Capítulo 1
Madrid, España.
Era una mañana cálida y soleada,
típica de septiembre, se empezaban a notar los efectos de la entrada del otoño,
ya no hacía ese calor tan asfixiante por lo que era perfecto. A Paula le
encantaba Madrid en esta época del año, salvo un detalle, empezaría otro año en
la universidad. A ella le gustaba la carrera de empresariales que estaba
cursando, pero nada se podía comparar con las vacaciones de verano en las
cuales salía todos los días con sus amigas.
Paula era una chica muy simpática, graciosa,
extrovertida, muy amigable. Su físico le ayudaba mucho: 1.70, delgada, pelo
largo rubio y unos preciosos ojos azules como el cielo que enamoraban con sólo
una mirada. Era una buena estudiante, iba a comenzar segundo curso ese mismo
día.
Se encontraba desayunando en la cocina
con su padre y su hermano menor. Marcos, que así era como se llamaba su
hermano, era la viva imagen de Paula, salvo que este ya le sacaba un palmo de
altura, su melena rubia estaba peinada con un tupé perfectamente peinado
después de media hora encerrado en el baño, él siempre tardaba más que Paula en
arreglarse.
Su padre, Hugo, que era igual de alto
que su hermano, era un hombre fuerte y robusto, tenía el pelo castaño y una
barba bien arreglada. Era un médico muy distinguido en Madrid, el hubiese
querido que Paula hubiese seguido sus pasos pero no pudo convencerla, ya que
cuando su hija tomaba una decisión, nadie le hacía dar marcha atrás. Hugo, que
bebía una taza de café mientras leía el periódico, miró el reloj, ya eran las
7.30 de la mañana.
–
Marcos, date prisa en terminar el desayuno,
tenemos que ir saliendo para el instituto.
–
Dos minutos papá-Le contestó Marcos sin dejar
de mirar su iphone.
–
Deja el teléfono ya, que te vas a quedar
tonto-le regañó Hugo
–
Papá no empieces, sabes que aprovecho ahora
porque en el instituto no puedo usarlo.
–
Como si no supiéramos que todos lo usáis a
escondidas -Dijo Paula para hacer rabiar a su hermano.
–
Y tu señorita, termínate el desayuno, que
también tienes que ir a la facultad y vas a llegar tarde, ¡que aún estas en
pijama Pau!
–
No te preocupes papá tardo cinco minutos en
arreglarme y salir, no como tu otra señorita que tarda casi una hora en
arreglarse- refiriéndose a su hermano, el cual le tiro un trozo de galleta
mientras Hugo y Paula reían.
–
¿Hoy vas en moto o en coche?
–
En moto, hoy hace un día genial como para
desperdiciarlo yendo en coche-Paula tenía una vespa blanca, fue un regalo de su
abuelo, y a ella le encantaba ir a todos lados con su moto.
–
Pues ten cuidado con ese cacharro.
–
Eh! No le digas eso a mi vespa.
–
Bueno cariño, sólo quiero que vayas con
cuidado y que empieces con buen pie este año- dijo Hugo levantándose y dándole
un beso en la frente- nos vemos esta noche.
–
Hasta luego Pau!- se despidió su hermano.
Paula se despidió, terminó su desayuno
y fue a vestirse. Se puso unos pantalones pitillo vaqueros, unas converse
blancas y una camiseta de manga corta, cepilló su pelo, cogió sus gafas de sol
y una chaqueta para protegerse del aire en la moto. Se despidió de su perra y
se dirigió hacia el garaje.
Vivía en una casa a las afueras de
Madrid, su casa era muy grande y espaciosa, con un gran jardín y una piscina,
tenía que coger el coche para todo, pero a ella le gustaba vivir allí y no
vivir en el centro encerrada en un piso.
Montó en su vespa, se puso su casco y
se fue para la facultad. Cuando llegó, en el aparcamiento la esperaban sus tres
amigas, las cuatro eran las mejores amigas desde el instituto y habían
permanecido juntas todos estos años, se ayudaban en todo las unas a las otras,
eran como hermanas. Se llamaban Lucía: pelo castaño liso a la altura de los
hombros, 1.70, delgada y de piel clara, muy extrovertida; Julia: 1.75, pelo
negro largo hasta la cintura, con un cuerpo muy definido gracias a años de
natación, de piel mas morena, ella y Paula eran la voz de la cordura en ese
grupo; y Macarena: cabello rubio ondulado largo, 1.65, cuerpo con curvas
exuberantes, la locura en persona. Al verla llegar en moto todas pusieron mala
cara y Lucía dijo:
–
¿No podías dejar ese cacharro en casa el
primer día de clase?
–
¡Eh! ¿Por qué todo el mundo hoy se mete con
mi moto?
–
Joder Paula, teniendo en casa un BMW serie 1,
¿tienes que venir con eso? Podíamos haber fardado un rato- dijo Macarena con
cara de pena.
–
Jajaja no seáis tontas, si ya conocemos a
todos, seguro que ya nos vieron suficiente el año pasado- dijo Paula riendo y
negando con la cabeza.
–
Eso no lo sabes Paula- dijo Julia- pero
aparca rápido que no nos vean cerca de eso mucho tiempo- todas rieron.
Eran chicas adineradas, algunas veces hacían
alarde de ello y eran un tanto arrogantes, a diferencia de Paula que odiaba aparentar,
pero aun así quería mucho a sus amigas y ellas la querían a ella, cada una tenía
una personalidad diferente y entre ellas se complementaban.
Aparcó y aseguró su moto, y las cuatro
se dispusieron a entrar. Iban hablando del tema fundamental en la vida de Macarena,
los chicos:
–
¿Habéis escuchado que a Alex le han comprado
un piso para el solo?-Decía Macarena sonriendo.
–
Sí, y seguro que ni siquiera vive allí, lo
usará de “picadero”.- dijo Julia refiriéndose a que ese muchacho usaba el piso
para llevar chicas y acostarse con ellas.
–
¿Si?, pues puede que tenga que ir a hacerle
una visita- dijo Macarena con un tono pícaro mientras miraba al chico que se
encontraba al fondo del pasillo.
–
Ains Macarena quien te escuche- dijo Julia
negando con la cabeza.
Entre risas y tonterías buscaron la
clase en la que darían sus clases el resto del curso. Se sentaron las cuatro
juntas en la quinta fila de asientos, ya que Macarena y Lucía querían estar
cerca de los chicos que se sentaban más atrás y poder hablar con ellos sin que
el profesor se molestase. Había compañeros conocidos, otros de otros grupos que
conocían de vista.
–
Chicas ahí esta Alex- dijo Macarena saludando
al chico. Este se acerco a ellas para saludarlas dándole dos besos a cada una.
–
Buenos días chicas- dijo el guapo muchacho- me
voy a sentar en esta clase más para atrás con los demás, nos han dicho que esta
asignatura es aburridísima y el profesor no para de hablar, un autentico incordio,
¿os queréis sentar con nosotros? ¡Ah!, Jairo me ha dicho que quería hablar un
rato contigo, Paula.
–
Emm no Alex, pero gracias estamos bien aquí-
dijo Paula- hablaré con el en otro momento- dijo brindándole una sonrisa un
tanto forzada.
–
Yo os acompaño- Dijo Macarena levantándose
rápidamente y enganchándose al fuerte brazo del muchacho
–
¡Maca!- dijeron las chicas a su amiga, la
cual hizo caso omiso.
–
Que os divirtáis chicas- fue la contestación
de su amiga, que ya se alejaba para sentarse con los chicos al final de la
clase.
La gente seguía entrando, ya se
acercaba la hora comenzar y la clase estaba bastante llena.
–
¿Por qué tendremos tan mala suerte? Apenas
hay gente nueva.
–
Dirás chicos nuevos, ¿no?- contestó Paula
riéndose.
–
Bueno si, ya sabes siempre lo que a mí me
interesa- le contestó Lucía, mientras Julia suspiraba y ponía los ojos en
blanco- ¿Que pasa Julia? Siempre es divertido conocer gente nueva, se mas simpática
y menos gruñona, que te pareces a Shrek.
–
Puede ser que sea Shrek porque tengo a mi lado
al asno parlante y cargante.
–
Paz chicas- Dijo Paula mientras reía.
La gente seguía entrando y justo a la
hora exacta en la que empezaba la clase, una chica morena entró por la puerta,
seguida del profesor, que cerró la puerta y saludó a los alumnos. Todo el mundo
se calló y el profesor empezó a presentarse. Paula no escuchó ninguna de las
palabras que dijo el profesor, pues estaba concentrada mirando a la chica que
entro antes que el y se sentó en primera fila, era la primera vez que veía a
esa muchacha, ¿quien era?
–
Esa chica no la había visto nunca, mira Lucía
gente nueva- Dijo su amiga Julia.
–
Cual es la parte de CHICOS nuevos la que nos has
comprendido- le contesto Lucía.
Esa chica a la que se referían y a la
que Paula no dejaba de mirar tenía una melena morena muy larga y ondulada, su
piel era tostada y su cuerpo delgado pero con curvas, vestía un pantalón beige
ajustado, una camisa rosa, unas bailarinas marrones y llevaba un gran bolso
colgado de su antebrazo. Paula solo alcanzó por un segundo a ver su perfil y
ahora le era imposible verla de frente ya que la chica estaba de espaldas.
–
Pues parece que a Paula si le ha interesado-
dijo Julia para ver si su amiga se daba cuenta de que estaba hablando de ella,
ya que estaba embobada mirando a la chica y no había escuchado la conversación
de sus compañeras.
–
¿Em?- dijo Paula al escuchar su nombre. Las
chicas se rieron.
–
¿A quién miras tanto Pau?
–
A la chica nueva- dijo Paula sin pensárselo,
pues entre ellas no había secretos- parece interesante, no se, es la primera
vez que la veo, ¿sabéis quien es?
El profesor seguía explicando las
normas de evaluación y decidió pasar lista, algo que muy pocos hacían porque
las clases eran muy grandes y se perdía mucho tiempo, pero en este caso este
profesor quería puntuar la asistencia, por lo que comenzó a nombrar a los
alumnos. Los alumnos iban levantando la mano uno a uno al escuchar su nombre
completo, en ese momento, el profesor dijo:
–
¡Marina Heredia Amaya!
En ese momento la chica a la que Paula
miraba levantó la mano. Se escucharon unas risas al final de la clase y todo el
mundo se giró para ver quien causaba ese estruendo, eran Alex, Macarena y sus
amigos. Gracias a eso Marina se giró, cosa que no hizo Paula lo que le sirvió
para ver la cara de la muchacha que le causaba tanta curiosidad, pudo ver sus
ojos verdes como la hierba, tan intensos y penetrantes que derretirían a
cualquiera. Paula se perdió en ellos, por unos segundos, ya que la chica volvió
a mirar en dirección al profesor. La rubia se quedó sin habla, se había quedado
congelada con esa mirada. Su amiga Lucia, que se encontraba sentada a su lado
se inclinó hacia ella y susurrándole al oído le dijo:
-Pau la chica a la que tanto miras….es
gitana.
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