Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

La Chica de Tasca - Gentile 13 - 2

Capítulo II
 
Ya ha pasado un año, cambie no solo de ciudad sino también de país, pero sigo siendo la misma persona que busca llenar ese vacío en su interior con lujo, dinero y sexo mucho sexo, pero solo encontrando alivio momentaneo, las amistades que he hecho que conocen mis gustos y comportamiento alegando que soy un monstruo, creo que es cierto, pero también es cierto que cada monstruo nace de algún miedo, el mio es enamorarme de nuevo y eso hace que solo conquiste cualquier chica hermosa que se aparezca en mi camino con la promesa de buen sexo sin ataduras.
 
-¡Mujer! ¿qué tanto piensas?
 
-Nada, nada, dime que era lo ¿qué ibamos a hacer?
 
-Vamos a la despedida de soltero de Andrés.
 
Una noche vagando por la ciudad entre en un gimnasio y vi a un grupo de personas jugando fútbol y por alguna extraña razón me acerque y me dispuse a jugar con ellos, resultaron ser un buen grupo de personas son Andrés que esta a punto de contraer matrimonio con 
Emmanuel su novio de hace años, también esta María, Estela y Adriana; casualmente todos somos homosexuales así que eso nos une un poco más y es más fácil charlar de chicas. Las cuatro nos dirijimos en mi auto a una disco de la ciudad donde están todos los amigos de Andrés para celebrar su ultima noche de soltería. Bailamos y bebimos como si el mundo se fuese a acabar mañana, gracias a Dios los tórtolos contraerían nupcias en la noche; disfrutamos de la noche tanto, que cuando salimos ya el sol estaba saliendo y parecíamos vampiros expuestos a la luz; logramos llegar a un pequeño café para comprar el desayuno ya que ninguna iba dispuesta a cocinar, ellas pidieron solo café yo por mi parte pedí un par de pasteles de jamón y queso crema con gran vaso de jugo de naranja, amo los cítricos.
Al dirigirme a la puerta soy golpeada por alguien que derrama su gran café caliente sobre mi camisa blanca, mi furia fue inmediata estaba a punto de invocar al mismiso infierno cuando vi esos hermosos ojos azules como el cielo.
 
-Disculpe señora- odio que me digan señora, en serio a penas voy a cumplir mis 30 y ni canas tengo como para que me digan así me siento de 100 años-
-¿Cual señora? Niña torpe- ella iba en converse, con su hermoso cabello rubio recogido en una cola alta, un short de jeans y un sueter color gris que hacia ver aún más intenso sus ojos azules- Acaso no ves por donde caminas.
 
  Se notaba como su hermoso tono de piel pasaba de blanco a rojo a medida que su vergüenza se transformaba en rabia y acto seguido aplasto en mi pecho un cupcake de chocolate que llevaba en su mano, cabe destacar que yo llevaba una hermosa camisa blanca que hora aparte de una enorme mancha de café tenía crema y migas de chocolate.
 
-Para que disfrutes con el café- me lanzó una mirada asesina y abandono la escena 
dejandome sola con todas las miradas sobre mí.
 
Con el transcurrir de los días los chistes de las muchachas con respecto a mi “incidente” en el café han ido disminuyendo y el tema de conversación son las anécdotas de la Luna de Miel de Andrés y Emmanuel; pero yo no podía dejar de soñar con esa niña altanera de hermosos ojos azul cielo, para mi fortuna no pasaron demasiados días antes de que el universo volviera a jugar sus cartas.
 
Elizabeth
 
Mi nombre es Elizabeth tengo 23 años mi estatura es de 1.65 soy feliz con mi estatura ni muy alta pero tampoco tan bajita; mis ojos son azules, tengo cabello rubio y piel blanca, no soy una mujer con grandes atributos físicos pero me gusta mi cuerpo y me mantengo sana haciendo Yoga, que me resulta muy relajante y liberador. Cierto día pase por un café donde acostumbro pasar, cuando voy de salida recuerdo que deje mi tarjeta en la caja (soy algo despistada) voy algo apresurada y no llego a ver a una mujer justo frente a mí y terminamos chocando, le derrame todo mi café encima, me sentía tan avergonzada; pero me sentí peor cuando la detalle, por Shakespeare era una mujer hermosa, de piel morena ojos marrones y cabello castaño, más alta que yo y por sobre su ropa se notaba que su cuerpo estaba bien trabajado, mi cerebro no quería reaccionar y solo dije lo primero que se me ocurrió.
 
-Disculpe señora- me percate tarde que le dije señora y de señora no tiene nada al contrario se nota a leguas que es una chica jovén y que obviamente acaba de salir de alguna fiesta o disco por las ojeras en su rostro y su fuerte olor a licor y cigarro.
 
-¿Cual señora? Niña torpe, Acaso no ves por donde caminas- su actitud tan odiosa saco mi lado malvado, mis amigas dicen que soy como el doctor Jekyll y mister Hyde; antes que pudiera pensar racionalmente me encontraba estrellando mi cupcake en su pecho como si tratara de atravesarla.
 
-Para que disfrutes con el café- puedo ser realmente odiosa cuando la situación lo amerita a veces no me reconozco, fui a la caja por mi tarjeta y desaparecí del café sin antes disfrutar de la cara de sorpresa de esa chica con mi desayuno servido en su inmaculada camisa blanca.
 
Me senti como la peor persona del mundo, luego del papelon que habia ejecutado en el café pero al recordar a esa hermosa chica y su cara como un poema ante mi gran acción siento algo de satisfacción, pero mi sensación de suficiencia no me duraba mucho al ver a mi pobre Shakespeare enfermo, él es un pug de ocho años ha estado conmigo demasiado tiempo y juntos hemos superado muchas adversidades, pero desafortunadamente el pobre enfermo de cáncer y no respondió al tratamiento, el veterinario me dijo que lo llevara hoy para ponerlo a dormir ya que los calmantes no estaban surtiendo efecto y solo sufría, con el alma por el piso lo tome en mis brazos y me dispuse a llevarlo, el hospital de mascotas me quedaba realmente cerca así que lo llevé a pie y como si el cielo supiera que hoy era un día doloroso para mi predominaban las nubes grises que amenazaban con una fuerte tormenta, llegamos al sitio el doctor me dio una media hora para volver a despedirme de mi fiel amigo y antes de que se lo llevaran me dedico una tierna mirada como diciéndome que todo estaría bien, en ese instante rompí en llanto y me fui, afuera llovía a cantaros pero no me importaba estaba asimilando que mi mejor amigo ya no estaría a mi lado.
 
Al cabo de un par de cuadras se detiene un automóvil negro, se abre la puerta del copiloto y una mano me hace señas de que entre, me quede congelada unos instantes pensando, ninguno de mis amigos tiene un auto así y no soy de las que se suben a un auto con un extraño pero hubo algo que me hizo sentir confianza y entre al auto.
 
-Abróchate el cinturón- me ordenaron apenas cerré la puerta, cuando volteo a ver quién era el buen samaritano mi asombro no tardo en notarse.-
 
-¡Rayos!¡Eres tú!- levanto ambas cejas como queriendo decirme si ya sé que soy yo torpe, dime algo nuevo.- ¿Por qué? ¿Coo...cómo me encontraste?
 
-Bueno no te estaba buscando si es lo que crees, no soy ningún tipo de acosadora; solo iba pasando y eres la única alma en pena que anda vagando con semejante aguacero- sus últimas palabras las dijo con cierto atisbo de tristeza.-
 
-Bueno no soy la única porque túestás aquí conmigo también ¿no?
 
-Yo por lo menos ando en auto y no mojándome como tú, ¿qué buscas niña? ¿Enfermarte?- volteo su rostro para mirarme a los ojos, sus ojos marrones eran muy expresivos y definitivamente había preocupación en ellos, preocupación por mí.
 
-No busco eso, además no soy un pollo para enfermarme tan fácil.- me cruce de brazos clave mi vista al frente e hice un puchero.
-Jajaja ok niña tranq...- la interrumpí antes de que terminara lo que iba a decir.-
-¡Deja de decirme así! No soy ninguna niña tengo mis 23 años y bien vividos- detesto que me digan niña-
-Ok cálmate, chica de mediana edad- dijo alzando sus manos en señal de rendición y con una media sonrisa en sus labios- Se nota que estas alterada por algo, dime hay algo en lo que pueda ayudarte aparte de servirte de refugio de la lluvia.
 
-¿Cómo te diste cuenta?- sus ojos marrones se clavan en mí y me examinan de manera tal que me ponen nerviosa.-
 
-Aparte de que andabas bajo la lluvia como un dementor bastante poco aterrador, aparte tus ojos están enrojecidos y eso es señal de que has estado llorando.- como rayos era posible que alguien que solo he visto dos veces pueda darse cuenta de algo tan pequeño como eso.-
 
-Si es cierto- suspire ante el recuerdo de mi cansado Shakespeare- Vengo del veterinario, acabo de poner a dormir a mi fiel compañero- no lo soporto y rompo en llanto de nuevo.-
 
-Hey pequeña ya, trata de respirar profundo, ya debe estar en el cielo de los perros- me dedico una tierna sonrisa y suavemente seco mis lágrimas con su pulgar- Dime ¿a dónde te llevo?
 
-Gracias, pero no tienes por qué molestarte- levanto una mano en señal de que no hablara más.-
 
-Para mí no es molestia, aparte te debo una después de terminar con tu desayuno sobre mi camisa- sentí como se me calentaban las mejillas ante el recuerdo- Vamos dime por dónde vives y te llevo.
 
-De hecho voy a casa de una amiga a hacer unos trabajos de la universidad.
 
-Bueno igual debemos pasar por tu casa porque estas empapada hasta el alma y no cargas libros- esta mujer sí que sabía detallarme.-
 
 No me quedo más remedio que aceptar, ella puso en marcha el auto la dirigí hasta mi casa, yo vivía sola ya que mis padres son de una ciudad distinta y ambos tienen sus trabajos estables allá, ella me espero pacientemente hasta que salí cambiada y armada con mis libros, en el trayecto a la casa de mi amiga ella me pregunto muchas cosas, le conté sobre mis padres, que estudio literatura y que a eso se atribuía el flamante nombre de mi fallecido amigo y que me encantaban los animales, mientras yo parloteaba como perico, aproveche a detallarla mientras ella mantenía la vista clavada en el camino, sus manos cuidadas con largos y esbeltos dedos, su cabello castaño con ondas llevaba una franelilla que permitía apreciar sus brazos fuertes, su perfil era hermoso, desafortunadamente nada es perfecto y antes de lo que me hubiese gustado ya estábamos frente a la casa de Silvia mi amiga.
 
-Oye niña- extendió su mano y me tomo del brazoesto me causo una descarga de sensaciones que atravesaron todo mi cuerpo, de nuevo clavo sus ojos marrones en mi- Quería pedirte disculpas por mi reacciones aquel día en ese café, fue un accidente y fui muy grosera contigo.-
-No tienes por qué disculparte- sus palabras me sorprendieron esperaba cualquier cosa menos una disculpa de su parte- Yo también fui grosera contigo- hice una mueca con mis labios para restarle importancia al asunto.
 
-¡Elizabeth! Llegas tarde, hace más de media hora que debías de estar aquí- conscientemente había dirigido a mi inesperada salvadora por el camino más largo a la casa de Silvia.-
 
Antes de poder decir más, mi hermosa visión ya había arrancado emprendiendo su camino lejos de mí, dejándome sola y con un largo interrogatorio por parte de Silvia, mi tarde sería todo menos tranquila.
 
Andrea
 
No encontraba qué hacer con mi vida y decidí salir a pasear en mi auto, llevaba rato dando vueltas sin rumbo y empezó a caer un diluvio cuando veo una tenue figura aparecer entre la lluvia, qué pobre diablo anda caminando bajo semejante aguacero fue lo primero que pensé, a medida que se acercaba disminuí mi velocidad y me percaté de que ese pobre diablo era ella, la altanera dueña de mis pensamientos desde el incidente del café, de inmediato di la vuelta y estacioné a su lado abrí la puerta del copiloto y la invité a subir, para mi sorpresa acepto sin titubeo, está totalmente mojada, seguro arruinara los forros de mi asiento pero no me importa, me preocupa ella, me preocupa su bienestar ¿por qué carrizos me importa? Es una altanera y grosera, pero se ve tan necesitada, tan triste, tan sola, siento la necesidad de ayudarla.
 
-Abróchate el cinturón- ella lo hace como si acatara una orden.
 
-¡Rayos! ¡Eres tú!- soltó ella sorprendida, sus ojos parecían dos huevos fritos y se puso más pálida de lo que ya era.- ¿Por qué? ¿Coo...cómo me encontraste?
-Bueno no te estaba buscando si es lo que crees, no soy ningún tipo de acosadora; solo iba pasando y eres la única alma en pena que anda vagando con semejante aguacero- en realidad si estaba buscando sus ojos los necesitaba, y el universo confabulo para que nuestro encuentro fuese propicio GRACIAS UNIVERSO.-
-Bueno no soy la única porque túestás aquí conmigo también ¿no?- me hace reír por dentro su comentario, su acides no disminuye en ningún momento sin importar su situación, eso me gusta.-
 
-Yo por lo menos ando en auto y no mojándome como tú- dos pueden jugar este juego de palabras niña- ¿qué buscas niña? ¿Enfermarte?- vaya realmente me preocupa esta chica, ¡eso no es normal! Me advierte mi subconsciente al que ignoro hábilmente.
 
-No busco eso, además no soy un pollo para enfermarme tan fácil- sí que es una niña mimada, hasta con berrinche y puchero me salió.-
 
-Jajaja ok niña tranq- saca de nuevo su lado ácido y me interrumpe bruscamente.-
 
-¡Deja de decirme así! No soy ninguna niña tengo mis 23 años bien vividos- ummm me gustaría saber que tan bien vividos pasaste esos 23 años ¿qué cochinadas piensas? me regaña de nuevo mi subconsciente haciendo ver sus ojos rojos y llorosos.
 
-Ok cálmate, chica de mediana edad- le sonreí tratando de aliviar un poco la tensión que se había generado- Se nota que estas alterada por algo, dime hay algo en lo que pueda ayudarte aparte de servirte de refugio de la lluvia- ¿por qué tanto interés en ella? Sigo sin entender mi actitud tan protectora.
 
 -¿Cómo te diste cuenta?- no puedo evitar detallar, sus hermosos ojos azules empañados y rojizos, su brillante cabello rubio opacado no solo por la lluvia sino por algo más, ella sufre y necesito saber el por qué.
 
-Aparte de que andabas bajo la lluvia como un dementor bastante poco aterrador, aparte tus ojos están enrojecidos y eso es señal de que has estado llorando- no pude evitar la preocupación en mi voz.-
 
-Si es cierto- soltó un fuerte y largo suspiro- Vengo del veterinario, acabo de poner a dormir a mi fiel compañero- me sentí mal por ella yo dejé en mi país a mi gata compañera por muchos años de mi vida así que entendí totalmente su dolor.-
 
- Hey pequeña ya, trata de respirar profundo- al ver salir las lágrimas de sus ojos no pude contenerme e instintivamente coloque mi mano en su mejilla y seque sus lágrimas con mi pulgar-Ya debe estar en el cielo de los perros- honestamente soy terrible para estas situaciones de pésame, pero trato de hacerla sentir mejor no soporté verla llorar me partió el alma y cambio el tema- Dime ¿a dónde te llevo?
 
Luego de debatir un rato a donde la llevaría me dirigió hasta su casa, amablemente me ofrecí a esperarla para llevarla hasta que su amiga, una tal Silvia, espero que solo sea su amiga, ¿qué demonios estoy pensando? ¿Acaso me interesa quien sea esa amiga suya? ¿Acaso estoy celosa? Eran muchas preguntas y no quería pensar en sus respuestas ni en porque surgían esas interrogantes en mí.
Mi línea de pensamientos gracias a dios es interrumpida por la presencia de esa chica y sus hermosos ojos azules, ahora que lo pienso no sé nada de ella, ni su nombre, empecé a preguntarle algunas cosas sencillas sobre su familia, sus estudios y así paso el rato mientras me indicaba poco a poco por dónde ir, pasamos dos veces por la misma calle, no sé si era porque ella no se quería bajar o es que yo no seguía bien sus indicaciones, trataba de concentrarme pero tenerla ahí tan cerca hablándome tan alegre y entusiastame hacía sentir tan bien que no quería que llegáramos, pero era inevitable, ya habíamos arribado a casa de la tal Silvia, tenía que hacer algo así que mientras salía la sujeté del brazo y me disculpe por el incidente del café, ella trató de restarle importancia a eso y se disculpó también, dios su piel es tan suave, igual que la de su rostro a duras penas puedo controlarme para no comenzar a acariciarla, alguien grita un nombre y dice otras cosas la chica voltea y se suelta de mi agarre, esa debe ser Silvia es una chica simpática pero no tan hermosa como mi joven diosa de ojos azules, a la cual ya podía nombrar “Elizabeth” como la reina, me apresuro a cerrar la puerta y arranco, no me tomo la molestia de despedirme, si esa Silvia era su novia no quería averiguarlo, ¿novia? Por dios Andrea ni si quiera sabes si la pobre chica es lesbiana y ya andas haciendo escenas de celos, mis regaños mentales andaban más eficientes que nunca.
 
No tengo cabeza para nada sólo pienso en esa menuda chica rubia con nombre de reina y ojos azules que conseguí afortunadamente bajo la lluvia, pienso en su tristeza y me dispongo a buscarle una nueva mascota, un cachorro de Beagle ingles el cual debía tener un nombre ingenioso, recordé que me menciono que estudia literatura y recordé un término gramatical que me causaba gracias al decirlo. Así que al día siguiente me dispuse a buscar al cachorro le compre un hermoso collar azul, varios juguetes, una correa, alimento, una cama, en fin parecía mamá primeriza comprándole de todo a un cachorro que no iba a conservar, lo dispuse todo en una gran caja, me dirigí a su casa desde lejos comprobé que sí estaba, porque sería horrible dejar al pobre cachorro afuera de su puerta por horas si ella no estaba en casa, estacione mi auto al cruzar la esquina, sigilosamente acomodé la gran caja justo frente a su puerta metí al cachorro en la caja (por cierto la caja tenia orificios para que circulara el aire, antes que se preocupen por el pobre animal y llamen a protección de animales) junto con un enorme moño rojo y una nota, toqué insistentemente su puerta y salí huyendo del sitio.
 
Elizabeth
 
Aun no entiendo por qué se fue sin decirme nada, he ido al café donde el destino nos juntó con la ilusión de que ese evento se repitiera, pero es inútil ella desapareció y ni si quiera sé su nombre, no sé nada de ella, así que me pongo a leer algo de Bécquer, cuando alguien toca fuertemente mi puerta haciéndome saltar, donde está el incendio pensé molesta, y al abrir la puerta me he llevado la sorpresa de mi vida, no había ningún incendio (gracias a dios) en su lugar había una enorme caja marrón con algunos agujeros redondos, un gran moño rojo y una nota, tomé la nota y levanté la tapa cuando veo dentro de la misma media tienda de mascotas, había alimento, juguetes, una cama, recipientes para agua y comida, vitaminas y en medio de ese almacén improvisado un pequeño pero hermoso cachorro de Beagle ingles blanco, marrón y negro, con unos hermosos ojitos brillantes, de inmediato lo saqué y lo cargué, como pude empuje dentro de mi casa la gran caja lo suficiente como para cerrar la puerta y me lancé en mi mueble cargando a mi pequeña sorpresa, que en su cuello tenía una placa que decía “Gerundio” seguida de mi dirección, no entendí nada luego recordé la nota y me dispuse a leerla:
Un compañero y vigilante
El pequeño amigo que está en tu casa en este momento es para acompañarte
Mientras aún sigues triste por la partida de tu fiel Shakespeare
No busca reemplazarlo ni nada por el estilo,
Sólo es para recordarte lo hermosa que puede ser la vida
Yél es un hábil guardián, así que no te dejes confundir por su tamaño.
Su nombre Gerundio significa que es una conjugación del verbo que demuestra una acción; pero no está definida ni por el tiempo, ni el modo, ni el número ni la persona.
Tú mejor que yo debe entenderlo, pero para mí eso quiere decir
Que no tiene límites y es un nombre chistoso
Así que espero te guste,élte protegerá y cuidara cuando yo esté lejos
Y no debes preocuparte le compré todo lo que puede hacerle falta
Atte. Andrea arruina desayunos profesional.
 
No pude evitar salir corriendo a la puerta con la esperanza de verla, pero no había nadie, las calles estaban más solas que de costumbre,así que entré a mi casa y me tire en el sofá mientras abrazaba la nota de mí... mi ¿qué? No éramos nada, es más hasta hace unos minutos no sabía ni su nombre, no importaba, lo único que sabía era que yo le interesaba lo suficiente como para que ella se tomara todas esas molestias por mí en tan sólo un par de días, ¿qué significaba esto? Acaso ella se sentía atraída ¿por mí? No tenía respuesta a ninguna de mis preguntas, solo sabía que era inmensamente feliz, la poseedora de mis pensamientos estos últimos días me había regalado un cachorro y no solo eso también me regaló media tienda de mascotas, junto con el cachorro y una bella carta con su letra y su olor, saqué todo de la caja e instalé al cachorro en mi cuarto, al principio estaba algo temeroso, cosa normal pero en la noche se quedó sentado al pie de mi cama observándome no lo aguanté y lo levante del suelo y me acurruque con él en mi cama, mientras me dejaba ir con pensamientos de Andrea, hasta su nombre es perfecto.Los días se me pasaron en la espera de la visita de Andrea en mi casa, ya que yo no sabía nada de ella y no tenía su número, solo eso me quedaba esperar junto a mi querido Gerundio que ella apareciera, pero poco a poco perdí la esperanza de verla otra vez.
 
Andrea
 
Estos últimos días he estado demasiado full en el trabajo, abriendo una nueva ala de atención al público, la construcción, los materiales, los trabajadores me tienen al borde de mi paciencia, en mis pocos instantes de paz y tranquilidad sólo pienso en Elizabeth esa hermosa rubia, mi único consuelo es que el cachorro esta con ella alegrando sus días, ya no puedo seguir así tengo que verla, necesito verla y descubrir por qué carajo me hace tanta falta, mando a mi asistente a que averigüe todo lo posible de ella en las universidades locales con su nombre y su dirección, si podría competir fácilmente con Cristian Grey en cuanto a acosar y controlar se trata, pero ella sacaba ese interés intenso en mí y debía calmar mi sed de ella; al cabo de un rato mi eficiente asistente me entrega todo lo que pedí, nombre de la universidad y las horas de sus clases, no sé qué me sorprende más, la eficiencia de mi asistente o la falta de políticas de privacidad de la universidad; le eché una ojeada a su horario y me percate que salía en un par de horas y me dispuse a no esperar más para verla, trabajé al triple de mi capacidad, saqué todo lo que me correspondía y como buena jefa anuncie que todos tendrían la tarde libre, con eso no tenía que preocuparme por llamadas de la oficina ni de nadie y podría dedicarme completamente a la bella reina de ojos azules, me apresuré a pasar por una pastelería y compre varios cupcake de chocolate idénticos a al que estrello en mi camisa aquel día, estacione mi auto en la entrada de la universidad aún faltaban como diez minutos para que saliera de clases así que espere paciente; un mar de chicos comenzó a salir y entablésu búsqueda con mi mirada, hasta que encontré mi ancla esos hermosos ojos azules al notar mi mirada en ella sus ojos brillaron como un par de monedas nuevas eso me hizo sonreír como estúpida, ella poco a poco se hizo camino entre los demás chicos hasta que llegó a escasos pasos de mí.
 
-Hola niña ¿cómo te va?- esboce una sonrisa aún más grande de la que ya tenía, esta niña me hacía sentir diferente, pero en el buen sentido.-
 
-¡Hola!- su rubor no se hace esperar y pinta sus pálidos cachetes de un tono rojo- no esperaba verte- decía mientras hacía un nudo con sus dedos, por lo menos ahora sé que no soy la única nerviosa.-
 
-Toma compré estos para ti- le entregué la cajita con lo que había comprado en la pastelería- Espero que esta vez terminen en tu boca y no en mi camisa- sonreí tontamente con mi comentario.-
 
-Tranquila, mientras no seas grosera te aseguro que tu ropa y tu dignidad no tienen de qué preocuparse- que refrescante se siente su altanería y su manera de retarme me parece fascinante y muy atractiva.-
 
-Bueno ¿qué te parece si me dejas llevarte a tu casa?- espero que diga que si.-
 
-¡Claro! Así visitas al pequeño Gerundio- ¡cierto el cachorro!- Por cierto gracias me alegraste la vida con esa sorpresa no teníaspor qué tomarte tantas molestias- su rostro volvía a ser rojo.-
 
-Tranquila, para mí no fue ninguna molestia y está bien vámonos entonces.
 
Emprendimos el camino hacia su casa y ella básicamente se devoro los 4 cupcakes que le compre, creo que no quedaron ni las migas me dejo en shock, quien diría que esa pequeña chica comiera como león hambriento.
 
-Perdón, me los comí todos sin si quiera darte a probar- si le pedía que me diera mientras se los comía estaba más que segura que me arrancaría un dedo.-
 
-Tranquila niña, los compre para ti, además parecías el monstruo come galletas así que asumo que estaban muy buenos-le dije con tono burlón.-
 
-Bueno es que yo amo el chocolate y estaban exquisitos gracias.-repentinamente me soltó un golpe en el hombro- Y no me parezco a ningún monstruo de plaza sésamo- Me reí a carcajadas con su comentario.-
 
-Bueno si te parecieras a alguno estoy más que segura que serias la monstrica más linda y glotona del programa.-
 
Llegamos a su casa el ya no tan pequeño Gerundio nos recibió con mucha emoción, jugamos con él un rato, ella me mostró los trucos que le había enseñado al cachorro, yo solo me quedaba divertida observando como el cachorro jugaba con ella, en un momento sentí un golpe en la cara y vi esos hermosos ojos azules con un brillo juguetón en ellos y de inmediato entendí que si quería descubrir que sucedía entre nosotras esta era mi oportunidad.
 
-¡Busca tu muerte natural niña, no tientes al destino!- levante mi ceja y sonreí maliciosamente, no sé a qué jugábamos pero me encantaba.-
 
-¡Huy sí! Mírame como tiemblo- dijo ella agitando las manos en el aire en señal de burla a mi amenaza.-
 
Salí corriendo en su dirección y ella hizo lo propio en dirección contraria a  mí, pasamos por su cocina hacia el patio y de vuelta, mientras corríamos solo se escuchaban fuertes carcajadas, me sorprende su agilidad; volvimos a la cocina y de ahí subimos las escaleras hasta su cuarto ella tiro la puerta pero no alcanzo a cerrarla porque yo venía justo detrás de ella y la alcancé cayendo ambas al suelo, yo giré para que cayera sobre mí y no se fuese a golpear acto seguido la volví a girar para estar sobre ella, me le senté arriba y comencé a hacerle cosquillas en las costillas ella soltó un chillido y comenzó a reír empezaron a salirle las lágrimas y estaba muy roja.
 
-¡Ríndete!- le ordenaba inútilmente ya que yo disfrutaba tanto como ella el momento.-
 
-¡JAMÁS!- me sujeto los antebrazos intentando inútilmente  que mi tortura cesara- ¡YA QUE ME HAGO PIPÍ!- solo pude reírme fuertemente.-
 
-¡Cochina! Ríndete- sujete sus muñecas y las coloque por sobre su cabeza acercándome con la respiración entre cortada a su roja cara.
 
 Pasaron segundos, horas, días, años, siglos, milenios, no tengo idea pero tenerla tan cerca, sentir su tibio aliento, detallar todas las pecas y lunares de su rostro, verme reflejada en esos azules manantiales de sus ojos me llevo fuera de este mundo, me llevó fuera de mi misma, comprendí que esa niña me cambiaría, no, me cambió la vida me gustaba ella solo por ser ella, no la quería solo para sexo y ya, quería pasar las noches hablando con ella, no deseaba tenerla más lejos que esto, de verdad quería a esta altanera niña mimada; con ese pensamiento en mí no lo resistí más ignoré a mi conciencia y me abalance lentamente sobre ella, cortando los pocos centímetros que me separaban del cielo de sus labios, su respiración también era entre cortada y no por las cosquillas podía sentir su corazón y el mío latiendo acelerados, rocé suavemente sus labios con los míos esperando que me diera permiso de besarla y así lo hizo, juntamos nuestros labios en el beso más tierno que jamás he dado o recibido era como miel, sus labios finos eran perfectos y los separo un poco dándole paso a mi lengua hacia su boca, primero la metí tímidamente midiendo su respuesta la cual fue un suspiro ahogado que murió en mi garganta, seguía sin soltar mi agarre de sus manos y el beso poco a poco se fue haciendo más intenso pero no perdía el toque romántico; así continuamos, su olor, su sabor, sus labios, su lengua, la forma en la que me mordía suavemente los labios y como nuestros cuerpos reaccionaban el uno con el otro, los suspiros y pequeños gemidos iban subiendo la temperatura del beso, así que en contra de mi voluntad fui bajando la intensidad y me separe de ella lo suficiente para observar sus ojos, los cuales estaban de un color azul que no había visto antes, era un azul intenso como metálico que reflejaban deseo y lujuria.
 
-Perdón, no debí besarte- idiota si te encantó ese beso, ahora ¿por qué carrizos pides perdón?
 
-No tienes por qué pedir perdón, no hiciste nada malo- sus ojos seguían destellantes de deseo.-
 
-No lo entiendes, yo no soy lo que crees- solté sus muñecas y me senté a un lado sumergiendo mi rostro entre mis manos con vergüenza- No tienes idea la clase de persona que…
 
-Eres atenta, detallista y buena persona- dijo interrumpiéndome mientras sesentaba y me miraba- Me recogiste en la lluvia aun cuando no era tu obligación, me regalaste un hermoso cachorro sabiendo de la pérdida que sufrí, hoy me buscaste en mi universidad y me hiciste pasar una tarde maravillosa- extendió su mano  y acaricio tiernamente mi mejilla- nadie que haga todo eso puede ser tan mala- sus ojos cambiaron del sofocante deseo a una gran ternura.-
 
-Gracias por tus lindas palabras niña–respiré profundo, cerré los ojos y negué con la cabeza- Pero no lo entiendes, tu mereces algo más que yo no puedo darte.
 
-Y ¿qué es eso que no puedes darme?-dijo sentándose y clavando su mirada en mí.-
 
Sobre nosotras descendió un silencio pesado, podía sentir sus ansias de escuchar mi respuesta, yo tomé una gran bocanada de aire y cuando me disponía a explicarle quien soy, me vi interrumpida por una voz que no reconocía pero que enunciaba una pregunta muy común en mi vida.
 
-¿Así que ya me cambiaste?- miraba su rostro buscando algo que me resultara familiar mientras Gerundio ladraba insistentemente tratando de alejarla de nosotras.-
-¿Anna de qué rayos hablas?- soltaba la rubia confusa.-
-Ya veo que no mentías cuando dijiste que no buscabas una relación estable- su mirada se clavaba en la mía intentando buscar cualquier rastro de culpa o remordimiento.-
-¿Bueno alguien me va a explicar que está pasando?- formulé miles de respuestas en mi mente pero ninguna era manifestada por mis labios.-
-Bueno Elizabeth pasa que la mujer que tienes sentada junto a ti que seguramente te parece muy atractiva y perfecta-la pelirroja no apartaba su mirada de mí y me señalaba burlonamente- No es más que una mujeriega, que solo busca romances de una noche sin sentimientos ni ataduras- lo que la chica decía no era mentira, de hecho son mis exactas palabras, mi repetido discurso, pero hoy por alguna extraña razón me dolían todas y cada una de ellas.-
-Andre- su rostro había cambiado, la alegre niña se había esfumado y en sus ojos ya no veía el cielo azul sino más bien un día muy tormentoso- Eso- sus palabras apenas eran audibles- ¿es cierto?
-Vamos “Andre” dile la verdad, ya que según tú eso es lo único que puedes ofrecer- cada palabra de la pelirroja solo me hacía enfurecer más conmigo misma.-

-Sí Elizabeth- acaricie cada letra de su nombre con el miedo de no poder volver a pronunciarlo- Es cierto- suspire profundamente y la mire a los ojos- Eso era lo que iba a decirte antes de que la señorita- señalé despreocupadamente a Anna- Nos interrumpiera, pero yo no estaba buscando acostarme contigo.
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3 comentarios:

  1. Wauuu se rompio la magia que pasoo cada vez mejor y gracias.por subir la hostoria espero sigas asi besos

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  2. Esta historia la leí en otro blog se llama "todoRelatos" y me gusto mucho

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  3. Hola comobestas ami me gusto muchisimo.sigue subiendo la historia esta super.dios te cuide.gracias.

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