Después
de la gala de presentación, de ver a Candela y (aunque me abofeteara) ver que
me perdonaba y seguía amándome como el primer día o más, decidí que era hora de
unas vacaciones. Habían sido unas semanas muy tensas para todos, aunque para
unos más que para otros.
Decidí desconectar del mundo y lo primero que se me
ocurrió fue irme a España.
Las vacaciones con Candela, fueron de lo mas bonitas
que puede haber. Paseamos por la capital, luego pasamos unos días en Andalucía
entre mezquitas y demás... todo fue muy bonito. Nuestros últimos días de
vacaciones los pasamos en la isla de Ibiza. Puestas de sol sorprendentes,
playas paradisíacas... gente excepcional. Después de esas mini vacaciones que
duraron escasamente 3 semanas, volvimos
a nuestros quehaceres cotidianos. Candela volvió al bufete y yo volví a casa, a
preparar las exposiciones pendientes y a hacer más trabajos de fotografía.
Encontrándome
yo en medio de un trabajo de fotografía para una conocida marca de gafas de
sol... recibí un la llamada.
-
Ciao, ¿quien habla? - pregunté un tanto curiosa.
-
Ciao, soy el Doctor Romano. ¿Bella? - preguntó un tanto inseguro.
-
Hola doctor, ¿a que debo su llamada? - pregunté un tanto intranquila.
- Era
para avisarte Bella, tu padre ha ingresado otra vez en el hospital. ¿Puedes
pasarte por aquí? - dijo ahora con un tono de voz apagado.
- Si
doc. enseguida voy. - dije antes de colgar.
Me acerqué al equipo que tenía a mi alrededor
inclusive los modelos y les comenté.
- Por
motivos personales, tengo que dar por terminada esta sesión, al menos por
hoy no podemos continuar. - suspiré y me
froté la frente. - Tomaros esta semana entera libre, ¿si?. En cuanto pueda
volveré al trabajo. ya llamo yo a vuestros jefes no os preocupéis y gracias. -
terminé antes de coger la cámara y el resto de bártulos e irme directamente a
mi coche.
Todos me daban palmaditas en la espalda en señal de
"estamos contigo", "lo que necesites" y se lo agradecí con
un saludo con la mano a todos.
Una vez en el coche, respiré hondo y golpeé el volante
unas cuantas veces para desquitar mi ira con él. Si llegaba al hospital y
sacaba mi ira con Angelo, no habría médico que pudiera salvarlo.
Encendí el coche, hice rugir el motor y salí a toda
pastilla de allí, rumbo al hospital. Entre tanto, hice un par de llamadas.
-
Kyle, ciao sonno io... Bella - dije estresada por el bullicio del tráfico a esa
hora.
-
Ciao, Como estai? - contestó alegre.
- De
camino al hospital, han ingresado a Angelo de nuevo. Voy para allí ahora mismo.
- dije mientras apretaba el claxon en señal de malestar por el tráfico.
- Ok,
salgo para allá. ¿Recojo a Candela?
- Si
haces el favor, porque no estoy segura de llegar a tiempo; quizás lleguéis
vosotros antes que yo. - dije volviendo a apretar el claxon.
- No
te preocupes, yo me encargo. - termino antes de colgar.
Colgué la llamada y lancé el teléfono al asiento del
copiloto.
Otra vez lo han ingresado, ¿le habrá fallado el
marca-pasos? Sinceramente, ya poco me importaba. Sólo iba porque soy su única
familia, sino ya hacia tiempo que me habría desentendido de él completamente.
Una vez en el hospital, el doctor Romano ya me
esperaba en recepción.
-
Bella. - dijo estrechándome la mano.
-
Doc. - conteste estrechándole la mano. - ¿que ha sido esta vez?
- Le
ha fallado el marca-pasos y estamos haciéndole unas pruebas, pero todo indica a
que tiene las válvulas del corazón muy dañadas... intentaremos arreglarlas lo
mas que podamos, pero la operación conlleva un riesgo... y no estamos seguros de
que salga de esta. - comentó el doctor mientras me guiaba a la habitación de mi
padre.
-
¿Está consciente? - pregunté.
- Si,
está con oxigeno y débil, muy débil. Él ha insistido en que te llamáramos. Dice
que quiere hablar contigo. - dijo el doctor dejándome en la puerta de la
habitación y alejándose por el pasillo.
Lo vi allí postrado en la cama. Un hombre tan activo
como el había sido y míralo ahora... en la cama de un hospital, debatiéndose
entre la vida y la muerte. Podía ver en sus ojos esa misma neblina grisácea que
tenía mi madre antes de morir. Su mirada estaba perdida, como si su cuerpo
estuviera aquí; pero su alma estuviera ya preparando todo para irse a otro
lugar.
-
Bella... - escuché que gritaban mi nombre desde el pasillo.
Eran Kyle y Candela. Acababan de llegar y el médico
los había avisado de todo, ya que ellos eran como de la familia.
- Lo
siento Bella. - comentó Candela abrazándome.
-
Princesa... - dijo Kyle antes de abrazarnos a las dos.
No hacía falta que dijeran nada más... Ya solo con su
presencia ya me encontraba mejor.
Les hice ademan de que entraran y yo entré de última.
Me acerqué a un lado de la cama, hasta quedar casi
sentada en un lado de esta.
-
Hola Angelo, ¿necesitas algo? - pregunté mientras lo miraba a los ojos, como
intentando adivinar de que quería hablar conmigo.
-
Hola princesa... - miró a Kyle - hola
hijo... - y tomó aire de la mascarilla y siguió. - Hola hija - dijo mirando a
Candela.
Todos nos quedamos estupefactos, nos había llamado a
todos hijos. ¿Era producto de la medicación? No era normal, a lo mejor quería
redención el perdón de todos antes de
dejarnos y abandonar este mundo.
-
Princesa, dile a tu mujer que se acerque... que ladro mucho pero jamás
muerdo... - dijo mientras tosía levemente.
Lo miré atónita y miré hacia Candela. Esta entendió a
la primera y se acercó por el otro lado de la cama sentándose en el borde.
-
Sólo quiero que me escuchéis, y no me interrumpáis hasta que termine...
¿de acuerdo? - dijo mientras inhalaba otra vez de la mascarilla.
Todos asentimos y quedamos pendientes de lo que quería
decirnos.
- No
quiero vuestro perdón, se que he hecho mal muchas cosas... y entre ellas tú
eres la primera cosa que hice mal. - cogiendo aire de nuevo. - si hubiera sido
mejor padre como a tu madre le hubiera gustado, ahora mismo no estaríamos así.
- miró a Candela y le apretó la mano. - Siento haber sido un verdadero
desgraciado con mi hija y más respecto a ti. Se de sobra que te ama y aún así
lo utilicé en su contra. Nunca fue mi intención hacerte cualquier mal. - dijo
mientras besaba el dorso de la mano de Candela. - Kyle hijo... acércate. Se que
siempre has velado por Bella como si fuera tu hermana de sangre y sólo quiero
que sepas que te lo agradezco, que siempre has sido parte de la familia. -
respiró hondo y volvió a mirarnos a Candela y a mi. - Bellatrix Caterina Chateu
Salvatore... sólo quiero decirte que nunca he querido un varón. Tú has sido mi
mayor tesoro junto con tu madre. Que realmente he visto que eres feliz tal y
como eres y que has encontrado a gente que te quiere sin importarle el apellido
y eso es fantástico. Siempre tuve la ilusión de coger a mis nietos en brazos,
pero creo que no va a poder ser... Se que esta mujer te hace feliz y se que tú la
haces a ella igual de feliz. No se si la querrás o no, pero... Estoy orgulloso
de tenerte como mi hija y estoy orgulloso de que estés con esta mujer. Por mi
parte os doy mi bendición, solo una cosa... si algún día llegáis a tener
chiquitos... háblale de lo maravillosa que era su abuela Isabella, ¿si? - dijo
mientras se volvía a poner la mascarilla de oxigeno.
Todos nos habíamos quedado impactados con el discurso
de Angelo.
-
Ang... - carraspeé un poco y retomé lo que iba a decir. - Papá, gracias. Y ten
por seguro que le hablaremos de la madre maravillosa que tuve... y del gran
hombre que era mi padre también. - dije mientras se me deslizaban un par de
lágrimas por mis mejillas.
Ya no contestó con palabras, también se le cayeron
unas lágrimas y me besó la frente como solía hacer cuando era pequeña. Lo mismo
hizo con Kyle y con Candela. A esta última, le dio un enorme abrazo y le
susurro algo al oído, algo que a los dos les hizo gracia e hizo que Candela lo
abrazara con fuerza.
Pocos minutos después, entró el doctor Romano con un
par de ayudantes para llevárselo.
- Nos
lo llevamos a quirófano. - dijo mirándome serio.
- Ok
doc. Ya hemos hablado, ¿verdad papá? - dije mirándolo con tristeza.
Este asintió y derramó otras lágrimas.
-
Entonces, sólo nos queda rezar y que todo salga bien. De cualquier cosa le
mantendremos informados. - dijo mientras seguía la camilla de mi padre hasta el
ascensor.
Nos miramos como sin saber que había pasado en esa
habitación. Tanta bondad y humildad después de todo lo sucedido... sólo podía
tener una explicación, al menos para mi. Se sentía tan mal por haber echo lo
que hizo y de que manera lo hizo, que sabía perfectamente que a mamá no le
hubiera gustado... y ahora que se ve más cerca de ella que de nosotros...
decidió hacer lo correcto, aunque no fuera a su manera por una vez en la vida.
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