Capítulo 11
A Alba le
encantó encontrarse el email de Gilda88. Le pareció que había sido muy amable
al escribirla y así se lo agradeció en un nuevo correo, intercambio que se
convirtió en costumbre, al principio cada vez que Alba mandaba un nuevo relato
o poesía y que luego sucedía sin motivo específico.
Alba no le
habló a María de Gilda88 y María no le habló a Alba de Amazona27. Y mientras
posteaban, su vida en común transcurría
apasionada, bella, cálida, divertida, espontánea, feliz… cualquier letra que
eligiéramos del abecedario serviría para encontrar un adjetivo para la relación
perfecta que mantenían. O casi. Porque María había iniciado un juego peligroso,
y aunque pudiera parecer increíble, estaba comenzando a sentir celos de su
alter ego Gilda88. No llegaba a entender
por qué Alba no le había hablado de ella y comenzaba a sospechar que pudiera
haber otras. Se descubría de vez en cuando entrando en la cuenta de correo de
su novia para ver quién la escribía y eso la hacía sentir mezquina. A veces
pensaba dejar de escribirle, pero estaba comenzando a difuminar los límites de
la realidad, y añoraba a Amazona27.
Decidió
jugarse la carta definitiva. Tecleó:
“Querida
Amazona27. Como sabes, me encanta la sensibilidad que desprendes en tus
escritos y me parece que tienes que ser una persona especial, de las que merece
la pena conocer. Si te parece bien, podríamos quedar una tarde de estas a tomar
una cerveza y así podría ponerte cara, por fin.Besos.
Gilda88”
Si Alba,
en realidad la quería tanto como decía, la rechazaría amablemente y no iría a
la cita; o antes de contestarle le hablaría a ella de Gilda88 y le preguntaría
su opinión. Estaba segura de que Alba, su Alba, no era así, no era una
picaflor. Vio un mensaje entrando en su correo y lo leyó.
“Hola Gilda. La
verdad es que no estaría mal que pudiéramos tomarnos algo. Me agrada la idea.
¿Te viene bien que nos veamos mañana en El Gran Café a las cinco y media?
Amazona27”
María
cerró el ordenador, mientras dos lágrimas rodaban por sus mejillas.
En la otra punta de la ciudad Teresa entraba en ese
mismo momento en el despacho de su amiga y la encontró sentada, pensativa,
delante del ordenador.
Teresa: Hola,
guapa. ¿Qué tal? Te traigo el informe que me pediste
Alba: Claro,
déjalo encima de la mesa.
Teresa: ¿Estás
bien?
Alba: No sé,
Teresa.
Teresa: ¿Mi
señorita perfecta favorita ha hecho algo incorrecto? Cuéntame
Alba: En
principio me pareció una buena idea, pero ahora que lo pienso más
detenidamente, no sé si lo ha sido tanto. ¿Te acuerdas que te hablé de esa
chica, Gilda88, con la que me posteaba?
Teresa: Sí, ¿qué
pasa?
Alba: Pues que
me ha dicho para quedar y tomar una cerveza y le he dicho que sí…
Teresa: ¿Qué?
¡No me lo puedo creer! Pero, ¿por qué? ¿acaso te gusta? ¿te pasa algo con
María?
Alba: No digas
bobadas, María es el centro de mi vida. Me pareció correcto ser amable. Y tenía
curiosidad…
Teresa: Alba,
niña, no sé cómo puedes ser tan ingenua… ¿No te has planteado siquiera que esa chica (si es que
de verdad es quien dice ser), pueda tener algún interés romántico por ti?
Además, no puedes hacer eso sin decirle nada a María. Si algún día lo
descubriera se enfadaría contigo. Y con razón.
Alba: Es verdad,
Teresa, no sé en qué estaba pensando… Lo mejor será que le hable claro y que
deshaga la cita. No sé en qué demonios estaba pensando…
Y tras
teclear un nuevo correo siguió con su trabajo. El día resultó largo y agotador. Llegó a casa agotada y al entrar no oyó la radio
puesta, señal inequívoca de que María no había llegado todavía a casa, así que
se dirigió al salón, para recostarse un poquito en el sofá antes de ducharse y
comenzar a preparar lacena. En la mesa del salón descubrió las llaves de
María encima de una nota doblada.
“Jamás pensé
que pudiera equivocarme tanto con una persona. No me merezco lo que pensabas
hacerme, o lo que quizás hayas hecho ya”
No
entendía nada, ¿pero qué había hecho? ¿De qué hablaba María? Continuó leyendo
la nota sin poder controlar el temblor de sus manos.
“Creí que la
nuestra era una relación sincera y honesta. Por cierto, no te molestes en ir
mañana al Gran Café, que no pienso aparecer. Hemos terminado.
Gilda88”
Le costó
entender lo que había leído, pero al final comprendió que María era
Gilda88 y supo, por la nota, que no
había leído su último correo. Pero además de perpleja y angustiada, estaba
también enfadada, ¿cómo se le había ocurrido a María dudar de su amor? ¿Cómo podía
María pensar que ella fuera capaz de engañarla?
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Rayos, digamos que me dejaste sin palabras, ni siquiera se de que lado ponerme, ya que ambas tienen una parte de razón y también están totalmente equivocadas, hoy tengo ganas de darles un par de sacudidas haber si reaccionan.
ResponderEliminarMuy buen capitulo y me agrada tanto que sigo enfadada por sus tonterias XD.
Saludos, Luisa V.
Ya era todo demasiado bonito para ser verdad, gracias por postear todos los días!! ;-)
ResponderEliminarOye, no se si es por lo de Despistada que no has notado que los capítulos los has acortado, O sera que la historia esta tan buena que a mi me lo parece???, en fin me he quedado con el corazón en la mano... las liaste y ahora las separaste como todo un dios con su creación, quedo a la espera del siguiente largo capitulo. :) Laysa.
ResponderEliminaruyyy... vaya un malentendido puede ocasionar la ruptura de una relación en armonía, espero alba y maria sepan solucionarlo de una manera razonable sin causar daño la una a la otra.
ResponderEliminarhacen una linda pareja....pero en toda relacion la comunicación es la base fundamental
Empeza la pelea....
ResponderEliminarNo podia ser todo tan bonito y feliz.
Saludos. ;P