Capítulo 8
En cuanto abandoné mi casa llamé a la ONG
y me reservaron un vuelo para dentro de tres días y un hotel en la ciudad.
Tenían un concierto con el hospital donde yo trabajaba, con lo que ellos se
encargarían de todo el papeleo para
tramitar mi excedencia. Llegué a Montreal
de madrugada, me dirigí al hotel y me duché. Me recosté encima de la cama y no
pude pegar ojo. Me retumban en la cabeza las palabras y sobre todo las
ausencias de Sylvie. No sabía qué había sido, pero algo había hecho mal, muy
mal, para que mi mujer me quisiera fuera de su vida. Las lágrimas resbalaban
por mis mejillas y la angustia me martilleaba en el pecho.
Bajé pronto a desayunar y me di un paseo
por la ciudad, un poco de aire fresco me vendría bien. Vagué sin rumbo y mis pasos
me llevaron, casi sin darme cuenta de vuelta al hotel. Tenía una reunión en la
sede de la ONG a las 12 de la mañana y aún quedaban dos horas. Subí a mi
habitación y marqué el teléfono de Sylvie. Necesitaba oírla, necesitaba decirle
que si ella quería, volvería inmediatamente a su lado, necesitaba decirle que,
si me quería lejos, lejos estaría, pero dispuesta a correr a su lado en cuanto
me necesitara. No cogió el teléfono. Llamé a Kaitlyn, mi prima.
Kaitlyn: Sí, dígame
Yo: Kaitlyn, soy Amaia
Kaitlyn: Ah, hola prima ¿Qué tal
todo?
Yo: Llamo para despedirme
Kaitlyn: ¿Despedirte? ¿Dónde te
vas?
Yo: ¿Recuerdas que te dije que me
propusieron una cooperación en Tanzania? Pues he decidido aceptarla
Kaitlyn: ¡Cómo! ¿Cuándo? ¿Por qué?
¿Cuándo te marchas? ¿Y Sylvie?
Yo: Sylvie quiere que me mantenga
lejos de ella, y la única forma de poder hacerlo es poner miles de kilómetros
de por medio. Me marcho pasado mañana a la noche. Perdóname por haberme ido sin
despedirme siquiera, pero si me lo pienso mucho no voy a hacerlo. Me rompe el
alma separarme de Sylvie, pero por mucho que me duela, creo que ella necesita
ahora estar lejos de mí. Algo le remuevo en su interior, que no soporta verme. Y hasta que no lo saque
o no lo arregle, no voy a tener cabida en su vida. La llamo y no me coge el
teléfono. Pero quiero pedirte un favor. Quiero que estés pendiente de ella.
Quiero que la cuides por mí.
Kaitlyn: Claro, Amaia. Lo haré.
Ahora estoy en Otawa. Estoy en un viaje de trabajo que durará tres días, pero
en cuanto vuelva, te prometo que pasaré por vuestra casa a ver cómo se
encuentra tu mujer.
Yo: Gracias. Muchas gracias.
Despídeme de Michael, de Amy y de los otros, por favor
Kaitlyn: Claro. Prométeme que te
vas a cuidar mucho.
Yo: Lo haré. Te volveré a llamar en
cuanto pueda. Un beso
Colgué. Y volví a marcar el número de
Sylvie. Tampoco contestó. Llamé a mis padres para comentarles lo que iba a
hacer. Se extrañaron mucho de mi decisión, pero endulcé un poco la situación y les dije que Sylvie necesitaba un poco de
espacio y yo salir del círculo vicioso en el que habíamos caído las dos. No les
pareció del todo mal que nos diéramos un respiro. Me metí de nuevo en la ducha,
me cambié de ropa y me dirigí a la reunión. Allí recabaría todos los detalles
sobre mi próximo trabajo en Tanzania. Me recibió uno de los coordinadores del
proyecto.
Coordinador: Buenos días, doctora
Lekue. Gracias por atender a nuestra petición.
Yo: Hola, buenos días. Llámame
Amaia, por favor. Y tutéame.
Coordinador: Gracias. Voy a
explicarte a grandes rasgos qué esperamos de ti, aunque aquí te he preparado un
dossier con información más exhaustiva. En la ciudad de Dar Es Salaam, una de
las mayores de Tanzania, está el Centro Médico Muhimbili el mayor hospital
escuela del país. Nuestra ambición no es tanto tratar los problemas sanitarios generales
o casos puntuales, que también, sino formar a los médicos tanzanos para que
puedan ser ellos los que atientan a los pacientes de su país. Nuestro proyecto
consiste en que durante tu estancia allí tutorices a un grupo de médicos que te
acompañen en las diferentes intervenciones que tengas que hacer y aprendan y
ayuden, para que en un futuro próximo puedan ser ellos los que, sin
asesoramiento externo, se encarguen de tratar a sus pacientes. Por supuesto,
atenderás también casos médicos más graves o más complicados.
Amaia: Me parece muy interesante
Coordinador: En el dossier tienes
información más exhaustiva
Amaia: De acuerdo
Coordinador: Tenemos un pequeño
pabellón para los médicos voluntarios y compartirás residencia con otros once
doctores y doctoras. Dispondrás de una habitación personal, pero el resto de
los espacios serán comunes. No es lo ideal, pero dentro de todo, no es tampoco
excesivamente incómodo
Amaia: Será suficiente, gracias
Coordinador: Quiero agradecerte tu
colaboración. Eres el único cirujano cardiovascular que ha decidido colaborar
con nuestro proyecto y creo que en cuanto llegues te esperan, no solo un grupo
de médicos ávidos de aprender de ti y de tu experiencia, sino unos cuantos
casos clínicos que creo que te resultarán interesantes
La reunión se alargó aún media hora y al
final de la misma me aplicaron las vacunas y tratamientos necesarios para
viajar a Tanzania y me explicaron los últimos pormenores del viaje. Cuando salí
de la sede, me dirigí al hotel. Llamé a Sylvie, pero de nuevo no conseguí
hablar con ella. Pedí algo para comer en la habitación y pasé el resto de la
tarde ojeando el dossier y algunos de los casos que me tocaría tratar. Me
costaba concentrarme. Esperaba estar en los próximos días más centrada, aunque
no sabía cómo dejaría de rondarmemi mujer en la cabeza. Pensaba constantemente
en ella, en lo que nos había pasado y desperdicié un tiempo precioso en
especulaciones y en los inevitables “y
si”. Daba vueltas a mi actuación en cada situación que se nos había planteado y
fantaseaba con la idea de lo que hubiera pasado si en cada uno de esos
momentos, yo hubiera actuado de otra forma.
Decidí salir a cenar fuera del hotel. Quizás así me despejaría. Me topé
con un restaurante vegetariano muy agradable. Estaba casi lleno, pero encontré
sitio en una mesa colectiva. Era un sistema curioso. Era una mesa para seis y
quedaban dos sitios libres. Me senté en uno de ellos. El restaurante disponía
de revistas para que los clientes las ojearan mientras comían y me pareció una
muy buena opción para no cenar en un incómodo silencio. Yo, de todas formas,
llevaba en mi bolso el dossier, así que lo saqué y continué con su lectura. En
la mesa estábamos sentados una pareja, otros dos chicos y yo. La pareja
charlaba animadamente y los demás leíamos distraídos mientras los platos iban
llegando a la mesa. Enseguida se llenó el sitio que quedaba. Una chica lo
ocupó. Nos saludó cortésmente a todos y pidió su comida.
Chica: Perdona que me inmiscuya,
pero no he podido evitar fijarme en el dossier que tienes entre manos. ¿No
serás del grupo de médicos que viaja dentro de un par de días a Tanzania?
Yo: Sí
Chica: Pues entonces creo que vamos
a ser compañeras durante los próximos tres meses. (Me alargó la mano). Me llamo
Alicia, soy neurocirujana y viajo también a Tanzania dentro de dos días
Yo (Estreché su mano y la
saludé): Me llamo Amaia y soy
cardióloga. Voy al Centro Médico Muhimbili en Dar Es Salaam ¿Y tú?
Chica: Yo también voy a ese mismo
hospital. Creo que todos los que partimos desde Montreal vamos al mismo sitio.
Alicia resultó ser una chica muy
agradable. Era, calculaba yo, unos cinco o seis años menor que yo. Era
extrovertida y alegre y consiguió envolverme con su charla, de forma que se me
pasó el tiempo, no solo rápido, sino agradablemente también. Cuando salimos del
restaurante se empeñó en que fuéramos a tomar una copa. Decía que en Tanzania
probablemente habría pocas ocasiones para la diversión y que había que apurar
hasta el último minuto. Me dejé convencer fácilmente. Tampoco es que la
alternativa fuera muy atractiva; volver al hotel sola, encerrarme de nuevo en
la habitación y desesperarme pensando en Sylvie, en lo que pensaba que sería mi
vida y en lo que en realidad estaba siendo.
Alicia era de Vancouver y siempre le
había apetecido hacer una cooperación como la que ahora nos habían propuesto.
Me dio envidia su entusiasmo y me dio coraje mi propio egoísmo. Ella era una
persona que iba a Tanzania a ayudar. Yo era una persona que iba a Tanzania a
escapar. Pero no se lo conté. Afortunadamente ella era una gran conversadora. Y
a mí siempre me había gustado mucho más escuchar que hablar. La copa se
convirtió en tres y al final acabé
bailando en la pista con ella. Me divertí. No recordaba ya la última vez que me
lo había pasado tan bién. Al salir del local tomamos juntas un taxi, porque
ambas estábamos alojadas en el mismo hotel. Quedamos para cenar de nuevo al día siguiente. Ella tenía todavía que
vacunarse y hacer unas compras de última hora. Yo quería centrarme y estudiar
con cierto rigor los casos que me habían avanzado que tendría que tratar. Esa
noche conseguí dormir. Sylvie seguía rondando en mi cabeza, pero quizás fueran
los efluvios del alcohol o quizás fuera
la propia rabia que comenzaba a embargarme, pero comencé a dejar de sentirme culpable
de la situación. Había cuidado a Sylvie lo mejor que sabía. La había apoyado,
abrazado y consolado (cuando me dejaba) y sobre todo había aguantado sus
desplantes, su mal humor y sus silencios sin reproches. Empezaba a dejar de sentirme como si la hubiera
abandonado. Y empezaba a sentirme abandonada yo. Ella tendría el corazón roto,
no lo niego, las circunstancias que le (nos) había tocado vivir seguro que la habían dejado
desgarrada por dentro, pero yo también tenía el corazón roto y el mío lo había
desgarrado ella. Yo que me dedicaba a arreglar ese órgano, no había sido capaz
de hacer nada para que mi mujer y yo no acabáramos ambas con el corazón
partido. Las dos con el corazón destrozado. Qué paradoja.
Dormí más y mejor de lo que pensé que lo haría. Pedí el desayuno en la
habitación y estudié detenidamente el dossier que me habían preparado. Después volví
a llamar a Sylvie. Solo quería saber que estaba bien. Solo quería oír su voz.
Sólo quería despedirme, decirle que la quería, que no iba a olvidarla, que
viajaría en mi corazón y que la guardaría en un rincón de mi alma. No cogió el
teléfono. Definitivamente tenía que dejar de hacer eso. Me había pedido
distancia, me había pedido tiempo. O
quizás solo me había exigido que abandonara su vida. Quizás ya no me quería
más. Quizás ella ya no quería ser más mi elección
y mi destino. Quizás ella ya no quisiera más crecer a mi lado ni dejar que yo
hiciera de mi corazón su refugio. Quizás para ella ya no significaran nada
nuestros votos matrimoniales. No sabía en qué punto había quedado nuestra
relación.
Decidí salir a la calle y que me diera el aire. Decidí vaciar mi mente
de conjeturas y desesperanzas. Decidí no volver a llamar a Sylvie más. Al fin y
al cabo, no me iba para toda la vida. Solo estaría fuera tres meses. Al volver
de mi estancia en Tanzania nos tocaría valorar el estado de nuestra relación y
tomar las decisiones oportunas. Eso, si Sylvie accedía a verme cuando volviera.
Cogí un taxi al Barrio Histórico de Montreal. No conocía la ciudad y
pensé que lo mejor era perderme por sus calles y qué mejor que hacerlo por las
callejuelas del Viejo Montreal. Mala
idea. Callejear por el barrio con sus
preciosas casas de fachada de piedra gris, sus elegantes boutiques, sus
bulliciosos bistrós, me retrotraía a París, a mi luna de miel con Sylvie.
Sylvie, siempre danzando en mi cabeza.
Entré en una vieja librería y compré un par de antologías poéticas. Aunque había cargado en mi ebook
una docena de novelas y comenzaba a sospechar que en Tanzania no tendría ni
demasiado tiempo ni ocasión para leerlas todas, nunca había podido salir de una
librería sin un libro bajo el brazo. La poesía me gustaba leerla en papel, tocarla con la yema de los dedos, doblar la
página de las poesías que me removían la tripa. Tomé un sándwich en un café y
tras callejear un rato más entre los espectaculares edificios del Barrio
Histórico, me retiré de nuevo al hotel. Me duché y me preparé para salir a
cenar con Alicia.
Mi colega neurocirujana no solo era una excelente conversadora, sino
también una divertidísima compañía. Encontramos un restaurante agradable donde
cenar y después fuimos a dar un último paseo. La noche estaba agradable y ambas
queríamos sentir ese frescor en nuestra piel. Apenas estábamos empezando a
mentalizarnos de que pasarían unas cuantas semanas antes de que una temperatura
inferior a los veinticinco grados centígrados nos acariciara de nuevo el
cuerpo. Al día siguiente emprenderíamos viaje temprano, por tanto, esa noche y
aunque Alicia volvió a proponer tomar una copa y yo me pensé decididamente
aceptar, ambas acabamos coincidiendo en que, seguro que no sería una copa sola
y que debíamos aprovechar estas últimas horas que nos quedaban para descansar
lo máximo posible. Nos esperaba un agotador viaje. Quedamos al día siguiente
para desayunar . Iríamos al aeropuerto en mi coche, que yo dejaría en una
empresa de guarda especializada en el almacenaje de vehículos que precisaran de largas estancias. Nos
despedimos en el vestíbulo y fuimos a preparar nuestros equipajes.
Hablé con mis padres y prometí
llamarles cuando llegara para que ellos se quedaran tranquilos y me comprometí
a intentar hacer al menos un par de llamadas al mes. Después llamé a mi prima y estuve un buen rato
charlando con ella. Kaitlyn también me arrancó la promesa de que intentaría
llamarla con cierta asiduidad. Le recordé su compromiso de ir a visitar a
Sylvie y me ratificó que eso sería lo primero que haría en cuanto regresara de
su viaje de negocios.
Último intento, me dije, y tras
volver a marcar el número de Sylvie y escuchar de nuevo el sonido de la llamada
sin que nadie la atendiera, me volví a decir que tenía que parar. Había perdido
la cuenta de las llamadas que habrían quedado reflejas en el teléfono móvil de Sylvie. Comenzaba a parecer una acosadora.
O quizás solo era una mujer desesperada.
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Hola despistada... seguimos por todas las etapas que conlleva pasar por lo que estas 2 estan pasando. Es inevitable que Amaia pase por culpa, rabia,dolor,reporches..ya veremos como sigue y donde nos llevan estos 2 corazones rotos. Muy triste el cap de hoy pero disfrutable y necesario. Pasando a Evelyne creo que el babero no nos alcanza mas bien necesitariamos una sabana jajaja. Te digo que con ese melodioso timbre de voz que tiene puede hanlarme en frances,ingles o como quiera que de seguro me derrite ja. Pena que quizas no disfrutemos mas de su Delphine. Saludos.Te deseo un buen finde. Vero.
ResponderEliminarEfectivamente, ahora a nuestras chicas les cuesta recomponerse un poco por separado. Y volviendo a nuestra Evelyne, me fastidiaría mucho no encontrármela en la cuarta entrega de la serie (soy totalmente del team Cophine"), pero al menos la seguiré disfrutando en la segunda entrega de X Company. Un abrazo, Verónica
Eliminar...Las crisis son como las tormentas, al principio arremeten con toda su fuerza pero después viene la calma, que por lo general trae la tarea imperiosa de reconstruir... Sigo en sintonía con la historia.... Fraterno abrazo Xiion....Atenea Palas!!!!!
ResponderEliminar...Despistada, omite el Xiion, se me cruzaron los cables, ja, ja, ja, ella es la otra escritora en mi lista de favoritas, reitero el abrazo y le agrego un beso, Atenea!!!!
EliminarMe parece bien que distribuyas abrazos a diestro y siniestro, Apovecho yo también para mandarte también uno a ti y otro a Xiion, cuya historia también sigo con interés
EliminarLos tornados a veces generan destrucción y puedes dedicarte a reconstruir y otras veces generan devastación. En ese caso, declaras zona catastrófica, siniestro total y abandonas toda esperanza de recuperar ni siquiera de lejos lo que tenías. Ya veremos, Atenea Palas .
Sylvie no se da cuenta que la esta dejando ir a su amor por dolor de la que no es culpable no la entiendo ojala que recapacite y la busque y que no sea tarde las quiero juntas besos rosana
ResponderEliminarSylvie está pasando su particular duelo. Su mundo se ha desmoronado y si lo quiere poner de nuevo en pie, seguramente la reconstrucción deba empezar por su propia casa. Un abrazo, Rosana y gracias por comentar
EliminarChungo, espero que no cometa ningún error aunque igual ella no es el amor de su vida y es alicia q creo q va a pasar algo, hay dios mio.....
ResponderEliminarQ se reconcilien pronto
M.S(galicia)
Dicen que a veces hay que besar unas cuantas ranas hasta encontrar tu princesa azul. Pero ser rana o princesa azul en la vida de una persona es muchas veces cuestión de momentos. Un abrazo M.S. y gracias por seguir comentando
EliminarQue fuerte, pero amaia tiene que mentalizar que no hizo nada malo el tiempo.dira si esa pareja tan bella podra superar ese gran obstáculo. Despistada tus escritos absorben y encantan como siempre.
ResponderEliminarCuando una persona a la que quieres pasa por problemas y no consigues llegar a ella y ayudarla, irremediablemente un sentimiento de culpa se instala en tu corazón. Luego aprendes a perdonarte cuando caes en la cuenta de que si haces las cosas lo mejor que lo sabes hacer, no estás obligada a acertar siempre.,
EliminarGracias por tus amables palabras Lizeth
Gracias por lo escrito, muchas veces siempre pensamos en si, o q hubiera pasado. Solo queda seguir. Tocaste fondo.
ResponderEliminarLo malo de esta vida es que puedes intentar controlar tu presente y afinar tu futuro. Pero no puedes cambiar el pasado. Los "y si hubiera" casi nunca llevan a ninguna parte.
EliminarUn abrazo y gracias por comentar Elizabeth
Yo espero que Sylvie no haya cometido un disparate.Nadie la ha ido a ver personalmente no contesta el telefono ni por casualidad.Amaia tiene literalmente un pie en Tanzania,recordando los votos solemnes.
ResponderEliminarNo creo que Sylvie haya olvidado sus votos. pero le dijo a Amaia que quería se la mujer que ella se merecía. Y ahora no se siente así. Tiene que reflexionar y recomponerse. Un abrazo y gracias por comentar
EliminarWuao Despistada que difícil es la situación
ResponderEliminarde sentimientos Amaia lo esta pasando mal también Sylvie con ese miedo de pensar que no podrá tener hijos de formar esa familia linda para Amaia y de pensar tal vez que es menos mujer por no poder ser madre yo creo que eso la llevo a querer alejar de su vida a Amaia de creer que Amaia la no la deseara y amara con la misma intensidad del primer dia Yo creo que ahí es un error que piense a si porque uno cuando se enamora y ama no busca una madre para los futuros hijos uno busca una mujer aquien amar con quien disfrutar de las cosas mas simples de la vida y el amor
Sylvie si no quiere perderla va tener que reaccionar muy pronto si no perderá a Amaia en los brazos de Alicia se ve que Alicia es una mujer no solo bella si no también muy inteligente y es doctora se mueve en la misma profesion que ella eso es una conexión entre ellas que las puede llevar a enamorarse y hay que pensar que son tres meses que estarán juntas en lugar que no conocen a nadie y ellas ya tienen un vinculo de amistad y se ve que Alicia es una mujer alegre divirtida creo que nuestra Sylvie tiene que reaccionar poner ropa en una maleta he ir detrás de su mujer antes que Alicia valla fanando espacio en el corazón de Amaia porque ya Amaia se esta cuestionando y sintiendo que ella si estuvo a su lado apoyando y esta viendo que todo lo que recibió fueron rechazos y eso es muy peligroso para esta parejita que nos haz hecho amar Despistada
Un capítulo algo triste porque Amaia se aleja de su mujer y su mujer no reacciona
Despistada desde aquí un abrazó con cariño
Curicó Chile
Totalmente de acuerdo en cómo se ha sentido Sylvie. Es una pena, pero a veces nos olvidamos de la esencia de lo que tenemos. Amaia buscaba a quien amar y con quien compartir las cosas simples de la vida. Y la encontró a ella. La ecuación ya estaba completa y todo lo demás que llegara, sería por añadidura. pero Sylvie no supo verlo.
EliminarAmaia tiene un duro camino por delante. Veremos hasta dónde estaba arraigado su amor, o hasta dónde ha anidado el desencanto.
Un abrazo a mi chilena favorita
Despistada; Me encanta todo lo que escribes! Como me haces subir del éxtasis al precipicio de un capitulo al otro...pero yo me pregunto, tanto si es el amor de tu vida; llevas un año de noviazgo feliz uno de casada feliz y dos de martirio e infelicidad. No seria sano cortar y seguir para adelante ?. Digo porque nadie se mete en una relación para ser el saco de boxeo de nadie por las circunstancias que sean!...Tal vez solo no es el momento para ellas, no se, saludos y gracias por compartir tu talento.-
ResponderEliminarClaro. Tienes razón. pero lo malo es que cada persona es única y por eso cada una de nosotras ante la misma situación reaccionamos de forma diferente. Dos años de felicidad (un año de convivencia y otro de matrimonio) contra dos años de infelicidad. Cuatro años en la montaña rusa. ahora solo hay que saber si la barquilla donde vamos montadas va a seguir su descenso a los infiernos ( ¡que paren, que me bajo!) o si va a retomar su trayectoria ascendente.
EliminarDe todas formas creo que un descanso les viene de perlas a las chicas.
Un abrazo, María y gracias por comentar
Mis reacciones al capítulo: nada como el aire fresco. Alicia es sexy (considero sexy la naturalidad). Se me ha antojado un whisky. necesito consultar google para saber dónde queda Tanzania.
ResponderEliminarPor cierto, querida amiga Laura. Me sigue encantando leerte hasta en tus comentarios, que siempre me sacan una sonrisa, Adoro el humor inteligente y tú vas sobrada de él.. Espero y deseo leer otra historia tuya, cuanto antes mejor.
Eliminar¡ Brindo por ello!.
No sé yo hasta que punto te va a refrescar el aire que se ha colado al abrir la ventana. Mis disculpas de antemano. Yo me voy a servir un gin-tonic, con tu permiso. Más vale que la publicación de los próximos capítulos me pille pimplada (borrachuza, vamos). Un abrazo Laura T.D.
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