Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El raro diseño de la luna - Laura T.D - 7

7


“Oficialmente, estoy en quiebra”,pensó Mar mientras recogía del piso las bolsas de la tienda de ropa interior. Claro que esa última compra era ineludible; sin importar la dimensión o mundo de origen de Luna, no podía permitir que anduviera por el planeta tierra con bragas prestadas, ¿qué clase de anfitriona sería? Claro que no es como si ella hubiera decidido por cuenta propia ser la anfitriona de una misionera intergaláctica, quizá no misionera, a lo mejor hasta pertenece a la milicia, pensó Mar. A lo mejor es una sargenta, o una capitana, o su equivalente tempo-espacial, o algo así, una nunca puede estar totalmente segura con los seres de otro mundo.

Mar se sorprendió por pensar seriamente aquello.
Buscó a Luna por la tienda. Perfecto, nuevamente se había ido sin ella. ¿Para qué la necesitaba si en un abrir y cerrar de ojos desaparecía? La necesitaba para cargar las bolsas (al inicio las cargaba Luna, pero Mar la vio olvidándolas en cada lugar que paraban), también para pagar, claro.                                 
Luna necesitaba ropa; aunque parecía una fotografía profesional tal cual estaba, no podía vestirpor siempre con los jeans y la blusa con los que apareció en el mundo terrenal. Mar se había dado cuenta de eso cuando Luna la enteró de que pensaba acompañarla a su trabajo, con sus amigos, a las galerías, a todo sitio. “Eres mi vínculo”, había dicho Luna. “Su vínculo, su vínculo… su nana”, había pensado Mar. Entonces le propuso a Luna ir de compras.Aunque no era su actividad favorita, no le molestaba del todo. En las tiendas podía echar un ojo a las chicas de los alrededores, quizá sonreírle a alguien, de preferencia bonita, de más preferencia más bonita. No debería ser tan superficial, pero ojalá fueran bonitas. Entonces se le ocurrió que no era precisamente una persona millonaria; apenas había recibido su primer cheque (que le dieron completo porque aquello del impacto del rayo resultó ser digno de compasión) y entonces le preguntó a Luna si ella tenía dinero terrícola.
Luna dijo que aquello no era un problema. Mar tuvo sus dudas, pero optó por confiar. Pero cuando vio que Luna lo que hacía era ejercer algún tipo de control mental sobre los vendedores de ropa (Vendedor: “Son 295 por la blusa”. Luna: “Sí”. Vendedor: “tenga un buen día, señorita”), para obtener las compras gratis, se sintió moralmente comprometida y le dijo a Luna que ella se encargaría de las cuentas. Y ahora estaba en bancarrota. Afortunadamente ya tenían todo lo que necesitaban para sobrevivir y aunque no fuera así, su límite de crédito estaba comprometido si seguían adelante.
“Parece ser bastante terrícola cuando compra”,pensó Mar, poniéndose de puntas para buscar a Luna. Poco a poco la zona comercial se había llenado de gente; las personas parecían encantadas de comprar desde el primer día de la semana (lo que suele ocurrir si cae en día de pago) y entonces Mar pensaba que era uno de esos momentos en que 10 cm más de estatura serían perfectos. Pero las piernas no se estiran con solo desearlo, por mucho que lo sugirieran algunas películas, así que no tuvo más remedio que aguantar el equilibrio con todo y las bolsas (que no se ha dicho, pero nunca es tarde, eran ya varias). Mar vio a Luna inclinada al puro estilo coqueta de los años cincuenta en la barra de un carrito de comida (ya saben, con medio torso dentro del puesto, la pierna derecha levantada y cierta manera de juguetear con el cabello). Después de recuperarse de su asombro y sacudir el pie izquierdo que se le había acalambrado, se dirigió hasta Luna.
“Gracias, estoy hambrienta. ¿Cómo supiste?”
Luna volteó para encontrarse de frente con Mar.
“No sabía que estabas hambrienta”
Mar se dio cuenta de que Luna no entendía el sarcasmo.
“¿Qué ordenaste?”
“Nada. Le pedí al amable señor su número telefónico”
Mar vio instintivamente al hombre que despachaba una empanada. Además de aparentar más de sesenta años y ser nada atractivo, le pareció que sonreía como un pervertido.
“Vámonos de aquí”, dijo Mar, tomó a Luna de la mano y la alejó del sitio. “¿Estabas coqueteando con ese señor?”
“El flirteo es el primer estadio del reconocimiento romántico”,puntualizó Luna acertadamente.
“Sí, pero ¿con ese señor?”
“Estoy ejercitando mi capacidad de persuasión en los asuntos amorosos. He llegado a la conclusión de que soy atractiva para la raza humana”
“Sí, eres atractiva para los que tienen un par de ojos, definitivamente, pero eso no significa, de ninguna manera, que vayas por el mundo coqueteando con pervertidos”
“¿Ese señor era un pervertido?”
“No lo sé, pero te aseguro que no lo queremos averiguar. En lo consiguiente, por favor, consúltame con quién coqueteas”
“Lo haré. Eres de mucha ayuda, gracias”
Luna tomó a Mar de la mano y en un movimiento grácil se la acercó a la boca, dejando en el dorso de la mano de Mar un suave beso.
“¡Qué haces!”
Mar alejó de inmediato su mano de la mujer de otro mundo.
“Estoy ejercitando mi capacidad de persuasión en los asuntos amorosos”,contestó Luna, tranquilamente, desviando su atención rápidamente a un par de ancianas que cargaban bolsas de compras y platicaban de lo tarde que se había hecho.
“Yo no soy ningún ejercicio amoroso, Luna. Que quede claro”
“Entendido”
“Bien…y respecto a ese tema, hay algo que debo decirte”
“Dime”
“Pero no aquí, vamos a sentarnos a esa banca de allá, hay menos gente”
Luna obedeció y fueron hasta el lugar indicado por Mar. Tomaron asiento y pasaron unos minutos sin que ninguna dijera una palabra. Luna tenía la mirada perdida en un anuncio luminoso de bisutería. Mar buscaba las palabras para comenzar a tratar el asunto que traía en mente.
“Pues…”, Mar pensó que tenía que ser directa.Finalmente, aunque no era su especialidad, con Luna las cosas tenían que ser claras como el agua. Claro que hay aguas muy turbias, y aunque el agua sea muy clara, cuando está contenida en un recipiente transparente también distorsiona las cosas… Mar tenía que controlar la divagación. En voz alta continuó:
“Pues… lo que te quería decir es que si lo que quieres es mi ayuda, realmente espero que los señores empanaderos no sean objetivos de tus intenciones de amor terrícola-intergaláctico”
“¿Qué tienen de malo? Ah, ya recuerdo, son pervertidos”
“Sí… no, quizá algunos, pero ese no es el punto. El asunto aquí es que yo no te podría ayudar en nada si lo que buscas es ligar a un hombre, en general, no tiene ni que ser taquero ni que ser empanadero, o viejo o joven, me refiero a los hombres en su totalidad”
“¿Es porque eres un ser homosexual?”
Mar no estaba segura de que la expresión le gustara o disgustara, era la primera vez que la llamaban “ser homosexual”, y la forma tan rara de hablar de Luna, con su voz ronca, la desubicaba en cada oportunidad.
“Soy una mujer a la que le gustan las mujeres. Así es. Como bien ya sabes porque nos hemos visto antes en muchos sueños”
“Es correcto”
“Entonces, como quieres mi ayuda, es preciso que te hagas a la idea de que mi horizonte de expectativas se reduce a lo femenino, nada masculino”
“¿Las mujeres que gustan de mujeres y que son masculinas, también serán descartadas?”
“Sí… no…ok… no todo lo masculino queda descartado, dependerá de otros atributos”
“¿Sus senos?”
“Esos no son realmente importantes… espera… ¿Qué bases de datos has estado consultando?”,toda charla con Luna era agotante, pensó Mar.
“He consultado en su mayoría escritos sobre psicología y teoría de género; de acuerdo a ciertos autores, quien gusta de lo femenino por lo regular gusta de los senos”
“De acuerdo… consultar bases de datos está bien, pero no creas todo lo que lees”
“Realmente los datos al respecto son muy confusos. Algunas cosas se contradicen”
“¿En esas bases de datos aprendiste esos movimientos de ligue que usaste con el empanadero?”
“¿Te refieres a mi lenguaje corporal?”
 Mar asintió. Luna continuó.
 “Es correcto, el apareamiento en todas las especies animales, el ser humano incluido, es precedido por una muestra de las dotes y virtudes físicas de los contendientes”
Mar no pudo evitar sonreír. Sus pies palpitaban por tanto caminar, estaba segura de que habían perdido el hilo de la conversación  y que una vez más nada quedaba claro entre ella y su visitante estelar, pero no pudo evitar sonreír.
“Vale, pero no te pavonees tanto”
“Entendido”
“¿Qué harás entonces si estás interesada en sexagenarios?”
“Eso no es un problema. Simplemente los descartaré”
“Tampoco soy muy útil si son jóvenes”
“Descartaré a los varones, si eso te parece bien”
“La verdad es que no me parece tan bien como yo quisiera”,dijo Mar sinceramente. “Algunas personas se toman muy en serio lo de si te gustan las mujeres o los hombres, y si eres gay a veces tienes más problemas… además, ¿eres una mujer, cierto?”. A veces las preguntas tontas pueden ser también interesantes o conducir a algo importante.
“Me materialicé como mujer, sí”
“¿Tu materialización no viene programada con gustos de mujeres?”
“Es correcto, sí”
“Lo más racional sería que te inclinaras a tener una experiencia romántica con un hombre”
“Discúlpame por disentir. Pero de acuerdo a mis observaciones previas, a las bases de datos y sobre todo, a lo que sucede con mi química corporal y mis respuestas en el sistema nervioso, poco hay de racional en las inclinaciones románticas de las mujeres”
“El movimiento LGTBI te amaría”
“No estoy interesada si se trata de un hombre”
Mar dibujó una nueva sonrisa. ¿Se había olvidado del cansancio? No. Ahí seguía.
“¿Entonces puedes enamorarte de una mujer?”
“Es virtualmente posible, sí”
“De acuerdo. Entonces, vamos a eso. Y como primer punto, deja de coquetear con empanaderos”
“Solo empanaderas, entendido.”
“Vamos a casa”

Mar y Luna emprendieron el camino de regreso a casa. A los 15 minutos de trayecto a pie, Mar ya había olvidado la gran simpatía que sentía de vez en cuando por Luna puesto que, mientras ella sentía que las bolsas que cargaba se tensaban en sus dedos provocándole una especie de sensación pre-gangrena, Luna caminaba como flotando, llevando la carga que le había tocado.  Decididamente aquello era irreal, pensaba Mar, sobre todo la parte en la que comenzaba a parecerle normal ver a Luna aunque apenas habían pasado menos de 48 horas.
Luna se sorprendía con todo; quizá era la primera vez que veía aquellas cosas en un plano físico. Se acercó a un par de árboles y palpó unas hojas bajas, se detuvo a acariciar a tres perros, prestaba atención a los artistas ambulantes y observaba a todas las diferentes personas con las que se cruzaban en el camino. Mar tenía sentimientos encontrados. Por una parte, el cansancio la hacía necesitar un baño, su cama y una sesión de pensamientos de rechazo a la idea de una marciana desconsiderada. Por otro lado, ver a Luna tan consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, disparaba también su propia consciencia.           
De pronto le entraron ganas de fumar, pero llevaba las manos ocupadas y pronto llegarían a casa y entonces podría desahogarse, descansar y después de todo no era tan malo ver los primeros pasos de una alienígena en el mundo.
En cierto momento del último tramo de recorrido (unos 5 minutos aproximadamente, si es que debo ser precisa), Luna y Mar se encontraron caminando hombro con hombro. En silencio, a buen ritmo. Después de todo había sido divertido ir de tienda en tienda con Luna; hasta verla coquetear con el señor del puesto de comida había tenido su encanto, finalmente comenzaba a entender eso del vínculo, pensó Mar, quizá era como una amistad codependiente, aunque todavía no estaba muy claro en qué dependía ella de  Luna. Tal vez la aventura fuera suficiente retribución, después de todo no es como que todos en el mundo pudieran protagonizar un capítulo cómico de los expedientes X. Por cierto, debería poner el recordatorio en su celular porque el sábado anterior se había perdido el capítulo en el que Mulder descubría que el fumador era su padre. También se debía recordar no ver los resúmenes de los capítulos para no tener spoilers. Tal vez a Luna le gustaría la vieja serie.
“Recuérdame que el sábado a las 10 de la mañana tengo que ver algo en la televisión”
“Anotado”
“Osea, que si quieres verlo conmigo, es una serie de alienígenas y cosas raras, a lo  mejor te sientes… no sé… identificada”, eso no sonó muy bien. “Es decir, no porque seas una cosa rara, sino porque es entretenido y pues para que veas que esto que tenemos no es algo que se considere cotidiano…”,seguía sin estar muy bien. “Solo recuérdanos que si quieres  y yo quiero, podemos ver una serie vieja bastante entretenida, el sábado a las 10 de la mañana”
“Anotado”
“Tú no olvidas esas cosas, ¿cierto?”
“Si me propongo recordarlas, las recuerdo”
“Vale. Eso es conveniente, yo suelo olvidar algunas cosas”
“Y también sueles decidir no recordarlas”
“¿Qué quieres decir?”
“Sueles considerar más importantes unas cosas sobre otras. Si no te interesa algo, dices que lo olvidaste y punto.”
“¿Quieres decir que miento?”
“A veces mientes, sí”
“¿Sabes que llamar mentirosa a alguien no es muy cortés?”
“Solamente continuaba con tu línea de argumentación. Si lo deseas, guardaré silencio”
“Ah, no, no. Dime, ¿cuándo miento?”
“De acuerdo a mis datos, las situaciones más recurrentes son: cuando dices que no fumas. Cuando dices que estás trabajando porque no quieres salir. Cuando dices en tu trabajo que algo te llevará más tiempo del que en realidad te tomará. Cuando le dices a alguien que te gusta solo para no crear conflictos. Cuando le dices a alguien que no te gusta solo para no crear conflictos. Cuando le dices a tu madre que has dormido bien. Cuando le dices a Sara que es tu mejor amiga.”
Mar se quedó sin réplica. Quería puntualizar varias cosas, pero Luna había enlistado aquello con la seguridad de un magnate de los negocios explicando una gráfica de fluctuaciones.
“¿Esas solo son las recurrentes?”, alcanzó a preguntar la terrícola.
“Sí. Hay varios casos diferentes por día, pero a razón de frecuencia-tiempo, esas son las situaciones en las que empleas la falacia”
Mar guardó silencio y continuó caminando. Luna igualó su paso.
“¿Puedo hacerte una pregunta en este momento?”
Mar no estaba segura de querer responder, pero aceptó.
“Dale”
“Me ha parecido que la puntualización de tus mentiras recurrentes te ha molestado. ¿Es cierto?”
“Qué perspicaz”
“¿Entonces, estás molesta?”
“Supongo que no lo hiciste con mala intención, pero sí, es un poco molesto a veces escuchar algunas verdades”
Pero a Luna no parecía interesarle tanto el estado de ánimo de Mar, como su propia capacidad para haber detectado la emoción negativa en la terrícola, pues continuó:
“Durante esta tarde he observado el lenguaje facial de las personas. Hay señales inequívocas de emociones que se dibujan en el rostro”
“Bien por ti”
“Permaneces molesta, se ve en tu entrecejo y tu labio superior se convierte en una línea horizontal”
“Así es, tal como te lo dice mi cara”
“¿Por qué? no he vuelto a puntualizar alguna falta moral de tu parte”
Mar suspiró. Ya empezaba a recordar el cansancio en todo su esplendor. Por fortuna faltaba poco para llegar a casa, estaban a un par de cuadras y francamente había sido suficiente charla.
“Ya casi llegamos. Dejaremos esta conversación inconclusa, hasta nuevo aviso. ¿De acuerdo?”
“Aceptado.”
La cena fue ligera. Después, como hacía algo de calor, toda la familia se reunió frente al televisor a ver el noticiero (el padre de Mar no dormía sin ver el noticiero) y a tomar limonada fría (la madre de Mar era fanática de la limonada azucarada y helada). Mar estaba pensativa mientras Luna y su madre revisaban las bolsas de compras y su padre no sabía si poner atención a la reseña del atraco de un banco o cazar esa semilla de limón que se había colado a su vaso de bebida. ¿Por qué todo encajaba tan natural? Parecía que Luna siempre hubiera estado ahí. Era muy extraña, a Mar solo le parecía que era extraña, no podría ver otra cosa. Estar con ella era cómodo, hasta que recordaba que todo era un experimento, que ella era un instrumento. De pronto le entraron ganas súbitas de meterse bajo sus sábanas, así que sin más se despidió de todos.
La pantalla de su celular brillaba a toda potencia entre la penumbra de su habitación. Tres llamadas perdidas, pero no se sentía con ánimos de hablar con Sara. Eran raros lo días en que no sabían nada la una de la otra, pero no podría dejar de pensar en su última mentira recurrente, según Luna. Sus papás definitivamente sospechaban que algo pasaba entre ellas, seguramente un par de amigos también lo sospechaban, pero era diferente que alguien, aunque no fuera de este mundo, estuviera tan segura sobre algo que ni ella misma se atrevía a reconocer. Claro que era obvio que Luna conocía sus sentimientos, porque aparentemente conocía todo sobre ella, pero decir las cosas en voz alta siempre las vuelve más complicadas. Mar tenía sus diseños para decir aquello que por mil rezones debía callarse y hasta el momento todo se había mantenido balanceado, torpemente a veces, pero en armonía.
La primera vez que Sara la rechazó, Mar sintió que se moría. No tanto por el corazón roto, como por la vergüenza. Mar había tomado la iniciativa sólo cuando, a juzgar por ella, una negativa no era posible. Estaba casi completamente convencida de que Sara sentía por ella lo mismo, pero debió haberle hecho caso al casi porque lo que recibió fue un típico agradecimiento y un abrazo. Y eso no había sido lo peor, una aprende a lidiar con el rechazo tarde o temprano, lo peor era que Sara actuaba como si nunca hubiera pasado nada, las cosas seguían como siempre habían sido desde que se conocieron en la secundaria. Al siguiente día de su declaración, fueron al cine, cenaron en casa de  Mar, se encerraron en la habitación a hablar de mil cosas y punto.
Mar casi había olvidado aquello, y nuevamente que sirva de lección para prestar atención a los casi, cuando cierta noche, unos años después del rechazo, Sara había aparecido llorando en la puerta de su casa. No era algo tan fuera de lo común, Sara se había hecho novia de un chico que era perfecto hasta que bebía o se ponía celoso. Era terrible cuando bebía por estar celoso. Si bien desde su revelación como ser homosexual, puesto que finalmente le había gustado el término, pensó Mar, sus padres tenían la regla de “no chicas a dormir en casa”, incluso si era su adorada Sara, en casos como urgencias amorosasse podía aplicar flexibilidad a la norma. Cuando Sara aparecía en su umbral por crisis de pareja, por lo regular se la pasaban hablando hasta muy entrada la madrugada, luego bajaban por café antes del amanecer y sus papás bajaban para el desayuno.
Esa noche, sin embargo, Sara estaba callada. Mar intentaba métodos de persuasión psicológica para sacarle la historia a su amiga, cosa que solo se concedía con las mejores amigas puesto que por lo regular no se inmiscuía en los asuntos privados. Pero Sara apenas decía algo sobre su novio siendo un imbécil celoso. Aparentemente había leído algo en la libreta de Sara y estalló la bomba celotípica. Como no obtenía resultados, Mar había optado por poner música a bajo volumen y tamborilear sobre sus rodillas para que el silencio no fuera tan incómodo. Sara, por su parte, estaba sentada en el piso de la habitación con las piernas cruzadas. Así habrán durado un par de horas. Mar no lo sabía porque en algún punto se había quedado dormida. Se despertó abruptamente cuando sintió algo frío en su mejilla derecha. Era Sara que la picaba con uno de sus dedos largos.
“Pareces una muerta, estás helada”
“Eres una pésima anfitriona, te quedaste dormida mientras lloro mis penas de alcoba”
“Disculpa, es que estás en modo críptico”
Vaya que les gustaba usar esa palabra.
“¿Me vas a decir de una vez por qué se enojó Iván?”
“Se enojó porque es un idiota que tiene celos de ti”
En aquel momento, Mar se indignó mucho, se puso de pie y empezó a puntualizar todas y cada una de las razones por las que Iván cada día demostraba tener problemas emocionales que debería consultar con un psiquiatra.
“El punto es que quizá tenga razón”
Había dicho Sara. Y entonces Mar, como una verdadera mala persona, se olvidó de la novia que en aquel entonces tenía y que, pensándolo bien, pudo ser la causa del repentino interés de Sara, siempre egoísta, y se lanzó a la boca de su amiga para verdaderamente darle sentido a los celos de Iván.
Mar ni siquiera recordaba bien lo que habían hecho en la cama. Quería pensar que había sido bueno, pero en verdad no lo recordaba, todo había sido impulsivo, como demasiado necesario. Se había entregado como virgen de sacrificio, esa era la verdad y Mar se cubrió la cabeza con sus colchas nada más por recordar la vergüenza que sentía por aquel momento. ¿Luna también sabía aquello? Obviamente lo sabía, por eso había visto a Sara de aquella manera en el museo, todo en retrospectiva puede ser reinterpretado, pensó. Se sintió con la necesidad de dar explicaciones, pero ¿a Luna?, ¿por qué tendría que darle explicaciones? Además, qué podría decirle que no supiera ya.
Después de aquella noche  no había vuelto a suceder nada entre ellas. Mar había terminado a su novia sin darle explicaciones y su culpa se asentaba cada vez que veía a Iván. Sara, por otra parte, siempre parecía fresca, libre y esa libertad que Mar veía la hacían quererla y detestarla al mismo tiempo. Vale, estaba siendo un poco melodramática, porque aquello de detestar a Sara, nada, pero es que el asunto de Luna la tenía con los nervios descolocados.
Supo entonces lo que quería hacer. Todavía cubierta con las cobijas, se concentró. No tenía realmente una idea de cómo funcionaba aquello pero la última vez había dado resultado. Luna… mi Luna, pensó.
“¿Me necesitas?”, escuchó la voz de Luna en su cabeza.
“¿Aún puedes meterte en mi mente?”
“Solo si me llamas. ¿Qué ocurre? ¿Quieres que vaya a tu habitación?”
“¡No! no, no, así está bien, ya es suficientemente embarazoso hacerlo por medio de psicowifi”
“No entiendo…”
“Olvídalo. Yo te llamé porque quiero hacerte una pregunta”
Mar tomó el silencio de Luna como una invitación para continuar.
“Tú dices que has venido… no, no, que te has materializado en este mundo para poder sentir lo que los seres humanos sentimos”
“Es correcto”
“¿Tú sabes qué es lo que yo siento, cierto?”
“Es correcto”
“¿Y te parecen bien mis sentimientos?”
“No entiendo la pregunta”
“Vale… me refiero a mis sentimiento por… ya sabes, Sara”
“Entiendo que estás pidiendo mi opinión sobre el amor que sientes por Sara”
“Es… correcto”. ¿Por qué había comenzado esta conversación telepática?
“El amor es una de mis más grandes aspiraciones. Cuando nos conocimos noté el amor que sientes y al observarlo, conocer su irracionalidad, incondicionalidad, me pareciste un ser digno de contemplación”
“En estos momentos me haces sentir como una monja”
“No entiendo”
“No importa. Continúa con lo de ser digno de contemplación”
“Por lo regular, el amor requiere de reciprocidad. Los seres humanos, tarde o temprano, cuando no son correspondidos, dejan de amar o convierten el amor en una especie de obsesión. Aún no sé si porque no quieren dejar de sentirlo o porque temen volver a pasar por el aparentemente doloroso proceso de amar a otro ser. Tuve la suerte de conocernos mientras tu amor no se ha transformado, está intacto y supongo que se debe a que no esperas que sea recíproco, te basta con tener a Sara cerca. La situación es más interesante cuando en el panorama observo a Sara conocedora de tus sentimientos y desinteresada por ellos”
Auch. Aquello último había dolido. 
“¿Desinteresada? Yo no creo que a Sara le importe un cuerno lo que siento. Puede que sea un poco egoísta, pero de eso a que le importe un pepino que la amo, no creo…”. Sí, había dicho aquello en voz alta, o mejor dicho, pensamiento alto, y Mar sabía que aceptarlo solo podía traer dolor. Otra vez con el drama. Mar se despabiló. “Lo que quiero decir, es que no puedes asumir de manera tan tajante que a Sara no le importa lo que siento, a ella no la conoces”
“La conozco a través de ti”
“Eso no es suficiente. La mirada de las personas no siempre es lo que realmente es”
“He leído algo de eso en las bases de datos. Las apariencias engañan, ¿eso es lo que dices?”
“Así es. No debes asumir que Sara sea tan fría. Ella no es así.”
“Si tú lo dices, lo tomaré en cuenta. Finalmente, en lo que respecta a tu pregunta inicial, si considero que tus sentimientos por Sara están bien, no tengo una respuesta contundente”
Mar pensó que esa respuesta era la más predecible. Sin embargo, Luna continuó pensando.
“Los seres humanos prestan mucha atención a lo bueno y lo malo, pero creo que cuando se trata de sentimientos, cada situación aporta datos nuevos y diferentes. Mientras que el que puedas sentir amor por Sara, sin esperar nada a cambio por tanto tiempo, es una cualidad que puede considerarse buena, el hecho que te impida sentir amor por otro ser que esté dispuesto a amarte, puede considerarse como malo”
Mar sabía que Luna solo estaba siendo mecánica, solo analizaba datos que iba recogiendo como una investigadora social de la raza humana. También sabía que apenas llevaba unos días en el mundo, quizá aprendería que Sara no era tan egoísta como creía, casi no, casi.
“¿Necesitas algo más?”
“¿Acaso tienes algo más que hacer?”, Mar estaba enfadada, lo estaba.
“Tu madre insiste en que arreglemos mis prendas nuevas en unos cajones de tu hermana que desocupó”
“¿Estás teniendo esta conversación conmigo mientras estás con mi madre?”
“Es correcto”
“Vete… es decir, deja esto ya. Ciao. Cambio y fuera.”
“¿Cambio y fuera?”
“¡Adiós!”
Y Mar se destapó la cabeza como si aquello fuera una especie de interruptor. Mar se propuso firmemente que le enseñaría a Luna que Sara no era una egoísta, no su Sara. ¿Luna quería aprender? Ella le enseñaría, vaya que le enseñaría. Con todo y lo absurda que pudiera resultar la idea.
“Buenas noches, Mar”

“Sal ya de mi cabeza…”
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...