Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

AaMaría - Despistada - 7

Capítulo 7
TERESA Y ALBA
Teresa rompió a llorar. No entendía nada de lo que estaba pasando. Cogió su móvil y marcó el número de Alba. Quería desahogarse, hablar con alguien que la quisiera y que la consolara, que le ayudara a entender qué estaba pasando. En cuanto Alba escuchó la congoja en la voz de su amiga, le aseguró que en menos de media hora estaría en su casa y allí se presentó. Cuando llegó Teresa se acurrucó entre sus brazos y lloró, lloró y lloró hasta que casi no podía abrir los ojos de la hinchazón. Alba la acogió tiernamente en sus brazos y dejó que su amiga se vaciara. Cuando cesó el llanto, la separó de su regazo.

Alba: Bien, dime qué ha pasado
Teresa: Anuló la cita
Alba: Bueno, eso no puede ser tan grave.
Teresa: No, no lo entiendes. Me mandó un mensaje diciéndome que había sido un error quedar conmigo y que no la molestara más
Alba: Y eso ¿por qué?
Teresa: No lo sé, no me ha dado más explicaciones
Alba: Pues algo debe de haber pasado. Llámala y pídeselas. No puede tratarte así.
Teresa: Me dejó muy claro que no quería que la contactara de ninguna forma
Alba: ¿Y te vas a conformar? ¡Eres tan orgullosa!
Teresa: No se trata de que me conforme o no, ni se trata de orgullo.  Se trata de lo que es. Y eso es que ella no quiere verme y que considera un error haber contactado conmigo.
Alba: ¡Pero tú la quieres! ¡No puedes rendirte tan rápido!
Teresa: Una solo se rinde cuando ha estado peleando, pero a mí no me han dado ni siquiera la oportunidad de hacerlo. No lo entiendo. Le confesé lo que había sentido por ella, le confesé lo que todavía sentía por ella. Creí que yo le gustaba…
Alba: Yo tampoco entiendo nada, no sé qué le habrá pasado, pero no entiendo a la gente así. No entiendo que te puedan hacer tanto daño sin una explicación. Lo único que se me ocurre decirte es que, visto lo visto, tu querida Candela ha resultado ser una pésima persona. Y siendo así, estás mejor sola que mal acompañada.

CANDELA Y MARÍA
      Candela no había podido pegar ojo en toda la noche. El corrector apenas podía disimular sus ojeras. Llegó temprano al periódico y se sentó en su mesa. Solo quería evadirse. Y pensó que la mejor forma de hacerlo era sumergirse en el trabajo, pero le estaba costando horrores concentrarse. No quería pensar en ella, pero se maldecía por haberse hecho tantas ilusiones. En verdad pensó que Teresa era la adecuada; en el Instituto siempre le pareció una compañera entrañable y el otro día lo pasó estupendamente con ella, le gustó la delicadeza con la que la trataba, la lucidez con la que razonaba, la sinceridad con la que le había hablado.  Y le pareció guapísima. Pero solo era una cínica más  en busca de un revolcón, que le había dicho lo que ella quería oír.  Le asqueaba. Si solo quería un polvo, ¿por qué aquel cuento de que de adolescente se enamoró de ella? ¿Por qué esa pantomima de que su actual encuentro le había removido ese antiguo amor hasta hacerle darse cuenta de que seguía todavía vivo en su corazón? ¿Por qué no hablar claro?

      Oyó a Eva entrar en la Redacción y la vio dirigirse directamente hacia ella.

Eva: Hola niña. Cuéntamelo todo ¡Madre mía, vaya cara tienes! ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?
Candela: Estoy bien, Eva
Eva: No, no lo estás.

      En ese momento asomaba María por la puerta. Llevaba una enorme sonrisa pintada en la cara y los ojos bobalicones de las enamoradas. Eva miraba alternativamente a una y a otra y no daba crédito, la noche y el día, el yin y el yan…

María: ¡Hola chicas!
Eva: Mira, esta sí que viene más contenta que unas castañuelas…
María: Sí, ¿qué pasa?
Eva: Pues tú me dirás… Mira la cara que tiene tu amiga. Tiene pinta de no haber pegado ojo en toda la noche
María: Es verdad ¿Te pasa algo, Candela? ¿No fue bien tu cita con esa antigua compañera? Se te veía tan ilusionada.
Candela: No hubo cita
Eva: Pero ¿por qué?
Candela: ¿Sabes la científica a la que entrevistaste el otro día?
María: Sí, claro, pero ¿qué tiene ella que ver?
Candela: Ella era mi antigua compañera, con la que había quedado.
Eva: Guaaaauuu, pero si es una mujer muy interesante y además guapísima. No entiendo nada.
Candela: Sí, interesante, muy guapa, y en palabras de nuestra amiga una auténtica loba. Y yo no estoy para tonterías, ya tuve bastante ración de golfería y caradura en mi  vida. No necesito a otra inmadura.
María: Pero vamos a ver Candela. En primer lugar, eso solo fue una impresión mía, que pudo ser cierta o no, y en segundo lugar, sobre todo, mi encuentro con ella fue antes de que quedarais para tomar un café. Me parece que te has precipitado en tus conclusiones.
Candela: Precipitada o no, es lo que hay. Le mandé un mensaje para cancelar la cita. Y punto.
Eva: ¿Y no será que tienes miedo? ¿Y no será que solo estás buscando una excusa? No te entiendo. No puedes estar siempre cerrada al amor. La vida no va a esperar por ti. Alguna vez tendrás que volver a confiar en alguien. Y arriesgarte.
Candela: Bueno, pues no va a ser esta vez, desde luego. Y dejemos el tema, por favor. ¿Y a ti qué te pasa, que has llegado con esa sonrisa bobalicona?
María: Pues a mí me pasa todo lo contrario que a ti. Quiero volver a abrir las puertas de mi corazón de par en par, quiero dejar que Alba entre en mi vida y entrar yo en la suya. Pasé una noche deliciosa. Nos besamos y fue como tocar el cielo. Al día siguiente le envié unas flores y le volví  a pedir una cita para este viernes. ¡Y dijo que sí! Nuestra tercera cita. Y estoy muy muy nerviosa.
Eva: ¡Claro, la regla de la tercera cita!
Candela: ¿Qué regla? ¿De qué habláis?
Eva: Hija mía, como se nota que llevas retirada mucho tiempo del mundo del ligoteo…La tercera cita…La cita del acercamiento definitivo…del sexo…
Candela: Pero qué insustanciales sois… ¡Vaya pareja! Como si el amor siguiera un manual ¡Vaya dos! (sonrió)
María: Por lo menos te hemos hecho sonreír

María se levantó y abrazó a Candela. Le susurró al oído “Siento que tu cita se fuera al traste. Pero sigo pensando que debes hablar con ella” Le dio un tierno beso en la mejilla y se retiró a su mesa. Eva también abrazó a Candela y  también se retiró.


      Candela pensó que tenía mucha suerte de tener amigas tan estupendas y se reafirmó mentalmente en su decisión respecto a Teresa. Este disgusto se le pasaría en poco tiempo. Si hubiera llegado a enamorarse de ella  y esta le hubiera roto el corazón, la congoja le hubiera durado infinitamente más. No, no estaba siendo cobarde, estaba siendo autoconservadora. Solo  se estaba protegiendo. Eso se dijo.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Despistada - Derechos Reservados
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3 comentarios:

  1. Candela se esta comportando como una cobarde en toda ley y le esta haciendo daño a Teresa que tanto la quiere, esperemos las cosas se puedan solucionar de la mejor manera, ojala Alba y Maria ayuden a esto.
    Saludos desde Colombia ;)
    Luisa V.

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  2. Es verdad, Candela tiene el alma vacía y Teresa llena de amor. Parecía el binomio perfecto... pero ya veremos qué va pasando. como todas sabemos, la vida, al final da muchas vueltas. Gracias por seguirme hasta aquí Luisa

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  3. cada dia que pasa entiendo menos a mi genero :) gracias despistada por los relatos.

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