Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Negación - Vall Lynch - 1

Negación.

 1
  
-no entiendo- le dije confusa.
-¿Cómo no entiendes? Es muy simple- dijo sonriente y divertida como siempre.
-explícamelo mejor.
Estábamos sentadas en mi cama y me miró de una forma que no supe interpretar.
-está bien- me dijo- pero prométeme que no harás un escándalo.
Le aseguré que no lo haría porque sabía que solo se mofaba de mí, de vez en cuando me acusaba de histérica.
-cierra los ojos- me dijo entonces.

Le hice caso y no necesito dar explicaciones de por qué.
Todo fue tan rápido que me tomó cierto tiempo aceptar la realidad y no confundir lo sucedido con un sueño. Se posó sobre mí derribándome. Su cuerpo sobre el mío en esa posición tan comprometedora me asustó un poco. Pero era ella y mirar su rostro desvaneció todo rastro de temor. Solo veía su rostro a centímetros del mío, estaba sonriéndome bastante divertida con la situación. No tenía escapatoria, como si su cuerpo fuera una prisión, juro que no me podía mover para nada. Y aún así continuaba sin sentir miedo. Olía muy rico, llevaba puesta la crema que le regalé una vez, no había una parte de mí que no sintiera una parte de ella. Nuestras pieles parecían querer fusionarse. En ése momento aún no me había preguntado qué esperaba para moverse.
-¿estás cómoda?- me preguntó.
-no lo sé- le respondí.
Habíamos dormido juntas en innumerables ocasiones pero ella dormía bastante bien, era yo quien siempre se le tiraba encima aunque nunca de esta manera tan… diferente.
El hecho de que ella lo hubiera hecho era lo que me había sorprendido. Yo he sabido siempre sus preferencias pero todo el tiempo fue muy respetuosa, hasta demasiado diría yo, porque para mí era muy fácil abrazarla y darle besos en la mejilla de felicitaciones o para disculparme por algo que hubiera dicho o hecho que la molestara. Y no sé porque lo hacía, en verdad me asustaba verla enojada conmigo porque era muy escasa la ocasión en que ocurría y eso me indicaba que cuando lo hacía iba en serio, nunca me arriesgaría a perderla por nada de este mundo.
Mi respuesta a su pregunta era una gran mentira porque en verdad estaba bastante cómoda pero no me pareció que sería prudente decírselo cuando yo misma no lo aceptaba aún.
-podría besarte fácilmente- dijo interrumpiendo mis pensamientos.
No sé porque cuando lo dijo comencé a imaginar la posibilidad.
Me había estado explicando la diferencia entre la cercanía de alguien que te agrada y alguien que deseas, decía que si te agrada un abrazo es algo fácil pero que el contacto visual muy cercano era otra cosa porque implicaba que los rostros estuvieran demasiado cerca. Yo simplemente entendía que si alguien no me gustaba físicamente era muy difícil que yo permitiera tal acercamiento.
-no serías capaz- le dije y le sonreí.
-¿eso crees?- me dijo en tono desafiante.
-no soy una de tus florcitas.
Cambió todo el gesto de su rostro completo. Le molestaba bastante que le dijera esas cosas. Pero era cierto, tenía cierta fama con las mujeres aunque no una tan mala. En verdad nunca la vi hacer nada para que se fijaran en ella, solo poseía esa habilidad de caerle bien a todo el mundo. Porque le pasaba lo mismo con hombres. Aunque estos ya habían pasado a segundo plano en esta época de su vida. No era que no le gustaran pero no había aparecido otro que le gustara según ella. El problema con las florcitas era que mi querida amiga del alma podía acostarse con cualquiera sin sentir amor precisamente, su manera de disfrutarlo era bastante sincera pero no incondicional.
-claro que no, tú eres mi amiga- me dijo.
Ella también tenía muchas amigas. Pero siempre decía que yo era diferente.
Yo era la única que no la celaba, sin importar la preferencia sexual que tuvieran sus amigas siempre eran un poco posesivas diría yo. Así que no participaba el hecho de que yo fuera hetero.
Sus amigas no eran mi problema sino sus amantes. Sí, mi amiga tenía amantes.
Una vez una de ellas me había contado sobre el desempeño de mi amiga en la cama, algo bastante incomodo para mí, no por la información recibida sino por el emisor. Esta era la que más veces había estado con mi amiga asegurando que las demás eran solo florcitas que no sabían lo que hacían como muchas hetero con sus novios. Me había comentado que mi amiga tenía esa forma que iba más allá de tomarse su tiempo, que podía encontrar el rincón más escondido y eso hacía que las florcitas volaran solas. Contándome esto aseguró que ella era la única que estaba a la altura. Lo más curioso es que aunque sonó bastante presumida parecía también bastante feliz por tal realidad.
Lo que me llevó a preguntarme si yo era una florcita para mi novio, esa idea me había preocupado bastante en estos últimos días porque mi novio era un chico bastante experimentado pero así mismo era el único con quien yo había estado en toda mi vida.
-¿crees que soy una florcita para él?- le pregunté de pronto a mi amiga. Ella sabía que yo estaba en una nube muy lejana de cierto modo me conocía bastante bien.
-ya tuvimos esta conversación, te dije que no le hagas caso, ella es así, solo tiene esa forma de hablar ciertamente presuntuosa- me explicó.
-pero no soy experta que digamos, no me sorprendería- le dije. Ella sabía que no me gustaba cuando me respondía con palabras que no me lastimaran. Pero nunca dejó de hacerlo.
Lo más raro fue que no era extraño hablar de mi novio con ella incluso en esa posición.
-siempre te preocupas por esas cosas- me dijo- cuando nos gusta alguien y este nos corresponde no creo que deban haber tantas dudas, es algo que es espontáneo e instintivo.
-tú siempre sabes qué decir.
En ese momento dejé de pensar en mi novio y volví al análisis sobre mi amiga. Ella veía todo tan fácil a diferencia de mí era espontánea. Me pregunté entonces qué habían sentido esas que habían estado justo donde ella me tenía. Porque si fuera un chico no sé cómo hubiera reaccionado, seguro hacia ratos que le habría enviado al piso de un empujón. Nunca me gustaron tan lanzados. Fue en ese momento cuando me pregunté qué esperaba mi amiga para quitárseme de encima.
-¿en qué piensas?- le pregunté.
-en lo tímida que eres- me dijo.
-no lo soy- aseguré.
-sí lo eres, solo estoy aún aquí porque confías en mí…pero si yo…
Se acercó más cosa que yo creía imposible. Pero tenía razón en lo que había dicho y de pronto mi cerebro se desconectó.
Tal vez estaba probándome o algo, no lo sé. Su respiración acarició mi nariz y cuando su boca se entreabrió tan cerca de la mía su aliento fue como una llave que separó mis labios. Un cosquilleo desconocido me recorría el cuerpo y sólo me quedé ahí muy quieta, no se acercó más aunque si lo hacía me besaría. Ella me besaría.
Esa idea estaba en mi inconsciente como una pregunta.
Comencé a ser consciente del peso de su cuerpo sobre el mío, de su piel rozando la mía, me sentía bastante a gusto. Pero no me besó. Sólo me miraba de manera infinita y yo me preguntaba qué pasaba por su mente. Entonces mi corazón había aumentado ligeramente sus latidos por segundo. El tiempo parecía no existir, no pude pensar en nada, sentía un gusto agobiante por estar ahí con ella, así. Porque era bastante consciente de que estaba con ella.
Entonces tocaron a mi puerta y su cuerpo abandonó el mío y al separar nuestros rostros sentí como si hubiera salido a la superficie luego de horas sumergida en agua. Me alcé como por resorte.
-¿sí?- dije sentada en la cama.
-cariño, saldré un momento, estén pendiente.
Era mi madre, abrió y cerró la puerta sin más.
Unos segundos de silencio le siguieron al portazo. De pronto mi habitación me parecía un lugar desconocido.
-sabía que no serías capaz- dije volteándome a ver a mi amiga. De alguna manera me moría por romper el silencio. Era nuestro primer silencio incómodo después de años de amistad.
-¿eso crees?- me dijo sonriente.
-estoy segura, te tardaste mucho.
-sólo estaba esperando a que te apartaras.
Y fue ahí cuando yo me pregunté qué esperaba yo para quitármela de encima.
-parece que confío demasiado en ti- dije sonriente. Y así volvimos a ser las de siempre. Solo a alguien como ella le habría permitido acercarse tanto.
Pero eso no explicaba lo que había sentido. Pensé que era algo hormonal, tal vez estaba muy sensible, solía pasarme una vez por mes al igual que a todas las mujeres. Y así no volví a pensar en ese día.


------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Vall Lynch - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...