Sandra estaba nerviosa. El ligero temblor en su
labio inferior me lo decía. Arrodillada, desnuda, con los ojos tapados y las
manos atadas con una cinta de seda, estaba a mi merced. Era dueña sólo de su
miedo, el resto me pertenecía.
Caminé sigilosamente sobre la alfombra para que no
pudiera sentir, ni descubrir mi ubicación. Sólo nuestras respiraciones se oían
y el latir de su corazón que seguramente retumbaba en sus oídos. Me quedé muy
quieta atrás suyo, admirando la belleza de sus curvas. Cabello negro semi
ondulado y largo hasta la mitad de su espalda y con un corte en V que acentuaba
la pendiente de la misma. Piel blanca de porcelana y unos glúteos pequeños,
pero encantadores. Que ganas de devorar su cuerpo tenía. Que ganas de sentir su
sabor en mi boca e impregnarme de su aroma por completo. La sola idea hizo
palpitar mi clítoris, pero apenas era el comienzo, así que cerré los ojos por
un instante y respiré hondo pero sin hacer ruido, para centrarme en la tarea
que tenía por delante.
- Claudia?
_ Me llamó con un hilo de voz. Sonreí porque sabía que la ansiedad
comenzaba a hacerse presente, pero me mantuve en silencio unos segundos
más antes de acercarme muy cuidadosamente a su oído izquierdo.
- No
puedes hablar!!! _ Le dije sin gritar, pero con tono fuerte. Pegó un
brinco al escucharme, acompañado de un pequeño grito de sorpresa – Hoy no
puedes hacer nada que yo no te diga. Soy tu señora, lo entiendes? Soy tu
dueña y debes obedecerme.
- Sí _
Respondió de inmediato.
- Sí
qué? _ Le susurré al oído.
- Sí señora _
Habló con voz temblorosa.
- Bien
_ Mordisquié el lóbulo de su oreja con mis dientes - Es bueno que lo
tengas claro _ Con mi mano derecha, agarré de lleno su nalga derecha y la
presioné con fuerza hasta escuchar un pequeño jadeo. La solté y luego, con
la yema de mi dedo corazón, acaricié desde el medio de su ranura íntima,
hasta la parte baja de su espalda sin hacer presión, sólo permitiendo que
sintiera mi tacto sublime y dejar en su piel, la promesa de más.
De inmediato me incorporé y la dejé allí sola otra
vez. Movió su cabeza tratando de escuchar y adivinar lo que seguiría de manera
infructuosa.
Me acerqué a una mesa en la que tenía una bandeja
con varias cosas preparadas para la ocasión, entre ellas, un pincel de cerdas
abundantes. Lo tomé y me arrodillé frente a ella sin tocarla, pero
haciéndole saber que estaba allí. No sólo por el calor de mi cuerpo que
seguramente sentía, sino también, por el roce de mi piel al sentarme junto a
ella.
- Tienes
miedo? _ Le pregunté.
- No _
Respondió negando con la cabeza.
- NO
ME MIENTAS!! _ La reprendí verbalmente - Puedo ver que tiemblas ... y soy
tu señora, no lo olvides!!! _ Le advertí.
- Sí
señora _ Respondió luego de tragar grueso.
- Entonces,
tienes miedo? _ Insistí.
- Un
poco mi señora _ Reconoció.
- Por
qué? _ Sabía que tenía miedo, pero era parte del juego. Temer, pero aún
así, entregarse a mi merced.
- Porque
no sé lo que me hará _ Su voz era inestable.
- Te
haré lo que yo quiera porque hoy soy tu dueña _ Dije en tono duro. Ella
asintió repetidas veces. Me acerqué mucho a su rostro hasta que casi rozar
sus labios - Te ordeno que no tengas miedo ... Sólo siente _ Le
susurré y luego lamí sus labios.
Comencé a rozar las cerdas del pincel por su
mentón, acariciando su piel de porcelana. Por su rostro tan perfecto, triangular
y con líneas bien definidas en su contorno. Por su nariz recta, sus labios
delgados, pómulos prominentes ... por su cuello largo, pero delgado ... por sus
senos pequeños y redondeados ... por sus pezones rosados y aún lisos. Acaricié
sus hombros delgados, sus brazos finos, sus manos pequeñas de dedos delgados.
Su abdomen liso estaba escondido por sus brazos unidos, pero aún así, logré
colar el pincel en medio de ellos y acariciarla allí, cosa que de inmediato la
hizo saltar por las cosquillas que le causé.
Bajé hasta el doblez de su pierna y desde allí
continué mi recorrido muy lentamente hasta su rodilla, me entretuve allí unos
segundos antes de saltar a la otra rodilla y comenzar el recorrido ascendente.
Ella levantó ligeramente las manos para dejar al descubierto su pubis, pero
sólo la rocé ligeramente, quería que lo deseara, más no le concedería esas
caricias todavía.
Regresé a la mesa y tomé un cubo de hielo que había
en un envase, lo lamí por unos segundos para derretirlo un poco y luego con
movimientos lentos, lo acerqué a su pezón izquierdo y comencé a rozarlo
alrededor de su aureola. Un "aaaahhh". acompañado de una retirada
involuntaria fue su reacción.
- No
te muevas!! _ Le ordené.
Vi como apretó su mandíbula cuando volví a rozar el
hielo sobre su piel sensible, al tiempo que su pezón se arrugaba por la caricia
helada. La rozaba por algunos segundos y luego me retiraba. Acariciaba y me
retiraba. Jugué con él hasta observar que su pezón estaba totalmente erecto y
su piel erizada, en ese momento, introduje el cubo de hielo en mi boca y me
acerqué a su pezón derecho para cubrirlo con mis labios fríos. Otro brinco y un
pequeño gemido salió de su garganta.
Lamí su pezón con mi lengua muy lentamente para
calentarlo y luego lo rocé con el hielo que aún estaba en mi boca. Una caricia
torturante, pero que lograba mi cometido. Hacer que sus pezones se endurecieran
a más no poder. Deseché el hielo para poder introducir su seno en mi boca y lamerlo
con placer. Los tomé entre mis manos y los junté para poder lamer de un pezón a
otro sin cesar. Su respiración se aceleró, pero tal y como se lo había
ordenado, sólo pequeños gemidos lograba escuchar. La vi morderse los labios
cuando aumenté la velocidad de mis lamidas sobre sus picos, pero para mi
satisfacción, aún así se contuvo de moverse.
La solté de repente y la dejé respirar mientras me
quedaba allí simplemente observando. Su pecho subía y bajaba. Se le dificultaba
tragar. Abría ligeramente sus labios igual que un pez en busca de aire. Sus
mejillas enrojecidas y sus dedos fuertemente entrelazados eran sinónimo de su
excitación.
- Te
gustó?
- Sí _
Respondió casi en susurro.
- No
te escucho!!
- Sí
mi señora _ Repitió con un poco más de compostura.
- Quieres
más? _ Pregunté pegando mi boca de uno de sus pezones erectos
- Sí _
Dijo con los labios entreabiertos
Tomé otro cubo de hielo y sin separarme de su seno,
lo coloqué justo en el triángulo de su intimidad. Se curvó ligeramente al
tiempo que mordía sus labios otra vez aguantando la caricia inesperada, pero se
quedó firme y sin vacilar a pesar de que alternaba lamidas en sus pezones, con
la caricia fría a su monte de Venus.
- Abre
las piernas _ Le dije luego de separarme de su pecho y de su intimidad.
Con piernas temblorosas, las separó - Más!!! _ Se abrió lo más que pudo
sin perder su apoyo - Sube las manos.
Cuando las subió hasta ubicarlas bajo su cuello,
tomé otro hielo y lo ladeé hasta que la parte filosa quedara hacia arriba, de
esa manera lograría un mejor contacto en ella. Me acosté boca abajo para tener
su intimidad perfectamente depilada frente a mi cara y con mucho cuidado, rocé
el filo del hielo contra la punta de su clítoris. Un gemido fuerte escapó de su
boca y cuando intentó acallarlo mordiéndose los labios, le hablé.
- Puedes
gemir _ Dije con placer.
Sus gemidos y jadeos no se hicieron esperar. Dejaba
el hielo en su clítoris sólo pocos segundos, pero lo suficiente para que la
sensación la hiciera excitarse aún más. Los movimientos de sus caderas me permitieron
ver que estaba húmeda, así que fue incontenible las ganas de saborear su
esencia. Dejando el hielo a un lado, con mi dedo corazón recogí parte de su
humedad y lo lamí. Que sabor tan exquisito!! Su esencia me hacía delirar y las
ganas de devorarla se apoderaron de mí. Pero era muy temprano aún.
Faltaban muchas cosas por hacer. Acerqué mi cara hasta su vulva e inhalé su
olor a mujer. Cerré los ojos para disfrutar de ese momento de debilidad, antes
de pararme de golpe y dejarla sola nuevamente en el centro de la alfombra que
había dispuesto para la ocasión.
El cuarto estaba sin luz, sólo unas cuantas velas
encendidas daban vida a la oscuridad. La quería desorientada totalmente, a la
expectativa y sin control alguno de su entorno.
Cargué la pequeña mesa y la coloqué cerca de ella,
así tendría todo lo necesario para continuar con la aventura.
- Levántate!!
_ La agarré por los brazos para ayudarla a hacerlo. Se tambaleó un poco al
principio, pero una vez que se sostuvo, la solté.
Tomé otro cubo de hielo y se lo pasé por los
labios. Debía tener sed, así que se lo dejé allí para que pudiera humectarse
los labios y la garganta. Cuando comenzó a succionarlo, se lo retiré por unos
segundo mientras lo mojaba dentro de un vaso de Vodka saborizada, e
inmediatamente después, volví a colocárselo en los labios. A la primera probada
sintió el sabor diferente, pero no dejó de succionar. Me acerqué y reemplacé
mis dedos por mi boca para comenzar a besarla. Jugábamos a traspasarnos el
hielo con la lengua y a saborearnos en el fragor de la acción. Cuando su beso
comenzaba a hacerse intenso, me retiré sin darle chance a retenerme, tomé un
sorbo del vodka y volví a besarla con ganas, volcando todo el sorbo de la
bebida en su boca. Al sentir que se lo había tragado, dejé de besarla,
dejándola nuevamente con la boca abierta y búsqueda de más.
Me volví hasta la mesa para tomar otro sorbo de
vodka antes de agarrar el consolador transparente que usaría. Era liso, lo cual
facilitaría la fricción. Sin embargo, antes de usarlo con Sandra, lo humedecí
con mis jugos que ya eran bastante copiosos. Me acaricié con él unos segundos,
antes de acercarlo a su intimidad y pegarlo justo en la hendidura redondeada
del inicio de su ranura. Abrió su boca al sentir la superficie romo del
consolador, pero sin emitir sonido alguno, al menos no hasta que comencé a
moverlo de adentro hacia afuera acariciando toda su ranura delantera. La vi con
intenciones de abrir sus piernas para darme paso libre, pero le dije “Aún
no!!”. Quería que se mojara un poco más antes de ir más adentro. Lo moví varias
veces hasta que vi como estaba empapado de sus jugos.
- Estás
tan mojada _ Le dije con satisfacción – Ahora quiero que te abras.
Ella obedeció sin dudar y esperó el ansiado
contacto otra vez, sólo que esta vez lo encendí y lo coloqué justo en su
clítoris para que sintiera su vibración. El jadeo y gemido que siguieron fue
tan sexy y excitante que una nueva ola de humedad salió de mí. Verla así tan
llevada por el placer, me hacía descubrir un nuevo nivel de excitación, era
casi dolorosa. Sus gemidos se fueron convirtiendo en gritos lastimeros, sus
caderas se movía tratando de alejarse y acercarse a aquella estimulación que la
volvía loca y arqueó su cuerpo dejando expuesto su cuello. Sus pezones se me
ofrecieron sin querer y yo bajé hasta ellos para succionarlos con fuerza y con
hambre.
Sandra se descontroló. Sus movimientos se hicieron
más erráticos y sus gritos y jadeos mucho más constantes, signos inequívocos de
que estaba acercándose a su orgasmo. Pero no la dejaría acabar, así que retiré
el consolador dejándola sin aire y jadeando. Sus caderas continuaban moviéndose
y con sus dedos comenzó a estimularse.
- NO!!!
_ Le grité apartando sus manos de su intimidad
- Por
favorrrr!!! _ Me rogó.
- No!!
_ Reiteré – Será sólo cuando yo diga!!
- Estoy
tan cerca _ Lloró
- Pero
aún no puedes correrte. Es una orden!!! _ Dije inflexible.
Bajó la cabeza y respiró forzadamente hasta que
logró regularizarse un poco. Pero su cuerpo estaba hipersensible, así que de
aquí en adelante, sabía que cualquier cosa podría hacerla llegar. Aún sin mi
permiso. Agarré sus manos y las bajé hasta mi intimidad, la insté a que me
acariciara y sintiera mis jugos copiosos.
- Sientes
eso? _ Le dije pegada a su boca. No habló, pero asintió con los labios
entre abiertos – Tú no te puedes correr todavía, pero harás que me corra
yo … si te corres sin mi permiso, todo se termina _ Un quejido salió de su
boca, pero no refutó mi orden – Mastúrbame.
Volteó sus manos hasta quedar sus dedos en la
posición ideal para explorar mi intimidad. Introdujo sus dedos entre mis
ranuras, acariciando lentamente mi piel lisa. Sintiendo mis abundantes jugos y
mojándose por completo. Dio vuelta a sus dedos para empaparlos de mi esencia
antes de proceder a acariciar con la yema de sus dedos mis labios menores que
aún permanecían unidos. Subió hasta empapar mi clítoris y comenzar a moverlo de
un lado a otro sin hacer presión, sólo haciéndome sentir el roce de sus dedos
en mi punto sensible. Aguanté su embestida sin moverme, tratando de alargar el
placer que sentía. Sus manos me conocían bien y sabían que esas caricias me
volvían loca. Cuando sintió que mi respiración se hacía más pesada, comenzó a
dar pequeñas presiones alternadas con movimientos sin dirección, una
combinación que me acercaba cada vez más al borde, pero que me negaba a cederle
ese control todavía. Entonces, ella hundió sus dedos más adentro, hasta separar
mis labios menores y comenzar a moverlos sin dirección, sin entrar, sólo en los
pliegues de mis labios menores. La vibración que me hacía sentir me tenía en
las nubes, pero antes de perder la cordura, me pegué a su oreja y dejé salir
mis gemidos de placer, cosa que sabía la excitaba sobremanera. Saber que me
hacía gozar era algo que la hacía perder la razón. En más de una ocasión, había
sido presa del orgasmo nada más escuchándome, así que esperaba que mis gritos y
gemidos la llevaran lo más alto que pudiera en ese momento.
Con palabras de aliento y de perdición, la hice
saber lo divino de su toque, lo exquisito de sus caricias y el deleite que sus
manos me hacían sentir, con ello, logré que sus gemidos se emparejaran con los
míos y su respiración se volviera tan acelerada como la mía. Enterré mis uñas
en sus hombros al tiempo que le daba un pequeño mordisco en su cuello. La sentí
tambalear.
- No
puedes correrte!!! _ Le recordé duramente al tiempo que agarraba sus manos
apartándolas de mi intimidad – Me escuchaste? _ Ella no podía ni hablar,
sólo jadear, pero asintió luego de decir una pequeña palabra “Diosss!!”.
De inmediato, regresé sus manos a mi intimidad – Penétrame _ Le susurré.
Con un quejido respiró hondo y luego movió su dedo
corazón hasta mi abertura y muy lentamente me penetró. Suave, pero sin
vacilación, entró en mí llenando mi cavidad. Un gemido largo e intenso expulsé
al sentirla, a lo que le siguió un mete y saca lento, pero tan profundo
que me dejó sin aliento. Luego de unas cuantas estocadas, le ordené que metiera
otro dedo y con la misma facilidad que con el primero, continuó sus
movimientos. Al tener las manos unidas por la cinta, irremediablemente parte de
su otra mano chocaba con mi clítoris, lo cual hacía mucho más placentero todo
aquello.
Cuando la sentí curvar sus dedos en mi interior,
una explosión creció desde lo más profundo de mí, haciendo que un fuerte
espasmo me recorriera desde mis entrañas y se apoderara de cada una de mis
terminaciones nerviosas. Un fuerte grito acompañó mi orgasmo, mi cuerpo se
retorció del placer y mis manos se anclaron a los hombros de Sandra. Aunque era
mucho más grande que ella, aguantó mis convulsiones y se mantuvo firme.
Temblando por la necesidad de acabar, pero apelando a cada miligramo de fuerza
que tenía para no hacerlo.
- Quieres
correrte? _ Pregunté entre jadeos.
- Siiiiiii
por favooorrrr _ Me rogó.
- Todavía
no _ Le dije en tono divertido pues sabía que eso la desesperaría.
- Amor,
por favooorrrr, no aguanto más _ Lloriqueó
- No
soy tu amor!! Y ya te dije que aún no.
- Sí
mi señora _ Respondió con dificultad.
La besé con fuerza, adueñándome de su boca antes de
separarme de su cuerpo y de sus manos maravillosas. La tomé por uno de sus
codos y la llevé hasta el borde de la cama, allí la hice doblarse hacia
adelante hasta que su intimidad quedara expuesta ante mí. Sus labios estaban
tan brillosos y rojizos que fue imposible detener el impulso de lamerla y
saborear esos jugos. Su gemido fue glorioso, la contracción de su intimidad
exquisita, cosas que hicieron que mi lado más salvaje saliera a flote y
comenzara a devorarla sin piedad. Succionaba su clítoris, succionaba su
abertura y lamía sus jugos que salían sin cesar.
Cuando la sentí al borde nuevamente, moví mi lengua
hasta el orificio corrugado de su ano y comencé a darle rápidas lamidas.
Lamidas que de inmediato hicieron que su orificio comenzará a contraerse
repetidas veces hasta que sentí una pequeña dilatación. En ese momento
aproveché para impulsar mi lengua hacia su interior, la cual aceptó con un
fuerte gemido. Me quedé allí, disfrutando de los movimientos involuntarios que
su orificio hacía y que aprisionaban mi lengua, pero que sin duda alguna, me
causaba un grandísimo placer. Estando así, comencé a estimular su clítorís con
mi pulgar, llevándolo de un lugar a otro sin dirección definida y cuando la
sentí contraer aún más su orificio, comencé un mete y saca con mi lengua que la
catapultó al orgasmo mas intenso que la había sentido tener hasta el momento.
Sus caderas se impulsaban para enterrar más dentro de sí mi lengua y yo para
complementar el momento, introduje un dedo dentro de su abertura vaginal, el
cual quedó atrapado de inmediato por sus espasmo vaginales.
Me quedé muy quieta hasta sentir que tanto mi dedo,
como mi lengua, fueron libre de su represión y con mucho cuidado, me retiré de
su interior. Me acerqué a la mesa de los implementos y abrí una caja alargada
que yacía allí. Un pene de color negro, de doble penetración era lo que
contenía. Lo saqué, lo lubriqué con mis jugos que ya caían por mis muslos y lo
introduje muy suavemente en mi interior para asegurarlo. La sensación de
llenura era total, pero al pensar en lo que haría con él en pocos segundo, hizo
que mi interior lo acojiera con más facilidad. Me acerqué a una exhausta Sandra
que permanecía inmóvil con la cara entrerrada en la cama y su intimidad aún
expuesta. Podía ver como sus jugos chorreaban por la parte interna de sus
muslos, así que sabía que estaba preparada para la fase final de la
experiencia.
Acerqué la punta del pene a su abertura y comencé a
moverlo lentamente con la intención de lubricarlo con sus jugos. Sandra jadeó y
se quedó sin aliento al sentirlo en su piel. Era la primera vez que utilizaría
algo así con ella.
- Claudia,
no _ Dijo con miedo.
- Sssshhhh
... no te haré daño _ Le aseguré - Relájate _ Ya no hablaba en tono duro.
Sabía que ese momento era crucial para ella y aunque el juego había sido
un éxito hasta ese instante, no quería dañarlo aumentando su aprensión _
Lo haré con cuidado.
Se había tensado, así que debía relajarla si quería
que todo saliera bien. Continué acariciando sus labios mayores y menores con la
punta del pene, mojándolo cada vez más hasta que la fricción se volvió tan
ligera que lograba estimularla con facilidad. Sus gemidos comenzaron siendo
temerosos, pero con el correr de los minutos, la excitación volvía a su cuerpo
y para ayudarla un poco más, bajé para lamerla y succionarla con placer otra
vez. Cuando la sentí disfrutar nuevamente, me incorporé y posicioné el pene en
su abertura y con extremada lentitud, comencé a introducirlo en ella. Cada
centímetro que entraba, me detenía unos segundos. Quería que se acostumbrara a
la sensación, a la dilatación de sus paredes internas. Quería que poco a poco,
fuera ella la que acojiera al intruso.
Todo su cuerpo temblaba, pero no hacía nada por
detenerme, sin embargo, cuando llegué a la mitad, me quedé inmóvil para que se
acostumbrara a la sensación. Necesitaba obtener una reacción de ella ante
aquello, así que esperé. Respiró profundo varias veces, antes de hablar.
- Es todo?
_ Preguntó con un hilo de voz.
- No
... pero podemos dejarlo hasta ahí si quieres. _ Lo pensó un momento antes
de responder.
- Sigue.
Una sonrisa de satisfacción invadió mi cara, pues
aunque tenía la esperanza de que continuara, una parte de mí, temía que no
pudiera con aquello. Ella nunca había estado con un hombre en la intimidad, así
que poco sabía de cómo se sentía tener un miembro en su interior.
Antes de continuar con la penetración, metí una
mano por delante de su cuerpo para llegar hasta su clítoris y una vez allí,
comencé a moverlo suavemente. Aún estaba sensible por las succiones de hacía
minutos, así que no pasó mucho tiempo antes de que su cuerpo cediera al placer
nuevamente. En ese momento, continué con la penetración otra vez, hasta que lo enterré
hasta la base, sintiendo como por primera vez, éramos una de esa manera.
Me incliné hacia ella hasta rodear su cintura con
mis brazos y besar su cuello húmedo por el sudor. Con una de mis manos, subí
hasta sus muñecas y solté el nudo que la mantenía prisionera, y de la misma
manera, hice que con una de sus manos tocara y sintiera que estaba igual de
penetrada que ella. Un jadeo de sorpresa escuché.
- Sí
amor ... ambas estamos igual ... tú también estás dentro de mí.
Aquellas palabras fueron mágicas, porque de
inmediato se apoyó en sus brazos y comenzó a moverse contra mis caderas,
haciendo que mi miembro entrara y saliera de ella, al tiempo que con ese
movimiento, me estimulaba a mí también. Era su piel pegar contra mí, eran sus
gemidos de placer básicos y carnales, era la sensación de que disfrutaba
tenerme dentro de sí, al igual que yo disfrutaba tenerla dentro de mí. Me
olvidé del control y la dejé que fuera ella la que dictara el ritmo de nuestros
movimientos. La dejé que fuera ella la que decidiera cuando acabar y hacernos
explotar del placer.
Se movió rápido y duro contra mí, la vi apretar en
puños la sábana de la cama e incorporarse un poco para prepararse para lo que
venía, yo sólo apreté sus caderas con mis manos y me dejé ir sin reparo. Fui yo
la que primero alcanzó el clímax, un grito de gozo total salió de mis entrañas,
pero no pasó mucho tiempo antes de que Sandra se corriera tan fuerte e
intensamente como yo, quedando en un estado de laxitud total sobre la cama y yo
sobre ella. Jadeantes. Sudorosas. Felices. Cuando finalmente pude recuperar la
consciencia, le hablé.
- Feliz
cumpleaños amor _ Le dije al oído con todo el amor que sentía por ella.
Aquella era una de las fantasías que hacía un poco
me había comentado que tenía. Durante todo ese tiempo, fui preparando cada
detalle de lo que haría, para poder regalárselo en su día. Ella pensaba que
sería una noche de pasión como las que solíamos tener cada vez que podíamos,
pero para su sorpresa, cuando le tapé los ojos y até sus manos, la adrenalina y
los nervios la embargaron. No supo lo que vendría hasta que el juego
comenzó.
Por primera vez abrió sus ojos y volteó su rostro
hasta mirarme con una gran sonrisa en sus labios.
En sus ojos pude ver no sólo su satisfacción, sino
también el amor que se desbordaba en ellos. En ese pequeño instante, ratifiqué
que aunque en el juego yo había sido su dueña, en realidad, mi dueña era
ella.
Nota de la Autora
Se supone que con cada historia
que escribo debo evolucionar, mejorar y plantearme nuevos retos; pues bien, con
éste mini relato quise incursionar en un tema totalmente opuesto a lo que suelo
escribir, pero sin perder el toque personal que me caracteriza. Espero lo hayan
disfrutado tanto, como yo al escribirlo.
Saludos y abrazos para todos.
Kam
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Kam Zoe - Derechos Reservados
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autor.
Wuao wuao Que historia tan apasionante
ResponderEliminarTan erótica pura adrenalina en el cuerpo
hay que leerla muy lentamente he imaginando cada detalle cada caricia cada sensación provocada por tanta pasión desbordada entre dos y una fantasía
Felicitaciones Kam Zoe
Pura pasión llevada al límite de una fantasía
Un saludo desde Chile espero pronto otra historia de usted
Que excelente mezcla, entre romance y erotismo, me trapo por completo la historia. Escribes muy bien, y gracias por compartirlo. :)
ResponderEliminarVaya! Claudia le obsequio un regalo de cumpleanos a Sandra que no lo olvidara jamas...Unas de sus fantasias hechas realidad y de que manera...el erotismo en su maximo esplendor.Es un relato completamente distinto pq al principio parece una cosa,pero al final es un amor muy apasionado.
ResponderEliminarEsperamos leer otro relato o historia,
Un cordial saludo para Kam
Gracias a todas por sus comentarios. Justamente esa mezcla era la que buscaba para iniciarme en este tipo de temática, abrir espacio para algo diferente sin dejar de lado el amor y la confianza entre amantes. No sé si escriba un relato más completo y no sólo de un capítulo, pero no lo descarto, así que habrá que esperar que me trae la musa para mis próximos escritos.
ResponderEliminarSaludos y abrazos desde Venezuela
Me encantó el relato!! Explicito y sensual, bonito muy bien Kam, a esperar el siguiente :) Gracias saludos desd Esapaña. Carmen
ResponderEliminarSin comentarios, de todo un poco , la mezcla perfecta..
ResponderEliminarWowww q historia no tengo palabras me facinado cada detalle cada palabra!!!
ResponderEliminarGracias nuevamente y me alegra muchísimo que les haya gustado. Saludos
ResponderEliminarcon que Venezolana Kam Zoe.?.... puede que estes comprometida, con pareja, amarrada, o sin cualquiera de las anteriores.. lo cierto es que yo pudiese pedirte matrimonio. jajajaja.. con dicha imaginación. cualquiera jajaja. pues nada, este es uno de esos relatos que hay que leer de a poquito, dandole paso a la imaginación y disfrutando.. y sabes que es Genial ? geniallll es cuando llegas tan profundo a quienes te leen. felicidades Kam. saludos desde Valencia._Carabobo
ResponderEliminarJajajajajaja comprometida, con pareja y amarrada y desde hace mucho jajajajaja pero gracias por la intención. Saludos para ti también desde Caracas.
ResponderEliminarjajajajajaa rayosssssss :(.
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