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Nora envió el correo
electrónico con el archivo adjunto. Había logrado completar un poco más de lo
que le habían solicitado, así que Raúl estaría satisfecho y dejaría de enviarle
mensajes de texto cada dos horas. Buena chica. ¿No siempre era así? Hacer bien
las cosas le daba el derecho de que la dejaran en paz. De nuevo crecía dentro
de ella una sensación de autosuficiencia molesta, hasta para ella. Mejor
debería terminar su desayuno. Después tendría tiempo de sentirse sociópata.
Nora rio por lo bajo, no era tan mala persona, lo sabía. Necesitaba estar sola,
eso era todo.
¿Cómo volvería a
encontrarla? No le apetecía volver a estar parada durante horas en la zona
comercial, solo para perderla de vista, valga decir. A lo mejor no debió haber
sido tan tajante en su respuesta en el foro. Tal vez si hubiera socializado un
poco, ahora tendría más pistas para encontrarla. Suponiendo que fuera ella,
aunque eso ya se había decidido el día anterior.
Nora decidió visitar
las librerías del centro de la ciudad. Habían varias y el olor de las hojas,
nuevas y viejas, la hicieron feliz. Rebuscó por los pasillos, por si encontraba
algo interesante.
L'étoile
a pleuré rose aucoeur de tesoreilles/ L'infinirouléblanc de tanuque à tesreins…No tenía la edición bilingüe. El libro
era una verdadera ganga. Casi sintiéndose un poco delincuente, pagó por los
versos. Triste historia la del poeta. Claro que por lo regular ya con el simple
hecho de ser un poeta lo de la tristeza iba como de la mano. Pero hay que ver
lo intenso que era cuando estaba en aquella relación tormentosa, con otro
poeta, claro, receta para el desastre. A Nora le dio cierto cosquilleo en el
corazón pensar que gracias a la truculenta historia de amor ahora ella tenía un
pedacito de felicidad entre sus manos. “La estrella lloró rosa prendida de tu
oído…” Ojalá ella pudiera escribir algo como aquello. Claro que ahora los
poetas escribían de manera diferente,
pero no podía dejar de fantasear con una vida sumida en la profunda
tristeza de la carencia y de un amor violento. De nuevo estaba siendo
malagradecida.
Continuó caminando mientras
repetía en voz media los versos, como apresándolos en su memoria, como
intentando sentirlos. Y entonces tuvo una idea, bueno, no precisamente una
idea, más bien parecía un recuerdo. Intentó sentir con todas sus fuerzas, pero
no funcionó. Pero tenía que hacerlo, era la única opción que le quedaba, claro,
eso y dar vueltas por toda la ciudad esperando que por un acto divino, volviera
a toparse con ella. Hallaría un lugar para concentrarse y entonces la llamaría
con todas sus fuerzas, con la misma pasión de esos y todos los versos.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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