Tempus Vitae
Capítulo 2
Edicto
-¡¿Qué tú hiciste queeeee?!- Por
primera vez en una de las habitaciones del gran palacio de Élide se escuchó un
estruendo insospechado, tras la poco delicada voz de una doncella. Algunos
guardias miraron asustados la puerta de la alcoba real, destinada a la supuesta
Tempus, la Reina de Tempuria. Los guardias no tuvieron más opción que callar y
continuar su ronda, sin saber los hechos que acontecían dentro de la alcoba,
pues solo quienes yacían dentro entendían la gravedad de las circunstancias.
-OI! ¡¿Eres animal o qué?! Eso
dolió... ouuu- Natsuki se sobaba la cabeza donde un enorme chichón crecía y una
lágrima de dolor amenazaba con salir. Mikoto se cruzaba de brazos cerca de la
puerta con su mutismo habitual, aunque una pequeña sonrisa nacía en su rostro
por el desarrollo de las circunstancias.
-“Es
Natsuki después de todo, pero esta vez sí que lo ha hecho en grande...”- Se reía para sus adentros la
Minagi, mientras desviaba la vista sobre las cintas de su peto y se ocupaba de
retirarlas, así como acomodar su espada en un sitio donde pudiera alcanzarla a
la mayor brevedad posible.
-¿Quieres echar por tierra nuestros
esfuerzos?- Decía la de ojos lila sobándose la mano con la que golpeó en la
cabeza a Natsuki. -“Si que tiene la
cabeza dura”-
-Mai deja que te explique... ella no
quiere desposarme, ha dicho que tú- Intentaba justificarse sin mucho éxito.
-No soy tarada Natsuki... escuché tu
relato con lujo de detalles- La joven de cabellos naranjas miró con
incredulidad a su amiga. -Puedo entender que le confesaras la verdad a Shizuru
Hime, eres muy mala mintiendo a decir verdad...- La mirada de Mai comenzaba a
asustar a Natsuki, así como su tono de voz a tornarse más espeluznante. -Pero
de ahí a que YO me tenga que casar con ella es...- En esas circunstancias las
dos pasaron desapercibida, la expresión disgustada de Mikoto...
-Vamos Mai, si ella no es fea-
Negoció Natsuki rápidamente.
-Si no niego que es de las mujeres
más bellas que he visto pero...- Mai desvió la mirada sobre Mikoto, pero esta
le daba la espalda.
-Serás Mai Hime de Élide... suena
bien el titulo ¿No?-
-También está en muy buena posición
pero...- Volvió a responder mecánicamente la sacerdotisa.
-Si no le enseñas como se hacen los
bebés en Tempuria te ahorraras un doloroso parto y criar niños- Seguía
apuntando ventajas la Kuga con fingido desinterés.
-Muy práctico si pero...- Mai
comenzaba a preocuparse por el prolongado silencio de la otra guerrera.
-Y además...- Natsuki ya parecía
vendedor de puerta a puerta.
-¡¿Me vas a dejar hablar Kuga?!-
-Err si mi querida y adoradisima
Mai, soy toda oídos...- Natsuki se paralizó pensando que otro golpe
rectificador de conducta patentado por Mai Tokiha la dejaría medio tonta, pero
increíblemente la de cabellos naranja se contuvo.
-Aunque ella esté de acuerdo y tú
pretendas seguir jugando a ser solo una guardiana y guerrera cool... yo- Un
tinte sonrosado apareció en las mejillas de Mai. -... yo ya estoy casada-
Recogió con la mano izquierda la alargada manga de su atuendo, hasta mostrar en
su firme brazo derecho la prenda de su unión matrimonial, una joya de brazalete
que simboliza entre los amigos de los dragones, el lazo irrompible que brilla
solo ante el amor sincero.
Natsuki abrió los ojos como si fueran
a salirse de sus cuencas. -No contaba con eso... y como siempre andas tan
tapada nunca iba a verlo-
-Soy una sacerdotisa ¿Qué esperabas?
¿Qué andara semidesnuda por la vida?- Dijo contrariada la de cabellos naranja.
-No es normal que yo usé ropas tan nudistas, claro salvo en los rituales de
oración. Cantar durante tanto tiempo es algo agotador si se tiene mucha ropa
encima-
-Tienes razón... ¿Ahora cómo vamos a
resolverlo?- Hablaba en voz alta la peliazul, estrujándose el puente de la
nariz con expresión torturada.
-¿Vamos? Eso me suena a manada- Mai
se cruzó de brazos y le dio la espalda a Natsuki.
-Por favor Mai ayúdame y te quiero
hasta que seas viejita- Suplicó Natsuki, realmente tenía el cerebro frito y no
se le ocurría ninguna idea para resolver el lío en el que se había metido.
-Tengo una idea- Musitó la
pelinaranja con pose pensativa. -¿Confías en mí?-
-Err...- La Kuga dudo un instante
ante esa picara mirada en los ojos lila, eso siempre era algo de temer o
síntoma de una tragedia mayor
-Haber Natsuki ¿Hace cuantos años
nos conocemos?- Levantó una ceja Mai.
-Cu..cuatro-
-¿Quién se ha aguantado tu humor de
ogro todos esos años?- La mirada inquisidora de la chica fue algo...
persuasiva.
-¡Oiiii! No tengo tan mal carácter y
Si... si confió en ti Mai- Para Natsuki ya nada podría ser peor que romper un
tratado único en la historia y que además les costaría una guerra o el vivir
exiliados eternamente en el cielo. -Por cierto, ¿No me dirás con quién te
matrimoniaste?-
-Jajaja no voy a decirte... por eso
he dicho que debes confiar en mí- Mai miró divertidamente a su amiga, no es que
fuera un secreto de estado pero por su juventud la mayoría de personas jamás
hubiera imaginado que ella estuviese casada, solo tenía 19 años y bueno, esa
persona siempre estaba a su lado. En tiempos de guerra como aquellos encontrar
a la persona amada ya era de por sí un regalo divino, por eso no dudó en unir
sus lazos en cuanto tuvo la oportunidad para poder compartir su vida con esa
persona. A fin de cuentas nadie tiene la vida comprada y el tiempo es algo
efímero.
-No es justo, quiero saberlo...
somos amigas ¡Me merezco saberlo!- Se quejó la peliazul, cruzándose de brazos y
con un involuntario puchero. -“Aun con
todo ¿Qué idea loca se le ha ocurrido a Mai?” ¿Y si lo apostamos en un
pulso?- Levantó su mano dispuesta a estrecharla en un firme trato para apostar
la verdad sobre el esposo de Mai.
-¿Chicas... no creen que deberían
dormir?- La voz tranquila de Mikoto interrumpió a ambas amigas, antes de que
corrieran una mesa para ver definida la prueba y por ende la apuesta.
-A veces parece que estás y no estas
Mikoto- La sonrisa de Mai se amplió considerablemente.
-Es mi labor protegerte, pero no
quiero incomodar- La aludida desvió la mirada a otro lado, tratando de esconder
su sonrojo.
-“Siempre
se ve como una jovencita por su estatura pero... cuesta creer que tiene la
misma edad que yo” Mikoto tiene razón... nos vemos chicas, mañana será un
gran día- Dijo Natsuki antes de salir por la ventana, las otras acostumbradas a
la forma de entrar y salir de los cuartos que tenía su amiga, simplemente se
despidieron con un ademán.
Una vez a solas en el cuarto Mikoto
tomó asiento en el lecho. -¿Por qué no le has dicho la verdad?- Abrazó por la
espalda a la de cabellos naranja y puso la barbilla en su hombro. -¿Te apena
esto que somos? O ¿Realmente te gusta Fujino?- Gruñó al final...
Por toda respuesta Mai ladeó el
rostro y depositó sus labios sobre los de la morena. -Jamás me avergonzaría
Mikoto, no tienes que sentir celos... a quien amo es a ti- Con sus dedos
acarició gentilmente la mejilla de la guerrera sin evitar sonreír divertida, no
muy en el fondo le complacían los celos de su amada. -Pero tiene su gracia
hacer que Natsuki use el cerebro de vez en cuando... seguramente sus neuronas
se están tostando del esfuerzo- Volvió a besar a su amada con una pasión que
decía cuan deseosa estaba de volver a probar las mieles y la piel de la
pelinegra. Lentamente se inclinaron sobre la cama y las prendas cayeron a su
paso, para que dos con cuerpo de mujer y una misma alma volviesen a consumar su
amor. Amor del que solo serían testigo las cortinas que ondeaban con el viento,
el lecho que les daba cobijo y la luna que en el cielo con sus tenues rayos
iluminaba sus cuerpos, esos que se fundían a besos, a caricias, al contacto de
sus pieles, de sus corazones latiendo al unísono.
.
.
.
Con la llegada del día siguiente, a
lo lejos y en lo alto del cielo azul, apenas opacado por pequeñas nubes que
parecieran de algodón, se observaba una gran urbe flotante en lento movimiento
dirigido hacia Aurus. Los habitantes del reino Élide no daban crédito a lo que
veían sus ojos, así como a la gran armada compuesta de figuras draconianas que
volaban y sobre ellas, en sus monturas los fieros guerreros sobrevivientes de
Tempuria. Los niños de Aurus reían y saltaban expectantes ante la llegada de
aquellos seres de los que oyeron tan solo a través de cuentos. Las mujeres se
miraban abrumadas por el paso de la caravana de dragones, pero recelosas por el
arribo que suponía la llegada de gentes extrañas; y el ejército de Élide
aguardaba con fingida calma, alertas por si se tratara de una invasión.
El recelo y la desconfianza nacían
en silencio entre los habitantes de ambos pueblos, ocultos por los festejos y
el intercambio cultural que la llegada de los Tempuria suscitaba. Hubieron
juegos pirotécnicos, danzas y banquetes en todo el reino, sería el culmen de la
ceremonia, la perfecta sincronización de Helios con Aurus, que conjugados los
cánticos de las sacerdotisas completarían el ovoide del escudo. Mientras las
gentes llegaban al sitio de reunión en la plaza central de la ciudad
amurallada, donde los monarcas de ambos reinos darían la bienvenida a los
nuevos aliados. En la tienda de campaña dispuesta en el centro por cuestiones
logísticas tenía lugar una plática entre el Rey Kenji y la joven Tempus, Mai
Tokiha.
Fuera de la tienda y vagando como
alma en pena, una peliazul ostentando su armadura negra y una capa blanca,
caminaba de un lado a otro. -¿De qué tanto hablarán? “¿Mai qué será lo que tienes planeado?”- Decía para sí misma la
guardiana esmeralda.
-¿Kuga planea hacer una zanja en el
piso o es impresión mía?- Una voz cantarina y suave, pero llena de desdén, fue
escuchada por Natsuki. Una vez desvió la mirada, se encontró con la princesa de
tan noble reino, cruzada de brazos y con una sonrisa burlona.
-Fujino, Fujino...- Rodó los ojos
verdes llenos de veneno sobre la castaña. -Otro defecto a añadir a la numerosa
lista, entrometerse en los asuntos ajenos no es propio de una princesa ¿O sí?-
Shizuru contuvo un gruñido, se sabía
observada por su querido pueblo, por lo que sonrió con tranquilidad aunque
quisiera retar a duelo a Kuga ahí mismo. -Es de lo más divertido fufufu, ver la
forma primitiva en que se mueve Milady, no tiene nada que envidiarle a un
simio-
Natsuki le dio la espalda a Shizuru,
con lo que la última dio por ganada aquella corta batalla verbal. Pese a todo
la peliazul se dirigió al trono que había sido dispuesto para ella en un gran
palco de madera. -“¿Cómo puede ser tan
insoportable una chica tan bonita? BAKA ella no es en lo absoluto hermosa...
digo algún defecto físico ha de tener”- Tan enfurruñada estaba la joven que
no se percató de la presencia de la Reina.
-¿Ha tenido un mal día comandante
Kuga?- Musitó una voz tan dulce como la que había oído segundos atrás, solo que
sin atisbo alguno de reproche.
-Bastante malo, no pude pegar un ojo
en toda la noche y luego viene a molestarme esa insoportable princesa ¿Quién se
cree que es? Una corona no lo es todo en la vida- Respondió mecánicamente y con
pasmosa sinceridad.
-Ara, eso es un poco difícil de
creer... Shizuru suele ser muy amable con las personas ¿Habrá hecho algo para
indisponerla tanto en su contra comandante?- Cuestionó la reina con un tono de
voz comprensivo, era casi un arrullo.
-Creo que me ha malinterpretado...
dije cosas que no quería decir y es que realmente no quise insinuar que fuera
poco agraciada, de hecho es muy...- Algo hizo clic en la mente de Natsuki, que
no tardó en mirar a su interlocutora. -¡Majestad!- Al fin se percató de que
hablaba con la monarca de Élide y un abrumador ardor llenó su cara. -Disculpe
yo no quise insinuar que su hija...- No sabía cómo sacar la pata del hueco
profundo en el que la había metido.
-Natsuki tiene sus encantos, es
sumamente tierna fufufu...- Se rió discretamente la mujer que más parecía una
versión madura de Shizuru, solo que con los cabellos negros como la noche y los
ojos azules como el zafiro. Tenía una elegancia que hacía parecer cualquier
tipo de protocolo, una práctica de bueyes. -Me parece que con una disculpa de
su parte sería más que suficiente para resolver este altercado comandante-
-¿Disculparme Majestad? Pero si ella
no dudó en insultarme y hoy con más ganas...- Negaba con la cabeza la ojiverde.
-Si la ofendida soy yo ¿Por qué voy a disculparme primero? Después de todo a
ella le pareció tan... “Tan inconcebible
la idea de desposarme...”- Pensó con cierto desazón. -... tan terrible el
tratado que es... una humillación para mí y mi gente-
-Ara, así que por eso usted
consideró buena idea atacar la innegable belleza de Shizuru...- Musitó curiosa
la reina, no por nada su hija había heredado la gracia de sus curvas, sus
facciones y mucho de su encanto. También le resultaba increíble a la reina que
Kuga no sucumbiera a la arrebatadora apariencia de su hija.
-“No si le
hice parecer que tocarla era una idea aborrecible... visto así se oye terrible” Exactamente- Mintió tratando de
desviar el rostro a otra parte. -Es complicado disculparse con ella su
majestad, cuando no ha hecho otra cosa que ofender a Tempuria, a quien yo debo
total lealtad-
-Entiendo la dificultad, pero
aconsejo a la comandante que separé sus relaciones personales con mi hija de
los asuntos políticos... de otro modo este problema será grave más que solo
para Shizuru y Natsuki- Apuntó con seriedad la reina, volviendo la vista al
frente donde la gente ocupaba cada espacio, no cabía ya ni una aguja.
-Le agradezco el consejo majestad-
No tuvo más opción que mostrar gratitud la Kuga, despues de todo la hermosa
pelinegra tenía un no sé qué, que le confería autoridad... una casi materna.
Natsuki la contempló un momento más largo ¿Así sería su propia madre la reina
Saeko si viviera? ¿Tan graciosa y tan dulce como la mujer que le habló?
-Shizuma...- La reina interrumpió
las cavilaciones de la joven, pues se sabía observada.
-¿He?- Salió de sus elucubraciones
con un bochornoso sonrojo.
-Natsuki puede llamarme por mi
nombre... Shizuma está bien-
-Pe...pero- Tartamudeó Natsuki. ¿No
era esa demasiada confianza?
-Ara, cualquiera diría que la
comandante gusta de mí... oh qué problema sería si el rey se enterara- Sonrió
internamente Shizuma, cuando por fuera ejecutaba teatralmente una expresión de
pena. -En mi años más mozos tal vez Natsuki tuviera alguna oportunidad ¿Pero no
es algo impropio ahora que estoy casada?-
-Cre...creo que voy a tomar el aire-
Ahora realmente era un tomate humano, le brillaban en rojo intenso hasta las
orejas. Natsuki se puso de pie cual resorte, con la idea de poner distancias,
era como si la silla le quemara las posaderas.
Una mano suave la sujetó, evitando
su abrupta partida. -Natsuki no tolera una pequeña broma fufufu- Dijo risueña
la ojiazul. -No debe marcharse, ya llega a nuestro lado, su joven reina en
compañía de mi amado esposo-
Los tronos fueron ocupados con Kenji
a la cabeza, en el centro de los otros, la reina a su lado derecho. Junto a
Shizuma estaban dispuestos los tronos para Natsuki, Mai y finalmente Mikoto. A la izquierda del Rey, yacían
Shizuru, Reito y Margueritte. Estaba muy bien pensada la ubicación, ya que
daría una noticia que quizás no sería muy bien tomada por ambos bandos. Todas
las vistas estaban puestas sobre el cielo de la tarde, tan próximo ya el
crepúsculo que los matices naranjas y violetas de las nubes le daban un aspecto
de ensueño al castillo flotante. En pocos instantes Helios sincronizaba su
ubicación con las 4 atalayas de Aurus, y un sonido dulcísimo de voces
angelicales se escuchó en un canto prolongado. Ante la vista de todos, el
escudo de tonos similares a la aurora boreal creció desde las murallas hasta la
altura de la base de la ciudad flotante, allí ambas formas luminiscentes se
fusionaron para conformar el ovoide que protegería en lo venidero a ambas
ciudades, tanto por tierra como por aire. La multitud elevó risas, aplausos y
toda muestra de alegría, por fin estaban completamente a salvo de los
Reptilian, quizás no había sido tan mala la alianza entre ambas naciones.
Vista desde abajo la ciudad de
Helios tenía todo un sentido lógico. Los habitantes de Élide vieron
maravillados un fulgor luminiscente de color azul ¡Era fuego azul! Aquello que
mantenía flotando la ciudad no era otra cosa que la combustión en su estado más
puro, grandes cráteres manaban aquellas llamaradas que impulsaban hacia el
cielo la ciudad, haciendo las veces de grandes propulsores. Natsuki desde su
posición sonreía negando con la cabeza, mientras Mai la miraba con reproche. De
la dicha pasaron a la preocupación las gentes de Élide, pues poco a poco el
fuego azul se apagaba. ¡Caerá! Gritaron algunos escépticos... Shizuru dudo un
poco pero no lo demostró por orgullo. La sonrisa sardónica de Natsuki la
molestaba en sobremanera, aun con todo esa excesiva muestra de confianza en la
de ojos esmeralda supo calmar sus secretas inquietudes.
-Calma sus majestades... Helios no
caerá sobre esta hermosa ciudad- Se ocupó de aclararlo Mai, al ver que los
reyes también sucumbían al espanto.
-¿Qué clase de magia es esa?-
Inquirió Kenji con expresión curiosa.
-Helios tiene un sistema Tempus
Spatium, esa ciudad es un sistema vivo del que los antiguos reyes de Tempuria
aprendieron la habilidad de controlar el tiempo y el espacio. En pocas
palabras, la ciudad flota porque detiene el tiempo y el espacio, inutilizando
la gravedad debajo de ella- Se cruzó de brazos Natsuki con un aire demasiado
altivo para el gusto de los monarcas de Élide. -El fuego azul se emplea para
moverla suavemente, la ciudad puede teletransportarse pero es peligroso, por su
tamaño-
-Entonces es cierto que eres la
única que conoce los secretos de Helios, pero no puedo comprender cómo algo tan
grande simplemente puede estar ahí... detenido- Cuestionó Reito con toda
incredulidad y con el ánimo hacer ver a sus padres la imposibilidad de la
alianza, se atrevió a decir. -Si pudiéramos copiar el sistema en pequeña
escala, Élide podría fabricar pequeñas naves de transporte para asegurar la
victoria contra los Reptilian-
-Es imposible... hay secretos que no
deben ser desvelados- Negó con la cabeza Natsuki.
Reito sonrió triunfal, la estúpida
comandante Draconiana había caído por su propia boca. -¿Ahora lo notas padre
mío? Todo esto es una charada, hemos sido hospitalarios y confiados con los
Tempuria, ¡Pero ellos siguen reservando sus secretos!- Se levantó del trono con
el afán de retar a Natsuki.
Pero Kenji se sentía más que apenado
por las indiscreciones de sus hijos, no podían esperar que en un día dos reinos
que por siglos fueron enemigos se llevaran en completa armonía. -A callar, me
pones en vergüenza- Los ojos carmín del rey miraron con desprecio a Reito. -La
confianza se gana, no se exige-
La multitud contemplaba el cielo,
más aún cuando los dragones hacían una danza ceremonial de fuego. Aquellas
criaturas giraban en el cielo, manaban de sus bocas intensas llamaradas rojas,
formando figuras que en la ya cernida noche, dejaban una estela multicolor que
maravillaría a cualquiera que la mirara.
-No se puede copiar el sistema
príncipe Reito- Se sirvió aclarar Mai, para evitar que aquella treta hiciera
tambalear las relaciones. -La ciudad es un ente vivo, es el primer dragón... el
único en su especie capaz de dominar el Tempus Spatium, ¿Creen que su ciencia
podría recrear lo que el ciclo vital construyó durante milenios?-
-Mai Hime, por favor perdone a mi
hijo, es joven e impulsivo- Concilió rápidamente Shizuma al ver que los ánimos
estaban caldeados.
-Nosotros no les pedimos que nos den
el secreto de la fabricación de sus elementales ¿O sí? Ni siquiera les hemos
exigido una muestra de los dotes el Elemental Vitae- Murmuró Natsuki con el
ceño fruncido. -De modo que solicitamos un poco más de respeto a nuestra
cultura... no nos pidan que revelemos los secretos de nuestras deidades, porque
no hay mortal que las conozca, ni siquiera yo- La voz tajante de Natsuki dio
por terminada la discusión. Sin saberlo otro par de ojos carmín le miraban con
contrariedad y puede que una pizca de admiración.
Pasados protocolos... y los extensos
discursos de promesas para la prosperidad de ambas naciones a cargo de Kenji y
Mai, Natsuki ya bostezaba aburrida, de hecho tenía una pierna apoyada en el
descansabrazos, y la mejilla apoyada en su mano mientras cabeceaba a ratos.
-“Fue
buena idea pedir a Mai que hiciera el discurso”- Pensaba para sí mientras enrollaba
entre los dedos algunos mechones de sus cabellos cobalto. -“Durhan... qué divertido sería estar volando en su montura, incluso
hacer misiones de reconocimiento sería más grato que esto”-
Mientras Natsuki divagaba, una
castaña a cuatro sillas de distancia se mantenía erguida con una sonrisa
diligente. -“Esto es una tortura, se
entumecen los músculos de mis mejillas... sería infinitamente más divertido
estar decapitando algunos Reptilian en el campo de batalla, debí haber alegado
algún asunto urgente”- Sorbía un poco de vino para matar el aburrimiento.
Apenas y se percataba de la expectación de la multitud en la plaza...
-... Por eso y para preservar los
lazos de nuestras naciones... se unirán en matrimonio la heredera al Trono de
Élide, mi gran orgullo la princesa Shizuru Fujino- El Rey con un ademán invitó
a su hija a levantarse, esta obedeció sin chistar aunque se había perdido la
mayor parte del discurso no olvidaba el acuerdo, ladeo la mirada sobre
Tokiha...
-“Seguramente
será una buena esposa, mucho mejor que esa idiota de Kuga”- Sonreía más tranquila, a fin de
cuentas ese había sido el acuerdo tácito con la borde comandante de Tempuria.
-Y aquella que unió de nuevo a
nuestras gentes, amada por su pueblo, guardiana de los dragones de Tempuria...
la comandante Natsuki Kuga- Concluyó con voz solemne Kenji, indicando a Natsuki
que se levantara.
La peliazul tardó unos segundos en
digerir la información, bien pudieran haber sido horas de no ser por el
pellizco que le hizo Mai en un brazo. Natsuki se levantó de un brinco...
-Ou...- Calló rápidamente sus lamentos y configuró una sonrisa extraña que los
Élide no entendieron del todo, pero causó una ovación en los hijo de Tempuria.
-Acérquense por favor...- Musitó el
Rey extendió los brazos para tomar las manos de las jóvenes que se
comprometerían. Kenji procuró unir las manos con bastante obstáculo físico de
las respectivas, pues casi le da una hernia en el cometido cuando Shizuru y
Natsuki forzaban las manos en direcciones opuestas. Una vez unidas el rey las
elevó a la vista de todos. -Declaro por Edicto que mi hija la señora del
Elemental Vitae, mi amada Shizuru Fujino se unirá en matrimonio a la guerrera
entre guerreros, señora de Dragones y guardián esmeralda... Natsuki Kuga en
representación de Tempuria- Natsuki levantó la mano libre para saludar a una
amiga que vio en las cercanías del palco. -“¡Nina!”-
El barullo de opiniones encontradas
entre los hijos de Élide por tan indignante anuncio fue silenciado, cuando la
mitad de la plaza compuesta por los Tempuria, uno a uno hombres y mujeres se
hincaron con absoluta obediencia, a fin de cuentas los amigos de los Dragones
sabían que estaban realmente en presencia de su reina. La mirada atónita de los
Élide pronto se convirtió en desdén, habían sido humillados en casa ¿Era menos
su devoción por los reyes de su hogar?
-“De
ningún modo permitiré esto”- Shizuru soltó la mano de Natsuki, se adelantó unos pasos,
levantó la mano y obsequió la más inspiradora de las sonrisas a su gente. Dando
por ende la ocasión perfecta a su pueblo, para mostrar su lealtad. La mitad
faltante se arrodilló e inclinó su cabeza para no ser menos que los Tempuria.
-No fue tan mal... supongo- Negaba
con la cabeza Mai, mientras Shizuru hacía de 'candidata al reinado de la
belleza' y Natsuki de ogro, con los brazos cruzados, el ceño fruncido y algún
gruñido poco disimulado.
.
.
.
En la privacidad de la sala de
debates 'cual mesa ovalada' yacían postrados los representantes de ambas
naciones. Los príncipes de Élide discutían, Kenji tenía un profundo dolor de
cabeza, Shizuma intentaba en vano calmar a sus hijos, Mai tenía una enorme gota
en la nuca 'la diplomacia había muerto hacía media hora', Mikoto bostezaba y
Natsuki apartaba la vista de la gente con fingido desinterés, en realidad
estaba que se caía del sueño.
-No hablarás seriamente padre...
¿Cómo es posible que comprometas a Shizuru con esa...esa mujer?- Musitaba casi
con asco mirando a Natsuki, quien yacía descualquierada en la silla. ¡¿Cómo
podía alguien tener semejante postura en una silla tan pequeña?!
-Ten más respeto Reito- Shizuma
intentaba aplacar los enardecidos ánimos de su hijo.
-¿Cómo pudiste hacerme tal cosa
padre?- Cuestionaba Shizuru con una mirada fría, aunque su rostro se mostrase
tranquilo.
-Hija, sabes que los privilegios vienen
acompañados de obligaciones y este matrimonio es completamente necesario para
mantener la estabilidad...- Respondió cansado el Rey, eran las 3 de la
madrugada y ¿Se les ocurría citar una reunión a semejantes horas?
-Conozco mi posición y mis deberes,
aun sin amor desposaría a quien hiciera falta... cualquiera hubiera sido mejor
que Kuga aunque fuera un campesino- Inclinó la cabeza Shizuru. -Pero el acuerdo
dice claramente que debo contraer nupcias con la Reina Tokiha-
-Eso es imposible...- La voz parca
de Mikoto se elevó por primera vez entre los presentes.
-¿Por qué? Es la sangre real la que
debe unirse- Espetó Reito metiendo mano en la discusión.
-Es un asunto un poco privado, sus
majestades- Musitó sonrojada la manzana de la discordia... -Yo... yo...
estoy...-
-Mai es mi esposa, está casada
conmigo y nuestro matrimonio no se puede disolver... ni siquiera en beneficio
de la política- La seriedad de aquella chica de revoltosos cabellos negros,
casi atrajo hasta el suelo la quijada de todos en la sala.
-¿Eres su esposa?- Natsuki
reaccionaba al fin. -Son mis amigas, se supone que...-
-Hasta ayer lo preguntaste...-
Interrumpió Mikoto como si nada y levantando los hombros para desentenderse de
las acusaciones de la Kuga.
-¿Tú sabías esto padre?- Cuestionó
Shizuru con una mirada de reproche, sobre el mayor, así ambas miradas rubíes
chocaron en una guerra silenciosa.
-Dialogué el asunto esta mañana con
Mai Hime... por esa razón decidimos que tus nupcias fueran con la comandante
Kuga, ella está en una estima aún mayor que la reina para el pueblo de
Tempuria- Suspiró pesadamente el castaño, sobándose el puente de la nariz.
-Viste como todos sin excepción de arrodillaron en su presencia-
El golpe seco sobre la mesa venido
de la mano de Shizuru asombró a los monarcas, que no daban crédito a tal
muestra de insubordinación de su hija. -Al menos podías consultarme ¿No padre?-
-Hace 3 años hubieras afirmado sin
inconvenientes hija mía ¿Por qué ahora es tanta tu reticencia?- Recordó Kenji
cuando su hija tenía 17 años ¿Cómo era posible que a los 20 años se estuviera
comportando como una niña caprichosa?
-Nadie dijo que mi prometida fuera
una mujer tan poco... delicada, vulgar y de lo más tosco que existe...- El
desprecio de Shizuru comenzaba a caldear nuevamente los ánimos.
-¡Oi!- Se levantó Natsuki con tal
fuerza de la silla, que la misma cayó al suelo. Tensa la mandíbula y por su
ceño fruncido, pareciera que en cualquier momento las prometidas fueran
realizar un combate cuerpo a cuerpo y no de los románticos. -Yo no tuve la
suerte de tener una madre cariñosa que velara por mi delicadeza, estaba sola...
salvo por mis amigos Dragones que se ocuparon de mi supervivencia... desde que
era un bebé- La pelinegra se mordió los labios un momento. -Usted lo tiene todo
y no lo ve, pero su nepotismo me tiene cansada... su cobardía decepcionada.
Tenemos una guerra encima y la princesita parece olvidarlo- Atónitos se miraban
los presentes, incluso Shizuru. -Todo en lo que puedo pensar es que si nos
casamos, la desconfianza que crece día con día, hora tras hora entre nuestras
naciones... podemos erradicarla juntas- Natsuki tendió su mano hacía la
castaña, con una expresión más tranquila, pero la terquedad de la Fujino era
legendaria y dejó aquella muestra de paz extendida. Indignada la pelinegra
retiró la mano y salió de la sala, dejando atrás a todos con caras llenas de
estupefacción.
-Si esa es su respuesta alteza,
mañana mismo eliminaremos el ovoide y nos marcharemos... esta será una guerra
que cada reino libre por su cuenta- Mai se levantó parca de su asiento y
también se dirigió a la salida en compañía de una silenciosa Mikoto.
Un silencio espeso llenó la sala
mientras la monarquía de Élide se preguntaba si las palabras de la joven reina
Tempuria, serían realmente cumplidas y el acuerdo roto. Shizuma miraba
preocupada a Shizuru ¡¿Tanto hirió su orgullo la comandante?!
-No consentiré tal altanería- Apagó
el silencio Kenji con una expresión que delataba una decisión tomada.
-Amado esposo por favor...- Shizuma
sabía que una tormenta se avecinaba, con terribles consecuencias. -No podemos
obligar a nuestra hija a contraer nupcias con quien no desea-
-Esto no es un juego mujer, es
egoísmo, terquedad y sobre todo... una clara muestras de desobediencia que no
puedo perdonar-
-Padre yo...-
-¡Lo harás! Te guste o no te casarás
con Kuga el mes que viene, cuando ella cumpla la mayoría de edad y pueda
desposarse acorde a las costumbres de ambos reinos-
-Pero pa...-
-No tolero más muestras de rebeldía
como estas, no de ti, ni de Reito... aprenderás que el bien del reino es
superior al propio y con el tiempo seguramente el amor nacerá entre ustedes-
-¡Eso no pasará!-
-¡Cuanto más pronto mejor!
Aprenderás a respetarme a mí y a tu reino, o te daré un castigo ejemplar...
Desde hoy estarás junto a tu prometida en cada sitio al que vaya, dormirás en
su lecho sea cual sea- Kenji estaba rojo de la ira. -Comerás a la misma hora,
en la misma mesa... dejémoslo claro, si va a ducharse tú le enjabonas la
espalda... y no es una petición de padre a hija, es una orden expresa del
rey... ¡¿Entendido?!- Los ojos rubíes se encontraron de nuevo, pero en esa
ocasión Kenji volvió a vencer la voluntad de su hija... pues para ella el honor
era el valor más preciado.
Shizuru contuvo la frustración en su
interior e inclinó la cabeza, no sin antes morderse el labio hasta hacerlo
sangrar. -Así sea mi Rey- Sin siquiera mirar a sus padres abandonó el lugar en
compañía de un Reito igual de indignado.
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autor.
Espero con ansias el siguiente capitulo.
ResponderEliminarMuy bueno sigue asi y no te tardes
ResponderEliminarEsta historia ufff me tiene atrapada igual que las otras
ResponderEliminarTus historias son excelentes como siempre, dejas deseando leer mas
ResponderEliminarMe gusta...genial como todos tus escritos que dejan con ganas de mas!!
ResponderEliminarExcelente genia!!esperando la continuacion.mia de bsas
Me encanta la historia. Espero con ansias el siguiente capitulo
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