Fue
cuestión de días para que todo se formalizara legalmente. Fabiana y yo éramos
las dueñas de la hacienda y las responsables de continuar con el legado de mi
padre. La última firma se realizó esta mañana, sólo quedaba compartir en la
cena que había preparado para celebrar el inicio de esta nueva etapa. Por
supuesto que había incluido a Eugenia a esta celebración, era mi manera de
decirle a Fabiana que las dos eran bienvenidas en mi casa y que por mi parte,
no debía temer, porque respetaba su relación y lo que significaba para ella.
Desde
aquella noche en el estudio, todo había transcurrido normalmente. No se habló
de lo que allí sucedió, pues estaba bastante claro lo que significó para ambas,
y el trato entre nosotras se había vuelto más ligero y menos formal. Un poco
más cercano a una verdadera amistad. No era que los sentimientos hubiesen
desaparecido, sencillamente cada una había aceptado el final. Habíamos aceptado
que sólo había espacio para la amistad y que de ello dependía poder llevar a
cabo el compromiso que hoy asumíamos legalmente.
Estaba
muy nerviosa debo reconocer, por más que lograba controlar mis emociones cuando
estaba junto a Fabiana, no estaba segura de poder hacerlo al verla con Eugenia.
Temía ser muy transparente y que se me notara los celos que me invadían nada
más pensar en verlas juntas. Aún así, me armé de valor y seguí adelante con la
cena.
Al
escuchar el timbre, mi corazón dio un salto al cielo, mis manos comenzaron a
temblar y sentía que mi voz no era muy estable, así que respiré hondo varias
veces antes de ir al lobby y recibirlos. El primero en entrar fue Oscar, quien
me abrazó fuerte y me sonrió ligeramente en señal de apoyo, pues sabía lo
difícil que era ese momento para mí. Seguidamente entró Fabiana, su rostro
estaba tenso y a la expectativa, supongo que igual que el mío, pero me obligué
a sonreír cálidamente para tranquilizarla. Me besó en la mejilla y de inmediato
se volteó invitando a Eugenia a pasar. Morena, 1.70 de altura, cabello castaño
largo ondulado, ojos negros, elegante y femenina al natural y con una sonrisa
tan genuina y sincera que derribó todas mis defensas y aprehensiones. Para mi
sorpresa, al entrar y Fabiana hacer la presentación respectiva, Eugenia me
abrazó con fuerza y me dijo al oído “Gracias por invitarme”, yo no pude menos
que responderle que era un placer tenerla allí.
Luego
de ese primer contacto, la tensión de Fabiana disminuyó. Sabía que todavía le
era un tanto incómoda la situación, pero conforme iban pasando los minutos y
las horas, Eugenia y yo íbamos conversando cada vez más a gusto. Resultó que
era una mujer muy ligera de trato, alguien con quien resultaba fácil sonreír y
disfrutar del momento. No me hizo falta más de dos horas para entender cómo
había logrado sacar a Fabiana de la tristeza y la oscuridad en la que yo la
había dejado. Era la mujer que Fabiana necesitaba y en ese momento ratifiqué
que haría todo lo que estuviera a mi alcance por apoyarlas como pareja. No
sería fácil, ni indoloro, pero Fabiana se lo merecía, así que lo haría.
- Eugenia _ Llamé su atención
mientras hacíamos la sobremesa - ¿En estos tres años que tienes con
Fabiana … ella ha tomado vacaciones?
- No que yo recuerde _ Respondió
luego de una pequeña pausa en la que lo pensó - No … la verdad es que no.
- ¿Crees poder agarrarte unos días
libres?
- Natalia qué ... _ Intentó
intervenir Fabiana, pero Eugenia y yo hicimos caso omiso.
- Creo que sí. Yo tampoco he
agarrado vacaciones así que no debería tener problemas.
- Perfecto _ Sonreí ampliamente -
Averigua y si es así, escoge cualquier destino para que se vayan al menos
por una semana.
- ¡QUÉ! … ¿Estás loca? _ Dijo
Fabiana abriendo los ojos como plato.
- Sí Fabiana y no está sujeto a
discusión. Cómo socia mayoritaria te “sugiero” que te tomes unos día
libres.
- Pero tenemos mucho trabajo por
delante Natalia, no es momento de tomar vacaciones _ Estaba descolocada por
mi sugerencia.
- Precisamente por eso es que
necesito que lo hagas … nos viene un tren de trabajo bastante fuerte Fabi
y no tenemos garantía de lograr nuestras metas a corto plazo, así que me
gustaría _ Le dije casi que tono de súplica - Que te tomes unos días
libres lejos de aquí, lejos de todo esto. Unos días para dedicarte a ti y
a Eugenia … por favor.
- Sí amor, !vámonos! _ Le insistió
Eugenia con entusiasmo - Me conformo con una semana, de verdad … pero me
gustaría tenerte para mi solita unos días.
- No sé … hay mucho por hacer aquí _
Estaba renuente, pero no le daría oportunidad de rechazar mi idea.
- Oscar, tú qué opinas? _ Le
pregunté al verlo tan callado, pero con una sonrisa divertida en los
labios.
- No sé si tenga mucha oportunidad
de opinar dado que tú y Eugenia ya decidieron.
- En eso tienes razón, pero eso no
quita que puedas opinar _ Le respondí guiñándole el ojo.
- ¡Papá! _ Trató Fabiana de que la
apoyara.
- Hija … si algo he aprendido con
los años, es que cuando a una mujer se le mete algo en la cabeza, no hay
poder de Dios que la haga cambiar de parecer, así que mi recomendación es
que no discutas. Acepta las vacaciones. Disfruta unos días que ya luego
tendrás tiempo de sobra para hacer lo que tienen en mente.
Fabiana
se quedó callada mirándonos un tanto atónita. No podía entender en qué momento
había quedado entre la espada y la pared ante aquella idea.
- Por lo que veo, mi opinión no
tiene mucho peso en este momento _ Dijo con resignación.
- Mi vida … _ Eugenia tomó el rostro
de Fabiana con sus manos. No pude evitar sentir un punzada en el corazón
al ver ese gesto, así que desvié mi mirada hacia mi copa de vino y tomé un
sorbo de ella - Una semana ¿sí? … _ La miró con ojos tiernos. Reí con
nostalgia internamente, pues así le hacía yo para convencerla cuando
éramos pareja … qué duro era ver todo aquello.
- ¡Oh vamos Fabiana, no te hagas de
rogar! _ Intervine para así evitar hacer una locura - Tampoco es que te
estoy diciendo que hagas algo indeseable … son unas pequeñas vacaciones -
Desvió su mirada hacia mí un instante y luego volvió a mirar a Eugenia que
aún la tenía agarrada.
- Está bien. Nos iremos una semana _
Accedió finalmente, así que tanto Oscar como yo sonreímos satisfechos al
lograr que dijera que sí. Eugenia se abrazó a ella con emoción y le
estampó un beso en los labios que confirmó la alegría que aquellas
palabras le habían producido.
Tenía
el corazón hecho trizas, pero eso era lo correcto y esa semana me serviría a mí
también para llorar, para desahogar todo el dolor que sentía y que sería mi
fiel compañero de ahora en adelante.
Estuvimos
allí una hora más antes de que decidieran irse. Eugenia nuevamente me abrazó,
pero ahora con más entusiasmo y Fabiana, aunque quiso mantenerse controlada,
pude ver que tenía sentimientos encontrados con lo de irse y de seguro al día
siguiente, estaría temprano en casa queriendo hablar de ello. Y así fue, a la
mañana siguiente, en cuanto Fabiana llegó al estudio, lo primero que preguntó
fue que de dónde había salido esa idea de las vacaciones; yo sólo le respondí
la verdad, que era por su bien dado el trabajón que se nos venía encima. No le
convencía que era sólo por eso, pero hasta el final del día, siempre mantuve
esa única versión. Sabía que si le decía la otra razón de todo aquello, sería
como comenzar con el pie izquierdo, así que guardé mi sentir muy en el interior
y lo dejé allí, sólo para mí.
Pasó
sólo una semana antes de que tomaran mi palabra y se fueran de vacaciones, a la
final sería una semana y media, así que tendría bastantes días para calmar mi
ansiedad y mi frustración. El primer par de días me quedé dentro de casa en
cama, estaba demasiado agotada emocionalmente como para hacer algo más que
dormir. Dormir sin interrupción alguna. Jimena se encargó de obligarme a comer,
así que literalmente sólo dormí y comí.
Al
tercer día, decidí salir de mi cuarto y deambular por la casa reviviendo los
infinitos recuerdos que tenía de mi niñez, tanto con mi padre, como con
Fabiana. No fue un día sencillo. Jimena me acompañó todo el tiempo, o al menos,
lo que sus quehaceres se lo permitieron y aunque su compañía no disminuyó el
impacto de la casa vacía y casi sin vida que percibía, al menos, lo hizo más
llevadero. Al cuarto día, en un ataque de ímpetu, decidí que cambiaría el
aspecto de la casa, que vivir con tantos recuerdos en cada mueble, cuadro o
adorno de allí, no era una opción saludable, así que tomé el carro de papá y me
fui a una de las mejores mueblerías de la ciudad y prácticamente lo cambié
todo. Sobrevivieron sólo aquellos detalles que eran irremplazables, pero todo
lo demás, terminó siendo regalado a los empleados. Fueron tres días de locura
sacando, metiendo y arreglando los diferentes espacios de la casa, pero al
final, valió la pena. Jimena, aunque renuente, tuvo que aceptar que ahora todo
tenía un aspecto mucho más moderno y minimalista y que hasta cierto punto,
contribuía a sus labores de limpieza, pues se los hacía más sencillo y rápido.
Al
octavo día, salí a disfrutar de la hacienda, especialmente de unos de los
árboles más antiguos de la propiedad y quien fue testigo de el primer beso
entre Fabiana y yo. La tristeza me invadió nuevamente, era un subidón de
emociones, pero los dejé salir, debía hacerlo ahora que todavía podía, así que
me dejé llevar y sólo me acosté el pie del árbol y comencé a llorar en
silencio.
No
supe en qué momento pasó, pero cuando abrí los ojos, Ernesto estaba sentado a
mi lado viendo al horizonte. Me asusté lógicamente y él se dio cuenta.
- Lo siento, no era mi intención
asustarte _ Se disculpó con pena.
- No te preocupes … fue que no te
sentí _ Respondí al tiempo que me incorporaba para sentarme.
- Estabas ensimismada en tus
pensamientos … y en tu llanto silencioso _ Agregó con un poco de pesar.
- Sí … _ Asentí tratando de
limpiarme la cara y dejarla lo más libre posible del rastro dejado por las
lágrimas.
Sin
decir palabras, Ernesto se me acercó y me abrazó. Al principio me quedé
paralizada por esa acción, pero cuando vi que sólo quería consolarme, ahí me
desplomé otra vez. Fue como si abrieran el grifo del llanto y sin poder
contenerme, le correspondí el abrazo como si fuera mi tabla de salvación y así
me quedé unos cuantos minutos. Sólo dejando salir mí llanto mientras que
Ernesto me sostenía y me acariciaba la espalda de manera tranquilizadora.
Cuando finalmente me calmé, me separé lentamente con la vergüenza invadiéndome
por tamaño descontrol de mi parte ante un desconocido. Porque a la final,
Ernesto era eso, un desconocido.
- Lo siento … mira como te dejé la
camisa _ La pena fue mayor al ver que todo su hombro estaba totalmente
empapado por mis lágrimas.
- No te preocupes, ya se secará _
Respondió despreocupadamente.
- Gracias _ Le dije luego de una
pausa - Me agarraste en un momento vulnerable.
- Está bien … tengo una hermana y he
aprendido a identificar cuando necesita un abrazo. Te vi e imaginé que lo
necesitabas.
- Sí … no tenía idea de cuánto lo
necesitaba … suelo lidiar yo sola con mis cosas.
- Y yo, pero a veces hace falta una
mano amiga, no importa de quien venga _ Luego de esas palabras extendió su
mano hacia mí - ¿Aceptas la mía? _ Miré su mano y todo me decía que se la
estrechara, pero no pude evitar dudar - Dame la oportunidad de demostrarte
que mi ofrecimiento es real _ Luego de eso y contra todo pensamiento
racional, estreché su mano
- Espero así sea _ Dije con la
esperanza teñida en mis ojos.
Nos
quedamos en silencio por un momento, hasta que él volvió a hablar.
- Este árbol significa mucho para ti
¿verdad? _ Me pareció extraño que dijera eso y supongo que mi cara lo
reflejó porque sonrió ligeramente antes de continuar - Fue testigo de
momentos importantes entre Fabiana y tú.
Eso
me descolocó aún más y mis ojos se abrieron como plato. No entendía como podía
saber aquello.
- ¿A qué te refieres? _ Traté de
disimular.
- Mi papá trabajó para la haciendo
durante mucho tiempo … se encargaba de la jardinería y a veces me venía
con él a ayudarle. Ese día que las vi, papá había ido a buscar unas
vitaminas para la tierra y me había quedado a cuidar la podadora y otras
cosas … pero mientras, me puse a caminar y sin querer me topé con ustedes
dos … estaban … pues ya sabes … besándose …
- ¡¡Dios!! _ Dije con consternación.
Ya había pasado mucho tiempo de eso, pero igual no dejaba de consternarme
el que hubiésemos sido tan descuidadas - Alguien más se dio …?
- ¡No! … al menos ese día sólo yo
las vi. Cuando sentí que papá regresaba lo distraje para que continuáramos
en otra área, cuando sabía que vendría por estos lados, trataba de venir
con él para cuidarles las espaldas.
- ¿Y por qué lo hacías? _ Se lo
agradecía, pero no entendía que interés tenía al cuidarnos de esa manera.
Hizo un pausa mirando hacia el frente antes de contestarme.
- Porque en el fondo … me sentía
igual que ustedes _ Devolvió su mirada hacia mí.
- ¿Eres gay? _ Pregunté para
ratificar si había entendido bien.
- Sí _ Aceptó casi entre dientes - O
bueno … eso creo _ Regresó su mirada al frente.
Pude
ver su confusión, ese tormento que nos persigue hasta que logramos aceptar
quiénes somos y lo que somos.
- Nunca haz … ? _ Dejé la pregunta
en el aire.
- No … en mi casa eso no sería bien visto,
al menos no por mis padres. Mi hermana … puede que me acepte pero … no sé.
- Creo que lo primero es lidiar
contigo mismo, ¿no crees? … Es mortificarte con algo que aún no sabes si
de verdad es o no.
- Lo soy … he luchado con esto mucho
tiempo, pero ya no puedo seguir negándolo … me gustan los hombres … los
deseo muy intensamente _ Dijo casi para sí.
Vi
cómo luchaba por mantenerse tranquilo hablando del tema, creo era la primera
vez que lo hablaba.
- Eso no debe apenarte Ernesto …
todos hemos pasado por ese proceso _ Ahora fui yo quien le pasó la mano
por su hombro para tranquilizarlo.
- Sí pero es muy difícil … lidiar
con lo que se espera de mí y con lo que realmente quiero. Cada día se me
hace más difícil fingir ser algo que no soy. Fingir que me gustan las
mujeres y que las deseo cuando en realidad no es así … _ Hizo una pausa -
He llegado al punto donde dejé de salir con mis amigos para evitarme
malos ratos, evitarme esa presión de ser el macho conquistador e ir por
allí como un semental de mujer en mujer … las últimas veces que estuve
íntimamente con una, casi paso por impotente … estuvo a punto de ser un
desastre … desde allí decidí evitarme esos episodios. Me he centrado en el
trabajo a tal punto que casi me he exiliado de la vida social _ Respiró
hondo, era evidente que le aliviaba poder hablar sobre todo lo que le
sucedía y por alguna razón se sintió en confianza para hacerlo conmigo -
Pero estoy llegando a mis límites. No sé qué hacer, ya no aguanto más.
- En principio debes calmarte ...
toda esta etapa pasa. Te lo aseguro - Él me miró e intentó hablar un par
de veces antes de encontrar las palabras para hacerlo.
- Sé que apenas me conoces pero ...
podrías ayudarme con esto? En verdad no sé cómo manejarlo.
- Claro que sí. Cuenta con eso - Le
sonreí para darle seguridad - Capaz y terminas siendo un semental pero no
precisamente con mujeres - Bromeé.
- Jajajajaja bueno ... no me molestaría en absoluto y
menos en este celibato obligado en el que estoy - Habló ya más relajado.
- ¿Hay alguien que te interese?
- Nadie en específico y aunque lo
hubiese, sería imposible viviendo aquí donde todo se sabe ... pueblo
chiquito ...
- Infierno grande - Completé la
frase
- Así es ... _ Asintió - Aunque debo
admitir que mi entrenador en el gym me pone mal ... es ... uuuuffff
imposible no verlo.
- ¿Hace cuánto no vas al gym?
- Hace un mes ... no puedo verlo sin
que mi mente vuele y se ha convertido en un gran problema
- Estás de urgencia entonces
- Oooohhh si, créeme que si.
Volvimos
a reír y debo decir que no fue cosa de momento, estuvimos allí un buen rato
donde para mi sorpresa, Ernesto me hizo olvidar de todo aquello que me agobiaba
y aunque al regresar a la casa, los vacíos seguían estando, ese momento con él,
pasó a ser un bálsamo. Pensar en algo diferente a mi padre, Fabiana y la
hacienda, me había hecho bien, así que sin querer, Ernesto se convirtió en mi
tabla de salvación y por lo que a mí respecta, era totalmente bienvenido en mi
mundo.
Mi
padre siempre había sido un hombre deportista, le gustaba ejercitarse, así que
luego de la conversación con Ernesto, decidí reorganizar la habitación que él
tenía para ello y empezar a usarla. Me gustaba hacer ejercicio, pero hacerlo
sola no era tan agradable, así aprovecharía para darle esa salida a Ernesto y
así motivarme a continuar con la rutina que seguía en Italia.
Al
día siguiente me dediqué a eso, Jimena y otros empleados me ayudaron a reubicar
algunas máquinas que conservaría y a sacar aquellas que estaban algo
obsoletas. En la tarde, fui con Ernesto a comprar las máquinas y los accesorios
que faltaban y así tener todo lo necesario para iniciar nuestras sesiones
privadas de ejercicios. Al principio él estaba un poco reacio al hecho de que
sabía que eso se convertiría en la comidilla de los empleados, pero a la final,
aceptó y yo estaba encantada. Me sentía muy a gusto en su compañía, tal vez
porque no esperaba de mí sino sólo lo que yo le ofrecía y aunque aún era muy
temprano para confiar ciegamente en él, todo apuntaba a que no le interesaba la
Natalia modelo y con una posición económica bastante cómoda, sino la Natalia
amiga y ¿confidente? … es muy temprano para pensarlo, pero así lo sentía
y sólo dios sabía que hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Al
día siguiente me encargué de crear rutinas de trabajo tanto para él como para
mí de acuerdo a lo que deseábamos hacer. Ambos manteníamos una buena figura,
así que nos enfocaríamos en el mantenimiento de las zonas más desarrolladas y
en el reacondicionamiento de aquellas que necesitaban de más trabajo. Acordamos
que él saldría de la hacienda a su hora de costumbre y que regresaría una hora
después, para evitar encontrarse con otros empleados, sólo los que trabajaban
dentro de la casa sabían de ello y está de más decir que fui muy enfática en la
discreción que debían tener con esa información. Claro que la versión oficial
para ellos era que Ernesto sería mi entrenador personal, cosa que no estaba muy
alejada de la realidad, sólo que en verdad, ambos seríamos nuestros
entrenadores personales.
Así
iniciamos, entre risas, frases motivadoras y mucho esfuerzo, pasamos nuestra
primera sesión. A la segunda, tuvimos que lidiar con los dolores residuales del
día anterior, sin embargo, luego de calentar, todo fluyó mucho mejor. Al tercer
día, llegó con mucho ánimo y entusiasmo, pero su motivación se debía a una
razón muy específica de la que me enteraría casi que de inmediato:
- ¿Así que quiere conocerte? _ Le
pregunté de manera pícara luego que me contara de un chico con el que
hablaba por una red de contactos gay.
- Si … nos hablamos desde hace dos
semanas, pero todo muy superficial. La verdad me sorprendió la invitación
para vernos.
- ¿Y qué quieres hacer?
- No sé … es decir, me gusta, al
menos lo que he visto en sus fotos pero … _ Intentó hablar pero las
palabras no le salían.
- ¿Tienes miedo? _ Sabía que así
era, pero también sabía que a los hombres les costaba mucho admitir ese
tipo de cosas. Me miró y bajó la mirada durante unos instantes.
- Sí _ Admitió finalmente.
- Y qué es lo que más temes, ¿Que no
te guste o que te guste de más?
- Que me guste de más _ Dijo con
notable preocupación.
- Y si así fuera ¿qué? … ¿cuál es el
problema?
- ¡Que no sé qué hacer! Ese es el
problema.
- ¿Y quién te dijo que tienes que
saberlo? y lo más importante: ¿Quién te dijo que él tiene que
saberlo? _ Me miró un tanto desconcertado por la pregunta - Escucha, él no
está al tanto de saber cuánta experiencia tienes o no y además, no es la
primera vez que tienes una cita. Has salido antes con chicas ¿no?
- Claro.
- Pues bien, el momento de conocerse
es igual al que has experimentado hasta ahora, así que por ese lado no
tienes problemas. Ve a la cita. Conócelo y dependiendo de la empatía que
tengan ya te preocuparás por lo que pueda o no suceder. Pero ahorita, es
inútil estresarte por eso.
- Me dijo para vernos en una disco
este fin _ Dijo luego de una pausa.
- ¿Y qué le dijiste?
- Que le avisaba. Que no sabía si me
tocaba trabajar _ Me dijo sonrojándose un poco, pues era una gran mentira
dado que el personal de los fines de semana era totalmente distinto a de
las semana.
- Jajajaja una mentirita blanca ¿eh?
- No quise comprometerme sin saber
si …
- ¿Sin saber qué? _ Pregunté al ver
que no terminaba la oración.
- Sin saber si me acompañarías _
Dijo finalmente.
- jajajajajajajajajajajajaja ¿quieres
chaperona? _ Pregunté fingiendo indignación
- No, quiero a mi amiga conmigo _
Aclaró. Al ver su expresión seria, supe que era importante para él
que lo acompañara.
- Lo sé, sólo bromeaba.
- ¿Entonces si vendrás? _ Preguntó
con la expectativa en sus ojos.
- Claro que sí _ Le sonreí
- Pero hay un detalle … _ Hizo una
mueca de “¡ups!” - Es en Caracas.
- ¡Oh! … _ Me agarró de sorpresa
eso, pero a la final lo pensé un instante y me dije “por qué no?” - Pues a
Caracas iremos.
- ¡SÍ! _ Se levantó y me alzó en
brazos - Por eso es que te amo
Ambos
reímos a carcajadas sin darnos cuenta que Fabiana estaba en la puerta viendo
aquella escena. Yo que la conocía bien, sabía por su expresión que estaba
desubicada por lo que veía. Ernesto no pudo evitar trastabillar al bajarme y
ponerse nervioso ante la mirada intensa de ella.
- ¡Fabi! - La saludé con entusiasmo
mientras me acercaba a ella con una gran sonrisa - No te esperaba hoy _ En
realidad estaba sorprendida. Sabía que llegaba ese día, pero pensé que la
vería al día siguiente.
- Ya veo que no _ Respondió viendo a
Ernesto y luego a mí.
Sin
hacer caso de su mirada de pocos amigos, le di un abrazo y un beso en la
mejilla.
- Qué bueno que estés de regreso.
- Si … ¿podemos hablar un momento? _
Hizo un pequeño movimiento con la cabeza señalando la puerta.
- Claro _ Dije de manera
despreocupada - Ernesto, espérame un momento sí. Ve colocando la música _
Durante las sesiones de ejercicios habíamos acordado que nos alternaríamos
la música que escucharíamos, un día él la escogía y al siguiente lo hacía
yo. Hoy, era su turno. Salimos al pasillo y sin rodeos Fabiana me abordó.
- ¿Me puedes explicar qué es esto?
- ¿Qué cosa? _ Me hice la que no
entendía.
- Esto _ Señaló el cuarto y a
Ernesto.
- El cuarto de ejercicios ya lo
conoces, lo que hice fue cambiar algunas máquinas para poder ejercitarme
diariamente.
- ¿Y él? ¿Desde cuándo son tan
íntimos como para hacer ejercicios juntos? _ La orejas se le estaban
poniendo rojas, lo cual era un indicativo claro de que la hervía la
sangre. No pude evitar sentir un fresco en mi interior al saber que a
pesar de todo, aún me celaba.
- No somos “íntimos”, sólo estamos
comenzando una amistad o por lo menos, nos estamos dando esa oportunidad.
- ¿No te parece un poco apresurado
que ya lo metas en la casa de esta manera?
- Puede ser, pero ni yo quiero pagar
por ir a un gym y él … bueno, tiene sus razones para no ir, así que
decidimos ser nuestros propios entrenadores personales. Por eso está aquí
_ No tenía que darle explicaciones, pero en el fondo sabía que más allá de
los celos, estaba su instinto de protección hacia mí.
Miró
a Ernesto a través de la puerta de vidrio unos segundos y luego regresó su
mirada a mí.
- Ten cuidado por favor … él … es
muy buen chico pero, nunca se sabe. No quisiera que salieras lastimada _
Me dijo con la voz un poco más baja y menos molesta.
- No te preocupes _ Le agarré el
antebrazo - Me sé cuidar … y en caso tal de que me lastimara, sé que no lo
dejarías vivo _ Bromeé para terminar de aliviar su incomodidad, cosa que
funcionó porque medio esbozó un sonrisa y es mucho decir siendo ella como
es - Fabi, me encanta que estés aquí y me muero por escuchar como les fue
en el viaje, pero hoy es nuestro tercer día de entrenamiento y si comienzo
a poner excusas para no cumplirlas … _ Negué con la cabeza - Yo me
conozco.
- Entiendo … ve.
- ¿Por qué no vienen a almorzar
mañana?
- Sí, puede ser _ Asintió
- ¿Puede ser o vienen? Mira que
pienso cocinar yo _ Levanté mis cejas dos veces para animarla. Allí ya
perdió la batalla de hacerse la dura y sonrió.
- Venimos _ Confirmó.
- ¡Bien! _ Le devolví la sonrisa
satisfecha - Entonces nos vemos mañana ¿si? _ No le di tiempo a decir más,
le di un beso en la mejilla y me regresé al gym. Ernesto ya había puesto
la música y estaba a la expectativa de si continuaríamos o no - Empecemos
_ Le dije.
- ¿Segura? ¿No prefieres dejarlo
para mañana? _ Preguntó inseguro de que realmente quisiera continuar.
- No _ Respondí parcamente. Él
entendió, así que sin preguntar o comentar nada más, comenzamos la sesión
de esa noche.
Fabiana
se quedó unos minutos afuera viéndonos, sin embargo, yo actué como si ni
siquiera lo notara. La verdad era que toda yo estaba hecha un espagueti, mis
músculos sólo sabían temblar pues su presencia me descontroló. Tal y como se lo
había dicho, no la esperaba hasta el día siguiente y su aparición sorpresa no
me había dado la oportunidad de prepararme para ese encuentro. Gracias a dios
que pude actuar lo más natural posible, que pude disimular lo embobada que
quedé cuando la vi por esa puerta con ese bronceado tan espectacular que tenía.
No pude detallar nada más. Ni siquiera sé qué ropa tenía puesta, sólo tuve ojos
para su rostro, ese bronceado que le hacía resaltar el brillo de sus ojos y su
boca, que como siempre me llamaba a besarla.
Luego
de una hora y media de ejercicios, quedamos tirados en el piso con la
respiración a mil.
- Espero que la Srta. Fabiana no se aparezca seguido por aquí _
Comentó Ernesto a lo que yo volteé con cara de “no entiendo” - Si cada vez
que venga, me vas a sacar hasta la última gota de energía, no aguantaré un
mes _ Explicó. Yo lo pensé un momento y sí, me di cuenta que ese día había
subido el nivel de exigencia en mis ejercicios y en los de él. El pensar
en Fabiana y en todas las cosas que me producía internamente, me había
hecho querer desahogar todo aquello en las rutinas de ejercicios,
incluyendo en las de Ernesto, que no tenía nada que ver con mi situación.
- Lo siento … no me di cuenta … qué pena _ Me sonrojé.
- Tranquila, no te preocupes. Pero la próxima vez, me voy de una _
Bromeó.
- jajajajajajajajajaja _ Nos reímos los dos.
- Si que te descontrola ¿no? _ Boté todo el aire de mis pulmones
antes de contestar.
- Por completo … cualquiera pensaría que después de 12 años sin
verla, muchas cosas se extinguirían … pero no es así … me gusta y la deseo
igual o más que cuando estábamos juntas _ Hice una pausa - Incluso me
atrevería a decir que … la amo más que antes. _ Nos quedamos en silencio
un momento.
- ¿Y no hay oportunidad de que regresen? _ Preguntó luego de que se
volteó para mirarme.
- No … ella está feliz ahora … no le quitaré eso. No cuando fui yo la
que se fue y la dejó en la nada _ Fue inevitable que mi voz cambiara de
tono y que mi expresión se ensombreciera, pero así debía ser - Se lo debo
Ernesto … le debo el dejarla ser feliz.
- ¿Aunque eso te destruya?
- Ya no hay más que destruir … lo que fui, lo mejor de mí, lo dejé
aquí cuando me fui … esto que ves es una coraza hueca _ Admití con los
ojos humedecidos - Y sí, claro que duele, claro que lloro … pero no es
nada diferente a lo que he hecho diariamente durante estos años.
- Natalia _ Quiso hablar.
- No Ernesto … ya yo acepté que Fabiana es lo mejor de mi pasado. Que
siempre la amaré, pero que mi oportunidad pasó … que debo dejarla ser
feliz.
Sin
decir más sobre el tema, nos quedamos allí unos minutos más antes de que
recogiéramos todo y nos fuéramos. Al día siguiente, efectivamente Fabiana y
Eugenia fueron a la casa y les cociné un pollo con arroz y almendras que me
había enseñado a hacer una amiga de origen árabe, y allí, entre cuentos y
anécdotas pasamos la tarde. Di todo de mí para ser la Natalia amiga que Fabiana
necesitaba, pero en el fondo no lograba evitar sentir un poco de envía al no
haber sido yo su acompañante durante esos días. Pero a medida que fuimos
compartiendo, me prometí sanar esa herida. No podía pasar los próximos dos años
llorando en las esquinas por el amor perdido. Así que con más razón, me enfoqué
en que la salida con Ernesto, sería el inicio de mi nuevo vivir. Ya no me cerraría
a las nuevas experiencias. Ya no trataría de conseguir a Fabiana en otros
brazos. Ahora, buscaría mi propio camino.
http://kamzoe.blogspot.com/
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Kam Zoe - Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
me encanta el amor verdadero es solo el primero ya lo dijo l canción
ResponderEliminarI'G'
chicas necesito de su ayuda hace algún tiempo lei un libro y no puedo recordar ni el nombre ni autor
trata de una joven que visita si tía dueña de una tienda y ahí conoce a una pintora lesbiana y pues empieza a sentir cosas que jamas antes había sentido y pues para complicarlo mas ella tiene novio uno que quiere casarse con ella y pues así un drama como nos gusta el caso que se enamoran viven un fugaz romance y todo eso
si alguien sabe el nombre autor o le recuerda algo por favor cometen me a tenido dos dias sin dormir bien en pensar que nombre tiene esta historia
Muy buen capitulo sigue asi por favor no demores gracias besos
ResponderEliminar¡Ufff! Que emociones contenidas
ResponderEliminarQue difícil es dejar lo que es uno dejar salir nuestra esencia comprendo perfectamente a Ernesto y Fabiana ama Natalia como siempre lo ha hecho excelente capítulo magnífica historia Kam Zoe un cariñoso saludo desde Chile
Esto se esta poniendo interesante pq Fabiana es celosa.Cuando Natalia conozca a alguien mas Fabiana no soportara verla con otra mujer que no sea ella.Va a caer presa de unos celos infernales.Veremos cuanto mas se podran contener estando tan cercas...
ResponderEliminarKam,esperamos que continues inspirada con esta historia.
Chao!
Me encanta la historia... Y como se va desarrollando . Varios sentimientos entre nuestras protagonistas y todo el drama que falta... Una maravilla
ResponderEliminarEs una historia interesante, esperamos con ansias la continuación... Por favor...
ResponderEliminarCariños para todos. El capítulo siguiente viene en camino :)
ResponderEliminar