Abrí los ojos lentamente cuando la alarma de mi móvil empezó a sonar.
Lo alcancé como pude y la apagué, eran las siete, dios…apenas había dormido cuatro o cinco horas. Me puse las gafas y
giré mi cabeza y ahí estaba la razón de mi desvelo: una preciosa rubia tetona
con un culo que quitaba el hipo, su nombre era…mmmm no sé, rubia, la había conocido la noche anterior en un bar,
pero lo que sí recordaba era lo bien que lo habíamos pasado horas antes. La
tenía a mi lado completamente desnuda, había quedado tan cansada que no había
escuchado mi móvil sonar, sí, definitivamente había sido una noche digna de
repetir, probablemente le daría mi número. Estaba intentando levantarme
lentamente de la cama sin que se diese cuenta cuando mi móvil volvió a sonar.
Lo cogí rápidamente pero no pude evitar que la rubia abriese los ojos.
-
¿Si?
-
¿Se puede saber
dónde coño estás?-esa voz era inconfundible para mí. Santi, mi mejor amigo,
estaba bastante alterado- He venido a recogerte al piso y, como siempre, no
estás, ¿acaso se te ha olvidado qué día es hoy?
-
Buenos días a ti
también Santi- le dije en voz baja, aunque ya no servía para nada ya que la
chica estaba despierta. Estaba acariciándome el brazo mientras me miraba
lascivamente... oooh si, esta chica va a
tener mi teléfono- No me he olvidado de qué día es hoy sólo que creía que
habíamos quedado más tarde, estaré ahí en menos de diez minutos.
-
Más te vale Abi, el
rector estará allí y nos exigieron puntualidad.
-
Descuida, voy para
allá, hasta ahora-Colgué y miré a la potente rubia de mi lado- Hola preciosa,
siento haberte despertado- le lancé mi mejor sonrisa seductora que fue respondida
enseguida.
-
No te preocupes- se
movió hasta quedar encima de mí. Podía notar perfectamente cómo se excitaba, Abi concéntrate, tienes que salir de aquí-
¿Te he metido en algún problema? El chico que te ha llamado no parecía muy
contento, ¿era tu novio?- con la punta de sus dedos acariciaba uno de mis
pechos haciendo círculos alrededor de mi pezón con una expresión de pena en su
rostro. Como siga así no voy a llegar muy
lejos…
-
No, es uno de mis
compañeros de trabajo. Está un poco enfadado porque deberíamos estar ya de
camino al trabajo… Siento decirte que me tengo que ir ya, aunque no me apetece
ni lo más mínimo.
-
¿No te puedes
quedar un rato más? Nos podemos dar una ducha juntas- rozó su coño rasurado
contra el mío. Esa sensación de piel con piel podía enloquecer a cualquiera,
pero desgraciadamente me tenía que ir sí o sí. En un hábil movimiento me
coloqué encima suya, besé lentamente sus labios y me separé- ¿Eso es un no?- Me
bajé de la cama y comencé a vestirme- Es un no- dijo suspirando.
-
Es un: lo dejamos
para esta noche- hice que me volviese a mirar con deseo. Cuando estaba ya vestida me acerqué,
besé sus labios una vez más antes de irme y le di una de mis tarjetas- Espero
terminar para las…ocho o así, llámame- obtuve una sonrisa pícara como
respuesta.
Me despedí y bajé rápidamente por las escaleras del bloque, era un
segundo y no tenía tiempo ni para esperar el ascensor. Nada mas salir a la
calle paré un taxi y en unos cinco minutos ya estaba subiendo a mi piso. Al
entrar me esperaba Santi con el ceño fruncido.
-
Ni se te ocurra
decirme nada, tardo diez minutos- me fui para la ducha sin dejar que me dijese
nada.
Santi era un hombre alto, moreno, delgado, simpático, listo,
agradable… un encanto, normal que me gustase cuando lo conocí en la
universidad, porque, sí, cuando estaba en la universidad aún no había
descubierto que mi gran devoción eran las mujeres.
Entré al baño y comencé a desnudarme a toda
velocidad. Justo antes de entrar a la ducha me miré al espejo y sonreí. Cada
vez que lo hago no puedo evitar llevar mi mente al pasado, a ese pasado tan
lejano ya. Me veía a mí de pequeña, cuando estaba en la escuela. Para mí,
siempre he sido una chica simpática, alegre, extrovertida y muy segura de si
misma pero en aquellos tiempos…era todo lo contrario, estaba terriblemente
condicionada por unas compañeras de clase que no paraban de amargarme la vida.
Yo no les hacía nada, no les hablaba, ni siquiera las miraba cuando pasaban por
mi lado. Pero a ellas parecía que les molestaba mi existencia. Los insultos y
vejaciones eran diarios. Se metían conmigo por mi aspecto, en aquellos tiempos
era muy bajita y estaba regordeta, pero nunca he creído que fuera para tanto
incluso una de ellas estaba un poco mas gordita que yo. Me insultaban por mis
gafas de pasta, las típicas ray-ban Wayfarer que ahora todo el mundo lleva por
moda, dios, ¡si incluso se metían con mi nombre! ¿Qué tiene de raro Abigail? Yo
nunca le he visto nada malo a mi nombre, mi querida abuela, la madre de mi
padre, se llamaba así y a mí me encanta llevar su nombre, ella fue la mujer a
la que más he querido y querré.
Las cosas en casa tampoco eran muy motivadoras. Mi
madre siempre quiso tener una barbie, como decía que era ella de joven, quería
que fuera como todas esas hijas de puta que se metían conmigo y cuando le decía
que me insultaban lo único que hacía era echarme la culpa a mí. Ella decía que
era yo la que no me integraba y que por eso las chicas me hacían el vacío a
parte de meterse conmigo, y mi padre…mi
padre era el único que me quería pero estaba absorto en su trabajo, él
decía que era para mantener el tren de vida que le prometió a mi madre, pero yo
siempre supe que aprovechaba todos los viajes que tenían que hacer y las largas
horas en el despacho para no estar en casa con ella.
Cuando llegué al instituto, nada cambió. Al vivir en
un pequeño pueblo lejos de la capital, las clases eran muy pequeñas y tuve que
soportarlas otros cinco años más. Mi cuerpo se fue trasformando con los años,
los kilos que me sobraban fueron desapareciendo a medida que crecía en estatura
y mis pechos comenzaron a crecer hasta obtener un buen tamaño, pero las
vejaciones nunca cesaron. Ellas se convirtieron en las típicas barbies: todos
los días iban muy arregladas a clase y maquilladas a más no poder, con
minifaldas muy cortas y blusas muy ajustadas. A mi no es que no me gustara esa
ropa, pero mi seguridad y el amor hacia mi misma estaban devastados. Cada día odiaba
más a mis compañeras, ya que cada día sus vejaciones se excedían un paso más.
Ellas eran las más populares, las que iban a todas las fiestas y las que
ligaban con los chicos más guapos del instituto, para mí, su vida era de lo más
sencilla, la única preocupación que tenían era pensar que putada me iban a
hacer el siguiente día de clase.
Mi relación con mi madre estaba completamente
destrozada, no gastaba ni un céntimo de más en mí y lo poco que nos relacionábamos
era cuando nos decíamos hola y adiós, aunque cuando los ánimos estaban
caldeados… ni eso.
Pero cuando estaba a punto de terminar el
Bachillerato mi vida dio un giro radical, un giro que agradeceré toda la vida:
mi padre decidió divorciarse de mi madre. La verdadera razón por la que mis padres
se casaron fue por mí. Mi madre, después de tres meses de noviazgo con mi padre,
se quedó embarazada de mí y su padre obligó a mi padre a casarse con ella. Yo
siempre creí que había sido una triquiñuela de mi madre para amarrar a mi padre
ya que él ya tenía una carrera muy prometedora en la empresa tecnológica donde
había comenzado a trabajar. Cuando mi padre tomó la decisión de separarse se
sentó conmigo y me explicó sus razones: él sabía perfectamente que mi madre lo
había engañado infinidad de veces, pero de lo que no había sido totalmente
consciente era de mi situación en casa y en el instituto. Me pidió perdón por
ello pero en realidad yo no lo culpé de nada, apenas nos veíamos y cuando se
quedaba varios días en casa era cuando mi madre me hablaba e intentaba hacerle
creer que teníamos buena relación y que era yo la que no quería tener relación
con ella. Me explicó todo lo que iba a pasar a partir de ahora: él le dejó la
casa a mi madre y parte de su pequeña fortuna para que ella aceptara la
separación y él se iría a Barcelona para trabajar en la nueva sede de la
empresa en la que trabajaba. Me pidió que me fuera con él pero yo tenía
decidido que quería hacer: le pedí que me matriculara en un instituto de la capital
y él me matriculó en uno de los mejores de la gran ciudad, terminé mis estudios
unos meses mas tarde, ya que solo me quedaban dos trimestres. Después de
obtener una muy buena nota en selectividad, le pedí que me matriculase en la
universidad de la ciudad y que me pagara el colegio mayor. Todas mis peticiones
fueron aceptadas ipso facto.
Al entrar en la universidad fue cuando mi vida
cambió radicalmente para bien. Allí fue donde pude mostrar completamente como
era, hice amigos rápidamente y a uno de los primeros a los que conocí fue a
Santi, comenzamos siendo amigos, los mejores amigos, pero meses después
intentamos algo más, iniciamos una relación y fue cuando los dos perdimos
nuestra virginidad. Para mi fue la mejor forma de perderla y no porque fuera
satisfactoria sino porque fue con mi mejor amigo, aquel con el que he pasado
tanto tiempo y he compartido tanto. Unos meses después vimos que nuestra
relación no llevaba a nada, a parte que yo comencé a notar que me atraían las
chicas, puede que fuera porque hasta aquellos años ninguna había sido simpática
o agradable conmigo. Éramos, ante todo, amigos y no queríamos que eso se
rompiera así que volvimos a nuestra anterior relación. Pasamos de ser pareja a
ser compañeros de ligues y la mayoría de las noches en las que salíamos de caza
lográbamos tener una chica con la que irnos al colegio mayor. Esos años se
pasaron en un suspiro, me gradué con muy buena nota en ciencias empresariales,
después de eso hice un master y al año siguiente ya estaba empezando mi
doctorado. Después de tres años me doctoré y comencé a trabajar como profesora
en la misma universidad en la que había cursado todos mis estudios. Me había
convertido en la profesora más joven del país y poco a poco mi dedicación en el
trabajo y mis buenos resultados hicieron que tuviera una plaza fija en la
facultad de ciencias económicas.
Cerré el grifo de la ducha después de unos minutos
bajo el agua fría, necesitaba espabilarme. Salí y me volví a mirar en el
espejo. No era una mujer espectacular pero tenía mi encanto. Soy una mujer
delgada y tonificada gracias a una rutina de ejercicio casi diaria, no soy muy
alta, 1.65, pero si tengo unos bonitos pechos. Mi pelo es moreno oscuro
bastante largo y mis ojos marrones, que son vistos a través de mis inseparables
gafas de pasta negra, tengo varios modelos, pero este modelo me ha acompañado
muchos años.
Después de vestirme con una falda de tubo negra, una
blusa de gasa azul claro metida por dentro de la falda y unos tacones negros
bastante altos que terminaban el bonito conjunto, recogí mi pelo en una cola
alta que me quedaba bastante bien ya que tenía unas bonitas ondas naturales. En
tan solo diez minutos ya estaba lista. Al salir me esperaba Santi sentado en el
sofá con un elegante traje negro. Al estar a su altura lo miré con la mejor de
mis sonrisas y me giré para que viera mi bonito conjunto. Él, al verme, no pudo
evitar sonreír, le era imposible estar serio o enfadado conmigo.
- Estás radiante- me dijo con una sonrisa en
sus labios.
- Lo sé, y eso que apenas he dormido- le sonreí
ya que él sabía a que me refería.
- Fue una buena noche eh- me dijo riendo.
- No lo sabes tú bien, tan buena que repetiré
esta noche
- Oye loba, ¿algún día dormirás en tu cama una
noche completa?- Dijo una voz femenina que salía de la cocina, segundos después
apareció Esther, la novia de Santi y una de mis mejores amigas. Me acerqué y le
di un beso en la mejilla.
- Estás preciosa esta mañana Esther- le dije
con una gran sonrisa.
- Si si, no me embaucarás con tus sonrisas,
sabes que conmigo no funcionan, mejor será que nos vayamos ya para el campus-
me extendió un café en un vaso desechable.
- Eres un cielo… sabes, si algún día Santi se
vuelve muy idiota y te deja, no dudaré en pedirte matrimonio- logré que Santi
me diera un coscorrón. Hacía apenas unos meses que él le había pedido matrimonio
después de tres años de relación.
A Esther la conocimos en un bar una noche de tantas.
Ella entró con sus amigas al local y Santi se quedó pasmado cuando la vio, yo,
en cambio, no perdí el tiempo para ir a tirarle los tiestos. En aquellos
tiempos mis artes de seducción no eran las mejores, mi chulería algunas veces
no gustaba y esa vez fue una de ellas. Al volver vi que él me miraba
horrorizado y yo me reí y le dije que a la chica no le gustaban las mujeres y
que había sido de lo mas desagradable conmigo, cosa que hizo que su expresión
se relajara, nunca había visto esa reacción en mi amigo por eso lo animé a que
él se acercara, pero decía que era incapaz. Como él no se atrevía, después de
media hora mirándola, volví a acercarme a la chica y, tras cinco minutos
hablando con ella, le hice una señal a mi compañero para que se acercara y así
fue como los presenté. Los tres nos hicimos buenos amigos y ellos dos poco
después comenzaron una relación. Pasado un tiempo, un día que estábamos de
compras, Esther me confesó que ella era bisexual y que cuando me acerqué le parecí
una mujer muy atractiva pero mi actitud no le gustó. También me dijo que si hubiese
actuado la primera vez que me acerqué con la misma simpatía y con la misma amabilidad
con la que me acerqué la segunda vez posiblemente esa noche hubiese acabado
conmigo. Cuando me contó eso yo lo único que hice fue reírme y decirle que su
destino estaba con Santi y que tarde o temprano habría acabado con él. Los tres
siempre hemos sido muy buenos amigos. La quiero tanto como quiero a Santi.
Ya íbamos en el coche de Santi a la facultad, yo no
tengo coche, lo veo un poco inútil en pleno centro, siempre voy en transporte público
o en taxi o, cuando coinciden nuestros horarios, en el coche de mi amigo. Él
comenzó a trabajar de profesor de mi mismo departamento unos años después que
yo, incluso compartimos despacho dos años, pero ya cada uno tiene el suyo.
Minutos después ya estábamos en el aparcamiento para profesores de la facultad.
- Chicos luego nos vemos para comer- Esther le
dio un beso en los labios a Santi y a mi uno en la mejilla- buena suerte- Se
fue hacía la facultad de Psicología que se encontraba al lado de la de
empresariales. Esther era profesora asociada de la facultad de psicología, daba
algunos días clase en la universidad y otros llevaba su propia consulta.
Entramos apresurados al salón de actos. Este año el
rector de la universidad haría el acto de apertura del curso escolar en nuestra
facultad y por eso debíamos de estar todos presentes. Después de una hora y
media de discurso pasamos a una sala donde nos ofrecieron un desayuno a todos
los presentes. Estaba hablando con mis colegas cuando José, el jefe de
departamento de economía aplicada donde yo trabajaba, se acercó con el rector.
José era un hombre de unos sesenta años, de más o menos mi estatura con una
gran barriga y con el pelo blanco al igual que su barba.
- Hola Abigail vengo a presentarte Antonio,
Antonio, ella es Abigail Montenegro, Abigail te presento oficialmente a nuestro
rector, Antonio Suárez. Antonio se ha enterado hoy por mí que vas a ser la
tutora de las prácticas de su hijo y te quería conocer-Geniaaal, llevaba unos meses sabiendo que iba a ser la tutora de
prácticas de Antonio Jr. pero cada vez que lo pensaba era como patada en mi
estómago. Antoñito, como le decíamos Santi y yo, era el típico niño rico
caprichoso, había estado en las mejores universidades del país y en el
extranjero y no precisamente porque tuviese mucho currículum, sino porque lo
habían echado en un par de ellas. La verdad es que aún no sabía cómo diablos
había conseguido aprobar el doctorado para acceder a estas prácticas pero
tampoco quería pensarlo mucho…seguro que había tenido más de una ayuda para
ello y después de lo que a mi me costó me resulta toda una ofensa. Sería la
única manera que había encontrado el rector para quitarlo de en medio y que su
chico consiguiera su propio dinero y no siguiera gastando el suyo en fiestas y
viajes. Así que sí, este año me tocaba cuidar del hijo del rector que era
cuatro años mayor que yo y que sabía perfectamente que no soportaba tener un
superior más joven que él, encima mujer, y la cual tenía su futuro en sus manos.
- Encantada, ha sido un discurso precioso- le
di un firme apretón de manos.
- Igualmente Abigail, es maravilloso tener entre
nuestras filas a una profesora tan joven y tan competente como usted. Espero
que mi hijo obtenga parte de esa formación tan fascinante que usted tiene.
- Bueno, parte de ese mérito lo tiene José, fue
un excelente tutor- recibí en agradecimiento un apretón en el brazo y una
sonrisa cómplice de mi jefe. Teníamos desde hace años una excelente relación de
afecto y admiración recíproca- intentaré darle a su hijo las mejoras pautas y
las mejores enseñanzas, igual que lo hizo José conmigo- le dije de manera segura
y firme recibiendo a cambio una media sonrisa y un movimiento de cabeza de
aprobación.
Seguí hablando con los dos acerca de mis nuevas
clases, ya que este año daría una nueva materia en primero y de otros temas
relacionados con el departamento. Unos minutos después me despedí cordialmente
de ellos, en veinte minutos daría la primera clase del año, hoy solo daría la
presentación, pero tenía que ir al despacho a coger todo lo necesario. A ver a ver, que me depara este año…
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Que interesante historia
ResponderEliminarHola Xiion. Qué bueno volver a verte por aquí y leer una nueva historia tuya. La anterior me mantuvo muy enganchada. Y esta, de momento me ha encantado. Espero leerte todos los días. Un abrazo
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