AaMaría
María entró como un torbellino en mi vida. Nos vimos
en un bar de ambiente y a los cuatro meses se había mudado a mi apartamento.
Ella es periodista, yo soy químico; ella
es alegre y desorganizada, yo soy equilibrada y metódica; ella es apasionada y romántica, yo soy
vergonzosa y realista. O eso creíamos.
Capítulo
1
ALBA
Aquel día inauguraban un bar de ambiente en mi ciudad
y mis amigas se empeñaron en ir a conocerlo. Yo era de la opinión de que ese
sería precisamente el peor día para ir, puesto que estaría de bote en bote,
pero como siempre, me llamaron
aguafiestas y sosa y acabaron convenciéndome para que las acompañara.
Me llamo Alba y mis amigas me dicen que soy
cuadriculada y quizás tengan razón. Me siento cómoda con las rutinas, creo que
el orden facilita mucho la vida, no me gusta perderme en grandilocuencias, creo
firmemente que lo sencillo es lo más cómodo
y no sé muy bien si por ser así elegí una carrera científica o por haber
elegido una carrera científica me he vuelto así. Supongo que paso por ser una persona seria (o
lo que es peor poco divertida) y se me da mejor escuchar que hablar. Ya veis,
no soy precisamente el alma de las fiestas ni la guinda de la tarta, pero no me
quejo, tengo un excelente grupo de amigas que me quieren y me valoran como soy,
una familia que me cuida y me acompaña y un trabajo que me encanta. Soy pues,
una persona moderadamente feliz.
Ese sábado
comí en casa de mis padres, como siempre y tras una agradable sobremesa, me
retiré a mi apartamento. Soy mujer de rutinas, ya lo he dicho, y una de ellas
es salir a correr por el parque cercano a mi casa todos los días. Me conecto
los auriculares de mi ipod y corro 40 minutos. La carrera me ayuda aponer mis
ideas en orden, me relaja y me tonifica. Así que esa tarde tras hacer deporte,
como siempre, me duché y me preparé para salir. Soy larguirucha y escuchimizada y por eso procuro vestirme
discreta, para no llamar ya más la atención, así que me maquillo poco, no me
pongo tacones y nunca elijo colores estridentes. Aquel sábado opté por unos
botines azul marino, unos pantalones chinos azul claro, una camisa blanca y una
americana azul marino. Guardé en los bolsillos de la chaqueta las llaves, la
cartera y el móvil y eché un último vistazo en el espejo antes de salir.
Correcto.
Manuela,
Ana, Teresa y yo nos conocimos en la universidad. Cuando llegué al bar allí
estaban, a cual más guapas, todas “vestidas para matar”.
Yo: Hola chicas
Teresa: Hola,
Alba. Vamos a tener que hacer un curso acelerado contigo…
Yo: ¿Un curso,
de qué?
Manuela: De cómo
sacar partido a ese cuerpazo que tienes para dejar sin respiración a todas las
mujeres con las que te cruces…
Ana: No
empecéis, chicas.
Teresa: Tú no te
pongas de su parte. Esta preciosidad, con un buen vestido, unos taconazos y un poco más de maquillaje para resaltar la
estupenda piel que tiene y esos espectaculares ojos verdes, se traería de calle
a quien quisiera.
Yo: Prefiero
dejarte todo el ligoteo a ti, Teresa. Y te advierto una cosa, al final de la
noche yo acabaré tan fresca y tú volviendo a casa descalza, porque pienso
bailar como loca contigo y esos taconazos acabarán machacándote los pies…
Teresa: Ja,ja,ja.
Tienes razón, qué práctica eres, niña…
Pedimos en
el bar unos vinos y unas raciones y la cena transcurrió entre charlas y risas.
A las doce cogimos un taxi y nos dirigimos al nuevo local.
Dejamos
las chaquetas en el guardarropa y nos encaminamos a la barra; yo pedí cerveza y ellas gintonics.Milagrosamente
divisamos unos sofás libres en un rincón y nos dirigimos hacia allí. Dimos unos tragos a las bebidas y agarré de
la mano a Teresa.
Yo: Ahora,
princesa, vamos a la pista a darlo todo y a ver quién es la que aguanta más el
tirón, yo con mis botines bajos o tú con esos taconazos…
Teresa: Ni
hablar, bonita. Acabo de ver una morenaza a la que le voy a echar la caña
volando y como vengas a revolotear alrededor mío me la vas a espantar. Ciao
bellas.
Todas
sonreímos. Teresa era una ligona profesional y con tanta cara nueva estaba en
su medio. Enseguida percibimos la maniobra de aproximación a la morena, así
como la rápida entrada en escena de otra chica, seguramente su pareja, para
espantar a nuestra amiga. Estoy segura de que Teresa podía oír nuestras
risotadas, aunque en seguida vimos que tenía ya enfilado un nuevo objetivo. Se
había empeñado en salir del localacompañada y seguro que lo lograría. ¡Menuda era nuestra Teresa!
Manuela,
Ana y yo nos dirigimos a la pista. La verdad es que me lo estaba pasando
fenomenal, la música me gustaba mucho y el ambiente era muy agradable. Entonces
la vi. Al fondo de la pista, una
preciosa chica pelirroja me sonreía. Pensé que era una de esas situaciones en
las que tú crees que alguien se dirige a ti, pero en realidad lo hace a una
persona que está detrás, así que instintivamente giré la cabeza, pero no vi a
nadie. Me sonreía mientras sus preciosos ojos avellana me miraban fijamente. Y
me puse colorada y roja y encarnada. Bajé la vista, y al volver a levantar los
ojos ella ya no estaba. ¡Maldita suerte la mía!
MARÍA
Mi nombre es María. Soy alegre, extrovertida,
impulsiva, despistada, desordenada, segura de mi misma y muy leal. Ya veis, un
diamante en bruto que aún no ha encontrado quién la pula. Y mira que lo
intento, pero mi princesa encantadora no acaba de llegar y a estas alturas de
mi vida estoy cansada de besar ranas. Así que voy con el radar puesto por la
vida, con el detector de princesas encendido y quiero que sepáis que el día que
señale la dirección correcta voy a ir a por todas.
Soy
periodista y me entusiasma lo que hago. El trabajo acapara la mayor parte de mi
tiempo y no me importa que así sea. Tengo la suerte de que dos de mis mejores amigas
trabajen conmigo y de que compartan mi misma pasión por la profesión, así que
muchas veces la redacción del periódico donde trabajamos parece nuestro propio
club social donde intercambiamos confidencias, risas y achuchones.
Eva es la
deliciosa directora del magazine dominical; entradita en carnes y guapísima, es
como si fuera un clon de mi propia madre, siempre está pendiente de que coma,
de que descanse, de que me cuide…la adoro.
Y Candela, qué decir de ella, es redactora política, sofisticada y
tremendamente culta, divertida y vivaz. Tengo suerte de tener tan buenas
amigas. Y sobre mí, pues no mucho más que decir, redactora en la sección de
Internacional, pelirroja y de risa muy fácil y carácter bonachón.
El sábado
habíamos quedado para ir a un nuevo local de ambiente. Era la inauguración y
estaría a rebosar de caras nuevas y prometedoras oportunidades. Así que, a las
doce en punto enfilamos hacia el nuevo local, nosotras tres y Alejandra, la
mujer de Eva. El sitio me gustó mucho y la música más. Ale y Eva fueron a la
barra a por bebidas mientras Candela y yo nos dirigimos a la pista. Enseguida
nos alcanzaron nuestras amigas y las cuatro disfrutábamos tremendamente con
nuestras locas y divertidas coreografías, cuando una despampanante rubia, inició una maniobra de aproximación a nuestro
grupo. Con los ojos clavados en Candela se le acercó lo suficiente como para
susurrar algo al oído de nuestra amiga, a lo que Candela respondió con una
sonrisa. Siguieron los intercambios de confidencias, de sonrisas y de roces y
enseguida se retiraron a una zona apartada de sofás para charlar más
tranquilas, supongo. Eva, que es como la madre de todas las madres se puso a
resoplar.
Eva: Es
increíble. Vamos a tener que darle una buena charla a Candela sobre cómo
distinguir a las ligonas profesionales de las buenas chicas…
Alejandra: Eva, vale. Candela es mayorcita y sabe lo
que hace.
Eva:Si supiera
lo que hace, estaría aquí bailando con nosotras y no dejándose engatusar por
esa lagarta…
Yo: ¡Pero bueno!
¿Qué te pasa? Nuestra Candela es una chica lista y no se va a dejar engañar por
cualquiera. Candela hace lo que quiere hacer y está donde y con quien quiere
estar. A veces hay que besar muchas ranas, Eva, tú ya no te acuerdas, pero no hace mucho
tenías el detector bastante averiado…
Eva: Vale,
aguafiestas…
A Candela se la veía a gusto y nosotras tres lo
pasábamos fenomenal. Entonces la vi.
Como para no verla. Su cabeza sobresalía un palmo por encima de todas
las demás. Un bellezón moreno agitaba su cabeza al ritmo de la música y reía
divertida con sus amigas. Me gustó la estampa y la sonreí y aún me gustó más su
reacción; desvió tímidamente la mirada y pensé, “qué tierna”. Y sin tiempo de
que mi cabeza siguiera buscando calificativos para la morenaza, oí un fuerte
golpe y vi a mi amiga Eva despatarrada en el suelo. Había resbalado en la pista
y ahora yacía en el suelo entre ayes y maldiciones. Ale y yo nos apresuramos a
recogerla.
Alejandra: ¡Pero
Eva, mi amor! ¿Qué ha pasado?
Eva: ¡Ay,ay,ay!
Yo: Eva, cielo
¿te has hecho daño? Deja que te ayude a levantarte
Eva: ¡Ay! ¡Ay!
¡Espera! ¡Me he hecho daño en el tobillo!
Yo: Ven,
despacio, con cuidado, vamos a sentarnos …
Entre Ale y yo sacamos a Eva de la pista y nos
dirigimos a un sofá cercano que estaba libre. Mientras Alejandra miraba el
tobillo de mi desafortunada amiga, Candela se percató de lo que sucedía y
también se dirigió hacia nosotras.
Candela: ¿Qué ha
pasado?
Yo: Nada,
tranquila. Eva ha resbalado y parece que se ha hecho daño.
Alejandra: Se le
está hinchando mucho. La voy a llevar a Urgencias para que se lo miren.
Probablemente sea un esguince. Vosotras quedaros tranquilas aquí, que yo me
encargo.
Yo: De eso
nada, te acompaño
Candela: Y yo.
Dame un minuto para que me despida. Ahora vuelvo.
Eva: Quedaros
chicas, no quiero estropearos la noche.
Yo (riendo):
Pues haber mirado mejor dónde pisabas, o haber elegido un calzado más cómodo,
reina.
Candela ya estaba de vuelta y las cuatro nos dirigimos
al aparcamiento Entre Candela y yo sujetábamos a Eva mientras Alejandra iba a
buscar el coche.
Camino del Hospital, la curiosidad pudo más que el
malestar y Eva comenzó a interrogar a nuestra otra amiga sobre su misteriosa
acompañante. Candela nos aclaró que en realidad era una vieja compañera del
Instituto a la que hacía muchísimo tiempo que no veía, que había estado muy a
gusto poniéndose al día con ella y que se habían intercambiado los teléfonos.
Eva: ¡Ah, bueno!
Así me quedo más tranquila. Estaba alucinada de lo rápido que te habías dejado
atrapar en las redes de una desconocida…
Candela: Parece
mentira que no me conozcas…
Alejandra: Estaba
preocupada por si te había chafado la oportunidad de conocer a la mujer de tu
vida.
Yo: ¿Ahora es la
mujer de su vida? ¡Pero si hace dos horas era una ligona profesional!
Candela: Veo que
mi encuentro ha dado para mucho comentario…
Yo: Además aquí
a la que le has estropeado el plan es a
mí. Acababa de ver a una preciosa morena, que estoy segura iba a ser la madre
de mis hijos y el consuelo de mi vejez… y vas y te desparramas en el suelo.
Todas (riendo): ¡Anda
que no eres peliculera! Ja,ja,ja…
Yo: Ja,ja,ja…Ya
veréis cuando encuentre a mi princesa encantadora, ya veréis… Pero esta noche,
al menos no va a ser. Y eso que ya había empezado a desplegar mis encantos con
esa chica... En fin. ¡Maldita suerte la
mía!
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Muy buen comienzo, esperando el siguiente capitulo.
ResponderEliminarSaludos desde España... :P
Gracias por leer este nuevo relato y por dejarme un comentario. Es el más largo de todos los que he escrito. Ojalá te guste
EliminarSe ve interesante la historia...
ResponderEliminarSigue con mas capitulos por fa...
Espero que vaya saliendo uno cada día. Saludos
ResponderEliminarTiene muy buena pinta, ya se tenia ganas de otra de tus historias, gracias por tu tiempo y tu imaginación.
ResponderEliminarUn saludo.
Esperamos el próximo capitulo besos
ResponderEliminarMe encanta tu sentido del humor..la madre de mis hijos y consuelo de mi vejez,jajjajajjaja.buen inizio Despistada.
ResponderEliminarexelente inicio !! espero pronto el siguiente capitulo .....saludoss desde Bolivia atte, RR.
ResponderEliminarExcelente comienzo!!! Un buen síntoma es que no quiero dejar de leer!!!
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