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“¿Estas segura que yo
elegí esa chaqueta?”
“No tendría por qué
mentirte”
“Es solo que…te aseguro
que si la hubiera elegido yo, la hubiera elegido para mí”
Mar estaba enamorada de
la chaqueta que Luna se había puesto.
“Préstamela, voy a
probármela”
Luna se quitó la
chaqueta y se la pasó elegantemente a Mar. La terrícola metió sus brazos por
las mangas, se alisó el frente y volteó a verse en el espejo del cuarto de su
hermana, en que ambas mujeres se encontraban. Mar observó su reflejo. La
maldita chaqueta lucía menos bonita ahora. Suspiró, era inútil. Luna se había
materializado en una maldita modelo, con maldita capacidad para lucir chaquetas
baratas como si fueran exclusivas de Prada. ¿Y es que Prada tenía chaquetas?,
luego lo averiguaría.
“Y aparentemente
también playeras estampadas de zanahorias…”, alcanzó a decir en voz alta.
“No entiendo”
“Ponte la chaqueta y
vámonos o llegaré tarde al trabajo”
Luna se puso la
chaqueta.
¿Cómo iba a explicarle
a su jefe que otra vez llevaba a su prima a la oficina? Luna tendría que
esperar en la cafetería, aunque eso también levantaría sospechas tarde o
temprano. La empresa no era tan grande como para que una extraña pasara
desapercibida mucho tiempo, menos una extraña como aquella que no era
precisamente del tipo “fácil de esconder”. Bueno, ya se le ocurriría algo, o
podría fingir un desmayo súbito si alguien le hacía alguna pregunta que no
pudiera responder. Claro que también estaba ese superpoder de alienígena
biónica que hacía que las personas pensaran e hicieran lo que Luna quería. Pero
eso le daba desconfianza, no fuera a causar daño neuronal permanente, así que
lo dejarían como última opción.
Tomaron el metro y
caminaron desde la estación hasta la empresa. Mar dio instrucciones precisas a
Luna sobre el área en el que debía mantenerse. Podía estar en la cafetería y
también podía ir a los baños del primer nivel. Por cierto, ¿Luna necesitaba
usar los baños?, luego se lo preguntaría. Un poco más nerviosa que desconfiada, Mar dibujó un pequeño mapa en
una servilleta, solo para estar segura de que Luna no se perdería por los
pasillos y llegaría a los talleres de impresión o a la sala de audiovisuales
donde habían muchos hombres como el
empanadero.
“¿Entonces no te veré
sino hasta que termines tu trabajo?”,preguntó Luna y Mar pensó que aquello de
investigar el lenguaje corporal para la persuasión se le daba muy bien, puesto
que la cara de desolación que la galáctica le dibujó, por poco la convence.
“Te veré a la hora de
la comida. Eso es a la una de la tarde”
“Faltan entonces cuatro
horas”
“No, Luna, faltan
cinco”
“Me parece que llevas
una hora de retraso”
“¡Mierda! No te muevas
de aquí, toma el mapa, tómalo. No lo pierdas”
Y Mar se alejó
corriendo por las escaleras hasta el tercer piso, donde estaba su escritorio.
Afortunadamente, nadie
se había percatado de su retraso y si lo habían hecho nadie le dio importancia,
medio antipáticos los compañeros. Pero la buena suerte no dura para siempre,
así que los próximos días no perdería tiempo con chaquetas y mapas. Mar sonrió
al monitor, pero como seguramente parecía una tonta sonriéndole a una pantalla
que ni siquiera estaba prendida, fingió un acceso de tos y puso en marcha el
equipo.
Ya había terminado la
página web de la agencia de bienes raíces, le había quedado bastante bien.
Mucho mejor que cierta página de turismo que parecía un reload de Candy Crush. Escribió el informe del
proceso y envió la liga para la evaluación y visto bueno de sus jefes. No
deberían tener demasiados ajustes, pero una nunca sabe con los jefes.
Era casi el mediodía,
se preguntó qué estaría haciendo Luna. Pero decidió confiar en ella, ¿qué otra
opción tenía? Siempre tenía ese recurso; ¿serviría la telepatía a mayor
distancia que de cuarto a cuarto? Tal vez debería intentarlo. Se estiró en su
silla, tronó un poco su cuello, que en realidad no tronaba tanto pero la hacían
ver como una profesional interesante y levantó sus brazos para destensar los
músculos.
Pero lo que consiguió
no fue liberar estrés, sino pegar un brinco al sentir que otra mano tomaba la
suya. Casi a punto de caerse de su silla, Mar vio a Luna sonriéndole
abiertamente.
“¿Qué haces aquí?”
“Necesitaba sentirte”
Mar habló enérgicamente
en susurros.
“Shh…¡no digas esas
cosas aquí! ellos pueden escucharnos”
Mar aventuró una ojeada
a sus compañeros. Como era de esperarse, Luna había llamado su atención.
También, supuso, les llamaba la atención que la mujer la tuviera agarrada de la
mano con toda naturalidad, sin contar con la declaración de querer sentirla.
Soltó su mano de la de Luna.
“No te preocupes por
ellos, a ellos no les interesa”
Mar pudo ver cómo sus
compañeros volvían a sus actividades, ya sin prestarles atención. Decidió que
por el momento, aquello estaba bien.
“¿Eso no tiene efectos
secundarios?”
“¿Qué cosa?”
“Ese control mental”,
Mar consideró prudente acompañar lo último con un movimiento de manos.
“No. No les hará daño,
si es lo que preguntas”
“Vale. Me alegro.
Entonces, ¿qué es todo eso de que necesitas sentirme?”
“Lo cierto es que no lo
sé. Tuve necesidad de estar cerca de ti, te sentí muy lejos y recuerda que eres
mi vínculo”
“De acuerdo, ya me
sentiste, aquí estoy, no me he movido ni me moveré, así que puedes regresar a
la cafetería”
“No es suficiente”
Y Luna comenzó a
acercarse. El cuerpo de Mar no alcanzó a reaccionar. De pronto sintió los
labios de la intergaláctica posados en su barbilla. Es que no se acostumbra una
a esas cosas tan rápido, Mar sintió que la cara se le ponía muy caliente,
excepto en el lugar del beso, ahí se sentía ardiendo.
“Buenas tardes”
Y entonces se puso muy
frío, lo suficiente como para pegar un brinco. Sara estaba detrás de ellas. Mar
se revolvió en su silla para separarse todo lo posible de Luna, mientras que
ésta se sentaba graciosamente sobre el escritorio.
“Hey, hola”,saludó Mar,
sin poder ver a la cara a la recién llegada. Un silencio incómodo se cimbró en
la oficina, bueno, no del todo silencio, se escuchaba perfectamente el tecleo
de sus compañeros de trabajo y uno que otro clic de mouse.
“Buenas tardes”, saludó,
Luna.
“¿Qué haces aquí?”,preguntó
Mar, poniéndose cada vez más incómoda.
“Tuve un rato libre,
pasé a verte. Ayer te llamé varias veces”
“Ah sí, vi tus llamadas
perdidas en la mañana, estaba dormida”
“Te dormiste temprano”
“Estaba cansada,
estuvimos toda la tarde de compras. No aguantaba los pies.”
“¿Los pies o las
ganas?”
“No es lo que piensas,
Sara.”
Sara ignoró a Mar,
centró su atención en Luna y a ella se dirigió.
“A ti no te molesta lo
de las primas segundas, veo que eres muy moderna”
Luna sonrió de medio
lado.
“No entiendo bien su
analogía, Sara. La modernidad comenzó hacia 1440.”
“¿Estas tomándome el
pelo?”
Mar supo que era
momento de intervenir.
“Sara, no es lo que
piensas, ella… vivió en Asia mucho tiempo, tiene esa costumbre de besar en la
barbilla a las personas. Ya le dije que es un poco raro en este lado del mundo…
ya estamos trabajando en eso.”
“¿Ahora tú me tomas el
pelo…?”
Mar se quedó congelada,
Sara le había lanzado esa mirada. Luna habló.
“Si lo que estás
insinuando es que me abalancé románticamente a Mar, entonces puedes estar
segura de que no es así.”
Mar suspiró de alivio,
hasta que Luna continuó.
“Hemos hablado al
respecto y Mar dejó en claro que no puedo experimentar con ella mi capacidad de
persuasión romántica. Solo quería sentirla cerca.”
Eso no ayudaba mucho,
pensó Mar. Pero por alguna razón, Sara pareció quedarse más tranquila. Por
cierto, esas dos mujeres harían que la corrieran del trabajo, aquello era una
oficina, no una escena de película.
“Sí… bueno, tampoco es
como si Luna ejercitara sus capacidades conmigo por gusto. Ella es una especie
de… socióloga que está interesada en las relaciones interhumanas amorosas.
Sara, ella solo es rara, ¿de acuerdo?”
“Eso salta a primera
vista”
“En serio, amigas mías,
estoy trabajando, falta media hora para salir a comer, ¿por qué no esperan en
la cafetería?” ¿Era buena idea que esperaran juntas en la cafetería? Mar lo
había pensado demasiado tarde.
“De acuerdo, te
esperamos abajo. ¿Vamos, Luna?”
“Vamos”
Y como sea, Mar no pudo
concentrarse de nuevo en su trabajo.
Luna y Sara estaban
sentadas una frente a la otra, en una mesa para cuatro.
“¿De dónde saliste?”,preguntó
Sara.
“Soy prima de Mar”
“Sí, insisten con eso.
Pero, ¿qué haces aquí?”
“Vine de visita”
“¿Pero piensas
quedarte?”
“Es correcto. Me
quedaré algún tiempo”
“No vayas a lastimarla”
“¿A quién?”
“Mira. No tendría esta
conversación contigo, si no me parecieras alguien que guarda muchos secretos”
“Todos guardan
secretos. Tú también los guardas y no por eso cuestiono tus razones para estar
aquí”
“Estoy aquí por Mar”
“Yo no. Estoy aquí por
mí y necesito a Mar”
“¿Estás interesada en
ella, la quieres?”
“La necesito y por el
momento eso es todo lo que quieres saber”
Y Sara asintió, no sin
antes pasarle por los ojos un destello blanco.
Cuando Mar llegó a la
cafetería, después de bajar corriendo las escaleras, controlando la agitación
de su sistema cardiopulmonar, Sara y Luna continuaban sentadas la una frente a
la otra. La cafetería, convertida ahora en comedor de los empleados, estaba
llena de gente y las dos mujeres llamaban la atención de todos. Mar se dio
cuenta de que no podía decidir cuál de las dos atraía más las miradas. Sara
tenía esa aura de seguridad y frescura que la colocaba en un pedestal en cada
lugar al que llegaba y Luna, ella seguía pareciendo una estrella a punto de
recibir algún galardón. Una pizca de orgullo llenó su pecho, eso o también
podría ser el oxígeno que le había hecho falta al emprender la carrera. Las dos
estaban ahí por ella. ¡Las dos estaban ahí por ella! y las razones de cada una
eran perversas y no las entendía y a lo mejor sería bueno salir corriendo y
reportarse enferma para las dos últimas horas de trabajo después de comida. ¡Eso!,
si huía podría irse a China. En China de seguro habría más extraterrestres con
los que Luna podía socializar si se decidía a buscarla, con lo que se
mantendría distraída. Por otro lado, dudaba mucho que Sara se arriesgara a
perder a Iván por un viaje súbito a China. O a Malasia. Sí, debería buscarse ya
una forma de llegar a cualquier país asiático.
Pero la mesa de las
mujeres estaba más cerca que la salida y sin duda más cerca que el aeropuerto.
Se encaminó hacia ellas. El plan era hablar del menú, pensó.
“Hola, ¿cómo les va?”,brillante
como siempre, Mar se recriminó por su falta de elocuencia.
Sara y Luna levantaron
la vista hacia ella. Y como Mar no supo a quién mirar, prefirió poner toda su
atención en ocupar un asiento entre ellas.
“Los jefes ya me
contestaron. Sólo pidieron cambiar el tamaño del logo de la empresa. Ya lo hice
y me liberaron la tarea. ¿No es genial?”
Sara y Luna asintieron.
Sara también es un alien, se convenció Mar, pero que no, ella era terrícola,
pero entonces no debería tener tanta facilidad para coordinarse gestualmente
con la intergaláctica.
“Parece que ahora me
darán algo de animación. Lo cual está muy bien, porque así aprenderé algo
nuevo. Claro que por el momento solo voy a ilustrar, lo cual también es
interesante, sobretodo porque yo voy a inventarme los personajes. Bueno no
tanto como inventármelos, más bien voy a recibir unos requerimientos de los
clientes y voy a dibujar propuestas, pero eso es definitivamente más
interesante que hacer páginas de bienes raíces o de turismo…”
Sara sorbió un trago de
su vaso desechable.
“¿Té?”, preguntó Mar,
admitiendo que quizás se estaba esforzando demasiado en romper el silencio.
“Sí, tuve un poco de
malestar estomacal”, confesó Sara. A Mar aquello la puso más nerviosa.
“Bueno… esto es muy
bueno, me alegra que estemos conviviendo las tres. Esto es realmente bueno”,aventuró
nuevamente la diseñadora, algo tenía que funcionar.
“Es correcto. Sara es
una persona muy interesante”, declaró Luna. Sara sonrió con educación y bebió
otro poco de té.
“Sí, ella es una
persona muy interesante e importante en mi vida. Es…”, Mar quería decir que era
su mejor amiga. Pero esa es una mentira recurrente, recordó antes de completar
la frase. “... nos conocemos desde hace mucho tiempo, hemos pasado por muchas
cosas juntas, Luna. Me da gusto que puedas conocerla un poco más”,y aquello era
sincero, después de todo se había propuesto que Luna vería a Sara como algo más
que una ególatra desinteresada en su bienestar.
“También me parece que
Luna y yo tenemos algunas cosas en común, así que será interesante conocer a la
primita. Pues cuéntenme entonces, ¿tienes novia, Luna?”
Si Mar hubiera estado
bebiendo algo lo habría expulsado ose hubiera ahogado, dándole más dramatismo a
la escena, claro que no era como si aquello necesitara más tensión. ¿Así que
Sara daba por sentado que Luna era un ser homosexual? (aquella expresión le
gustaba, sin duda. Bis.) Eso significaba que de ninguna manera las
desvincularía románticamente. Cualquier esfuerzo sería en vano, Mar conocía a
Sara tanto como para saber aquello. Suspiró. Entonces no tenía otra opción que
demostrarle a Sara que entre ella y Luna no pasaba nada, ¿por qué tenía que
demostrárselo? Porque por muy imposible que fuera todo, ella la amaba. Suspiro.
Y no había vuelta atrás.
Mar se dio cuenta de
que mientras debrayaba, sus dos interlocutoras habían continuado la
conversación.
“¿Y entonces, Mar te va
a ayudar a buscar novia?”,preguntó Sara, visiblemente más relajada.
¿Qué le había dicho,
Luna?
“Es correcto.”
“Déjame decirte, Luna,
que has elegido sabiamente. Mar es una experta en cacería de novias”
“Estoy de acuerdo. Mar
es la indicada”
Ambas la estaban viendo
al mismo tiempo. Y Mar seguía sin enterarse de qué era lo que pasaba. ¿Era
alguna táctica de Luna? ¡Le había aplicado control mental! No, no. Si fuera
control mental entonces ella no sabría que estaba bajo el efecto. Descartado. “Es que es muy linda”, dijo Sara.
“Lo es. Es atractiva
para la raza humana”,afirmó Luna.
“Además va repartiendo
amabilidad por el mundo. Mezclas eso y le agregas que es artista…”,continuó
Sara.
“Y según algunos datos,
las personas se sienten atraída por la seguridad. Mar es insegura en muchos
aspectos de su vida, pero en el momento de implementar sus habilidades de
persuasión romántica demuestra mucha seguridad”,puntualizó Luna, objetivamente.
“Exactamente, Luna. Mar
es persuasiva”
Y Sara y Luna se
sonrieron mutuamente y Mar no tenía idea de lo que acababa de pasar.
Sara se retiró en el
límite de su hora de comida y Luna aseguró muchas veces que no volvería a subir
a su escritorio. Mar regresó a su trabajo, pero entre la intriga de la
conversación entre su amiga y la lunática, y la ausencia de los requerimientos
para las ilustraciones, hizo nada. Optó entonces por realizar una búsqueda por
internet. No había rastro de Iris en amigosinterplanetarios.net. Tampoco había
otra entrada interesante. Pensó en que quizá si había más personas quienes,
como ella, habían logrado entrar en contacto directo, no eran el tipo de
personas que abrían blogs para contar sus experiencias. Mal hecho, pensó Mar,
pero no se sintió tentada a abrir uno ella misma, aquello era muy personal.
“Admitir que alguien te conoce tanto y que además es un alien, resultaría
difícil de explicar”
Su celular vibró junto
a su computadora de escritorio. Era un texto de Sara. Quería ser partícipe de
la primera cacería de Luna. Mar le contestó que no tenían nada planeado aún. A
los dos minutos, sin exagerar con la rapidez, Sara tenía un plan elaborado. Mar
suspiró. No había escapatoria. Las tres se verían en el centro de la ciudad y
luego tomarían algo en un establecimiento conocido por su tolerancia a los
arrumacos, sin importar si eran del mismo o de otro sexo.
Era una mala idea. Pero
debía probarle a Sara que entre ella y Luna no había nada y debía conseguirle
una novia a la galáctica. Aquello era inevitable y entonces pensó con la voz de
su abuelita, la misma de la colina, “al mal paso, darle prisa”.
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