¡Feliz 2020! Ojalá hayan podido disfrutar este fin de año, les deseo un
gran nuevo año y mucha felicidad n_n
Les advierto que viene mucho drama
CAPÍTULO 10
CONFUSIONES
Natsuki abrió los
ojos de golpe pero inmediatamente los volvió a cerrar sintiendo un leve dolor
en su cabeza, respiró profundo tratando de relajar los músculos adoloridos, el
cuello, la espalda, los brazos, era como si hubiera participado de una batalla
la noche anterior, “y que batalla” le dijo su conciencia obligándola a
abrir nuevamente sus verdes ojos recordando de golpe una de muchas escenas que
se repetirían en su mente ese día, giró el rostro hacia el lado derecho
encontrándose con la espalda desnuda de “su esposa”, ahora si en toda regla.
Se levantó muy
lentamente esforzándose por no despertarla, se veía tranquila con los ojos
cerrados, el cabello castaño desperdigado sobre la almohada y su respiración
pausada, trago saliva al sentir los latidos acelerados en su pecho, dos
palabras se repetían incesantemente en su cabeza “es mía, es mía”,
levantó la sábana descubriendo su desnudez y no pudo evitar sonrojarse,
despacio se fue moviendo hacia el lado izquierdo para llegar a la orilla de la
cama, puso un pie sobre la alfombra, luego el otro, hacía frío esa mañana, pero
no lo sintió, con la mirada ubico toda su ropa tirada en el suelo, recogió la
camisa ya inservible pues estaba sin botones, el pantalón era lo único que se
había salvado por lo que sin hacer mucho ruido se lo puso junto a la chaqueta y
así, descalza, salió de la habitación.
Incapaz de darle la
cara a la castaña dirigió sus pasos hacia la recamara que antes le pertenecía,
cuando era solo Natsuki, allí encontraría que ponerse y podría tomarse un baño
tibio, eso le daría el tiempo justo para pensar en la noche anterior, pero sobre
todo para pensar en todo ese cúmulo de emociones que la estaban volviendo
loca.
Al despertar la de
iris sangría tuvo unos momentos de contemplación que le permitieron entender
una disyuntiva nefasta en sus circunstancias, la idea de otro cuerpo moviéndose
tan deliciosamente sobre el suyo, de otras manos y labios recorriendo cada
centímetro de su piel… se tornaba imposible y odiosa. Que terrible dilema había
sido conocer a la persona indicada cuando la gloria de aquellos momentos
compartidos, son el producto de las hábiles actuaciones de alguien que solo
está de paso en aquella pantomima. Consciente de aquella circunstancia, Shizuru
se abrazó a sí misma intentando mantener la compostura y retener el llanto de
la nostalgia de lo que su entrega ahora significaba, minutos antes había
sentido el tenue deslizar de Natsuki sobre la cama, sabía que huía, pero lo
dejo ser, no sentía la suficiente fuerza para enfrentarla.
Pasados unos minutos
decidió que lo mejor era tomar un baño, dentro de poco vendrían a buscarla para
la hora del desayuno y debía prepararse.
Al terminar salió al
pasillo donde una mucama ya la esperaba para llevarla hacia el comedor, camino
en silencio hasta la estancia notando que “el” aún no se había presentado,
saludo al rey Keinji con una inclinación de cabeza, un buenos días a su prima y
otro a la Condesa Tokiha, ambas hablaban animadamente de los acontecimientos de
ese día, tendrían que salir en carrozas hasta el poblado de Tateshina, donde se
encontraba el monte en el que había sido otorgada la reliquia a la familia
Kruger.
―Buenos días― Una
joven mujer de largos cabellos cobalto, se encontraba en la entrada del
comedor, se abrigaba del frío con una capa de piel de lobo blanco cuyo broche
exponía el escudo de armas de la familia real, llevaba puesta una camisa de
lino blanco con ataduras cruzadas en el pecho, la prenda bordada en hilo azul y
de aspecto holgado, se ajustaba al delicado talle de la atlética joven por
motivo del peto de cuero marrón que hacía las veces de un corsé y sostén para
el tejido interior debajo de la camisa. La doncella ostentaba un cinturón con
las amarras adecuadas para sostener dos dagas a su espalda y un sable corto en
su cadera, a la vez las cintas sostenían una falda de la misma tela que llegaba
a lo alto de sus rodillas, donde coincidía con unas botas, y unos pantalones de
arquero, apenas un exquisito collar de recia cadena y una hermosa joya
diamantina por dije así como la delgada corona en su frente delataban su noble
cuna, pues aquella ninfa de los bosques tenía una mirada indómita como
inconquistable era su belleza.
―Querida hija, eres
bienvenida, nadie me aviso que habías regresado de tu viaje― El rey se levantó
de su silla acercándose hasta la princesa para darle un abrazo ―¿Que está
pasando Natsuki? ¿porque te apareces ahora con estas ropas?― el mayor le
reclamó en tono bajo al oído.
―¿podemos hablar más
tarde? tengo mucha hambre padre―
―Err...si― se apartó
para que ambos pudieran tomar asiento en la gran mesa. ―Lady Fujino, Lady Wong
les presento a mi hija Natsuki Kruger, se encontraba de viaje― ambas
mujeres se quedaron en silencio viendo cómo se acomodaba al lado de la Tokiha
quien sin reparos la saludo dándole un gran abrazo.
Shizuru escondió la
sorpresa inicial detrás de su taza de té, los ojos sangría admiraron fascinados
las formas exquisitas que aquella indumentaria le permitían observar de su
"cuñada", como en cámara lenta hizo una exhaustiva revisión de las
ropas, aquella joven lucía a la moda, nada que ver con esos vestidos pomposos que
usaban en la corte, la verdad es que nunca se la había imaginado con esas
vestimentas, pero aquella falda, “oh dioses” le ajustaba tan
delicadamente a esa cadera, “y que cadera, ¿recuerdas como la movía anoche
en la cama?”
―Shizuru...prima…― La
de ojos magma trataba de llamar su atención de forma insistente, pero no lo
lograba, por lo que se vio obligada a tocar su rostro hasta que los ojos
carmesí se giraron con molestia por la interrupción ―¿estás bien? estas un poco
roja― asintió como respuesta esforzándose en quitarse aquellos pensamientos tan
poco adecuados para una dama.
―¿Está todo bien
Natsuki?― La pelirroja musito por lo bajo al notar que su amiga permanecía en
silencio y comía todo lo que tenía enfrente como si no hubiera un mañana,
además, claro de lo más obvio, se había aparecido como si nada, vistiendo las
ropas que solía lucir cuando Arashi aún estaba allí.
―Tengo hambre Mai―
fue lo único que le logro sacar, después de eso, el ambiente se puso tenso,
ninguno decía nada, el rey se había marchado a su despacho hacía ya un rato, y
tanto Fujino como Kruger ni siquiera se miraban, sus voces solo fueron
escuchadas cuando pedían una ración más de comida, terminando de comer, cada
una se levantó tomando direcciones diferentes, La Tokiha siguió a Natsuki,
mientras que Wong se fue detrás de su prima.
―Natsuki―
―…..―
―Qué está pasando,
por favor dímelo―
―Me dijo que era su
deber, fuera conmigo o con Arashi, sería su deber como esposa― Tensó la
mandíbula y cerró los puños, mientras iba de un lugar a otro.
―Entonces...―
―Lo hicimos, pero no
fue como dijiste...― Los ojos verdes lucían tristes y vacíos, tragaba saliva
para mantener la compostura. ―No fue especial... pero en algo si tuviste razón,
nunca lo olvidaré.― La pelinegra se dio la vuelta dejando atrás a su amiga,
tendría que enfrentar el enojo de su padre.
En el despacho del
rey…
―¿Porque?― El
monarca, sentado en la silla detrás de su escritorio, le pedía explicaciones a
su hija, quien solo miraba en silencio la alfombra desde el umbral de la
puerta.
Aquellos ojos verdes
siempre desafiantes, siempre llenos de ese brillo rebelde ahora solo estaban
vacíos, o eso pensó él al verla tan ensimismada.
―Sólo déjame ser tu
hija hasta la ceremonia, prometo que Arashi estará allí―
―¡¿Y dónde se supone
que está tu hermano?! ¡Será extraño que precisamente el día de la ceremonia
haya desaparecido!― El mayor se levantó de forma intempestiva.
―¡Ten algo de
imaginación! Diles que está en una puta montaña preparándose para el gran
momento, ¡Yo que sé!― sin dar más explicaciones, la ojiverde regreso por el
pasillo encaminándose en dirección de los establos, quería huir, aunque fuera
un rato, al llegar, solicito a los sirvientes que le preparan a Kanto.
En el salón del té...
―Shizuru...has estado
muy callada― Nina se mostraba preocupada ante el silencio de su prima.
―Lo lamento, hoy me
encuentro muy distraída, no es mi intención aburrirte con mi compañía― la
princesa de Tsu sostenía su taza de té aun llena.
―Será mejor que te
sirva otra taza, esa ya debe estar fría― La pelinegra se levantó del sillón
donde se encontraba cómodamente sentada y caminó hasta la mesita que contenía
los implementos necesarios para tal fin ―Puedes confiar en mí, lo sabes―
―Lo sé, es solo que
ahora mismo ni siquiera sé que estoy sintiendo― dejó la taza sobre el vidrio
del mueble central ―Me siento muy confundida―
―Imagino que tiene
que ver con… el “príncipe”, o la galante princesa que “conocimos hoy”―
―Cuánto me conoces
querida Nina, es un misterio el que envuelve a los hermanos Kruger, uno es gentil…
aunque con todo el mundo; y ella, parece apreciar poco el cuidado de la
diplomacia, pero podría sentir que es más sincera, aunque comprendo cuán
subjetiva es la percepción ante la falsedad arraigada a una pantomima, aun así…
ayer― Admitió y su nombre trajo los recuerdos de la noche anterior, con lo que
un sonrojo ascendió a sus mejillas. ―Fue… un amante adecuado―
―Oh por dios ¿Cómo
fue? ¿Qué se siente?―
―Me parece que
quieres vivir a través de mí lo que algún día debes experimentar por ti misma―
Sonrió ante el mohín de su casi hermana menor. ―En realidad, no me atrevería a
decirlo… con el detalle que deseas saberlo, más solo afirmaré que, para ser su
ocasión primera tiene un instinto maravilloso y su habilidad física resaltó en
medio del acto, se cuidó de no herir y de mi gozo, una cuestión que según
entiendo no es muy frecuente entre los caballeros―
―Para no querer decir
mucho, has sido… un tanto explícita, me alegro de saber que ha sido una
agradable velada para ti― Sonrió pícaramente la de ojos magma. ―Pero eso no
explica, tu confusión―
―Conozco mi deber
Nina y esta ha sido, una dulce preparación para lo que sabemos vendrá en el
futuro. Aun así, consciente de cada paso que sigue… yo, en verdad, sentí que
tal vez no fue solo por mi deber que he consentido un acto así entre Kruger y
yo, lo cual sé… será peor si me atrevo a dejarme ir en sus brazos, en sus ojos―
―¿Porque?―
―De qué me sirve
sentir algo por alguien que no se quedara y que solo está actuando el lugar de
otro, al que me entregará una vez llegue para obtener su preciada libertad… es
pasajero Nina, y luego tendré que adaptarme nuevamente―
―Eso es terrible… por
decir lo menos―
―Lo es, Ella… no es
mía y yo no soy suya, por más que nuestros cuerpos se encontraran― Bebió el
amargo y frío té, cuando Nina corrió a retirar la taza con presteza, no se le
concedió. ―Semejante a la hiel, es un sabor al que debo acostumbrarme―
En el pasillo de
camino al salón del té...
Por su parte Mai
estaba preocupada por Natsuki, era claro que Shizuru le había hecho daño, y no
del físico que se podía sanar, le había roto el corazón, y no estaba dispuesta
a ver como su amiga era consumida por la tristeza, tendría que decirle un par
de cosas a la princesita esa, caminó a paso rápido por los pasillos del
castillo hasta encontrar la sala donde halló a Fujino en compañía de su
prima.
―Alteza― Siendo
consciente que no era prudente algún reclamo delante de Nina, se inclinó
esperando llamar la atención deseada.
―Lady Tokiha― La
castaña estaba de pie al lado de la ventana observando a la bella mujer que sus
ojos admiraron en el desayuno subir a su caballo y desaparecer por el camino
que llevaba al bosque, al notar la inesperada visita se giró, pero sin moverse
de su sitio.
―¿Me permite unas
palabras?― Los ojos lila la miraron suplicante con un tono de urgencia en su
voz.
―Nina por favor
déjanos a solas― La pelinegra salió extrañada al notar cierto malestar en el
rostro de Mai.
―En qué puedo
ayudarla Lady Tokiha― Shizuru dirigió sus pasos con movimientos elegantes hasta
el sillón en medio de la estancia.
―¡Qué diablos le
hiciste a Natsuki!― La pelirroja expresó sus pensamientos sin pensar en
consecuencias, un tono como este, unas palabras como esas, horca segura.
―Ara ara, creo que a
Lady Tokiha se le está olvidando cuál es su posición.― Los ojos sangría se
oscurecieron, quien rayos se creía esta mujer para meterse en la vida privada
de una princesa.
―¡Me importa un
carajo su corona!, le hizo daño a mi amiga y eso no lo voy a permitir―
―Ella…yo… ― La
pelirroja guardó silencio al ser consciente que no sólo Natsuki había salido
herida en todo aquello, la Fujino desvió la mirada al suelo.
―Alteza, yo sé que no
soy quien para meterme en medio de este embrollo, ella es mi amiga y ha sido
sincera acerca de la naturaleza de su relación― La condesa tomó asiento al lado
de Shizuru.
―Es gratificante
saber que al menos con usted habla más que conmigo― Ironizó al sentir lo lejos
que estaba de conocer realmente a Natsuki.
―Debe entender algo
alteza, ella es un lobo enjaulado, siempre sola, siempre aislada, nunca
comparte sus sentimientos a menos que alguien más la obligue a sacarlos― Mai
guardó silencio dejando que sus palabras fueran comprendidas por su
interlocutora ―Hable con ella, creo que ambas lo necesitan―
―La vi salir en su
corcel, ahora mismo no sé dónde se encuentra― Admitió su desconocimiento.
―Creo saber en dónde
puede estar, sígueme, Alteza― La condesa se levantó seguida por la princesa,
ambas caminaron en silencio hasta los establos, allí, Mai le mostró el mismo
camino por el que había visto salir a Natsuki, le dio indicaciones acerca de
árboles o rocas con alguna señal en especial, y se despidió cuando la vio
partir en su yegua.
Recordando las
indicaciones dadas por la Condesa Tokiha, Shizuru guio a su caballo por el
camino hasta llegar a un claro en donde observó admirada en el centro un lago
que se extendía por aquellas tierras, cerca a la orilla, estaba la morena quien
sostenía un arco en sus manos y apuntaba una flecha hacia uno de los árboles.
―Ara ara, Natsuki es
una gran arquera― La castaña pensaba en las palabras que podría hablar en ese
momento, pero ninguna le pareció lo suficientemente apropiada.
―Mi padre me enseñó a
manejarlo después de que muriera mi madre, así pude superar su perdida,―
aun sin verla, la Kruger podía sentir aquella esencia a yerbabuena que tanto le
gustaba.
―Lo siento― primer
paso y ya iba mal, "muy bien Shizuru" se reprendió mentalmente.
―No te disculpes, no
es necesario― Mantuvo la magnífica serenidad que parecía un rasgo inherente a
su persona.
―¿Podría pedirle a
Natsuki que me enseñe a manejar el arco?― por lo como se la había descrito Mai,
imagino que ese no sería el momento adecuado para hablar de lo que había
pasado, aun cuando en su fuero interno deseaba saber si todo había sido una
mera actuación, o algo real.
La pelinegra disparó
la flecha que había sostenido durante la conversación con Shizuru, guardó
silencio por un momento, giró su rostro colocando sus verdes ojos en los
sangría y sonrió. ―Ven― La Kruger dejó el arco un lado mientras se quitaba
la pechera para entregársela a la castaña ―Debes acomodarla sobre tu…― No pudo
evitar que sus ojos esmeralda recorrieran aquella anatomía que ahora tan bien
conocía.
―Ara ara, la cara de
Natsuki está muy roja, ¿te encuentras bien?― sonrió de forma ladina.
―Es…es el esfuerzo
físico de hace un rato― Desvío la mirada abochornada por esa sonrisa que tanto
le incomodaba.
El silencio se
apoderó de ambas, pero esta vez era uno cómodo, en el que sin articular un solo
sonido se entendían, Shizuru tomó el arco, Natsuki se acomodó a su espalda
enseñándole la posición correcta. ―relaja la respiración― Y como le costaba
decirlo, ni ella misma tenía control sobre las pulsaciones descontroladas de su
corazón al tenerla tan cerca, al sentir el roce suave de sus cabellos
castaños.
Shizuru cerró los
ojos disfrutando del contacto, de aquellos brazos rodeando su
cuerpo.
―Apunta al árbol ¿lo
ves?―Los susurros con aquella voz más grave de los normal le produjeron
sensaciones nuevas en su ser, corrientes eléctricas viajaban a lo largo de su
cuello bajando por su espalda, respiró profundo mientras asentía incapaz de
responder sin que temblara su voz ―estira el arco con suavidad y dispara como
si soltaras un suspiro.― Le seguía susurrando la morena al oído al tiempo que soltaba
la flecha y esta daba en el blanco.
―Natsuki es una gran
maestra― "felicidades Shizuru, lograste hablar" se dijo mentalmente
escondiendo sus emociones detrás de su sonrisa marca Fujino.
―Eso es porque
Shizuru es una excelente alumna― Natsuki se alejó un poco de la cercanía de la
mujer que le hacía acelerar el corazón, dejó un lado el arco y tomó asiento a
la sombra de un árbol ―¿Quieres sentarte a mi lado?― se quitó la piel de lobo
que llevaba en la espalda y la extendió sobre el césped para que su acompañante
se acomodara sobre ella y así lo hizo, instalándose el silencio entre las dos
durante algún tiempo.
―Estas muy callada,
si quieres te puedo dejar a solas― la Fujino se removió incómoda con aquel
silencio que se había formado entre ellas.
―Sólo estaba
recordando―
―¿Puedo preguntar el
que?―
―Cuando era pequeña
mi madre me leía cuentos de princesas antes de dormir, mi favorito era la
princesa y el sapo―
―Lo lamento Natsuki,
pero no conozco esa historia, mi madre no es muy devota de enseñar sobre
fantasías.― La morena giró su rostro para posar sus esmeraldas sobre los
rubíes, carraspeo adaptando una voz como de narrador y relato lo que recordaba
de aquella historia que tanto le recordaba la voz de su madre, ganándose
algunas sonrisas y expresiones dulce de parte de la castaña. ―Ara ara,
¿entonces Natsuki sueña con encontrar al sapo que al tocar sus labios se
volverá en un príncipe?― Bromeó, pues le causaba algo de molestia el tan solo
pensar que esos labios tan suaves pudieran siquiera rozar unos que no fueran
los suyos, pero esa debía ser la realidad.
―Estas equivocada―
sonrió al tiempo que posaba su mano sobre el dorso de la mano de su compañera
―‘Le pido me disculpe el atrevimiento, pero si usted fuera tan amable de darme
un beso suyo, yo volvería a ser humano.’― repitió aquel párrafo del cuento
acercándose lentamente al rostro de una sorprendida Shizuru ―¿Crees en la
magia?― musito tan cerca de los labios de la Fujino que está solo atino a
asentir obnubilada por el deseo de probar aquellos labios, una vez más.
Mas sus anhelos no se
hicieron realidad, pues al frío de la tarde se debieron sus labios, cuando los
de Natsuki apenas acariciaron su mejilla. Sin comprender las acciones engañosas
de la pelinegra, Shizuru la observó con reproche en sus ojos escarlata, y
aunque guardó silencio cuando la morena se apartó completamente, poniéndose de
pie. No pudo esconder su encono al preguntar. ―¿Por qué?―
―No soy esclava de mi
deber, hoy no soy Arashi... my Lady―
Levantó su mano con
la intención de recuperar su honor, pero pudo en un instante de cordura ver más
allá de su propia pena, la que los ojos esmeralda destellaban en la ira que
ocultaba su propia expresión, así que eligió no rebajarse más. ―Ciertamente, no
eres él...―
―¿Desearías que fuera
él?― Casi fue palpable la espina de los celos que asomaba en el enojo de la
princesa de Fukka.
Un escalofrío se
elevó desde el estómago hasta la garganta de la castaña, a quien un miedo más
intenso que la aversión a la muerte le impidió el habla por un momento. ―Yo...―
―¿Acaso no ven la
hora idiotas?― importunó la voz de una cortesana, bien conocida por su
abundante pecho para una y por lo inoportuna para otra, pues ni el protocolo
más básico era capaz de respetar.
―Haría bien en
anunciarse, Lady Tokiha... alguna vez― Respondió Shizuru, entre agobiada y
aliviada por la intervención de aquella metiche mujer.
―Si... gracias, ya
sabes... por cuidarles la espalda Mai, para que nadie sospeche nada, porque
¿están desaparecidas las dos princesas durante más tiempo del que es decoroso o
prudente? Si... recibo los agradecimientos luego, se perdieron el té... y a
este paso la cena, así que muévanse―
―Es mandona...
siempre lo fue― Argumentó Natsuki, tomando su capa de vuelta.
―Te oí...―
―¿Será así siempre?―
―Yo llevo toda mi vida
intentando que cambie... no me pidas milagros―
―No hablen como si no
estuviera, sigo aquí y si no regresamos al castillo se nos hará tarde para el
viaje― Jaló las riendas de su corcel para emprender el camino de regreso,
Natsuki por su parte ayudó a montar a Shizuru a su yegua, luego montó en su
fiel Kanto siguiéndolas en silencio hasta alcanzar las puertas de su
hogar.
Ingresó por el
pasillo detrás de una apurada Fujino, extendió la mano tomándola del brazo
―Esta noche volverá Arashi, aun cuando no sé si es lo que deseas― se acercó a
la silenciosa mujer posando delicadamente sus labios en la mejilla fría, sin
atreverse a pronunciar más, giró su cuerpo hacia el otro lado del pasillo
dejando atrás sin notarlo, un rostro triste y unas mejillas sonrojadas.
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