El viaje se me ha hecho tan largo y
doloroso … no pensaba regresar a mi país, al menos no por estas condiciones y
definitivamente no ahora. Tantos recuerdos, tantas discusiones, tantas cosas
que dejé atrás y que irremediablemente tendré que enfrentar al instante de
bajar del avión … No creo estar preparada, pero poco importa cómo me siento, es
mi responsabilidad lo quiera o no.
Me fui de Venezuela hace 12 años, justo
después de graduarme de secundaria. Un fotógrafo reconocido en mi país, tío de
una de mis compañeras de clase, en la fiesta de graduación me propuso viajar a
Italia junto con su sobrina para incursionar en el mundo de la moda. Como era
de esperarse, mi padre dijo que no, aún era menor de edad y la idea de enviarme
a otro país era sencillamente inconcebible. Habíamos sido sólo él y yo desde
siempre. Mi madre nos había abandonado dos años después de mi nacimiento así
que siempre fue sobreprotector, de allí que no importó cuanto supliqué, rogué o
pataleé, la respuesta fue un gran "NO". Mi amiga se fue a los 2 meses
cuando logró arreglar sus papeles, yo me quedé llorando y frustrada por no
poder aprovechar semejante oportunidad. Si bien era cierto que antes de esa
propuesta nunca antes había considerado el modelaje como una opción, la idea de
probar y conocer Italia me encantaba, así que no se necesitó mucho para
entusiasmarme. El estudiar administración de empresa para hacerme cargo del
negocio de la familia ya no era tan atractiva.
Nací en Maracay, una ciudad del
interior a una hora de la capital y mi padre tenía una fábrica de ron en una
población a los alrededores de la ciudad. Era un ron muy local en ese momento,
pero con grandes posibilidades de convertirse en un gran competidor en el
mercado nacional y mi padre quería que trabajara con él en la expansión y
consolidación de la misma. Soy hija única, así que todo el peso de la
futura sucesión recaía sobre mis hombros.
Por otro lado, también luchaba con
quien era el amor de mi vida. Fabiana, mi amiga de la infancia, mi
hermana, la niña que me hizo entender desde muy temprana edad que era diferente
al resto de las niñas, que me hizo entender que lo que sentía por ella, no lo
sentía por nadie más. Fue la que me hizo entender que me gustaban las mujeres y
que estaba perdidamente enamorada de ella. De su manera de ser, de su
apariencia fuerte y hosca, de su timidez con todos a su alrededor, de su
lealtad, de su incondicionalidad, de su seriedad ... cualidades que normalmente
alejaban a todos los que se le acercaban, pero que a mí me atrajeron como miel
a la abeja. Sobre todo porque conmigo era todo lo opuesto y me encantaba ser
quien rompiera con su muralla. Con ese témpano de hielo que mostraba a los
demás. Sacaba lo mejor de ella. Su lado tierno, su lado bromista y divertido,
su delicadeza ... Su lado amoroso. Esa es Fabiana Contreras, el gran amor de mi
vida. Hoy, sólo un recuerdo; hoy, sólo un pudo ser.
El encendido de la luz de abrocharse
los cinturones me sacó de mis pensamientos. Estábamos llegando a la ciudad de
Valencia, así que aún me quedaba una hora de viaje para llegar a Maracay. Ya
faltaba poco para hacerle frente a lo que por tantos años había obviado.
Media hora más tarde ya estaba
retirando mis maletas de la correa del equipaje. Por suerte, las mías salieron
en el primer lote de entrega, así que sin esperar mucho las retiré y me dispuse
a salir para tomar un taxi que me llevara hasta Maracay. Llevaba 24 horas
viajando y estaba agotada, pero quería llegar de una vez. Ya tendría tiempo
para dormir.
Con torpeza por la falta de sueño salí
del área de seguridad, me disponía a acercarme a un servicio de taxi privado
cuando escuché mi nombre: “Natalia”. Esa voz era inconfundible. El tono grave y
profundo que la caracterizaba hizo que mi corazón diera un vuelco al instante y
que el aire se me atorara en los pulmones. Por un momento, pensé que podía
estar alucinando, que tal vez mi cansancio me estuviera jugando una mala
pasada, pero al escuchar esa voz nuevamente, no cabía duda de quién era. Tenía
12 años sin verla y aunque recordaba a la perfección su imagen de ese entonces,
no sabía cómo se vería ahora.
Con temor, me volví lentamente sin
subir la mirada. Respiré profundo un par de veces y luego comencé mi ascenso.
Unas botas negras de piel, un pantalón gris de vestir a la cadera, una camisa
blanca ceñida a su torso y abierta en los 3 primeros botones, manga larga y
puño anchos; su cabello corto ondulado como el azabache, sus facciones rectas
pero al mismo tiempo delicadas, sus labios de tamaño promedio, pero bien
delineados pintados con brillo y sus ojos negros y profundos me dieron la
bienvenida. Retuve la respiración no sé por cuánto tiempo. Esta mujer que tenía
enfrente era y no era la misma que tenía tanto tiempo sin ver. Estaba mucho más
hermosa. Nunca había sido de maquillarse, pero ahora lo estaba, un maquillaje
muy tenue pero que hacía lucir su rostro de mujer. Su vestir formal y femenino
a pesar de su poca atracción hacia la moda, o al menos eso recordaba, estaba
impecable. Y sus ojos … esos ojos que siempre me habían hipnotizado y que ahora
no eran la excepción, ahora llenos de experiencia y madurez. Allí estaba
Fabiana. Mi Fabiana. Mi amor … justo frente a mí y yo sin saber qué hacer o qué
decir.
Nunca la olvidé. Nunca dejé de amarla.
Pero teníamos caminos y metas diferentes; y aunque el corazón no sabe de
razones, mi conciencia me hacía pisar tierra cada vez que su ausencia me
carcomía el alma.
Pero verla y tenerla frente a mí, hacía
que toda mi razón se fuera al demonio, que sólo quedara el amasijo de nervios
en la que me había convertido, y para quien las palabras y las razones ya no
existían.
La miré fijamente no sé por cuánto
tiempo, sólo sé que la vi acercarse a mí hasta llegar a abrazarme y yo sólo
atiné a soltar la maleta y aferrarme a ella con fuerza. A enterrar mi rostro en
su cuello y a dejarme envolver por su calidez y por sus brazos firmes.
Apretó su abrazo y me susurró al oído
“Lo siento”. Allí me quebré. Sin poder evitarlo, lágrimas comenzaron a rodar
por mis mejillas. La realidad me alcanzó. Esa que había aceptado, pero no
asumido, me invadió. Mi padre había muerto y mi regreso se debía a ello.
Cuando la administradora y mano derecha
de mi padre me había llamado para darme la noticia, me quedé en shock. Todo fue
como en cámara lenta. Estaba en pleno ensayo para un desfile que tenía
previsto, así que luego de atender la llamada, me senté por unos minutos antes
de excusarme y salir a la oficina del productor y avisarle que debía viajar de
emergencia. Desde ese momento hasta ahora, todo se había bloqueado en mi
interior. Fue como si adoptara el rol de autocontrol y donde el único objetivo
era regresar a Venezuela lo antes posible. Incluso durante el viaje, pensaba de
manera mecánica las cosas que debía hacer, pero en ningún momento me había
detenido a pensar o sentir el dolor, el vacío de saber que mi padre había
muerto. No, hasta que Fabiana me rodeó con sus brazos y trató de consolarme.
Lloré por unos minutos en silencio. El
dolor que sentía era desgarrador y quería llorar y llorar sin parar, pero no
podía hacerlo en ese lugar, así que en un momento de cordura le pedí a Fabiana
que me sacara de allí. No sé lo que hizo, ni cómo lo hizo, pero en un abrir y
cerrar de ojos ya estábamos en lo que suponía era su carro.
Me quedé inerte por un rato viendo por
la ventanilla, hasta que algo llamó mi atención.
- ¿Cómo supiste que llegaría hoy? _ Pregunté
- Tengo mis maneras _ Respondió mirándome de soslayo
- Gracias por venir … no tenías que hacerlo _ Le dije luego de pensar
que sin importar cómo se había enterado, no tenía por qué haber ido.
- Nada me hubiese impedido venir a buscarte Natalia. No en estas
condiciones.
- Gracias _ Le respondí con cierto pesar pues entendí perfectamente
lo que quiso decir. Si el motivo de mi regreso hubiese sido otro, tal vez
ni siquiera la vería. Pasaron unos minutos antes de que me hablara.
- Natalia … hay algo que debo decirte _ Por su seriedad, imaginé que
tal vez no me gustaría lo que escucharía.
- Dime _ Me volví hacia ella.
- ¿Sabes la administradora que contrató tu papá?
- Sí, Carmen María. ¿Qué con ella? _ Pregunté con extrañeza.
Intentó hablar dos veces pero las palabras no le salían, así que comencé a
imaginar lo peor - ¿Sales con ella? _ No tenía derecho a preguntarle eso y
mucho menos a sentir ese nudo en el estómago de pensar que así podía ser.
Pero era inevitable. Hacía mucho tiempo que había aceptado que la seguía
amando y que nunca dejaría de hacerlo.
- No _ Respondió y al instante solté el aire que sin darme cuenta
había retenido - La verdad es que … no existe una Carmen María.
- ¿Eh? … ¿Cómo que no existe? _ Aquello no tenía sentido.
- Sí existe, pero no trabajaba para tu padre _ Me aclaró, pero igual
no entendía.
- Ya va … no te entiendo … ¿Cómo que no trabajaba para mi padre? _
Pregunté confusa.
- Carmen María es la secretaria de mi padre _ Mientras más detalles
me decía, menos claro estaba todo.
- ¿Fabiana, me quieres explicar de una vez lo que me estás tratando
de decir? _ Estaba hecha un lío con todo aquello.
- Quien trabajaba con tu padre era yo. Yo soy la administradora de la
ronería desde hace 2 años y es conmigo con quien te has comunicado todo
este tiempo.
- ¡¡Qué!! _ Fue lo único que atiné a decir.
- Cuando Rebeca tuvo que retirarse, tú papá estaba desesperado porque
no quería poner la compañía en manos de un extraño. Estaba decidido a
hacer todo él mismo mientras te convencía para que regresaras. Me pidió
que lo asesorara en algunas cosas y así lo hice, pero después de muchas
horas de trabajo y de muchas conversaciones me ofreció el puesto. No lo
iba aceptar, pero me lo pidió como un favor y así lo tomé … con la idea de
que era algo temporal.
- ¿Desde hace 2 años?
- Sí _ Asintió
- ¿Y por qué nunca me lo dijiste? _ No podía creer lo que había
escuchado, pero ahora su silencio me decía más que cualquier palabra que
pudiera haber articulado - ¿Tanto así me odias? _ Le pregunté agarrándome
de una vaga esperanza de que la respuesta no fuera la obvia.
En ese instante pasó por mi mente
aquella última y fatal conversación antes de irme. Recuerdo:
- No entiendo cómo puedes irte y dejarme Nati … ¿Es que para ti lo
nuestro no es importante? _ Me decía Fabiana con dolor e impotencia.
- Fabi mi amor, entiéndeme, ésta es una oportunidad única. Sólo no
quiero dejarla pasar.
- ¿Y lo nuestro sí?
- ¡No amor! … eres tú la dices que quiero dejarte o que lo nuestro
termina aquí. Yo no quiero eso, sólo quiero irme al menos por un año y ver
de qué se trata todo. Luego volveré _ Se rió amargamente.
- ¿De verdad piensas que volverás? … ¿Después de que has pasado todo
el año deseando irte?
- Pero no porque no quiera volver Fabiana, es porque quiero conocer
algo diferente a este pueblo, a la fábrica, hacer otras cosas, conocer
otra gente … Necesito más que esto amor … _ Le dije sosteniendo su cara
entre mis manos para que me viera a los ojos – Te amo Fabi y eso no
cambiará. Pero necesito irme. Por favor, apóyame _ Mis lágrimas caían al igual
que las de ella – Ya es duro irme sin el apoyo de mi padre … no me
abandones tú también _ Acerqué mis labios a los suyos y la besé.
Necesitando transmitirle en ese beso mis súplicas de que aceptara mi
partida, pero no como un adiós. Me correspondió y me abrazó con fuerza
llenándome de esperanzas _ Mi vida … regresaré, te lo prometo.
Con lentitud, tomó mis manos que
estaban en sus hombros y las sostuvo entre las suyas sin subir la mirada, sólo
acariciando mis dedos.
- Para mí, tú eres todo lo que importa; lo único que necesito para
sentirme bien y feliz … _ Me miró a los ojos pero con tristeza, con pesar
- Cuando nos graduamos, mis padres me ofrecieron irme a Canadá para
estudiar inglés por un año con la posibilidad de que si me gustaba,
quedarme a vivir … ¿sabes qué les dije Nati? … que no me hacía falta
viajar a otro país para saber que lo que quería y amaba estaba aquí, en
esta tierra, en esta ciudad … y no lo dije sólo por ellos, lo dije
principalmente por ti.
- Nunca me dijiste nada de eso _ Dije en susurro y asombrada.
No podía creer que me había ocultado algo tan importante.
- Para qué si para mí no era una opción irme … todo lo que necesitaba
estaba aquí … pero ya ves, no es igual para ti.
- Fabiana _ Comencé a decir pero me interrumpió.
- Sé que me amas …pero sé que lo nuestro no es suficiente para ti …
así que no te detendré, pero tampoco te esperaré.
- Amor, no lo hagas … _ Mis lágrimas se hacían más copiosas y la
punzada en mi corazón se hacía más intensa.
- Espero que logres todo lo que deseas Natalia y que consigas lo que
no tienes aquí.
- Fabi … _ Me abracé a ella llorando desconsoladamente, pero quitó
mis brazos de su cuello y se fue sin mirar atrás y sin decir nada más. Así
terminó todo. Así terminó nuestra historia.
Presente:
- No te odio Natalia es sólo que … _Respiró hondo antes de responder
– No sabía cómo manejar el que volviéramos a hablar … no, después de como
terminaron las cosas _ No sabía cómo tomar aquello así que me quedé en
silencio mirando su perfil. _ Pasé mucho tiempo dolida y no te negaré que
te odié … o al menos eso quería … pero no lo logré … te amé demasiado como
para odiarte. _ Volteó a verme y pude ver en sus ojos que hablaba
sinceramente. No me odiaba … pero había quedado claro el “te amé” en
pasado.
Mis ojos se humedecieron nuevamente,
así que volví la mirada al frente para disimularlo. Todos esos años había
pensado que me odiaba y aunque uno jamás se prepara para algo así, al menos
estaba preparada para aceptarlo. Pero no para escuchar un “Te amé”. No podía
ser diferente y lo sabía, pero no por ello dolía menos.
- Habría sido un error el que te quedaras … tomaste la decisión
correcta. _ Me sonrió, o al menos eso me pareció. Aún luchaba con la
humedad de mis ojos para no dejarla salir.
- A veces no estoy tan segura _ Dije casi en susurro.
- ¿Bromeas? … ¡Mira todo lo que has logrado Nati! Eres una modelo
reconocida en el mundo de la moda. Te has ganado el respeto y el
reconocimiento de todos.
- Sí, es cierto … _ Traté de sonreír, pero sabía que a cambio, había
perdido lo más importante de mi vida después de mi padre.
- Siento haber ocultado que era yo quien te escribía.
- Está bien. No pasa nada.
El resto del viaje no hablamos, sólo la
música del radio rompía con ese silencio. Yo llorando por las dos pérdidas que
acababa de tener. Mi padre y la pérdida definitiva de mi único amor verdadero.
Al llegar a la casa me encontré con los
empleados agrupados en el patio central. Caras conocidas y otras no tantas,
pero igual logré sentir el cariño y el apoyo por la pérdida de mi padre.
Siempre fue muy querido por todos los que trabajaron con él y aun y cuando no
era de carácter fácil, se ganaba el cariño de todos a su alrededor. Era
de la filosofía de que para trabajar bien, había que trabajar a gusto, así que
procuraba que sus empleados se sintieran como en casa, que a pesar de exigirles
el mejor rendimiento en lo que hacían, el calor humano nunca faltaba. Que se
sintieran parte importante de la casa o de la compañía para que sus labores lo
hicieran con cariño y dedicación; de allí que entendía perfectamente las caras
afligidas de todos allí presentes.
Oscar, el mejor amigo de mi padre,
mantenía una expresión impenetrable, pero sabía que el dolor lo llevaba por
dentro, que pretendía ser mi soporte, mi apoyo, así que cuando llegué hasta él,
lo abracé muy fuerte tratando de transmitirle mi agradecimiento por ello.
- No estás sola _ Me dijo al oído.
- Lo sé _ Le respondí al tiempo que apretaba más mi abrazo para así
aguantar el llanto que insistía en salir.
Se paró a mi lado al igual que Fabiana
y estuvieron conmigo hasta que el último de los allí presentes se acercó a mí
para darme las condolencias. Fueron mi columna en ese momento. En las ocasiones
en las que me decían cosas conmovedoras, no faltó que alguno de ellos dos me
agarra la mano, el brazo, o un simple roce en mi espalda y me recordara que
estaban allí y que con sólo una mirada o una señal de mi parte, detendrían todo
aquello.
Cuando entramos a la casa Oscar me
propuso que me acostara para descansar, pero no podía … aunque estaba agotada
por el viaje, la falta de sueño, el cansancio y el tragarme el dolor que
sentía, no podía esperar. Necesitaba despedirme de mi padre. Sería cremado
según sus deseos y no quería ningún velatorio, así que sólo me estaban
esperando para poder completar el proceso.
Llegamos al cementerio principal donde
harían todo. Mis piernas me temblaban, no sabía exactamente cómo caminaba, tal
vez por inercia, no lo sé ... pero al llegar, me hicieron pasar a un cuarto
especial en el que había como especies de nichos, abrieron uno de ellos y allí
estaba él … con su cara pálida, su piel fría, sus labios incoloros … perdí el
equilibrio, no lo pude evitar, pero allí estaban Fabiana y Oscar sosteniéndome
de nuevo. La respiración me faltaba y ya no pude contener mis lágrimas, las
cuales comenzaron a rodar copiosamente por mi rostro. La punzada en mi corazón
era tan fuerte que pensé en cualquier momento dejaría de latir … mi padre, mi
amigo, mi todo se había ido … y yo no había estado con él. Este último
pensamiento hizo que respirara hondo y contuviera mi llanto. Él nunca me había
abandonado, pero yo sí a él, así que no tenía derecho a llorar por su pérdida.
No tenía derecho alguno para hacerlo. Les pedí que me dejaran sola con él unos
minutos y en cuanto pude volver a articular palabra alguna, le pedí perdón y le
di un último abrazo. Después de eso, no supe nada más hasta que me vi sentada
en el gran sofá de la casa con Fabiana a mi lado hablándome.
- Tómate un poco de té Natalia, te hará bien.
Vi la taza humeante y su cara de
preocupación, así que sin replicar, tomé la taza entre mis manos y comencé a
tomar de a sorbos. No podía hablar … o más bien, no tenía nada que decir. Ya
sólo quedaba la lectura del testamento que se haría al día siguiente y todo
acabaría. Regresaría a Italia nuevamente, pues ya aquí no había nada que me
retuviera.
- Necesitas drenar Nati. No puedes tragarte todo esto. No es bueno _
La miré en silencio unos instantes.
- No tengo derecho a hacerlo.
- ¿Cómo que no tienes derecho? _ Preguntó frunciendo el ceño.
- No tengo derecho a llorar su pérdida si no estuve aquí para él. Si
lo abandoné hace 12 años …si lo dejé sólo sin importarme nada.
- Sabes que no es así. Nunca lo abandonaste. Siempre estuviste
pendiente de él y de todo lo que sucedía a su alrededor.
- Pero no estuve aquí … no estuve a su lado … lo abandoné igual que
ma … _No pude terminar de nombrarla sin que un nudo se formara en mi
garganta.
- No hay comparación Natalia, ni lo digas _ Negó categóricamente
- Tú mamá los abandonó a los dos sin mirar atrás, dejándolos a
su suerte. Tú no hiciste eso. Tú te fuiste, sí, pero nunca dejaste de
velar por él. Lo llamabas, te mantenías en contacto para saber de la
empresa y que no le faltara nada. No lo abandonaste.
- ¿Y de qué sirve eso? … Igual murió solo sin mí a su lado … _ Las
lágrimas vencieron la batalla y salieron en tropel – Y todo por una
carrera que nunca entendió y que no quería para mí … así que a la final,
para él fue como si lo abandonara.
Fabiana negó con la cabeza un par de
veces antes de mirarme unos instantes, pararse e ir hasta el estudio de mi
padre. Yo sólo me quedé allí sentada siendo fuente de copiosas lágrimas.
Pasaron unos minutos antes de que Fabiana regresara a mi lado con un gran libro
entre sus brazos. No entendía qué era y mucho menos para qué lo traía, pero la
dejé hacer.
Con mucho cuidado lo sacó del forro de
terciopelo que lo cubría, tomó la taza de mis manos para colocarla en la mesa
de centro y me colocó ese grande y pesado libro en las piernas.
- Ábrelo _ Me susurró.
Para no hacerle el desaire así lo hice
y lo que encontré al abrirlo me dejó helada. Se trataba de una colección de
recortes de fotos, artículos y reseñas desde los inicios de mi carrera hasta mi
último trabajo. Todos cuidadosamente enmarcados y reseñados. Algunos con
escritos a mano describiendo o nombrando el evento en cuestión. No podía creer
lo que veía. No entendía qué era todo aquello. La miré buscando alguna
respuesta.
- Tu padre era tu fan número 1 _ Me sonrió ligeramente, pero al ver
que yo seguía sin entender, tomó aire y comenzó a hablar – Cuando le
dijiste lo de ir a Italia se negó porque no confiaba, ni le gustaba ese
mundo. Pensaba que se prestaba para muchas cosas y ninguna de ellas buena.
Pero al ver tu insistencia, tu lucha constante por lograr ir, le hizo
darse cuenta que realmente lo querías. Que no era sólo un capricho como
pensó que era en un principio. Sabía que cuando querías algo, peleabas
hasta lograrlo, así que se puso a investigar. Contactó con varias
agencias, modelos, productores, todo lo que pudo con tal de hacerse una
idea de dónde te meterías si te dejaba ir … a la final, aunque no estaba
del todo convencido, decidió confiar en ti. En tu personalidad. En tu
entereza, así que hizo lo único que pensó te ayudaría … llevarte la
contraria para que trabajaras duro y no te dejaras vencer por estar lejos
de tu país y de tu gente. Sabía que el que se opusiera te haría luchar con
más ahínco para demostrarle que no estabas equivocada, que te haría ser la
mejor para demostrarle que el ser modelo, sí era una carrera y no sólo un
pasatiempo … y lo logró. Mírate hoy.
No sabía si llorar, si gritar, si
alegrarme … no podía creer todo lo que me había contado así que lo único que
pude hacer fue poner a un lado el álbum y salir corriendo a la terraza.
Necesitaba aire, mis pulmones se negaban a funcionar correctamente y sentía que
me ahogaba. Al instante sentí los brazos de Fabiana abrazándome y allí no pude
contenerme más. Me volví hacia ella y lloré. Lloré como nunca, sin contener
toda la impotencia, dolor y frustración que tenía dentro. Era una mezcla de
desesperación, de rabia, de incredulidad. ¿Cómo no me había dado cuenta en todo
ese tiempo? … el peso de todo aquello cayó sobre mí e irremediablemente me dejé
caer. No tenía fuerzas para mantenerme en pie y mis piernas abandonaron su
función. Me abandoné al llanto. Fabiana se limitó a estar a mi lado mientras yo
dejaba salir todo el desastre de emociones que sentía.
No sé cuánto tiempo estuve allí, sólo
sé que llegó el momento en que ya no me salían más lágrimas, donde sentía mi
cuerpo agotado y dolorido, en el que mis ojos eran como par de calderas
hirvientes y donde lo único que quería era dormir.
- Necesito ir a mi cuarto _ Me
sorprendió la voz que salió de mí. Era ronca y rasposa, supongo que por el
llanto.
Fabiana me ayudó a levantarme y subimos
al segundo piso donde quedaba mi habitación.
- ¿Quieres cambiarte de ropa?_ Me preguntó al tiempo que me sentaba
en la orilla de la cama – Descansarás mucho mejor.
- No … sólo quiero acostarme.
- De acuerdo.
Me ayudó a quitarme el suéter que
llevaba puesto, me quitó los zapatos y mientras me arropaba con la cobija, le
sonó el celular.
- Hola … si, todo bien … no me dio chance amor, lo siento … no muy
bien … mañana. Hoy me quedaré aquí … No, estaré bien. Mañana voy temprano
… Y tú a mí … Yo también … Hasta mañana.
A pesar de que habló en voz baja, logré
escuchar todo lo que dijo y fue bastante obvio quien era, pero ya no me
quedaban energías para deprimirme aún más al saber que estaba con alguien y que
por lo que se habían dicho, quizás vivían juntas. Era demasiado por un día.
- No tienes que quedarte. Yo estaré
bien _ Le aseguré ya con los ojos cerrados.
Sentí que se movió dentro del cuarto,
que fue hasta el baño y de pronto sentí cuando se acostó a mi lado y me haló
hacia ella hasta que quedé con mi cabeza sobre su hombro. Iba a protestar
insistiendo que no debía quedarse conmigo, que fuera a su casa junto a su
pareja, pero la voz ya no me salió. Mis ojos pesaban una tonelada y así, sin
más ni más, me quedé dormida en su regazo.
Nota de la Autora
Regreso con otra historia que comencé a escribir hace un par de años,
pero que por diversos motivos no había podido terminar de desarrollar, hoy
aunque no está terminada, al menos tengo las ideas más claras para hacerlo y
decidí lanzarme a la aventura de publicar sin tener escrito el final. Pero no
se preocupen, que esto sólo me servirá de motivación para plasmar en líneas lo
que me falta por escribir.
Como siempre digo, no sé si es mejor a
mis relatos anteriores, pero decidí darle una oportunidad antes de desecharla y
compartirla con ustedes.
Espero que este sea el mejor año
posible para todos.
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por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
Genia!!que lujo tenerte de nuevo por aca!!esperando la continuacion.La historia promete y mas viniendo de una gran escritora como vos!Esperando la continuacion.
ResponderEliminarMia de bsas
WOW, LLORÉ CON EL PRIMER CAPÍTULO?. SI, MUCHO, ESTUVO MUY TRISTE PERO INTERESANTE, ESPERO LA CONTINUACIÓN PRONTO
ResponderEliminarWOW, MUY TRISTE E INTERESANTE EL CAPÍTULO. CONFIESO QUE LLORÉ, ESPERO LA CONTINUACIÓN PRONTO
ResponderEliminarPinta linda la histotia a la espera del próximo capítulo
ResponderEliminarExelente inicio, sigue con el relato.
ResponderEliminarExelente inicio, continua con el relato.
ResponderEliminarexelente inicio, continua con el relato.
ResponderEliminarHola Kam!!....que sorpresa tan agradable el poder leerte nuevamente. Ojala sea cada vez mas seguido, me encanto esta primera parte y quedo a la espera de el sig. Capitulo....bss desde Argentina ...muack !!!
ResponderEliminarExpectante por el proximo capitulo...Kam tiene buena mano al escribir.
ResponderEliminarUna Maracayera! Se ve interesante la historia espero que al concluyas!
ResponderEliminarHolaaaa, gracias por leer y comentar, eso me da más ánimos para continuar escribiendo lo que me falta del relato.
ResponderEliminarJajajajajaja sí, es un poco intenso el comienzo, pero como me dice una amiga, así son mis historias, es mi marca distintiva, así que ni modo jajajajaja.
Besos y abrazos para todas :))))
Sweet Vet: Siiiii le tengo mucho cariño a esa ciudad, así que quise incluirla en una de mis historias.
Wuao que bella historia espero que tenga otro capítulo Kam Zoe usted escribe muy bien
ResponderEliminarUn saludo desde Chile y que tenga un año 2016 excelente en todo lo que haga o este haciendo un abrazó
Me gusta esta historia. Y aprecio tus escritos... Feliz 2016 y esperó con ansias mas capítulos
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