Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Siena - Despistada - 5

Capítulo 5.

      No supo lo que pasaba hasta que oyó un estruendo de bandeja, tazas, platos y cucharillas golpeándose contra el suelo, haciendo añicos la loza y las ilusiones de Yolanda. La madre de Natalia había entrado en la habitación a llevarles un té caliente y aún permanecía en el quicio de la puerta, con las manos en la boca, los ojos muy abiertos y una expresión de desconcierto y desaprobación en la mirada. Yolanda volvió la vista hacia Natalia y vio su rostro blanco como la cera y una lágrima pujando por salir de sus asustados ojos.


Madre: ¡Pero qué diablos está pasando! ¡Pero qué haces, Natalia!
Natalia: Yo nada, mamá. Ha sido ella. Yo, no sé qué me ha pasado
Madre: Sal ahora mismo de la cama y ponte el pijama. Y tú (volviéndose hacia Yolanda) vístete inmediatamente, que voy a llevarte a tu casa
Yolanda: Pero yo, la quiero…
Madre: No digas estupideces, mi hija no es como tú. Tú la has incitado, la has obligado…
Yolanda: Yo no la he obligado a nada. Siento mucho que se haya enterado usted así, pero nos queremos
Madre: (Volviéndose hacia Natalia, que vestida ya con el pijama tenía la mirada fija en el suelo) ¿Por qué dice eso, Natalia?
Natalia: No lo sé, mamá. Tú ya sabes que yo quiero a Jaime. Lo siento, no sé lo que me ha pasado, no lo entiendo
Yolanda: ¿Pero qué dices? Natalia, ahora es el momento de ser valientes. No puedes dejarme sola en esto, no puedes dejar que esto acabe aquí…
Madre: ¡Cállate, desviada! ¡Deja en paz a mi hija!
Yolanda: Su hija y yo nos queremos… ¡Natalia, díselo tú!
Madre: ¡Que la dejes en paz te he dicho! Recoge todas tus cosas. No quiero volverte a ver más por mi casa. No quiero volverte a ver jamás con mi hija. ¡Ella no es como tú!
Yolanda: Natalia, por favor, di algo…
Madre: Sí… ¿Tienes algo que decir?
Natalia: Quiero a Jaime. No sé lo que me pasó. ¡Perdón, mamá!
Madre: Ya lo has oído. Ella es normal. Quiere a su novio y tú… tú solo quieres confundirla. Recoge todas tus cosas, que voy a llevarte ahora mismo a tu casa. ¡A ver qué cara pone tu abuelo cuando se entere de lo que has hecho!

      A esas alturas, Yolanda  ya no escuchaba nada. Las palabras de Natalia martilleaban en su cabeza “Ha sido ella. Yo quiero a Jaime” . ¿Cómo podía ser Natalia tan cobarde? ¿Cómo podía  haberse portado tan miserablemente con ella?

      Salió de la casa con su himen intacto, pero con cada fibra de sus entrañas desgarrada. Apenas recordaba haber descendido las escaleras, haber entrado en el coche de la madre de Natalia y haber llegado hasta la casa de su abuelo. Bajó del automóvil  y corriendo se dirigió a la puerta. No tenía llaves. Se palpaba un bolsillo, palpaba el interior de su bolso, pero era incapaz de encontrarlas. La madre de Natalia presionó fuerte y largamente el timbre, una, dos, tres veces. Hasta que una de las empleadas de la casa abrió la puerta. El abuelo de Yolanda bajaba abrochándose el batín por las escaleras y miró extrañado el  cuadro que componían las tres mujeres.  Yolanda dejó caer al suelo las bolsas que traía en las manos y entró rauda en la casa. Pasó al lado de su abuelo sin detenerse, sus ojos inundados en lágrimas y una expresión de infinita tristeza en su rostro. El abuelo descendió hasta donde la madre de Natalia se encontraba y ordenó a la empleada que los dejara solos.

      Yolanda, tumbada encima de su cama, lloraba desconsoladamente. Sólo oía un leve cuchicheo de voces, o mejor dicho, sólo oía el leve cuchicheo de la voz de la madre de Natalia. Su abuelo callaba. Cuando oyó el ruido de la puerta de la calle y el ruido de un motor, supo que, por fin, la madre de  Natalia se había ido. Esperó y esperó pensando que su abuelo acudiría a su habitación, ¿para confortarla? ¿para regañarla? La verdad, nunca se había parado a pensar en su posible reacción. Esperó y esperó. Nada sucedió.

      No pudo pegar ojo en toda la noche. Las palabras de Natalia aún repiqueteaban dolorosas en su mente y la incertidumbre por la reacción de su abuelo le causaba un tremendo desasosiego. Se levantó pronto de la cama. Se duchó con parsimonia, dejando el agua templada correr largamente por su cuerpo, como si ese agua que limpiaba su piel de jabón pudiera también hacer desaparecer la desazón que cubría sus entrañas. Se lavó los dientes, se vistió y bajó a desayunar. Siempre desayunaba con su abuelo a las ocho de la mañana, así que se dirigió al comedor. Su abuelo no estaba, pero ella se sentó igualmente a la mesa para esperarle y desayunar juntos, como cada día. Oyó un ruido y se volvió hacia la puerta.

Yolanda: Ah, buenos días  María (No era el abuelo de Yolanda  quien había entrado en el comedor, sino una de las empleadas de la casa)
Empleada: Buenos días, Yolanda. ¿Te traigo ya el desayuno?
Yolanda: No, gracias,  esperaré a mi abuelo
Empleada: Tu abuelo ha desayunado hace más de una hora
Yolanda: ¿Y dónde está ahora? No lo he visto en el salón ¿Está en su estudio?
Empleada: No. Ha ido al club
Yolanda: ¿Y ha dicho algo sobre cuándo piensa volver?
Empleada: No, solo ha dicho que no vendría a comer.
Yolanda: Yo tampoco vendré a comer
Empleada: De acuerdo. Te voy a traer un café con leche y una tostada
Yolanda: Gracias, no tengo hambre
Empleada: Pero tienes que desayunar algo, Yolanda
Yolanda: Y lo haré. Después. Voy a dar un paseo, María. Gracias, eso es todo

Salió del comedor y se dirigió al garaje. Cogió su bicicleta y comenzó a pedalear sin rumbo fijo. Por el camino iba dándole vueltas a la cabeza; pensaba en la reacción de Natalia la noche anterior y pensaba en la reacción de su abuelo. No podía ser bueno que no hubiera querido hablar con ella, que la evitara. Pedaleó sin rumbo, sin ser consciente de adonde le llevaba su bicicleta. Cuando se dio cuenta, se encontró en la reja de entrada a la casa de sus padres. Apoyó la bici en el muro y miró hacia la finca. El jardín estaba cuidadísimo. Su abuelo siempre había hecho que la propiedad se mantuviera en perfecto estado. Vista desde fuera no parecía  vacía y sola y Yolanda, en ese momento deseó más que nunca que no lo estuviera. Ojalá sus padres estuvieran vivos. Ojalá tuviera a alguien con quien compartir esos momentos de zozobra, ojalá alguien quisiera abrazarla y consolarla. Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas. Alguién tocó su hombro.

Daniel: Hola guapísima
Yolanda: Hola Daniel
Daniel: ¿Qué te pasa? Estas llorando
Yolanda: No es nada, estoy bien (enjugándose las lágrimas)
Daniel: Pues a mí no me lo parece ¿Qué haces aquí?
Yolanda: Salí a dar una vuelta con la bici y sin darme cuenta me encontré delante de la casa de mis padres
Daniel: ¿Has desayunado?
Yolanda: No
Daniel:  Ven, vamos a dejar tu bici en mi casa y te invito a un café en la Cafetería de Lu. Creo que necesitas un café y un amigo.

      Daniel  tomó la bici. Vivía muy cerca de la casa de sus padres. Dejaron la bicicleta de Yolanda en el jardín de Daniel y se dirigieron  hacia la cafetería. Él pidió dos cafés con leche y los llevó a la mesa donde estaba sentada ella. Yolanda tenía la mirada perdida y la mente en otro sitio, eso estaba claro y Daniel la miraba preocupado. Cuando terminaron sus bebidas, Daniel propuso dar un paseo hasta la playa y Yolanda movió la cabeza afirmativamente. Caminaron en silencio y cuando llegaron se sentaron en la arena.

Daniel: Yolanda, ¿qué te pasa? Y no me vuelvas a decir que nada, por favor. Déjame intentar ayudarte, o por lo menos, servirte de desahogo
Yolanda: Pasó lo que dijiste
Daniel: ¿Lo que dije? ¿Qué dije?
Yolanda: Me partió el corazón
Daniel:  ¡Pero si ayer estabas muy ilusionada! ¿Qué ha pasado?
Yolanda: Su madre nos descubrió. Y ella no solo no luchó por nosotras sino que me echó toda la culpa a mí. Su madre me echó de su casa y al llegar a la mía, le contó lo que había pasado a mi abuelo
Daniel: ¡Vaya papeleta! ¿Y tu abuelo qué tal se lo ha tomado?
Yolanda: Ese es el otro problema. Esta mañana no estaba en casa ni irá a comer. Me está evitando y creo que eso no refleja nada bueno.
Daniel: A ver, Yolanda. Tu abuelo es una persona mayor, es de otra generación y puede que le cueste un poco digerir lo que te está pasando. Pero si algo tengo claro es que te quiere muchísimo y que, pase lo que pase ahora, con el tiempo las aguas volverán a su cauce
Yolanda: ¿Y si no es así? ¿Y si no lo acepta? ¿Y si no quiere volver a verme?
Daniel: Lesbiana o no, sigues siendo la misma persona a la que él crió, la niña a la que acompañó en su infancia y la misma mujer a la que ahora adora
Yolanda: ¿Y si me ve diferente? ¿Y si me mira con desprecio o con asco?
Daniel: Yolanda, eres quien eres. Tienes que vivir tu vida, no la vida que los demás quieran para ti
Yolanda: ¿Y si esa vida aleja de mí a todas las personas que quiero?
Daniel: El amor tiene que circular siempre en dos direcciones, sino  no funciona. Igual no será fácil y tendrás que tener paciencia y sufrir algún que otro rechazo, pero encontrarás tu camino, encontrarás tu felicidad
Yolanda: ¿Y si mi abuelo no quiere recorrer ese camino conmigo?
Daniel: Pues estoy seguro de que tú seguirás tendiendo los puentes necesarios hasta que al final te acepte como eres. Con cariño, con paciencia, pero lo lograrás
Yolanda: ¿Y ella?
Daniel: No sé, ¿Qué quieres que pase con ella?
Yolanda: No lo sé

      Dos lágrimas resbalaron de nuevo por sus mejillas. Daniel  la  atrajo hacia sí, depositó un tierno beso en su frente y le pasó el brazo  por encima del hombro. Yolanda apoyó su cabeza en el cuello de Daniel y se dejó confortar

Yolanda: Gracias, Daniel

Daniel: A mandar, para eso estamos los amigos. Pase lo que pase, no estarás sola
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17 comentarios:

  1. Lo dicho, cuando se de cuenta Natalia de que Yolanda es más importante es muy probable que Yolanda ya no este disponible.

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    1. Cuando dejas pasar oportunidades en la vida, no siempre es sencillo volver atrás

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  2. Es difícil la situacion mas cuando ella quiere a natalia pero el amor tiene que triunfar y si no es con ella sera con otra persona gracias por cada capítulo besotes linda

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    1. Es una pena que cuando dos personas se quieren tengan que superar obstáculos extras. A veces se puede y otras no. Gracias por comentar

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  3. que historia, esa Natalia que no fue valiente, después se va arrepentir pero bueno. Me gusta la historia Felicidades

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    1. A todas nos ha pasado que, a veces tomamos decisiones de las que nos arrepentimos. Veremos si Natalia se acaba arrepintiendo o no. Un gusto leer tus comentarios de nuevo, Nallely

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  4. Gracias por subir los capítulos tan seguido así no agonizo en la espera. XD

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    1. Cuando mando la historia siempre la mando completa. Así que gracias a la persona o personas que administran el blog por darle continuidad diaria a mi relato. Un abrazo

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  5. Muy buena historia, tengo en desfortuneo de haber pasado por algo similar a lo que hasta el momento he leído de la historia, me esta gustando mucho aunque este capítulo fue un poco corto, pero mis felicitaciones para la autora. Saludos desde México.

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    1. Saludos a ti también, Poesía Nocturna. Gracias por dejar un comentario. Espero que tu historia, al final, saliera bien

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  6. Oh carajo, he quedado como en shock, todo paso demasiado rápido, Natalia se nota que esta aterrorizada y por el momento dudó mucho que haga algo al respecto y ps me da tristeza por los sentimientos de Yolanda y para acabar de ajustar la reacciy de su abuelo... Eso si reitero que amo a Daniel, esos son los amigos que valen la pena ;)
    Saludos. Luisa V.

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    1. En España hay un refrán que dice "A perro flaco todo son pulgas". Yolanda, la pobre no sale de un problema cuando se encuentra con otro. Un abrazo Luisa

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  7. Lo que se esperaba de Natalia su cobardía y ese miedo al que diran el resto de los mortales que pena por Yolanda si estaba dispuesta y afrontar todo con ella espero que Yolanda tenga la comprendió de su abuelo que si bien es de otra generación a veces esa generación es mucho mas comprensiva a demás es la adoracion de su abuelo habrá que esperar el próximo capítulo que cada capítulo se pone mucho mas interesante Despistada
    Despistada escribes muy bien felicitaciones
    Un saludo desde Chile

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    1. Cada día espero con ansia vuestros comentarios y te agradezco que siempre encuentres tiempo para dejarme uno.
      El miedo al qué dirán, a ser diferente a veces nos paraliza, hasta que una se da cuenta de que ser diferente la hace única.
      Veremos qué opina Natalia...
      Un abrazo

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    2. A si es mi querida Despistada el miedo nos paraliza el alma ese miedo al rechazo a miradas frías he indiferentes
      A que te cataloguen como si fueras lo peor uno puede entender lo que esta pasando Natalia hay que comprender que ella esta criada bajo el alero de unos padres tradicionales y socialmente acomodados en que todo pasa por lo que pensaran el resto espero que Natalia al pasar el tiempo sienta que ella no puede vivir la vida que sus padres o su madre quiere para ella si no la vida que ella será plenamente feliz con la persona que realmente ama el vivir la vida que no te hace ni te hará feliz y vivir en una mentira por ver feliz al resto al final te convierte en ser amargado y triste todas sabemos que no fácil pero si amas hay que luchar por ese alguien y luchar por estar felices nosotras mismas un abrazó Despistada para mi es un honor comentar cada capítulo a demás me gusta mucho leerte a demás soy una romántica incurable gracias por leer mis comentarios desde Chile Gladys Urzúa

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  8. Ay que agradecer el papel de Daniel. Los amigos y verdaderos siempre son importantes. Al menos nos dan una palabra de aliento. Pobre Yolanda. Esperemos que al final todo salga bien. Saludos. Atte. Myam

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  9. Gracias por comentar, Myam. Pienso como tú que los amigos y amigas de verdad son importantísimos en nuestras vidas. Saludos también para ti.

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