Capítulo 2.
–
¿Por qué lo dices?- Dijo Paula, que había
bajado de la nube a causa del comentario de su amiga.
–
Pues porque tiene pinta y además esos
apellidos, no sé, pero creo que si es gitana Pau.
–
Bueno, ¿y? ¿Hay algún problema?
–
No seas tonta Paula, sólo lo he dicho porque
tenías curiosidad, ¿o es algo más?
La rubia no contestó.
Ese día las clases terminaron rápido,
al salir la vio de lejos sentada en la parada del bus leyendo un libro, no
sabía por qué, pero no podía dejar de mirarla. Macarena la sacó de sus
pensamientos:
–
Bueno chicas, ¿nos vamos de cervezas un rato?
¡Invito yo!
–
No gracias Maca, ya sé como acaban tus
invitaciones y no quiero acabar borracha el primer día de clase- las chicas
rieron.
–
¡Si venga unas cervecitas Pau!- le dijo Julia
animándola- solo un par.
–
La última vez también quedamos en que iban a
ser un par….y acabaron siendo ocho cervezas, dos cubalibres y Maca vomitando en
el taxi, hoy no me convencéis, además mi madre me espera para comer. Mañana nos
vemos-Se despidió Paula de sus amigas con dos besos, se puso el casco y se fue
con su moto para casa.
Quince minutos después ya estaba en
casa y Maia, su pequeña bulldog francesa, se acercó feliz para que su dueña la
cogiese.
–
¿Donde esta lo más precioso del mundo?- Dijo
al cogerla en brazos.
–
¡Aquí!- Dijo Ana, la madre de Paula. Las dos
rieron y se saludaron dándose dos besos.
–
¿Cómo te ha ido cariño?
–
Genial mamá, ya sabes con las chicas y sus
locuras, ¿y a ti en el trabajo?
–
Uff estresante, como siempre, parece que
todas las cosas quieren salir mal a la vez.
Últimamente, madre e hija no podían
pasar mucho rato juntas, su madre, directora de una agencia de publicidad,
estaba inmersa en un proyecto que le traería mucha fama a la empresa, pero que
le quitaba mucho tiempo, aunque el mínimo espacio de tiempo que se le quedaba
libre, lo usaba para estar con su familia.
Los dos hermanos y Ana comieron entre
risas, era una familia muy unida.
Los días iban pasando, Marina siempre
en el mismo sitio sentada, al igual que las chicas. La morena era brillante en
clase, contestaba todas las preguntas de los profesores a las que nadie
encontraba respuesta. La rubia cada vez que la miraba pensaba en saludarla,
decirle algo o preguntarle algo acerca de alguna asignatura, aunque fuese la
duda más tonta del mundo, pero nunca se atrevía, no sabía por qué, ya que con
todo el mundo era muy abierta y no le importaba hablar con gente a la que
apenas conocía, pero con la morena de ojos verdes, todo era diferente.
Una mañana, las chicas iban por el
pasillo de la facultad, cuando las adelantó Marina. Al pasar al lado de la
rubia, su perfume la embriagó, era delicioso, al igual que las vistas que en
ese momento tenía Paula, su larga melena suelta y su trasero, Paula se
sorprendió a si misma mirándoselo.
Macarena, por el contrario, al ver a
la morena pasar, se le quedó mirando con cara de desprecio y cuando Marina ya
no estaba a la vista, reprochó:
–
Esta visto que ya dejan entrar aquí a
cualquiera- Iba diciendo esto mientras las cuatro entraban al servicio.
–
¿Por qué dices eso?- Dijo Lucía.
–
Esta claro, por la gitana esa que hay en
clase, la que ha pasado antes por nuestro lado, seguro que toda la ropa que
lleva de marca, o es robada o es falsa- rió a carcajadas.
Paula se sentía tan ofendida como si
se estuviesen refiriendo a ella, no podía creer que su amiga fuera tan
superficial, y que por un apellido o por una apariencia denigrara a una persona
de esa manera. La rubia enfureció:
–
Macarena no te permito que...-Decía
seriamente, pero su amiga la volvió a cortar.
–
En serio, no volveré a dejar mi bolso en el
perchero de clase- siguió riendose.
En ese momento una de las puertas de
los servicios se abrió, y la chica que se encontraba dentro salió con la cabeza
gacha rápidamente, era Marina. Paula se quedó petrificada, sintió vergüenza y
tristeza de verse en esa situación tan lamentable, sentimientos que se
convirtieron en enfado que recayó sobre su amiga.
–
¡Joder Macarena! ¿No puedes cerrar la puta
boca?
–
Paula relájate ha sido un error- intentaba
Julia quitarle hierro al asunto, ya que veía en los ojos de su amiga que
realmente estaba muy enfadada.
–
¿Un error? Yo creo que ha dejado bien claro
lo que piensa, ¿y sabes lo que pienso yo, Macarena? Que eres una auténtica
gilipollas y que como sigas así te vas a quedar sola tú, tus prepotencias y tu
puto orgullo- Dijo Paula enfurecida saliendo del baño para ver si podía
encontrar a la chica ofendida. Se sentía fatal, no se explicaba cómo una de sus
mejores amigas podía comportarse así, pero lo que encontraba menos explicación
es por qué le dolía tanto si apenas la conocía. Buscó por los alrededores y no
había rastro de la morena. Sacó su móvil del bolsillo y le mandó un mensaje a
Julia para decirle que se iba a casa, que no tenía ganas de ver a Macarena.
Esa noche apenas pudo conciliar el
sueño, la incómoda situación no salía de su cabeza, como se habría sentido esa
chica y lo que pensaría de ella al respecto.
A la mañana siguiente, después de la
mala noche que había pasado se despertó muy cansada, miró su móvil y tenía
muchas llamadas perdidas de Macarena y las demás y varios mensajes de Whatsapp
de Macarena pidiéndole perdón, se asomó a su gran balcón, era una mañana
lluviosa y gris, nada acompañaba hoy para sentirse mejor. Bajó a la cocina y
desayunó como siempre, con su padre y su hermano escuchando las anécdotas del
día anterior de su padre en el hospital, aunque esa mañana, la rubia estaba más
callada y pensativa que de costumbre.
–
Pau cariño, ¿estás bien? Te noto ida, ni
siquiera te has metido con tu hermano- Dijo Hugo bromeando.
–
¡Eh!- dijo Marcos levantando la vista de su
móvil.
–
No es nada papá... es sólo que ayer tuvimos
un problema con una chica de clase…y no me ha dejado de rondar la cabeza.
–
¿Le dijiste algo tú o hiciste algo?
–
No, fue Macarena que no sabe estar callada,
no se cómo puede ser tan idiota algunas veces.
–
Entonces ¿por qué estas así?
–
No se papá, solo me siento mal.
–
Bueno cariño, ya sabes que las cosas se
solucionan hablando, habla con la chica y soluciónalo, es la única manera de
que te sientas mejor contigo misma- Paula esbozó una leve sonrisa ante las
palabras que le brindaba su padre.
–
Lo intentaré- le dio un beso a su padre-
luego nos vemos.
Esa mañana lluviosa no le quedó de
otra que coger su lujoso coche para ir a la facultad, nadie entendía por qué
ella prefería ir en la vieja moto teniendo ese coche, pero ella lo prefería.
Por suerte o por que el destino lo
quiso así, ese día de camino a la facultad encontró a Marina en una parada de
bus, la morena iba cargada, con una mano llena de libros y en la otra el bolso
y el paraguas. Paula nada mas verla, pensó que era el mejor momento para hablar
con ella, “ahora o nunca”, pensó. Pisó el freno y se paró al lado de la morena,
bajó la ventanilla del copiloto y la llamó:
–
¡Ey Marina!- La morena la ignoró
completamente excusándose en que estaba mirando su smartphone, ni se inmutó
ante la llamada de la rubia.
–
Marina, por favor, ¿puedo hablar contigo?-
esta vez Marina la miró y con un gesto serio le dijo secamente:
–
Tú y yo no tenemos nada que hablar.
La rubia no sabía que decir, solo le
quedaba insistir, no podía perder esa gran oportunidad.
–
Marina… esta lloviendo mucho, te vas a
empapar y tus libros también…por favor deja que te lleve a la facultad- dijo en
tono de súplica Paula. Se quedaron mirando fijamente unos eternos segundos, en
los que Marina pensaba en que hacer, ese instante se hizo largo para la rubia,
que rezaba por un sí.
–
Esta bien…- Dijo la morena subiéndose en el
coche casi sin mirar a su compañera, no estaba en sus planes hacer contacto
visual con la de los ojos azules en ningún momento.
–
Marina… quiero pedirte perdón, lo de ayer
estuvo fuera de lugar… de verdad que lo siento mucho.
–
¿Por qué te disculpas? Si tú no dijiste nada-
dijo la morena sin mirarla.
–
Pues porque me siento fatal… Macarena no te
puede juzgar de esa manera sin conocerte, es una injusticia y una gran ofensa.-
En ese momento Marina se giró y miró a Paula a los ojos.
–
Tú no me conoces, Paula.- Los ojos de la
morena eran aún mas grandes y preciosos a esa distancia.
–
Bueno eso tiene fácil arreglo…Paula Castell-
Dijo la rubia extendiéndole la mano. La morena se quedó mirando la mano de
Paula por unos segundos.
–
Marina Heredia- estrechando la mano de la
rubia mientras se sostenían la mirada.
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Esto promete! estoy deseando leer el proximo :)
ResponderEliminarMe ha encantado me tiene enganchada totalmente la historia.
ResponderEliminarJoo!! Quiero el siguiente capítulo!!! Me ha encantado.
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