Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Pecados Capitales - Despistada - 6

6. LUJURIA
(Lujuria: Apetito desordenado de los deleites carnales).

Pagó el taxi y la acompañó hasta su casa.
Inés: Deja que entre y te prepare una infusión.
Andrea: Gracias

Andrea indicó a la abogada dónde se encontraban las cosas y se sentó en el sofá del salón. Poco a poco iba siendo más consciente de todo lo que había pasado y de cómo realmente Inés la había salvado de una tesitura que empezó siendo desagradable y se acabó convirtiendo en peligrosa y se congratuló de la suerte que había tenido en que Inés se hubiera hecho cargo de la situación como lo hizo.
En ese momento llegaba Inés con una infusión que colocó en la mesa delante de ella. Se sentó en el sofá a su lado.
Andrea: Gracias por lo que has hecho por mí.
Inés: Siento no haber intervenido antes, pero realmente necesitábamos tener algo a lo que agarrarnos para poderte librar definitivamente del problema.
Andrea: Lo sé. Lo has hecho muy bien. Nunca te lo agradeceré lo suficiente. Siento haber arruinado nuestra cita.
Inés: Tú no has arruinado nada, lo hizo el imbécil de tu jefe. Lo mejor que puedes hacer ahora es acostarte y descansar. Un sueño reparador lo cura casi todo. Así que voy a dejarte tranquila. Si te parece bien, te llamaré mañana para ver cómo estás.
Andrea: Quédate, por favor, no te vayas, no quiero estar sola. Te puedo dejar un pijama. Por favor, no me dejes sola.
Inés: Claro, por supuesto que me quedo si así lo deseas.
Inés siguió a Andrea a su dormitorio. Solo quería estrecharla entre sus brazos y ayudarla a olvidar el mal trago que había pasado.
Andrea sacó uno de sus pijamas del cajón y le acercó un cepillo de dientes nuevo.
Andrea: Voy a darme una ducha; en el baño encontrarás todo lo necesario para desmaquillarte.
Inés: Vale, gracias ¿Estás bien?
Andrea: Mucho mejor. Gracias por quedarte conmigo.
Entró en el baño y mientras se desnudaba dos lágrimas rodaron por sus mejillas. El agua tibia la iba relajando. Había tenido mucha suerte de que Inés estuviera allí. Poco a poco los fantasmas de la noche iban desapareciendo por el desagüe y Andrea iba volviendo a su ser.
Salió del baño con el albornoz  e indicó a Inés, que ya tenía el pijama puesto, que podía entrar a desmaquillarse y lavarse los dientes. Se puso el pijama y se acostó en la cama. Cerró los ojos.
Cuando Inés salió del baño se paró unos segundos a observar a la mujer que descansaba en la cama. No se podía ser más hermosa. Una ola de ternura invadió su cuerpo. Cuando Andrea abrió los ojos encontró a Inés parada en la puerta del baño. No se podía ser más hermosa, pensó.
Inés se acostó junto a Andrea.
Andrea: ¿Te importaría abrazarme?
Inés: Claro que no
Andrea recostó su cabeza en el pecho de Inés y aspiró su aroma. Se sentía bien. Se sentía protegida, cuidada, mimada y le encantaba. Inés aspiró el olor de Andrea y comenzó a acariciar su pelo. Se sentía dichosa. Nunca había sentido tanto placer al estar con otra persona. Notó como la respiración de Andrea se iba relajando  y la sintió dormida sobre su pecho. Se inclinó a besar su nariz y cerró los ojos. Había sido un día muy largo.
Cuando Inés despertó tenía abrazada a Andrea. La miró y se sintió la mujer más feliz del mundo. Estaba dichosa con esa cercanía y por primera vez pensó que a lo mejor iba a ser posible para ella encontrar a la persona que la completara. Estaba decidida a ganarse poco a poco el corazón de Andrea y a intentar que se enamorara de ella.
Cuando Andrea despertó volvió a aspirar el olor de Inés. Se sintió dichosa de haber despertado entre sus brazos y pensó que Inés podría ser la persona que la completara.  Estaba decidida a ganarse poco a poco el corazón de Inés y a intentar que se enamorara de ella.
Inés: Buenos días ¿has dormido bien? ¿te encuentras mejor?
Andrea: Buenos días a ti también y sí a todo. Pasa tú primero a la ducha y mientras yo iré preparando café. En el armario tienes toallas y en estos cajones ropa limpia. Coge lo que necesites  ¿Te parece bien?
Inés: Claro.
Saltó de la cama y fue a la ducha. No podía creer que hubiera dormido abrazada a ella. La ducha le trajo nuevas esperanzas.  Decididamente le pediría otra cita.
Andrea observó a Inés mientras se dirigía hacia el baño. Se sentía dichosa. Pero su cita se había estropeado. Decididamente le pediría otra.
Andrea preparó el café y cuando Inés salió a la cocina le dijo que preparara una jarra pequeña de zumo de naranja y vigilara las tostadas. Desayunaron juntas. Andrea le preguntó a Inés por su vida y sus sueños e Inés le preguntó a Andrea por sus sueños y por su vida. Se les pasó el tiempo sin darse cuenta. La ternura que Inés sentía por Andrea iba dando paso al deseo y el deseo que sentía Andrea iba dando paso al amor.
Tras una larga sobremesa recogieron la cocina.
Inés: Bueno, Andrea, quizás debería irme ya…
Andrea: ¿Tan pronto?
Inés: En realidad no tengo  nada planeado, pero he pensado que quizás tengas cosas que hacer y te da reparo pedirme que me vaya.
Andrea se acercó a Inés y la tomó de la mano.
Andrea: No se me ocurre nada mejor que hacer que estar contigo.
Inés: No se me ocurre mejor plan que quedarme contigo.
Inés deslizó los dedos por el brazo de Andrea hasta colocar la mano detrás de su nuca. La atrajo hacia sí y le dio un suave pero largo beso en los labios. Se separó levemente. Andrea sonreía. Inés acercó de nuevo sus labios esta vez entreabiertos y Andrea la recibió ahora con ansiedad. Introdujo su lengua en la boca de Inés y notó cómo la lengua de la abogada jugaba con la suya. Inés estaba encendida, atrajo fuertemente a Andrea hacia sí y apretó su cuerpo contra el suyo mientras su lengua seguía buscando ávidamente la lengua de la enfermera.
Andrea: Vamos al dormitorio
Inés: Claro
Se dirigieron a la habitación sin dejar de besarse, en un baile loco de cuerpos y fluidos, pubis con pubis, labio con labio, avanzaban a trompicones a la habitación. Andrea iba soltando los botones de la camisa de Inés y para cuando llegaron al dormitorio Inés llevaba su magnífico torso desnudo. Inés metió su mano por debajo de la camiseta de Andrea y de la boca de esta se escapó un gemido. Mientras masajeaba el seno de la enfermera, hinchado y turgente, recorrió su cuello con la punta de la lengua. El olor de Andrea la enloquecía. Se separó un poco y le quitó la camiseta lanzándola al suelo lejos. La recostó con suavidad en la cama y se tumbó encima de ella. Comía con avidez su boca y su lengua se iba desplazando hacia abajo. Se detuvo en sus pechos, donde sus endurecidos pezones invitaban a lamerlos y pellizcarlos. Deslizó su boca hacia abajo. Se detuvo. Desabrochó los botones  del pantalón de Andrea, bajó la cremallera y tiró de los pantalones. Los lanzó lejos. Se deshizo de las braguitas de la enfermera y se detuvo a contemplar su magnífico cuerpo desnudo…
Hicieron el amor, dulcemente, salvajemente, con ternura y con pasión, vaciándose ambas en sendos  poderosos orgasmos. Sus cuerpos exhaustos y plenos reposaban uno al lado del otro, abrazadas, sonrientes, satisfechas, felices. No existía en el mundo nada ni nadie más que ellas.
Inés: Te deseé desde el momento en que te vi por primera vez y me enamoré de ti poco después. Debes de saber que esta es la primera vez que me enamoro de alguien.
Andrea: Cuando te vi, pensé que sería bueno poder echarte un polvo, pero que, de ninguna de las maneras podría llegar a enamorarme de ti. Pero aquí estoy, más feliz que nunca, deseando que me abraces de nuevo, deseando dejarte que me mimes, deseando cuidarte y deseando que vuelvas a hacerme el amor…
Inés se volvió hacia Andrea y atrajo su cuerpo desnudo contra el suyo. El contacto cálido de la piel de la enfermera despertó en ella de nuevo el deseo.
Inés: Me encantaría hacerte el amor ahora de nuevo, pero querré hacértelo otra vez mañana, pasado mañana, y al otro…
Andrea: A mí me encantaría  cuidarte y acompañarte, hoy, mañana, pasado y al otro… Pero ahora, ahora lo que quiero es hacerte el amor, saborear tu sexo, penetrarte y darte todo el placer que estés dispuesta a recibir…
Inés: Pues no se hable más, vivamos el presente…
Andrea le sonrió y comenzó a besar de nuevo su cuello. Inés cerró los ojos y se dejó hacer. Había hecho el amor con muchas mujeres diferentes, pero nunca había disfrutado tanto como lo estaba haciendo con Andrea. La lengua de Andrea jugueteaba con uno de sus pezones mientras notaba su mano descender suavemente explorando cada centímetro de su cuerpo. Notó el tacto cálido de Andrea en su sexo húmedo y cómo los dedos de la enfermera comenzaban a masajear su clítoris con maestría. Una oleada de placer sacudía su cuerpo. Abrió sus piernas para darle  acceso completo a su sexo y se dejó llevar. Nunca había sentido tantas sensaciones juntas. Nunca había hecho el amor con alguien a quien quisiera y ahora ya no quería hacer el amor con nadie que no fuera ella. Nunca había deseado tanto a nadie ni se había sentido tan deseada por nadie.


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7 comentarios:

  1. Interesante la historia. Se puso buena.

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  2. Simplemente para felicitarte, eres una escritora fantástica, tus tres historias son geniales, por favor no tardes en mandar el siguiente.

    Por cierto no deberías sentirte mal de que casi no te escriban, eso no quiere decir que no te lean.

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  3. Mi madre!! Como se puso esto, esta interesante.
    Estoy de acuerdo q no te escriban no significa q no guste, eres buena escritora y a mi me gusta tus historias, pero no se q le pasa a mi móvil q antes publicaba más mis comentarios y ahora no, gracias por poner un capitulo cada dia
    M.S

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  4. Vaya, chicas, muchísimas gracias. Nunca sabes si la gente te lee o no, pero con comentarios como los vuestros te entra un tremendo subidón y la verdad te dan ganas de seguir estrujándote el cerebro y el alma en busca de más historias. Gracias de corazón

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  5. Tu historia es genial, y lo mejor de todo es que la podemos leer a diario . me alegra el día gracias.

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  6. Cada día se pone mejor, esperando el próximo capítulo... No tardes*-*

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