hermosa joya diamantina por dije así como la delgada corona en su frente delataban su noble cuna, pues aquella ninfa de los bosques tenía una mirada indómita como inconquistable era su belleza. 
―Querida hija, eres bienvenida, nadie me aviso que habías regresado de tu viaje― El rey se levantó de su silla acercándose hasta la princesa para darle un abrazo ―¿Que está pasando Natsuki? ¿porque te apareces ahora con estas ropas?― el mayor le reclamó en tono bajo al oído.
―¿podemos hablar más tarde? tengo mucha hambre padre― 
―Err...si― se apartó para que ambos pudieran tomar asiento en la gran mesa. ―Lady Fujino, Lady Wong les presento a mi hija Natsuki Kruger, se encontraba de viaje―  ambas mujeres se quedaron en silencio viendo cómo se acomodaba al lado de la Tokiha quien sin reparos la saludo dándole un gran abrazo.
Shizuru escondió la sorpresa inicial detrás de su taza de té, los ojos sangría admiraron fascinados las formas exquisitas que aquella indumentaria le permitían observar de su "cuñada", como en cámara lenta hizo una exhaustiva revisión de las ropas, aquella joven lucía a la moda, nada que ver con esos vestidos pomposos que usaban en la corte, la verdad es que nunca se la había imaginado con esas vestimentas, pero aquella falda, “oh dioses”  le ajustaba tan delicadamente a esa cadera, “y que cadera, ¿recuerdas como la movía anoche en la cama?”
―Shizuru...prima…― La de ojos magma trataba de llamar su atención de forma insistente, pero no lo lograba, por lo que se vio obligada a tocar su rostro hasta que los ojos carmesí se giraron con molestia por la interrupción ―¿estás bien? estas un poco roja― asintió como respuesta esforzándose en quitarse aquellos pensamientos tan poco adecuados para una dama.
―¿Está todo bien Natsuki?― La pelirroja musito por lo bajo al notar que su amiga permanecía en silencio y comía todo lo que tenía enfrente como si no hubiera un mañana, además, claro de lo más obvio, se había aparecido como si nada, vistiendo las ropas que solía lucir cuando Arashi aún estaba allí.
―Tengo hambre Mai― fue lo único que le logro sacar, después de eso, el ambiente se puso tenso, ninguno decía nada, el rey se había marchado a su despacho hacía ya un rato, y tanto Fujino como Kruger ni siquiera se miraban, sus voces solo fueron escuchadas cuando pedían una ración más de comida, terminando de comer, cada una se levantó tomando direcciones diferentes, La Tokiha siguió a Natsuki, mientras que Wong se fue detrás de su prima.
―Natsuki―
―…..―
―Qué está pasando, por favor dímelo―
―Me dijo que era su deber, fuera conmigo o con Arashi, sería su deber como esposa― Tensó la mandíbula y cerró los puños, mientras iba de un lugar a otro.
―Entonces...―
―Lo hicimos, pero no fue como dijiste...― Los ojos verdes lucían tristes y vacíos, tragaba saliva para mantener la compostura. ―No fue especial... pero en algo si tuviste razón, nunca lo olvidaré.― La pelinegra se dio la vuelta dejando atrás a su amiga, tendría que enfrentar el enojo de su padre. 

En el despacho del rey… 

―¿Porque?― El monarca, sentado en la silla detrás de su escritorio, le pedía explicaciones a su hija, quien solo miraba en silencio la alfombra desde el umbral de la puerta. 
Aquellos ojos verdes siempre desafiantes, siempre llenos de ese brillo rebelde ahora solo estaban vacíos, o eso pensó él al verla tan ensimismada. 
―Sólo déjame ser tu hija hasta la ceremonia, prometo que Arashi estará allí― 
―¡¿Y dónde se supone que está tu hermano?! ¡Será extraño que precisamente el día de la ceremonia haya desaparecido!― El mayor se levantó de forma intempestiva. 
―¡Ten algo de imaginación! Diles que está en una puta montaña preparándose para el gran momento, ¡Yo que sé!― sin dar más explicaciones, la ojiverde regreso por el pasillo encaminándose en dirección de los establos, quería huir, aunque fuera un rato, al llegar, solicito a los sirvientes que le preparan a Kanto. 

En el salón del té...
―Shizuru...has estado muy callada― Nina se mostraba preocupada ante el silencio de su prima.
―Lo lamento, hoy me encuentro muy distraída, no es mi intención aburrirte con mi compañía― la princesa de Tsu sostenía su taza de té aun llena.
―Será mejor que te sirva otra taza, esa ya debe estar fría― La pelinegra se levantó del sillón donde se encontraba cómodamente sentada y caminó hasta la mesita que contenía los implementos necesarios para tal fin ―Puedes confiar en mí, lo sabes― 
―Lo sé, es solo que ahora mismo ni siquiera sé que estoy sintiendo― dejó la taza sobre el vidrio del mueble central ―Me siento muy confundida―
―Imagino que tiene que ver con… el “príncipe”, o la galante princesa que “conocimos hoy”―
―Cuánto me conoces querida Nina, es un misterio el que envuelve a los hermanos Kruger, uno es gentil… aunque con todo el mundo; y ella, parece apreciar poco el cuidado de la diplomacia, pero podría sentir que es más sincera, aunque comprendo cuán subjetiva es la percepción ante la falsedad arraigada a una pantomima, aun así… ayer― Admitió y su nombre trajo los recuerdos de la noche anterior, con lo que un sonrojo ascendió a sus mejillas. ―Fue… un amante adecuado―
―Oh por dios ¿Cómo fue? ¿Qué se siente?―
―Me parece que quieres vivir a través de mí lo que algún día debes experimentar por ti misma― Sonrió ante el mohín de su casi hermana menor. ―En realidad, no me atrevería a decirlo… con el detalle que deseas saberlo, más solo afirmaré que, para ser su ocasión primera tiene un instinto maravilloso y su habilidad física resaltó en medio del acto, se cuidó de no herir y de mi gozo, una cuestión que según entiendo no es muy frecuente entre los caballeros―
―Para no querer decir mucho, has sido… un tanto explícita, me alegro de saber que ha sido una agradable velada para ti― Sonrió pícaramente la de ojos magma. ―Pero eso no explica, tu confusión―
―Conozco mi deber Nina y esta ha sido, una dulce preparación para lo que sabemos vendrá en el futuro. Aun así, consciente de cada paso que sigue… yo, en verdad, sentí que tal vez no fue solo por mi deber que he consentido un acto así entre Kruger y yo, lo cual sé… será peor si me atrevo a dejarme ir en sus brazos, en sus ojos―
―¿Porque?―
―De qué me sirve sentir algo por alguien que no se quedara y que solo está actuando el lugar de otro, al que me entregará una vez llegue para obtener su preciada libertad… es pasajero Nina, y luego tendré que adaptarme nuevamente―
―Eso es terrible… por decir lo menos―
―Lo es, Ella… no es mía y yo no soy suya, por más que nuestros cuerpos se encontraran― Bebió el amargo y frío té, cuando Nina corrió a retirar la taza con presteza, no se le concedió. ―Semejante a la hiel, es un sabor al que debo acostumbrarme―

En el pasillo de camino al salón del té...
Por su parte Mai estaba preocupada por Natsuki, era claro que Shizuru le había hecho daño, y no del físico que se podía sanar, le había roto el corazón, y no estaba dispuesta a ver como su amiga era consumida por la tristeza, tendría que decirle un par de cosas a la princesita esa, caminó a paso rápido por los pasillos del castillo hasta encontrar la sala donde halló a Fujino en compañía de su prima. 
―Alteza― Siendo consciente que no era prudente algún reclamo delante de Nina, se inclinó esperando llamar la atención deseada.
―Lady Tokiha― La castaña estaba de pie al lado de la ventana observando a la bella mujer que sus ojos admiraron en el desayuno subir a su caballo y desaparecer por el camino que llevaba al bosque, al notar la inesperada visita se giró, pero sin moverse de su sitio.
―¿Me permite unas palabras?― Los ojos lila la miraron suplicante con un tono de urgencia en su voz.
―Nina por favor déjanos a solas― La pelinegra salió extrañada al notar cierto malestar en el rostro de Mai.
―En qué puedo ayudarla Lady Tokiha― Shizuru dirigió sus pasos con movimientos elegantes hasta el sillón en medio de la estancia.
―¡Qué diablos le hiciste a Natsuki!― La pelirroja expresó sus pensamientos sin pensar en consecuencias, un tono como este, unas palabras como esas, horca segura.
―Ara ara, creo que a Lady Tokiha se le está olvidando cuál es su posición.― Los ojos sangría se oscurecieron, quien rayos se creía esta mujer para meterse en la vida privada de una princesa.
―¡Me importa un carajo su corona!, le hizo daño a mi amiga y eso no lo voy a permitir― 
―Ella…yo… ― La pelirroja guardó silencio al ser consciente que no sólo Natsuki había salido herida en todo aquello, la Fujino desvió la mirada al suelo.
―Alteza, yo sé que no soy quien para meterme en medio de este embrollo, ella es mi amiga y ha sido sincera acerca de la naturaleza de su relación― La condesa tomó asiento al lado de Shizuru.
―Es gratificante saber que al menos con usted habla más que conmigo― Ironizó al sentir lo lejos que estaba de conocer realmente a Natsuki.
―Debe entender algo alteza, ella es un lobo enjaulado, siempre sola, siempre aislada, nunca comparte sus sentimientos a menos que alguien más la obligue a sacarlos― Mai guardó silencio dejando que sus palabras fueran comprendidas por su interlocutora ―Hable con ella, creo que ambas lo necesitan―
―La vi salir en su corcel, ahora mismo no sé dónde se encuentra― Admitió su desconocimiento.
―Creo saber en dónde puede estar, sígueme, Alteza― La condesa se levantó seguida por la princesa, ambas caminaron en silencio hasta los establos, allí, Mai le mostró el mismo camino por el que había visto salir a Natsuki, le dio indicaciones acerca de árboles o rocas con alguna señal en especial, y se despidió cuando la vio partir en su yegua.
Recordando las indicaciones dadas por la Condesa Tokiha, Shizuru guio a su caballo por el camino hasta llegar a un claro en donde observó admirada en el centro un lago que se extendía por aquellas tierras, cerca a la orilla, estaba la morena quien sostenía un arco en sus manos y apuntaba una flecha hacia uno de los árboles.
―Ara ara, Natsuki es una gran arquera― La castaña pensaba en las palabras que podría hablar en ese momento, pero ninguna le pareció lo suficientemente apropiada. 
―Mi padre me enseñó a manejarlo después de que muriera mi madre, así pude superar su perdida,―  aun sin verla, la Kruger podía sentir aquella esencia a yerbabuena que tanto le gustaba. 
―Lo siento― primer paso y ya iba mal, "muy bien Shizuru" se reprendió mentalmente. 
―No te disculpes, no es necesario― Mantuvo la magnífica serenidad que parecía un rasgo inherente a su persona.
―¿Podría pedirle a Natsuki que me enseñe a manejar el arco?― por lo como se la había descrito Mai, imagino que ese no sería el momento adecuado para hablar de lo que había pasado, aun cuando en su fuero interno deseaba saber si todo había sido una mera actuación, o algo real. 
La pelinegra disparó la flecha que había sostenido durante la conversación con Shizuru, guardó silencio por un momento, giró su rostro colocando sus verdes ojos en los sangría y sonrió. ―Ven―  La Kruger dejó el arco un lado mientras se quitaba la pechera para entregársela a la castaña ―Debes acomodarla sobre tu…― No pudo evitar que sus ojos esmeralda recorrieran aquella anatomía que ahora tan bien conocía. 
―Ara ara, la cara de Natsuki está muy roja, ¿te encuentras bien?― sonrió de forma ladina. 
―Es…es el esfuerzo físico de hace un rato― Desvío la mirada abochornada por esa sonrisa que tanto le incomodaba. 
El silencio se apoderó de ambas, pero esta vez era uno cómodo, en el que sin articular un solo sonido se entendían, Shizuru tomó el arco, Natsuki se acomodó a su espalda enseñándole la posición correcta. ―relaja la respiración― Y como le costaba decirlo, ni ella misma tenía control sobre las pulsaciones descontroladas de su corazón al tenerla tan cerca, al sentir el roce suave de sus cabellos castaños. 
Shizuru cerró los ojos disfrutando del contacto, de aquellos brazos rodeando su cuerpo. 
―Apunta al árbol ¿lo ves?―Los susurros con aquella voz más grave de los normal le produjeron sensaciones nuevas en su ser, corrientes eléctricas viajaban a lo largo de su cuello bajando por su espalda, respiró profundo mientras asentía incapaz de responder sin que temblara su voz ―estira el arco con suavidad y dispara como si soltaras un suspiro.― Le seguía susurrando la morena al oído al tiempo que soltaba la flecha y esta daba en el blanco. 
―Natsuki es una gran maestra― "felicidades Shizuru, lograste hablar" se dijo mentalmente escondiendo sus emociones detrás de su sonrisa marca Fujino. 
―Eso es porque Shizuru es una excelente alumna― Natsuki se alejó un poco de la cercanía de la mujer que le hacía acelerar el corazón, dejó un lado el arco y tomó asiento a la sombra de un árbol ―¿Quieres sentarte a mi lado?― se quitó la piel de lobo que llevaba en la espalda y la extendió sobre el césped para que su acompañante se acomodara sobre ella y así lo hizo, instalándose el silencio entre las dos durante algún tiempo. 
―Estas muy callada, si quieres te puedo dejar a solas― la Fujino se removió incómoda con aquel silencio que se había formado entre ellas. 
―Sólo estaba recordando―
―¿Puedo preguntar el que?―
―Cuando era pequeña mi madre me leía cuentos de princesas antes de dormir, mi favorito era la princesa y el sapo―
―Lo lamento Natsuki, pero no conozco esa historia, mi madre no es muy devota de enseñar sobre fantasías.― La morena giró su rostro para posar sus esmeraldas sobre los rubíes, carraspeo adaptando una voz como de narrador y relato lo que recordaba de aquella historia que tanto le recordaba la voz de su madre, ganándose algunas sonrisas y expresiones dulce de parte de la castaña. ―Ara ara, ¿entonces Natsuki sueña con encontrar al sapo que al tocar sus labios se volverá en un príncipe?― Bromeó, pues le causaba algo de molestia el tan solo pensar que esos labios tan suaves pudieran siquiera rozar unos que no fueran los suyos, pero esa debía ser la realidad. 
―Estas equivocada― sonrió al tiempo que posaba su mano sobre el dorso de la mano de su compañera ―‘Le pido me disculpe el atrevimiento, pero si usted fuera tan amable de darme un beso suyo, yo volvería a ser humano.’― repitió aquel párrafo del cuento acercándose lentamente al rostro de una sorprendida Shizuru ―¿Crees en la magia?― musito tan cerca de los labios de la Fujino que está solo atino a asentir obnubilada por el deseo de probar aquellos labios, una vez más. 
Mas sus anhelos no se hicieron realidad, pues al frío de la tarde se debieron sus labios, cuando los de Natsuki apenas acariciaron su mejilla. Sin comprender las acciones engañosas de la pelinegra, Shizuru la observó con reproche en sus ojos escarlata, y aunque guardó silencio cuando la morena se apartó completamente, poniéndose de pie. No pudo esconder su encono al preguntar. ―¿Por qué?―
―No soy esclava de mi deber, hoy no soy Arashi... my Lady―
Levantó su mano con la intención de recuperar su honor, pero pudo en un instante de cordura ver más allá de su propia pena, la que los ojos esmeralda destellaban en la ira que ocultaba su propia expresión, así que eligió no rebajarse más. ―Ciertamente, no eres él...―
―¿Desearías que fuera él?― Casi fue palpable la espina de los celos que asomaba en el enojo de la princesa de Fukka.
Un escalofrío se elevó desde el estómago hasta la garganta de la castaña, a quien un miedo más intenso que la aversión a la muerte le impidió el habla por un momento. ―Yo...―
―¿Acaso no ven la hora idiotas?― importunó la voz de una cortesana, bien conocida por su abundante pecho para una y por lo inoportuna para otra, pues ni el protocolo más básico era capaz de respetar.
―Haría bien en anunciarse, Lady Tokiha... alguna vez― Respondió Shizuru, entre agobiada y aliviada por la intervención de aquella metiche mujer.
―Si... gracias, ya sabes... por cuidarles la espalda Mai, para que nadie sospeche nada, porque ¿están desaparecidas las dos princesas durante más tiempo del que es decoroso o prudente? Si... recibo los agradecimientos luego, se perdieron el té... y a este paso la cena, así que muévanse―
―Es mandona... siempre lo fue― Argumentó Natsuki, tomando su capa de vuelta.
―Te oí...―
―¿Será así siempre?―
―Yo llevo toda mi vida intentando que cambie... no me pidas milagros―
―No hablen como si no estuviera, sigo aquí y si no regresamos al castillo se nos hará tarde para el viaje― Jaló las riendas de su corcel para emprender el camino de regreso, Natsuki por su parte ayudó a montar a Shizuru a su yegua, luego montó en su fiel Kanto siguiéndolas en silencio hasta alcanzar las puertas de su hogar. 

Ingresó por el pasillo detrás de una apurada Fujino, extendió la mano tomándola del brazo ―Esta noche volverá Arashi, aun cuando no sé si es lo que deseas― se acercó a la silenciosa mujer posando delicadamente sus labios en la mejilla fría, sin atreverse a pronunciar más, giró su cuerpo hacia el otro lado del pasillo dejando atrás sin notarlo, un rostro triste y unas mejillas sonrojadas.
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