6. LUJURIA
(Lujuria: Apetito desordenado de
los deleites carnales).
Pagó el taxi y la acompañó hasta su casa.
Inés: Deja que entre y te prepare una infusión.
Andrea: Gracias
Andrea indicó a la abogada dónde se encontraban las cosas y
se sentó en el sofá del salón. Poco a poco iba siendo más consciente de todo lo
que había pasado y de cómo realmente Inés la había salvado de una tesitura que
empezó siendo desagradable y se acabó convirtiendo en peligrosa y se congratuló
de la suerte que había tenido en que Inés se hubiera hecho cargo de la
situación como lo hizo.
En ese momento llegaba Inés con una infusión que colocó en
la mesa delante de ella. Se sentó en el sofá a su lado.
Andrea: Gracias por lo que has hecho por mí.
Inés: Siento no haber intervenido antes, pero realmente
necesitábamos tener algo a lo que agarrarnos para poderte librar
definitivamente del problema.
Andrea: Lo sé. Lo has hecho muy bien. Nunca te lo agradeceré
lo suficiente. Siento haber arruinado nuestra cita.
Inés: Tú no has arruinado nada, lo hizo el imbécil de tu
jefe. Lo mejor que puedes hacer ahora es acostarte y descansar. Un sueño
reparador lo cura casi todo. Así que voy a dejarte tranquila. Si te parece
bien, te llamaré mañana para ver cómo estás.
Andrea: Quédate, por favor, no te vayas, no quiero estar
sola. Te puedo dejar un pijama. Por favor, no me dejes sola.
Inés: Claro, por supuesto que me quedo si así lo deseas.
Inés siguió a Andrea a su dormitorio. Solo quería
estrecharla entre sus brazos y ayudarla a olvidar el mal trago que había
pasado.
Andrea sacó uno de sus pijamas del cajón y le acercó un
cepillo de dientes nuevo.
Andrea: Voy a darme una ducha; en el baño encontrarás todo
lo necesario para desmaquillarte.
Inés: Vale, gracias ¿Estás bien?
Andrea: Mucho mejor. Gracias por quedarte conmigo.
Entró en el baño y mientras se desnudaba dos lágrimas
rodaron por sus mejillas. El agua tibia la iba relajando. Había tenido mucha
suerte de que Inés estuviera allí. Poco a poco los fantasmas de la noche iban
desapareciendo por el desagüe y Andrea iba volviendo a su ser.
Salió del baño con el albornoz e indicó a Inés, que ya tenía el pijama
puesto, que podía entrar a desmaquillarse y lavarse los dientes. Se puso el
pijama y se acostó en la cama. Cerró los ojos.
Cuando Inés salió del baño se paró unos segundos a observar
a la mujer que descansaba en la cama. No se podía ser más hermosa. Una ola de
ternura invadió su cuerpo. Cuando Andrea abrió los ojos encontró a Inés parada
en la puerta del baño. No se podía ser más hermosa, pensó.
Inés se acostó junto a Andrea.
Andrea: ¿Te importaría abrazarme?
Inés: Claro que no
Andrea recostó su cabeza en el pecho de Inés y aspiró su
aroma. Se sentía bien. Se sentía protegida, cuidada, mimada y le encantaba.
Inés aspiró el olor de Andrea y comenzó a acariciar su pelo. Se sentía dichosa.
Nunca había sentido tanto placer al estar con otra persona. Notó como la
respiración de Andrea se iba relajando y
la sintió dormida sobre su pecho. Se inclinó a besar su nariz y cerró los ojos.
Había sido un día muy largo.
Cuando Inés despertó tenía abrazada a Andrea. La miró y se
sintió la mujer más feliz del mundo. Estaba dichosa con esa cercanía y por
primera vez pensó que a lo mejor iba a ser posible para ella encontrar a la
persona que la completara. Estaba decidida a ganarse poco a poco el corazón de
Andrea y a intentar que se enamorara de ella.
Cuando Andrea despertó volvió a aspirar el olor de Inés. Se
sintió dichosa de haber despertado entre sus brazos y pensó que Inés podría ser
la persona que la completara. Estaba
decidida a ganarse poco a poco el corazón de Inés y a intentar que se enamorara
de ella.
Inés: Buenos días ¿has dormido bien? ¿te encuentras mejor?
Andrea: Buenos días a ti también y sí a todo. Pasa tú
primero a la ducha y mientras yo iré preparando café. En el armario tienes
toallas y en estos cajones ropa limpia. Coge lo que necesites ¿Te parece bien?
Inés: Claro.
Saltó de la cama y fue a la ducha. No podía creer que
hubiera dormido abrazada a ella. La ducha le trajo nuevas esperanzas. Decididamente le pediría otra cita.
Andrea observó a Inés mientras se dirigía hacia el baño. Se
sentía dichosa. Pero su cita se había estropeado. Decididamente le pediría
otra.
Andrea preparó el café y cuando Inés salió a la cocina le dijo
que preparara una jarra pequeña de zumo de naranja y vigilara las tostadas.
Desayunaron juntas. Andrea le preguntó a Inés por su vida y sus sueños e Inés
le preguntó a Andrea por sus sueños y por su vida. Se les pasó el tiempo sin
darse cuenta. La ternura que Inés sentía por Andrea iba dando paso al deseo y
el deseo que sentía Andrea iba dando paso al amor.
Tras una larga sobremesa recogieron la cocina.
Inés: Bueno, Andrea, quizás debería irme ya…
Andrea: ¿Tan pronto?
Inés: En realidad no tengo
nada planeado, pero he pensado que quizás tengas cosas que hacer y te da
reparo pedirme que me vaya.
Andrea se acercó a Inés y la tomó de la mano.
Andrea: No se me ocurre nada mejor que hacer que estar
contigo.
Inés: No se me ocurre mejor plan que quedarme contigo.
Inés deslizó los dedos por el brazo de Andrea hasta colocar
la mano detrás de su nuca. La atrajo hacia sí y le dio un suave pero largo beso
en los labios. Se separó levemente. Andrea sonreía. Inés acercó de nuevo sus
labios esta vez entreabiertos y Andrea la recibió ahora con ansiedad. Introdujo
su lengua en la boca de Inés y notó cómo la lengua de la abogada jugaba con la
suya. Inés estaba encendida, atrajo fuertemente a Andrea hacia sí y apretó su
cuerpo contra el suyo mientras su lengua seguía buscando ávidamente la lengua
de la enfermera.
Andrea: Vamos al dormitorio
Inés: Claro
Se dirigieron a la habitación sin dejar de besarse, en un
baile loco de cuerpos y fluidos, pubis con pubis, labio con labio, avanzaban a
trompicones a la habitación. Andrea iba soltando los botones de la camisa de
Inés y para cuando llegaron al dormitorio Inés llevaba su magnífico torso
desnudo. Inés metió su mano por debajo de la camiseta de Andrea y de la boca de
esta se escapó un gemido. Mientras masajeaba el seno de la enfermera, hinchado
y turgente, recorrió su cuello con la punta de la lengua. El olor de Andrea la
enloquecía. Se separó un poco y le quitó la camiseta lanzándola al suelo lejos.
La recostó con suavidad en la cama y se tumbó encima de ella. Comía con avidez
su boca y su lengua se iba desplazando hacia abajo. Se detuvo en sus pechos,
donde sus endurecidos pezones invitaban a lamerlos y pellizcarlos. Deslizó su
boca hacia abajo. Se detuvo. Desabrochó los botones del pantalón de Andrea, bajó la cremallera y
tiró de los pantalones. Los lanzó lejos. Se deshizo de las braguitas de la
enfermera y se detuvo a contemplar su magnífico cuerpo desnudo…
Hicieron el amor, dulcemente, salvajemente, con ternura y
con pasión, vaciándose ambas en sendos
poderosos orgasmos. Sus cuerpos exhaustos y plenos reposaban uno al lado
del otro, abrazadas, sonrientes, satisfechas, felices. No existía en el mundo
nada ni nadie más que ellas.
Inés: Te deseé desde el momento en que te vi por primera vez
y me enamoré de ti poco después. Debes de saber que esta es la primera vez que
me enamoro de alguien.
Andrea: Cuando te vi, pensé que sería bueno poder echarte un
polvo, pero que, de ninguna de las maneras podría llegar a enamorarme de ti.
Pero aquí estoy, más feliz que nunca, deseando que me abraces de nuevo,
deseando dejarte que me mimes, deseando cuidarte y deseando que vuelvas a
hacerme el amor…
Inés se volvió hacia Andrea y atrajo su cuerpo desnudo
contra el suyo. El contacto cálido de la piel de la enfermera despertó en ella
de nuevo el deseo.
Inés: Me encantaría hacerte el amor ahora de nuevo, pero
querré hacértelo otra vez mañana, pasado mañana, y al otro…
Andrea: A mí me encantaría
cuidarte y acompañarte, hoy, mañana, pasado y al otro… Pero ahora, ahora
lo que quiero es hacerte el amor, saborear tu sexo, penetrarte y darte todo el
placer que estés dispuesta a recibir…
Inés: Pues no se hable más, vivamos el presente…
Andrea le sonrió y comenzó a besar de nuevo su cuello. Inés
cerró los ojos y se dejó hacer. Había hecho el amor con muchas mujeres
diferentes, pero nunca había disfrutado tanto como lo estaba haciendo con
Andrea. La lengua de Andrea jugueteaba con uno de sus pezones mientras notaba
su mano descender suavemente explorando cada centímetro de su cuerpo. Notó el
tacto cálido de Andrea en su sexo húmedo y cómo los dedos de la enfermera
comenzaban a masajear su clítoris con maestría. Una oleada de placer sacudía su
cuerpo. Abrió sus piernas para darle
acceso completo a su sexo y se dejó llevar. Nunca había sentido tantas
sensaciones juntas. Nunca había hecho el amor con alguien a quien quisiera y
ahora ya no quería hacer el amor con nadie que no fuera ella. Nunca había
deseado tanto a nadie ni se había sentido tan deseada por nadie.
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Interesante la historia. Se puso buena.
ResponderEliminarSimplemente para felicitarte, eres una escritora fantástica, tus tres historias son geniales, por favor no tardes en mandar el siguiente.
ResponderEliminarPor cierto no deberías sentirte mal de que casi no te escriban, eso no quiere decir que no te lean.
Mi madre!! Como se puso esto, esta interesante.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo q no te escriban no significa q no guste, eres buena escritora y a mi me gusta tus historias, pero no se q le pasa a mi móvil q antes publicaba más mis comentarios y ahora no, gracias por poner un capitulo cada dia
M.S
Vaya, chicas, muchísimas gracias. Nunca sabes si la gente te lee o no, pero con comentarios como los vuestros te entra un tremendo subidón y la verdad te dan ganas de seguir estrujándote el cerebro y el alma en busca de más historias. Gracias de corazón
ResponderEliminarTu historia es genial, y lo mejor de todo es que la podemos leer a diario . me alegra el día gracias.
ResponderEliminarmuy intensa la continuación
ResponderEliminarCada día se pone mejor, esperando el próximo capítulo... No tardes*-*
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