Siena - Despistada - 14

Capítulo 14

      Tal y como tenía Yolanda abrazada a Natalia, notó un líquido chorreándole los pies. Ambas se miraron y supieron que Natalia acababa de romper  aguas. Yolanda le pidió que mantuviera la calma, fue a por las llaves del coche y ambas se dirigieron al hospital. Cuando llegaron, Natalia ya tenía contracciones muy seguidas. Yolanda pensó que hubiera pasado lo que hubiera pasado tanto los padres de Natalia como Jaime merecían saber que Natalia estaba casi de parto y merecían estar presentes si así lo decidían. Natalia no estaba ya con ella y en su teléfono no tenía el número ni de uno ni de los otros. Así que se le ocurrió llamar a su abuelo, explicarle todo lo que había pasado y encargarle que los localizara a todos. Con Jaime hubo suerte, ya que se encontraba en el club en ese momento. Salió pitando hacia el hospital. Por muy enfadado que estuviera, Natalia llevaba a su hijo en las entrañas y él no tenía culpa de lo que pasara entre sus padres. Puesto que Juan no tenía el teléfono de los padres de Natalia, decidió acercarse a su casa, que se encontraba próxima al club. Tocó el timbre y apareció la madre. Detrás de ella, el padre, ambos extrañados de encontrar a Juan en su puerta.

Abuelo: Me ha llamado mi nieta Yolanda. ¡Qué vueltas da la vida! Cuando Natalia ha tenido problemas la única que le ha tendido la mano ha sido  a la que más despreció. Yolanda me ha dicho que acaba de llevar a Natalia al hospital y que vuestro nieto está en camino

Madre: Gracias, pero no nos interesa

      El abuelo, que ya se estaba girando  para marcharse, una vez entregado el recado, se dio la vuelta furibundo

Abuelo: ¡Que no te interesa! Si no te interesa lo que le pase a tu hija o lo que le pase a tu nieto, ¿qué dice eso de ti?

Madre: No tienes derecho a meterte en nuestra vida

Abuelo: Tengo todo el derecho que me da que tú intentaras envenenar la mía. Fui uninsensato por tragarme tus palabras entonces y dejarme influir por estúpidos prejuicios. No te echo la culpa, el único culpable de lo que le hice a mi nieta fui yo. La ignoré, la insulté, la desprecié amparándome en esos absurdos argumentos a los que tú recurres de nuevo para juzgar a tu propia hija. Hice daño a mi nieta y yo no me lo voy a perdonar nunca. Por suerte ellafue muchísimo más generosa que yo y nunca me dejó de lado. No quiero pensar lo qué sería mi vida sin Yolanda siendo parte de ella. ¿De verdad creéis que es tan importante la gente? Pensadlo detenidamente y decidme quién de vuestros amigos, quién de vuestros conocidos se merece que le queráis más que a vuestra propia hija. ¿De verdad pensáis que alguien  en este mundo merece que lo antepongáis a ella?

Madre: No te interesa lo que hagamos

Abuelo: Es verdad. Solo quería contaros lo que yo pasé. Pero nadie escarmienta en cabeza ajena, ¿verdad?  Yo ya os he dado el recado y he cumplido con lo que me encargó mi nieta. Tienes razón, a mí no me importa

Padre: ¡A mí sí! Gracias, Juan, por haber sido tan sincero con nosotros. Tienes razón. Nadie en este mundo se merece mi amor más que mi hija

Madre: No. Mientras no se enderece, no existe para nosotros. No volverá a pisar nuestra casa

Padre: Habla por ti. Esta casa es tan tuya como mía y mi hija y mi nieto no se van a quedar en la calle, desde luego. Gracias por todo, Juan, muchas gracias

Cuando Jaime llegó al hospital, dio las gracias a Yolanda por haberle avisado y Yolanda  sabiendo que Natalia estaba ya acompañada se dispuso a abandonar el hospital. Le dio su número de teléfono a Jaime y le pidió que la avisara cuando todo hubiera terminado. Le deseó lo mejor y se fue a su casa. Estaba cansada. Siempre que Natalia se movía a su alrededor surgían problemas. No olvidaba que le había prometido acogerla en su casa mientras decidía qué hacer  con su vida, pero en verdad deseó que su situación se arreglara lo antes posible. En la puerta del hospital se cruzó con el padre de Natalia quien inesperadamente la abrazó y le dio las gracias por lo que había hecho por su hija. Le dijo además, que no se preocupara, que Natalia, si quería,  iría a casa de ellos cuando diera a luz y que le agradecía tremendamente su generosidad. Y Yolanda decidió que su abuelo era un fenómeno, que fuera lo que fuese lo que le hubiera dicho al padre de Natalia, había dado con la tecla para tocarle la fibra. Pensó que desde la comodidad de contar al menos con el apoyo de su padre, Natalia podría tomar una decisión más libre y más justa de cara a la felicidad de su hijo y la suya propia.

     Se encontraba cansada cuando llegó a su casa.  Cuando entró en el recibidor se fijó en el paquete que había encima del aparador. Lo abrió y descubrió dentro unos deliciosos profiteroles. Pensó que María, siempre tenía ideas brillantes y preciosos detalles con ella y se metió uno entero en la boca. Una explosión de sabor inundó sus papilas y pensó que solo había probado otros profiteroles en el mundo tan buenos como esos, los que hacía Francesca, así que no pudo más que admirar la pericia del pastelero y llevarse la caja de dulces al salón, donde pensaba seguir con la lectura del libro que había abandonado hacía horas. Afortunadamente, María ya había limpiado el desaguisado que Natalia había montado al romper aguas en medio del salón, así que se sentó en el sofá, cogió su libro y se dispuso a reanudar la lectura donde esa mañana había tenido que dejarla.

      A los pocos minutos, entro María en el salón a colocar flores frescas en el jarrón.

Yolanda: Gracias, María por limpiar aquí, Natalia ha roto aguas en medio del salón y hemos tenido que salir pitando al hospital

María: Sí, cuando he vuelto de la compra me ha extrañado el lío, la verdad. ¿Vendrá tu amiga a cenar?

Yolanda: No, María. Te acabo de decir que he dejado a Natalia en el hospital, en la sala de partos

María: No me refiero a Natalia, sino a tu otra amiga

Yolanda: ¿Qué dices, María? No te entiendo

María: La italiana de la que tanto me hablas

Yolanda: ¿Francesca?

María: Sí, esa

Yolanda: A ver, explícate, María, que no te estoy entendiendo nada

María: Cuando esta mañana he salido a hacer la compra, me he encontrado a tu amiga italiana en la misma puerta. Me ha dicho que venía a darte una sorpresa. Le he dicho que estabas en el salón con Natalia, que la acompañaba donde estabais y me ha dicho que no me preocupara, que ella misma te encontraría. ¿No ha pasado?

Yolanda: Yo no la he visto, desde luego

María: Mira, esa caja con los dulces que estás comiendo la ha traído precisamente ella. No entiendo nada

      En ese momento sonó el teléfono.

      Cuando Daniel decidió pasarse por la cocina del restaurante para ver cómo se las arreglaba el sub-chef, se llevó la sorpresa del siglo al encontrarse allí a Francesca. Sonó su teléfono. Ella miró la pantalla y rechazó la llamada.

Daniel: ¿Pero qué haces tú aquí? ¡Esta madrugada te he dejado en el aeropuerto de Pisa! ¿Qué ha pasado? ¿Ha habido algún problema con los aviones? ¿Por qué no me has llamado para que fuera a buscarte de nuevo?

Francesca:No ha habido ningún problema con el avión(Volvió a sonar el teléfono y de nuevo rechazó la llamada)

Daniel: No entiendo nada. Ven, vamos afuera de la cocina y me cuentas (Ambos salieron)

Francesca: Yolanda juega a dos bandas

Daniel: Eso es lo más absurdo que he oído en mi vida. Como no te expliques mejor, no entiendo nada

Francesca: Pues es fácil de entender. Cuando Yolanda está en Italia, está conmigo. Pero cuando Yolanda está en España, está con otra

Daniel: ¿Pero quién te ha contado semejante insensatez?

Francesca: Nadie me ha contado nada, lo he visto con mis propios ojos

Daniel: Es imposible, Francesca ¿Qué has visto? ¿Quién es ella?

Francesca: Ella es la mujer de tu amigo, la que estaba embarazada

Daniel: ¿Natalia? ¡Imposible!

Francesca: No sé cómo se llama ni me importa

Daniel: Dime exactamente qué has visto

Francesca: Llegué a su casa por sorpresa. Me abrió una empleada

Daniel: María

Francesca: Me dijo que Yolanda estaba en el salón y cuando entré la encontré muy cariñosa con ella

Daniel: ¿Muy cariñosa? ¿Qué quiere decir muy cariñosa? ¿Las descubriste besándose? ¿Las descubriste haciendo el amor?

Francesca: Estaban abrazadas

Daniel: No me lo puedo creer ¿Abrazadas? ¿A eso le llamas actitud muy cariñosa? ¿Quieres decir como cuando yo abrazo a Yolanda? ¿Quieres decir como cuando tú abrazas a cualquier amiga o amigo? ¡No me lo puedo creer! Y ella, ¿qué te dijo al respecto? Porque estoy seguro de que tenía que haber una buenísima razón para que Yolanda abrazara a Natalia, te lo aseguro

Francesca: ¿Por qué?

Daniel: Si Yolanda no te ha contado los detalles de su relación con Natalia, no voy a ser yo el que los revele. Lleváis un par de meses juntas, Yolanda es muy reservada con sus cosas y necesita tiempo para abrirse. Estoy seguro de que poco a poco te irá contando todolo referente a ella. Yo solo te voy a decir que Natalia fue la responsable de una de las épocas más aciagas de la vida de Yolanda y que jamás, nunca jamás, Yolanda se plantearía volver a tener otra relación con Natalia

Francesca: Pero ellas dos estaban abrazadas

Daniel: Pero no ves lo absurdo que suena eso ¿Estaban abrazadas y ya deduces que son amantes?  Yolanda es la persona más generosa y más leal que yo conozco. ¿Qué explicación te dio ella?

Francesca: Me fui. No le dije nada

Daniel: ¡No me lo puedo creer! Francesca, ¿de verdad porque la viste abrazando a otra mujer te has cogido un avión de regreso y vas a tirar por la borda lo que las dos estáis construyendo?

Francesca: Oyendo cómo lo cuentas tú, la verdad es que suena a que hice una tremenda estupidez

Daniel: ¡Tú lo has dicho! ¡Madre mía, cómo os gusta el drama!

      En ese momento sonó el teléfono.  Daniel se retiró un momento a atender la llamada y cuando se volvió hacia Francesca, tenía la cara demudada. “ Juan, el abuelo de Yolanda –dijo- ha tenido un accidente y está en coma en el hospital”.

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