Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Serenpidia - Eldest88 - Capítulo 5

Capítulo 5 COMPROMISOS

―¡¿UNA FIESTA?!― la pelinegra se levantó de golpe de la silla que se encontraba en frente del escritorio de  su padre. ―¿enloqueciste verdad? ―
―¡Natsuki!, deja el escándalo, ya te lo he dicho antes, debes guardar la compostura ―el rey la miraba tensando la mandíbula ― debemos darle la bienvenida a la princesa, además no se como empezó a correr el rumor de que tu hermano había escapado, tenemos que acallar esos rumores, ahora mismo no es conveniente― el tic en su ojo volvió a incordiarlo.

―No me gustan las fiestas, lo sabes ― se cruzó de brazos recordando la incomodidad que sentía cada vez que se anunciaba una.
―Pero ahora es diferente, ahora puedes usar lo que quieras, obviamente atuendos reales, pero nada de vestidos ―el pelinegro la miro por un instante antes de ser interrumpido por unos toques leves en la puerta―Adelante ―ordenó con esa voz gruesa que tanto le caracterizaba.
―Majestad, alteza ― un hombre de cabellos cortos y armadura negra se inclinaba en señal de respeto ― Mi nombre es AkiraOkusaki, mi padre me ha indicado que usted me necesitaba ―
―Así es Akira, cierra la puerta para explicarte cuales serian tus servicios ― el rey se levantó de su silla y se acercó a ambos interlocutores para hablarles muy bajo, pues las paredes tienen oídos, eso siempre le advirtió su esposa tiempo atrás.
Luego de explicar el plan y de aclararle a Natsuki y a Okuzaki que ambas eran mujeres, le dejó a la de ojos café el total cuidado de su hija, pues aquel ataque en el bosque le había dejado muy paranoico con respecto a la seguridad de su familia, y por informes del mismo General Yuichi, la mujer había sido una de las mejores entre los soldados que entrenaban en la guardia real.
Después de algunas otras discusiones con Natsuki acerca de la celebración que se llevaría acabo esa noche, la ojiverde le había solicitado hablar primero con la princesa, algo en lo que estuvo de acuerdo su padre, por lo que la dejó ir en busca de la castaña.
―Su alteza, el príncipe desea hablar con usted ― Akira anuncio después de que una sirviente hubiera abierto la puerta de la salita donde se hallaba Shizuru junto a Miss Maria sentadas tomando te.
―Alteza― La pelinegra entro con una leve sonrisa escondiendo lo nerviosa que la ponía aquella situación, en el bosque no había tenido los pantalones de decirle quien era en verdad, o a quien estaba interpretando, que confusa se sentía su cabeza.
La castaña la observó en silencio mientras caminaba para quedar enfrente y con una voz melodiosa y suave le dijo ―No cree usted que es una forma muy formal de tratarse para dos personas que se van a casar, Nat...su...ki ― esto último lo dijo tan bajo y tan cerca que solo ellas lo habían entendido.
―Puedo solicitar que nos quedemos a solas, por favor ―Los ojos verdes le suplicaron en un mudo silencio que la de ojos sangría supo interpretar.
―Retírate Miss Maria ― y antes de que la mujer de ojos azules le fuera a refutar levantó la mano indicando que no estaba a discusión la petición, por lo que todas, tanto Okuzaki como la rubia salieron de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
―Puede imaginar usted mi sorpresa cuando al llegar descubro que quien me acompañaba esa noche era nada más y menos que aquel con el que estoy prometida…―La ojirubi caminó lentamente hasta quedarse muy cerca de la ventana.
―Puedo explicarlo Señorita Fujino ― La pelinegra hasta ahora notaba cuán incómodo era llevar un maldito corbatín en el cuello pues lo sentía demasiado apretado en ese momento.
―Si lo imagino, ― Entrecerró los ojos pensando en las siguientes palabras ― lo que mas me llamo la atencion, señor Kruger, fue ese nombre tan particular, Natsuki, no le parece algo...¿femenino? ― los ojos sangría se concentraron en la mandíbula tensa de su interlocutor.
―¿Hace cuanto lo sabes? ―Los ojos verdes la veían entre sorprendidos y molestos.
―Tenía mis leves sospechas, tus manos son muy delicadas aun cuando tienes las típicas marcas de alguien que usa una espada y...bueno tu padre, ayer sin pensarlo gritó tu nombre cuando perdiste el conocimiento ―Camino hasta el sofá que se encontraba en medio de la salita, se sentó nuevamente y tomó un sorbo del té que aún se encontraba tibio.
―“Mi padre...me lanzó a las pirañas”―Pensó la pelinegra guardando silencio al tiempo que pensaba en cómo lidiar con aquella mujer que de tonta no tenía nada. ―Si así son las cosas, dime cual es el precio de tu silencio―
―Ara Ara, que directa… no es propio de una dama, pero es claro que tu no eres una princesa común― Sonrió divertida por la circunstancia, en el bosque y en la presencia de aquel supuesto soldado, podría dimensionar todos los riesgos a los que estaba expuesta, se sintió insegura en aquel entonces, pero ahora con tan preciada pieza de información, el panorama cambiaba y aquellos nervios se desvanecieron como un recuerdo.
―Ni lo eres tú, no pareces la sometida doncella que desposara a un príncipe sin chistar, pero tampoco expusiste el escándalo de la verdad que te reservaste hasta este momento.― Sopesó con inteligencia Natsuki, comprendiendo el peligro que representaba la futura reina. ―Así que fuiste lo suficientemente astuta para esperar, ¿Lo hiciste por el favor de haber salvado tu vida? ¿O porque querías algo que te beneficie? En cualquier caso, lo entiendo… no me gustaría ir al castillo de un perfecto desconocido para desposarme y en realidad, luchó por evitar ese destino desagradable―
―Hagamos de este nuestro secreto… yo seré diligente y fingiré no saber nada sobre esto, a cambio me darás un contrato en blanco que usaré cuando lo considere― Natsuki frunció el ceño confundida sin entender a lo que se refería Shizuru, ―Es una promesa de que me ayudaras haciendo lo que yo te pida, en el momento en que yo lo decida, sin cuestionar o replicar mi solicitud―
―Siempre que no implique matar o lastimar a ningún miembro de mi familia…― Cualquier otro precio era poco por su libertad y esperaba que el pedido no fuera algo retorcido.
―Tenemos un trato, Príncipe Kruger― Shizuru extendió la mano para sellar el acuerdo. 
Natsuki estrechó la mano de la princesa, mirándola directamente a los ojos, tensó un poco la barbilla ante una duda. ―¿Por qué no pediste tu libertad? No te ves feliz con esto―
―Libertad… es una palabra enigmática, porque librarme de este compromiso y auspiciar una guerra entre nuestros reinos, al coste de la vida de muchos guerreros, solo aplazaría un año el suceso de una boda entre la princesa de Tsu y cualquier otro terrateniente acaudalado que provea algún bienestar económico o político a mi familia― Ciertamente la castaña veía más allá en sus acciones y decisiones. ―Imagino que al hombre que en realidad debo desposar es el hermano ausente al que estás cubriendo, espero que en la alianza que formemos, los dos nos beneficiemos y él sea, adecuado al menos―
Notando que no había soltado su mano, la pelinegra aflojó el agarre y retiró su mano. ―¿Que hace adecuado a un hombre para eso?― Cuestionó con genuina curiosidad en sus iris verdes, lo cual le robó una sonrisa a la de ojos rubí.
―La mayoría no lo admite, pero ya que tu puedes comprender a una mujer, considero importante el atractivo físico, de entre los muchos libros que tuve ocasión de leer, comprendí que hay una relación directa entre cuan agraciados son los padres de un hijo y la salud, así como la estética que este heredará. Sin mencionar que simplificará un poco ciertos aspectos de la noche de bodas― Sonrió ladinamente cuando su interlocutora se sonrojó hasta las orejas.
―En tal caso, puedes hacerte una idea… con solo verme, Arashi es… idéntico, salvo porque es más alto y ligeramente más atlético―
―Entonces el atractivo no es una cuestión de la que deba preocuparme, Nat..su..ki ¿O debo decirte Arashi de ahora en más?―
―Arashi, aunque me cueste sentirme aludida―
―Habla de ti misma, en términos masculinos… o te descubrirán de inmediato―
―Eso es más difícil de lo que pensaba―
―Yo te ayudaré, si te veo en problemas… ¿puedes ser taciturno en público?―
―Eso es más de mí, que de él…―
―Si en realidad deseas hablar lo menos posible, como en el evento de esta noche… mantente ocupado, baila cada pieza que puedas, aliméntate y prolonga un poco los bocados, o simple… habla conmigo, nadie cuestionaría a dos prometidos conociéndose―
―Gracias Princesa― “no fue tan difícil negociar con las pirañas” pensó esbozando una sonrisa.
―Puedes llamarme Shizuru, no creo que sea cómodo para mi prometido dirigirse tan formalmente hacia su prometida― le sonrió divertida relajándose un poco en aquel sofá.
―Gracias Shizuru, nos veremos más tarde en la fiesta,― se despidió con un leve movimiento de cabeza, a continuación abrió la puerta encontrándose con una preocupada Miss Maria, no era propio de una dama permanecer a solas con un caballero, así este tuviera el título de heredero de la corona y futuro esposo. 
―Alteza― la rubia realizó la venia sin quitarle los ojos de encima a una sonriente princesa, se mordió el labio inferior molesta por no saber lo que habría acontecido en aquella habitación, espero a que el príncipe caminara por el pasillo y desapareciera doblando la esquina en compañía de su guardia, caminó con paso raudo al lado de la señorita. ―Disculpe alteza pero no creo que deba quedarse tanto tiempo en la compañía del príncipe a solas, no está bien visto, al menos no hasta la firma de esta noche...―
―Terminemos de tomar el té nana, debemos descansar para la fiesta que se llevará a cabo con motivo de la unión de los reinos―

Pasadas unas horas el castillo se encontraba en plena ebullición por la reciente celebración, una centena de sirvientes preparaban el salón, acomodaban las mesas y distribuían los alimentos y las bebidas para los invitados, los rumores entre ellos iban y venían.
―El duque de Osaka vendrá con su nueva mujer ― decía uno que servía las bebidas, ― no es nada nuevo, el hombre no espero ni siquiera a que el cuerpo de su esposa estuviera frío  ― decía otro que apiñaba panes de varios tamaños en un plato sobre la mesa ―creo que va a presentar en sociedad a su hija ― otro que servía los bocadillos trato de desviar el tema, odiaba hablar de la muerte.
Entre la aristocracia principal y los terratenientes era bien sabido la abundancia de la que disponía el rey para semejante celebración, y que más que para anunciar el compromiso de su primogénito con la hija de Tsu, un enlace con beneficios no sólo en lo económico sino en lo político pues la familia real de Tsu era poseedora del puerto principal en el que se llevarán a cabo las principales transacciones mercantiles de la región, además del propio poderío militar de Fuuka, la infantería y la caballería más numerosa de la región.
―Su majestad― El rubio general hacía acto de presencia con sus mejores galas acompañado de Reito y algunos de sus mejores soldados. 
―Yuichi relájate, disfruta de la fiesta― el monarca se levantó de su trono con la disposición de saludar a sus invitados, uno a uno le reverenciaban y le sonreían.
Mientras tanto fuera de la puerta principal se encontraba una nerviosa Natsuki junto a su sombra Okuzaki, la joven Kruger lucía un atuendo blanco perla, este se componía de una casaca con bordados de ramas de olivo a la altura del pecho en hilos de plata, en el cuello con hilo dorado el símbolo de más alto rango de la Infantería, y en las bocamangas las divisas correspondientes a su potestad como comandante de los ejércitos de Fukka, solo por debajo del rey. La prenda se sujetaba por un cinto de satin esmeralda, con amarre cruzado a la derecha, y sobre este resaltaban las amarras de una funda de espada hermosamente adornada por un par de aguamarinas; así como un pantalón blanco y ajustado a las formidables piernas, se perdía a la altura de la rodilla, cuidadosamente fajado debajo dos lustrosas botas de cuero negro y de tacón de 4 centímetros como era costumbre entre los señores.
―Se está tardando demasiado― No paraba de mirar al pasillo por donde se supone debía aparecer la princesa, ya le estaba doliendo el cuello la decimotercera vez que se giró a la derecha cuando por la esquina pudo divisar un vestido color violeta, quedó sin aliento al observarla caminar, la prenda se ceñía a su cintura maravillosamente, desde la cual se desprendía una falda voluminosa, en cuyos vuelos de velos vaporosos había bordados de lirios entretejidos con hilos brillantes más oscuros que resaltaban a la vista; Natsuki se mantuvo paralizada pues lucía preciosa, con aquel violáceo tono en la tela que hacía resaltar aquellos ojos sangría que la observaban con mucha intensidad, o eso pensó. 
―Te ves… hermosa.― La de ojos verdes aún abrumada por la contemplación de tanta belleza extendió el brazo derecho para que la castaña lo tomara.
―Gracias, tú luces espléndido.― La de ojos rubí deslizó su mano por el brazo izquierdo de su acompañante, apreciando lo firme de este para ofrecerle soporte en el camino por las escaleras del gran salón detrás de la puerta, en la que el vocero pronto, anunciaría sus nombres y títulos para dar comienzo al evento principal.
―Pero tardaste Shizuru― La pelinegra prefirió colocar sus ojos en la puerta para evitar los nervios que ese momento le producían. 
―Lo lamento Nat...Su...Ki― Murmuró con entonación la castaña y apretó con suavidad el brazo de la otra tratando de aminorar un poco los nervios que también sentía. 
La puerta se abrió en un instante y en voz fuerte resonó por toda aquella sala los nombres de los invitados principales. ―Sean Bienvenidos, el príncipe real Arashi Kruger el Hati de Jade y su alteza real Shizuru Fujino la Gracia Amatista― Todos sin excepción detuvieron todas sus actividades para admirar a la bella pareja, susurros de varios lugares llenaron de un leve rubor las mejillas de la ojiverde. 
―Tranquilo, estoy contigo, respira.― La castaña apretó suavemente la mano de “su prometido” sintiendo la tensión en su cuerpo.
―Gracias Shizuru y es verdad lo que te dije hace un momento, luces cautivadora, todos deben envidiar la suerte del príncipe.― La pelinegra mostró su sonrisa más amplia, aun cuando odiaba aquellas celebraciones, no se sentía igual de insegura que otras veces, la compañía de la castaña le brindaba una seguridad que solo tenía cuando estaba fuera de ese castillo siendo libre de algún modo. 
Por su parte la princesa de Tsu, no pudo evitar un leve sonrojo en sus mejillas ante aquellas palabras que le parecieron tan sinceras, era la primera vez que sentía que no solo era por su estatus, por negocios o por simple beneficio ese halago que provenía de aquella pelinegra. Sus pensamientos fueron detenidos al darse cuenta de la presencia de su padre y de su madre al lado del rey Kruger, ambos sonreían complacidos al verla de la mano del joven príncipe.
―Rey y reina de Tsu, damas y caballeros, queridos súbditos.― La voz fuerte del rey silenció todos los susurros, ―ahora que disfrutamos la presencia de tan bella pareja, deseo anunciar el compromiso de mi hijo mayor, Arashi, con la princesa de nuestro vecinos, el reino de Tsu, Shizuru Fujino.― El monarca tomó una de las copas con vino que le ofrecía uno de los sirvientes. ―Levanten su copa para brindar por la pareja y desearles numerosas bendiciones en esta unión― todos los invitados brindaron al unísono por ambos príncipes. ―Que todo inicie como debe, es el momento de su primer baile,―Keinji dirigió la mirada a “su hijo” y a su nuera, el sonido de los violines y violonchelos dio inicio a la celebración.

―Ehhh...Shizuru― La de ojos verdes camino por el pasillo que les abrían los invitados de la mano de la castaña sin esconder del todo una inesperada preocupación. ―No sé bailar― Le dijo entre dientes tratando de mantener aquella sonrisa que le comenzaba a hacerle doler las mejillas. 
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2 comentarios:

  1. Hermosa historia, a la espera deñ proximo capítulo

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  2. Está espectacular la historia, espero poder seguir disfrutando de los demás capítulos. Muchas gracias

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