13.
Habían
pasado ya varias semanas, él jamás ha vuelto a hablarme y no me importa mucho,
ya no puedo hacer más. Duré una semana deprimida porque me sentía la peor
persona del mundo pero después de tanta amargura entendí que era mucho más que
lo correcto, ya que a la larga él se habría enterado de todos modos, yo era
consciente de que no podría fingir más y sería una desgracia que se enterara
por alguien más o por sí mismo al notar mi cambio. Ya no me imaginaba con él en
ningún sentido, pensar en estar a su lado contra mi voluntad me daba terror y
por eso preferí enfrentarlo, en verdad después de tanto tiempo juntos mi
honestidad era lo menos que merecía. Ya no podía más con esa culpa que me
consumía las entrañas, me sentí miserable después de decir la verdad, no
imagino cómo me sentiría viviendo una mentira.
Las
cosas en casa estaban un poco tensas aun, mi madre estaba dramática por toda la
situación y yo no soportaba estar más en casa.Estaba por conseguir un empleo de
medio tiempo como secretaria, aunque yo lo llamo ser sirvienta ejecutiva más quién
soy yo para exigir. Solo deseaba verla, que me abrace y me diga que todo
estaría bien, tenía tantas ganas de estar con ella una vez más. Sin embargo
debía concentrarme en lo del empleo porque no se trataba solo de poder estar
con ella sin restricciones sino también de mí misma y el gran cambio que quería
lograr en mi vida. Así que me levante decidida a que todo marchara viento en
popa.
Me
preparé para la entrevista, lo mejor vestida posible y positiva hasta más no
poder. Llegué. Esperé a que me llamaran y me senté frente a ese hombre que
decidiría si volvería a correr por las calles rogando encontrar empleo o si me
salvaría el día. Y ahí estaba yo, toda seria y nerviosa respondiendo un montón
de preguntas, sintiendo que si respondía mal la guillotina iría acercándose
cada vez más a mi garganta.
Más
tarde y aun sin creérmelo estaba con la chica que me entrenaría. Me enseñó todo
lo que debía saber para realizar mi trabajo y me dio un montón de números de
teléfonos anotados en una hoja, me indicó el saludo al tomar las llamadas, las extensiones
de los diferentes departamentos y nombres por montones ya que era la empresa
principal de una cadena.
Y
así comenzaron mis días de mujer productiva, madrugando para tomar las dos
líneas del metro, pasaba de una a otra y en media hora estaba en mi destino.
Llegaba a casa con dolor de cabeza todos los días ya que me acostaba tarde por
los estudios, llegó un tiempo en me di cuenta de que estaba delgada, le debía
dinero a mi padre, y todo en mi primer mes, no veía la hora de que me pagaran,
tenía tantas cosas que hacer, tantas cosas que comprar y gastando todos los
días egresos y egresos sin nada de ingresos. Además del estrés que me estaba
volviendo loca, me soñaba con cosas y personas del trabajo y llegaba a casa
pensando en lo que había dejado para el día siguiente. Pero lo que más me tenía
de mal humor era que no la había visto a ella… Y pensar que ella era uno de los
motivos de este ajetreo en el que había convertido mi vida. Mi madre estaba un
poco más tranquila aunque no sabría decir qué pasaba por su mente realmente ya
que yo no paraba mucho en casa, trabajaba de lunes a viernes y debía aprovechar
los fines de semana para las tareas y los oficios… Sí, ya tenía
responsabilidades en casa como debió haber sido desde hace mucho.Siempre fui
muy organizada con mis estudios mas nunca imaginé cuan ajetreada puede ser la
vida de adulto, sentía que mi cabeza estallaría.
Pero
el trabajo también tenía su lado bueno, había conocido mucha gente buena, mi
círculo social iba cambiando radicalmente, todo el día estaba rodeada de
adultos con temas de adultos y eso en parte admito que me gustaba y me hacía
sentir adulta también.
Había
una mujer que me tenía atontada, sus ojos eran parecidos a los de ella, la
extrañaba tanto que cada vez que esa mujer entraba en mi oficina se me alegraba
el día, no me había planteado el hecho de que me gustara otra mujer pero era
normal ya que era una parte de mí que estaba floreciendo y no había pasado
fuera de ella y yo. No tenía ninguna duda de mis sentimientos, simplemente era
como si me estuviera abriendo a un nuevo mundo, a una nueva yo, que estaba
comenzando a conocer y que me estaba gustando bastante, con todos los pesares
que pasaba cada día me sentía cada vez mejor conmigo misma.
Ya
estando en casa en la noche ella me llamó.
-¡Hola!-
dije llena emoción al escuchar su voz.
-¿Cómo
estás hermosa?
-Cansada
pero bien. ¿Y tú?
-Bien,
ahora que te escucho, te extraño- sentí cómo mi corazón comenzó a latir
fuertemente, me moría de ganas por besarla una vez más.
-Yo
te extraño más…
-Eso
es imposible porque no he sabido de ti en días- me reclamó con voz dulce.
-Es
que he estado muy ocupada, siento que me estoy volviendo loca.
-Tranquila,
solo es cuestión de acostumbrarte.
-Lo
sé.
-Vamos,
sonríe para mí- me pidió como si pudiera verme.
Sonreí
e imaginé que ella también sonreía. No me lo podía creer todavía, de tantas
veces que habíamos hablado por teléfono esto no se le parecía en nada, todo
entre nosotras era muy diferente.
Estuvimos
charlando hasta tarde, tenía ganas de hacerlo con ella por teléfono pero no
tuve el valor de sugerírselo.
Entonces
me puse a pensar que solo habíamos estado juntas una vez y me ruboricé al
recordarlo, sus manos por todo mi cuerpo, hurgando cada centímetro de mi piel…
Sus besos, sus besos, sus besos.
Me
dormí pensando en ella y en todo lo que me moría por hacerle.
El
día siguiente transcurría normal en el trabajo, siempre con algo por hacer,
hasta que recibí una llamada de ella diciéndome que pasaría por mí a mi
trabajo. Casi pego un brinco en mi silla mientras hacia una señal de triunfo
con el puño. Conté las horas para mi salida y lo mejor fue que ella llego
minutos antes. Estaba tan emocionada que cuando la vi quise brincarle encima y
llenarla de besos por darme tan grata sorpresa. Pero no lo hice.
Con
el pasar de los días tuve por fin mi primer pago y la invité a salir. La
pasamos de ensueño. No puedo describir lo feliz que fui al estar con ella una
vez más, amanecí en su casa, cosa que a mi madre no le gustó para nada, en
verdad no entendía qué era lo que quería por fin, no sabía si seguía enojada
conmigo y mi amiga/novia o si simplemente estaba enojada de que cada vez estaba
más claro el hecho de que esa muchacha que alguna vez fue mi mejor amiga se
había convertido en mi pareja. No me había demostrado que estuviera enojada con
mi novia ya que a pesar de todo le tenía mucho cariño y eso yo sabía de antemano
que no había cambiado, en ningún momento me había hablado mal de ella por así
decirlo, así que no le di mucha importancia, tal vez simplemente quería que me
hiciera una mujer hecho y derecha a las buenas o las malas. O tal vez
simplemente le molestaba que durmiera en casa de mi pareja, al pensarlo así me
emocioné ya que eso quería decir que ya estaba aceptando la verdad de la
situación.
Decidí
soltar todo ese análisis y concentrarme en las noches que me esperaban junto a
ella. Mi novia. Sentía que ese era su verdadero nombre, estaba tan embobada que
me reía yo misma de mí. Era un sueño compartir cama con ella como nunca antes
imaginé que pudiera ser posible, amanecer y que sus ojos sean lo primero que
vea, que su voz sea lo primero que escuche… Mi corazón estaba inundado de
dicha.
-Te
amo…- me dijo pasando su lengua por mi labio inferior mientras sujetaba mi
rostro y me miraba con pasión.
-Yo
también te amo… - le correspondí allí con mi cuerpo sobre el suyo, sintiéndome
completa.
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juraba que no iba a leer más de esta historia... finísimo que la continuaras. ¡Espero por más!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo oriana rios
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