Capítulo 1
Guardiana de Jade
Élide solía ser una tierra llena de
paz y prosperidad, un lugar donde flores multicolores adornaban cada espacio y
los árboles reverdecían. Así grandes y hermosas construcciones de granito
delataban su cultura y un importante sentido del equilibrio con la naturaleza,
pues esta era una de las características de las que se vanagloriaban los
pobladores de aquel reino. Sus habitantes nacían con un don espiritual, uno que
les permitía controlar un elemento en particular, siendo los más comunes, aire,
agua, fuego y tierra. Dicha habilidad se desarrollaba al igual que un ente
llamado elemental, una proyección espiritual de la propia fuerza de voluntad de
cada persona, cuanto más fuerte la voluntad, mayor tamaño y capacidad podían
desarrollar los elementales que estarían a su eterno servicio, así también
variaba el aspecto de la criatura de acuerdo al fulgor y la pureza del corazón
del propietario. Por esto, no se hacía extraño ver a cada habitante acompañado
por una figura etérea hecha completamente del elemento que controlaba.
Sin embargo, aquella gloriosa y
próspera época apenas yacía en la memoria de los mayores, pues 5 años después
del nacimiento de la amada hija del Rey Kenji, también sobrevino una deplorable
guerra que lo devastó todo e hizo que la prosperidad del ayer, sonara para las
nuevas generaciones como un cuento de Hadas. Shizuru Fujino, la heredera al
trono, no imaginaba un mundo como el que descrito por su padre, pues desde la
más tierna infancia se vio rodeada de militares y olas de destrucción sobre su
querida tierra. De Élide solo quedaron los bastiones en los cuatro puntos
cardinales, cercados por sus altas e impenetrables murallas se situaba Aurus,
la última ciudad erigida del antiguo imperio. En cada bastión reposa una torre
lo más cerca posible del cielo, donde las sacerdotisas oran día y noche para
mantener el escudo, siendo este y el ejército en pie, la última barrera contra
sus enemigos. La corona y las castas
nobles del reino yacen en el centro de la ciudad donde se conservan los
vestigios de la civilización, así como se asienta el castillo y la corte del
Rey.
El enemigo, los hijos de la
serpiente quienes se llamaban a sí mismos Reptilian, aparecieron de la noche a
la mañana, ganando terreno fácilmente gracias a su poderío. Habían llegado como
una plaga desde las tierras altas, no organizados pero numerosos y con una meta
clara. Tomar por la fuerza a Élide y al segundo reino, para así recuperar la
hegemonía sobre la tierra que un día les hubo pertenecido. Los poblados de los
reinos sin resguardo de miralla alguna fueron destruidos mucho antes de que los
ejércitos pudieran organizarse, con mayores pérdidas para el reino vecino,
Tempuria había sido devastada hasta los cimientos y de sus posibles
supervivientes hacía años que no se sabía nada, pues ninguno buscó cobijo bajo
las murallas de Aurus. Élides y Tempurias habían sido enemigos durante largas
generaciones, ello significaba que las monarquías de ambos reinos guardaban
rencillas insalvables, Élide no ofreció ayuda en el caos y Tempuria no la hubiera
aceptado, la larga historia de rivalidad entre las naciones superó la necesidad
de los tiempos más oscuros. Tal situación lo llevó a la casi extinción y el
destierro, de ello ahora se lamentaban los más viejos y llenos de
arrepentimientos, entre ellos el Rey de Élide, quien al pasar 10 años de guerra
sin ver el triunfo en sus manos, envió hacia tierras vecinas un mensaje, una
ofrenda de paz que permitiera a los dos reinos unirse y vencer a un enemigo
común, quería pues el Rey Kenji no pasar a la historia como aquel cuya soberbia
había erradicado de la faz de la tierra a su pueblo. Pero pasó un quinquenio
antes de una respuesta favorable fuera devuelta...
En la sala del trono, donde los
reyes llevaban a cabo una reunión decisiva para la guerra, se escuchaba el
barullo de los nobles quienes levantaban sus voces en protesta a las recientes
palabras del Rey. Los rumores resonaban como la tromba de una tormenta que se
avecina, y no era para menos, nadie guardaba fe o buenas ideas sobre los
vecinos ausentes cuya respuesta había tardado tanto tiempo.
-¡Guarden silencio!- Alzó la voz
sobre todos el Rey. -Son tiempos difíciles, la guerra ha durado más de lo que
nuestro pueblo puede soportar… un tratado es indispensable para la
supervivencia de Aurus y la recuperación de la extensión completa de Élide-
Aquel hombre de larga melena negra, atada por una cinta roja a su espalda, ojos
sangría y piel pálida, se impuso ante todos provocando un tenso silencio.
-Sabe su majestad que los Tempuria
están extintos y quienes han venido a nosotros en su nombre no han sido de
fiar- Alzó la voz el comandante del ejército de Élide, un castaño de ojos
grises cuyo escudo de armas adornaba en el peto de su armadura y una capa movía
el viento de forma tenue. -Solo buscaban riquezas y renombre, ¡No habrán de
engañarnos dos veces!-
-El príncipe Reito tiene razón… no
ha nacido en 15 años un solo Tempuria y el resto de ellos fueron asesinados en
la noche oscura cuando los Reptilian nos atacaron por primera vez…- Intervino
una joven de cabellos verdes y disparejos.
-Las sacerdotisas del templo del
oeste le han encontrado… ignoro por qué siendo usted nuestra más poderosa
sacerdotisa no previno este hecho- Cuestionó el rey mirando los ojos de la
principal sacerdotisa de la orden Vitae, la doncella Margueritte.
-Por la distancia mi señor, si el
último hijo del linaje estaba en Tempuria… es difícil que el oráculo observe
entre tantos seres la particularidad de su aura… una que seguramente ocultó por
su propia seguridad- Evadió ágilmente la mujer, aunque bajo el velo de su manto
se asomara una mueca de fastidio.
-Entiendo Sacerdotisa Margueritte-
Asintió comprensivo Kenji. -Para la tranquilidad de la corte, la última Tempus
ha decidido probar sus habilidades ante nosotros-
Las puertas del gran salón se
abrieron dejando ver una fémina figura ataviada en prendas militares, era una
joven de 20 años. -¿Cómo puedes depositar todas nuestras esperanzas sobre una
sola persona?- Replicaba una castaña de belleza etérea, delicada piel
broncínea, ojos del más puro rubí, curvas delicadas pero sugerentes bajo la
exquisita armadura de elementium púrpura. Un material tan flexible como la
tela, pero así mismo tan resistente como el titanio.
-Es una medida necesaria… Shizuru-
Refutó poniéndose de pie Kenji Fujino, no le hacía gracia la poco cortés forma
de hablar de su hija, algo tan fuera de lo común que atrajo la sorpresa de los
presentes.
-Dirás extrema padre. Los Tempuria
un día declinaron la alianza que les ofrecimos, éramos incluso enemigos antes
de la gran guerra…- Respondió con seriedad. -Quien olvida su pasado, está
destinado a cometer los mismos fracasos, no podemos confiar- Refutó nuevamente
la castaña con el afán de hacer entrar en razón a su padre, ya tenían
suficiente con los enemigos merodeando fuera de gran muralla como para permitir
la entrada de viejos rivales en tiempos de vulnerabilidad.
-Debes recordar que tenemos un
enemigo en común, juntos prevaleceremos... divididos sucumbiremos con el
tiempo- El castaño frunció el ceño con severidad. -Estamos en circunstancias
adversas, cercados dentro de nuestra propia ciudad, en un espacio reducido para
el crecimiento de nuestra población, los recursos son limitados y las
condiciones serán desesperadas si permitimos que esta guerra continúe así durante
otro lustro, entiendan que la habilidad del último Tempus es necesaria, así
como su ejército- Esta vez volvió la vista sobre la joven heredera al trono.
-Conoces mejor que nadie en este salón el poder de aquella criatura...-
Shizuru no apeló ignorancia alguna,
eso el padre lo sabía, pero sin pruebas las historias no son más que historias
y después de toda una vida de no haber visto un solo dragón o a un tempuria
genuino, no esperaba ver al Tempus descendiente de Chronos ofrecer una
explicación razonable sobre su desaparición.
-Son solo mitos padre mío, aun
así... no sé de qué ejército hablas, su población está diezmada, no se ha visto
un solo habitante de ese reino en años- Musitó con sorna Reito. -Sin el cobijo
de las grandes murallas, ¿Cómo podrían sobrevivir?-
-Eso se verá hijo mío, ellos poseen
aliados tan poderosos como nuestros elementales- Procuró guardar la calma el
Rey, ya hablaría con sus hijos en otro momento y en espacios más privados, su
altanería no sería pasada por alto.
-¿Un tratado con un aliado que será
un lastre? Un montón de nómadas, que se apropien de nuestros víveres al coste
de una persona- Se unió Shizuru a su hermano. -No lo veo muy sensato-
Una corta mirada entre ambos, padre
e hija, y la princesa de Élide inclinó la cabeza en gesto de sumisión, para
yacer a la diestra del Rey y su madre. -El orgullo entiéndase, es un lujo que
no podemos darnos… los Tempuria estaban muertos a nuestros ojos, pero hoy hará
acto de presencia uno ante nosotros- Musitó por lo bajo a su hija, a lo que
Shizuru asintió levemente. Al lado del trono materno, se dejó reposar Reito.
-Somos todo lo que queda de una
estirpe, pero por honor y justicia hemos de unirnos a ustedes… el ejército de
Tempuria desde ahora está a su disposición majestades- Se escuchó una voz grave
provenir del centro de la sala dispersandose en un sin fin de direcciones, pero
nada distinto, nadie nuevo estaba en la sala y ninguna voz distinta se
atrevería a interrumpir la discusión del rey y sus hijos, casi fue como
escuchar a un espíritu.
Ante el silencio y la tensión de los
reunidos, otro eco llenó. -Al igual que nuestra eterna lealtad- La misma voz y
de la nada se materializó una figura encapuchada, la cual se inclinó
inmediatamente como gesto de humildad. Los presentes contuvieron el aliento,
esa era una prueba suficiente de los dotes de la familia real, el máximo
dominio del Spatium.
-El representante de Tempuria puede
ponerse de pie… sean conocidos por mi mandato, que su gente es bienvenida en
Aurus y serán tratados como iguales- Hizo un ademán de invitación a sentarse en
una de las tres sillas dispuestas en su cercanía.
-Me llamo Natsuki Kuga, soy
meramente una de las custodias de aquella a la que esperan- El casco de un
material zafirita fue retirado delicadamente por las enguantadas manos de la
foránea, se puso de pie, de ese modo una frondosa y oscura melena de tono
cobalto se dejó caer exquisitamente sobre la espalda de quien afirmara ser solo
una guardiana. Para sorpresa de los presentes se trataba de una chica de aspecto
muy joven, puede que más joven que la bella Shizuru pero no menos diestra en el
arte de la guerra, todos los reunidos recordaban con amargura como desde los
más jóvenes hasta los mayores ahora llevaban en su cinto siempre algún arma. La
guerrera tenía una expresión pétrea pero finas facciones, piel blanca como la
nieve y delicadas curvas en un cuerpo atlético. Obviando las miradas absortas
en su aspecto, la habitante de Tempuria señaló con su mano enguantada hacia las
puertas del salón. -Mi señora aguarda- Hermosos ojos de color jade apuntó
Shizuru en su fuero interno, disimulando la mirada crítica de la cual hizo
objeto a la desconocida.
-¡Abran las puertas!- Ordenó con
premura el monarca.
El tiempo quiso detenerse para dar
la bienvenida a su señora, el líquido de los vasos ya no obedeció a las leyes
naturales, quedaron cristalizados como si fueran de hielo, yacieron vinos a
medio verter, las uvas quedaron suspendidas en el aire, como si toda la
mecánica natural del universo se hubiera detenido en esa sala, incluso el fuego
parecía de papel estancado en un instante, en un fotografía tridimensional.
Salvo los respiros y mentes de los presentes, copas y sonidos, incluso los
barullos impertinentes fueron acallados cuando ingresó a la sala una dama
ataviada con las más fina seda de color madreperla y las insignias con el
emblema del dragón y el reloj de arena de la casa de Tempuria, la mujer de
noble cuna cubría su rostro con velos vaporosos dejando apenas a la vista unos
preciosos iris violáceos y una finas cejas de tono rojizo, vestida en tales
atuendos comprendieron pronto y por la tonalidad de su cinto que se trataba
nada más y nada menos que de la sacerdotisa del fuego eterno, aun en el centro
de la sala todo en derredor de ella continuaba flotando como si la gravitación
no existiera en su presencia.
Tras la adornada llegada de la
Tempus, los Élide notaron la presencia de una silenciosa persona en las
cercanías de la Reina invitada, era una doncella de aspecto felino con ojos
dorados como el oro, con negros y alborotados cabellos puntiagudos dirigidos
hacia atrás, además de dos largas trenzas desperdigadas sobre su espalda, la
chica de delgada y delicada figura cargaba una enorme espada como si de una
pluma se tratara. La impresionante arma era un mandoble de Ambarium reforzado y
la chica, resultaba ser una maestra del viento cortante, justamente por ello a
diferencia de la joven Kuga, Mikoto no contaba con una armadura que le
impidiera movilidad a su cuerpo, simplemente le protegía un peto negro fijado
por cinturones a la altura del pecho y que además mantenían sujeta en su
espalda la funda mágica de su espada, tenía el vientre descubierto y unos
pantalones negros, además de botas metálicas y rodilleras. La joven si bien no
decía mucho, no dejaba pasar una sola circunstancia en aquel espacio, era claro
que se trataba de la guardia personal de la princesa Tempus y ello era de
extrañar para los reyes, pues esperaban a un grupo más grande, no una escolta
de apenas dos personas.
-Me siento honrada de estar en su
presencia… Soy MaiTokiha, la última Tempus… aguarda en mí la esperanza de haber
dado suficiente testimonio de mi estirpe. Pues ha sido gracias a ello que he
conseguido reunir de nuevo a mi pueblo, esperando unir fuerzas con la nación de
Élide para derrotar a nuestro enemigo común y una vez así, nuestros reinos
crezcan bien juntos- La reina y sacerdotisa inclinó su cabeza con protocolo,
dejando a la vista un par de mechones rojizos, más solo cuando retiró el velo
de su rostro la fina y hermosa faz de la Tokiha maravilló a los presentes.
Las tres Tempuria tomaron lugar en
los sitios que les correspondiera de acuerdo a la voluntad del Rey, quedando
así al mismo nivel de la familia real de Élide. Para muchos, aquel gesto era la
palpable evidencia de la falta de temple de sus monarcas desgastados ya por los
años y la guerra. ¿Cómo osaban rendir tributo a una civilización que había
perecido con la llegada de los Reptilian? Se preguntaban la mayoría de los
nobles que representaban las 8 castas nobles con salvedad de algunos más
prudentes y silenciosos, lo que en verdad esperaban que la alianza tuviera lugar
y fuese exitosa. Una vez en su asiento, Mai hizo un leve ademán con su mano e
inmediatamente todo volvió todo a la normalidad, de tal manera que las leyes
naturales siguieran su curso. Las protocolarias y extensas presentaciones de
cada uno de los miembros de la corte, duró lo suyo. Esto por alguna razón
molestaba la guardiana de la realeza Tempuria, o así lo notaba Shizuru en su
ceño fruncido. No negaría que la impactante entrada de los invitados y ahora
aliados le llamó la atención, no por la demostración de poder, era por la
particular y silenciosa mujer a su lado que ni una mirada le dedicaba, se
notaba sumergida en un mar de cavilaciones. Esto claramente molestó a la
castaña, no había sitio en el que su presencia pudiera ser ignorada, no sólo
por ser la heredera al trono a pesar de Reito, era su belleza la que
encandilaba a las masas y le hacía merecedora de infinitos pretendientes. Pero
su porte de nada le servía ante una simple guardiana que no hacía el menor
esfuerzo por principiar alguna conversación y que el paso del tiempo fuese
ligeramente más tolerable, tampoco evitaba pasar de largo la vista sobre ella
como si fuera uno más de los enseres inanimado de la estancia y eso era
indignante.
-Espero el viaje no haya sido muy
largo- Se atrevió a expresar Kenji, mientras como parte del recibimiento
algunas bailarinas ofrendaban una danza del vientre en presencia de los
ilustres invitados y tenía lugar un gran festín. El recinto se llenó de
susurros, levemente disimulados por la música.
-No lo ha sido, su majestad… los
Dragones de Natsuki son muy veloces- Respondió Mai con tranquilidad.
-¿Viajaron en Dragones?- Intervino
en la conversación Shizuru, recordando que hacía más de 15 años estas criaturas
no se dejaban ver sobre los cielos lejanos de la frontera de Élide. -¿No estan
extintos?-
-Así como sus majestades y los
habitantes de Élide nacen con un elemental, una figura que sabe representar su
alma a través del control de un elemento…- Murmuró la voz grave de Natsuki.
-Los habitantes de Tempuria, en cuya población es muy reducida la capacidad de
manipular el tiempo y el espacio, siendo esta una habilidad que solo posee la
familia real. Los Dioses fueron benévolos… cada habitante natural de nuestro
reino, nace destinado a un huevo de Dragón. Este rompe el cascarón el día que
nace un hijo de Tempuria, crece a la velocidad que su portador, se desarrolla y
muere con su propietario… somos hermanos de los dragones, en tanto viva nuestro
pueblo lo harán los dragones con nosotros- La presión de las finas manos sobre
los descansabrazos del asiento que ocupaba, delató ante los suspicaces ojos de
Shizuru el enfado contenido en las posteriores palabras. -Sin embargo cuando el
ataque de los Reptilian tomó por sorpresa nuestras tierras, los templos fueron
saqueados y los Huevos de numerosos habitantes fueron destruidos. Por esta
razón hay un alto índice de esterilidad en nuestro pueblo, son los hijos no
natos de los dragones, hijos de Tempuria que no nacerán. Esto es lo que impide
nuestra recuperación, hasta que no mueran los asesinos de aquello inocentes,
las almas no tomaran su cauce natural y nosotros viviremos muchos más años de
soledad-
-Si es tan precaria su situación
¿Por qué rechazaron el tratado años atrás? Se hubieran evitado muchas muertes-
Intervino la Reina en la conversación, cosa que consideró un verdadera
imprudencia Kenji, sujetó la mano de su esposa pero la pregunta ya estaba
hecha.
-Porque toda la monarquía fue
asesinada ese día y yo era solo una niña pequeña… mis padres sacrificaron su
vida deteniendo el tiempo del reino entero, para poder rescatar los restantes
Huevos de Dragón y que las personas pudieran escapar, así daban una luz de
esperanza a Tempuria con su sacrificio, por lealtad nuestra gente no serviría a
nadie más y sin una cabeza visible era imposible acceder a ningún tratado- Mai
miró con tristeza a los monarcas. -Los Tempuria se replegaron a las altas
montañas del sur, donde los Reptilian no pudieran alcanzarlos… nos convertimos
en nómadas, hasta hace 5 años, la Guardiana de Jade agrupó a nuestro pueblo en
la ciudad de Helios, donde actualmente habita nuestra gente-
-Hemos vigilado su territorio,
¿Dónde pudieron asentar una ciudad?- Cuestionó Reito con gesto incrédulo.
-¿Por qué cree usted que lo haríamos
en tierra?- Dijo Natsuki sin disimulada molestia, la discreción del príncipe
Reito había sido grande, vigilar, yacer sobre su tierra, era un ofensa
considerable, aun así procuró suavizar la voz. -Helios, es una ciudad flotante-
La peliazul suspiró pesadamente antes de beber de su copa hasta el final,
mientras la silenciosa guardiana de traje negro devoraba los alimentos sin
ningún recato. -Nuestra ciudad se posicionará sobre Aurus y completará el
ovoide del escudo con los rezos de nuestras sacerdotisas… los regimientos de
nuestro ejército, así como los dragones supervivientes estarán a su lado en
batalla- Natsuki se puso de pie, altiva como era, miró a los monarcas con
molestia mal disimulada. -Nosotros no nos unimos a Élide porque estemos en
desventaja Majestades, lo hacemos en igualdad de condiciones, puede que incluso
en unas superiores… por aire, por tierra… aun sin sus amados elementales o el
poder sobre el tiempo y el espacio… Tempuria hará la diferencia- Sin más salió
de la sala, sin siquiera dirigir un venía al grupo de sangre real.
-¿Cómo se atreve?- Se puso de pie
Reito, dispuesto a hacer que la guardiana se tragara sus palabras. Pero la mano
de Kenji le detuvo, sujetándole firmemente por el hombro. -Una plebeya
dirigiéndose así a nosotros-
-Mai Hime, ¿No está usted indignada
por la actitud de Kuga?- Preguntó Shizuru, disimulando perfectamente su
molestia ante las palabras de la guerrera.
-No… Natsuki es así, fue criada para
ser algo salvaje...- Sonrió a modo de disculpa. Pero los monarcas le miraron
sin entender del todo a que se refería. -Natsuki no fue criada por nuestra
gente, si no por dragones, vivió hasta los 11 años en la ciudad flotante en
completa soledad. Solo después de superar numerosas pruebas los Dragones
Sagrados le permitieron salir de la ciudad en busca de nuestro pueblo. Shizuru
Hime ella es el legendario Guardián Esmeralda, ella fue la persona que envió
los emisarios para solicitar la alianza con Élide… para Natsuki, ambos reinos
son uno, como los dragones y los Tempuria o los elementales y los Élide, pero
su enfado es justificado- La pelirroja inclinó la cabeza con pesar. -A través
de la muestra de los dones que han presenciado, ella pudo escuchar su
conversación previa… las mofas que hicieron sobre nuestro pueblo…-
Sorprendentemente a la vista de los reyes, una sonrisa sincera manó de los
labios de la joven Tempus. -Pero yo entiendo sus razones para dudar de
Tempuria, los antiguos reyes no actuaron amigablemente con Élide, y nosotros
hemos mantenido oculto nuestro poder a la espera del momento adecuado… por
favor, disculpen a Natsuki-
-Estoy contento de haber tratado con
Mai Hime directamente… seguramente su serenidad y sabiduría guíe adecuadamente
a Tempuria a un nuevo periodo de prosperidad, de la mano de sus nuevos amigos…
consideren Élide su hogar- Dijo con toda solemnidad el Kenji.
-Se lo agradezco… mi Lord, nuestro
pueblo sabrá responder a su hospitalidad- Respondió Mai a la amabilidad del Rey
con una sonrisa.
-0-0-0-
Apoyaba la espalda en la pared de
una de las enormes columnas del castillo de Aurus, cerraba sus ojos para ver
más allá de lo que una persona común pueda ver, a lo lejos en las estepas que
aunque calcinadas por las batallas, comenzaban a reverdecer otra vez. Allí
donde la mitad de su alma surcaba los cielos, a través de cuyos ojos podía
mirar.
-Durhan…- Susurró al viento muy
quedo, aunque él estuviera a miles de Kilómetros podría oírla siempre y donde
fuera.
-¿Si mi
ama?-
Escuchó una voz grave llegar a su oído.
-¿Qué piensas de los Élide?-
Preguntó a su fiel Dragón de hielo.
-Es una
ciudad hermosa, hay personas de corazón puro, cuyos elementales son límpidos y
fuertes. Aunque su gente está plagada de miedo están en capacidad de
enfrentarlo.- Si aquel dragón pudiera sonreír lo
hubiese hecho. -Sin embargo debo advertir
que la desesperanza ha sumido en la oscuridad a algunos de ellos, flaquea su
voluntad y esto debilita a sus elementales-
-Entiendo- Suspiró largamente.
-¿Algo
preocupa a mi ama? Noto confusión y angustia en sus emociones- Se atrevió a decir con humildad.
-Al fin la he conocido Duran… a la
chica del elemental Vitae, no sé porque esperaba que fuera menos... mmm- Se lo
pensó un poco.
-¿Menos
que mi señora?- Aquel
era en verdad un dragón muy paciente, con Natsuki había que serlo.
-Menos ególatra, menos orgullosa...
hubiera querido que fuera más gentil... después de todo me tengo que casar con
ella- No tuvo tiempo de aguardar por la respuesta de Duran, el filo de una daga
pasó muy cerca de ella, si no se hubiera movido unos centímetros seguramente
hubiera atravesado su corazón.
-Ara... así que esa es la razón por
la que Natsuki ha ocultado su verdadera identidad- La princesa Shizuru emergió
de entre las sombras, estaba muy claro quien había sido artífice del ataque.
-No sé de qué me habla- Natsuki
desvió la mirada al horizonte, hizo caso omiso del intento homicida de su
interlocutora.
-Esperaba que usara su habilidad
para detener el tiempo con la daga, pero tiene unos reflejos excelentes he de
admitir- La sonrisa de la castaña perturbo un poco a la de ojos verdes.
-Tal don le pertenece a la princesa
Tempus, a MaiTokiha- Sus miradas volvieron a encontrarse con una intensidad
insospechada. -Tan solo hubiere logrado matarme si es eso lo que buscaba
probar- Natsuki tiró la capa blanca hacia atrás al posar su mano enguantada en
su cintura como un gesto altivo.
-Me insulta Milady...- La sonrisa de
Shizuru se evaporó, tornándose en un rostro serio. Dio un salto y yació de pie
en la baranda, balanceándose peligrosamente entre el abismo y la seguridad de
aquel balcón. -He leído todo cuanto hay disponible en la biblioteca real acerca
de los Tempuria, Mai Hime no ha podido bajo ningún concepto invocar su poder-
Mencionó secamente.
-Majestad le ruego vuelva a la
seguridad- Musitó Natsuki preocupada, si la princesa caía estaba claro a quien
culparía de su muerte y el tratado se vendría abajo. -No... no entiendo de lo
que habla- La guardiana hizo ademán de acercarse para auxiliar a la terca
mujer, pero esta suspendió un pie en el aire, haciendo más peligrosos los
malabares. -Está bien... aquí me quedo- Dio unos pasos atrás.
-Ara, Natsuki es una buena chica-
Dijo Shizuru divertida al ver que en
esas circunstancias podía aprovecharse un poco de la gruñona guerrera.
La aludida se sonrojó violentamente.
-Yo... ¡Yo no soy un perro!...- Recuperó la compostura. -Por favor explíquese
alteza, ignoro de que incapacidad habla... su majestad Mai Hime es más capaz de
lo que creen-
-Verás- Shizuru deslizó sus dedos
sobre la barbilla en una pose pensativa, como si olvidara sus malabares y
Natsuki tragó saliva. -Los Tempuria tienen que ver aquello que han de
encantar... o conocerlo muy bien, dicho de otro modo. Tenías que estar desde
antes en la sala para poder manipularla, pero Mai Hime ingresó solo hasta que
las puertas estuvieron abiertas y los objetos se detuvieron un segundo antes de
que pudiera mirar todo en su interior, Natsuki en cambio ya había memorizado el
espacio- Shizuru sonrió victoriosa, con
euforia se balanceaba de un lado a otro como si caminase en tierra firme
y ello tenía los nervios de Natsuki a punto de colapsar.
-¡Esta bien! Lo admito, yo soy la última
descendiente de la casa real de Tempus y Mai mi sacerdotisa más confiable... no
me fiaba un pelo de ustedes y quería ver en otra postura a mi prometida, pero
por favor ¡Bájate de ahí!- Confesó al final.
-¿Prometida?- Shizuru enarco las
cejas un momento. -¿De quién habla Kuga?-
-¿De quién más? De usted- Natsuki
miró con extrañeza a la heredera. -... No sé si ha leído la alianza a la que
nosotros nos acogimos, esa que enviaron años atrás y que ha llegado hasta mis
manos hace poco, no pretendemos acabar con los Reptilian solo para empezar otra
guerra con ustedes, unidos nuestros lazos los Tempuria y los Élide serán un
solo pueblo- Los hombros levantados y la expresión indiferente de Natsuki lo
dijo todo, poco le importaba casarse.
Shizuru en cambio por primera vez en
su vida abría los ojos con incredulidad. -Ignoro el contenido de aquel
acuerdo... ¿Cómo fiarme de la palabra de una desconocida?-
-Si no se fía de mí, lea usted misma
el manuscrito- Natsuki extrajo de sus ropas un papiro en el que estaba plasmado sobre resina el
sello del rey Kenji y decía...
-Por la presente yo el Rey Kenji
Fujino VIII, hijo de Hiro Fujino IV y Rey de Élide os ofrezco una alianza que
sea duradera entre nosotros, mediante la cual compartamos nuestros
conocimientos y así nuestras tierras no estén divididas. Tal pacto se logre y
que el legado sea uno, a través de la unión entre nuestros linajes, con el
único deseo de formar un solo pueblo y que la paz llegué por fin a nuestros
reinos. Sean los herederos a la corona de nuestras casas quienes deban
desposarse, por ende las nupcias han de contraerse cuando nuestros hijos tengan
la edad propicia para ello...- Leyó en voz alta la castaña, haciendo omisión de la
subsiguiente diplomacia contenida en el papel.
Natsuki sonrió divertida mientras
Shizuru releía una y otra vez el documento. -Tengo entendido que Shizuru Hime
es la hija menor del Rey Kenji, pero aun así la heredera ya que usted entre sus
descendientes es la portadora del elemental Vitae... y como yo soy hija única,
la edad para desposar según ambos reinos son los 18 años y yo los cumpliré
dentro de un mes-
-¿Cómo puede decirlo tan
olímpicamente?- Shizuru bajo del balcón y tomó asiento en el borde, cuestión
peligrosa, pero si menos arriesgada teniendo en cuenta que una de sus manos
blancas se apoyó en una de las columnas.
-La verdad prefiero mil veces
desposarla a usted, que al impertinente de su hermano...- Natsuki se acercó más
tranquila sabiendo a salvo a la princesa de Élide, pero no imaginó tan mala
reacción de su contraparte.
-Tristemente yo no tengo variedad de
opciones para elegir... usted carece de todo tipo de modales- Musitó con desdén
Shizuru en un intento por redimir a su hermano, Reito no era como esa Tempuria
lo describía.
Natsuki frunció el ceño. -Yo carezco
de modales, a mi suerte eso tiene cura... su grosería es insalvable- La
peliazul se mordió los labios, de seguir así aquel matrimonio sería
intolerable, por lo que intento mejorar su discurso. -No hay tiempo para tanto
protocolo con la guerra que tenemos encima... yo no he de tocar uno solo de sus
cabellos si es lo que le preocupa, no hay para mí idea más aborrecible que esa-
La forma de arreglar las cosas que tenía Natsuki, realmente no era la más
diplomática o bien se prestaba para serías mal interpretaciones.
La ofensa que resentía la castaña
llegaba a niveles insospechados, ¿Cómo se atrevía esa forastera a desdeñar su
encanto y las posibles mieles de su amor en el lecho? Entonces dio sin pensar
una respuesta al ardid de la joven Tempus. -Pues sepa usted que yo prefiero
desposar a su impostora-
-Pues bien, que siga la farsa... Mai
es toda suya- Respondió Natsuki enfadada. No solo el ego de la princesa de
Élide se vio afectado. -Tenga una buena noche Milady, que de esas se nota en
usted son pocas... que agrio carácter tiene- Mucho antes de que Shizuru pudiera
objetar, Natsuki saltó desde lo alto de la torre.
El gritillo de la ojirubí no se hizo
esperar, pero al mirar abajo desde la seguridad del balcón... vio una alargada
figura de color blanco como la nieve atrapar en vuelo a la imprudente princesa
de Tempuria, era un imponente dragón de escamas perladas. Como le hubiera
gustado ver de cerca a tan misteriosa criatura, ahora comprendía la
majestuosidad que desprendían aquellos seres.
Suspiró aliviada sin prestar mayor
importancia al acto casi suicida de la... ¿Princesa? Ahora lo entendía, Natsuki
era la reina de Tempuria dado que sus padres murieron en el aquel nefasto día
oscuro. -Acabo... de pelearme con alguien mayor en jerarquía dentro de...- Negó
con la cabeza. -En lo que a mí respecta ella no es ninguna reina, es tan solo
una guardiana común y corriente- Se dio media vuelta en cuanto perdió de vista
a Natsuki, comenzó a descender de la torre y reflexionando sobre su
conversación, se escuchó el eco enojado que ascendía desde las escaleras.
-Agria dice... ¡si la que tiene cara de limón todo el tiempo es ella!-
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Buen comienso. Espero la sigue rapidito y no dure tanto para sebir el otro capitulo
ResponderEliminarBuen inizio,muy descriptivo y lectura avolgente,sigue asi,felicitacionesy gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuy bueno sigo todas las historias que publica aqui espero el siguiente capitulo
ResponderEliminarEs reconfortante entrar y ver, que una de tus escritoras favoritas a publicado. Gracias
ResponderEliminarGenia!!!que maravilloso verte por aca con una nueva entrega!!!
ResponderEliminarExcelente comienzo,como siempre que veo un escrito tuyo quedo delaitada!Sos una excelente escritora Cristalsif!!
Esperando ansiosa la continuacion y tambien la de Danza entre lobos".
Besotes de una de tus fans.
Mia de bsAs
Muy buena historia, me atrapo desde el inicio
ResponderEliminarHermosa esperemos que suban rápido los capítulos
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