Mentiría
al decirte mía y mentiría al no decirlo...
Un
querer de mujer y mujer...
Son
tus besos, tus caricias
tus
risas, tus gestos y tus manías...
las
que me hacen perder en fantasías,
fantasías
donde deliro ser digna
de que
me quiebres y me regreses a la realidad
de
no verme como realmente soy.
Si encontrarás
a través de mis ojos
la
verdad de mi alma, esa que te llega a querer,
esa
que destella y se apaga para volver a brillar,
todo quizás valiera...
Y
te noto tan honesta
tan
austera y perfecta,
tan
apasionada en tus contradicciones..
Una
estrella virgen,
que
a veces se deja ver para deslumbrar mis sentidos,
en
un pequeño rincón del firmamento
que
tomamos para las dos.
Ese
pequeño rincón donde sufro,
sufro
en mi condición mortal,
tu
ceguera al ver apagar tu luz...
Debaten
eternamente
mi
alma y mi razón,
desatando
por los aires torbellinos de deseos,
deseos
que, esperanzados de amor,
se
irían al mismísimo infierno,
si
dejándote en el cielo, fueras feliz... aun sin mí.
“Tu
victoria
es
no romper con la rutina
de
mis pecados,
esos
que voy confesando
con
cada demonio con los voy disfrutando...”
¡Y qué
ráfaga tan voraz, mi amor!
Esa
que no te deja ver que, en mis batallas,
mi
ser depende de tus manos...
Esa
que no te deja ver que, en mis delirios,
mi
ser depende de tus caricias... y más aun,
ya
que, en mi vida,
mi
ser depende de los reflejos de tu alma, de tu vida...
¡Esa
alma, el alma tuya!
Esa
que nos mantiene separadas... aunque juntas
Esa
que nos mantiene solas... aunque acompañadas.
“Tu
victoria
es
disfrutar de este pequeño rincón nuestro
en
el que te pertenezco sin que me necesites,
en
el que me pierdo si así me lo pides,
sin
entregarte y sin tomar nada de mí...”
Dedico
esto a mi amiga, mi primer amor y mi primer secreto entre las dos.
¡Abrazos
desde Venezuela!
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