Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Danza entre Lobos - Cristalsif - 26

Capítulo 26

Simarik I


La luz atravesaba los cristalinos vitrales del gran ventanal, tibios rayos acariciaban la espalda de la joven dama, que inocentemente continuaba su rutinario quehacer, deslizaba imperceptiblemente el pincel sobre el lienzo, casi tan suave y cuidadosamente que apenas humedecía con su punta la prenda en lugares tan precisos que el pulso amenazaría con fallar, pero no era el caso de su fino deslizar sobre la tela. La doncella de rubia melena estaba tan abstraída en sus menesteres, que no se percataba de la brillante mirada roja que en todo momento la observaba, tan silenciosa como un fantasma. Erstin no sabía la contemplación de la que era objeto, mucho menos comprendería que ante la miraba absorta, su labor se ensalzaba dentro del marco curioso, de los matices y colores que tornaban un paraje de ensueño aquel gran salón bajo el influjo del astro solar, más que puede hacer la voluntad cuando sucumbe a la curiosidad y a una fuerza aun más poderosa.


Nina no quería estar por más tiempo solo dedicada a la observación de la joven, ansiaba escuchar su voz gentil nuevamente y por ello no evitó tal vez importunar. -Incluso un día como hoy... parece tan absorta e impasible, como si nada la tocara... Señorita Ho-

La joven sirviente detuvo su trazo, casi estuvo a punto de fallar la línea, así que se vio obligada a separar el pincel del lienzo, objeto que deposito raudamente sobre la paleta de colores y esta a su vez sobre una mesa de trabajo, en la que habían toda clase de pigmentos imaginables. Sus ojos celestes se volvieron sobre el panorama oscuro que se antojaba el pasillo y notó la figura conocida de la menor de los Kuga. Solo de ese modo tembló su mano, más no acudió a su voz alguna respuesta prudente. Para la ocasión la joven Ho no contaba ya con su overol, lucía un atuendo tan semejante al de otras doncellas, sin embargo no se atrevió a cuestionar la solicitud de la morena, quien encontró inapropiado el uso de la misma prenda durante más de un par de días, pues ese había sido el tiempo transcurrido de su estancia en el castillo Kruger y pese a encontrarse ya mejor de su rodilla, algo le había impedido marcharse cada noche a su morada, se tratara quizás de esa mirada melancólica que ahora se cruzaba con la suya.

-Cada insignificante punto... revive la gloria que en antaño deslumbrara con esta pintura, una labor semejante ocupa considerable concentración- Se sonrojó ante el interés que demostraba Nina por su trabajo, nadie había notado siquiera su presencia, además de la Duquesa y su esposa, a quienes saludo distante algunas veces, esas mujeres se miraban siempre rodeadas de un halo de magnificencia difícil de igualar... pero tenía la misma sensación respecto a la dama Kuga, era de ese modo aun más difícil pensar que Nina delatara algún tipo de interés por ella y en tal caso la motivación sería seguramente la amabilidad de su corazón, mucho más de lo que Erstin esperaba de alguien como ella.

-Has devuelto su hermosura a los cuadros y esculturas muertas de este castillo, todo cuanto tocas... reluce con vida propia- Nina ya había llegado junto a Erstin y tendía galante la mano para ayudar a la restauradora a bajar por las pequeñas escaleras sobre las que normalmente aguardaba de pie durante su labor.

-Nunca nadie mencionó nada sobre eso... es un halago como su excelentísima no imagina- Erstin tomó la mano y bajó rápidamente por las escaleras, entonces fue importunada por su premura y torpeza, tropezó pero más rápidamente fue rodeada por los protectores brazos de la pelinegra, quien le evitó una dolorosa caída. Así la rubia notó que no había sentido en el mundo, lugar más seguro que ese.

El instante se alargó considerablemente mientras se observaban una a la otra, Erstin notaba la profundidad del magma que eran los ojos de Nina, tan incandescentes como el oscuro secreto que guardaban sus anhelos. Era un dulce infierno yacer tan cerca de la intocable princesa, de aquella efigie de hielo, que pese a todo la trataba con tanta ternura y cuidado. Tanto y tan poco susurraban sus mudas expresiones, tan desbocado estaba su corazón y tanto se desviaban sus ojos sobre los finos labios de la morena que... así Nina encontró prudente apartarse y con ello despertó de su ensoñación a Erstin. La rubia se apartó aun más roja de lo que ya estaba, sus mejillas fácilmente competían con los frutos rojos que solía buscar de niña en el bosque cercano a su morada.

La joven Kuga sintió esa extraña química, ese fuego ardoroso que había crecido con los escasos días compartidos junto a la de celestes iris, no era más que impensable e inaudito admitir que estaba mirando a otra doncella como lo haría un hombre y que a sus sueños ya no acudían los glaucos ojos de su prima. Procuró entonces responder apropiadamente a la tacita pregunta de Erstin mientras le daba la espalda, fingiendo mirar la restauración a medio acabar. -Para muchas personas cada obra es parte del paisaje, yo que he vivido en el castillo toda mi vida... no lo veo de la misma forma, ha sido solitario mi vagar por cada lugar... he tenido tiempo suficiente para contemplar cada obra y solo hasta tu llegada, han dejado de parecerme frías figuras y formas-

-Me honra profundamente... es un desagravio a las constantes dificultades que le he causado- La joven Ho inclinó la cabeza sabiendo que ella no podía verla, aun así tenía calado hasta el fondo de su ser, aquel modelo sumiso en presencia de la aristocracia, pues eso era Erstin, otra sirviente más. -Continuaré esforzándome, serán más hondos mis esmeros... si mi humilde trabajo agrada a la vista de su alteza-

-¿Olvidaste ya tu promesa?- Nina giró su cuerpo rápidamente, encontrando ante sí, la postura servil de Erstin y no evitó delatar su molestia frunciendo el ceño.

-¿Alteza?- Erstin la miró contrariada, sin entender qué de su comportamiento ocasionaba aquella mueca molesta.

-Lo has olvidado entonces...- Nina pareció decepcionada. -Entonces te dejaré a tus anchas, no podría apartarte de aquello que tanto amas hacer- Una nota celosa, o eso pareció escapar en el tono de voz de la pelinegra.

-Su alteza... no...- La rubia veía marchar a la pelinegra sin saber cómo conservar su compañía por un momento más largo. -Nina... señorita Nina- Y solo al pronunciar su nombre, la princesa de cristal se detuvo para mirarla. -No es más grato mi amor por el arte que... que comparada con... su sola presencia opaca el brillo del sol, no hay nada más confortable que su compañía o su voz... en mis oídos- La desesperación había obligado a la joven Ho a decir aquellas atrevidas palabras y contrario a cualquier repudio, recibió una sonrisa sincera de Nina, una tan dulce que de ser posible hubiera querido retratar.

La morena estaba dichosa, la joven afirmaba cuan agradable le resultaba su compañía, cuan valiosa era su presencia para la rubia, de ese modo una sensación de alivio y orgullo rebosó su contento. Se hizo el silencio en el dialogo de sus sonrientes rostros, y así Nina recordó las motivaciones que le llevaron a buscar a la rubia. -¿Puedo preguntarle algo a Erstin?-

-Lo que Nina desee...- No hacía falta ya otra reverencia, eso lo entendió Erstin al mirar la timidez de su idolatrada ama.

-Sé que no es apropiado...- Nina empezó a decir y casi le pareció ver una melena conocida, de color castaño y con una moña tan peculiar... toda su concentración se evaporaba.

-¿Si?- La doncella no tardó en animar a su querida princesa, pues los nervios estaban a punto de traicionarla.

Nina negó con la cabeza, estaba viendo visiones, seguramente era algún can en las cercanías, y ya había pasado de largo. -Me preguntaba si desea asistir al carnaval conmigo... es una ceremonia de lo más informal y entiendo si no es de su agrado porque...-

-Me encantaría...- Erstin no necesitaba escuchar más, una propuesta semejante era sin lugar a dudas un sueño hecho realidad, estar junto a la protagonista de sus más dulces sueños se antojaba casi irreal. Entonces la rubia observo su propio vestuario, no tenía nada realmente glamuroso para lucir en presencia de su alteza. -Aunque...-

Nina estaba segura de no haber vivido tantos vaivenes, subidas o bajadas como en ese momento y ya la había tirado un Orphan, un caballo y un lobo al suelo, aunque los últimos dos por accidente. -¿Acaso hay algún impedimento?- No entendía la razón de sus repentinos nervios, no estaba solicitando una cita romántica ¿Verdad?

-Me temo que no tengo nada apropiado para estar a su lado en el evento... aunque no había escuchado de un carnaval aquí en Fukka, no por estas fechas- Erstin hacia memoria, era despistada para lo que la mayoría de las otras mujeres se desvivían, pero estaba segura que no había ninguna celebración. De ser la ocasión, sus hermanos ya habrían ido a recogerla para presentarle a algún pretendiente.

-No debe angustiarse por ello- Nina sonreía al entender que su apreciable compañera, no encontraba inapropiada su propuesta, pues ese fue sin lugar a dudas su mayor temor. -Yo le facilitaré una indumentaria apropiada... acéptelo, como un obsequio a la gentileza de sus esmeros- Añadió para impedir cualquier negativa de antemano y en efecto Erstin no pudo ni decir palabra. -La veré entonces en mi cuarto, dentro de dos horas... por ahora tengo que realizar algunos preparativos- Nina inclinó levemente su cabeza, sonrió gentilmente a la dama rubia y se apresuró a dar la media vuelta, si caminaba rápido era para esconder la sensación gelatinosa en sus piernas a raíz de sus nervios, si ocultó pronto su rostro en sus negros cabellos, no era otra la razón que disimular un sonrojo y la sonrisa complacida que había nacido en la respuesta de la dulce señorita Ho.

.
.
.

Era el último día de su acuerdo con la diosa, cada momento pasado, tanto los dolorosos que como espinas estuvieron cernidas en su camino, como los otros mucho más dichosos y afortunados, que fueron las rosas ensalzadas en su jardín de ensueño... todas las vivencias y experiencias que conformaban su presente le daban fuerza con cada segundo que pasaba, pero eran crueles las responsabilidades que alguien de su posición tenía que afrontar, esa mañana tenía muy a su pesar que abandonar el lecho y en él, dejar reposar a la durmiente figura de su amada esposa. Se levantó del regocijo que eran los brazos de su amor, tan cuidadosamente y en silencio que en cuanto logró yacer en el borde de la cama de doseles, respingó volviendo la vista atrás para saber cuan vanos fueron sus esmeros, cuando la risilla gentil de aquella boca pudo manar tan delicadamente como un arrullo somnoliento.

-¿Natsuki?- La aludida escuchó el llamado de su nombre, encorvándose culposa, no pudo más que sonrojarse al saberse atrapada en medio de lo que pareciese una huida a hurtadillas, y como el niño travieso que se sabe descubierto tras su fechoría, bajó la mirada abochornada. Una Shizuru cuyas manos se deslizaban buscando las más pálidas, le miró levantando una ceja. -¿Acaso pensabas escapar esta mañana?-

-No... No es eso... bueno si, pero... es...- Debía decirlo o se metería en problemas, no unos graves, pero la diosa sabe que un mohín en la bella faz de Shizuru sería algo difícil de evadir. -No me gustó la idea de despertarte- Explicaba torpemente la Kruger, aun apenada por su fallido escape. Levantó la vista temerosa de ser malinterpretada, pero encontróse con el brillante rubí y una sonrisa tan hermosa que apenas pudieron musitar algo más sus labios, era ya apenas un susurro lo que salía de los suyos y sus dedos índices chocaban punta a punta entre ellos, delatando su vergüenza. -Estabas tan apaciblemente dormida, tanta es tu hermosura que hubiera querido retratarla en un lienzo, para jamás poderla olvidar... pero me consuelo con preservar celosamente tu bello retrato en mi memoria, me temo que no quisiera compartir semejante vista con nadie más-

Tras aquella halagadora declaración, la castaña no pudo reclamar nada más, cualquier idea bromista fue abandonada de inmediato, los dedos suaves se enlazaron al fin con los de la pelinegra y un movimiento fue suficiente, sus labios se encontraron entusiastas bajo la iniciativa de la castaña. Fue un pequeño y casto beso, tan delicado que Natsuki pensó estarlo soñando, tal vez todavía atrapada en el dulcísimo mundo de la fantasía. Empero sus dedos acariciaron la nacarada mejilla de Shizuru, notando entonces que ella era tan real como todo lo que la rodeaba, sonrió así aun con sus labios posados sobre los otros y la envolvió nuevamente en sus brazos, como no queriendo soltarla... ciertamente las dos habían descubierto cuan insoportable se hacía la distancia prolongada entre ellas, aun si las palabras y los sentimientos no tuvieran nombres precisos, no había completitud como la que estaban viviendo.

Ambas dispusieron sus atuendos, se ducharon juntas y en esta ocasión Natsuki se sirvió ayudar a Shizuru en los menesteres de la limpieza, era un silencioso acuerdo de igualdad, no estaba la Duquesa para ser tratada como un hombre, pues todo cuanto quería era una compañera de vida a la cual amar, la doncella era por tanto su igual y ahora se lo demostraba en todos los pequeños detalles del diario vivir. Una vez estuvieron listas bajaron a desayunar, sus manos siempre unidas, como las miradas gentiles que se dirigían, las cosas simples se volvían inolvidables para el corazón. No pasó mucho tiempo entre el deber y la tranquilidad, Shizuru era sabia como no se lo imaginó Natsuki, hacían el pago pertinente de los jornales de los sirvientes, ella identificaba con tan poco las necesidades de sus empleados, una mirada era suficiente y por ello en cada ocasión el pago se realizaba de forma privada en el despacho de la familia Kruger, si bien a la mayoría se le daba un poco más que en la casa de otros señores de Fukka, Shizuru sabía quién era honesto en sus solicitudes y quien no, un pequeño gesto, desde una sonrisa era la afirmación para la Kruger, una parca mirada, una seria expresión la negativa y después de varios casos, Natsuki comprendió que a ella si le hubiesen engañado algunas veces, era tan curioso que la castaña supiera leer las intenciones de las personas... nadie sabía que ella podía ver la luz o la oscuridad en el aura de las personas.

Con los momentos la fila se hizo más corta y solo llegado el último servil, siendo esta nada más y nada menos que Tomoe Margueritte, Natsuki frunció el ceño, extrajo una bolsita con un pago mejor, aunque detestara a la mujer con cada ápice de su ser, ese había sido el acuerdo y por su honor lo respetaría. Cuando la tensión incrementaba una caricia delicada estrechó su mano, los ojos de jade se volvieron sobre los rubíes. Shizuru tenía en las manos una bolsa bastante más grande, Natsuki la miró sin entender, la castaña caminó hacia su antigua y ya no tan leal sirviente.

-Margueritte ha sido amable al acompañarme en este viaje, este tiempo y debe saber que le estoy agradecida por ello, este pago es una pequeña muestra de ello, un obsequio de mi parte- La mujer de melena verde y mirar turquesa no daba crédito a lo que escuchaba, ¿Podría ser tan magnánimo el corazón de su idolatrada patrona? ¿Ya le regalaba su perdón? Una sonrisa se alojó en sus labios, mientras el rostro de Natsuki se desviaba en la mirada de escenas más gratas, intentando contener su confusión, estaba segura que esa mujer no era ni por asomo alguien de fiar, entonces ¿Por qué su esposa ensalzaba su presencia en su vida? ¿Cuando la mayor pena y conflicto entre ellas había tenido lugar por su causa?

-Su excelentísima es en extremo gentil con...- Cuando Tomoe estaba a punto de explayar un discurso sobre la bondad y la gentileza de Shizuru, en presencia de la Duquesa...

-Sin embargo hay algo que me causa aflicción- Tanto Natsuki como Tomoe reaccionaron inmediatamente al pensar que la castaña estuviese angustiada y nadie dudaría de ello al contemplar su expresión mortificada. La pelinegra mucho más rápida de reflejos que la mismísima Margueritte ya estaba de pie junto a su amada, acariciando su mano, rodeándola con su abrazo protector. Shizuru no contaba con la rápida reacción de Natsuki, por lo que tuvo que ingeniárselas sobre la marcha y asegurarse antes de continuar, envolvió raudamente la cintura de Natsuki con su mano y apoyó su mejilla en el hombro de la pelinegra, que acariciaba ya su espalda con profunda preocupación.

-Pero me temo que solo Margueritte puede ayudarme en la dificultad que me aflige- Ante las palabras de Shizuru, Natsuki se tensó en el acto ¿Qué podía hacer esa infame mujer por su esposa? Si ella iría a la montaña más alta y escabrosa en busca del remedio a sus males, lucharía contra un ejército entero por su rescate, ni escatimaría esfuerzos en nada, absolutamente nada de lo que la bella de Tsu requiriese. Por ello Shizuru le había abrazado, para que no intentara huir sin lastimarla y así Natsuki se quedo quieta, tolerando en silencio la incertidumbre que sentía.

-Lo que mi ama desee, todo cuanto pida... cuanto solicite de mí le será concedido- Margueritte miraba con brillo fulgurante en sus ojos a Shizuru, hipnotizada por su mirar rojo,  casi olvidando ya la presencia de la Lobuna que tanto detestaba.

-Se bien que la casa de mi padre se ha quedado muy justa de personal, y una gran pérdida les ha significado este tiempo que Margueritte nos obsequió- Shizuru era en verdad una mujer elocuente, pero bastante más astuta que la propia Margueritte o que la inocente Natsuki que no se imaginaba las intensiones de su castaña esposa. -Imaginar semejante dificultad en las manos de mi madre o de mi anciana abuela me aflige- Shizuru volvía a esconder su rostro preocupado en el hombro de Natsuki y a la pelinegra ya se le olvidaba su molestia o su propio malestar, tanto la amaría que la pena propia nada significaba, cuando algo en verdad lastimaba a su esposa.

-Enviaré 10, 20 o 30 sirvientes a tu casa... pero no te angusties más ángel mío- Le dijo quedamente Natsuki a una Shizuru que no evitó sonreír en el cobijo de su abrazo.

-Mi dulce Natsuki... no digas nada, por favor... sigue creyendo en mí- Respondió igualmente bajo, apenas audible al agudo oído de la lobuna que incapaz de entender tan solo asintió.

-Pero solo Margueritte conoce las diligencias de mi antiguo hogar... tan solo a ella podría confiarle el cuidado de mis seres queridos- La castaña se desprendió con pesar del abrazo de Natsuki y sostuvo entonces las manos de Tomoe, sabía que nada podría negarle ya esa joven. -Así que por favor, ve con ellos... o no tendré paz-

-No se angustie por favor Ojousama, yo iré a su casa...- Sentenció firmemente Tomoe, rauda a la solución de la pena de su ama. -Por favor permita que este aquí unos breves días, necesarios para prepararlo todo... en verdad no debe angustiarse más Ojousama- La mujer de ojos turquesa casi olvidaba su pago para tomar pronta marcha de la diligencia solicitada, mas volvió sobre sus pasos por el pago para ultimar compras indispensables para su viaje y luego se apresuró a salir.

Shizuru le sostuvo la mirada, con Natsuki a sus espaldas, dándole por breves momentos un sabor de victoria a Margueritte, la miró directamente a los ojos, asegurándose de completar su objetivo. -Por favor Tomoe... te encargo lo más valioso para mí, a mi familia- La impulsó un poco más Shizuru, con ello casi pareció correr la de verde melena.

El silencio se hizo cuando el martilleo de los tacones de Margueritte se perdió en el pasillo, Shizuru se acercó a la puerta y la cerró con llave, entonces volvió sus pasos y la vista hacia atrás donde una Natsuki más que confundida la miraba. -Shizuru si en verdad es tan urgente la necesidad de tu familia... yo misma...- Pero las replicar fueron calladas con un beso, uno dulce y a la par apasionado.

Shizuru sentía una profunda ternura, una más honda sed de su esposa, no sabía cómo  explicar lo que le hacía sentir, esa preocupación que se roba el corazón, su cuidado constante, que abrigo del mundo eran sus brazos, que fuerza le daba la pelinegra. -Suki... mi gentil Natsuki, ¿Cómo podrías ser tan dulce? Enternecer cada ápice de mi alma, hasta el punto en el que me cuesta pensar... si fuera posible demostrarte este sentir...-

-Zuru...- La pelinegra elevaba su esmeralda mirar tan confundido y tímido, aun con la máscara puesta era tan evidente que ella no comprendía los cambios en el estado de ánimo de Shizuru, primero pareciese que iba a llorar, que buscara consuelo en sus brazos y después... que solo la cura estuviera en manos de Tomoe no fue grato, pero ella pidió confiar y ahí estaba, creyendo en ella a pesar de las sutiles dudas en su pecho, unas casi apagadas por el beso que le fuera prodigado. -No... No comprendo, porque yo no puedo ayudar...- Era el suyo un tono casi infantil.

Shizuru acarició la mejilla de su querida esposa. -No hace falta Suki, realmente mi familia no tiene ninguna dificultad-

-¿He?- La Kruger ladeo su rostro aun más confusa.

-Espero puedas perdonarme, odio mentir... pero realmente deseaba apartar a Margueritte de este castillo, de nosotras- Dijo sinceramente Shizuru.

-Yo... yo pensé que... ¿Por qué tomarse tantas molestias?- Natsuki se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

-Me he percatado del peligro que supone para mí- La castaña tomó la mano de Natsuki entre sus dedos y con pasos lentos la llevo junto a la gran ventana del despacho, tomaron asiento en el alfeizar, con tenues corrientes de aires hondeando sus largas melenas. -Al verla este día, he sentido un escalofrío... un mal presentimiento, es por ello que me tomé... tantas molestias, prefiero que se marche por propia voluntad-

-Shizuru, ella no podrá lastimarte...- Afirmó Natsuki dando un suave beso a la palma de la mano de su amada. -No podrá...-

La castaña por su parte negó con una expresión cansada. -Ya nos hizo daño donde no pudimos protegernos, cuanto más logro atisbar mi estado con la lucidez presente... “No dejo de pensar que tanta debilidad física no era algo común para aquellos días, para el tiempo de un mes, mi salud nunca fue tan deplorable y por eso ella...” Ella nos hizo daño justo... aquí- Con la mano de Natsuki entre las suyas, lentamente se permitió guiarla hasta su pecho sobre el vestido en la altura de su corazón. -No quiero sentir esa pérdida otra vez, duele... profundamente-

-No temas más, se ira y no podrá enturbiar más nuestro matrimonio... o en verdad te juro que no seré tan piadosa la próxima ocasión- Natsuki frunció el ceño antes de atraer a Shizuru con sus manos y envolverla en sus brazos, abrigándola una vez más mientras la luz del amplio ventanal se posaba sobre sus figuran en aquel alfeizar.

-“No Suki, entonces sabrá que solo ha visto la mejor parte de mí, mi expresión más amable”- Se dijo a si misma dentro de sus pensamientos mientras se aferraba al firme y delicado pecho de su esposa. La castaña de Tsu amaba esos momentos de confort, en el que aun sobre la máscara de plata, sentía que podía contemplar el interior de Natsuki.

Así pasaron un tiempo de tranquilidad. -Mi dulce Natsuki... si pudiera...-

-Si pudieras que... ¿Zuru?- La Lobuna deslizó sus dedos sobre la nacarada piel de la hermosa dama abrazada a ella, luego sujetó delicadamente su barbilla obligando con gentileza el mirarse la una a la otra, sus miradas se encontraron, tan enamoradas como lo estaban sus corazones.

Shizuru deseo hacerlo, cada ápice de su ser lo deseaba, conjeturar el sentimiento en las palabras de lo único que faltaba por musitar, si ya todo estaba entregado ¿Por qué le costaba tanto expresarlo? -“Decir esas palabras que tanto temo, esas que son merecidas y ciertas... que brotan silenciosamente desde mi alma, mi corazón agitado... si pudiera decir...” Cuanto te... te a...- Hasta que las manos de Shizuru que jugueteaban entre los hombros y el pecho de la pelinegra, tocaron accidentalmente el dije, el inocente juego se detuvo y Shizuru se puso en tensión, al recordar el mal trago vivido por aquel curioso artefacto que si bien ya había perdonado, no había resuelto todas sus inquietudes. La pregunta siempre se quedó allí, porque la pieza era tan importante para Natsuki.

Presta a la labor de indagar olvidó lo que estuvo por decir, se apartó lentamente del abrazo, levantó la cabeza para cruzar miradas y procurando no ser indiscreta, con sus largos y finos dedos acarició el dije del collar. -Es hermoso y tiene el emblema del lobo... pese a todo no sé porque el escudo de armas de su familia es siempre un lobo- Cuestionó con una curiosidad latente en su granate mirar.

Natsuki sonrió en respuesta y llevó sus dedos sobre el dije, delineando la forma del lobo, aun sin dejar de mirar a Shizuru ni un solo momento. -El lobo fue elegido para ser nuestro emblema, porque representa el liderazgo, la fortaleza y la soledad- Agravó ligeramente el tono de su voz al final. -Es además la forma espiritual predilecta de la deidad de Fukka, pero eso no lo saben tantas personas...-

-Los otros atributos son comprensibles... pero ¿La soledad? No la encuentro razonable- La castaña levantó una de sus preciosas cejas.

-Eso es porque somos personas solitarias Zuru, hasta que tú llegaste a mi vida te aseguro que este emblema quedaba a la perfección conmigo- Sonrió con un tono divertido.

-Eso es triste... Natsuki- La faz de Shizuru se mostro compungida.

-Por eso dije que hasta que llegaste tú...- Reiteró la pelinegra juntando su frente a la de Shizuru y procurando depositar un casto beso en sus labios.

En cuanto se separaron, un dulce sonrojo adornaba sus mejillas, aquel momento fue aprovechado por Shizuru para continuar acariciando el dije. -¿Por esa razón lo llevas siempre?- Ciertamente la castaña recordaba que esa prenda siempre fue inseparable de la piel de su esposa, incluso cuando estaban juntas a un nivel más intimo.

Natsuki miró con ternura la curiosidad de Shizuru. -Eso es porque en este dije conservo dos imágenes preciosas a mi corazón... aunque hace un año solo contaba con una, pero ahora son dos ¿Deseas verlas?-

-Si no es... molestia para Natsuki, es algo tan privado me temo- Shizuru contenía por muy poco su ansiedad, deseaba ver lo que escondía el relicario con el emblema del lobo, era sin lugar a dudas un valioso secreto, pero a la par tampoco quería obligar a su querida esposa a mostrar algo que no desease.

La Kruger no tardó en comprender el dilema de su mujer, de modo que se apresuró a presionar el dije a la altura de la gema incrustada en la pequeña frente del lodo y así el mecanismo se abrió, dos espacios quedaron a la vista, dejando relucir un retrato del que la propia Shizuru no recordaba haber posado, estaba ella en tonalidades pasteles retratada en lo que parecía papel, se miraba como adormilada, con un fondo de formas que recordaba con algo de dificultad, estaba segura de haber yacido en esa postura en algún lugar, sonriente y serena, como reposando con los ojos abiertos. -En el árbol... mientras tocaba mi violín para ti, espero puedas perdonarme... pero se lo he suplicado a Akira, quien es una gran dibujante y es que temía no quedarme con nada tuyo, si es que rechazabas casarte conmigo- Natsuki se disculpaba largamente, con una carita de pena y un sonrojo encantador que dejaba sin palabras ni replicas posibles a Shizuru. Un beso le fue dado en premio a Natsuki por su romántica osadía, la de ojos rubí no estaba molesta, de hecho estaba encantada y de ser posible, aun más que enternecida.

-Eso fue muy audaz de Natsuki, pero ella no lo sabe... yo estaba temerosa de aceptar, solo porque cierta Duquesa hizo una parafernalia de su solicitud de mano y tampoco lo consultó conmigo... si Natsuki hubiese preguntado, hubiera sabido que yo afirmaría su propuesta sin necesidad de todas estas lamentables circunstancias... aunque seguramente me hubiera hecho de rogar un poco- Añadió al final posando un dedo en su barbilla, si bien Natsuki le atraía en aquel tiempo ya lejano en el poblado de Tsu, ella había logrado causarle muchas más emociones que cualquier otra persona a lo largo de su vida, sería por ello que no hubiese podido negarse mucho tiempo, o le hubiese dado un no con tintes de si, para preservarla más tiempo a su lado. A la fecha y para Shizuru, ya no era probable pensar en un futuro en el que Natsuki no estuviese a su lado, la idea de hecho le resultaba aborrecible.

-¿En serio?- Natsuki miraba sorprendida a su esposa, si recordaba las tribulaciones vividas para lograr aunque fuese una mirada de la castaña y ¿Resultaba entonces que no le había sido tan indiferente como recordaba?

Shizuru asintió sonriendo, volviendo a enlazar sus dedos entre los de Natsuki. -Me resultó tan difícil tolerar el contacto de Natsuki...- Con las iniciales palabras la pelinegra hizo un mohín de tristeza, recordando su deplorable aspecto y la maldición, por lo que la castaña se apresuró a aclarar. -No me malentiendas por favor... yo... yo sentía considerable deseo por Natsuki con solo sentir su aroma a pino y rosas, en un distante viñedo, donde nuestras manos se rozaron por primera vez- Con aquello la joven no pudo más que enrojecer cual farol, realmente no imaginaba la contradicción que hizo pasar a Shizuru. -Las cosas se hicieron más difíciles aquel día en mi cumpleaños, Natsuki no lo sabe, pero quise besarla desde el principio de la noche, aunque seguía siendo tan inapropiado... tal vez en el fondo no quería arruinar la imagen que Natsuki tenía de mí, pero me sentí dichosa cuando compartimos ese beso... fue celestino, fue mi primer beso-

Natsuki sonrió, dichosa en el alma y con el corazón martillando rápidamente en su pecho, Shizuru estaba mostrándose tan sincera y gentil que no cabía en su asombro o su contento. -Yo... yo me desmayé después de eso- Afirmó riendo, luego notó lo bochornoso de aquella confesión y se apresuro a cubrir su rostro, como si no contara ya con una máscara en esa tarea.

La límpida risa de Shizuru resonó en la estancia de aquel despacho. -Ara ara, es tan tierna mi Natsuki- Retiró con cuidado sus manos y dio un pequeño mimo, un beso esquimal de nariz a nariz, tan tierno el gesto que las mejillas continuaban por mucho sonrojadas, pero esta vez se trataba de las dos.

Los ojos rubí atisbaron la segunda imagen del relicario y con maravilla, o quizás confusión volvió a encontrar la imagen de la ninfa del bosque en sus sueños, pero retratada en un pequeño lienzo. Con aguda inquietud delatando a su rostro, levantó la prenda para verlo más de cerca. -¿Es tu madre?-

-Si... es mi madre, siempre a mi lado... siempre en mi corazón... como tú- Musita con voz suave a pesar de intuir cierto malestar en la faz de su esposa, tanta contrariedad por algo que sería normal no dejaba de inquietar a Natsuki.

-Es un retrato muy bello... hay algo en su mirada que...- Shizuru hacía gestos sin darse cuenta, como queriendo adentrarse en la imagen, en el momento.

-Esta pintura, fue realizada cuando ella estaba encinta, pero por el tamaño... solo se retrató de su pecho hacia arriba- Respondió gentilmente Natsuki.

-Ah... ha debido ser eso- Shizuru sonrió, olvidando entonces a la imagen de sus sueños, se reclamaba en su mente con molestia el porqué darle tanta importancia.

-¿Shizuru... te pasa algo?- Cuestionó ya Natsuki preocupada por el cambio continuado de expresiones de su mujer, ¿Acaso se sentía nuevamente enferma?

-¿Qué sentirías Natsuki... si afirmara que a esta persona la he visto antes?- Shizuru no escondió una mueca de dolor.

-Shizuru es especial como ninguna otra persona... posee un don excelso, sin embargo... mi madre murió hace casi tres años y sé por la diosa que su espíritu no vaga dentro de este castillo- Musitaba cariñosamente Natsuki mientras acariciaba la mejilla de la castaña.

La Fujino acarició los dedos en su rostro. -Esa persona apareció en mis sueños... en un bosque, la he perseguido tantas veces buscando respuestas, pero no logró escuchar cuando su voz me busca...-

-¿Sueños? No entiendo porque mi madre te atormenta en sueños, allí donde este... ella sabe que eres la razón de mi dicha-

-No me atormenta Suki...- Shizuru volvió a sonreír. -Tal vez ella solo desea que cuide bien de su querida hija-

-Nadie me cuidaría mejor...- Respondió la pelinegra con una media sonrisa.

La joven Fujino pudo percatarse de la nota melancólica en la voz de su amada, esta vez fue ella quien abrazo a su tierna Lobuna y acaricio sus cabellos de cobalto, la apoyó en su pecho y aguardaron así durante unos instantes. Shizuru pensaba en cuanto amor delataba Natsuki por la memoria de la dama, sin embargo hablaba tan poco de ella y eso solo podría significar que su corazón aun se encontraba dolido por la perdida, pero sobre esas cosas la bella de Tsu no tenía la más mínima experiencia. ¿Cómo confortar el silencioso dolor en sus ojos?

Así la castaña no tuvo que esperar demasiado. -Era... un mujer delicada, en mi memoria siempre gentil... ella era mi madre y jamás tuvo una mirada de horror para mí, me amaba con mis garras y mis colmillos, era mi mundo entero...- Susurró por lo bajo, con los ojos cerrados. -Ella tocaba el piano en una melodía tan hermosa, tan hermosa como la de Shizuru...- Una tenue nota de dolor y Shizuru bajó la mirada sobre la cabeza encogida en el apoyo de su pecho, así la abrazaba con algo más de fuerza. -Era tan hermosa, parecía hecha de porcelana, con una delicadeza en cada tenue movimiento, una sonrisa prístina en sus labios, siempre sonriendo para nosotros... ni el viento se atrevería a tocarla, me parecía irreal hasta el momento en que me abrazaba cuando más vulnerable me sentía... una caída y siempre me consolaría, aun en la soledad, su sola cercanía apagaba el dolor dentro de mí... las cosas simplemente dejaban de tener un tinte oscuro cuando su voz me alcanzaba para aplacar mi enfado...  pues yo era alguien muy irascible, estaba tan molesta por mi apariencia y ella lograba recordarme que... ‘Es el valor, la fuerza y la pureza del corazón, la obra más hermosa de la creación... una obra que veo cada día cuando sonríes para mí...’- Susurró sus palabras mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas.

Natsuki se puso de pie intempestivamente, Shizuru aguardó en el alfeizar, silenciosamente escuchando, dejando que el mar dentro de su esposa brotara libremente. -Entonces ella un día enfermó...  y se hizo tan frágil como una rosa en otoño, sus labios languidecieron como si sufriera constantes fríos, una sombra oscura se halló en sus parpados cansados y su piel perdió color, no pudo dar un paso con su fuerza y cayó en un letargo tan largo...- La lobuna tensó la mandíbula intentando no ver rota su voz. -Toqué el violín hasta no ser capaz de sujetar el arco en mis manos, vi los hilos dorados envolver su cuerpo un centenar de ocasiones, pero... jamás pudo curarse su mal, ni la magia más poderosa o el doctor más experimentado, ni mis suplicas a la Diosa surtieron el más mínimo efecto... en verdad temí que al tocar el violín para sanar a Shizuru no pasara nada... si no pasara nada otra vez, no sabría como soportarlo...- Natsuki levantó sus manos, mostrándoselas a Shizuru, la castaña corrió a su lado y las estrechó entre las suyas, para luego depositarlas sobre su pecho, dándole quedos besos.

-Eso no pasará... no temas cielo mío, mi salud es formidable y... con el cuidado de mi esposa siempre me encuentro perfectamente...- Se apresuró a aclarar la castaña, no encontrando otro modo de aplacar la preocupación de Natsuki.

-Me ha dejado, no puedo ya ver su retrato sin sentir esta tristeza inmensa... mi dicha yace escondida en un relicario, porque a ti puedo verte cada día y brillas para mí, pero ella se ha marchado a un lugar donde no puedo alcanzarla- Musitó finalmente Natsuki con la voz tan grave y dolida.

-Ella vive en cada fragmento de ti, en la persona que eres gracias a ella... ella tiene razón, mis ojos no pueden ver a nadie que no sea Natsuki, porque tiene un corazón transparente, hecho de diamante puro y es fuerte... si mi esposa sufre entonces yo también lo haré junto a ella, pero Natsuki... ¿No crees que ella se sentiría triste por tu enfado?- Musitó Shizuru con voz suave, llena de ternura, abrazando a Natsuki, intentando por una vez protegerla de sus propios pesares.

-Yo... yo no estoy enfadada con ella...- Susurró en un hilo de voz con la frente apoyada en el hombro de Shizuru, allí donde resbalaba su llanto sin reparos.

-Mi Natsuki parece tan molesta y triste, ha sido un mal juicio de mi parte... lo siento- Añadía mientras acariciaba la espalda de la pelinegra.

-Es... es impotencia y frustración, lo único que se esperaba bueno de nosotros... los monstruos de Fukka, simplemente no surtió efecto en ella- Su tono era casi infantil, estaba tan molesta, pero no era violenta en su sentir, la Kruger sentía enfado por no comprender el irónico destino, la sensación de la perdida que no había sabido confrontar, se había callado cada palabra, hasta lo improperios y pasaban los años para que su voz confesara las emociones por tanto tiempo reservadas a la soledad.

Shizuru comprendió esto. -Natsuki...- Levantó el rostro de su querida dama de ojos esmeralda. -No puede compararse este sentir con nada que pueda siquiera decir, yo solo he perdido a alguien valioso para mí... esa persona era mi abuelo, el abuelo Hero Fujino... él era especialmente cuidadoso conmigo, me contaba sus viajes y aventuras de juventud, aun a sus años iba y venía, pero siempre encontraba un tiempo para mí, me sentía comprendida por él, tal vez era la única persona que lograba notar mis peculiaridades, pero un día la fuerza le abandonó...- Un secreto,  un sentir debía ser dicho, para acompañar en los cardos a su amada. -Pude ver como su brillante aura se evaporaba con el paso de los días y en la última ocasión de verle, sentí la sombra de la muerte cernirse sobre él... él sabía que ya no estaría más tiempo junto a nosotros, así que cuando reproché enfadada por su partida, aun sin comprenderlo del todo, pues era pequeña, me dijo que la vida es un precioso regalo que se evapora en un instante, que su vida, corta o larga, la ha vivido como deseaba y por ello estaba feliz, así que no debía llorar, él quería que mis recuerdos de él me fueran una grata memoria, un instante de consuelo cuando sintiera flaquear mi voluntad...- Una pausa para un corto y casto beso, uno que fue recibido con suavidad. Ambas se miraron por infinitos momentos y entonces Shizuru encontró oportuno concluir sus pensamientos. -Pienso que Saeko-sama vivió de la misma forma, se alegró de tener a Natsuki junto a ella, como el regalo más preciado que pudiera recibir, una madre que ha amado tanto a su hija, un amor eterno que jamás se apartaría de ella sin importar cuánto tiempo pasara, aun sin su presencia, el halo de su amor... siempre brilla en los ojos de Natsuki, en esa maravillosa presencia que la rodea, que yo veo cada día. Ese es el presente que Saeko-sama ha dejado para Natsuki en su tiempo... ella no se ha marchado, porque esta siempre dentro de su corazón, de la misma forma que mi abuelo esta dentro del mío- Añadió finalmente con una sonrisa tan suave y gentil, que pronto en ella Natsuki encontró regocijo.

Se separaron ligeramente después de aquel instante de comprensión profunda, la castaña tomó la mano de la pelinegra, a quien dejar salir aquel dolor le había servido para sentir paz en su interior, abrieron la puerta del despacho para dirigirse a su cuarto, tenían que estar presentables para el carnaval de la noche. A medio camino Natsuki se quedó pensando... -¿Zuru?-

-¿Dime Suki?- Shizuru se detuvo para prestarle toda su atención.

-¿Cómo sabes todas esas cosas? Digo... es como si leyeras mis pensamientos- Con una timidez dulce como pocas, Natsuki se ponía nerviosa frente a su esposa, eran amigas, amantes, compañeras en el largo y a la vez corto viaje de la vida, era tan extraño aquel nivel de comprensión, algo que asombraba y maravillaba a la Lobuna, que una vida entera de no ser comprendida hacía mella en su seguridad.

Shizuru se lo pensó un poco para responder, de una forma que ella pudiera hacerse una idea. -Podría decir que... las expresiones del rostro de Natsuki son siempre muy sinceras... solo hay que observar con un poco más de atención- Estaba resultando tan natural sonreír sinceramente cuando se trataba de la Duquesa de Fukka.

Un incendiado sonrojo y una nota de vergüenza. -En cambio yo... a pesar de lo mucho que miro a Shizuru, no logro leer sus expresiones tan bien-

-Suki... yo siempre estoy pensando en ti, pero tú eres transparente... yo, no lo soy tanto- Los ojos rubí se desviaron en otra dirección.

-Shi...Zuru ¿Dije algo malo?- Preguntó al no verse observada por la castaña.

La dama Fujino negó con la cabeza. -Aunque no lo imaginas, has encontrado la forma de sorprenderme, de hacerme creer en cosas sobre las que ya no tenía la mas mínima esperanza o que definitivamente valoraba por muy poco, yo no creía en el matrimonio en primer lugar... tal vez vi tantas superficialidades, tanta falsedad en el acto mismo, que comencé a pensar que no era real...-

-Bueno... mmm a mí... la verdad me asustaba, no ser lo suficientemente buena para ello... que la dama en cuestión huyera de mí nada más verme, o que jamás llegara a gustarle ni un poco, que solo aceptara por la riqueza y esas cosas...- Natsuki levantó los hombros intentando no poner mucho peso en sus palabras. -Iba a tener la frente bastante adornada a mí entender-


Ambas se miraron y una sonrisa contagiosa se convirtió en limpias carcajadas, así prosiguieron su camino hacia la habitación, con una distintiva complicidad, como si solo ellas conocieran el secreto detrás de sus risas, de las miradas que cruzaban festivamente.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Cristalsif - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

8 comentarios:

  1. Wow!!!!!! como siempre fascinante tu capitulo, valió la pena la espera, por fis no tardes en subir otro, admiro la exquisita manera que tienes al escribir, un abrazo

    ResponderEliminar
  2. No se quiero llorar de alegria o que pero este capitulo me ha sorprendido grandemente, me emocione en verdad al verlo publicado no me lo podria creer tanto tiempo que lo esperaba, muchas muchas gracias Cristalsig, por regalarnos tremenda historia. Con todo mi cariño Maria - Mex

    ResponderEliminar
  3. Qué alegría que hayas continuado la historia Cristalsif, eres una escritora magnífica.
    Gracias por este nuevo capítulo tan bellamente realizado, de corazón deseo que puedas continuar "Danza entre lobos" y prontamente nos alegres el corazón con más capítulos.
    Un abrazo desde Medellín, Colombia

    ResponderEliminar
  4. Muy buen capitulo, quiero que pronto nos des una nueva entrega

    ResponderEliminar
  5. Cristalsif, gracias es muy grato continuar leyendo tu historia de Danza entre Lobos, me gusta la ternura que trae este capitulo, al entrar en la pag, me sorprendió mucho, quedo a la espera del siguiente capitulo.:)

    ResponderEliminar
  6. Amo a esta pareja, son tan tiernas, solamente espero que en el carnaval no pase nada malo y que no llegue de sorpresa el papa de zuru y haga daño a la lobuna u.u, no soportaria ver dañada su relacion.(algo me dice que antes de irse tomoe hara una de las suyas)

    Besotes para vos. Lu

    ResponderEliminar
  7. La espera fue grande pero valio la pena como siempre super espetacular el capitulo. no tardes tantos porfis q dejas queriendo saber mas

    ResponderEliminar
  8. Esta super excelente la historia, por favor por favor por favor no tardes tanto en subir los próximos capítulos y gracias por continuar con la historia.

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...