5
Mar no se atrevía
siquiera a moverse debajo de las sábanas. Podía sentir que alguien más estaba
en el cuarto y claro que ella lo había convocado, pero entenderlo no le hacía
sentir menos miedo. Habían pasado unos 45 minutos, calculaba. Ni una sola
palabra. ¿Luna estaría mirándola fijamente con sus ojos negros o lechosos? La
duda la hizo estremecerse, rompiendo su
congelamiento. La sombra de Luna se proyectó en su escondite, se había acercado
y no había vuelta atrás. Se animó a hablar. Pero las palabras no obedecían y se
aglutinaron en su garganta. Recordó que tenía otra opción. Pensó en Luna y
luego pensó que le hablaba. “¿Estás ahí?” La respuesta no vino en forma de voz,
sino en una especie de imagen mental de un “Sí”, difícil de explicar. “¿No
moriré si te veo, ni me lanzarás un rayo?” “No”. Respiró, cerró los ojos y guio
sus manos hacia abajo, para descubrirse.
Aún con los ojos
cerrados, se sentó al borde de su cama (por cierto su cama individual siempre
resultaba ser su sitio seguro). De acuerdo, voy a verte y entonces todo
empezará.
“No tengas miedo”
La voz de Luna era
aterciopelada, grave, como de cantante de rock. Evaluó Mar, fijándose en un
detalle intrascendente.
Cuando Mar abrió los
ojos se llevó una sorpresa al no llevársela del todo, porque Luna ya no parecía
aterradora, lo seguía siendo, pero ya no lo parecía. En lugar de estar
completamente vestida de negro, con guantes y todo, usaba jeansy una blusa azul
simple. Su cabello a media espalda parecía un poco menos lacio y sus ojos eran
oscuros, pero normales, esta vez sí podía diferenciar entre la pupila y el
resto.
“Tu ropa”,fue lo
primero que Mar pudo articular.
“¿Lo hice mal? Revisé
unas bases de datos para darme una idea sobre un atuendo neutro”
Mar no pudo evitar
sonreír. Su ropa era normal, pero parecía una actriz en fin de semana, paseando
por Venecia, en medio de algún festival de cine.
“No sé qué bases de
datos consultaste pero puedes comenzar ya a recomendármelas”
“No entiendo”
“Ya sé que no
entiendes”
Hubo un momento de
silencio.
“¿Qué le pasó a tus
ojos?”
“Si quiero pasar por
humana debo andar con ojos normales”
¿Así que aún se metía
en su mente?
“Dejaré de hacerlo en
este momento”
“Gracias”
“¿Gracias? ¿Por qué?”
“Sí, agradecer es cuando alguien hace algo por
ti y tú te sientes bien por eso y entonces quieres compensarlo de alguna
manera”
“¿Una palabra lo
compensa?”
“Sí. No exactamente,
pero es un principio. Grábatelo; primera lección: decir gracias te ayudará en
el mundo y además es educado”
“¿Qué es educado?”
“Es cuando uno procura
que la gente alrededor se sienta cómoda contigo y los haces sentir bien”
“¿Cómo ser un
caballero?”
“Una dama, tú serías
una dama”
“Ya entiendo. Debo
decirte que es fascinante la separación de sexos”
“Sí. Siempre separados,
ese es mi principio”
“No entiendo”
“Ya lo harás”
Luna se veía etérea.
Demasiado tranquila, pensó Mar. Y aquello de alguna manera la calmó más. El
encuentro que suponía de pesadilla estaba resultando bastante natural, que Luna
no pareciera un ente sobrenatural, ayudaba.
“¿Y qué pasará ahora?
Bajo y le digo a mis papás, ¿qué cosa?”
“Diles que una amiga
vino a vivir por un tiempo. En cuanto lo digas, será real para ellos”
“Sí… verás. Esa no es
una opción en esta casa. No puedo traer amigas a vivir conmigo, es como que una
regla general. Si mi hermana se entera, hará un escándalo y eso que ya lleva
casada casi siete años. Pero ya sabes, no dejaban que Pablo viniera y se
quedara con ella y es una mujer un poco fastidiosa…”, Mar se dio cuenta que
Luna no entendía nada. “Mejor serás mi prima, ¿está bien? Eso funcionó la
última vez. Serás mi prima y vienes a quedarte un tiempo y hasta puede haber
sido idea de mis papás. ¿Entonces solo lo digo y se hará realidad?”
“Sí”
“Debes dejar de ser tan
críptica si quieres encajar en este mundo”
“Hablas como ella”
“¿Cómo quién?”,ahora
fue el turno de Mar de no entender.
“Sara suele utilizar
esa palabra, críptica”
“Sí, es que pasamos
mucho tiempo juntas y cuando eso sucede las personas empiezan a hablar de
manera similar y a Sara le encanta hablar con palabras domingueras porque es un
poquito pretenciosa”
“¿Domingueras?”
“¿No tienes una especie
de modo de autoaprendizaje? ¿Tendré que explicarte qué significa cada palabra?”
“No. Yo aprenderé
sola.”
“Bien. Entonces
explícame las reglas”
“No las hay.
Simplemente estaré contigo y observaré y aprenderé. Me dejarás interactuar,
indicándome si lo hago de manera correcta, sin interferir”
“Entonces soy una
especie de pretexto y no tengo un papel definido en tu misión o lo que sea”
“Es correcto. No
interferirás”
Con esto Mar recordó lo
que tenía enfrente. Luna parecía un ser humano, pero no lo era y todo aquello
volvió a tornarse extraño e incómodo.
“Esperemos a que
amanezca. Si quieres échate en la cama, yo me tiro en el suelo y duermo otro
poco”
“Yo no necesito dormir,
pero puedo fingir que lo hago, si quieres”
“No es necesario.
¿Entonces esperarás?”
“Sí”
“Puedes tomar uno de
mis libros para pasar el tiempo”
“Ya los he leído todos,
contigo”
Eso daba escalofríos,
pensó Mar. “Haz lo que quieras”,dijo. “Apagaré la luz”
La oscuridad llenó la
habitación. Contrario a lo que pensó, Mar se fue quedando dormida casi de
inmediato, lo último que vio fue a Luna de pie junto a la ventana y creyó que
era muy extraño verla iluminada por su propia luz.
Se habrá despertado a
eso de las diez de la mañana. Había dormido más de lo que tenía pensado. Luna
seguía parada junto a la ventana, en la misma posición.
“Buenos días”, saludó
desperezándose.
Luna volteó a verla.
Mar pensó que se veía tan fresca como la noche anterior, en cambio ella lucía
como cualquier ser humano recién levantado.
“¿Qué le pasó a tu
cabello?”,preguntó Luna, examinándola.
“Tiene vida propia”
“Me parece que es
efecto de tu almohada”
“¿Me muevo mucho
mientras duermo?”
“También haces sonidos,
como un aparato eléctrico”
“Yo no ronco. Solo
estaba cansada, pero yo no ronco. Segunda lección.”
“Aprendida”
Mar se puso los zapatos
que tenía a la mano, sin detenerse a cambiar de ropa.
“Bajemos”,dijo Mar.
“Empecemos de una vez con lo que sea que estemos haciendo”
Los papás de Mar
estaban viendo la televisión en la estancia, un programa donde dulces panaderos
se convertían en sádicos contendientes (¡tierra y fondant! ¡ganache hasta la
muerte!). Al escuchar los pasos desde la escalera, la primera en voltear fue su
mamá. Mar pensó que el rostro de sorpresa y no tanta felicidad que puso, ya
valía la pena la convivencia alienígena.
“¿Pasaron la noche
juntas?”
El papá de Mar volteó
de inmediato. Empezaba a amagar una sonrisa cuando la mirada severa de su
esposalo detuvo en el acto.
“Buenos días. ¿Quién es
la señorita?”
Mar quiso tirar una
carcajada, pero se contuvo. Era hora de empezarlo todo. Después no habría
vuelta atrás, aunque también pensaba que hace rato que ya no había vuelta
atrás.
“Mamá, papá, es mi
prima Luna. Ustedes la invitaron a quedarse con nosotros. Llegó anoche, no
quiso molestar y por eso se quedó en mi cuarto”
Bien pudo ser su
imaginación, pero Mar creyó ver una neblina inundar momentáneamente los ojos de
sus padres. Debió durar solo un par de segundos porque de inmediato dibujaron
una sonrisa normal, volvieron a ser sus padres y eso fue un gran alivio.
“Luna, mi vida, ¡qué
bueno que llegaste bien!”
“Bienvenida, esta es tu
casa, ya lo sabes”
Siguieron abrazos,
indicaciones de que la habitación de la
hermana de Mar sería la de Luna e invitaciones a desayunar pronto, juntos, en
familia.
Los huevos revueltos
estaban ricos, esponjosos, frescos. Pero Mar se encontró sin apetito, cosa nada
normal. Luna, en cambio, atacaba el plato, conversaba con sus papás sobre cosas
cotidianas y parecía absolutamente normal. Tan normal como alguien con
perfectos modales podía parecer.
En algún momento, sus
papás propusieron un paseo con la finalidad de mostrarle la ciudad a Luna. Mar
no sabía si estaba de acuerdo.
“Es una idea estupenda”
¿Quién decía
‘estupenda’? Pensó Mar, Luna no iba a encajar en la sociedad si seguía hablando
de esa manera. Pero sus papás parecían encantados con ella, hasta descubrió a
su mamá viéndolas alternadamente, como sopesando porqué su hija parecía un
puercoespín y su sobrina impuesta, una princesa.
“Vayan a alistarse,
salimos en media hora… media hora, ¿entendido, Mar?”
“Sí, mamá”
En su habitación,
mientras se abrochaba los zapatos de lona, Mar empezaba a pensar nuevamente que
aquello era un error.
“Pareces molesta”
La voz de Luna parecía
terciopelo. La muy doña perfección.
“Oye, tienes que
portarte más normal. Suéltate, actúa, no sé, más alivianada”
“Lo intentaré”
“¿Sabes qué es
alivianada?”
“No, pero dijiste que
no debía preguntar más”
“Bien, vamos a hacer
esto, pero necesito mi espacio, ¿de acuerdo? De seguro papá va a querer ir al
parque y mamá a algún museo cercano. Yo quiero dibujar un poco, necesito
quitarme el estrés, no te me acerques por un rato. Puedes andar por ahí,
platica con mis papás, ellos también saben cosas”
“Te dejaré sola un
momento, si es lo que quieres”
“Sí, es exacto lo que
voy a querer”
“Pero hay una
condición”
Mar dejó de marcar el
dobladillo de su pantalón para poner atención.
“Puedo dejarte sola un
momento, pero no puedo estar demasiado tiempo lejos de ti. Eres mi vínculo a
este mundo. Soy tu Luna”.
Mar sabía que aquello
era en serio, extraño, incómodo, pero en serio.
“Solo será un rato y
como sea estaré cerca”
Luna se acercó hasta
Mar. Poniéndose en cuclillas tomó su rostro entre sus manos y volvió a besarla
en la barbilla, como lo había hecho el día del hospital.
Mar se quedó congelada.
“¿Por qué haces eso?”
“A veces necesito
sentirte cerca, es una manera de recordar el vínculo”
“De acuerdo. Pero no lo
hagas en público”
“¿Tercera lección?”
“Tercera”
Como había previsto, su
papá quiso ir al parque, junto a los estanques artificiales llenos de patos.
Mar nunca había entendido por qué su papá se obsesionaba con esos estanques;
habían sido hechos con retroexcavadoras, no eran gran cosa. Sentada en la banca
junto a su mamá, que había elegido ese momento para ojear su bloc de dibujo de
manera crítica, veía cómo Luna escuchaba atentamente todo lo que su progenitor
decía. Seguramente hablaban de los patos, de sus diferentes razas (que por
alguna razón su papá conocía), de sus hábitos de migración y de su capacidad
reproductiva. Luna debió sentir que era observada porque cruzó la mirada de Mar
y por primera vez, desde el hospital, dibujó su sonrisa. Mar pensó que esta vez
no parecía una mueca. Pero aun así era aterradora, se recordó de manera
alarmante, ¿o no?, que sí, que era aterradora una alienígena que habla de patos
y sonríe junto al estanque.
Volvió la vista a sus
manos, que de pronto parecieron interesantes. Todavía podía verse en la punta
de los dedos una suave sombra marrón, que casi había olvidado ya, pero ahora
recordaba con perfecta claridad.
La siguiente media hora
fue distraída por comentarios de su mamá sobre ciertos trazos. Además de haber
trabajado muchos años como diseñadora gráfica, su madre también pintaba y había
logrado colar algunas de sus obras a una que otra exposición local. Mar creía
que era infravalorada, su mamá tenía talento suficiente para exponer sola en
algún museo de mayor categoría, pero nunca había tenido la intención de
hacerlo. Pintaba por placer y como Mar lo entendía, eso estrechaba sus lazos.
Por momentos, no ese precisamente, ya que su madre era estricta y estaba
puntualizando demasiado sobre las cosas que podría hacer mejor en sus diseños.
Una hora después,
estaban en el museo. Mar estaba sentada en el suelo, en un rincón. Sus padres
paseaban del brazo, seguramente su mamá repetía las mismas opiniones por
tetracentésima vez (ya se dijo varias veces lo exagerada que era). Los dejó
estar solos, como si viéndolos también invadiera una privacidad a la que tenían
derecho de vez en cuando. Buscó a Luna por los pasillos, la vio observando
detenidamente un conjunto de fotografías en las que Mar se había fijado en
visitas anteriores. La fotógrafa retrataba a una mujer con cara de maniquí en
diferentes momentos, la mayoría de los cuales incluían una cuerda rodeándola,
misma que en otra foto se veía siendo lanzada por un hombre a su lado.
Mar quería saber qué
era lo que Luna estaba pensando. Suspiró. Después de todo no estaba dibujando
nada.
“¿Qué es lo que te
gusta?”
Sin desviar la vista de
las fotografías, Luna respondió.
“¿Cómo se llama eso? No
la cosa, sé qué es una fotografía. ¿Cómo se llama eso que está mostrando?”
“Bueno… solo es una
representación, una mirada de la fotógrafa, pero creo que es ira, impotencia,
frustración. A veces las mujeres son tratadas como cosas, como objetos, por eso
la máscara que tiene la modelo. Además así no solo se representa a una mujer,
sino a todas. De seguro hay antifeministas que detestan estas fotos, puede que
hasta alguna feminista del nuevo orden.”
“¿Así se siente la
ira?”
Luna señaló una de las
fotografías en la que se veía a la mujer-maniquí lanzando su maletín contra un
vidrio, quebrándolo en mil pedazos.
“Ira que permite
liberación, supongo, no sé, nunca fui buena interpretando obras”
“También quiero sentir
eso”
“Estas conviviendo con
seres humanos, más temprano que tarde tendrás oportunidad de sentir ira, te lo
prometo”
“Gracias por explicarme”
“De nada. No fui de mucha ayuda en realidad”
Mar sonrió sinceramente
y fue correspondida.
“¿Cómo es que puedes
reír?”, preguntó la terrícola, cayendo en cuenta de que era algo que Luna
parecía conocer desde antes.
“Me siento contenta.
Tranquila”
“¿Eso sí lo sabes?”
“Hace un tiempo lo
aprendí”
Mar no había podido
disipar su duda, ni tantito. Pero qué se le iba a hacer.
Una mano en su hombro
la reclamó. Sara estaba parada frente a ella. Fresca y hermosa, pensó.
“Hola”,saludó Mar.
“Buenas tardes, te
estaba buscando”
“¿Cómo me encontraste?”
“Son las seis de la
tarde, en Domingo. No había nadie en tu casa y tu mamá tiene algo de obsesión
con este lugar.Fue fácil”
Mar estuvo segura de
que si sonreía más fuerte su mandíbula
corría el riesgo de dislocarse.
“Hola”,saludó Luna con
su voz ronca, llamando la atención de Sara.
“Es mi prima, Luna. Va
a pasar un tiempo con nosotros”, explicó Mar.
“Te recuerdo del
hospital. Soy Sara, mucho gusto”. Mar notó también cierta neblina fugaz en los
ojos de Sara.
Luna sonrió y luego se
excusó, dejando a Mar y a Sara frente a una fotografía de cristales rotos.
“Es un poco extraña tu
prima”, señaló Sara, observando la espalda de Luna que se alejaba.
“Tuvo una infancia
difícil… el tío Juan, un pariente muy lejano, tenía este negocio que le hacía
viajar mucho, estaba lejos de la casa, además ella es hija de su primera novia,
con la que nunca se casó…”
“Me refería…”,
interrumpió Sara, “a que me vio como si supiera todo de mí”
“Bueno… le he hablado
un poco de ti, ella seguramente solo te estaba viendo con mucha confianza, es
un poco maleducada, sabes, infancia difícil…”
“También es sexy”
Eso, definitivamente,
Mar no lo había visto venir.
“¿Lo crees?”
“Sí, no puedo creer que
no lo hayas notado”
“Bueno, es mi prima, no
la veo de esa manera”
“Eres especialista en
notar a las mujeres, ¿cómo puedes no notar que tu prima es muy atractiva?”
“El incesto no es parte
de mi quehacer visual cotidiano”
“Es tu prima lejana,
estoy segura que no compartes más ADN con ella que con una banana. En verdad,
es completamente sexy”
“Para ser heterosexual,
estás siendo demasiado insistente con el asunto”
“Es ella, ¿verdad?”
“¿Quién?”
“La imperdible”
“Eso es absurdo”. ¿En
verdad Sara no venía también de un mundo superior cuyos habitantes podían leer
los pensamientos?
“Es muy raro, pero
podría jurar que se trata de ella. Como sea, no importa. ¿Dormirá en tu
habitación?”
“Sara, te estás
poniendo pesada.”
“Eso significa que no,
demasiada frustración sexual, cariño”
Mar estaba realmente
molesta, ¿con qué derecho le hablaba así? Quería que Sara se fuera de una vez.
Ni siquiera había sido grave lo que había dicho, de acuerdo, incluso pudo haber
pasado como una broma, pero no se sentía así. Fue malintencionada y viniendo de
Sara esas cosas solían doler más. Con Sara todo se sentía más.
Sara debió darse cuenta
de lo que pasaba en Mar.
“Si dices que no es
Luna, te creo. Y si lo fuera da lo mismo, mientras no te olvides de mí por
estar con quien sea, todo está bien.”
Mar se calmó de
inmediato. Sara tenía mucho poder sobre ella y cada vez que pensaba en eso,
sentía que era la que salía perdiendo.
“¿Todo bien con Iván?”
Preguntó Mar más tranquila, por cambiar de conversación.
“Sí. Estamos bien por
ahora”
Mar quería decirle
muchas cosas, entre las cuales que ese “por ahora” era realmente patético. Sara
no tenía por qué conformarse, alguien podría quererla más y mejor que Iván y no
es como que Sara no lo supiera, simplemente a veces es más fácil decidir
ignorar algunas cosas.
Platicaron un poco más
mientras se dirigían a la salida donde se encontraron con los papás de Mar y
con Luna. Sara pasaría a cenar con ellos, como era habitual.
Sentada entre Luna y
Sara, Mar se sentía atrapada, en todas las formas imaginables. Era como una
película de ciencia ficción y de comedia al mismo tiempo. Si alguien se pusiera
a cantar en ese momentoDefyingGravity,
no sería completamente raro.
“¿Tienes un teléfono?”,le
preguntó Luna. Mar la observó unos segundos, sorprendida con lo abrupto de la
duda.
“¿Tú no tienes uno?”,cuestionó
Sara, sin dar tiempo a Mar de responder.
“Tengo el de Mar, si
ella tiene”,y sin razón alguna, Luna decidió reafirmar su declaración colocando
su mano sobre la de Mar que descansaba en su pierna. Mar se sobresaltó. Sara
ignoró el gesto. Luna retiró la mano y Mar debió cortar el silencio.
“Sí claro, tengo uno,
¿necesitas usarlo?”
“Una joven mujer me dio
su número en el museo y me dijo que la llamara”
Mar la miró atónita.
¿Era en serio? La incomodidad se hizo más cortante dentro del auto cuando su
madre carraspeó sonoramente.
“Luna, mi vida, eres un
encanto. Llevas menos de veinticuatro horas con nosotros y ya estás haciendo
amigas”
De alguna manera, el
comentario de la mamá de Mar, que intentaba con todas sus fuerzas romper el
momento incómodo, solamente lo sedimentó más.
“También tengo el
número de un hombre joven, él desea tomar una taza de té conmigo. ¿Esa es una
especie de alimento? ¿Creen que necesito alimentarme más?”
Sara y Mar rieron por
lo bajo. La madre volvió a carraspear.
“Estoy seguro que te
vio más que saludable, cariño”,sentenció el padre y continuaron el recorrido
hasta la casa sin mayores incidentes.
Sara se retiró de la
casa pasadas las diez de la noche. Tenía que madrugar para ir al trabajo. A las
once en punto, Mar se despidió también, tenía que terminar un par de cosas para
la oficina que le servirían por la mañana.
Luna dio las buenas noches
también y siguió a Mar hasta su habitación.
“Tengo que trabajar”
“Trabaja. Solo
observaré”
Mar se acomodó
resignada en su escritorio y comenzó a colorear unas muestras para la página
web de una firma de bienes raíces. ¿Alguien contrataba en realidad a estas
personas? Quizá solo se tratara de una forma snob de vivir. Gente rica que no
tenía tiempo suficiente para buscarse sus propios sitos, pensó, un poco
prejuiciosa.
“¿Luzco saludable?”
Ahí estaba, por
supuesto que Luna no la dejaría trabajar tranquila.
“¿Por lo de los números
de teléfono?”
“Sí”
“Verás, las personas te
dan su número telefónico cuando están interesados en ti”
“¿Quieren ser mis
amantes?”
“Es posible que esperen
eso en algún momento, pero inicialmente lo que quieren es conocerte porque te
consideran atractiva”
“¿A ti te sucede eso?
¿Te dan sus números telefónicos?”
“A veces”,por lo
regular le daban simplemente sus nombres de usuario en alguna red, pero
declararle eso a Luna seguramente llevaría a más explicaciones y aún le
faltaba colorear tres vistas.
“Tú sueles dar tu
número”
Aquello no era
pregunta. Claro que Luna estaba enterada de que ella era un poco más cazadora
que presa, después de todo se habían conocido durante muchos tiempos, ¿cierto?
“Quiero tener una
relación romántica”
Suficiente. Mar tenía
que prestar toda su atención ahora. Aquello comenzaba a tener tintes raros y de
entrada las intenciones de Luna parecían una verdadera mala idea.
“No me parece correcto.
Tú no eres de este mundo, se supone que estás aquí para aprender de los
humanos, es tu misión, ¿cierto?”
“Es correcto”
“Una relación romántica
implica muchos sentimientos, terminarías por lastimar emocionalmente a la otra
persona si se llega a enamorar de ti”
“¿Podría salir
lastimada yo?”
“Eso depende, ¿podrías
enamorarte?”
“Es potencialmente
posible, me he predispuesto a ser capaz de sentir todo lo que ustedes sienten”
“En verdad es una mala
idea”
“¿Entonces no debería
hacerlo?”
Mar quiso decir que no,
rotundamente. Pero, ¿qué mejor manera de aprender a sentir que enamorarse?
Finalmente, solo después de un corazón roto o de un romance apasionado uno
puede comenzar a sentir con plenitud. Además Luna había llegado a aprenderlo
todo, y no todo sería bueno.
“Es tu decisión”,concedió
Mar.
“Entonces me enamoraré”
Era una terrible,
terrible idea, pero Mar no podía interferir, ella solo era el vínculo entre el
ser intergaláctico y el mundo terrestre. Una simple observadora.
“Me ayudarás con eso”
Y Mar se dio cuenta de
dos cosas en ese momento: que aquello era una especie de orden y que sería
realmente difícil terminar de colorear sus páginas.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Laura T.D - Derechos Reservados
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Luna se habrá enamorado de Sara ¿porque? yo pienso que Mar siente algo mas que una amistad por Sara solo que su yo interior no lo quiere aceptar en esta historia hay que ir uniendo detalles eso la hace muy entretenida Laura saludos desde aquí Curicó Chile
ResponderEliminarMe da mucho gusto que te parezca entretenida. Yo no creo que Luna se haya enamorada de Sara, es solo que la ha visto en muchos sueños junto a Mar. No sé qué le pasa a Mar, pero eso de andar sonriendo tanto por ver a Sara me parece sospechoso. Ya iremos viendo con los capítulos qué es lo que pasa. :)
ResponderEliminarLa historia ya está completa pero leerla poco a poquito tiene un efecto interesante.
Saludos.
Laura